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Máscara por Fallon Kristerson

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Notas del capitulo:

Este capi es narrado por Gakuto n.n

La música del club está como siempre, rompiéndome los oídos. Aún así, me gusta, me hace sentir un poco atolondrado, casi como el alcohol, solo que este no me deja recordar mucho. Pareciera que fuera una noche como todas, una más en la que solo me voy a perder, solo que hoy tengo otra razón para estar aquí.

Siento un leve tic al recordar la mirada penetrante de Ayame. ¿¡Cómo diablos...! Siempre lo he hecho, vagar por la calles hasta llegar a este local y perder la conciencia de lo que hago luego del quinto vaso, dejarme jalar a la cama por cualquiera y luego irme antes de saber de quien se trataba. Por eso el carnaval es perfecto , no deja huellas. Por lo general; solo esta vez se me olvidó la máscara. ¿¡Cómo mierda fui tan idiota! Solo me gustaría saber cómo supo localizar a mi hermana. Digo, no vio mi cara ni nada. Qué raro... Bueno, la cosa es que ahora Ayame está furiosa, yo le había prometido que dejaría de "ir de cama en cama" (como lo ha llamado ella), pero es que simplemente no puedo. Es una estupidez, creo nue solo lo hago para distraerme un poco de lo miserable que es mi vida. Qué bajo he caído... ¿Qué diría mamá si me viera ahora? ¿¡Y por qué estoy pensando ahora en ella! Ella no tiene nada que ver...

Pido otra tequila. Creo que es la cuarta, aunque no estoy muy seguro. Lo mismo da. Sé que aún faltan cuarenta minutos hasta la hora "acordada", pero eso me da tiempo para tranquilizarme. ¿Tranquilizarme? ¡Yo estoy tranquilo! Ok, Gakuto, tú solo has venido por tu máscara...

-¡Hey, Gaku! ¿Qué pasó? No traes la más...

-Ya me di cuenta de eso-, corto en tono malhumorado.

Alzo la mirada hacia quien interrumpió mis pensamientos, Mateo, quien llena otra vez mi vaso. Es normal que no le extrañe que un "niño" como yo beba tanto, es uno de los pocos de aquí, si no el único, que saben cuál es mi verdadera edad, razón por la que este es el único local al que logro entrar. A veces el aparentar ser aún un menor es bastante molesto.

-Wow, ¿qué pasa con ese humor? ¿A quién esperas?

-A nadie.

-¿Seguro?

-A nadie que te interese-, me corrijo, cosa que le causa gracia al italiano.

-¿Sabes? Hay veces en las que en serio me pregunto si realmente tienes veinticinco años, das la impresión de seguir teniendo quince...

-No necesito oírlo.

-Ok, ok, pero no me vas a deci...

-Otra,- digo poniéndole bajo la cara mi vaso vacío. Mateo solo suspira, volviendo a servirme más tequila, sin dejar de mirarme como si fuera su hermanito pequeño a quien está permitiéndole suicidarse. Y no está tan lejos de la realidad.

¡Dijiste que dejarías de hacerlo! ¿¡Crees que es divertido ver como te revuelcas con quien sea en donde sea!

¿Por qué ahora estoy escuchando la voz de mi hermana? Ya es suficiente con que lo haya descubierto, como para que ahora me persiga. Mi mirada se pierde en la multitud que se apretuja en la pista de baile. Por alguna razón extraña no se me antoja bailar hoy. Normelmente me la paso así, bailando, antes de ir por cualquier bebida. Vaya, lo he hecho tantas veces que ya ni me importa lo mal que estoy. Y pensar que al principio me daba miedo el perder la conciencia en un lugar así. Se nota que mis padres están al otro lado del globo terráqueo. Que idiotez...

-Oye, ¡Gakuto! ¿Sigues aquí?

Miro un poco perdido a Mateo, que ahora ha dejado que se llevaran mi vaso. Al parecer no me va a dar otro, cosa que ya ni es necesaria, siento como el alcohol ya está teniento efecto. Ya era hora... Tambalenado me recuesto sobre la barra, alzando luego la cabeza hacia mi amigo. Este me mira preocupado.

-¿Te sientes bien?

-Perfectamete.

-No parece...

-No pregunté.

Vuelvo a hundir la cabeza, sintiendo luego como alguien la acaricia con suavidad. Es raro, no acostumbro que la gente me trate con gentileza, ya casi olvido qué es el que no te traten como a un objeto. Recuerdo que cuando conocí a Mateo fue eso lo que me gustó de él. Sin embargo los nuestro nunca llegó a funcionar de verdad, primero porque había algo que faltaba, y segundo, por Ayame. Claro, se suponía que ella no sabía que las personas con las que me acostaba eran de mi mismo sexo. Hasta ahora, supongo que fue lo que la hizo explotar.

-Vaya, me saliste siendo puntual.

Esa voz... Me levanto de golpe y me doy la vuelta, dando con un sujeto de más probable mi edad, oscuros cabellos y ojos azules. Lleva puestos unos anteojos, no recuerdo que los haya traído la noche anterior. Aún así, Dios, este tipo es casi perfecto, está justo como se quiere... ¿¡Pero en qué estoy pensando! ¡Yo quiero mi máscara!

Trato de ponerme de pie, pero tropiezo, cayendo en los brazos del ojiazul. Este solo me sonríe con arrogancia. Ahora que lo pienso... fue una mala idea embriagarme.

-¡Oye tú, suéltalo!-, oigo el reclamo de Mateo, pero este me suena tan lejano, es como si llevase puestas unas gruesas orejeras. Miro hacia arriba, solo para ver como aquel sujeto ignora, como si feliz de la vida, a mi amigo, estando más interesado en mirarme.

-Me parece que este no es buen lugar para hablar, deberíamos ir a un sitio más tranquilo, ¿no crees?- ¿Hablar de qué? No entiendo a qué se refiere, nosotros no tenemos de qué hablar. Quiero mandarlo a volar, claro que después de que me haya devuelto mi máscara, sin embargo solo asiento sumiso con la cabeza. ¿¡Qué me está pasando!

Siento como me ayuda a pararme bien, haciendo caso omiso a las protestas y amenazas de Mateo y pasando su brazo por detrás de mi espalda. Inconscientemente me apoyo contra él y dejo que me dirija. Ayame me mataría si me viera ahora, pero ella no está aquí, así que no importa.

Me doy cuenta de que el volumen de la música baja y eso parece ayudarme a recobrar un poco la consciencia. Hemos salido del local, al volverme otra vez hacia atrás, veo el letrero de luces de neón turquesa y amarillo. Percibo como me aborda un extraño sentimento, que raro...

-¿A dónde me llevas?-, pregunto un poco inseguro, cosa que se me hace extraño. Él me mira de manera un poco preocupada, de seguro debe de estar pensando en que soy una lástima de adolecente.

-¿Cuántos años tienes?- ¡Lo sabía! Atomáticamente suelto un bufido.

-Más de lo que aparento.

-Ya lo supuse, es imposible que alguien de trece ande por lugar así acostándose con cualquiera.

-¿¡QUÉ! ¡YO NO ME ACUESTO CON CUALQUIERA! ¡Y NO PAREZCO DE TRECE!

-Cálmate, ¿quieres? Haces un escándalo. Pero dime, si no te acuestas con cualquiera, ¿por que lo hiciste conmigo sin si quiera saber quién soy?

Rayos, ¿con qué clase de persona he acabado? Esto terminó siendo más problemático de lo que me hubiera gustado.

-¿De esto querías hablar?

-No, solo me daba curiosidad.

Me vuelve a sonreír, pero de una manera diferente, tranquila, ya no tan presumida. Nos detenemos por un rato y decido separarme un poco de él, convencido de que ya puedo caminar solo. Me mira detenidamente, de manera calculadora y fría, pero sin dejar que esa sonrisa desaparezca. Este sujeto es raro, casi me hace sentir como si fuera un chancho al que están subastando en una feria.

De pronto, él sigue caminando y yo no hago más que seguirlo. No muy seguro si realmente he recobrado algo de sobriedad, dejo que tome mi mano y me jale consigo. Su agarre se siente cálido y firme. Pero...

-No me has respondido-. Me vuelvo a soltar con un jalón brusco. Siento su mirada fría otra vez sobre mí. -¿A dónde me llevas?

-Ya vas a ver...

-¡Dime a dónde mierda me llevas!- Tengo el presentimiento de que que la sobriedad no ha llegado del todo. Maldito el momento en el que tomé el primer vaso de tequila. Comienzo a sentir calor, causa por la que me quito la capa y la dejo colgando de mi brazo. -¿A dónde vamos?-, vuelvo a preguntar.

-A un lugar-. Alzo una ceja en señal de descontento, a lo que él continúa caminando. –Vamos, no te vas a arrepentir...

Dudo por unos segundo antes de seguirlo otra vez. No sé qué me está pasando exactamente, estoy siguiendo a un extraño, del que no sé nada de nada y aún así... ¿siento que nada me va a pasar con él? ¡Ahhh! ¿¡Pero qué es lo que acaba de decir! ¿No me voy a arrepentir? Más le vale que no.

-¿Vienes?-, oigo de nuevo su voz llamándome. Lo miro molesto, no es mi culpa que sus piernas sean más largas y que por ellas camine más rápido que yo. Corro para alcanzarlo y en eso el sorpresivamente me agarra de la mano y me vuelve a jala consigo. Baja un poco la velocidad, por lo que ahora ya no debo correr yo.

No puedo permitirme perderlo de vista, pero cada vez que él voltea a verme, no puedo evitar desviar la mirada. Hay algo en sus ojos que me molesta, no sé si es esa frialdad o lo hermosos que son...

Paracemos solo una pareja joven más en las callezuelas de Venecia. Solo hay que tener en cuenta que no nos conocemos en lo absoluto y que fácil lo único que este tipo vino a buscar es sexo. Linda situación...

En eso nos detenemos repentinamente.

-Ya llegamos-, dice el sujeto peliazul. Miro escéptico el lugar al que fui traído: un hotel, y para rematar, uno de esos lujosos cons los que una persona normal ni siquiera se atrevería a soñar. No veo por qué venir hasta aquí debería haber valido la pena.

-Oye si solo querías eso pudimos habernos quedado en la dicoteca y ahorrarnos todas estas estupideces.

El idiota peliazul solo se ríe, volviendo a jalarme, esta vez hacia el interior del sitio. Pasamos de largo el enorme y lujoso recibidor, deteniédonos solo por un rato en la recepción, en la cual él reclama sus llaves. La señorita que lo atiende me echa un vistazo fugaz, no necesito que diga lo que piensa, ya lo sé.

Otra vez soy arrastrado, ahora hacia el ascensor. Solo estamos nosotros, todo el mundo está celebrando en las calles. Afuera.

Trato de distraerme, siento perfectamente como soy observado por el idiota peliazul. Vaya, como le he tomado cariño, hasta le tengo un apodo fijo. Primer, segundo, tercer, cuarto, quinto, sexto piso, voy contando cuánto subimos, solo para no tener que mirarlo a él. ¿¡Por qué estoy aquí! Ah sí, por mi máscara, claro...

-Te ves muy lindo con esa expresión tan pensativa.

Siento una vez más esos brazos rodearme, sin duda son los mismos de la noche pasada. Ese idiota, sabía que esto iba a acabar así. ¡y yo aún más idiota por caer en esto! Trato de soltarme, solo que claro, otra vez acabo siendo el niño debilucho que no puede zafarse del agarre del violador. Qué asco de situación.

-¡Suéltame!

Su aliento me hace cosquillas en la nuca, se siente tan cálido, casi quiero más. Pero entonces él se aleja y con razón, pues las puertas del ascensor se abren y ante nosotros se extiende un largo pasillo. Sigo al sujeto, quien, luego de caminar un poco, me abre una de las puertas.

Su cuarto se ve bastante cómodo, nada se ve demasiado elegante. Hasta cierto punto puedo decir que me agrada.

-¿Y bien?-, pregunto un poco indignado, esperando no recibir otra respuesta digna de un idiota. Eso es lo último que quiero ahora.

Doy con su par de zafiros centellantes, me observan detenidamente y sin despegarse de mi cuerpo. Pero él no me responde. Genial...

-Quiero mi máscara.

-La tendrás, solo deberías ser más paciente-. El sujeto me da la espalda, mirando ahora hacia las puertas de vidrio que dan a una pequeña terraza. –Sígueme.

Doy un paso hacia él, luego uno y otro más, hasta estar a su altura. Salimos juntos al frío de la noche de invierno tardío. Me acerco al borde de la terraza. Me fijo en que este hotel, si bien es bastante lujoso, no encaja del todo en esta ciudad. El cotraste entre la moderna construcción y la pintoresca Venecia es demasiado. Me inclino por encima de la varanda, mirando a la gente que pasaba apresuradamente por la calle, a muchos metros por debajo. En la calle. Siento el viento acariciarme el rostro, siento frío.

-Ten-, me llama la atención el tipo peliazul. Me volteo y veo mi máscara siéndome ofrecida. La acepto y de inmediato me la pongo. Eso no parece agradarle mucho al de lentes, pues se me vuelve a acercar y extiende su mano hacia mi cara. Me alejo de él esquivando el contacto.

-No te la pongas-, dice en tono de súplica. Lo miro sorprendido, aunque él no lo puede ver.

-Se-Sería mejor que ya me vaya-, me oigo tartamudear torpemente, pero no siento reacción alguna en mi piernas.

-No. Quédate...-, sus ojos me atraviesan practicamente.

Le doy la espalda, dirigiendo mi mirada hacia la luces que bailan a muchos metros por debajo de mí. Bravo, ahora esquivo su mirada. ¿Qué me pasa con este sujeto?

-¿Cómo te llamas?

-Yuushi.

-¿Yuushi qué?

-¿Ahora eres tú el que me interroga?- Lo miro enojado y él prosigue, -Oshitari. ¿Y tú eres?

-No te interesa.

-Si así fuera no estarías aquí.

Cómo detesto esas respuestas, mas que nada porque me dejan mal a mí. Lo detesto.

-Gakuto, Gakuto Mukahi.

-¿Cuánto tiempo vives aquí?

-¿Qué te hace pensar que vivo aquí?

-El que tu hermana tenga un trabajo fijo, el que un cantinero te deifenda como si ya te conociera toda la vida y el que ya te hayas acostumbrado a usar el nombre antes del apellido-, me responde como di fuese lo más ovbio del mundo. Debí suponerlo... volteo para mirarlo defrente y él me dedica esa sonrisa tan misteriosa que tan bien le van con esos ojos oscuros. Es hora de que lo admita, es hermoso.

-¿Siempre eres así?

Eso parece haberlo desconcertado.

-¿A qué te refieres?

-A que si siempre tienes esa pinta de dios griego-, se me escapa de los labios. Tarde realizo mi error. Su sonrisa se ensancha. ¡Mierda! ¿¡Por qué a mí!

-Supongo que sí la tengo. Pero tal vez tu lo quieras verificar por ti mismo.

-¿¡Eh! ¿Qué quieres decir.

-Que me encantaría salir contigo.

Definitivamente ahora debo de tener la cara de un idiota. Veo como se me acercá aún más y me quita la máscara, causándome un ligero estremecimiento al rozarme sus dedos. Siento la cara hervirme y creo que debería detenerlo. Pero al final solo dejo que su mano recorra mi rostro y él acerque el suyo al mio, logranod arrastrarme a un estado de ebriedad deliciosa, a pesar de ser él solo un desconocido insoportable y odiosamente estúpido. Ayame me va a matar...

Notas finales:

reviews? :3


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