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El beso del Vampiro por hakusan16

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Notas del capitulo:

Ohayo (:

Aquí traigo la continuación ¡Yey!

Bueno aún siguen las dudas n.nU pero ya son cada vez pocas.

kazumi_queen_vampire: "¿que es Yonqui?"

Un yonqui es una persona adicta a la droga, generalmente está en el "lenguaje de la droga". Espero haberte respondido tu pregunta (: Gracias por mandar tu review n.n

amaya_1313: "lo q estaba bebiendo sasuke era sangre o.O?"

xD Pues, según Sasuke que es sopa instantánea, pero la verdad igual que tú y seguramente los demás lectores creemos que es más sangre que una simple sopa instantánea, así que mejor dejémonos llevar por nuestros instintos y pensar que eso fue sangre n.nU Gracias por mandar tu review :D

Oh y dangeroOuz, sobre lo de los espacios, no eres a la única que se confunde. A mi igual me pasa, de hecho no me gustan que esten juntos, y trato de separarlos, pero no sé cómo, los pudo separar, en los capítulos anteriores, sólo los pegaba en word así como estaban y quedaban como están recientemente. Pero en este no se que le pasó, trato de arreglarlo pero queda igual, no se por qué lo hace cuando lo publico en Amor Yaoi :S entonces, no estoy muy segura de como ponerlo para que quede bien :I pero trataré de arreglarlo. Gracias por dejar tu review :D

Bueno esas fueron todas la dudas n.n

También les agradesco a los que me dejaron sus reviews.

Espero que les guste. Lean >w<

Capítulo 5 “Honor y Conciencia”


 


Lo primero que me dijo Hinata a la mañana siguiente cuando encontramos en el pasillo fue que Sasuke quería hablar conmigo. Se me revolvió el estómago, podía imaginar qué iba a decirme y, como el día anterior, no tenía ganas de hablar del asunto. Suficiente tenía con los cuchicheos y las miradas de los demás y con saber qué rumores corrían desde el día anterior, después de lo que había pasado en clase de química. Yendo a clase de geografía, Hinata me explicó que había liado Sasuke preguntándole si podía traerlo al instituto, porque la Blade todavía estaba en el aparcamiento. Inocente como era, le había dicho a Sasuke dónde tenía todas mis clases. Sólo lo evitaría si llegaba tarde a clases, o salía antes. Me haría invisible en las pausas, el cuarto de servicio sería indicado. Después de la tercera hora me di cuenta de que para Sasuke no era difícil esconderse de mí, pero sí al revés. Me pilló saliendo de biología, aunque había puesto una excusa y salía cinco minutos antes. Me cogió suavemente del brazo y me dijo que teníamos que hablar. Me llevó a la sala de ordenadores.


 


-Vuelvan en un cuarto de hora-les dijo a los chicos que tecleaban delante de la pantalla-. Es para hoy-insistió, una vez que salieron los chicos con mala cara, cerró la puerta y me miró con lo brazos cruzados-. Tenemos que hablar-dijo finalmente-. Lo que pasó ayer…


 


-No hace falta-dije meneando la cabeza-. Ya sé lo que quieres decirme-datte’. Me parece bien, olvidémoslo, no significó nada.-continué y quise irme con la cabeza gacha, mis flequillos ocultaban mis ojos apunto de derramar lágrimas.


 


Me di la vuelta para abrir la puerta, sin embargo Sasuke se apoyó en la puerta y no me dejó abrirla. Me hubiera costado menos mover a un rinoceronte.


 


-¡Déjame salir!-exclamé-. ¡Tengo clase-dattebayo!


 


-Te dejaré salir cuando hayamos terminado de hablar.


 


-No tenemos nada que hablar. ¡Déjame salir!-exclamé intentando abrir la puerta en vano.


 


-Bueno, pues yo hablo y tú escuchas.


 


-No hace falta. Ya te he dicho que todo está bien, y ahora déjame…


 


Sasuke me levantó como si no pesara nada.


 


-¡Oe, bájame-ttebayo!-había comenzado a mover mis pies y manos para que me soltara.


 


Unos segundos después me sentó en una mesa.


 


Me quedé sin palabras.


 


-¡Cavernícola-teme!-exclamé al fin.


 


Se acercó lo necesario para no dejarme escapatoria posible.


 


-Sentado me escucharas mejor-dijo tranquilo, y se sentó puso entre mis piernas, quitándose las gafas.


 


Volvía a tener lo ojos oscuros como la pura noche.


 


-Tenemos que dejar clara las cosas-dijo, y me giró la cara por el mentón para que lo mirara-. Dobe, el beso de ayer…


 


-No tienes que darme explicaciones…-murmuré.


 


-No tengo por qué, pero quiero dártelas.


 


-No tienes de que disculparte-datte’.


 


-Tampoco pensaba hacerlo-dijo un con una breve sonrisa-. Escúchame un momento, por favor, dobe.


 


Asentí simplemente, después de intentar tragar saliva.


 


-El beso de ayer…-empezó, y parecía que buscaba la expresión correcta-. Hacía mucho tiempo que quería dártelo-prosiguió con timidez-, desde la primera vez que te vi.


 


Me quedé de piedra, mi cerebro no arrancó hasta que no procesé lo que me acababa de decir.


 


-¿Desde el mirador?-pregunté inocentemente.


 


-Desde antes-contestó-, pero pensaba que podía mantenerme alejado de ti.


 


-¿Por qué?-hice mi puchero famoso.


 


-Porque me gustas, Naruto-dijo bajando la mirada-, me gustas mucho, pero todo esto es temporal-continuó, e hizo un gesto refiriéndose a la escuela y a la cuidad-. No tardaré en marcharme y no quiero hacerte daño. Por eso…-tragó saliva-Por eso, es mejor que no nos veamos.


 


No contesté.


 


-¿Naruto?-dijo con tono de súplica.


 


Yo mantenía la mirada en mis manos, mi flequillo tapaba mi ojos apunto de llorar. Me armé de valor, reprimiendo mis lágrimas, sin embargo aún se podía ver que estaban brillantes, señal que te advertía que iba a llorar pronto.


 


-¿Y el beso de ayer?-pregunté en voz baja.


 


-No tendría que haber pasado. Yo… lo siento.-apretó los puños.


 


Sus palabras me dolieron, como si clavaran una estaca a corazón abierto. Mis ojos no aguantaron más y derramaron las lágrimas que se habían colado de mis lagrimales para poder deslizarse sin fuerza alguna.


 


-¿Nunca has tenido curiosidad… snif… por saber lo que yo quiero?-dije con dureza aunque en voz baja, intentando detener mis lágrimas; entonces me puse de pie y él me dejó pasar-¿Nunca pensaste que podría sentir… lo mismo que tú?


 


-Yo…


 


-Sí, tú. Tú quieres, tú decides, pero no piensas-dattebayo-dije mandándolo a callar y secando mis lágrimas con mi antebrazo, cada vez subía el tono de mi voz.


 


-Naruto…


 


-¿Qué? Puedo decidir por mí mismo si quiero estar contigo, aunque te vayas y me duela.


 


Se creo un silencio. Cuanto más duraba, más desquiciado me sentía. Hasta pensé que Sasuke iba a reírse de mí. En vez de eso aclaró la garganta. Tocaron el timbre de fin de la  pausa.


 


-Me estás diciendo que…


 


Se abrió la puerta, y uno de los chicos de antes asomó la cabeza.


 


-¡Fuera!-gritamos al unísono y el chico cerró rápidamente la puerta.


 


Miré los pozos negros de Sasuke.


 


-No sabes nada de mí-objetó sin saber más que decir.


 


-Cuéntame lo que tenga que saber-rebatí.


 


Sasuke bajó la mirada, triste y piadosa.


 


-No puedo-dijo mirándome de nuevo.


 


-¿Tiene que ver algo con que tenga que alejarme de ti?


 


-Sí-asintió.


 


-¿Por qué?-otra vez mi voz se quebraba.


 


Buscó una respuesta, pero se dio por vencido.


 


-Hay ciertas cosas que simplemente no puedo contarte.


 


-¿Y si prometo no hacerte más preguntas-dattebayo?-insistí con los puños cerrados.


 


-No te das por vencido, ¿verdad?-dijo levantando las cejas.


 


<<No>>


 


-No-dije, me acerqué a él y le tomé la mano.


 


Me miró con una sonrisa torcida, desamparada y en cierta manera amarga. Me miró a los ojos buscando algo, murmuró algo incomprensible y respiró hondo.


 


-Soy más débil de lo que pensaba, y no hago mi honor a mi apellido como quisiera-dijo, y después de dudar un instante me apretó la mano.


 


Aunque no entendí a que se refería, no hice preguntas.


 


-Siempre que pueda evitarlo, no te haré daño-prometió más alegre.


 


-¿Significa que estamos juntos?-pregunté.


 


-Sí, así es-dijo sonriendo satisfecho.


 


Mi corazón palpitó con fuerza, y mi estómago parecía estar lleno de mariposas. Con la cabeza inclinada me miró y me tomó de las mejillas, de nuevo en cámara lenta unió nuestros labios, inconscientemente me acerqué más a él buscando más contacto, llevando mi brazos a su pecho, pude sentir como Sasuke bajó sus manos de mis mejillas para luego posicionarlas en mi cintura y de nuevo levantarme y sentarme en la anterior mesa. Se puso entre mis piernas, y el beso aumentó de intensidad. Sasuke había llevado de nuevo una mano a mi nuca para profundizar el beso y yo me aferré a él enrollando mis brazos en su cuello. No lo podía creer, estaba dando mi segundo beso con Sasuke, él que creía que nunca me iba hacer caso. La lengua un poco tímida de Sasuke me sacó de mis pensamientos al colarse un poco en mi boca, entreabrí los labios para darle paso, pocos segundos después nuestras lenguas se juntaban, yo me sentía un poco inexperto, en comparación de Sasuke. Era lo mejor que me había pasado, esperaba que no fuera un sueño. Pude sentir que la mano de Sasuke comenzó a bajar hasta mi cadera, eso causó que abriera los ojos sorprendido, podía sentir mi cara arder, estaba seguramente estaba al rojo vivo.


De repente alguien carraspeó desde la puerta. Era la directora Tsunade, enfadada por lo que ella consideraba una falta de respeto a las buenas costumbres de la  escuela, y detrás estaban los alumnos de informática, buscando una buena perspectiva de la vista. Me sonrojé mucho más y Sasuke resopló. La directora Tsunade subió las persianas con un gesto desdeñoso, como si, las hubiéramos bajado nosotros para escondernos de los curiosos y tener más privacidad. Los rayos del sol deslumbraron y Sasuke se puso las gafas con un rápido gesto.


 


-Me parece que ustedes también tienen clase-dijo con gravedad.


 


-Sí, directora-contestó Sasuke cogiéndome de la mano y saliendo.


 


-Señor Uchiha, joven Uzumaki, los espero después de esta hora en mi despacho.


 


-Sí, directora-respondimos al unísono.


 


¡Madre mía! Ni que nos hubiera descubierto en una orgía salvaje. Salimos ante la mirada de reproche de la directora sin soltarnos la mano.


 


-Parece que vamos a tener problemas-dijo Sasuke cuando ya nos íbamos alejando.  


 


-Eso parece- afirmé y sonreí.


 


¡Estaba saliendo con Uchiha Sasuke-dattebayo! Eso empequeñecía los problemas del mundo, hasta el que pudiera tener con el tío Orochimaru si se enteraba. Si ni siquiera quería que llevara amigos a casa, no quería imaginarme que diría si tenía un novio.


 


Pero, de todos modos, siempre estaba de viaje. En esos instantes era el chico más feliz del mundo.


 


Fuimos de la mano hasta la clase de historia, que todavía había empezado. En el pasillo el señor Ebisu hablaba con el señor Morino, y Neji charlaba con los otros niños. Nos miramos sorprendidos, me sonrojé, y Sasuke se despidió de mi con una suave caricia en el hombro y un <<”Hasta luego”>>.  Neji me miró de arriba abajo, miró a los profesores, y me llevó a donde no pudieran oírnos.


 


-No me digas que entre tú y Uchiha hay algo-quiso saber sin rodeos, y parecía bastante preocupado. Asentí. Neji me sacudió los hombros y buscó mi mirada-. ¿Te has vuelto loco? ¿         Quieres que te pase como los demás?-preguntó indignado-. Te va hacer daño.


 


Lo miré irritado. Conocía la fama de Uchiha, pero esta vez era diferente. El señor Ebisu nos interrumpió:


 


-Me gustaría empezar, ¿tiene la amabilidad de entrar y sentarse?-dijo impaciente.


 


Se lo agradecí; no me apetecía darle explicaciones a Neji.


 


-Estás enamorado, ¿verdad?-dijo enfadado.


 


-Sí-dattebayo


 


Neji suspiró y suavizo el gesto.


 


-Si te hace daño y quieres hacer con alguien-dijo acariciándome el brazo-, llámame  cuando sea. ¡Prométemelo!


 


-¡Hagan el favor, joven Uzumaki, joven Hyuuga!-insistió el profesor queriendo entrar y cerrar la puerta.


 


-Aunque no sea necesario, te lo prometo-asentí-. Gracias de todos modos, Neji.


 


Contuvo una sonrisa, y entramos a clase. Durante toda la clase sentí las miradas de los demás, sobre todo las chicas. También Neji me miraba de reojo varias veces. Parecía no estar seguro de si insistir para que me olvidara de él. Quizá pensaba que podría poner en riesgo nuestra amistad.


 


Sasuke me esperaba en la salida de clase. Saludó con la cabeza a Neji, que salía conmigo y lo escrutó como diciéndole que andará con cuidado. A mí me sonrío y me flaquearon las piernas. No acababa de creer lo que estaba pasando, tenía miedo de que mi despertador me sacara del sueño.


 


-Hola-dije luchando contra mi garganta.


 


-Hola-contestó sonriendo aún más.


 


Su voz de terciopelo negro, el chico antipático que mataba con sus miradas había desaparecido. Ahora sabía que sólo había sido así que mantenerme a distancia. Me reí por dentro, el plan no le había ido muy bien.


 


-¿Vamos?-preguntó señalando la secretaría.


 


Reprimí un suspiro y me despedí de Neji. No íbamos cocidos de la mano –aunque sí lo suficientemente juntos como para que de vez en cuando nuestras manos se rozaran y se acariciaran-, pero todo el mundo se volvía a vernos. No sabía que él y sus novias y novios levantaran tanta expectación, éramos la comidilla de todos. ¿Así se sienten los animales del zoológico? Algunas chicas hasta me lanzaban cuchillos con la mirada. Madre mía, cómo podía aguantar tanta presión Sasuke.


 


En la secretaría, la señorita Shizune avisó a la directora, que nos miró con desaprobación. Nos invitó a sentarnos. Lo hice con actitud sumisa, dispuesto a rebajarme, deslumbrado por el sol que entraba por la ventana de atrás de la directora Tsunade. Sasuke se quedó de pie, con los brazos cruzados, apoyado en la cajonera, de manera que no le diera el sol en la cara. Entre la sombras parecía amenazante. A la directora no le gustó tener que levantar la mirada para hablarle, pero no quiso decirle nada.


 


-Lo que presencié en la sala de ordenadores no se va a repetir, señor Uchiha-empezó sin rodeos, y miraba a Uchiha-. No voy a tolerar que manche la reputación de otro alumno del Instituto Konoha, aléjese de él.


 


Miré a Sasuke sin poder creer lo que estaba escuchando. Él, con la cabeza inclinada, ni se movió ni dijo nada.


 


-Me alejaré de Naruto-dijo al fin, y me quedé sin aire y prosiguió-, siempre que él me lo pida.


 


-Hará lo que yo diga, señor Uchiha-añadió la directora Tsunade roja como un tomate, temía que le diera un infarto-. Y no crea que su desfachatez va a quedarse aquí.-Sasuke sonreía- Espero que usted sea razonable-dijo dirigiéndose a mí-, y escuche mi consejo, joven Uzumaki, no me gustaría tener que contárselo a su tío.


 


-¡No hay derecho-dattebayo!-me oí exclamar decepcionado.


 


Me sentí impotente. ¿Quién se creía que era para decirme quién podía ser mi novio y quién no?  Ni que fuéramos la única pareja del instituto. ¿Sólo porque nos descubrió dándonos un beso y tenía que dar ejemplo? ¿Por qué no aguantaba a Sasuke? No quería saber que pasaría si mi tío se enteraba.


 


La directora Tsunade hizo caso omiso a mi protesta. No le cabía duda que, por lo menos yo, iba a atenerme a su mandado.


 


-Vuelva a clases-se despidió.


 


Me levanté tembloroso y me dirigí a la puerta, pero Sasuke no se inmutó, apoyado en el armario, mirando a la directora Tsunade.


 


-¿Puedes esperarme afuera?-dijo tranquilo-. Ahora salgo.


 


Temí que hiciera alguna tontería. Salí y tuve la tentación de volver, pero pensé que sólo empeoraría las cosas. Lo esperé en el pasillo. Había hecho y deshecho en nudo de la correa de mi mochila como unas nueve veces cuando apareció por la puerta. Lo miré inseguro.


 


-Tsunade no va a molestarnos más y no va a decirle nada a tu tío-dijo antes de que yo le preguntara.


 


-¿Qué le has dicho?


 


Sasuke dudó un instante, sonrió pérfidamente, y dijo:


 


-Le dije que los inspectores de educación no les haría ninguna gracia oír que un alumno había sufrido un accidente en clase de química por negligencia de una profesora, que además  le tenía manía.


 


-¿Le has hecho chantaje?


 


-No sé, puede ser. ¿Así se llama? Que palabra tan fea, ¿no?-su sonrisa se volvió malévola. No podía creer que Sasuke había hecho eso-. Está demasiado preocupada por la fama del instituto como para no tomárselo en serio.-me cogió del brazo y murmuró-: ¿por qué no quería que se enterara tu tío?


 


En el tono en el que formuló la pregunta fue como una punzada.


 


-No sé, por como pueda reaccionar.


 


Sasuke me miró esperando que le explicara a que me refería.


 


-A mis padres los asesinaron en uno de sus viajes de negocios-proseguí, jugando con la correa de mi mochila-. Desde entonces él se ocupa de mí. Quería mucho a mi padre, aunque era su hermanastro. Al nacer mi madre le había pedido a mi padre que yo llevara su apellido, mi tío no estaba de acuerdo, pero mi padre la dejó. Por eso me llamo Uzumaki y no Namikase, porque ella mantuvo su apellido después de casada. Mi tío estaba tío estaba obsesionado con que me pase algo como a ellos. Hasta hace poco tenía guardaespaldas, que me acompañaban a todos los sitios, pero hace un año discutí con él, y ahora me deja salir solo. Aunque sigue sin querer que lleve invitados a casa…


 


-Y crees que no le hará gracia que tengas novio.


 


-Seguro-asentí-. Lo siento.


 


-No, que importa lo que quiera tu tío. Lo importante es lo que tú quieras. Mientras esté bien para ti, estará bien para mí-sonrió, se colocó bien la mochila y se apoyó el pared, conmigo en brazos-. Eso significa que tendré que entrar furtivamente por la ventana resguardado en la oscuridad como Romeo y Julieta, esperando por no ser descubierto por tu malvado tío, que me haría encerrar a un calabozo-susurró y sonrió con picardía-, y rogando para que la alarma sea fácil de sabotear o que tú la desconectes por mí.


 


Tuve que reprimir una carcajada, aunque me ofendió un poco al decirme Julieta (N/A: Xd), pero la tuve que pasar por esta vez. Me acarició y se acercó más. Su aliento me rozaba la piel, pero de repente se alejó.


 


-¿Qué sucede?-pregunté.


 


-Nada-contestó nervioso y pasó la mano por la cabeza-. No es buena idea… Justo aquí-señaló con la barbilla a sala de maestros.


 


Tenía razón, con que nos interrumpieran una vez al día era suficiente, aunque no me hubiera importado correr el riesgo.


 


-¿De qué tienes clase?-preguntó mirando el reloj.


 


-De Matemáticas-dattebayo-dije poniendo cara de repugnancia-, ¿y tú?


 


-Química, aunque me ha salido alergia a los laboratorios.


 


-Más que alergia es un trauma-ttebayo-dije sonriendo-. Me alegro de que tus ojos se hayan curado  tan rápido, ayer estaban rojísimos. Estaba muy preocupado, es casi un milagro que ya no se note.


 


-Gracias por no haberle dicho a nadie… lo de mi problema-dijo-. Oye, ¿piensas ir a matemáticas o te vienes conmigo?


 


-¿Quieres confirmar lo de tu mala influencia?


 


-Por qué no-contestó-. Entonces, ¿vienes?-me cogió de la mano y me miró.


 


-¡Pues claro-dattebayo!-dije con un gesto de autocomplacencia.


 


-¿Qué te apetece hacer? ¿Sabes jugar ajedrez?


 


-Obvio que sí, teme-dije sonriendo feliz.


 


Kakashi me había enseñado y jugábamos a menudo, había veces que le ganaba.


 


-Genial-exclamó-. Ya no tendré que jugar solo en las pausas de la comida.


 


Estaba tan contento que parecía mérito suyo que yo supiera jugar. Fuimos a la biblioteca con cuidado de que no nos viera ningún profesor. En la sala de lectura había tableros de ajedrez. Nos sentamos en una mesa en un rincón tranquilo con poca luz. Era de agradecer porque en el baño de sol que me había dado en el despacho de la directora Tsunade me había dado picores.


 


Sasuke jugaba mucho mejor que Kakashi, me quedó claro desde el principio. Me había ganado en diez minutos. Jugamos otra vez. Esta vez jugó más a la defensiva y me dio algunos consejos, pero aún así me ganó de todos modos. En la tercera partida cometió demasiados errores y gané yo. Cuando le insinué que se había dejado, rió y me explicó que su táctica preferida era dar confianza al adversario para luego agarrarlo por sorpresa.  ¡Como si fuera un adversario digno de él!


 


Pero la siguiente partida desarrollé mi propia táctica. Sasuke se había quitado las gafas, y lo miraba fijamente a los ojos. Se distraía y varias veces olvidaba  de lo que iba hacer, sabía qué pieza mover y se quedaba mirándome como hipnotizado. La pena era que a mí me pasaba lo mismo, me quedaba atrapado en sus pozos de negros de esplendor rojo. Nunca pensé que se pudiera dar besos con la mirada.


 


A pesar de todo el ganó esa partida. No hablábamos apenas, sólo comentábamos algún movimiento o hacíamos una broma, que a veces nos partíamos de la risa, pero en general reinaba un silencio agradable y sosegado. Estuvimos cogidos de la mano todo el tiempo. Nunca había estado tan a gusto con nadie.


 


No oímos el timbre y seguimos jugando hasta la pausa de la comida. Ninguno de lo dos sintió hambre, así que hubiéramos seguido de no ser por Hinata, que nos estaba buscando. Gaara estaba con ella y puso mala cara cuando vio nuestras manos cogidas. No la soltamos.


 


-¡Hola!-dijo Hinata con una sonrisa-. Los he buscado por todos lados. El señor Azuma a preguntado por ti, en clase de matemáticas. Le dije que te sentías mal y que habías salido a tomar aire fresco. Tenlo en cuenta, no sea que te la encuentres.


 


Asentí con agradecimiento y le pregunté:


 


-¿Se ha enojado?


 


-No más de costumbre. Si lo ves, pon cara de enfermo y listo. No sé si me ha creído, has faltado toda la clase. ¿Vienes a geografía?-me miró y luego a Sasuke, que recogía con pesadez las piezas de ajedrez.


 


Por lo visto todos pensaban –incluida Hinata- que seguiría los pasas de Sasuke en lo de hacer campana se refería. El sonrió como si me hubiera leído los pensamientos, y las mariposas del estómago se volvieron locas.


 


-¿A geografía? Claro-dije, y mirando a Sasuke-; ¿Qué tienes?


 


-Biología. –en la otra punta del instituto.


 


A pesar de las miradas provocadoras de Gaara, Sasuke ni se inmutó, y agradecí que no me abrazara para demostrar nada. La actitud de Gaara me preocupaba. Salimos juntos de la biblioteca, Hinata a la cabeza, luego yo y Sasuke, y de último Gaara.  Me volvía un par de veces para observarlo: seguía mirando a Sasuke con rencor. Se despidió como la última vez, acariciándome el brazo. Gaara parecía querer estrangularlo. ¡Tenía que hablar con él sin falta! Por suerte no iban en la misma dirección. Me despedí de los dos y me estaba yendo con Hinata cuando Gaara le gritó a Sasuke:


 


-¿Vas a esgrima, Uchiha?


 


-Sí-respondió tranquilamente.


 


-Entonces nos vemos en la tarima-dijo con despecho.


 


Lo estaba desafiando. Sasuke se quedó callado, me miró y asintió:


 


-Como quieras, Sabaku no, nos vemos en la tarima-se dio la vuelta y siguió su camino.


 


También Gaara nos miró a Hinata y a mí, y se fue. Me quedé perplejo, tenía que hacer algo. ¡Se habían vuelto locos! Salí detrás de Sasuke antes de que Hinata pudiera reaccionar. Lo alcancé a medio camino de su clase.


 


-¡No quiero…!-exclamé sin aliento, y me miró sin decir nada-. ¡No quiero que los dos se peleen por mí como salvajes! ¡No estamos en la edad media!


 


-No somos salvajes, es un deporte-contestó impasible.


 


-¡Deporte! No quiero que se hagan los machitos por mí-dattebayo.


 


-¿Quieres que no suba a la tarima?-dijo seriamente.


 


-¡Sí!


 


-No puedo, me ha retado.


 


-Pero eso no significa que tengas que aceptarlo.


 


-Ya lo he hecho-objetó-, y no me retiraré como un cobarde-como si lo duelos fueran lo más normal del mundo.


 


-Por favor, Sasuke, no vayas.


 


Subió las gafas y me miró.


 


-No, dobe. Aunque te cueste entenderlo: no puedo retirarme-por un momento pareció mucho mayor de veinte años-. En mi… familia, el honor es lo primero, porque a veces es lo único que queda.-se encogió de hombros- Tu amigo Gaara, como espadachín no sabe lo que es honor. Él me ha retado, él es quien tiene que retirarse, no yo.


 


Me hubiera gustado preguntarle dónde había crecido con esa visión tan retrógrada del mundo, pero sabía que no me iba a responder. Había prometido no hacerle más preguntas, así que me limité a agarrarle de las solapas de la chaqueta.


 


-Por favor, no quiero que se hagan daño, no por mí-ttebayo.


 


Su mirada era dura, como la de quien ha visto cosas que hubiera preferido no ver. Sus ojos parecían los de alguien mayor, cada segundo escondía una eternidad.


 


Me cogió de las manos, las tenía frías.


 


-No voy a retirarme-dijo-, pero le insinuaré al entrenador lo que pasa. Seguramente no nos dejará subir a la tarima, no después de lo que pasó la última vez. Es lo único que puedo hacer por ti.


 


Lo miré angustiado. No me quedaba más remedio que aceptarlo y asentí. Se quedó más tranquilo.


 


-¿Nos vemos después de esgrima?-murmuró, y me acarició las manos.


 


-¿Por qué no antes?-¿Acaso tenía miedo de que volviera a insistir?


 


-Porque tendré que darme prisa si quiero llegar antes que tu amigo para hablar con el entrenador.


 


-Sí, claro-dije mordiéndome el labio, para callar.


 


-¿Quedamos en los bancos bajo el arce? Si te apetece podemos dar una vuelta con la Blade esta tarde, prometo no ir rápido.


 


Me quedé con ganas de pedirle un beso.


 


Toda la clase de geografía me la pasé de los nervios sin parar de mirar la hora. Por suerte Hinata, me había esperado y le dimos al profesor la misma excusa de antes: que me encontraba mal y me había acompañado afuera para que me diera el aire. Por lo visto era verdad que no tenía buena cara, porque el profesor, que era muy bueno, me preguntó si no prefería irme a mi casa. ¡Ni loco! No podía irme dejando esa situación ahí.


 


El profesor se me acercó al acabar la clase, muy preocupado. Me preguntó como esta y qué tenía después y, aunque le aseguraba que ya me encontraba mejor, insistía en que me fuera a casa.  No me dejó en paz hasta que Hinata le prometió que iba a cuidar de mí.


 


Para tranquilizarme me compré un jugo y una barrita de chocolate, pero la dosis de azúcar no pareció tener efecto.


 


Las animadoras estaban ensayando una coreografía, así que dimos clase cerca de los chicos de esgrima, separados sólo por unas colchonetas apiladas. Yo era del grupo de atletismo, la cancha era demasiado grande, había parte de esgrima a un lado, en medio una pista de correr donde practicaba atletismo y en otro lado una cancha de basketball. En el grupo de atletismo estaba Hinata conmigo.  Intentaba reconocer la voz de Sasuke o de Gaara. El corazón me palpitaba con fuerza. No pude prestar atención a lo que el entrenador Guy cuando nos dio el ejercicio. Hinata fue la primera, por lo que vi, era correr por la pista y saltar las bardas de metal, el menor tiempo posible. Luego fue Lee. ¿No esa era la voz de Gaara? ¿Había sido Sasuke el de la respuesta cortante? El entrenador Guy pronunció mi nombre y señaló la pista. El entrenador indicó algo y se escuchó el choque de espadas. Eché un vistazo a la sala continua donde estaban ellos.


 


-¡Naruto, concéntrese!-me avisó el profesor.


 


Me posicioné, y cuando escuché el pitido que daba la señal, tomé impulso corriendo a toda velocidad, me acercaba a la barra de metal, brincándola con facilidad.


 


-¡Uchiha! ¡Sabaku no! ¡Pónganse la protección y  a la tarima!-se oyó decir.


 


Me puse nervioso y mis piernas disminuyeron la velocidad.


 


-¡Naruto, aumenta tu velocidad!-el entrenador Guy parecía enfadado.


 


Respiré hondo, sentí la mirada preocupada de Hinata. El repiqueteo de espadas empezó de nuevo, más rápido y furioso.


 


Aumenté la velocidad, mirando la otra barra de metal. El entrenador de esgrima gritó, como maldiciéndoles. Mis piernas brincaron estirándose y pasando de largo la barra de metal. Se oía el ruido de las espadas y el entrenador volvió a gritar algo. Jadeaba de lo nervioso, y eché un vistazo al entrenador Guy, negaba con la cabeza. Aumenté más mi velocidad. Las espadas sonaron con más intensidad. Pude ver lo cerca que estaba la barra siguiente de metal, al acercarme un poco más con rapidez, salté y estiré mi pierda derecha. El entrenador de esgrima gritó demasiado fuerte. Mi pie izquierdo se topó con la barra de metal y  me fui a la izquierda, resbalándome al sostenerme con un pie, y caí en el piso con la mala suerte de que mi brazo golpeó con la barra de metal. Esta vez fui yo quien sacó un sonoro gemido de dolor. Las compañeras de atletismo gritaron, y junto con los hombres se acercaron a ver que me pasaba. El ruido de espadas cesó. El entrenador de esgrima parecía enfadado. El señor Guy le echó un vistazo a mi brazo y ordenó que trajera el botiquín. Me salía sangre.


 


-¡Naruto!-de repente apareció Sasuke.


 


Con el atuendo de espadachín resaltaba su belleza.


 


-No es nada.-le aseguré, aunque me aguantara el dolor y las lágrimas-. Sólo es un arañazo.


 


La hemorragia había disminuido, había sido una cortada de 12 centímetros.  Sasuke se quedó mirándola, inquieto. Respiraba de forma entrecortada y le costaba tragar saliva; se levantó sin dejar de mirarme la herida, se dio la vuelta y salió a toda prisa a los vestidores.  Nos quedamos todos sorprendidos. Al día siguiente a esta hora todo el instituto sabía que Uchiha Sasuke no podía ver la sangre.


 


Me vendaron la mano y me mandaron a la enfermería. Le conté lo sucedido a la enfermera. Una mujer rechoncha con cara redonda y amable, pero no tenía reparo de dar órdenes como un sargento, que me curó e hizo un informe. Cuándo acabó, la clase ya había terminado. Fui a toda prisa a donde había quedado con Sasuke. No estaba, y miré la hora. Era raro; aunque hubiera durado más en el entrenamiento y se hubiera tomado el tiempo de ducharse, ya debería de estar aquí. Quizá pensó que después del golpe me iría a casa.


 


Estaba decepcionado. Pasando por la cafetería oí la voz de Gaara.


 


-¡Déjalo en paz, Uchiha!


 


-¿Si no qué, Sabaku no? ¿Te crees muy duro? Sal de mi vista-el tono de Sasuke no era menos agresivo.


 


Me acerqué a los arbustos para ver qué pasaba. Gaara había cogido de la chaqueta a Sasuke y lo empujaba contra la pared.


 


-No lo mereces, Uchiha-irrumpió-. Hazte un favor y aléjate de él.


 


-¿Qué te molesta, Sabaku no? ¿Qué cualquier chico se interese por Naruto o que sea yo precisamente?-le apartó las manos cogiéndole de las muñecas sin perder los estribos-. Lo conoces desde que entraste al instituto y nunca te has atrevido a decirle una palabra, cobarde.-Sasuke se lo quitó de encima de un empujón- Lo que pasa entre Naruto y yo, no es asunto tuyo.


 


Tragué saliva, nunca hubiera pensado que le gustaba a Gaara, ni siquiera se había insinuado. Para mí nunca fue más que un buen amigo.


 


Gaara se abalanzó con ira sobre Sasuke, pero este lo inmovilizó en un par de movimientos, torciéndole el brazo y empujándolo contra la pared. Gaara gimió de dolor.


 


-¡Paren ahora mismo! ¡Los dos!-exclamé saliendo de los arbustos, hecho una furia.


 


Sasuke soltó a Gaara todavía un poco alterado, me miró el brazo vendado y dio un paso atrás.


 


-Naruto…-dijo Gaara avergonzado.


 


-¿Te has vuelto loco?-increpé-. Pareces un idiota, pegándole por mí como si fuera un trofeo. ¿El que gane me dará un mazazo en la cabeza y me llevará a su cueva? No, si aún tendré que sentirme halagado.


 


Gaara se quedó con la boca abierta. De reojo vi a Sasuke bajando la cabeza para disimular su risa.


 


-¡Y tú no eres mejor que él!-continué. Se puso serio al instante, y dio otros dos pasos atrás cuando gesticulé con mi brazo herido-¡Bakas! ¡Los dos!


 


Se hizo un silencio incómodo. Gaara fue el primero en romperlo.


 


-Ya sabes lo que hizo con los otros chicos. ¿Crees que contigo va a ser diferente? Olvídate de él, déjalo antes de que sea demasiado tarde, no te conviene, Naruto-dijo convencido.


 


-¿Y tú qué sabes quién me conviene y quién no? ¡Eso lo decido yo! ¡Así que no te metas!-repliqué más enfadado de lo que me hubiera gustado.


 


-No sabes nada de él-continuó con tono amargo.


 


-Lo que sepa o deje de saber no es cosa tuya. Estoy con él porque quiero-dattebayo, así que respétalo-estaba harto de que todos creyeran saber mejor que yo lo que me convenía.


 


Gaara se quedó mirándome, luego miró a Sasuke y dijo:


 


-Como quieras-y se fue sin más.


 


Todavía enfadado me di la vuelta para mirar a Sasuke.


 


-¿Y? ¿Tienes algo que decir?


 


-Que tiene razón. No sabes nada de mí-respondió-. No te convengo.-me miró el brazo vendado-. Deberíamos dejarlo, no va a acabar bien.


 


-¿Y lo que me dijiste en la sala de ordenadores? ¿Es puro cuento?


 


-Una cosa no tiene nada que ver con la otra-dijo con dolor-, claro que te quiero, pero…


 


-¡Entonces déjame decidir a mí lo que me conviene! A no ser que quieras dejarlo, claro.


 


Sasuke me miró abrumado, cambio el gesto y asintió.


 


-Sí, eso quiero. Todo ha sido un error. Gaara se alegrará.


 


Sus palabras sonaron tan arrogantes y secas como antes de ser pareja. Fue como un fuerte puñetazo en la barriga.


 


-N-no me lo dirás en serio-balbuceé. Me brotaron lágrimas, pero me aguanté. No podía llorar más, no delante de él-. Genial, soy el que menos he durado contigo, he batido el record.


 


No dijo nada. Reprimí un sollozo que se me subía a la garganta.


 


-Vete al infierno, Uchiha Sasuke-dije, y me fui.


 


No hizo nada para evitarlo. En el fondo era lo que yo pensaba, así que no miré atrás.


 


Me picaban los ojos y las ganas de llorarme amenazaban en la garganta. No me volví para verlo hasta que llegué al Audi. Sasuke estaba parado a la luz del sol, mirándome, a medio camino a la cafetería y el coche.


 


Kakashi estaba echándole un vistazo al motor del Rolls cuando entré en el garage derrapando. Cerré la puerta de golpe, y se quedó mirando sorprendido.


 


-¿Cómo te ha ido en el instituto?-preguntó.


 


Por toda respuesta, le hizo un gesto con la cabeza, gruñí y me metí a al casa. Ignoré a Iruka, fui directo a mi cuarto y me tiré en la cama. Sasuke me había dejado. Lloré de impotencia, desesperación y rabia, no podía aguantar más.


 


Iruka asomó la cabeza por la puerta después de llamar. Le di la espalda bruscamente y limpié mis lágrimas.


 


-Si me necesitas por cualquier cosa estaré en la cocina-dijo, y cerró la puerta.


 


Perfecto, ahora lo había ofendido también a él y todo por la culpa de Sasuke. ¡Maldito idiota! Le di una patada a mi mochila. Todo eso de que me quería, seguramente era puro cuento, pero que no era bueno para mí, ¿a que venía? ¿Qué lo diferenciaba de cualquier chico del instituto? ¿Por qué era tan cruel? Me levanté rabioso y me puse a dar vueltas por mi cuarto. ¡Tenía que salir! Me vestí para ir a correr, cogí mi reproductor de música y bajé las escaleras  rápidamente. Avisé a Iruka de que salía, subí el volumen de la música y tomé camino del bosque, fuera de la cuidad. No quería que me viera nadie, necesitaba calma.


 


Enseguida me di cuenta de que ya no estaba en buena forma, jadeaba y me entró el cansancio. Además me dolían las piernas por la caída de atletismo. Todo por culpa del imbécil de Sasuke. Molesto y angustiado, aflojé el ritmo. Dudé un instante, pero acabé tomando la cuesta al mirador. Allí podía relajarme, a ver si se me quitaba el dolor de barriga, que había ahogado las mariposas.


 


El camino era más empinado de lo que recordaba, lleno de pedruscos y raíces, que sobresalía de la erosión de la lluvia de estos últimos días. Llegué sin aliento y sudando, pero no en vano; me sentía mejor. Se oían golpes en la madera como si un pájaro carpintero anduviera picoteando cerca, sólo que en cámara lenta. Me di cuenta demasiado tarde de lo que realmente se trataba: era Sasuke sentado en una roca tirando piedras a un árbol. Las había lanzado con tanta fuerza y rabia que había roto la corteza. La Blade estaba a unos metros, en la otra entrada. Nos miramos sin decir nada.


 


-¿Qué haces tú aquí?-pregunté al cabo de un rato de silencio.


 


-No te preocupes, ya me iba.


 


Lanzó una piedra con tanta furia que se quedó clavada en el árbol, se sacudió las manos y se levantó. Ni me miró al pasar por mi lado.


 


-¿Por qué me has dejado dos horas después de decirme lo mucho que me amabas?


 


Me miró la mano herida.


 


-¿Cómo te has hecho eso?


 


-¿Por qué cambias de tema?


 


-Naruto, responde a mi pregunta.


 


-Me he caído al brincar la barra de metal y me he cortado con la esquina- respondí.


 


-¿Y por qué has resbalado?


 


-Me he distraído porque oí a su entrenador llamándolos a ti y a Gaara-dattebayo.


 


Asintió como si le acababa de demostrar algo.


 


-Ahí tienes el por qué, dobe. Te has hecho daño por mi culpa. Con una vez es suficiente.


 


-Eso es una tontería, y tú lo sabes-dije meneando la cabeza-. Así sólo me demuestras que te preocupas por mí. ¿Cuál es el verdadero motivo?


 


-Ya te lo he dicho, no te conviene tenerme cerca-contestó yendo hacia la moto.


 


Le corté el paso.


 


-Ya te he dicho millones de veces que no me importa.


 


-Naruto, es peligroso. Soy peligroso-sonó casi como súplica.


 


Le puse la mano en el pecho.


 


-¿Por qué? Dímelo, Sasuke.


 


Se quedó callado, miró mi mano. Parecía que no respiraba.


 


-No puedo-dijo dando un paso atrás.


 


-Sasuke…


 


-¡No! Te pondría en peligro, así que mejor olvídalo.-sonaba más desesperado que molesto.


 


-¿Estás metido en líos?


 


-Piensa lo que te dé la gana-dijo yendo hacia la Blade.


 


-¿Hiciste lo mismo con los otros chicos (as)?


 


-Los otros(as) no me importan-se volteó.


 


-¿Yo te importo?


 


-Sí-titubeó.


 


-Entonces, ¿por qué nos martirizamos?


 


Me miró sin decir nada. Cada segundo era una eternidad. No pude aguantar más y le dije con la mano en el corazón.


 


-Uchiha Sasuke, te quiero y no me importa en qué andes metido, sólo quiero estar contigo. A ver si se te mete en esa cabezota.


 


Hubiera pagado fortuna por leerle el pensamiento en un instante. Una ráfaga de viento revolvió las hojas y un escalofrío recorrió por todo mi cuerpo. Frunció el ceño y me puso su chaqueta sobre los hombros.


 


-Estás cavando tu propia tumba-dijo.


 


Resoplé, y me acarició mis mejillas. Miró fijamente mi cuello, pero apartó rápidamente la mirada. Me acerqué más a él y me acarició con sus dedos mis marquillas de las mejillas, murmuró algo inaudible y me miró pensativo.


 


-Ya he roto tantas normas…-susurró-. Qué más da si rompo un par más por ti-me acarició los labios con el pulgar y se me desbocó el corazón, sonrojándome-. Te quiero, Uzumaki Naruto, pero sólo puedo estar contigo si prometes dos cosas.


 


Las mariposas resucitaron en mi estómago y me quedé sin aliento, apenas logré asentir.


 


-Hay ciertas cosas que no puedo contarte-empezó-. Si no quiero hablar sobre algo, no preguntes, y si te digo que te alejes de mí, lo haces.


 


-Te lo prometo-dije, pero cuando fui a abrazarlo, se apartó.


 


-¡No! Hoy no te me acerques mucho, ¿vale?


 


Intenté disimular mi decepción y me subí el cuello de la chaqueta. Pero se me debió de notar algo, porque me acarició y dijo:


 


-Mañana, te lo prometo-me aseguró, y le respondí con una sonrisa-. ¿Te llevo a casa?


 


-¿No dijiste que me llevarías a dar una vuelta en la Blade?


 


Miró su reloj y meneó la cabeza.


 


-Hoy ya no, he quedado con alguien-me miró el brazo vendado-. Mañana después de clase, ¿vale?


 


Asentí entregado.


 


-Lo siento-dijo.


 


Embozó una mirada de perro abandonado que nunca antes le había visto y me arrancó una sonrisa.


 


Me puse serio, de repente, cuando me sentí como él.


 


-No puedes llevarme a casa-dije asustado.


 


-¿Por qué no?


 


-Si te ven Iruka o Kakashi, se lo dirían a mi tío-respondí.


 


-¿Quiénes son?


 


-Hacen tareas en casa. Kakashi era antes mi guardaespaldas.


 


Me costó cerrar la cremallera de la chaqueta de cuero.


 


-¿Y si sólo te acercó?-preguntó mirándome por encima de las gafas.


 


-Vale-dije, aunque fuera un poco arriesgado. La calle era larga y nos podía ver de lejos.


 


Sonrió y se montó en la moto. El camino de tierra lo bajó lentamente, pero en cuanto piso asfalto aceleró. Abrí los ojos asustado y me aferré a su espalda, soltó una risa y disminuyó la velocidad, aunque en ningún momento condujo dentro del límite. Me dejó a cien metros de mi casa. Miré con disimulo a ambos lados de la calle. Nuestras manos se acariciaron antes de que se despidiera de mí, muy a mi pesar.


 


-Anda, vete-dijo-. Sino la próxima vez te dejo en la mismísima entrada de tu casa. Hasta mañana-me quité la chaqueta y se la puso.


 


-Lo siento.


 


Sonrió, me acarició el brazo y me cogió de la mano.


 


-No pasa nada, piensa en Romeo y Julieta-


 


-No soy una mujer-hice un puchero-, además los dos mueren.


 


-Mmm… no tenemos que imitarlos en todo.


 


Me acarició la cara en forma de despedida.


 


Al entrar en el jardín, oí arrancar la Blade. En el comedor me encontré a Iruka.


 


-¿Estás bien, pequeño?-me miró preocupado.


 


-Genial-respondí feliz y sonriente.


 


Me hubiera gustado contárselo todo, pero trabajaba para el tío Orochimaru y se lo contaría si sospechaba que Sasuke  podía perjudicarme. No pensaba mantener mi relación en secreto para siempre, pero quería ser yo el que se lo contara cuando estuviera seguro de que no se podría entrometer. Se quedó asombrado por mi euforia.


 


-¿Tienes hambre? Tengo ramen de puerco a la diabla. Te lo preparo cuando quieras.


 


Qué haría sin él, era adorable. Sabía que ramen de puerco era mi debilidad.  Seguro que había cambiado su plan de cena por mí.


 


-Me doy una ducha rápida y ahora bajo-dije asintiendo, le di un abrazo y subí la escalera a toda velocidad.


 


Quince minutos después estaba sentado con mi ramen de puerco enfrente de mí, y con una toalla en mi cintura, no había podido esperar a comerlo, desde el baño podía oler lo delicioso que era. Me comí el ramen con mucho apetito. Iruka no pudo esconder su asombro. Apenas me senté terminé mi tazón de ramen, pidiéndole a Iruka un poco más. Iruka no lo podía creer. Me preguntó que era lo que había pasado con mi brazo y se lo expliqué casi todo. Tuve que insistir que no era grave y no tenía sentido llamar a mi tío. Lo quise ayudar con los platos pero no me dejó así que subí a mi cuarto a hacer los deberes.


 


No lograba concentrarme, me venía a la cabeza la conversación con Sasuke en el mirador. ¿A que se refería que era peligroso? Era cierto que le había prometido no hacerle más preguntas, pero no podía quitármelo de la cabeza. Él mismo admitía esconderse de algo, pero ¿de qué? ¿Algo ilegal? Seguro, si no, no tendría tanto miedo de contármelo e involucrarme. Cuánto más lo pensaba, más seguro estaba que Sasuke se escondía de alguien. ¿Dónde mejor que en un pueblo como Konoha? La pregunta era, de quién se escondía, ¿de policías, criminales? Viéndome especular me veía realmente estúpido. Por Kami-sama. Gaara tenía razón: no sabía nada de Sasuke. De todos modos dudaba que fuera la policía quien lo buscara. Probablemente trabajaba en la policía o había trabajado, seguramente para la secreta. Quizá había seguido la pista de unos criminales y había estado tan cerca que lo habían descubierto y tenía que esconderse. Por eso decía que tenía que irse de Konoha pronto. Pero… ¿no era demasiado joven para ser policía secreta? Apenas eran unos años mayor que yo. Sólo sabría la verdad cuando él me lo quisiera contar, y no parecía que lo fuera a hacer pronto. No rompería la promesa de no hacer preguntas, aun cuando la curiosidad me quitara el sueño. Dándole vueltas a esto me quedé dormido. Como en las noches anteriores soné con Sasuke.


 


Continuará…


 

Notas finales:

U-u ¿muy largo no?

Pero aún así muy bueno xD

Espero que les haya gustado n-n

No olviden dejar sus comentarios, acepto de todo tipo.

Les mando un beso y un abrazo.

Nos leemos :D


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