Capítulo 11 Final "Príncipe Kyuubi"
Todavía con las piernas temblorosas y apoyándome en el hombro de Sasuke llegué a la mansión. Me quedé sin palabras; mi tío abuelo lo había mandado arreglar mientras yo estaba en el hospital. Le tenía que haber costado una fortuna llevar a cabo una reforma así en tan poco tiempo. La casa brillaba con su esplendor, y pude entender bien por qué a mi madre le había gustado demasiado. Como mi antigua casa estaba echa escombros, iba a vivir con Sasuke.
Había pasado siete días en el hospital, dos de ellos inconsciente, y Sasuke no se había apartado de mí. Sospeché que se alimentaba del banco de sangre del edificio. Cuando se lo dije frunció el ceño y me dijo que no le gustaba la comida de bote. Después de los intentos de las enfermeras y los médicos de que se fuera a casa a descansar que no pudieron lograr, trajeron a la habitación un sillón más confortable. No sabía que a Sasuke eso era lo que menos le importaba.
Después de dos días pudieron venirme a visitar mis amigos. Neji fue el primero junto con Hinata; ella traía un globo chillón de color naranja atado a un hilo, un peluche de un zorro y una caja de las galletas de su abuela. No dejé ni las migas, me había vuelto el apetito. Según Sasuke, aquello tenía que ver con que ya no tomara la droga que mi tío me daba cada mañana y me aceleraba el cambio: mi té preferido.
Los siguientes fueron Lee, Sai y Kiba. Me alegré de que involucraran a Sasuke en la conversación. Era como si quisieran demostrarle que, si lo deseaba, era bienvenido a nuestro grupo de amigos. Cuando Gaara vino por fin a visitarme me asusté de cómo reaccionaría Sasuke. Todavía parecían dos perros detrás del mismo hueso, pero Gaara era demasiad inteligente como para aceptar que ese hueso era de otro. Cuando tenía visita, Sasuke se apartaba del sillón, para ponerse en un rincón del cuarto, pero nunca se iba. Era raro pensar que estaba ahí velando por mi seguridad: el Vourdranj, el cazador. De todos modos me gustaba la sensación.
-¿Seguro que no estás cansado?-me preguntó Sasuke por enésima vez llevándome al Corvette, del que ahora sabía que era propiedad de su hermano. Me había venido a buscar del hospital.
-Estoy perfectamente-dattebayo-le aseguré también por enésima vez intentado no perder el tacto.
No sabía cómo decirle que no se tomara su trabajo tan en serio, porque ya era oficial, era mi protector, el Vourdranj del Príncipe Kyuubi. Me sentí como en una película de mafiosos cuando los grandes del inframundo vinieron a jurarme fidelidad. Mi tío entró con una docena de príncipes lamias de uno en uno. Me aseguraron que me reconocían como Príncipe Kyuubi y que me respetarían siempre y cuando no hiciera locuras y me dejara llevar por las ambiciones de poder. De todos modos, mientras no hiciera el cambio no hacía falta preocuparse.
Cerré los ojos; nunca haría el cambio, nunca sería como Sasuke. Pensar eso era una tortura. Claro que Sasuke podía convertirme en vampiro, pero, primero, no sería lo mismo y no podría pasear más en el sol y, segundo, él no quería. Lo habíamos discutido ese mismo día cuando mi tío me dijo que quizá nunca hiciera el cambio. Acabamos peleándonos tanto que la enfermera echó a Sasuke de mi cuarto y no lo dejó entrar hasta después de tres horas.
Cuando pasaron las horas, entró y me abrazó fuertemente. Había desarrollado un olfato infalible para saber cuándo necesitaba mimos.
-Entremos, hace frío, y aún tengo que enseñarte tu cuarto.
No podía esperar más para ver mi nuevo reino. Casi me caigo subiendo las escaleras, así que me levanto en brazos como recién casados de sólo pensar eso, me hace sonrojar. Subimos al primer piso. La habitación daba la parte trasera, al lago. Se salían al balcón por una puerta de cristal que dejaba pasar la luz del sol. Con cuidado me dejó en la cama y esperó nervioso a que le dijera qué le parecía.
No tenía palabras, había acertado en los más mínimos detalles -vale, el columpio de ratán era un poco anticuado, pero iba a estar de maravilla leyendo en él-. La habitación era moderna, pero también cómoda, tenía por casi todos lados mi color favorito: el naranja. Me sentí a gusto nada más de entrar.
-¿Y?-preguntó Sasuke cuando no pudo esperar más.
-¡Es precioso-dattebayo! ¡Arigatou!-exclamé mirándolo, radiante.
Se pasó la mano por el pelo cohibido y sonrió.
-Me he instalado en un cuarto un poco más allá; compartiremos baño, espero que no te moleste.
-Claro que no-dije meneando la cabeza, pero luego me entró una duda-. ¿Cómo va a seguir lo nuestro, Sasuke?-desde la pelea del hospital no habíamos vuelto a hablar del tema.
Se sentó a mí lado.
-Haremos exactamente lo que dijo el príncipe Sarutobi, como si no hubiera pasado, acabarás la escuela y luego ya veremos.
-No me refería a eso.
-Ya-dijo, y me miró a los ojos-, pero sigo pensando en lo mismo: aunque no hicieras el cambio a lamia, no pienso convertirte en vampiro. O haces el cambio o te quedas humano.
-Pero...
-No quiero discutirlo más, dobe-me regañó como si fuera un pequeño niño, me crucé de brazos e hice un puchero, Sasuke rió y me dio un beso fugaz, haciéndome sonrojar. Tomé aire.
-¿Y cuándo sabremos si cambiaré o no?
-Dentro de cinco o seis años. Itachi hizo el cambio a los veinticinco, así que no te preocupes por eso-contestó con aparente tranquilidad, aunque me pareció percibir un quiebro en su voz.
Todavía no sabía nada sobre su hermano. Y lo peor era: para poder quedarse conmigo tenía que hacerse pasar por él, por que Uchiha Sasuke estaba oficialmente en el exilio, y si los príncipes se enteraban de que ya no estaba en Suna, lo pondrían en búsqueda y captura. Antes de que se complicara la situación con las identidades tenían que encontrarlo, y no iba a descansar hasta entonces, como yo tampoco iba a descansar hasta encontrar la manera de convertirme en lamia.
Me apoyé en su hombro y el cerró los ojos al rodearme con sus brazos. Me sentía bien y toda de la preocupación y miedo que me causaba Orochimaru se había ido. Por el momento me sentía feliz, pero sólo por el momento.
FIN.
Agradecimientos:
Les doy las gracias a todos los lectores que se tomaron la molestia por lo menos de leer tan siquiera unos diez minutos cada capítulo. También les agradezco a los que me dejaron un pequeño comentario, con la misión de apoyarme en este fic. Ésta historia está dedicada a una persona que estimo mucho y que es muy importante para mí. Mi abuelo. Que sin él, no hubiera podido publicarla, te agradezco de todo corazón por regalarme el libro original y por traducirme cada página del alemán al español.
Lectores, gracias por seguir pendientes en cada capítulo. Me hace feliz saber que ha varios les gustó la historia. Para mí no hay más satisfacción que saberlo. Este fic fue creado con el fin nada más de entretener por lo menos unos minutos y olvidar por un momento el mundo real, y meterse al mundo de la ciencia ficción y fantasía. Gracias.
Atentamente: Hakusan16.