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El fuego bajo el hielo por Laet

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Notas del capitulo:

Antes de que alguien quiera matarme, he estado realmente ocupada y con mucho en qué pensar como para ponerme con el fic. Sé que no es consuelo, pero prometí que no iba a dejarlo a medias y pienso cumplirlo.

 

Gracias a todo el mundo, gracias por los reviews, y disculpas por la tardanza. Disfrutad del nuevo capítulo ^^

  Miró a su alrededor, plantado en medio del salón, sumido en el silencio más absoluto. Max y Tyson se habían marchado. Sin ellos, el piso parecía frío y sin vida. Acababa de llegar después de haber acompañado a Max al aeropuerto, y ya se estaba sintiendo solo. Se había acostumbrado a la alegre, y a veces ruidosa, compañía de los dos chicos, y ahora no sabía qué hacer con tanto silencio.

  Caminó un poco por el salón, con aire aburrido, y finalmente tomó asiento en el sillón. No era un silencio cómodo, como el que solía compartir con Kai, sino uno que le hacía sentirse vacío y melancólico.

  Menos mal, se dijo, que Yuri llegaba aquella misma tarde y podría pasar algo de tiempo con él. Era su gran consuelo, ya que Kai tenía asuntos que atender y, le había advertido, no tendría mucho tiempo libre. Aquel día, concretamente, sólo el justo para acompañarlo a buscar a Dimitri y Yuri. Y simplemente porque el padre del bicolor era quien los había invitado.

  Con un suspiro resignado, se puso en pie y se dirigió a la cocina, a preparar algo de comer, deseando que las horas siguientes pasasen con fluidez.

***

  Tuvo que hacer uso de buena parte de su autocontrol para no precipitarse fuera de la sala de reuniones. Si se iba ahora, tendría que esperar bastante a que los Ivanov llegasen, y perder el tiempo no era algo que le gustase. Pero, dada su situación actual, aquel lapso no sería para nada malgastado. Una ligera sonrisa asomó a sus facciones ante este pensamiento.

  -Kai –lo llamó una profunda voz a sus espaldas.

  Su sonrisa se fue al garete. Se volvió para encarar al hombre que lo seguía y enarcó una ceja, interrogante.

  -¿Ya te marchas? Nunca te había visto tan animado por ir a buscar a Yuri –dijo con cierto sarcasmo.

  El joven maldijo para sus adentros. Quizás su padre y él no estuviesen muy unidos, pero lo conocía lo suficiente.

  -¿Vas a encontrarte con alguien más, tal vez?

  Parecía… ¿interesado? Eso sí que era una sorpresa, después de que se hubiese pasado los últimos años casi haciendo como si no existiese. Pero, además de sorprendente, a Kai también le resultó inquietante aquella pregunta tan certera.

  -Hmm… -dio media vuelta, dispuesto a seguir con su camino.

  -Si estás saliendo con alguien, Kai, me gustaría que me lo dijeses –insistió el hombre. Parecía contento por alguna razón.-Después de todo, soy tu padre.

  -Sólo cuando te conviene –replicó con acritud.

  -¿Es cierto entonces?

  Kai vaciló. ¿Debía hablarle de Ray?

  No era que se avergonzase por haberse enamorado de un chico, en absoluto, Ray era una persona maravillosa y se querían el uno al otro. El resto carecía de importancia. No, no era que quisiese ocultar su relación de cara a los demás… lo que le preocupaba era cómo reaccionarían su abuelo y su padre. Antes muerto que permitir que hiciesen daño a Ray.

  Mientras tanto, el señor Hiwatari estaba empezando a contagiarse de la preocupación que veía en el rostro de su hijo. Respiró hondo y su expresión se volvió seria.

  -¿Es que hay algún problema?

  Kai salió de su ensimismamiento, perplejo por el tono de su interlocutor. ¿Qué diablos estaría pensando su padre que le había pasado? Podía hacerse una idea, pero prefirió no imaginárselo.

  -Sólo un pequeño dilema.

  -¿Y cuál es?

  -No quiero ocultar mi relación como un secreto vergonzoso, pero no me fío de lo que harás si no te gusta quien he elegido –expuso con calma.

  -Vamos, vamos, no voy a hacerle ningún daño –sonrió, aunque su mente era un hervidero de preguntas. ¿Cuál era la parte que no iba a gustarle?-Ve a buscarla, ya que vas por Dimitri y Yuri, quiero conocerla.

  Chasqueó la lengua. No se molestó porque diese por supuesto que se trataba de una chica, en realidad le hubiese resultado sorprendente que no lo hubiese hecho. Pero seguía sin considerar buena idea el presentarle a Ray.

  -Por favor, Kai… –pidió.

  Bien, aquello sí que nunca lo hubiese esperado. Su padre, el gran Andrey Hiwatari, suplicando. Vivir para ver.

  -Hmm… Sólo si está de acuerdo en conocerte. Y más te vale no hacerle ningún daño, sea de la forma que sea –advirtió, con una mirada tan terrible que el hombre llegó a sentirse un poco intimidado. Aunque, claro, eso no iba a admitirlo.

  -Tienes mi palabra. Nos vemos en casa –se despidió a la vez que se volvía para regresar a la reunión.-¡Por cierto! Puedes tomarte el resto del día libre.

  De nuevo a solas, el joven bicolor suspiró largamente. ¿Estaba cometiendo un error?

  Llegó al lugar acordado varios minutos antes de la hora, todavía dándole vueltas a la conversación que acababa de tener con su padre. Lo cierto era que él no era el verdadero problema: su abuelo sería quien le diese auténticos quebraderos de cabeza.

  Estuvo así durante un rato, hasta que una delgada figura vestida con ropas blancas de corte oriental apareció en su campo de visión, y su mente quedó en calma. No parecía haber inquietud en su alma que el joven asiático no pudiese sanar, se dijo con una sonrisa.

  Ray reconoció enseguida el coche y se encaminó hacia él. El bicolor le indicó con un gesto que subiese al asiento del copiloto.

  -Buenas tardes, Kai –cerró la puerta con suavidad, y, al girarse para encarar al ruso, se encontró con los labios pegados a los suyos.-Mmm… Kai –suspiró, se abrazó a su cuello y disfrutó del beso.-Te quiero.

  -Y yo a ti –se separó un poco de él, pero sin romper el abrazo. Se le escapó un breve gesto de preocupación que no escapó a los agudos ojos dorados.

  -¿Qué ocurre?

  -Mi padre… -resopló-, de repente le interesa lo que pasa en mi vida y…

  -Déjame adivinar, ¿quiere conocerme?-el ruso asintió en silencio.-¿Le has hablado de mí? ¿Cómo ha reaccionado?

  -No le he dicho… Ah –negó con la cabeza-, en realidad no le he contado nada, sólo que estoy con alguien.

  -Hmm… -lo soltó y se acomodó en el asiento, mirando al frente, pensativo.

  -¿Tú quieres conocerle?

  -Kai, yo quiero ser parte de tu vida así que… -se encogió de hombros.-¿Te supone algún problema?

  -En absoluto, en ningún momento he pensado ocultarlo, pero no sé cómo se lo van a tomar. Especialmente mi abuelo. No es precisamente tolerante. Mi padre no es tan cerrado en ese aspecto, y me ha prometido no hacerte daño de ningún modo posible, pero no sé hasta qué punto puedo fiarme.

  -Bueno, supongo que podría intentar ser encantador para caerles bien, al menos a tu padre.

  -Ray, tú siempre eres encantador.

  El joven aceptó el cumplido con una inclinación de cabeza.

  -¿Te viene bien hoy?

  -¿Hoy?-el pelinegro tragó saliva y palideció un poco, como si estuviese sufriendo un mareo.-En fin, ¿por qué posponerlo?-dijo, aunque sin mucho entusiasmo. Si Kai le había parecido terrible al momento de conocerlo, ¿cómo sería su familia?

***

  Andrey tuvo dificultades para mantenerse concentrado durante el resto de la reunión. Ya en casa, aún no podía dejar de pensar en su hijo. Después de tantos años sumido en la oscuridad, apartado del mundo tras un verdadero telón de acero, volvía a ver vida en los ojos de Kai.

  Eso era estupendo, sin duda, pero… ¿cómo sería la persona que había obrado el milagro? Sin duda debía de tratarse de alguien sensacional, dulce, pero también con las agallas suficientes para atreverse a acercarse a Kai. Porque Kai se veía menos inhumano, pero seguía mostrándose implacable en aquellos encuentros con sus inversores.

  Frunció el ceño. Él era su padre. A pesar de que le costaba estar en la misma habitación que Kai sin recordar a Aleksandr y a su amada Irina, con el dolor que conllevaba, quería con locura a su hijo. ¿De verdad existía otra persona capaz de amarlo tal como era? O tal vez… ¿iría tras su fortuna?

  El hombre respiró hondo, buscando apagar la llamarada de rabia que había surgido en su interior al imaginar que estuviesen jugando con su hijo. Era improbable, por muy hermosa que fuese la muchacha. Kai no se dejaría cegar por una cara bonita, siendo como era de natural desconfiado. Pero claro, el amor no atendía a razones y podía doblegar al corazón más duro.

  Andrey se sentó en la cómoda butaca, mirando a través del amplio ventanal, adoptando el aire impasible tan característico entre los miembros de la familia Hiwatari.

  Había prometido no hacer daño a la joven, pero… a la más mínima sospecha, se aseguraría de apartarla para siempre de Kai.

***

  -¡EH, AQUÍ! –un chico pelirrojo daba saltos en medio de la multitud, tratando de hacerse ver por sus dos amigos.

  Ray lo saludó con la mano. A su lado, el ruso bicolor se limitó a mirarlos a él y a su padre con algo similar a la simpatía. Lo cual, tratándose de él, era mucho.

  -Me alegro de verte, Yuri –sonrió el oriental.-Y también a usted, señor Ivanov –el hombre correspondió a su sonrisa.

  -Bonita ropa, Ray –dijo el pelirrojo. Era la primera vez que veía al pelinegro con ropa china. Le quedaba bien.

  -Gracias. Fue un regalo.

  Dos días atrás, antes de que Tyson se marchase, habían intercambiado sus regalos. Por supuesto, Max les había regalado ropa a ambos. A Tyson para que no llevase siempre aquellas camisas suyas llenas de manchas. A él porque opinaba que el estilo oriental le pegaba mucho más. Y tenía que admitir que le encantaba aquel abrigo, de tela suave y blanca con líneas en azul oscuro adornando mangas y cuello.

  -Sentimos la tardanza –se disculpó Dimitri-, el vuelo salió con algo de retraso.

  -No hay problema –lo tranquilizó Kai-, habéis llegado bien, y es lo que importa.

  -Oh, sabía que en el fondo me querías –dijo Yuri, buscando pincharlo un poco. Era una manía que se le había pegado de Bryan.

  El bicolor simplemente lo miró, alzando una ceja, poco dispuesto a entrar al trapo.

  -No me mires así –protestó.

  Kai negó con la cabeza y murmuró algo como <<No tienes remedio>>. Ray se rio.

  -En el fondo le caes bien, ya sabes… le hace bien la compañía.

  -Hmm… Bueno, me imagino que ahora más bien preferirá otro tipo de compañía –le guiñó un ojo. Ray enrojeció levemente.-¿Ya te dijo si…?

  El chino asintió con la cabeza y no pudo evitar sonreír. Se sentía inmensamente feliz cada vez que recordaba aquella noche, aquel beso.

  Yuri supo interpretar su expresión y se volvió hacia el bicolor.

  -¡Eh, Kai! ¿Es que no pensabas decirme que tienes novio?-se quejó.

  Ray parpadeó, perplejo.

  -¿Es necesario que lo grites así?-masculló, pero el pelirrojo no lo escuchó o, como mínimo, lo ignoró.

  -No –dijo secamente el de ojos escarlata, sin darle mayor importancia.

  Dimitri sonreía divertido viendo a su hijo intentando discutir con Kai, y alegrándose interiormente por la noticia de que el joven bicolor tenía una relación. Aunque no le sorprendía del todo. En su visita al observatorio había podido comprobar que Kai no sólo no rechazaba, sino que también buscaba la compañía de aquel oriental.

  -¿Cómo se tomó Andrey la noticia?-le preguntó al pelinegro.

  -Ah… Disculpe, ¿quién?

  -El padre de Kai.

  -Pues aún no me conoce. De hecho, Kai se lo ha dicho hoy mismo y… quiere conocerme.

  Dimitri tuvo que hacer un esfuerzo por oír sus últimas palabras, apenas un balbuceo.

  -Entiendo que estés nervioso, pero no temas. Es un buen hombre –le sonrió.

  Ray trató de sonreír. Ojalá tuviese razón.

***

  Ante la visión de la mansión y sus inmensos jardines, el pelinegro se sintió muy pequeño. Por un momento, deseó hundirse en su asiento y desaparecer.

  Kai aparcó justo delante de la escalinata de piedra que llevaba a la puerta principal.

  Yuri y su padre fueron los primeros en salir. Ellos dos esperaron unos segundos más, nerviosos, aunque el bicolor no lo aparentaba.

  -Todo irá bien, Ray –dijo, apretándole el hombro con suavidad, y bajó del coche.

  El oriental respiró hondo un par de veces antes de atreverse a seguirlo.

  Un par de sirvientes cogían las maletas de los Ivanov, bajo la supervisión del mayordomo, un hombre de rostro flaco y cabello canoso, que lo saludó con educación. Ray se las arregló para responderle sin titubear.

  En lo alto de las escaleras, Dimitri saludaba efusivamente a un hombre. Al acercarse un poco, éste se volvió hacia él. Ray se quedó de piedra.

  Si bien el contraste era más difícil de apreciar, aquel hombre tenía el cabello en dos tonalidades, era alto y atlético, con los ojos rojizos, quizá un poco más oscuros a aquellos a los que estaba habituado, pero brillantes cono rubíes. Su piel, blanca, no llegaba al mismo grado de palidez, y su mandíbula era menos afilada, lo que le daba un aspecto más duro. A pesar de las pequeñas diferencias, Kai se parecía increíblemente a él. En aquel momento, el hombre sonreía, pero, de haber estado serio, podría dar un miedo terrible, se dijo Ray.

  -¿No nos presentas, Kai?-preguntó.

  -Sí… Ray, éste es mi padre, Andrey Hiwatari.

  -Es un honor, señor Hiwatari.

  -Igualmente.

  -Papá, ¿recuerdas lo que me pediste?-dijo Kai con cautela.

  -Sí, claro –alzó levemente las cejas, con un asomo de estupor. ¿Estaba diciendo que aquel chico…?

  -Bien, pues él es Ray Kon –se situó junto al oriental, en ademán protector.-Mi novio.

  La apreciación de Ray había sido la correcta. Andrey Hiwatari ya no sonreía. Y resultaba temible.

 

Notas finales:

Como siempre, se agradecen los comentarios. Hasta la próxima (espero que sea pronto).


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