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El fuego bajo el hielo por Laet

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Notas del capitulo:

En primer lugar quiero dar mil gracias a Anvaz, que sin ser lectora de este fic se tomó la molestia de buscarme para avisarme de que alguien estaba publicando mi historia como si fuese suya. Para evitar problemas en el futuro, os recuerdo que publico en twitter (@LeticiaGoimil) las actualizaciones, poniendo enlaces, así que si encontráis mi historia en una página y yo no he dicho nada, es un plagio. También empezaré a anunciarlo en una página de Facebook (Kai x Rei) creada por una amiga para el fandom.

 

Dicho esto, estoy inmensamente feliz de haber vuelto con este capítulo. Ayer me dieron el día libre en el laboratorio y me obligué a escribir de nuevo. Ya tenía ganas.

  Estaba incómodo. Pero a la vez parecía como si algo en su interior encajase por primera vez en años. Se reclinó en el asiento trasero del coche, apoyó la cabeza contra el marco de la puerta y cerró los ojos un segundo.

  -¿Falta mucho, papá?-preguntó Aleksandr.

  Abrió los ojos, sobresaltado. Su voz había sonado tan clara… pero a su lado sólo había un asiento vacío.

  Hacía tanto que no tenía ilusiones tan vívidas que ni lo recordaba.

  Al principio, los días posteriores a la muerte de Sasha, despertaba creyendo que aquello no era más que un mal sueño. Simplemente no podía ser cierto. Su hermano no podía… Entonces recordaba, y era espantoso. Tenía varios huesos rotos, y estaba cubierto de heridas y magulladuras, pero ese dolor era insignificante en comparación con el hecho de que Sasha ya no estaba.

  Y todo por su culpa…

  Luego simplemente creía verlo u oírlo, especialmente cuando se estaba quedando dormido o despertando, o cuando algo le recordaba a él. Su familia no volvió a ser la misma, y al fallecer su madre las ilusiones volvieron. Esa había sido una de las razones para dejar su casa: alejarse de los estímulos que las disparaban.

  La situación actual le traía recuerdos. Él en el asiento trasero, con su hermano, y sus padres delante. Salvo que ahora no había nadie a su lado. Y delante no estaba su madre. Aunque sí había una mujer. Su cabello era castaño y liso, como el de su madre, pero lo llevaba recogido en un moño en lugar de suelto. Una mujer que parecía tan incómoda como él.

  Su padre era el único que se comportaba como si todo aquello fuese lo más normal del mundo. Y en cierto modo lo comprendía. Aquella sensación de dejà vu tenía algo de reconfortante.

  -¿Es por aquí?-preguntó Andrey.

  -Eh… s-sí –respondió Ekaterina.

  Kai disimuló una sonrisa.

 

***Flash back***

 

  -Vámonos de compras.

  Kai miró a su padre como si le hubiese salido una segunda cabeza.

  -¿Me has llamado… para ir de compras?

  La amplia sonrisa de Andrey vaciló.

  -¿No quieres?

  Kai abrió la boca, pero volvió a cerrarla, incapaz de expresar su desconcierto.

  -No… no es eso.

  -Siento haberte apartado de Ray. Había pensado en pasar algo de tiempo juntos. Solos tú y yo… Pero supongo que ya tenías planes –dijo, sacándose el abrigo.

  Por un momento había olvidado que su hijo era un adulto –joven, pero adulto… ¿adónde había ido el tiempo?- con una vida independiente. Y con pareja además. Tenía que haber preguntado antes de hacerle ir hasta allí.

  -Me parece bien –dijo Kai. Evidentemente no era lo que su padre esperaba oír, porque tardó varios segundos en reaccionar. El joven esbozó una sonrisa divertida.-¿Adónde pensabas ir?

  No recordaba haberse sentado nunca en el asiento del copiloto. Era una sensación extraña para él. Las veces que había ido a solas con su padre a San Petersburgo era un chófer el que conducía, mientras su padre inútilmente trataba de mantener una conversación. Kai era incapaz de relajarse hasta que llegaban al observatorio y podía escabullirse en la arboleda cercana.

  Ahora tampoco estaba del todo calmado, pero la intranquilidad no se debía a un problema actual, sino a una mezcla entre los recuerdos de su pasado y la incertidumbre. Quería recuperar a su padre, pero también tenía miedo. De pequeño siempre había sido tímido y reservado, pero agradable y obediente. De adolescente su carácter se había vuelto más fuerte, pero exceptuando el tiempo que pasaba con sus supuestos amigos seguía siendo un buen chico. Sentía la necesidad de rebelarse de algún modo, y eso lo había llevado a hacer muchas tonterías, pero en el fondo no era una mala persona. Siempre había tenido a Aleksandr para sacar lo mejor de sí mismo. Pero, después de perder a su hermano y a su madre, aquellas cosas buenas habían desaparecido. No quedaba nada de aquel buen chico, sólo un amargado que odiaba al mundo en general.

  Jamás habría creído que podría recuperar aquella parte de su personalidad. Al aparecer Ray había empezado a sentir de nuevo, pero no sabía si era suficiente. Temía no ser quien su padre esperaba.

  -¿Qué tal va todo con Ray?-preguntó de pronto Andrey, buscando romper el silencio.

  -Bien –repuso el chico escuetamente.

  -Dijo que una… amiga suya participaba en la exposición de pasado mañana, ¿no?

  -Sí.

  Su padre notó cierta tensión en aquel monosílabo.

  -¿Ya os han presentado? ¿Qué tal?

  -Sí… más o menos –suspiró.

  Andrey guardó silencio unos segundos, empezando a sentir cierta molestia.

  -¿Cuál es el problema?- Kai lo miró fijamente.-¿Qué?

  -Promete que no vas a inmiscuirte, ¿vale? Nada de conspirar ni de intentar tomar represalias contra nadie.

  -Eso no me tranquiliza…

  -En realidad no es nada grave.

  -Tú no eres de los que se preocupan sin motivo –arguyó el mayor.

  Kai esbozó una ligera sonrisa.

  -He conocido a Mariah, pero Ray no le ha dicho que estamos juntos –reconoció.-Es un  poco complicado –continuó, antes de que su padre pudiese decir algo.-Ella no es sólo su amiga: también es su ex novia.

  -Su… -boqueó estupefacto.-No sabía que él…

  -¿Tan extraño es que tuviese novia?-arqueó las cejas.

  -Bueno… si está contigo… -suspiró.-La verdad es que no tengo ni idea. Tú nunca tuviste pareja, que yo sepa –puntualizó, mirándolo de reojo-, y lo cierto es que él parece un chico bastante inocente.

  Kai soltó una risa estupefacta.

  -¿Inocente? ¿Te parece inocente? ¿El mismo Ray al que interrogaste como si fuese un criminal porque creías que lo que quería era dinero?

  -Humm –bien, aquello era cierto, ¡pero era natural que le preocupase con quién salía su hijo!-Vale, quizás no debí sacar conclusiones antes de conocerlo. Es que no quiero que te hagan daño. Y esto de su ex novia no me gusta nada.

  En aquella zona el tráfico era algo más denso, así que Kai dejó que su padre se concentrase en la conducción. Por el itinerario, suponía que se dirigían a uno de los centros comerciales. Seguramente al que se encontraba hacia las afueras, ya que era más amplio y estaría menos saturado. Aunque su padre era más sociable que él, también le disgustaban las aglomeraciones.

  -Entonces… -comenzó Andrey, retomando la conversación-, ¿qué es lo que te preocupa?

  El joven enarcó una ceja.

  -¿Preocuparme?-repitió, incrédulo.

  -Bueno, si no lo estuvieses, serías la primera persona en la historia de la humanidad a la que no le mosquea que el ex de su pareja ande cerca –dijo en un tono burlón. Kai no pudo evitar sonreír un poco.-¿Ha hecho algo esa chica?-preguntó, manteniendo el tono ligero. Aún así Kai detectó cierta preocupación en su voz.

  -Ella no ha hecho nada raro… creo –matizó frunciendo el ceño. Suspiró.-Verás, ella dejó a Ray por otro, pero parece que tienen algunos problemas y… -se encogió de hombros.

  -Temes que quiera volver con Ray –no era una pregunta.-Es comprensible.

  -No, no lo es –lo contradijo, malhumorado.

  -¿Qué… qué quieres decir?-inquirió, pero no consiguió sonsacarle ni una palabra.

  Llegaron al desvío que llevaba al aparcamiento del centro comercial. Kai salió del coche en cuanto estuvo estacionado. Su padre fue rápidamente tras él y lo agarró del brazo. El chico no se resistió, pero tampoco se atrevió a mirarlo.

  Andrey le puso una mano en el hombro y le dio un apretón cariñoso.

  -Sé que es complicado. Los sentimientos siempre lo son.

  -Pero no quiero sentirme así –levantó la mirada por fin.-Estoy celoso –confesó-, y lo odio. Tengo… miedo de hacer daño a Ray.

  -No es algo que se pueda controlar. Quieres a Ray para ti y…

  -¡Ese es el problema! –exclamó alejándose unos pasos de su padre.-¡Ray no es mío! No tengo derecho a sentirme así… -bajó la voz.-Si quisiese volver con ella, no soy quién para evitarlo.

  Andrey se quedó de una pieza. Si esperaba algo, no era aquello. Furia contra aquella chica. Pertenencia hacia Ray. ¿Pero culpabilidad? ¿Por querer a su novio para sí? Eso era tan estúpidamente noble.

  Tan propio de Kai, se dijo con cierto orgullo.

  -Estás dispuesto a dejar que te rompan el corazón si con eso él es feliz –resumió.-Ray sería un idiota si te dejase escapar.

  Aquellas palabras le resultaron muy familiares. Él mismo le había dicho algo parecido a Ray. Entonces el chino estaba convencido de que Mariah había hecho bien en dejarle por otro, si eso la hacía feliz, y al ruso le molestó que alguien pudiese dejar a una persona tan buena, tan caballerosa. ¿De verdad estaba haciendo lo mismo? Le chocaba aplicarse a sí mismo calificativos como “bueno” y “caballeroso”.

  -Yo no soy… Eso es propio de Ray, no de mí. Yo no soy tan bueno.

  -Pero es lo que estás haciendo –le sonrió con calidez.

  -No es verdad –negó con la cabeza.-Simplemente… -gesticuló con las manos, incapaz de expresarse-, no quiero hacerle daño.

  Para su incredulidad, el mayor comenzó a reírse y le revolvió el pelo con cariño.

  -Eres mejor de lo que crees, Kai. Quizás demasiado para tu propio bien. No, déjame acabar –alzó un índice para acallarlo.-Es muy noble por tu parte estar dispuesto a sacrificarte así, pero si no te valoras un poco más no podrás ser feliz, ni hacerle feliz a él. Y ahora si no te importa me gustaría pasar un día relajado y superficial en el centro comercial.

  Kai esbozó una sonrisa maliciosa.

  -Ya me extrañaba que te hubieses vuelto tan profundo de repente.

  -¡Eh! –le dio un golpe suave en el hombro, que el joven le devolvió entre risas.

  Perdieron la noción del tiempo en cuanto entraron en la tienda de música. Kai disfrutaba estando entre discos y vinilos, y Andrey disfrutaba viéndolo así. Paseó entre las estanterías, sin prestar verdadera atención a nada, hasta que su hijo estuvo satisfecho, y luego fue él quien arrastró a Kai a la librería, para perderse entre los volúmenes.

  Por primera vez en años no era un esclavo del reloj, y estaba dispuesto a aprovecharlo.

  Cogió un grueso tomo que estaba en lo alto de una estantería, con tan mala suerte que uno de los libros adyacentes se deslizó hacia el borde y cayó.

 

***Fin flash back***

 

  El libro había ido a caer sobre la profesora Ekaterina Petrova, que se encontró de repente frente al hombre que había empezado amenazado con forzar su despido, para acabar invitándola a una fiesta exclusiva. Había tenido ocasión de verlo en un momento muy vulnerable, y sin embargo seguía imponiéndole respeto.

  Ahora, por ejemplo, le tiraba un libro en la cabeza y ella se sentía avergonzada. ¿Por qué? ¿Acaso era una quinceañera tímida y enamoradiza?

  Él se disculpó, recogió los libros que se le habían caído y pagó por ella. El gesto la molestó y enterneció a partes iguales, pero pudo compensarle en parte invitándolos a él y a su hijo a un café. Kai era tan callado en clase como fuera de ella, pero el silencio que mantenía no era hostil. Le recordaba a su Sveta, con carácter, pero calmado y reflexivo. Andrey le contó, orgulloso, que el joven estaba en su último año de universidad. Por lo visto estudiaba administración y dirección de empresas, al igual que Valeria. Su exmarido había pretendido que sus hijas heredasen su negocio, y, a pesar de su posterior distanciamiento, Valeria descubrió el gusto por el mundo empresarial.

  Después de eso Andrey insistió en llevarla a casa. Accedió, dado que la idea de volver en autobús cargada de libros no resultaba muy atractiva.

  -¿Es por aquí?-preguntó Andrey de pronto, rompiendo el mutismo que había imperado durante el trayecto.

  -Eh… s-sí –tartamudeó ella.

  En pocos minutos estaban ante el edificio en que vivía su hija.

  -Muchas gracias por traerme.

  -No hay problema. Oh, pero espere. La ayudaremos a subir sus compras.

  -No, yo…

  Antes de que pudiese responder, Andrey le estaba abriendo la puerta del coche, y Kai cargaba con los libros.

  -Esto no es necesario.

  -Por favor –repuso Andrey-, ha sido usted muy paciente conmigo. Quiero compensarla.

  -No estoy… acostumbrada a tener asistentes. Además, creí que eso estaba compensado con la invitación a la reinauguración del Pushkin.

  -Oh, vamos, eso es una pequeñez.

  Ekaterina alzó las cejas.

  -¿Pequeñez? Quizás en su mundo, pero no para el común de los mortales –dijo con cierta burla amistosa. Luego se volvió hacia Kai.-Muchas gracias, puedo llevarlo yo.

  -No es ninguna molestia –el chico subió las escaleras hasta la puerta principal, de modo que la mujer no pudiese declinar su ayuda. Sabía que su padre lo agradecería.

  La profesora se resignó a ser acompañada hasta el piso de su hija. Una vez allí, se alegró de tenerlos con ella.

***

  -Me aburro –suspiró Tyson.

  Ray lo ignoró y siguió con la práctica. Él tampoco se lo estaba pasando en grande, pero Kai estaba con su padre, Max quería ir de compras a solas y Dimitri había llevado a Yuri y Bryan a visitar la ciudad. Así que haría algo productivo con su tiempo.

  -Y tu amiguita es homófoba.

  Al pelinegro casi se le escapa el arco de las manos. Dejó de tocar y miró al japonés, que estaba tumbado en el sofá mirando al techo.

  -¿Cómo?

  El otro muchacho se incorporó.

  -Sé que todos me tenéis por tonto, pero me di cuenta de cómo nos miró a Max y a mí.

  El chino se removió en su asiento, incómodo.

  -Tonto no. Descuidado y atolondrado, tal vez. Y puede que algo infantil –Tyson gruñó, molesto, a lo que Ray se rio. Se puso serio.-Lo sé, me di cuenta. Tienes que entender que en China no nos educan de una forma demasiado abierta. Hay muchos tabúes.

  -¿Crees que en Japón son particularmente liberales?

  -Touché –esbozó una media sonrisa.-Sé que no es excusa. Si os ha ofendido hablaré con ella.

  El otro muchacho respiró hondo.

  -¿Qué te pasa?

  -No me preocupa lo que piense de nosotros. Me preocupa que interfiera en tu relación con Don Bloque de Hielo Andante.

  El chino enarcó una ceja.

  -Con lo bonito que te estaba quedando el discurso…

  -Si no se lo dices pronto, a Kai le dolerá. Tal vez no lo demuestre, ¡nunca lo hace!, pero duele que te oculten –bajó la mirada, pero volvió a alzarla cuando su amigo se sentó a su lado y le pasó un brazo por los hombros.-Te dije que tenía una novia, ¿verdad?

  -Sí.

  -Ella… era una de las mejores alumnas del instituto, y yo… -se encogió de hombros y rió brevemente.-Salimos durante casi un año hasta que dejó de esconderme y me presentó a su familia y amigos como su novio.

  >>Sé que tú no te avergüenzas de Kai, pero si nota que dudas en reconocer que estáis juntos, que la opinión de otra persona es más importante, le hará daño.

  -No se trata de eso.

  El pelinegro se levantó y fue a la cocina. Tyson lo siguió.

  -¿Quieres un té?-el otro asintió.-Me preocupa lo que Mariah piense, pero no porque eso afecte a mi relación con Kai, sino por mi relación con ella.

  El japonés le dirigió una mirada inquisitiva.

  -Si resulta que ella no acepta que esté con un hombre… no podría seguir siendo su amigo –dijo, como si fuese algo evidente.-Mi familia lo sabe, y todos mis demás amigos. No todos lo entienden, pero nadie me ha despreciado por ello, así que ella no tiene excusa.

  >>El dilema –continuó-, es que ahora mismo está teniendo algunos problemas con Enrique. No sé si es el mejor momento para darle más en qué pensar, ni mucho menos para dejarla sola en caso de que no reaccione bien.

  Si rompía con Enrique, acabar con su amistad sería un mazazo aún mayor. Aunque tampoco estaría completamente sola. Oliver cuidaría de ella. Y, por otro lado, Kai era ahora lo más importante.

  -Creo que se lo diré pasado mañana –murmuró, más para sí mismo que para su amigo.

  -¿En la fiesta?-se sorprendió.

  -Voy a ir con Kai, y no me pasaré toda la noche rehuyéndole. Además, con tanta gente es menos probable que monte un drama, ¿no crees?-añadió medio en broma.

  -Es una pena no poder ir –dijo, aceptando la taza de té que le tendía el chino.-Va a ser una noche interesante.

***

  Había un hombre llamando insistentemente a la puerta de Sveta. Este hecho era preocupante en sí mismo, pero lo fue aún más por el cambio en la expresión de la profesora Petrova.

  -¡Vladimir! ¿Qué estás haciendo aquí?-preguntó con dureza.

  El hombre se volvió hacia ella. Parecía bastante furioso, pero se contuvo al ver a los dos bicolores.

  -La pregunta es qué están haciendo aquí esas arpías. Alejaste a Sveta de mí, y me la encuentro con…

  -Llamas arpía a tu propia hija y aún te preguntas por qué no quiero que te acerques a Sveta.

  -Esa cosa no es mi hija –le espetó, iracundo.

  Ekaterina le lanzó una mirada glacial.

  -No hace tanto estabas orgulloso de ella. Si tu opinión de Valeria depende más de con quién salga que de la persona que es, el problema es sólo tuyo. Y ahora márchate. Ya has hecho bastante daño a esta familia –concluyó con dureza.

  -No vas a echarme, y más te vale no volver a hablarme así o…

  -¿O qué?-intervino Andrey. La mujer se giró hacia él, sorprendida, pero él la tranquilizó con un gesto.-La señora le ha pedido que se marche. Le conviene hacerle caso, porque yo no seré tan amable.

  -¿Es una amenaza?

  -¿Usted que cree? Si vuelve a molestar a esta mujer o a sus hijas, haré que lo lamente.

  Vladimir apenas pudo sostenerle la mirada al bicolor unos segundos antes de claudicar.

  Ekaterina respiró profundamente cuando hubo desaparecido escaleras abajo.

  -Lo siento mucho.

  -No se disculpe. Tal vez no sea seguro que se queden aquí.

  -Nos ha hecho daño, pero nunca nos ha puesto la mano encima –respondió con un suspiro mientras buscaba sus llaves.

  Al entrar en el piso se encontraron a las tres chicas abrazadas llorando en mitad del pasillo. La profesora Petrova corrió hacia ellas. Andrey tuvo ganas de ir tras el tal Vladimir y hacérselo pagar, pero se contuvo.

  Kai por su parte dejó los libros a un lado del recibidor y se acercó a Sveta. Julia parecía furiosa, y Valeria lloraba a mares. Pero Sveta estaba destrozada. Con cierta torpeza la atrajo hacia sí. Ella apoyó la cabeza en su pecho y lloró en silencio.

  -¿Se ha ido?-preguntó una vez recuperada parte de su entereza.

  -Sí, cielo, no te preocupes –respondió su madre.

  -¿Y si vuelve?-a juzgar por su expresión, Julia tenía ideas similares a las de Andrey.

  -Venid a mi casa –ofreció el hombre casi sin pensar. Todos, incluido su hijo, lo miraron con incredulidad.-Hay sitio de sobra, y allí no podrá molestarlas.

  Por algún motivo sentía el impulso de protegerlas, así como Kai se había acercado a consolar a su amiga. Tal vez porque sabían lo doloroso que era que hiriesen a tu familia y no poder remediarlo.

  No dejarían que les ocurriese lo mismo.

Notas finales:

Uno diría que es el autor el que lleva la historia, quien decide exactamente qué pasa y cómo. No obstante muchas veces tengo la sensación de que los personajes hacen lo que les da la real gana, y yo no soy más que una narradora. No esperaba, por ejemplo, toda esa charla entre Kai y su padre. Tampoco estaba en la idea original la escena entre Tyson y Ray. Espero que no haya sido repetitivo, a veces tengo la sensación de que los problemas son siempre los mismo y que no hago más que darle vueltas y vueltas a lo mismo sin parar.

 

En fin.

 

Pretendía que el próximo capítulo fuese ya sobre la fiesta, pero creo que aún pueden haber cosas interesantes, con Ekaterina, sus hijas y Julia viviendo en la mansión Hiwatari. No sé, me gustaría tener sugerencias, porque no tengo muy claro qué os puede interesar más. Espero vuestros comentarios :)


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