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Fuego por Zafira

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Notas del capitulo:

Otro capi más... espero que les guste... por cierto, muchas gracias por sus comentarios...

No leemos...

Capítulo 11º: Secuestro

 

Por lo que le había dicho Keenan a Adalberto, tanto Gisela como su padre, y probablemente Waltorana, llegarían al anochecer. Realmente el mayor deseaba que la médica llegara lo antes posible, los malestares de su esposo no habían cesado, de no mejorar ya había decidido llevárselo nuevamente a tierras mazokus… casi podía escuchar el reclamo del líder de los Bielefeld por haber traído a su adorado sobrino a tierras humanas.

 

No se había percatado de que hacía unos minutos, era observado por esos grandes ojos esmeraldas… Wolfram se había mantenido en silencio, aunque este no iba  a poder durar mucho, pues estaba hambriento…  el sonido del movimiento le llamó la atención… sonrió al notar aquel extraño brillo en su mirar…

 

¿Hambre? – pregunto el mayor y el más joven asintió… -  ¿Qué quieres comer?

 

¿Podríamos ir a comer al pueblo? – pregunto el rubio cuidadoso… - ¡Por favor! – se adelanto a decir Wolfram al notar la negativa del de mirada azul, él no estaba acostumbrado a suplicar ni nada, pero sentía que se volvería un mueble más si no salía…

 

¡Bien… pero si te vuelves a sentir mal, no te levantarás de esa cama hasta que Gisela te evalúe! – dijo con firmeza Adalberto, saliendo de la habitación… Wolfram por poco y da un brinco de la alegría, se alistó rápidamente… y una vez listos, ambos salieron rumbo a la villa.

 

Y de nuevo estaban ahí… no entendía como no le había puesto un disfraz o al menos una capucha… su mirada indicaba claramente a todo aquel que posaba sus libidinosos ojos sobre su esposo, que le esperaba la muerte si no los apartaban de inmediato.

 

Por su parte Wolfram se mostraba muy emocionado, no había nada que no probara o se quedara observado embelesado. De tanto en tanto, volteaba el rostro en búsqueda del mayor… cuando se topaba con su mirada, le sonreía y volvía a curiosear por todas partes.

 

Adalberto no pudo evitar sonreír… Wolfram parecía muy alegre, no era muy común que él estuviera así… lo observó mientras le hacía cariños a unos niños… él debía admitir que el joven mazoku tenía cierta debilidad por los niños…  escuchó como aquellos pequeños le pedían al rubio que hiciera magia, sonrió al ver como su esposo se disponía a invocar a su elemento, su poder no sería muy fuerte, pero estaba seguro que iba a ser suficiente como para prender ligeramente sus dedos.

 

Notó su desconcierto, y casi podía ver cómo lentamente perdía el color que tenían sus mejillas, no lo dudó, se concentró un poco y logró encender una pequeña llama en los dedos de su consorte, los niños a su alrededor saltaron emocionados, mientras que él se aproximó al de sangre mazoku para rodearle con sus brazos…

 

¡Cuando Gisela me autorice, te entrenaré aquí… te aseguro que rápidamente podrás invocar tu maryoku sin ninguna dificultad! – susurró Adalberto al oído del más joven, quien se limitó a asentir un poco incómodo - ¡Vamos ya…!

 

Cuando sus visitas llegaron, Adalberto no estaba nada sorprendido de la llegada no solo de Gisela y su padre, sino también Waltorana. El bello mazoku estrecho entre sus brazos a su sobrino, y miró con tal desaprobación a quien ahora era su consorte, que incluso su propio padre se sintió intimidado…

 

Aunque a regañadientes, Wolfram permitió que Gisela lo examinara… Adalberto se había quedado cerca de la puerta, más que nada para vigilar a la mazoku, aunque ella era buena amiga de su adorada Julia y de su joven esposo… también era una leal soldado, fiel al maou.

 

---

 

¿Qué te dijo Gisela? – preguntó el oji azul al de mirada esmeraldina, cuando ambos se disponían a dormir…

 

¡Que debe ser efecto de estar aquí, pero que estaré bien! – comentó el rubio pensando bien en las palabras que iba a usar… después de todo la médica le había aconsejado dejar esas tierras y volver  a Shin Makoku…

 

¿Sólo eso? – Adalberto había notado que ambos jóvenes secreteaban una vez que el chequeo terminó… se sentía un tanto molesto pues a pesar de haberle preguntado directamente a la peli verde, sobre su diagnóstico, esta simplemente le había aconsejado volver a sus tierras…

 

¡Si… ¿que más podía decirme?! – comentó el menor subiendo a la cama, miró a su esposo, quien se había quedado pensando… él sabía que lo que inquietaba a Adalberto era la posibilidad de que él pudiera engañarlo… pero tenía que admitir que cuando el mayor se mostraba así de serio se veía sumamente sexi…

 

Cuando por fin dirigió su mirada hacia el menor, notó sus mejillas sonrosadas, su mirada estaba fija en su dirección… levantó la ceja un tanto confuso… la idea de que pudiera pensar en otro estando con él, le hacía hervir la sangre… por fin pareció despertar y levantó su mirada…

 

¿Por qué estas molesto? – preguntó el oji esmeralda al notar que era fríamente observado… aunque no pudo evitar nuevamente sonreír y sonrojarse más… no había duda de que se veía sexi…

 

¿Qué es tan divertido? – esa última expresión lo confundió… tenía que admitir que no tenía ni la más remota idea de lo que pasaba por la mente del más joven… una cosa si era segura… se veía muy adorable con las mejillas sonrojadas… subió lentamente a la cama, esa mirada le indicaba algo que le agradaba bastante…podía leer claramente deseo en esos bellos ojos…

 

Cuando sus labios estuvieron a punto de encontrarse… unos golpes en la puerta les obligó a apartarse… Keenan era quien llamaba… un tanto frustrado Adalberto se puso de pie y fue a ver qué sucedía…

 

¡Espero que sea importante! – habló agriamente el oji azul…

 

¡Señor… lo es… están atacando la villa en la zona este! – dijo con premura el hombre… tanto su padre como Waltorana habían salido de sus habitaciones también…

 

¡Maldición… prepara todo… iremos ahora! – ordenó Adalberto preparándose…

 

¡Yo iré también! – Wolfram al escuchar aquello se dispuso también a ayudar…

 

¡Olvídalo… es muy peligroso, tú te quedarás aquí con tu tío, sólo mi padre y Gisela pueden acompañarnos si quieren! – dijo con firmeza el mayor…

 

¿Qué… por qué puede ir ella y yo no? – Wolfram estaba empezando a exaltarse…

 

¡No puedes usar tu maryoku, y no te has sentido bien, además Gisela dijo que debías descansar… y ella es doctora, nos será de mucha ayuda! – Adalberto ni se volteó a mirar al menor mientras explicaba, se vistió y cuando se dispuso a salir se encontró con que el menor también estaba vestido y listo para salir - ¿No fui lo suficientemente claro?

 

¡Además de mi maryoku, también se usar la espada… así que iré contigo! – Wolfram realmente podía ser muy testarudo cuando quería algo… Adalberto le dirigió una mirada a Keenan…

 

¡Es muy peligroso…! – intentó razonar el oji azul, aunque podía ver claramente que el menor no iba a cambiar de opinión… - ¡Ah… perdóname!

 

¿Ehh? – Adalberto tomó en brazos al más joven, justo después de que Keenan lo expusiera al brillo de una roca, que consiguió hacer que perdiera el conocimiento…

 

¿Qué significa esto Adalberto? – Waltorana parecía a punto de desmayarse también, aunque su mirada indicaba que antes los rostizaría por hacerle aquello a su sobrino…

 

¡Es peligroso que vaya, Waltorana… lo mejor es que él se quede aquí… no me dejó otra alternativa… usted se quedará también para cuidarlo mientras yo regreso… ¿padre, me acompañará?! – con cuidado lo depositó sobre el lecho antes de dirigirse a su padre, este había asentido… a regañadientes, el líder de la casa Bielefeld, también asintió…

 

---

 

¡Es un IDIOTA! – Wolfram estaba que se lo llevaba el diablo, cuando despertó y su tío le explicó lo que sucedió le dieron ganas de salir para buscar a su esposo, y de golpearlo… - ¡No soy débil… ¿cómo se atreve?!

 

¡Sin embargo… estoy de acuerdo con él… la propia Gisela dijo que era mejor que descansaras! – el mayor de los Bielefeld acarició los cabellos de su sobrino… un sonido alertó a ambos… el rubio mayor sacó su espada y se acercó a la puerta… más no tuvo tiempo de abrirla, pues cuando estaba por hacerlo, esta salió disparada debido a una explosión del otro lado…

 

¡TÍO! – Wolfram se puso de pie y fue a ayudar a Waltorana que estaba bastante golpeado, ambos rubios dirigieron la mirada hacia la entrada, y pudieron ver a unos hombres vestidos con armaduras oscuras…

 

Inmediatamente el más joven tomó su espada y se dispuso a atacar  a aquellos sujetos, el mazoku mayor también hizo lo mismo, aunque al igual que su sobrino sintió que todo a su alrededor daba vueltas… ambos fueron atacados por piedras houseki, aunque fue Wolfram el primero en perder la conciencia.

 

¡No se atrevan a tocar a mi sobrino! – amenazó el bello rubio de verde mirada, al momento de invocar a su poder… un nuevo ataque con las piedras le hizo caer al suelo…

 

Sin poder mover un solo centímetro de su cuerpo, pudo ver como uno de esos hombres cargaba a Wolfram… sentía el olor a humo en el lugar… sin poder evitarlo lentamente fue perdiendo la conciencia…

 

Mientras en otra zona, Adalberto y sus hombres lograban controlar la situación… Gisela ayudaba con los heridos. Alberos se acercó a su hijo después de unos momentos…

 

¡Es extraño… parece que solo buscaban causar destrozos… no se robaron nada! – murmuró el mazoku mayor pensativo…

 

¡Tienes razón, padre… es como si quisieran una simple distracción! – murmuró el oji azul viendo todo a su alrededor…

 

¡SEÑOR… SU CABAÑA! – Berma apunto hacia el lugar… a la distancia podía notarse que el lugar estaba incendiándose…

 

¡Parece que Wolfram ya recuperó sus poderes y está molesto! – susurró Adalberto, aunque sin pensarlo mucho subió a su caballo en dirección al lugar… su padre lo había seguido, sólo Gisela se había quedado…

 

Cuando llegaron, notaron de inmediato que algo andaba mal… sin siquiera pensarlo los hombres Grantz entraron a la cabaña, mientras que Keenan ordenaba a los hombres ir en busca de agua. Adalberto llegó primero a la habitación, notó que la puerta fue violentada, el lugar estaba consumiéndose por el fuego, fue Alberos quien notó a Waltorana en el suelo, cuidándose del fuego fue hasta él, y cargándolo en brazos lo sacó del lugar…

 

Poco después de su padre, Adalberto también salió… su expresión no decía nada, más su mirada indicaba que estaba alterado…

 

¿Dónde está Wolfram, hijo? – preguntó con urgencia el líder de la familia Grantz…

 

¡No esta por ninguna parte! – comenzó a decir el oji azul…

 

La tos proveniente de Waltorana les llamó la atención… el mazoku de ojos verdes despertó y aunque al principio estaba un tanto perdido, al ver a Alberos su expresión denotó angustia y sosteniendo al mayor de sus ropas…

 

¡Wolfram fue secuestrado!

 

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¡Uhmm… aush! – se quejó al momento de despertar, sentía que le dolía todo el cuerpo… a penas podía mover la cabeza, cuando sus parpados comenzaron a abrirse, notó que el lugar en el que se encontraba estaba tenuemente  iluminado por unas cuantas velas… intentó moverse, pero le fue imposible… levantó la mirada hacia arriba y pudo notar que sus manos estaban amarradas a uno de los barrotes de la cabecera… “¿Qué es esto… dónde estoy?”…

 

¡Pensé que no despertarías! – un profunda voz se hizo escuchar entre la penumbra, aunque Wolfram dirigió la mirada hacia ahí no logró distinguir a nadie… - ¡No estés asustado, en lo posible, intentaré no hacerte daño!

 

Aquellas palabras alertaron al rubio, quien de inmediato intentó zafarse de sus amarras… la imagen de un hombre comenzó a acercársele, su mirada no podía apartarse del lugar de donde provenía la voz…

 

¡Te harás daño, Wolfram! – a esa simple afirmación el mazoku de ojos esmeraldas se quedó de piedra… su corazón comenzó a latir dolorosamente en su pecho, sentía la boca seca y por más que hubiera deseado gritar su voz no encontraba manera de hacerse oír…

 

“¡No es posible!”… pensó el rubio negando con la cabeza…

 

¿Me pregunto qué hará Adalberto? – murmuró tranquilamente quien ya estaba justo a lado del lecho… - ¡Después de todo… para un noble… esta es una ofensa imperdonable!

 

¿Maou…? – logró decir Wolfram, con un hilo de voz… todo su cuerpo comenzó a temblar, aquella mirada era sin duda la del rey de todos los demonios…

 

¡Si… mi demonio de fuego… ¿me has extrañado?! – habló con ironía el maou, al tiempo en que lentamente se fue colocando sobre el cuerpo más menudo… - ¡No debí permitir que nos abandones… la sola idea de que alguien más puso sus labios sobre ti, hace que mi sangre hierva de furia! – las palabras sonaban suavemente, aunque el brillo en esa oscura mirada, daba fe de ese enojo…

 

¡Pero maou… el compromiso fue roto…! – intentó explicar el de piel clara, al tiempo de recibir una caricia en el rostro…

 

¡No recuerdo…. haber roto nada, mi príncipe… y yo, soy el único con esa autoridad! – Wolfram abrió grandemente sus ojos de la impresión, de que sus labios sean tomados por el peli negro…

 

¡No… maou… yo, yo estoy casado… suéltame! – el temor que sintió estremecer su cuerpo, sólo lo había sentido antes, y casualmente a causa de sus encuentros con quien ahora le hablaba… ni siquiera se sentía con valor de llamar a Yuuri para que reaccionara…

 

¡Él está de acuerdo conmigo… está aquí mismo, tan deseoso como yo… de acabar con ese matrimonio!

 

---

 

Él no quería creer que aquello estaba sucediendo… no le cabía en la cabeza que Yuuri estuviera haciendo una cosa como esa… desde el momento en que sintió como era despojado de sus prendas, todo a su alrededor comenzó a volverse nebuloso… deseaba desmayarse para no sentir lo que le estaban haciendo sentir… no le parecía justo… no lo era, ahora que él ya había renunciado a toda esperanza y que se estaba dando la oportunidad de sentirse en familia con quien a pesar de no amarlo, lo trataba bien, y lo cuidaba…

 

Separó con sus manos ambas piernas, y se posicionó entre ellas… sentía que su conciencia estaba a la mitad… tanto él como el maou estaban a cargo, ya que a pesar de sentir la necesidad de tomar a su ex prometido con fuerzas debido a la rabia que los celos le hacían sentir, no deseaba lastimarlo… el plan era simple… deshonrarlo, de tal manera que un orgulloso mazoku como lo era Adalberto, lo abandonase… además, como su propio alter ego le había dicho, Wolfram jamás diría quien lo había atacado, y eso era algo, que tampoco toleraría su nueva familia…

 

¡No… por favor, no! – las lagrimas que caían de sus ojos le hicieron detenerse solo por un momento…  no deseaba ser mirado de esa manera… no podría hacer algo como lo que iba a hacer bajo esa mirada llena de angustia y desilusión…

 

¡Si deseas venganza… sólo dile a tu esposo quien te hizo esto… y si no… espérame que cuando él te deje yo iré a buscarte! – Yuuri vendó los ojos del rubio bajo suyo, luego siguió besándolo en su cuello… cuando se disponía a penetrarlo…

 

No comprendió bien lo que sucedía, no lograba ver nada con aquellas vendas… Yuuri se había apartado de su cuerpo y se había marchado, luego de susurrarle quedito a su oído… “¡Me gustaría ver su expresión cuando te vea… nos vemos pronto, mi príncipe!”… sintió algo de frío y comenzó a temblar… se sentía tan vulnerable… el sonido de unos pasos le heló la sangre, los latidos en su pecho fueron tan potentes que sentía que lo lastimaban, intentó una vez más soltarse de sus amarras, pero lo único que conseguía era seguir lastimándose más las muñecas… alguien se le estaba aproximando, sus piernas se sentían tan cansadas, pero haciendo acopio de sus últimas fuerzas las cerró… quería preguntar quien estaba ahí… pero la voz no le respondía…

 

La respiración se le detuvo cuando sintió la superficie fría de una navaja cerca de sus manos, lentamente la presión de aquellas cuerdas fue desapareciendo, y por fin fue liberado de su cautiverio, su cuerpo fue cubierto por un cálido manto, y fue cargado por unos fuertes brazos… aquel olor él lo reconocía… pero se sentía demasiado humillado y avergonzado como para hablar… antes de que sus fuerzas lo abandonaran por completo… fue capas de escuchar una oración… después todo era tan cálido… aunque no pudo ver el motivo, aún sin vendas, no tendría fuerzas para hacerlo…

 

---

 

Había sentido su mundo desmoronarse cuando Waltorana le había dicho aquello… sin embargo, no perdió el tiempo dejándose arrastrar por la desesperación, inmediatamente ordenó formar un grupo de reconocimiento y búsqueda… no debía perder el tiempo… ordenó a Berma cuidar del tío de su consorte, aunque este deseaba también ir a buscarlo, se notaba que estaba herido… su padre lo acompañó en la búsqueda… no podían estar muy lejos… intentó no prestarle atención a los dolorosos golpes de su corazón en su pecho, tenía un muy mal presentimientos, por lo que debía apurarse y encontrarlo pronto…

 

Marker, uno de sus hombres, encontró rápidamente un rastro… lo siguieron sin dudar, llegaron a lo que parecía ser una cabaña… esta estaba vigilada,  su primer pensamiento fue el atacar sin compasión, era una suerte que su padre estuviera ahí… rápidamente ideó una estrategia, y la pusieron en práctica… no podían permitir que esos sujetos dañasen al mazoku joven…

 

Después de vencer a unos cuantos enemigos fue lentamente hacia aquel lugar… en la entrada tres hombres parecían estarlo esperando… se enfrentó a uno de ellos, mientras los otros dos ingresaban al lugar… fue sorpresivo, sin más su adversario dejo de atacarle, y simplemente se retiro…  cuando lo notó, huía en compañía de otros más… observó a su padre para que este los mandara seguir…

 

Sintió su corazón detenerse a cada paso que daba hacia la cabaña… Keenan se había adelantado para verificar que no fuera una trampa, quiso ingresar antes de él, pero lo detuvo… casi tumbó de una patada la puerta…  bajo unas escaleras y siguió un corredor… estaba listo para matar a cualquiera que le saliese al paso.

 

Se encontró con una puerta a medio abrir, había un fuerte olor a mirra en el lugar, sintió su pecho contraerse cuando lo vio sobre ese lecho, estaba temblando como una hoja… sus ojos recorrieron todo su cuerpo, estaba humedecido… tenía rastros de haber sido profanado por alguien más… sentía tanta ira, que a duras penas podía contenerse…

 

Sacó una daga de su bota, y se acercó un poco más al menor… las muñecas estaban amoratadas, y comenzaban a sangrar… con cuidado cortó las amarras, no dijo nada, después simplemente se quitó su capa y cubrió aquel cuerpo con ella, con sumo cuidado lo cargo, y sintió como él buscaba calor acurrucándose en su pecho… miró el lugar con sus velas, los pétalos de rosas en la cama… casi se sentía temblar de pura ira… “¡Lo mataré… mataré al maldito…!”… pensó con rabia… cuando se disponía a marcharse, susurró casi inaudible aquella oración… a sus espaldas, el fuego comenzaba a consumir aquella cama… lo quemaría todo…

 

Lo sintió temblar cuando la brisa de la noche tocó su cuerpo, ninguno de los presentes dijo nada, observó a su padre preguntándole por aquellos hombres, este simplemente negó… dirigió su vista hacia su rostro… sus mejillas estaban rojas, y casi podía asegurar que esa venda ocultaba las lagrimas de sus ojos…

 

¡Encuéntrenlos! – ordenó sin más… Keenan asintió, le acercó su caballo, y le ayudó a montarlo… mientras su padre sostenía al recién hallado Wolfram… - ¡Pero los quiero vivos… seré yo, quien le quite la vida a esos bastardos!

 

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Escuchó atentamente las explicaciones de Gisela luego de haber atendido a su esposo, en ese preciso instante, Waltorana estaba a su lado, la mujer informó que le había suministrado un sedante para que descansara… según sus palabras, Adalberto había llegado a tiempo, pues el criminal no había tenido tiempo de consumar la violación… después de escucharla, el mazoku mayor se dispuso a salir en busca de quien pisoteara su honor, humillando de aquella manera a su consorte…

 

¡Adalberto, por favor, recapacite… si su excelencia despierta y no lo haya a su lado, pensará que usted lo ha repudiado! – la peli verde lo había seguido hasta afuera de la cabaña que ahora ocupaban - ¿O es que es eso?

 

¡Cállate… iré a buscar a esos malditos, para hacerles pagar lo que le hicieron! – dijo con furia contenida el hombre…

 

¡Sin embargo, es aquí a su lado, donde tiene que estar… por lo menos espere a que él despierte! - Gisela conocía bien a su amigo, y sabía que no soportaría un nuevo rechazo, no después de todos los que había tenido que aguantar… además estaba segura que ni Alberos podría detener al menor si su deseo era marcharse para evitarle la vergüenza a la familia de su esposo… - ¡Por favor…!

 

¡Bien Gisela… tú ganas! – el mazoku ingresó una vez más a la pequeña casa, se quedó justo en el umbral de la puerta, observando como con todo el amor del mundo, Waltorana acariciaba los cabellos de su sobrino… aquella imagen le hizo sentir tan impotente… él debió estar allí para protegerlo… y no había estado…

 

Se sentía bastante mareado, a pesar de tener los ojos cerrados… abrió los ojos lentamente… tenía nauseas, cuando al fin se digno a abrir los ojos, se encontró en una habitación que no conocía… un escalofrío recorrió su cuerpo, aunque la sensación de que deseaba vaciar por completo su estómago fue más fuerte… con algo de dificultad llegó hasta el baño… cuando comenzaba a sentir que iba a desmayarse, unos brazos lo rodearon, y con cuidado lo cargaron…

 

¡Llamaré a Gisela… no te levantes de la cama! – aquella voz sonaba cansada, aunque su imagen no lo demostraba… Wolfram miró fugazmente a su esposo, este se marchó a paso presuroso, y cuando volvió, su amiga lo acompañaba…

 

¡Excelencia… ¿cómo se siente?! – Gisela lo examinó… mientras que Adalberto simplemente lo miraba sin decir nada… cuando la mujer abandonó la habitación en busca de algo de comer, fue que un incómodo silencio comenzó a reinar…

 

El oji azul se aproximó al lecho, y se sentó en la orilla… Wolfram levantó la mirada hacia él, no podía evitar sentirse muy avergonzado, después de todo, él no había sido capaz de defenderse…

 

¿Viste quienes eran… puedes decirme cómo se veían? – preguntó entonces el mayor, levantando la mano y tomando el mentón del mas joven…

 

Wolfram comenzó a temblar al tiempo en que negaba con la cabeza, inmediatamente después sus ojos dejaron caer lágrimas de agonía, él no podía decirle la verdad a su esposo, no había manera en que él se lo dijera…

 

¡Perdóname…! – murmuró el más joven al tiempo en que  se abrazaba con sus propios brazos… Adalberto no soportó aquella imagen, y sin poderlo evitar salió de la habitación, una vez afuera se sujetó con ambas manos la cabeza…  casi tenía la certeza de que Wolfram si sabía quienes los habían atacado, y él mismo, tenía un posible culpable…

 

¡Señor… el maou y una comitiva, acaban de llegar!

 

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Gwendal estaba realmente furioso, y como era de esperarse, culpo de lo ocurrido a Adalberto, cuando su mirada se topó con la de él tan campante, no pudo evitar sentirse descompuesto, Gisela había sido quien lo había llevado hacia la habitación… entre las palabras que había escuchado decir a su hermano mayor, estaba que iba a llevárselo con él...

 

¡No creo que Adalberto permita eso, excelencia! – murmuró la peli verde al ver la expresión de pánico en el rostro del menor…

 

¡Lo hará, he deshonrado a su familia! – susurró con la voz cargada el rubio… al final todo saldría como Yuuri y el maou lo habían planeado… - ¿Por qué tengo que sentirme tan mal?

 

La mujer se sintió mal por su amigo, se mordó el labio pensando en lo que debía hacer, sujetó con sus manos las manos de Wolfram, aún podía notarse las marcas de las cuerdas en aquellas muñecas… el rubio levantó la vista notando que su amiga se debatía internamente con algo… cuando sus ojos se encontraron ella sonrió…

 

¡No quería decírselo… temí que por las impresiones tan fuertes, no evolucionara bien… pero…! – la mujer habló un poco temerosa, a ninguno de la familia le había contado nada, sin embargo… no podía seguir callando…

 

¿Qué ocurre Gisela? – Wolfram miró extrañado a la peli verde…

 

¡Estoy segura… que usted, ya debe haberlo sentido! – la joven tomó una de las manos del noble y la guió hacia el vientre… el rubio abrió de sobre manera los ojos… buscó los ojos de la médica para confirmar su sospecha, una sonrisa en los labios de la mujer lo confirmó… - ¡Es muy rápido… aún podría perderlo… es por eso que no quise decir nada… pero tengo la certeza de que usted está en estado!

 

Adalberto ingresó a la habitación hecho una furia, por un instante Wolfram temió que Yuuri le hubiera confesado que él era el culpable… con la mirada el oji azul instó a salir a la mujer, cuando ella salió, la puerta fue cerrada…

 

¿Quieres irte con tus hermanos? – preguntó entonces el mazoku… - ¿Quieres que anule el matrimonio?

 

Algo en su interior se rompió… a duras penas podía respirar, comenzó a temblar sin saber que responder…

 

¿Quieres dejarme? – susurró al fin con las manos aún en su vientre…

 

¡No! – fue la escueta respuesta del oji azul… - ¡A menos que quieras que te deje!

 

¡Yo no… no quiero! – dijo después de unos momentos el oji esmeralda…

 

Cuando el menor se refugió en sus brazos sintió su mente calmarse, después de discutir con sus cuñados, se percató de algo… ellos contaban con que él dejara a su consorte debido al incidente, lo estrechó más fuerte contra su pecho… tal vez si fuera el mazoku que fue en los tiempos en que aún servía a Shinou, tal vez si lo abandonaría, después de todo, él era un orgulloso mazoku que respetaba las costumbres… pero ahora… sería estúpido dejarlo sabiendo que no había sido su culpa… y menos si sospechaba de un posible culpable, que seguramente aprovecharía al máximo su estupidez…

 

No necesitó buscar la mirada de su padre, para saber qué era lo que él pensaba, y si él, siendo el líder de la familia no se sentía agraviado con lo acontecido… qué derecho tenía él para estarlo…

 

¡Volveremos a Grantz… ahora debo hablar con Gwendal, descansa… tu tío vendrá a pasar la noche contigo! – susurró mientras lo acomodaba sobre el lecho…

 

Cuando lo vio salir se sintió solo un poco mas tranquilo…  era evidente que si volvían a Grantz era por exigencia de su hermano… y ahora que sabía de su estado, él estaba de acuerdo en volver… aunque debía admitir que Gisela tenía razón, lo mejor era tener la certeza de que el embarazo esté en orden antes de comentarle de aquello a Alberos y a Adalberto… sonrió acariciando su vientre… a pesar de todo lo que había tenido que pasar, aquello era una bendición… tendría su propia familia… al fin la tendría…

 

---

 

El viaje había sido largo, por seguridad, el primer lugar en donde descansarían sería en las tierras Bielefeld, el maou no disimuló su disgusto ante la negativa de Wolfram de volver a Pacto de Sangre, aunque ese disgusto solo ocasionó que el rubio permaneciera más cerca de su esposo…

 

¡Te ves algo diferente… ¿hay algo que debas contarme?! – Adalberto llevaba un buen rato esperando al más joven quien estaba cambiándose, era evidente que el oji esmeralda estaba feliz de haber llegado a su antigua casa…

 

¡No me pasa nada… solo estoy contento de volver aquí! – dijo al tiempo en que dejaba caer por su cuerpo el camisón que usaría para dormir…

 

¡Uhmm… lindo…! -  susurró el mayor sonriendo al ver como se veía su esposo, desde aquel incidente no había intentado tocar al menor, temía que el trauma de lo vivido hiciera que lo rechazara… por otra parte, aunque se reprochaba por eso, no podía apartar de su mente la imagen que viera cuando lo encontró…

 

Wolfram miró a su esposo un tanto dudoso, más se aproximó a él lentamente… subió al lecho acercándose mas al cuerpo de mayor, este lo miró a los ojos… luego fijó su atencón hacia la piel que dejaba ver el camisón… sonrió al extender su mano para recorrer con ella el muslo del joven por encima de sus prendas.

 

Cuando se disponían a besarse, alguien toco la puerta interrumpiéndolos… la expresión de fastidio del de mirada azul no se hizo esperar…

 

¿Quién es? – preguntó el más joven sin moverse de la posición en la que estaba…

 

¡Excelencia, disculpe… el maou pide una audiencia con usted! – a aquellas palabras el joven se tensó, más al notar el enfado en los ojos de Adalberto..

 

¡Dígale que estoy demasiado cansado… que mañana en presencia de mi tío, podremos hablar! – contestó después de unos momentos el oji esmeralda.

 

Pudo notar inmediatamente la pena en la mirada de su joven compañero… la simple mención del maou ocasionaba que todo su cuerpo temblara, si antes dudaba de sus sospechas, ahora estaba seguro… sus ojos se toparon con los de él.

 

¡No hablaras con él! – aquello era claramente una orden, Adalberto no se sentía tranquilo con aquel muchacho bajo el mismo techo que Wolfram, después de todo, todos los problemas que había tenido con este, eran culpa de ese moreno.

 

Wolfram se recosto a un costado de la cama, dispuesto a dormir… definitivamente Yuuri solo le daba problemas, pero él no permitiría que eso pasase… si antes decía que no le importaba, ahora podía decir lo contrario, si una vez estuvo dispuesto a dejar ir al menor por no sentir nada por él, ahora podía decir que no permitiría que nadie lo alejase de su lado… Wolfram le pertenecía a él ahora, era su consorte…

 

¡Podemos irnos durante la noche… ellos no tienen por qué darse cuenta! – murmuró el de cabellera dorada, y el mazoku de más edad sonrió…

 

¡No… esta noche no tengo deseos de huir… no tenemos por qué hacerlo… hay otras cosas que quiero hacer contigo! – aquellas palabras pintaron las mejillas del menor… aunque luego simplemente sonrió, y volteándose para mirar de frente a su esposo, se acercó a su pecho, besandolo…

 

Aquello le provocó un escalofrío al mayor, fue entonces que Adalberto sujetó de los cabellos al joven, le instó a levantar el rostro, cuando lo consiguió se acercó para reclamar sus labios… casi inmediatamente los brazos del Wolfram rodearon su cuello y lo besaron con avidez, aquello encendió su deseo, y mientras respondía los besos de su esposo, sus manos fueron levantando el camisón, que aunque pensaba que le quedaba bonito al joven príncipe, en su opinión aquella perfecta piel desnuda, le quedaba mejor.

 

--*--

 

¡Maldición… ¿pero quien se cree que soy?! – soltó con rabia Yuuri, ante la atenta mirada de su sabio…

 

¿Y que esperabas Shibuya, que viniera corriendo tras de ti? – Murata observó a su compañero, aquello que hiciera con el maou era algo que él deseaba impedir… aunque llegó tarde… sin embargo sintió alivio al saber que no se había consumado - ¡Entiende que ahora él ya no te pertenece, ahora le pertenece a alguien más…!

 

¡Voy a matar a ese alguien! – rugió esta vez el maou

 

¡No harás tal cosa… sir von Bielefeld jamás te lo perdonaría! – soltó entonces el sabio… Shinou le había ordenado proteger a su descendiente, y eso era algo no muy común en la deidad, lo que quería decir que la entidad dentro de su amigo, estaba cada vez más fuera de control…

 

¡Él me lo perdonará… no pienso renunciar a quien nació para pertenecerme! – murmuró el peli oscuro con mirada gatuna…

 

¡Tanto tú como Shibuya, tuvieron su oportunidad…! – comenzó a decir Murata pero la fría mirada que le dirigió el maou le hizo callar…

 

¡Él ira a nosotros por propia voluntad… mi sabio… se nos entregará sumiso…! – habló con una sonrisa el moreno - ¡así tenga que esperar para cumplir mi voluntad… después de todo… son un rey paciente!

 

¡Mañana volveremos a Pacto de Sangre! – dijo al fin el de piel mas clara, se sentía un tanto derrotado, todo indicaba que su amigo y el maou ahora eran uno… y que si antes era cabeza dura, ahora lo era más…

 

¡Volveremos… después de que hable con Wolfram!

Notas finales:

Uhmmm... había cosas que le quería poner, pero lo pense mejor... aunque quien sabe si para mas adelante... jejeje les soy honesta, no tengo ni la mas remota idea de como acabará el fic jajaja pero se, que me gustará averiguarlo...


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