Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Caminos por zion no bara

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esta trama es de dos partes, dedicada a Lucyyagami quien sugirió y deseaba algo de la pareja, espero que te guste.

 

Notas del capitulo:

Es una trama de dos partes, esta es la primera, espero que les guste.

Esta historia no tiene un tiempo delimitado pero piensen que ocurre en la primera mitad del siglo XX.

 

 

 

Capítulo I

 

El restaurante de esa noche estaba bastante accesible, al menos así parecía que estaba, a los comensales les gustaba el sitio porque se consideraba de los mejores de la capital, era justamente por eso que se podía ver a algunas personalidades conocidas por diferentes motivos, ya fuera por ser miembro de alguna familia importante, ocupar algún cargo público, ser importantes negociantes o destacados en las artes y los deportes. Fuera cual fuera el motivo la gente estaba ahí disfrutando esa noche de su cena.

Entre quienes habían llegado estaban dos personas que no se conocían pero resultaba que sus pequeños acompañantes se conocían entre ellos y al verse no dudaron en saludarse. Como los dos adultos vieron que los niños se saludaban se observaron entre ellos y finalmente se acercaron.

--Hola-dijo el niño.

--Hola-dijo la niña.

Los caballeros se saludaron y acordaron que era e momento de presentarse.

--Soy Shion de Aries-dijo el que llevaba al niño de la mano-Y él es mi sobrino Mu.

--Un placer, Shura de Capricornio-respondió el que llevaba a la niña-Ella es mi hermana política, Shunrei.

--Vamos a la misma escuela-dijo Mu.

--Si-dijo Shunrei.

En ese instante llegaba el capitán de meseros para llevarlos a sus mesas pero a los adultos les convenció más una idea.

--¿Por qué no cenan con nosotros?-propuso Shura-Estoy esperando a mi esposo pero no tardará en llegar.

--Yo también espero a mi esposo-dijo Shion-Supongo que no estaría mal.

Así quedó decidido que todos cenarían juntos, los guiaron de inmediato a una mesa de las más amplias y no ordenaron pues esperaban a quienes faltaban. Mientras los niños hablaban entre ellos de lo que los niños hablan los mayores empezaron a charlar entre ellos también.

--Me parece conocido Shura. Estoy seguro que es la misma persona.

--¿Cuál?-preguntó el de cabellos oscuros.

--Es el director de orquesta.

--Así es.

--Debo decirle que admiro mucho su trabajo, me parece que le da una nueva vitalidad a los grandes maestros.

--Muchas gracias.

Siguieron con su conversación esperando por dos personas que se dirigían a ese sitio, lo hacían sin prisa y con calma, alcanzaron el restaurante al mismo tiempo pero desde diferentes direcciones, iban pensando en sus propios asuntos, estaban a mitad de eso cuando entraron al restaurante pero cada uno preguntó a un anfitrión diferente por la mesa de su compañero y fue por eso que sólo hasta que estaban a la entrada de lo que era realmente el restaurante se vieron, casi chocaron pues no se fijaron en que había otra persona que iba en la misma dirección.

--Lo lamento...

--Disculpe...

Y cualquier palabra que quisieran decir no pudieron decirla al verse de frente, se miraron con sus ojos verdes en silencio por un segundo y el instante se vio roto al ser llamados. Desde la mesa los llamaban y esperaban, así que se dirigieron ahí sin decir nada más.

--Que bueno que llegas-dijo Shion.

--Tan sólo te esperábamos-dijo Shura.

Los otros dos tomaron sus lugares y parecía el momento para hacer nuevas presentaciones.

--Los niños se conocen-le explicaban a los recién llegados.

Pero los dos seguían sin hablar mientras les contaban lo demás y llegó el momento inevitable de la presentación.

--Dohko de Libra.

--Shiryu de Dragón.

Se estrecharon la mano y a la vista de los demás fue todo. La cena prosiguió y no se dijeron nada más que pareciera personal, en realidad los niños y sus compañeros fueron quienes charlaron y al final se despidieron respetuosamente con el deseo de volver a reunirse. Todo parecía normal.

Sin embargo para Dohko y Shiryu no lo era, no era la primera vez que se veían, no, ellos habían tenido un camino común trece años atrás, algo que marcó sus vidas y de lo que nunca habían hablado con nadie. De cuando sus caminos se unieron y ellos fueron amantes.

 

 

Para Shiryu su vida en una apartada provincia era una sucesión de monótonas escenas de las cuales estaba cansado, no por lo que le rodeaba sino protagonizadas por su entorno familiar, tan sólo pensar que tenía que estar con su familia esos días lo cansaba pero buscaría la manera de sobrellevarlo, mientras tanto disfrutaba del viaje en tren, veía pasar el paisaje y se contentaba con la naturaleza que lo rodeaba.

El tren hizo una parada en la estación y como tardaría en salir de nuevo de la estación los pasajeros bajaron, Shiryu no lo hizo, se quedó arriba sin moverse de su sitio, estaba solo en el vagón cuando alguien pasó por el pasillo y lo miró con atención. Se trataba de un hombre joven de cabellos rojizos y ojos verdes que no tardó en darse cuenta que era observado.

--¿Primera vez que vienes?-preguntó el extraño.

--No-dijo el joven-Me gusta viajar en el tren.

--Es agradable, yo también lo prefiero.

Un instante después el desconocido se sentó delante de él y pudieron verse directamente, sería el primer encuentro, pero ellos aún no lo sabían.

--Mi nombre es Dohko.

--Me llamo Shiryu.

Se estrecharon las manos con suavidad y las separaron, esas mismas manos que se reencontrarían muchas veces más.

--¿Porqué me mirabas Shiryu?

--El color del traje que usas, nunca había visto uno así.

Era color marfil pues era de seda pero el mayor no vio la necesidad de explicarlo.

--¿A dónde vas Shiryu?

--A casa, estudiaba pero las clases terminaron. ¿Y tú?

--A descansar de casa, necesito un tiempo a solas para poder regresar a mi hogar.

--No pareces de por aquí.

--No lo soy pero mi familia tiene varias propiedades así que conozco este sitio desde antes.

--Yo tampoco soy de aquí Dohko, mi padre viaja mucho y por el momento nos establecimos aquí.

--¿A qué escuela vas?

--Terminé el bachillerato en la escuela extranjera.

--Comprendo.

Con esa información se podían saber varias cosas, que Shiryu era hijo de una familia sino rica si con bastante solvencia económica, que no era de la región y que estaba dejando la adolescencia.

--A mi madre le parecía lo mejor-continuó Shiryu-No le gustaba la escuela de la capital.

--Debes estar contento de volver.

--No.

Por la forma en que le respondió el de cabellos rojizos supo que lo mejor era no continuar de esa manera con la conversación, además la gente estaba regresando al tren y lo más seguro era que tuvieran que separarse pero no fue así.

--Tengo un apartado Shiryu ¿quieres venir conmigo?

El joven lo pensó tres segundos y después aceptó de un movimiento, se pusieron en marcha y llegaron al sitio que era uno de los apartados de primera clase, mientras el más joven observaba el lugar su compañero pudo admirar su cabello, no se había dado cuenta de lo largo que lo usaba ese chico, no era usual para él ver a un hombre con un cabello así.

--Tu cabello es hermoso Shiryu.

--Gracias.

Tomaron sus lugares y siguieron charlando un poco pues la siguiente estación era la última.

--Creo que la siguiente ocasión recorreré la región en automóvil-comentó Dohko.

--¿Por qué?-preguntó Shiryu.

--Para poder admirarla mejor.

--Debe ser agradable viajar así, poder detenerte donde lo desees y continuar en donde te quedaste.

A esas palabras el mayor sonrió y el menor sonrió también. El viaje continuó y la sonrisa seguía ahí.

Llegó el momento de separarse pues estaban en la última estación o la primera según fuera la dirección, marcharse o llegar, era el momento para ellos dos de separarse. Bajaron del tren y recogieron su equipaje, no era mucho, una maleta simplemente, caminaron en silencio un poco más pero tenían que hablar, los dos lo necesitaban, saber que eso no era todo.

--Nuestros caminos se separan aquí Shiryu.

--Si lo queremos si Dohko.

--Casi parece que me haces una invitación.

--Sólo digo que no me molestaría volver a verte.

--A mi tampoco.

Con eso se dieron las manos una vez más pero al sentirse hubo como una corriente recorriéndolos por todo el cuerpo, si, volverían a verse.

De todas maneras en ese instante cada uno tomó un camino diferente pues necesitaban ir a sus hogares.

 

 

Dohko tardó aún en llegar a su destino pero no le preocupaba eso, después de todo la casa estaba tal y como él quería: lejana y solitaria. Necesitaba de silencio y quietud para relajarse y pensar en todo aquello que necesitaba pensar pues el objetivo de ese viaje era plenamente el de poder descansar y disfrutar de unos momentos a solas que no tendría en su propio hogar con su familia. Vio que el sitio estuviera lo mejor posible para habitarlo y después se decidió por descansar un poco.

Ya en la cama se llevó la mano con la que se había despedido de Shiryu al rostro, no estaba seguro de si era verdad o pura sugestión pero sentía que aún poseía el aroma de ese muchacho. Sonrió, no esperaba que algo así le fuera a suceder apenas llegando a ese sitio. Al final se durmió pues su escapada había sido muy larga y no quería pensar en lo que tenía que hacer con su vida.

Por su parte Shiryu llegó a su casa pero no estaba seguro que eso fueran buenas noticias, esperaba al menos que no hubiera nadie en casa y contó con algo de suerte pues ciertamente no había nadie, con seguridad estarían paseando por el lugar dejándose ver, al menos por llegar después no tendría que formar parte del espectáculo. Fue a su habitación de inmediato y se dispuso a instalarse en poco tiempo pero se aseguró de tener lista parte de una maleta en caso de tener que salir deprisa de esa casa, no sería la primera vez.

Cuando esa parte estuvo lista se quedó mirando por la ventana y se preguntó por Dohko ¿Dónde estaría en ese momento? No lo sabía pero confiaba en que sus caminos se unirían una vez más, no entendía el porqué pero quería que fuera de esa manera.

Su familia llegó un par de horas después y sólo entonces se vieron, aunque en realidad no había mucho que decir, su padre estaba de viaje por su trabajo, su madre ocupada en sus cosillas y Hyoga tenía que cumplir con el papel que él no interpretaba. No era un momento de alegría ciertamente, la verdad era que el joven de largo cabello no estaba feliz por esos días con su familia, las relaciones con todos oscilaban entre lo cordial y las discusiones pero esperaba que lo dejaran tranquilo al menos.

En la soledad y el silencio de sus propias habitaciones al caer la noche ambos pensaban  en el otro, no pensaban en algo en particular, simplemente pensaban en él, de alguna manera esperaban poder verse de nuevo. Así tuvieran que dar un poco de ayuda al destino.

A la mañana siguiente a Shiryu le tocó salir con su madre y con Hyoga, hicieron un par de visitas a unas familias que a él personalmente no le interesaban pero como su madre quería impresionarlos tuvo que estar ahí; cuando venía la tercera casa el de los ojos verdes se hartó y dijo que quería pasear por su cuenta, sin importarle más vino una discusión con su madre y al final el joven igual se fue. A unos metros alguien contemplaba la escena con atención y entonces Shiryu se dio cuenta que lo miraban, reconoció de inmediato a quien lo había hecho.

--Hola-dijo Shiryu acercándose.

--Hola-respondió Dohko.

Por unos instantes no dijeron nada pero tenían que continuar con la conversación.

--¿Quiénes son Shiryu?-preguntó el de cabellos rojizos refiriéndose a las personas con quienes lo había visto.

--Mi madre y mi primo, van de visita con algunas personas del lugar, no quiero ir así que peleamos.

--No lo parecía.

--Mi madre es experta en decirme todo lo que no le agrada sin que parezca molesta cuando estamos en un lugar público.

--Me gustaría invitarte a dar una vuelta.

--De acuerdo-dijo Shiryu sin pensarlo.

Se dirigieron a un automóvil que estaba a unos pasos de los dos y lo abordaron en un instante, siendo así se pusieron en marcha, no sabían adonde pero lo harían juntos.

 

 

Al poco tiempo recorrían el lugar con calma, sin prisas, con las ventanillas bajas por el calor y dejando que la suave brisa los refrescara un poco, no dijeron mucho al principio, simplemente dejaban que el camino los llevara y por unos momentos les gustó ir así, en el mismo sitio y en la misma dirección aunque no conocieran el destino pero entonces llegó una propuesta.

--Shiryu.

--¿Qué sucede?

--¿Quieres venir a mi casa?

--Si.

Lo más extraño de ese diálogo fue que ninguno de los dos pensaba en nada sino en lo que habían dicho, no había segundas intenciones ni designios ocultos, era sólo lo que habían dicho.

Con un gesto de alguien acostumbrado a hacerlo Dohko manejó a su casa, Shiryu vio desde la distancia la hermosa propiedad que se levantaba como una declaración de ser de unos dueños que podían poseerla, ninguna otra casa de la región era como esa, ni siquiera en la que ellos vivían. No había más casas alrededor y eso brindaba privacidad, ellos disfrutarían de eso.

No tardaron en bajar del vehículo y entraron con pasos suaves al lugar, un sitio que semejaba un desierto de cosas valiosas, perfecto para lucir pero no brindaba la sensación de un hogar, todos los sitios en los que ambos habían vivido eran de ese estilo. Era el momento de decir abiertamente algo.

--Tu casa es hermosa Dohko. Me gusta.

--Gracias.

El más joven observaba alrededor, las amplias estancias con ligeros muebles, sobre todo lo que llamó su atención fue ver un piano en ese sitio, parecía como un desterrado de otro mundo en ese lugar pues era una enorme y elegante pieza que no parecía tener sitio en un territorio como el que lo rodeaba.

--¿Porqué viniste aquí Dohko?

--Para descansar un poco de mis obligaciones.

--No parece que tengas muchas.

--¿Porqué crees eso?

--Pues...--en ese instante se acercó y le tomó ambas manos-Tus manos son demasiado finas para ser de alguien que tiene que hacer algo.

--Mi familia es rica, es lo que soy.

--¿Es cansado ser un rico Dohko?

--A veces.

--Ser más que pobre pero menos que rico también lo es.

Y no se habían soltado las manos. Se miraron de frente y fue el de cabellos rojizos quien sintió temor por lo que estaba sucediendo, por ver en esos otros ojos verdes que no temía por lo que estaba ocurriendo, parecería que no sucedía nada pero ellos sabían que si. Se soltaron en ese instante y se apartaron un poco, la distancia suficiente para no tocarse aunque no importaba cuanto se alejaran, ellos seguirían sintiéndose, sería de esa manera lo quisieran o no y lo sabían.

--¿Qué haces con tu vida Shiryu?

Lo preguntaba solamente para tener algo en que pensar y no se le ocurría otra cosa.

--Terminé mis estudios de bachiller Dohko ¿Qué haces tú?

Y él preguntaba para seguir con sus palabras.

--Lo que mi padre desea que haga.

La verdad era que ambos sabían que no les interesaba conocerse en esos instantes, no con palabras y hechos pasados, lo que querían era presente, sus ojos brillantes mirando al otro lo decían. Tenían que decidirse en ese momento o en otro pero igual tendrían que decidirse.

 

 

Estando los dos en el lugar a solas el joven de los largos cabellos oscuros dio una vuelta por la habitación, casi parecía bailar por la forma en que caminaba y se adueñaba del sitio pero Shiryu odiaba bailar, prefería estar observando por cada ventana y dejando que la luz del sol lo iluminara; fue en ese instante que Dohko se preguntó por lo que estaba haciendo, qué buscaba él al estar al lado de Shiryu, no terminaba de admitir lo que era y en ese momento el joven lo observó directamente y de la misma manera preguntó.

--¿Por qué me trajiste aquí?

El de los cabellos rojizos tuvo que pensarlo pero no mucho, en realidad sabía la respuesta.

--Porque quiero estar contigo.

Ambos se sentían atraídos por el otro, ese otro que era una parte de sus vidas, no adivinaban cual pero lo era ¿Qué estaban haciendo ahí de verdad? Lo sabían, el deseo jugaba con ambos y lo permitían pero no era posible distraerlo más.

En ese momento Shiryu se detuvo y se sentó de un grácil movimiento sobre una primorosa mesita sin perder de vista los ojos verdes del otro hombre, éste se acercó con decisión a él y el más joven separó suavemente sus piernas para poder abrazarse y sin más empezaron a besarse, besos tiernos y fogosos con un tanto de pasión y dulzura, no se engañaban en lo que ambos querían.

Sin decirle nada, tan sólo tomándolo entre sus brazos, el de cabellos rojizos hizo que el de cabello oscuro lo siguiera a su habitación y en ese momento ninguno de los dos tuvo dudas de lo que iba a suceder. Por un instante el de cabellos rojizos tan sólo miró al muchacho delante de él que se acercaba a la cama y tomando el lugar se quitaba los zapatos y las medias, sacó su camisa de los pantalones y en ese instante se quedó mirándolo como si preguntara el porqué tenía que hacerlo él.

Shiryu sintió más que ver la manera en que el de cabellos rojizos se acercaba a él, lo primero que hizo fue besarlo, pasó sus manos por el oscuro cabello y quedó de rodillas delante de él, no podían separarse, tenían que estar juntos. Los besos continuaron y las caricias se hicieron presentes, recorrieron la tela y buscaron debajo de ella, los dedos fueron hábiles para que la vestimenta del menor fuera hecha a un lado, lentamente fue despojado de su ropa quedando solamente en la ropa interior para buscar el rostro de su compañero, sus ojos verdes más brillantes que nunca y sus labios con una petición.

--Déjame hacerlo.

Entonces Dohko sintió esas juveniles manos sobre él, acariciándolo y desvistiéndolo, haciéndolo estremecer por descubrirlo y porque ese muchacho lo estrechaba y lo reconocía con un intenso apasionamiento que nunca había vivido, le dejó casi desnudo mientras lo besaba y parecía enredarse en su cuerpo, no podían seguir de esa manera, simplemente no podían. En ese instante lo hizo recostarse con cuidado sobre las sábanas de seda para ser él quien lo besara, quien cubriera su cuerpo a besos y despertara con precisión su sensualidad mientras él mismo se sentía recorriendo caminos que desconocía.

Fue Shiryu quien comenzó a apartar su ropa interior, la hizo bajar por sus caderas hasta sus rodillas y con habilidad que se deslizaran por sus pantorrillas hasta sus tobillos y salieron por sus pies; Dohko usó sus manos para retirar las suyas y entonces se abrazaron sobre la cama mientras seguían besándose, en momentos parecía que estaban tranquilos para después girar encima de las sábanas enredando sus piernas y frotando sus caderas contra las del otro, acariciándose por la barbilla o tomando entre sus dedos sus erecciones para continuar con sus juegos de seducción y placer.

Sin embargo era el momento de continuar, ninguno de los dos pensaba evitarlo, se acariciaban insinuantemente con todo su cuerpo como para pensar en detenerse; Dohko hizo que Shiryu quedara boca abajo y el joven obedeció sin inconvenientes, aguardando por lo que el otro haría, lo sintió apartar su cabello y empezar a besarlo desde la nuca por la largo de su espalda, siguiendo los contornos de su cuerpo con suavidad y necesidad, necesidad que aumentó conforme se acercaba al sito que deseaba conocer en ese instante, se estremeció por la manera en que sus manos, sus finas manos,  acariciaron las curvas de su trasero para después separarlo suavemente y dejarlo descubierto ante él, le pareció que era estar como más desnudo ante esos ojos verdes pero no se sintió avergonzado ni tímido de ninguna manera.

Para Dohko las dudas habían quedado sepultadas desde que viera desnudo al joven ante él, ya no dudaba, se acercó a su cuerpo con gentileza besándolo pero la pasión fue lo que lo dominó cuando pudo acariciar su intimidad, uno de sus dedos la exploró con suavidad para después acariciarlo con la punta de su dígito y buscar traspasarlo, sólo un poco, se retiró para poder besarlo y lo humedeció con su lengua lubricándolo con su saliva, una vez más lo exploró con uno de sus dedos que se deslió al interior con suavidad para relajar la estrecha intimidad que tanto quería conocer.

En esos momentos Shiryu se sentía excitado, el roce de su sexo con las sábanas se estaba haciendo molesto pero no lo evitaba, de la misma manera que no evitaba que dos falanges entraran en él y lo dilataran como preludio de lo que iba a suceder, llegó a él una intensa onda de placer cuando un punto en su interior fue tocado para después gemir cuando los exploradores abandonaron su cuerpo pero antes de poder decir nada escuchó como le hablaba el de cabellos rojizos.

--Déjame verte.

Sin perder uno sólo de sus movimientos Dohko vio como el joven sobre la cama daba vuelta para quedar delante de él, perfecto en su desnudez y como resplandeciente por la excitación naciente, con sus profundos ojos verdes brillantes y fijos en él, nunca había visto algo tan hermoso en su vida, le hubiera gustado poder decírselo pero no fue posible, simplemente se acercó a él y lo besó con profundidad en los labios, utilizando sus rodillas para separar los esbeltos muslos del joven, adueñándose del lugar sin preguntarse nada, sabiendo que era el sitio que quería.

Vinieron unos besos, caricias adicionales, lo que no se presentó fueron palabras, no las necesitaban en esos momentos, dejaron que la comunicación corriera a cargo de sus cuerpos y estos deseaban algo muy concreto. Fue Dohko quien tomó las piernas de Shiryu, hizo que las flexionara para apoderarse de sus muslos y separarlos, frotándose lascivamente contra su masculino pasaje; Shiryu  lo sentía y no quería aguardar, tuvo que usar una de sus manos para guiar la cabeza de ese firme sexo a su intimidad y unos instantes bastaron para que sintiera la presión que ejercía tratando de entrar.

Los primeros momentos fueron difíciles, a pesar de tener cuidado les dolía, no fue sencillo ni aprisa, tuvieron que relajarse poco a poco para sentirse casi cómodos, se buscaron con las manos y los labios tratando de ignorar el malestar que vivían hasta que estuvieron unidos, se estrecharon y vino el movimiento, el ritmo que empezaba a hacerse necesario para continuar, un vaivén suave para acostumbrarse que se hacía más rítmico conforme de relajaban y dejaban que el dolor fuera expulsado por el placer. Los primeros instantes fueron complejos pero confirme avanzaban en ese camino se volvía más sencillo el seguir.

Conforme seguían entregándose con fervor sus deseos surgieron por completo haciéndolos cálidos y complacientes, ya no importaba en que lugar estaba cada uno, lo que contaba era seguir, vivir como sus cuerpos estaban más vivos que nunca y todo su ser parecía incendiarse, conforme continuaban menos espacio dejaban entre los dos, se besaron con necesidad y se apretaban uno contra el otro con fuerza. Dieron inicio a una serie de sollozos que se convirtieron en gemidos semejantes a los del dolor pero no era nada como el dolor, no querían evadirlo ni apaciguarlo, sentían como si su ser se abriera por completo y desearan como nada en la vida que esa otra persona se hiciera dueña absoluta de ello.

Ambos sintieron que se aproximaba, lo sentían, el clímax estaba cerca, no se podía dar una interpretación a los sonidos que hacían, las embestidas de Dohko fueron más intensas y fuertes, tocando en el sitio correcto pues el rostro de Shiryu tenía una expresión absorta. Lo sabían, estaban cerca de terminar, muy cerca, las urgentes acometidas y los sonoros gemidos, las palabras que no eran comprensibles mientras se sujetaban al cuerpo del otro con necesidad, la velocidad aumentaba de igual manera que los latidos de su corazón para quedarse casi inertes cuando el éxtasis los reclamó, los envolvió por completo y los dejó sin fuerza alguna sobre la cama en la que se habían entregado.

No importaba mucho el resto del mundo, no a ellos, después de ese encuentro vendrían otros, muchos más, no podía ser de otra manera.

 

 

Cuando Shiryu apareció en su casa fue hasta la noche, su madre le dijo algo que él se limitó a ignorar para irse a su habitación sin cenar por el retraso, le daba lo mismo, no tenía hambre ni sueño ni necesidad de nada, lo que había vivido ese día era todo lo que importaba. Sentía como si corriera por sus venas, así era, la presencia del hombre era intensa, Dohko le hizo el amor dos veces más, lo hizo gritar su nombre y quedarse sin voz, apenas si pudo evitar sonreír mientras su madre reclamaba, no le importaba eso, no le importaba nada.

Se cambió de ropa y antes de acostarse se miró al espejo, no estaba seguro de qué quería ver o encontrar, tan sólo buscaba alguna señal en si mismo que dijera que era diferente después de ese día pero no estaba seguro que hubiera alguna, no parecía haberla pero él sabía que era diferente. Cerró los ojos un instante y no pudo sino preguntarse algo ¿Qué diría su madre si supiera lo sucedido? Sin duda se enfurecería, no estaría sólo molesta, sería algo verdaderamente único si se enteraba. Era mejor que nadie supiera nada.

Con esos pensamientos se fue a su cama y se durmió sin problemas, ni siquiera se había dado cuenta que estaba exhausto y su cuerpo a pesar de sentirse increíblemente vivo necesitaba reposar.

Quien también pensaba en la noche era Dohko, recostado en la misma cama en la que había hecho suyo a ese joven de cabellos largos lo recordaba hasta la última línea, casi juraba que tenía la suavidad de su piel grabada en sus manos y que el aroma de su cuerpo llenaba la habitación, también sabía que no podía conservarlo pero eso lo dejó a un lado, no valía la pena atormentarse antes de tiempo. Llegado el momento lo dejaría ir porque no podría hacer ninguna otra cosa, no tenía el poder para rebelarse a su destino.

Así que tendría a Shiryu mientras le fuera posible, si había a alguien a quien agradecer por conocerlo lo haría de corazón, ahí, en medio de la soledad y el silencio, lo deseaba de nuevo, pero sabía que no tenía sentido, aunque después de todo ¿Tenía sentido alguno algo entre ellos dos? Tan sólo quedaba esperar, esperar a que viniera lo que debía venir y cuando eso sucediera podría hacerlo, lo haría. No concilió el sueño sino hasta muy entrada la noche, no tenía sentido quedarse en vela, simplemente descansaría y cuando cerró los ojos lo primero que llegó a él fue el recuerdo de lo sucedido y sonrió.

Desde ese momento la vida de ambos estaría unida, por cuánto tiempo no lo sabían pero estaban a decididos a vivirlo, no se arrepentirían, sin lágrimas ni juramentos, así debía ser. Cuando se encontraron de nuevo al día siguiente Dohko lo esperaba en su automóvil y Shiryu subió aprisa a su lado, se dirigieron de inmediato a la casa del de cabellos rojizos para después sonreír, no ocultarían que les daba gusto verse otra vez. Al entrar a la propiedad se miraron por un instante y supieron que lo mejor era hablar por unos momentos al menos y saber cómo se encontraban.

--¿Estás bien Shiryu?

--Si ¿Y tú?

--También pero me refería a si no tuviste problemas en tu casa.

--Mi madre se molestó porque llegué tarde.

--Lo lamento.

--No tienes porque, ella se molesta por todo conmigo.

--Es tu madre, sólo está preocupada, es la naturaleza de las madres, preocuparse.

--Mi madre es antinatural-dijo como si nada Shiryu-Te aseguro que si no se molestaba por mi retraso se hubiera molestado por cualquier otra cosa.

--Prefiero saber que no te traigo problemas.

--Estoy bien Dohko, no te preocupes.

Sin más se acercó a él y lo besó en los labios como si nada, ante eso no quisieron seguir con el tema del día anterior sino que se quedaron por las horas siguientes juntos.

Con los días que vinieron ambos jóvenes siguieron viéndose, por lo regular iban a la casa del de cabellos rojizos por ser un sitio privado donde nadie los molestaría, así era más sencillo pasar el tiempo, ese tiempo que tuvieron y del que no hablarían después, el mismo que utilizaron para charlar de sus vidas, de aquello que los había llevado a ese sitio, de sus familias, de la manera en la que habían vivido y lo que esperaban del futuro y fue muy grato poder tener esa existencia aunque también estaban conscientes que sus existencias eran diferentes. De todas maneras lo que más importaba era cuando podían hablar y por eso es que supieron más de ese joven con el que estaban dispuestos a compartirlo todo.

 

 

En una de sus primeras pláticas lo que comentaron fue acerca de sus familias y ninguno de los dos esperaba lo que iba a escuchar.

--Vine porque deseaba descansar-decía Dohko-Es cansado ser hijo de mi padre.

--¿En verdad?-preguntaba Shiryu sentado a unos pasos de él.

--Mi padre es un hombre que ordena mucho y vive para eso, como su hijo mi opinión no cuenta, lo que importa es mi obediencia.

--Ya veo.

Pero ambos estaban conscientes que la época que les tocaba vivir era de ese tipo, los hijos estaban para obedecer, no para ser escuchados.

--Le pedí que me dejara venir aquí un tiempo-continuó Dohko-Al menos en eso estuvo de acuerdo pero cuando me llame debo volver a su lado.

--Tu padre debe ser un hombre importante.

--Lo es, un hombre muy rico por cierto, hace que todos lo sepan. Incluso mi madre lo sabía pero ella lo aceptaba en silencio.

Por unos instantes callaron pero el de cabellos rojizos continuó.

--Mi madre era una mujer benévola pero afligida, siempre había algo que la ponía triste, creo que era su naturaleza, trataba de hacerse fuerte ante mi padre pero bastaba una mirada de él para que su fortaleza se viniera abajo, mi padre tan sólo esperaba por su obediencia y respeto y él siempre consigue lo que quiere.

--¿Tu madre aún vive?

--No, falleció hace unos años.

--Lo lamento.

--Mi padre le hizo unos funerales espléndidos, así es como él maneja las cosas siempre.

--Y es por esos que estás aquí.

--Así es ¿porqué estás tú aquí Shiryu?

--Por mi familia, mi padre trabaja para el banco nacional, necesitaban a alguien aquí, así que nos mudamos una vez más.

--¿Te has mudado mucho?

--Desde que recuerdo lo he hecho-dijo el de cabellos oscuros-Mi padre siempre está de viaje, así que nosotros tenemos que viajar también. Pero yo prefiero no hacerlo con ellos.

--¿Por qué?

--No me gusta, incluso retrasé mi salida del colegio para no regresar con mi madre y con Hyoga.

El de largo cabello guardó silencio unos instantes para después explicarle al otro hombre lo que sucedió.

--Mi madre fue por nosotros al colegio-dijo Shiryu-Pero dije que necesitaba quedarme un día más, ellos regresaron juntos y yo no tuve que escuchar todos los planes de mi madre que no me interesan.

--Perece que no te llevas bien con tu madre.

--No. Ya la viste, es por eso que no nos entendemos.

--Se parece más tu primo a ella.

--Así es, yo me parezco a mi padre, él siempre está trabajando y mi madre no es lo que se espera que sea una madre. Viene de una familia europea, mucho nombre pero poco dinero, se casó con mi padre para salvarse de la ruina pero no lo amaba, creo que se decepcionó muy pronto de su matrimonio, de mi padre...y de mí.

Dohko no se atrevía a hablar y era la primera vez que Shiryu le decía a alguien eso, lo sabía desde hacía mucho pero nadie hablaba de ello.

--Mi madre-continuó el de cabellos oscuros-esperaba tener una brillante vida social al casarse con un banquero y en vez de eso tiene que mudarse de una provincia a otra, mi padre la complace en todo lo que puede pero ni así está contenta, me alejo tanto como puedo por eso.

--Se escucha muy fuerte que hables así.

--Eso no es todo Dohko. Mi madre había esperado que de tener hijos fueran como ella o como su familia pero no fue así, me parezco a la familia de mi padre. Cuando lo comprendí deje de buscar su aceptación pero eso no evita que lleguemos a tener roces. Cuando llegó Hyoga la verdad me sentí aliviado.

--¿Tu primo?

--Si, como viste se parece a ella y de inmediato se convirtió en su favorito, era hijo de la hermana gemela de mi madre, Natassia, su familia se acabo en medio de un escándalo de dinero y él se quedó con nosotros.

--¿Y eso no te molesta Shiryu?

--¿Por qué habría de hacerlo? Sería como si me molestara con el cisne por ser hermoso, además pobre de Hyoga, él tiene que hacer todas esas cosas que mi madre quería que yo hiciera y nunca hice, las clases de música y pintura y estar a su lado como príncipe, en el fondo creo que a él tampoco le gusta pero no se atreve a negarse. Lo que en verdad lamento es que mi padre sepa que mi madre no lo ama, por eso siempre esta lejos, para no estar en un lugar en el que sabe que sus sentimientos no son correspondidos.

--Lamento que sea de esa forma.

--No se puede cambiar eso Dohko, es la verdad.

En ese momento el de cabellos rojizos fue hacia él, lo besó con ternura en los labios y pasaron la tarde juntos para no volver a hablar de ello.

 

 

Habiendo hablado de su pasado en otra ocasión que se reunieron hablaron de algo diferente, un poco, hablaron de su futuro, del que aceptaban o el que les agradaría seguir. Todo dio inicio porque al llegar ambos a la casa de Dohko éste tenía unas partituras sobre su piano.

--¿Te gusta?-preguntó Shiryu tomándolas entre sus manos.

--Me gusta mucho tocar el piano-respondió Dohko.

--Yo no aprendí, no tengo manos de músico.

--Yo si.

Con eso se sentó frente a la pieza oscura con marfil y puso sus dedos encima de las teclas para empezar a tocar, las primeras notas fueron suaves para hacerse intensas en poco tiempo, los dedos del de cabellos rojizos casi flotaban mientras hacía su interpretación. Shiryu se quedó sorprendido al ver a Dohko tocar el piano, le dio la impresión que se transformaba el entrar en contacto con las teclas, sus manos parecían tan llenas de vida en ese instante que no se atrevió a interrumpirlo, parecía otro hombre, era como ese en el que se convertía cuando hacían el amor y tan sólo lo observaba sin aliento mientras la música los envolvía.

Sólo hasta que la pieza terminó se animaron a hablar de nuevo.

--Eso fue hermoso Dohko.

--Gracias.

--Debe gustarte mucho el piano.

--Me gusta, cuando niño quería dedicarme a él, ser un pianista.

--¿Qué sucedió?

--Tocar el piano no es algo a lo que se dedique una persona de mi familia Shiryu.

--¿Tú padre te dijo eso?

Pero el de cabellos rojizos no respondió, aún así, en su silencio, el de cabello largo supo su respuesta.

--Yo nunca aprendí a tocar ni a pintar-dijo Shiryu-Mi madre quería que lo hiciera pero yo nunca fui bueno para eso.

--Estoy seguro que eres bueno para otras cosas, cosas que te gusten.

--Me gusta escribir Dohko.

--¿Has escrito algo?

--Si, unas historias cortas, no sé si serán buenas pero las hice.

--Me gustaría leerlas, saber que estilo tienes.

--Si algún día las publico tal vez puedas leerlas.

--Te prometo que leeré lo que escribas.

--Creo que traeré algo para que puedas leerlo.

--Me agrada esa idea.

Por ese día dejaron el piano y las letras pues después estaban en la recámara haciendo el amor. Pero al día siguiente que se vieron el de largo cabello oscuro llevó un cuaderno y le mostró a Dohko lo que había escrito. El de cabello rojizo lo tomó entre sus manos y empezó a leer, lo cierto fue que Shiryu se quedó observando como su compañero no dejaba la lectura hasta que la terminó.

--¿Y bien Dohko? ¿Qué te parece?

--Es bueno, la verdad me sorprendes Shiryu.

--¿Por qué?

--Ya te dije, es bueno, no esperaba que fueras tan bueno para alguien de tu edad.

--Gracias por los halagos.

--No son halagos simplemente, creo que si te dedicas a escribir harías algo bueno, muy bueno, tienes talento para escribir.

--De verdad me estás halagando mucho Dohko-dijo sonriendo.

--¿Podrías dejarme el cuaderno? Quisiera leer los otros.

--Está bien pero espero que me lo devuelvas.

--Está bien.

--Es que empecé otra historia, es más larga, se me ocurrió apenas ayer pero quisiera continuarla.

--Cuando la termines espero poder leerla Shiryu.

--Me gustaría que la leyeras Dohko.

Se sonrieron mutuamente pero al final dejaron a un lado sus planes artísticos, ninguno de los dos creía que se fueran a cumplir, era algo a lo que se dedicaban simplemente y no a lo que iban a dedicar sus vidas.

 

 

En esos días Shiryu prácticamente se escapaba de su casa cada vez que podía, gracias a que su madre y él estaban en un mutuo y silencioso acuerdo de no tratarse sino lo indispensable casi no coincidían ni se pedían explicaciones de ninguna naturaleza pero alguien si se daba cuenta de todas esas escapadas y empezaba a sospechar de ello, era Hyoga y no deseaba seguir sin saber que ocurría.

Shiryu estaba en su habitación, en ese instante cepillaba su cabello y llamaron a la puerta.

--Adelante.

--Shiryu.

--¿Qué sucede Hyoga?

A pesar de las relaciones con sus padres el de cabellos oscuros no guardaba animosidad alguna hacia el rubio, después de todo le reconocía a ese joven de ojos azules que le guardaba afecto y aprecio.

--Shiryu es que está saliendo todos los días de casa.

--¿Y?

--Me pregunto qué haces.

--Nada, salgo simplemente.

--¿Adonde?

--No tengo que decirte Hyoga.

Eso fue terminante, el de cabellos oscuros dejó el cepillo y fue a la puerta.

--Voy a dar una vuelta Hyoga.

Sin más dejó la habitación y la casa pero el rubio se quedó pensando en lo sucedido, en esas salidas de las que no conocía el destino pero no pensaba decir nada, aunque si estaría atento.

Por su parte el de cabellos oscuros se puso en camino al sitio en el que Dohko lo esperaba con su automóvil y después de subir se fueron a casa del de cabellos rojizos para después hablar de lo sucedido.

--Hyoga me preguntó a donde voy cuando salgo de la casa-dijo como si nada Shiryu.

--¿Qué le dijiste?

--Nada.

--Me gustaría que no te arriesgaras Shiryu.

--No importa, quiero estar contigo, si me preocupo por los riegos no haría nada.

Con eso el otro no insistió, también porque sabía que ser obstinado con Shiryu no cambiaría su opinión.

Una vez en la casa charlaron un poco más y después de estar en la recámara y sobre las sábanas lo siguieron haciendo.

--¿Te gustaría comer algo Shiryu?

--No pero preferiría tomar algo Dohko.

--Voy por agua.

Por unos instantes el de cabellos rojizos salió pero regresó y al hacerlo se encontró con que el joven de largo cabello oscuro no se había movido de su lugar pero le pareció que apenas en ese momento lo estaba viendo realmente, estaba con sus ojos verdes brillantes, un poco ruborizado, su cabello cubriéndolo pero tan quieto y le pareció muy bello, deseaba no perderlo nunca y conservarlo siempre pero sabía que no podía hacerlo. Aún así le dio el agua y lo vio beberla, en ese momento se dio cuenta de algo, algo que deseaba y cuando el joven terminó con la bebida se decidió a decirlo.

--Shiryu.

--¿Qué sucede?

--Quiero que vengas una noche.

--¿Por qué?

--Para pasar la noche juntos.

Por un instante el de cabello oscuro lo pensó, una cosa era estar durante el día juntos pero la noche, bueno, eso le parecía un tanto más complicado. Aun así al ver al hombre delante de él supo lo que quería hacer.

--Está bien.

Dohko sonrió al escucharlo.

--Quiero que duermas a mi lado Shiryu, lo necesito.

--Ya dije que lo haré.

--¿Cuándo será?

--Pues...el viernes.

--El viernes, en dos días entonces.

Se acercó al joven, acarició su rostro y lo besó con suavidad, estaba decidido, el viernes dormirían juntos y entonces...entonces llegaría el momento de sincerarse.

 

 

Se hicieron los acuerdos necesarios para su nueva escapada, tendrían que moverse con cuidado y estar listos, Shiryu le dijo a Dohko que tendría que ir por él pero esperarlo más cerca de su casa, a su vez el de cabellos rojizos le dijo que dejara una señal en su ventana para saber que las cosas iban bien y optaron por un sobretodo escarlata que tenía el joven, si lo veía en su ventana todo estaba bien y debía esperarlo, de otra manera debía retirarse.

Por la noche del viernes, durante la cena, su padre estuvo presente, era una visita corta en la que tuvo que informarles planes importantes para la familia, inusualmente su madre se alegró de lo que escuchó, tanto que ya estaba haciendo planes para realizarlos cuanto antes. Su padre intentó hablar con él pero no tardaron en darse cuenta que no tenían nada que decirse, así que Shiryu se fue a su habitación tan pronto como pudo, con una sensación de malestar, se acostó y tal y como lo esperaba como supieron que estaba acostado lo dejaron en paz.

Después que el reloj marcó las once de la noche se puso de pie, prestó atención a todos los sonidos alrededor pero no había sino silencio, se puso su bata de dormir como si se hubiera levantado por cualquier motivo y recorrió la casa, nadie estaba despierto, o eso pensaba pero sus padres hablaban de lo que iban a hacer, su madre estaba muy entusiasmada y su padre silencioso, sin duda seguirían así hasta pasada la media noche. Regresó a su dormitorio, se quitó la ropa de dormir y se cambió, algo más cómodo y que le facilitara moverse pues tendría que ser ligero, estaba listo.

Se acercó a la ventana de su habitación, había una brillante luna iluminando la noche, tomó el sobretodo escarlata, lo aventó sobre la cama y salió por la ventana apoyándose en el balcón, deslizándose con cuidado por los barrotes y de un ágil salto cayó sin dificultades en sus pies en tierra. El vehículo lo esperaba a un costado de la casa, se acercó aprisa y la puerta fue abierta antes que llegara, subió y ambos se marcharon en silencio.

En los dos había un sentimiento de invalidez por lo que tendrían que decirse pero necesitaban hacerlo, no quedaba otro camino entre los dos.

Llegaron a la casa y entraron pero seguían en silencio, de todas maneras algo tenían que decir.

--¿Quieres tomar algo?-preguntó Dohko.

--No-respondió Shiryu.

Siguió el silencio, tal vez era mejor otro camino.

--Si quieres puedes ir a la recámara Shiryu.

--Está bien Dohko.

En silencio y obedientemente el joven fue, se cambió la ropa quedando casi desnudo bajo las sábanas, dejando a su compañero consigo mismo reuniendo fuerzas para lo que venía y los dos necesitarían fortaleza para eso.

El de cabellos rojizos entró a la habitación y al igual que el otro joven se desvistió para entrar a la cama a su lado, se miraron por un instante, esos ojos verdes que conocían mejor que los suyos indicaban que algo ocurría pero aún no sabían quien daría el primer paso, no podían detener lo inevitable.

--Tengo noticias de mi padre Shiryu.

--Yo también Dohko.

--Mi padre me ordena que regrese, no puedo retrasar más las cosas.

--Entonces...

--Tengo que volver para cumplir con mi compromiso.

--¿Cuál?

--Shiryu, voy a casarme.

Parecía dolerse más el que lo había dicho que el que lo había escuchado y era necesario terminar con la explicación pues el de cabellos oscuros cerró los ojos y parecía la mejor oportunidad para seguir para el otro.

--Fui comprometido hace años Shiryu, una cosa de familia, nadie de mi familia ha dejado de cumplir con la tradición, todos se han casado antes de los dieciocho, yo me escapé bastante, pero ya tengo dieciocho, debo regresar y casarme, no puedo romper esta tradición ni ninguna otra.

--Lo acepto Dohko-dijo sin abrir los ojos el otro.

De nuevo estaba el silencio entre los dos pero fue cuando Shiryu abrió sus ojos y tuvo que decir lo que había sucedido con él.

--Mi padre está en la casa Dohko, vino para decirnos que tenemos que mudarnos.

Fue el momento para el de cabellos rojizos de cerrar los ojos y el otro continuó.

--Mi padre ha tenido que aceptar un nuevo empleo Dohko, uno importante, mi madre añora dejar este lugar y él consiguió uno en la capital, tenemos que marcharnos, tenemos que separarnos.

--Si.

Se miraron de frente, no podían decir nada más, todo lo que debían decir había sido dicho, se abrazaron para quedarse así el resto de la noche, no pudieron hacer nada más, todas sus fuerzas habían sido consumidas por esa confesión y quedaron sin ánimos, sabiendo que no les quedaba ningún otro camino que el de separarse.

 

 

Era de madrugada cuando Dohko despertó, sintió el cuerpo de Shiryu a su lado, ese muchacho era tan cálido aun dormido, era maravilloso pero no podía conservarlo aunque lo deseara. En ese momento el joven despertó y sus ojos brillaron simplemente por ver a la persona que estaba ahí, se levantó suavemente y por unos instantes se quedaron en silencio pero no valía la pena retrasar las cosas entre ellos.

--Será mejor que te alistes-dijo Dohko.

--Está bien.

Shiryu se lavó el rostro y se vistió, se cepilló suavemente el cabello y estaba listo para marcharse, así lo entendió su compañero y ambos caminaron hacia el automóvil pero ninguno de los dos decía nada, en el fondo no sabían que decir por lo que habían escuchado la noche anterior. El camino fue tranquilo y sin interrupciones, cuando el vehículo se detuvo lo hizo en la calle junto a la casa del de cabellos oscuros pero antes de bajar tuvo una pregunta que hacer.

--¿Nos vemos después?

--Será mejor hasta mañana Shiryu, hoy tengo asuntos que resolver.

--Está bien.

Fue todo lo que dijo antes de bajar y dirigirse a la ventana de su habitación. Dohko se marchó sin más.

Shiryu trepó a un árbol y desde ahí saltó para alcanzar su recámara, sin embargo al entrar se encontró con que alguien lo estaba esperando.

--¿Dónde estabas?

De inmediato supo de quien se trataba.

--¿Dónde pasaste la noche Shiryu?

--Hyoga.

El de cabellos rubios había dado una vuelta muy temprano por las afueras tratando de despejarse en ese asunto de su nueva mudanza cuando notó que la ventana de Shiryu estaba abierta, supuso en el primer momento que se había dormido dejándola abierta pero al entrar con cuidado para cerrarla descubrió que no estaba, se quedó ahí esperándolo desde ese momento sabiendo por la forma en que estaban las cosas que no había dormido ahí su primo.

--Responde Shiryu, sé que no dormiste aquí ¿Dónde estuviste?

--Di una vuelta Hyoga.

--No mientas, te vi descender de un automóvil ¿con quien estabas? ¿Qué estabas haciendo?

Pero el de cabellos largos no le respondió.

--¿Qué está sucediendo contigo Shiryu?

El de cabello largo no le contestó.

--Shiryu...

--No dormí aquí Hyoga, pasé la noche en otro lugar.

--¿En dónde?

--Estuve con alguien.

--¿Quién?

En ese instante el de ojos verdes supo que no tenía sentido seguir prolongando las cosas, lo mejor era ser directo, no quedaba otro camino.

--Pasé la noche con un hombre.

--¿Qué dices?

--Estuve con mi amante toda la noche Hyoga, cada vez que salgo de la casa es para reunirme con él.

En ese instante al de cabellos rubios se le acabaron las palabras pero el otro joven no dejaría así las cosas.

--¿Qué harás Hyoga?

--Shiryu...piensa en lo que estás haciendo.

--No importa.

--Shiryu...

--Necesito darme un baño-dijo como si nada.

--Pero Shiryu...

En ese instante y como si no estuviera presente el de cabellos oscuros empezó a desvestirse ante el otro, el de ojos azules se dio vuelta y se fue a su propia habitación sin saber que pensar ni que hacer.

Desayunaron juntos en familia, la madre de Shiryu estaba contenta hablando animadamente de los planes que tenía para cuando se fueran de ahí y se instalaran en su nueva casa, su padre trataba de hablar con los muchachos pero ellos estaban silenciosos en sus sitios. Sólo cuando el desayuno terminó y ya estaba en su habitación el de cabellos oscuros recibió de nuevo una visita de su primo rubio en el lugar.

--Shiryu.

Pero el de ojos verdes se limitó a mirarlo.

--Shiryu esto no puede seguir. Si tus padres se enteran será terrible.

--¿Se los dirás?

--Shiryu...

--¿Lo harás?

Pero el rubio guardo silencio.

--Déjame solo Hyoga, quiero descansar.

Cuando el rubio se fue el de ojos verdes se sintió tranquilo, sabía que no iba a decir nada. Pero aunque estuvo todo el día en casa sus pensamientos se llenaron de una sola idea, necesitaba ver a Dohko de nuevo.

 

 

Al día siguiente y a su hora usual Shiryu estaba listo para salir, sus padres estaban ocupados con algunas cuestiones más de la mudanza y no creía que notaran su ausencia, sin embargo antes de salir entraron a su recámara.

--¿Qué quieres Hyoga?

--¿Piensas salir Shiryu?

--Así es.

--¿Para verte con ese?

--Si.

El de cabello oscuro caminó a la puerta pero el rubio se cruzó en su camino para impedirle el paso.

--No lo harás-dijo con determinación el de ojos azules.

--No serás tú quien me lo impida.

--De aquí no sales Shiryu, tienes que terminar con esta locura.

--Hyoga...

--Y si tengo que llamar a tus padres para evitarlo lo haré.

Por unos segundos, tensos segundos, el de ojos verdes observó a su pariente, veía su preocupación pero también que decía en serio lo de no pensar en dejarlo salir, sin embargo él debía salir, ver a Dohko, necesitaba hacerlo, lo necesitaba.

--Debo verlo Hyoga.

--No, no tengo idea de qué te haya dicho para que actúes de esta manera pero no pienso permitir que sigas con esto.

--No lo entiendes, debo verlo, necesito verlo.

--No.

--Hyoga...

Se sintió desesperado en un instante, no podía permitir que le impidieran marcharse para reunirse con Dohko.

--Debes permitirme salir sin escándalo Hyoga.

--Esta locura se tiene que terminar, cuando nos vayamos me sentiré más tranquilo.

--Tú no entiendes, necesito ir.

--Ya dije que no lo permitiré.

El de ojos verdes los cerró tratando de encontrar la manera de salir, sabía que si no quería problemas necesitaba que Hyoga lo dejará ir por las buenas y también se dio cuenta que la única manera de que eso sucediera era explicándole lo que ocurría en su interior.

--Hyoga, necesito verlo una vez más.

--Shiryu...

--¿No lo entiendes?-preguntó con inquietud-Tengo que verlo Hyoga, tengo que hacerlo.

--No puedes seguir con esto.

--Lo sé, lo sé, es por eso que necesito verlo, verlo sólo una vez más y saber que nunca volveremos a estar en el mismo camino.

--Shiryu...

--No puedo marcharme así-dijo con ansiedad-No puedo, necesito verlo, no me iré si no lo veo una última vez, no podré irme Hyoga ¿entiendes eso?

En ese momento el de ojos verdes tomó al de cabellos rubios por los hombros, tenía que hacerle entender, no sabía cómo pero tenía que hacerlo.

--Por favor Hyoga, por favor, tengo que ir, por favor.

El rubio lo pensó unos segundos, en realidad sintió que su primo estaba dispuesto a mucho con tal de marcharse y eso incluía a pasar por encima de sus padres, pensó en su tía enfureciendo por saber la verdad y en su tío quien sin duda se dolería por ello, fue el pensar en el caballero lo que en verdad lo decidió.

--Vete Shiryu pero te lo suplico, sé discreto, si tus padres se dan cuenta...

--Gracias.

El de cabellos oscuros lo abrazó y salió aprisa, dejando al otro joven solo casi rogando porque nada malo sucediera.

 

 

Shiryu llegó como conteniendo el aliento cuando vio el vehículo que esperaba por él, no aguardó ni un segundo para subir y de inmediato ambos se alejaron de ahí, de alguna manera fueron más aprisa, existía un dejo de agitación por lo que estaba pasando entre los dos, ambos lo sentían y no encontraban la manera de manejarlo. Llegaron a la casa y entraron pero al saberse lejos, a solas, pudiendo verse y hablar, no encontraban la forma de explicarse ante la persona que estaba ahí.

--Me gusta la historia que estoy escribiendo-dijo de repente Shiryu-Se me ocurrió, es sobre dos personas que se conocen, sus caminos se unen por unos momentos.

--¿Y qué pasará con ellos?-preguntó Dohko.

--No sé, mi alma aún no decide el camino de esa historia.

--Lo harás bien, encontrarás el final para esa trama.

Se miraban fijamente tratando de encontrar las palabras que en verdad deseaban decir pero no era posible, sin embargo tampoco era posible que siguieran así.

--¿Te casarás Dohko?

--Si, tengo que hacerlo, es mi deber hacia mi familia.

Pero algo en esa respuesta le dio la impresión al de cabellos oscuros que parecían las palabras de alguien más y no de su compañero, probablemente de su padre que haría que su hijo cumpliera con su voluntad.

--Lo entiendo Dohko.

--Shiryu...

--Voy a irme, en dos días, todo está listo, mi madre lo arregló todo para no esperar más.

--Bien.

En el fondo ambos sentían que así debía ser, desde el principio adivinaban que no era posible que estuvieran juntos, ellos dos no tenían futuro, resultaba imposible que su destino fuera el mismo.

--Lo siento Shiryu, debí ser sincero contigo desde el principio, decirte la verdad sobre mi compromiso.

--Yo tampoco fui honesto Dohko, no es verdad que hubiera terminado mi bachillerato.

--Eso no importa.

--No lo he hecho porque no tengo diecisiete años, tengo catorce.

--¿Por qué aceptaste estar conmigo?-preguntó asombrado.

--Porque...no sé pero mis padres no pueden saberlo, mi padre sufriría mucho y mi madre se sentiría humillada...quizás fue por eso que lo hice en realidad.

--No digas eso, tú no eres así.

--No hablemos de eso por favor.

En ese momento se abrazaron, con fuerza, aún no entendían qué era lo que los había unido y la verdad era que tampoco les importaba en ese instante, tan sólo querían estar juntos mientras pudieran. Comenzaron a besarse y entre besos comenzaron a buscarse con pasión, unos instantes más y estaban sobre el suelo, unos momentos bastaron e hicieron el amor en ese sitio con intensidad, tal vez porque sabían que era el adiós. Fue rápido y conciso pero al final se sintieron como apenados, no lo entendían, sólo lo hacían.

Se separaron con suavidad y no se miraron, se arreglaron la ropa y era todo lo que quedaba por hacer antes de decir lo más importante. El tiempo corría entre ambos y era en contra.

--Mi familia va a irse Dohko, no puedo quedarme.

--Voy a volver con mi familia Shiryu, tengo que casarme.

--Es el momento de separarnos.

--Si.

Se abrazaron de nuevo, el de cabellos oscuros recargó su cabeza en el hombro de su compañero, necesitaba saber algo.

--¿Cómo es él Dohko? Tu prometido.

--No lo conozco, no sé nada de él. Y tú vas a irte.

--Tengo que hacerlo.

--Lo sé.

--Tienes que prometerme algo Dohko.

--¿Qué?

--Que serás feliz con él.

--Shiryu...

--Tienes que prometérmelo.

--Te lo prometo.

En ese instante los dos tenían deseos de llorar pero no lo harían, no aún.

--Tienes que irte Shiryu.

--Si.

--Tengo que dejarte ir.

--Dohko...

--No regreses.

--¿Aunque me llames?

--Aunque te llame.

Se buscaron casi a ciegas para besarse una vez más, no habría otro beso entre ellos, era todo y los dos debían aceptarlo ¿Qué era lo que habían tenido? ¿Pasión, deseo, rebeldía? No era el momento de pensarlo, era el momento de despedirse.

Shiryu se separó lentamente, desasiéndose de entre sus brazos, tenía que marcharse, debía irse, y Dohko tenía que marcharse también para cumplir con su familia. Ya no se miraron, no pudieron, Shiryu se marchó sin mirar atrás, dejando a Dohko con los labios apretados para no llamarlo.

 

 

La familia de Shiryu partió aprisa, era el momento de dejar ese sitio, su padre los alcanzaría después pero su madre hablaba animadamente de la nueva vida que los esperaba. Se encontraban en el tren en esos momentos, los llevaría lejos y el de los cabellos oscuros lo sabía, no se sentía capaz de seguir escuchando así que murmuró una disculpa y salió del apartado en el que viajaban, estaban apenas poniéndose en marcha, dirigió sus pasos al último vagón y sintió como lentamente se alejaban. El paisaje alrededor cambiaba y no se daba cuenta de mucho pero fue en esos momentos que notó algo especial, a la distancia.

A un lado del camino estaba estacionado un vehículo, lo reconoció, no lograba distinguir nada, sólo el vehículo, pero estaba ahí, era Dohko. Quiso gritar, hacer algo, despedirse pero no hizo nada ¿Ese era en verdad el adiós? Súbitamente le pareció que era injusto tener que irse pero era demasiado joven para renegar de la justicia, era lo que debía de ser.

El resto del camino Shiryu se mantuvo muy silencioso, no hablaba, se dedicó a pensar solamente, pensaba en su futuro, en lo que haría con su vida y varias cosas se resolvieron para él en ese momento, se decidió por tomar un nuevo camino en su vida, ahora sabía lo que deseaba: quería escribir. También se dio cuenta de otras cosas en él, que quería a sus padres pero no se entendía con ellos, que el trabajo de su padre lo había hecho sentirse extranjero en todas partes, que la indiferencia de su madre era legítima, que estimaba a Hyoga a pesar de todo. Lo más importante ya estaba decidido y lo haría saber a su debido tiempo.

Cuando a tres días de haber partido llegaron a su nueva residencia se sintió bien, primero investigó, después fue directo con sus padres, dejaría su escuela para ir a la Academia de Artes, iba a ser escritor.

Su padre se mostró sorprendido pero su madre fue intransigente ante la noticia, nunca lo iba a permitir, sus palabras directas fueron:

--No se necesita estudiar para algo que nunca te llevará a nada.

Su padre le pidió que terminara con su bachillerato para después, si aún lo deseaba, tomar cursos, pero Shiryu estaba decidido, un mes después hizo una maleta, salió de la casa diciendo que sería escritor y por segunda vez en su vida siguió su camino sin mirar atrás. Seguiría su propio camino.

Después de eso se matriculó en la Academia de Artes, antes de aceptarlo tenía que presentar su trabajo y cuando leyeron lo que había escrito no tuvieron problemas en admitirlo en sus aulas; con esa parte cubierta lo siguiente fue buscar alojamiento y un trabajo, ambos los consiguió aprisa, una pensión para estudiantes y una librería en la que asombró al dueño por saber de que trataban todos los libros que tuvo a mano. Con eso dio inicio a su carrera para prepararse como escritor.

Su padre lo buscó, habló con él, intentó convencerlo de volver a casa pero él se negó, lo quería pero no iba a volver y su padre no insistió, lo quería demasiado para negarse a apoyarlo; su madre fue una cuestión diferente, ella se negó a volver a hablar de él o con él o sobre él, en vez de eso se aferró más a Hyoga quien con los años terminó cansándose de ser el centro de sus actividades y se fue también.

A Shiryu le pareció un poco abrumador al principio estar en la Academia de Artes, era un mundo nuevo pero no se dejó intimidar, nada de eso, siguió adelante con la plena convicción que sería escritor, no podía ser de otra manera. Con el tiempo suficiente se sintió contento con su existencia, era su vida, suya, conocía a otros compañeros y maestros, incluso iban artistas de renombre que se habían graduado de esa escuela y se sentía fascinado con ese mundo. A pesar de eso, de gustarle, aún se sentía un extranjero y ese sentimiento lo acompañaría el resto de su vida, eso y un cierto aire de soledad que siempre estaría presente.

Sin embargo el tiempo pasó, el suficiente para que dejara de lado a su familia y sus recuerdos, y justo en ese tiempo apareció alguien más en el camino, alguien que no se rindió o más bien si lo hizo, se rindió ante él.

 

 

Continuará...

 

Notas finales:

Espero que les gustara y sigo si nada sucede la semana entrante con el final.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).