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Conspiracion por mordred

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02: Salvado.

 

Draco observó como aquel hombre que se había vuelto su salvación salía de la habitación en completo silencio. Sus métodos eran insondables por lo general, pero siempre llegaba a buen término, así que confió en sus palabras por una vez y se dejó caer en los brazos de Morfeo.

 

Un golpe seco despertó a Draco sobresaltado. El chirriante sonido de la puerta al cerrarse había hecho que sus ojos se abrieran de inmediato; ya fuera porque era su padrino o porque había estudiado sus hábitos, Severus nunca cerraba la puerta con fuerza. Eso más bien era lo típico de su padre. Aquel pensamiento hizo que se moviera con rapidez, levantándose sigilosamente de la cama y buscando un escondite apropiado a su alrededor.

                 

Como una revelación, el pequeño armario de Snape sirvió para que Draco se acomodara entre las túnicas oscuras del profesor y cerrase la portezuela discretamente, mientras escuchaba la conversación entre los dos hombres.

 

- ¡Tu! ¿Dónde está Draco?- a pesar de estar en una habitación aparte, la voz gruesa de su padre llegaba a sus oídos como si lo tuviera delante suyo. Por como arrastró las palabras, el niño dedujo que había bebido alcohol, pero no el suficiente como para emborracharse.

 

- En tu casa, supongo.- al contrario que la de su padre, la voz del oscuro mago era apenas perceptible, en un susurro que atemorizaba a sus alumnos. Draco sonrió con cierto dolor; cómo no, su padrino era siempre inocente. Nunca había sido pillado con las manos en la masa, aunque se sabía lo que hacía.

 

- No mientas, Snape. Le estás escondiendo.- la puerta del único dormitorio se abrió con fuerza, golpeando en la pared y desconchándola levemente. Draco observó por la rendija que quedaba abierta del armario como su padre entraba en la habitación con violencia y su mirada acerada, vidriosa por el efecto del alcohol en su organismo, analizaba todo a su alrededor, en busca de su preciado hijo. Frustrado, se giró hacia su antiguo amigo, sentado en la cama.- ¡¿Dónde está esa pequeña puta?

 

En el tiempo que dura un parpadeo, Draco vio a Snape alzado en el aire, cogido por la pechera. Esa simple acción que a él le provocaba escalofríos no parecía afectar en lo más mínimo al profesor, que siguió impertérrito.

 

- No sé por qué debería acudir a mí. Al fin y al cabo, no confía en mí, Lucius.- Poco a poco, el hombre cesó su agarre, dejando en el suelo a aquel hombre que para Draco era su salvación.

 

- ¿Vino aquí?- lentamente el cuerpo del aristócrata se acercó más al del pocionista, que le esquivo ágilmente, retrocediendo hasta que su espalda chocó contra la madera del armario.- Sé que estuvo aquí, Severus.- las manos del rubio se movieron hasta quedar a ambos lados del rostro del moreno, tapándole cualquier salida.- ¿Adonde mas iría, sino?

 

- ¿A casa de sus amigos?

 

- O a casa de Zabini…- susurró su padre antes de sacar la varita, apuntando directamente al cuello del padrino de Draco. Dentro del armario, el pequeño se quedó quieto, aguantando la respiración, rogando porque el hombre no le encontrase. Apenas había entre los dos un metro, y sin embargo, Lucius no le veía.- ¿De verdad no ha venido aquí, Snape?

 

- Ya te lo he dicho, Lucius. No está aquí, no ha venido.- La mirada acerada se estrechó hasta convertirse en una rendija. No obstante, el profesor debió ganarle a ese pulso de miradas que se estaban lanzando, porque al cabo de unos segundos, Lucius se dio por satisfecho con sus respuestas. Con movimientos rápidos y bruscos, el hombre salió de la casa hecho un torbellino, cerrando con violencia la puerta tras de sí.

 

Con cansancio el profesor se movió hasta la butaca al lado de la cama y se dejó caer pesadamente mientras, con timidez, Draco salía del habitáculo.

 

- Gracias por no delatarme, padrino.- el hombre se dedicó a mirarlo insondable hasta que, finalmente, añadió:

 

- Lucius va a la casa de los Zabini.

 

- Sí…- la voz del niño se perdió en la habitación. Por una simple frase había condenado a su amado y a sí mismo. Y, además, estaba empezando a involucrar a más personas de las que le gustaría.

 

- No te preocupes, puse a Blaise al corriente de todo. El sabrá que hacer. Por el momento, relájate, no volverá aquí. Por la mañana te dejaré en la Mansión Zabini, y empezaremos a planear todo.

 

- Vale…- con cuidado, Draco se tumbó de lado sobre la cama deshecha, cerrando los ojos inmediatamente.


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