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El fuego bajo el hielo por Laet

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Notas del capitulo:

Bueno, he aquí el noveno capítulo. Gracias a todos por sus reviews, son un gran apoyo ^^

Por desgracia, de ahora en adelante sólo podré ir actualizando los fines de semana (vuelvo a tener clase ¬¬ TT__TT), pero no desesperéis, no os voy a dejar colgados ;)

  Estar de nuevo en el piso de Kai hizo que el malestar acumulado durante los pasados días quedase olvidado. Era maravilloso volver a formar parte de su vida.


  El bicolor seguía convencido de que lo mejor para ambos era que sus caminos no volviesen a cruzarse, pero sabía que no podría vivir sin Ray, ya no. Si una veintena de días sólo viéndole de lejos en clase se le había hecho tan desesperantemente vacía y gris… ¿cómo aguantar el resto de su existencia sin él?


  Ray se sentía querido por Kai, aunque no era el mismo afecto que él le profesaba. Lo que el ruso sentía era amistad, no amor. Pero, teniendo en cuenta que se trataba de Kai Hiwatari, el oriental estaba muy feliz.


  Durante el desayuno, compartieron las amenas charlas que solían antes. Parecía que hiciese siglos que no se veían, y, a la vez, era como si nunca se hubiesen dejado de ver.


  -Svetlana Petrova… -repitió Kai el nombre que el chino acababa de pronunciar.-La profesora Petrova te parecía temible y ahora vas y te haces amigo de su hija.


  -Sveta es peculiar… como todos los amigos que he hecho aquí, la verdad –el bicolor sonrió, sin sentirse ofendido en absoluto.-Quizás le gusta demasiado hacer de psicóloga, pero suele dar buenos consejos.


  -Es probable que te venga bien, entonces. Tal vez pueda hacer algo por recuperar tu cordura.


  -Bah –el pelinegro hizo un gesto despreciativo con la mano-, mis abscesos de locura son parte de mi encanto, o así lo veo yo –el ruso esbozó una media sonrisa burlona.-Por cierto, te agradezco que me salvases… otra vez. Aunque, si mal no recuerdo, habías dicho que no volverías a hacerlo.


  Los ojos de Kai relampaguearon, y su sonrisa adquirió un tinte perverso.


  -Cierto, has hecho que rompa mi palabra.


  -Y ahora me dirás que debo pagar por ello.


  Todo rastro de maldad desapareció de las facciones del ruso, que rio alegremente.


  -No, después de todo, estabas allí por salvar a Aldebarán. Te agradezco mucho que lo hicieses.


  -Supongo que le he cogido cariño –murmujeó, notando que se le arrebolaban las mejillas.


  -Hmm… -Kai se dedicó a repasar los exóticos rasgos del oriental como si lo viese por primera vez. Una chispa de diversión le iluminó el rostro, como si estuviese disfrutando de algún chiste privado.


  -¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo raro en la cara?-dijo, palpándose el rostro en busca de alguna anomalía. Lo único distinto era que tenía una mejilla ligeramente hinchada a causa de un puñetazo recibido la noche anterior. Menos mal que no le había enganchado bien, o su cara estaría hecha un cristo.


  -No me había fijado hasta ahora, pero…


  -¿Qué?


  -Te pareces mucho a un gato.


  Ray entornó los ojos y alzó una ceja. No era ni mucho menos la primera persona que lo notaba, pero hacía tiempo que nadie se lo decía. No pudo evitar una sonrisa.


  -Con colmillos largos y todo –añadió, mostrándole los dientes.-Y ahora dirás: “eres un ser extraño, Kon”-dijo, tratando de imitar el modo de hablar de su amigo.


  Kai sacudió la cabeza.


  -Y tú dirás que es parte de tu encanto, ¿no?


  -Exacto.


  El timbre de un teléfono interrumpió la conversación. Era el móvil de Kai.


  -Tus amigos se preguntan qué ha sido de ti –comentó al ver el número.-Aquí Hiwatari.


  -Soy Max –respondieron. Parecía alterado.-Esta mañana Ray no estaba en casa, y no ha dejado ninguna nota. He llamado a varias personas, pero nadie sabe nada de él. Sé que hace un tiempo que no te hablas con él, pero ya no se me ocurría nadie más con quien pudiese estar.


  -Tranquilo, está aquí conmigo.


  Al punto se preguntó si aquellas palabras tranquilizarían al chico o si lo harían temer aún más por su amigo.


  -¡Está con Kai! –dijo, probablemente a Tyson.-¿Está bien?


  -Hmmm… está entero.


  -¿Qué… qué significa eso?-preguntó angustiado.


  -Tuvo un mal encuentro, pero no tiene nada grave –Max soltó el aire que había estado conteniendo.-Os lo llevo ahí en un rato y que os cuente él.


  -Vale. Muchísimas gracias.


  Kai colgó.


  El otro joven centraba la mirada de sus ojos dorados en sus manos, que entrelazaba con nerviosismo. Evidentemente, se sentía culpable.


  -Olvidé por completo llamarles –reconoció.


  -Yo creo que olvidaste por completo su existencia –masculló el ruso. Ray se sonrojó. Algo de razón sí tenía.-Será mejor que vuelvas cuanto antes.


  Probablemente le esperaba una salva de reproches. Ya era la tercera vez que les daba un susto, y, ahora que lo pensaba, Kai siempre era el que se encargaba de cuidarlo.


***


  En cuanto entró por la puerta, Max se abalanzó sobre él para abrazarlo.


  -¡Raaaaay…! ¡No vuelvas a hacer esto!


  -Perdón, debí haber llamado –palmeó la espalda del joven rubio, que se negaba a soltarlo.


  Tyson se acercó para recibirlo, pero, en cuanto vio a Kai, su humor cambió totalmente.


  -¡TÚ! –se acercó a él, y por un momento pareció que iba a saltarle al cuello.-No sé de qué me extraño, siempre que le pasa algo a Ray, tiene que ver contigo.


  -Tyson… -dijo el pelinegro.


  -¡LARGO DE AQUÍ! –gritó el japonés sin oír a su amigo.


  El ruso alzó las manos y retrocedió un paso.


  -Calma, pequeño.


  El joven de cabellos azulados emitió una especie de gruñido.


  -Tyson –lo llamó una voz calmada y autoritaria. La mirada de los chicos se desvió hacia la joven que observaba la escena, algo apartada.-Discúlpale, es muy protector a veces –dijo, dirigiéndose al bicolor.-Max, ¿no deberíais invitarle a entrar?


  -Sí, claro –dijo el rubio.-Adelante.


  Kai pareció pensárselo. No le gustaba mucho estar con gente, pero la mirada de Ray le pedía a gritos que se quedase… y a él tampoco le apetecía perderlo de vista tan pronto.


  -Gracias –murmuró.


  Al pasar junto a la chica, ésta le habló.


  -Sveta Petrova –dijo simplemente.


  -Kai Hiwatari –repuso él.


  Y esa fue toda la presentación, seca y directa. El bicolor tomó asiento en el sofá, y Ray se apresuró a acomodarse a su lado.


  -Entonces, ¿estás bien Ray?-preguntó Max.


  -Un poco magullado, pero sí.


  -¿Qué diablos te ha pasado?-quiso saber Tyson.


  Ray les contó su pequeña aventura nocturna.


  -¿Has hecho todo eso… para salvar a un gato?-el japonés no podía creerlo.-¡Has tenido suerte de que no te hayan matado!


  -No fue suerte –contradijo el chico, dirigiendo sus ojos dorados hacia Kai, que no había vuelto a despegar los labios.


  -Supongo que debemos agradecerte por ayudar a Ray –dijo Sveta, que hasta el momento también había guardado silencio.


  -No es necesario –murmuró el ruso.


  Los ojos de la muchacha relucieron, y una pequeña sonrisa se posó en sus labios. Como siempre que pensaba, tomó entre sus dedos uno de sus largos mechones ensortijados y jugueteó con él.


  -Debes de tener bastante simpatía a Ray.


  -Trabajamos juntos, es un buen chico, no molesta… -al decir eso último, clavó una mirada en Tyson, que soltó una especie de bufido.-Supongo que es algo así como… un amigo.


  El corazón del pelinegro dio un brinco de felicidad.


  -¿Supones?-preguntó el japonés.


  El bicolor apoyó la espalda en el respaldo y cruzó los brazos.


  -Nunca antes he tenido un amigo –explicó.


  -¿Por qué será?


  Kai no dijo nada, pero entrecerró los ojos. No era que le hubiese incomodado el comentario, pero sí que le molestaba un poco la osadía de aquel chaval. Aunque, por otra parte, le agradaba verlo tan protector con Ray. Sonrió.


  -¿Me meto contigo y sonríes? Eres más raro de lo que pensaba –siguió picando Tyson.


  -Dudo que tengas la más mínima idea de cómo soy –repuso el ruso.-Me alegro porque Kon tenga amigos dispuestos a enfrentarse a alguien a quien temen sólo para protegerlo.


  Aquellas palabras enmudecieron a los presentes.


  Tyson sopesaba si tomarse aquello como un cumplido o un desafío -¿había dicho Kai que él le tenía miedo?-, Max y Sveta, en cambio, habían captado la soledad y desconfianza hacia la humanidad en que vivía sumido el chico de ojos escarlata. Y Ray… Ray no pudo recordar la historia de Aleksandr. Había muerto a manos de los supuestos amigos del bicolor, y antes de eso, habían dejado que Kai recibiese una paliza brutal. Para el ruso, que nunca había conocido la lealtad de un amigo, la actitud de Tyson era algo admirable.


  -Te impresionas con poco –murmuró finalmente el japonés.


  Kai ladeó la cabeza.


  -Si hubieses vivido lo que yo, no te parecería poco.


  -Hmm… -Tyson sonrió, complacido por algún motivo que escapaba a los demás.-¿Qué tal si hablamos de algo menos deprimente? ¿Queréis tomar algo? Voy a preparar algo –dijo sin esperar respuesta y se fue a la cocina.


  -Voy a ayudarle –murmuró Sveta.-¿Vienes, Max?


  -¿Huh? Oh, sí, claro.


  Antes de que se diese cuenta de lo que sus amigos tramaban, Ray se encontró a solas con Kai… sentado muy cerca de él. El bicolor paseaba su mirada carmesí, ajeno a este hecho.


  -Este piso parece salido de una revista –comentó.


  -¿Eh? Ah, sí, Max lo decoró, y no soporta que esté desordenado. A excepción de la cocina y el cuarto de Tyson, no ha podido luchar contra él.


  Kai le sonrió con calidez, y Ray bebió de aquella sonrisa, fantaseando, por un momento, con que el ruso correspondía a sus sentimientos.


***


  En la cocina, Max, apoyado en la mesa, escondía su rostro entre los brazos, intentando ignorar el caos a su alrededor, mientras los otros dos preparaban algún tentempié. En un momento dado, Sveta echó una disimilada ojeada al salón. Sonrió.


  -¿Sabéis? No me extraña que Ray esté coladito por Hiwatari.


  -Por favor, dime que estás bromeando –pidió el japonés.


  -No has visto la sonrisa que tiene –dijo, haciendo alusión a la imagen que acababa de ver.


  -¿Svetlana Petrova babeando por un chico?-se burló el de la gorra.


  -¿Tyson Granger celoso?-devolvió la puya.


  -¿Por qué iba a estarlo?-se indignó.


  -Tú sabrás… Oye, ¿cuánto hace que no se friega este piso?


  -Desde… nunca –contestó Max débilmente.


  -Ugh, eso es…


  -Asqueroso –dijeron la chica y el rubio a la vez.


  El estadounidense alzó la mirada. Vio que la chica salía de la estancia y, después de unos minutos, volvía con una escoba, un cubo y una fregona.


  -¡Eh!


  Sin hacer caso de las protestas de Tyson, la joven se dispuso a barrer.


  -¡Estate quieta!


  -¿No te han enseñado en la escuela de cocina a guardar unas medidas de higiene?


  -¡Por supuesto! La encimera, la cocina y los cacharros están limpios. ¡Pero no voy a cocinar en el suelo!


  -Tyson, sigue siendo repugnante. ¡Esto es un criadero de Dios sabe qué cantidad de gérmenes!


  De repente, Sveta se vio abrazada por el rubio.


  -Eres un ángel –dijo, emocionado.


  -Max, por favor, te estás pasando con lo de abrazar a todo el mundo –suspiró Tyson.


  -Ea, ea… -lo arrulló la chica.-¿Me sueltas para que pueda limpiar?


  -Sois unos… -la mirada de Sveta lo acalló.-Haced lo que queráis.


  Se dio la vuelta y continuó con lo suyo. La rusa le caía bien… pero le molestaba que tuviese tanto poder sobre ellos. Aunque, claro, era parte de su encanto.


***


  Fue estupendo ver que sus amigos empezaban a aceptar a Kai, pero, ¿qué pasaría por la mente del bicolor? Ray no dejaba de preguntárselo mientras acompañaba al ruso hasta su casa.


  Los iris rojizos se fijaron en él un momento, y una media sonrisa apareció en el rostro de su dueño.


  -Tienes suerte de tenerlos –dijo.


  El oriental esbozó una gran sonrisa.


  -Me alegro de que…


  -Cada vez estoy más convencido de que no me necesitas en tu vida…


  <<¿Qué?>> se dijo conmocionado. <<Ah, claro, Kai piensa que para mí es un amigo más. Ojalá pudiese decirle lo que siento, pero entonces seguro que no permitiría que volviese a hablar con él>>.


  -…Pero vistos los líos en los que te metes en cuanto me doy la vuelta, quizás no te venga mal una niñera.


  Ray abrió la boca, dividido entre la ofensa y la felicidad. Cuando el ruso le revolvió el pelo en un gesto cariñoso, se decantó por la felicidad.


  -Bueno, nos vemos mañana en clase –habían llegado ya a su edificio.


  -Sí, hasta mañana.


  -Si quieres, después podemos comer juntos.


  -¡Por supuesto! –aceptó sin pensarlo dos veces.


  -Pero esta vez no te vayas a desmayar –advirtió con cierta sorna-, o nos acabarás provocando un infarto a todos.


  -Ja, ja, ja, eres tan gracioso –se quejó, pero seguía sonriendo.


  Se dedicaron un último gesto de despedida.


  Ray volvió a casa. Aquel era un día muy feliz para él. Kai y él sólo eran amigos, y así sería siempre, pero Ray lo amaba lo bastante como para no pretender presionarlo. En aquel momento, no quería nada más.


  De nuevo en el piso, fue a su habitación y sacó la fotografía en la que estaba con Mariah. Ningún sentimiento doloroso acudió a él. Y la sonrisa que ahora tenía en el rostro rivalizaba en amplitud con la de la imagen.


  Había recuperado a Kai… y, con él, a sí mismo.

Notas finales:

Jajaja, me encanta lo de Sveta queriendo limpiar la cocina xDDD ¿y a vosotros?

Espero vuestros comentarios. Hasta pronto ;)


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