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El fuego bajo el hielo por Laet

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Notas del capitulo:

Sí, tardé un poco más de lo que pretendía, pero bueno, los estudios son los estudios y tal... pero bueno, conseguí hacerlo.


Muchas gracias por los comentarios, gracias por estar ahí ^^

  Kai no era un novio al uso, eso ya lo había supuesto de antemano, y el incidente con Brooklin no hacía más que confirmarlo.


  El joven pelirrojo había dicho que Ray acabaría por cansarse de la frialdad del ruso, pero, aunque Kai no era una persona extrovertida, sí sabía ser cariñoso. No le llamaba cosas como “cariño” o “cielo”, y tampoco era muy dado a abrazarlo ni a besarlo… pero cuando lo hacía, o cuando le miraba de aquel modo en que sólo él sabía, Ray tenía la seguridad de que Kai le quería.


  El oriental esbozó una sonrisa divertida al tiempo que se arrebujaba en su abrigo. No todo el mundo entendía qué hacían juntos, muy pocos se daban cuenta de que el bicolor no era un simple pedazo de hielo andante. Entre ellos, su amigo japonés. Pero, en cierto modo, era comprensible. A lo largo de la última semana, Kai había estado alguna tarde en su piso y, exceptuando los roces que tenía con Tyson, se mostró tan impasible como solía con la mayoría de la gente.


  Ray aspiró una bocanada de aire helado. Estaba anocheciendo y hacía bastante frío. Casi había esperado que su relación siguiese más o menos como siempre. Por eso le había sorprendido tanto que Kai le hubiese pedido aquella cita.


  Llegó al lugar acordado y se encontró con que Kai lo estaba esperando, apoyado contra su coche. Sonrió al ver al pelinegro. Con el tiempo, Ray había caído en la cuenta de que aquel gesto sólo aparecía en su rostro cuando él estaba cerca.


  -Hola, ¿adónde vamos?-inquirió el oriental.


  -Ya lo verás.


  -Sabía que era inútil preguntar.


  -Hmm… Hoy es martes, mañana hay clase y probablemente volvamos muy tarde…


  -¿Intentas disuadirme?


  -Sólo te lo aviso. Iré de todas formas, pero me gustaría… me gustaría que vinieses conmigo –dijo. Aún le costaba un poco expresar sus sentimientos, pero no era del todo desagradable.


  -Claro que voy.


  -Pues, antes de nada, llama a tus amigos para decírselo. Sólo falta que me acusen de secuestro.


  Poco después se encaminaban hacia el norte. A pesar de que el tráfico era bastante fluido, tardaron algo más de media hora en dejar atrás las últimas luces de la ciudad y adentrarse en un sosegado paisaje boscoso. Las coníferas se alzaban ambos lados de la carretera, altas y majestuosas, acariciando el cielo con sus copas; casi parecían querer atrapar las estrellas que empezaban a cuajar un firmamento cada vez más oscuro.


  Ray desvió la mirada de la ventanilla y la centró en el rostro de su acompañante, levemente iluminado por las luces del salpicadero. De algún modo, el ruso se las arreglaba para hacer palidecer aquel paisaje en comparación con él. En ocasiones como aquella, resultaba difícil creer que era real.


  -Se me olvidaba –dijo de pronto el bicolor, sin despegar los ojos del asfalto-, Yuri me llamó a mediodía. Me pidió que te saludase de su parte.


  El oriental sonrió.


  -¿Cómo le va?


  -Bien, como siempre. Intentaba convencerme para que fuese a la cena de Navidad, pero…


  -¿Organiza una cena?


  -No, es… Mi padre y el suyo son amigos de la infancia, así que los invita a pasar aquí esos días.


  Ray parpadeó, sorprendido.


  -¿Estás diciendo que no piensas estar con tu propia familia en Nochebuena?


  El bicolor suspiró, y un deje de tristeza se adueñó de sus facciones.


  -Yo no pinto nada allí, Ray. Detesto a mi abuelo, y mi padre me detesta a mí.


  -Kai…


  -¿Hmm?-torció el gesto. El pelinegro seguramente iba a decirle que aquello no era posible, que era su padre, y que no podía culparlo por la muerte de Aleksandr y de su madre. Pero el caso es que lo hacía. Él mismo se culpaba por ello.


  Los pensamientos de Ray iban justamente en aquella dirección, y supo de antemano que no iba a lograr así como así que Kai dejase de verse como el autor de aquella desgracia.


  -¿…Y si organizamos otra cena?-sugirió, sorteando aquel tema.


  -¿Con… con quién?-acertó a preguntar el bicolor. No se esperaba aquella propuesta.


  -Tú, yo y Yuri, por ejemplo.


  -¿Y tus amigos? ¿No preferirías… estar con ellos? Yo no soy una compañía muy animada.


  -Max y Tyson hablaban sobre volverse a casa, pero les da pena dejarme solo. Si tengo plan tendrán menos problemas. Y Sveta estará con su familia, supongo.


  -Hmm… ¿no has pensado en volver a casa?


  -No hasta que acabe el curso. Decidí que me quedaría hasta entonces y… eso haré –concluyó en voz más baja.


  No había pensado en eso antes. ¿Qué pasaría con él y con Kai cuando tuviese que marcharse?


  -Supongo que, si para entonces no te has hartado de mí, me tocará visitar China el próximo verano –sonrió Kai, que debía de estar pensando en lo mismo.


  El oriental se sintió conmovido.


  -Eso sería genial –murmuró.


  El bosque fue perdiendo espesor hasta abrirse en una sucesión de pequeñas colinas tapizadas de hierba. Kai tomó un desvío y aparcó en una pequeña explanada destinada para ello. Sólo había otro coche allí.


  -Vamos.


  Bajaron y el ruso se dirigió al maletero.


  -Bueno, ¿y cuál es el misterioso plan?-preguntó Ray acercándose a él.-¿Eso es un telescopio.


  -Sí. Hoy hay una de las lluvias de estrellas más visibles, y además el cielo está despejado. ¿Has visto alguna?


  -No, nunca.


  -Espero que te guste.


  Subieron hasta la parte más alta de la colina junto a la que habían aparcado, montaron el telescopio sobre el trípode y lo orientaron en la dirección adecuada. Algunas de las estrellas fugaces podían verse a simple vista, pero con el telescopio se veían muchas más.


  Algo más abajo había un grupo de tres chicos, seguramente los dueños del otro coche, que también habían ido a ver la lluvia de estrellas.


  -Hermoso, ¿no crees?-sonrió el bicolor, tumbándose en el suelo y dejándole el aparato a Ray.


  -Sí, sí que lo es –dijo el oriental, sonriendo a su vez.-Gracias por traerme, Kai.


  -No me las des, me encanta que estés aquí –se incorporó y lo atrajo hacia sí hasta que quedaron los dos sentados mirando al cielo, Ray rodeado por los brazos del ruso. Por él, podrían quedarse así eternamente.


***


  -Buenos días, Ray.


  -Humm… -se frotó un ojo.-Hola, Max –abrió la nevera y cogió el cartón de leche. Vertió parte en una taza, la puso a calentar y guardó de nuevo el brick.


  -¿Llegaste muy tarde anoche?-preguntó el rubio, ocultando una sonrisa divertida tras su taza de café.


  -Como a las dos –ahogó un bostezo.


  -¿Y cómo fue la misteriosa cita?


  -Fuimos hasta las afueras a ver la lluvia de estrellas –sonrió.


  -Qué romántico. ¿Lo pasaste bien?


  Al oriental se le escapó una media sonrisa. Kai había estado muy cariñoso con él, compartiendo besos y caricias. “Bien” no se acercaba ni de lejos a su valoración de aquella noche.


  -Ni te lo imaginas.


  -Es una pena que hoy haya clase, podrías haber pasado la noche con él.


  Sonó el pitido del microondas.


  -Hmm… -tardó unos segundos en darse cuenta de lo que su amigo estaba insinuando.-¡Eh!


  El joven estadounidense intentó disimular la risa sin mucho éxito. Ray cogió su taza y se sentó frente a él, fingiendo estar enfadado.


  -Lo siento, lo siento… -dijo Max.-Cambiando de tema, ¿al final que vas a hacer por Navidad? ¿Te marchas, te quedas, quieres que nos quedemos contigo…?


  -Me quedo, pero no hace falta que vosotros lo hagáis. Pensaba en organizar una cena con Yuri y Kai porque, por lo visto, de lo contrario Kai va a pasarla solo.


  -¿Y su familia?


  -Es mejor no tocar ese tema.


  -Ya… Entonces, ¿no te importa que…?


  -No, no me importa, es más, podéis largaros ya mismo.


  -¿Huh? ¿Acaso te estorbamos en tus… planes?-sonrió con picardía.


  Ray se lo quedó mirando un instante para a continuación asentir:


  -Sí, Max, eso es exactamente –dijo con seriedad.


  -¿Lo… lo dices en serio?


  -Claro que no, pero me pareció que era lo que esperabas oír –le dedicó una sardónica sonrisa.


  -Es tu novio y eso, pero lleváis muy poco juntos, y él es como es y…


  -Lo sé.


  Se quedaron un momento en silencio, sumidos cada uno en sus propios pensamientos, hasta que Max lo rompió.


  -Me gustaría preguntarte una cosa, Ray.


  El oriental centró en él sus felinos ojos dorados, ligeramente empañados aún por el sueño. Apoyó los codos en la mesa y reposó la barbilla en sus manos, dando a entender que podía seguir.


  -¿Cómo es Kai realmente? Es decir… no dudo que sea un buen tío, pero hasta ahora sólo he visto su lado de… “cubito-de-hielo-andante” y… se me hace difícil imaginarlo de otra forma.


  Una risa baja estremeció el cuerpo del pelinegro.


  -No es de hielo –dijo, borrando la sonrisa.-La gente cree que no tiene emociones, pero eso no es cierto. Procura tenerlas bajo control porque la mayor parte de las cosas que se guarda son dolorosas… En realidad Kai es una persona muy cálida y sabe ser muy tierno –volvió a sonreír, ligeramente, con dulzura.


  Max sonrió también.


  -Me alegro por los dos. Está claro que os hacíais falta el uno al otro.


  -Es increíble, ¿no crees? Si yo… si hubiese decidido estudiar en otra ciudad, no le habría conocido, ni a él ni a vosotros… Es increíble.


  -¿Suerte quizás? Las cosas están como están, no le des más vueltas a las pocas probabilidades que había de que sucediera y disfrútalo. No tiene sentido que derroches el tiempo pensando qué habría pasado de haber elegido no venir a Moscú.


  -No pensaba hacerlo –miró el reloj de pared.-Bueno… yo ya me voy. Por cierto, será mejor que despiertes a Tyson, porque no parece que tenga intención de hacerlo por sí mismo.


  -Debía de estar preocupado por ti. Ya sabes… Kai no es de su agrado.


  Ray negó con la cabeza.


  -Me gustaría que dejase de tenerle tanta manía.


  -Necesitarías mucho más que suerte para conseguir eso, Ray…

Notas finales:

El fic está ahora en un punto en el que casi todo es insustancial, pero es necesario para seguir avanzando. Como siempre, se aceptan y agradecen los comentarios y las sugerencias.


Hasta el próximo cap ;D


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