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Soy un monstruo ¿Aún me amas? por -damned-

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Notas del capitulo:

Gracias a todos los que siguen leyendo, perdón si me tardé en subir esta capítulo, disfruten :)

Otra mañana nublada despertaba a la ciudad de Tokio, ni frío ni caluroso era el nuevo día que se alzaba bajo el cielo cubierto de nubes grises. El rubio recién comenzaba a abrir sus ojos alrededor de las diez y media de la mañana y miraba por la ventana, aún con su cuerpo revolviéndose entre las sabanas celestes pulcras que adornaban su dormitorio, despegaba sus parpados y miraba a su alrededor en silencio, sin expresión en su rostro, ni siquiera se notaba que había dormido, su rostro inmutable permanecía mirando desde la cama el cuarto, como si nunca antes lo hubiese visto, apenas recordaba pestañar, eran sus ojos que se secaban que hacían casi por acto reflejo que sus párpados se sellaran.

-Un café-Murmuró casi para si mismo, mientras se sentaba al borde del colchón y desordenaba aún más su cabello rubio ya alterado por los días y las noches de la movida vida en Japón.

Los pájaros al parecer amanecieron callados esa mañana, no se oían grandes sonidos dentro del reducido y desordenado departamento de Kyo, no más sonidos que aquellos típicos pasos de ritmo insustancial, pasos fantasmales que más que pasos humanos parecían las huellas de una memoria efímera que iba y volvía cada cierto tiempo, del dormitorio al baño y del baño a la cocina, y en la cocina el alma vagabunda meditaba sobre la mesa.

-El café, eso era.-Decía levantándose precipitadamente de la mesa, buscando en un montón de cajones, una taza, el café, la cuchara y el azúcar, y así retornaba a la mesa una vez más.-Azúcar. Recuerdo que siempre ponías mucha azúcar dentro de mi taza y mientras la revolvías me mirabas sonriente. Yo nunca decía nada, a pesar de que muchas veces quedó extremadamente dulce.-El rubio pone una cucharada de azúcar en la taza y al terminar la frase se queda como paralizado mirando la mesa mirando los casi microscópicos residuos de café que quedaron ahí.-Que desorden.-Susurró.

-¡Que desorden!-Refunfuñó el alto psicólogo, mientras que con sus blancos y largos dedos buscaba entre miles de carpetas los archivos de un paciente dentro del gran cajón café claro.-Ah, creo que tendré que ordenar esto el fin de semana.-Dijo hallando la carpeta y mirando al mismo tiempo la hora en su reloj de muñeca y luego se sentó en la silla de siempre mientras acomodaba sus lentes.-¿Desde cuando mi vida se volvió tan desastrosa?-terminó de decir, riendo para si mismo positivamente mientras veía a Tomoyo-san entrar casi mágicamente por la puerta, ya que nunca escuchó el sonido de la madera al crujir.-Buenos días.-

-Mire, nos han enviado a cada uno de los trabajadores una de estas ¿No son hermosas?-Preguntó la secretaria mientras dejaba sobre el escritorio de Toshimasa unas hermosas rosas blancas.

El psicólogo le agradeció a Tomoyo-san por traerlas hasta su oficina, mientras las miraba casi con temor. La secretaria salió como siempre haciendo sonar sus tacones negros, el sonido que siempre resonaba en la mente de Toshiya, sin embargo esta vez casi no los percibió debido a la concentración que le estaba poniendo a las rosas recién llegadas.

-“No, no las toques.”-Dijo en voz alta, como recordando algún pasar de sus recuerdos y más que una simple imagen o escena, un sentimiento.-Tal vez si ves estas rosas, recuerdes algo Nishimura. ¿Porqué a vida te ha tratado así?-Se pregunto retóricamente, mientras tocaba las flores con delicadeza y a cada cierto tiempo alejaba sus dedos de ellas como si corriente eléctrica tuviesen y volvía a posar su miraba en su mano derecha mientras la abría y la cerraba. –Como las alas de las mariposas, que vienen y van, y se destiñen y mueren.- 

Mientras tanto al otro extremo de Tokio, Nishimura tomaba el último sorbo de café exageradamente amargo, limpiaba la taza y se disponía finalmente a cruzar casi media ciudad para llegar a la clínica del psicólogo Hara Toshimasa. Con pasos rápidos y seguros, como una sombra fantasmal pasaba por las hermosas calles de la ciudad, ocultándose de la vida exterior con sus audífonos escuchando canciones de Buck-Tick. Entre miles de habitantes caminaba el chico de baja estatura, viendo cientos de rostros desconocidos que al cabo de unos minutos de verlos, sus caras aún parecían tan desconocidas, aunque las vieses por una hora en el metro, de todas formas al dar tus primeros pasos al salir de la gran máquina se volvían a borrar las miradas, las palabras y finalmente todo y el mundo seguía tan gris como el cielo para el pequeño Peter Pan rubio quién con pasos agitados se apresuraba en llegar a la consulta, no por un tema de puntualidad si no porque si algo de verdad odiaba de ir al psicólogo era el trayecto por el cual debía frecuentar para llegar al destino.

<Nishimura, estoy aproblemado, fatídicamente confundido. ¿Qué es lo correcto? ¿Seguir fingiendo que nunca te he visto en mi vida? O ¿recordarte todo lo que junto a ti pasé? Es difícil hasta ahora, pero no quiero imaginar lo complicado que se me hará todo, cuando comiences ha hablarme de esos recuerdos que contigo fundé…cuando escuche parte de mi propia historia narrada por ti, llamándome un completo desconocido.>

Así fue como Kyo, en la segunda estrofa del coro de una de sus canciones favoritas de Buck-tick, llegó a ‘tierra firme’ y como siempre, sin tocar la puerta, su cabellera rubia ya se asomaba a la sala de Toshimasa.

-Bienvenido una vez más Tooru.-

-Al fin recuerdas llamarme por mi verdadero nombre, que alegría.- Dijo de cierta forma graciosa, con un tono de voz peculiar, aunque sin soltar ni una pequeña risa, al parecer Nishimura había llegado por primera vez de buen estado de ánimo a la consulta, pero no duró mucho, de hecho no fueron más de cuarenta segundos, hasta que el chico levantó la mirada y la dirigió al escritorio de Toshimasa, dónde calmada y hermosamente persistían viviendo las blancas rosas que parecieron apagar el casi invisible buen carácter que acompañaba hoy al rubio.

-¿Pasa algo?-Inquirió rápidamente Toshiya notando sin mayor esfuerzo el cambio de carácter que se había producido en su paciente, esperando que el recuerdo se volviese insoportable y no pudiese aguantar más la historia que dentro de él se escondía y que a la vez el mismo psicólogo conocía desde una vista cercana, más cercana que la de un simple profesional.- ¿Algo te molesta?-Seguía continuamente preguntado al chico que parecía perturbado por los recuerdos que con velocidad vertiginosa llegaban a su mente, esperando que dejara salir de sus labios alguna sentencia que hablara sobre las flores de cierta forma para poder ahondar en sus recuerdos.

-No…no es nada.-Titubeó al contestar Kyo mientras se sentaba frente al chico de lentes y dudaba entre mirar el triste reflejo de sí mismo en los vidrios o posar sus ojos en las crueles flores aromáticas que parecían torturarlo con su presencia.-¿Porqué rosas blancas?-Preguntó y en los labios delgados del psicólogo apareció una fina sonrisa, contento de lograr su objetivo tan rápidamente y sin mayores esfuerzos. 

-Son lindas, relajantes y puras, no hay más razón.-Contestó sin pensar mucho su respuesta-¿Porqué? ¿No te gustan?-Preguntó con rapidez para que la conversación no perdiesen por un segundo el rumbo que estaba tomando, era el momento ideal para adentrarse en la vida personal de Nishimura.

-No, no es eso…es sólo que…me recuerdan a alguien. Eso es todo.-Dijo cortantemente, como si de pronto alrededor de él se formase una capa invisible que lo cubriera por completo, algo así como en una coraza inquebrantable Kyo parecía esconderse, cerrándose totalmente a hablar del tema conciente y perceptiblemente sugerido por el psicólogo.

Aún así Toshimasa se hizo el desentendido-¿Alguien? ¿Quién es ese alguien? Cuéntame.-terminó de decir sonriendo pacíficamente, mientras que por dentro su corazón parecía una bomba que explotaría en cualquier momento, repleto de miedo y curiosidad a la vez, un miedo que nacía por culpa del rubio quien tan testarudo y poco tolerante siempre se enojaba si la pregunta era muy precipitada o demasiado complicada de responder y a la vez la curiosidad, ese tipo de curiosidad nuevo que nacía dentro del psicólogo una curiosidad que no existía del todo puesto que las palabras que estaba esperando Toshimasa eran parte de su propia vida. 

-No estoy preparado para hablar sobre esa persona.-Dijo con su rostro completamente tintado de sentimientos fuertes y pasionales como el odio.

-¿Porqué? ¿Te hizo daño? ¿No se llevaban bien? ¿Es algún familiar? ¿Un amigo tal vez? Adelántame algo, créeme nadie esta preparado para esta vida, pero tenemos que aprender a hacer incluso esas cosas que parecen imposibles, ya verás que a poco, cuando hablas los temas que te hieren que vas mejorando levemente, es como un peso menos.-Terminó de decir con rapidez, casi no respiraba para hablar tan velozmente, hasta sus mismas palabras parecían enredarse entre sí cuando salían de de garganta.

-Hablas tanto.-Dijo riendo con un toque de malicia que caracterizaba al rubio.-Desgastas tus palabras conmigo y lo peor es que lo sabes, pero aún así sigues hablando. Deja de engañarte a ti mismo, no porque sigas con la ilusión de que realmente te pongo atención significa que lo estoy haciendo.-explicó, al parecer sin haber oído ninguna de las palabras que Toshimasa pronunció, sin haberlas oído concientemente al menos…porque si, las escuchó pero como una masa de sonidos sin sentido, nada más.

-¿No piensas contarme nada?-Pregunto un tanto molesto, por las críticas del rubio que en sí él mismo sabía que eran ciertas, sabía que hablaba rápido y que agregaba adjetivos y sustantivos demás que no eran necesarios, sin embargo era un poco vergonzoso enfrentarse a un chico que llega y dice todo lo que dices o haces mal.

-Contestaré tus preguntas, simplemente por la razón de que este lugar me enferma…y en cuanto más rápido me den ese ‘papel’ que diga que estoy curado o bien sicológicamente, mejor para mi.-Dijo aún con esa sonrisa implacable.-¿Qué esperas? Pregunta otra vez, pero una a una, no digas palabras demás…sabes que mi cerebro de todas formas las desechará como basura.-

-¿Porqué no puedes hablar de esta persona?-Inquirió como el rubio lo había solicitado, sin mucha palabrería, yendo directo al punto principal de la pregunta.

-Porque…realmente me duele, como infinitas estacas de hielo entrando en mi cuerpo y más que eso, al menos las heridas se cierran y cicatrizan…el dolor que tengo está en mi alma y mente, no tiene cura...no tiene cura alguna, siempre estará.-Se dio a entender con una voz decadente que parecía entristecerse cada vez más cuando una palabra estaba a punto de ser dicha.

-¿Ese alguien te hirió? ¿Te engañó? ¿Qué te hizo?-

-¿Herir? No, todo lo contrario…esa persona…cambió mi vida. No, es más que eso…me hizo vivir de verdad por primera vez.-Sonrió hermosa pero tristemente, como añorando ese tiempo pasado.- ¿Engaño? No, la vida nos engañó a ambos. ¿Qué me hizo? Me hizo vivir en un sueño, una utopía…tal vez me mal acostumbró a ese tipo de vida, que más que vida parecía una confortable muerte en un paraíso inexistente.-Terminó de explicar con una persistente sonrisa acompañada por su rostro bañado en tibias lágrimas que nacían en el jardín de edén que se hallaba dentro de sus ojos cristalinos y terminaban cayendo a un abismo de dolor, ocultándose bajo su mentón como si el refugio de los más oscuros sentimientos fuesen las tierra de Hades, y el chico sonreía y sonreía.

<Sonreía y sonreía, para calmar las lágrimas. Imprudente como siempre Tooru, nunca dejas que las cosas sean como son, siempre intentas cambiar su naturaleza, como a mis palabras que torpemente se enredan en mi lengua, no las dejas ser. Como a tus lágrimas que caen sin parar, intentas que sean invisibles, no las dejas ser. ¿será por eso que todo duele tanto en ti? Déjate a ti mismo ser, no intentes cambiarte, hay gente que te ama así como eres.>

Pensaba Toshimasa, recordando como había sido el día en la clínica, recordando las últimas palabras que le dijo a Kyo antes de que la hora terminara.

-No intentes cambiarte, hay gente que te ama así como eres.-Le recomendaba Toshimasa a Nishimura, como si él fuese realmente a tomar sus consejos.

-Pues que alguien me presente a esa gente, a lo largo de toda mi vida nunca me he topado con ese tipo de personas que me aman. ¿Dónde están?-Preguntó Kyo, como si en realidad nunca hubiese sentido esa sensación de ser querido, sin embargo seguía sonriendo con ironía, como si nada le importase.

-Aquí…-Murmuró Toshiya, como si hablara consigo mismo, como si no fueran palabras que salieran si no más bien pensamientos guardados en su mente, pero al notar lo que decía se apresuró en rellenar la frase con algunas palabras más, para ocultar sus sentimientos. -Aquí y en todas partes siempre hallarás a personas que te aceptaran como eres.-Agregó.

-Primero era amar, ahora es simple aceptación…no me importa adaptarme a este mundo, ni agradarle a la gente…me agrado a mi mismo y con eso me basta.-Contestó a la defensiva, sin haber notado todo aquello que sentía Toshiya.

-No, no te basta…si realmente te sintieras bien no estaría aquí.-Se tornó más serio en la conversación.

-Ja, no entiendes nada. Escucha con atención, porque lo diré una vez más; no estoy aquí por que siento que lo necesito, estoy aquí por una obligación social puesto que lo que a mi me hace ‘sentir bien’ en la sociedad es mal visto, no es mi necesidad estar aquí, es por la necesidad de las personas como tú y tu sociedad.-

-Mi sociedad, es tu sociedad aunque no lo quieras reconocer.-Toshiya seguía la discusión, no como un simple psicólogo si no como un dolorido amigo o más que aquello.

-No, no quiero reconocerlo ¿y qué? ¿Tienes algún problema?-Continuaba Nishimura, alternando los tonos de voz de seriedad a enojo.

-Entonces ¿por qué aceptaste esta ‘sentencia’ de venir a la clínica? Si estas tan desconforme con esta sociedad ¿Por qué no simplemente te fuiste a la cárcel?-

-¿Estas insinuando que soy de ese tipo de personas?-Dijo en cierta parte afectado, pero no lo demasiado afectado como para mostrarse triste, si no más bien molesto y cada vez que el rubio se molestaba hacía que las palabras fueran más rápidas, más duras y más acertadas.

-No lo insinúo, si la policía creía que debías ir a la cárcel, alguna razón de ser debió haber tenido eso.-Dijo inteligentemente, sin ni siquiera un gesto de amabilidad.

-Que estúpido eres…intenta escuchar tus palabras algunas vez.-Contestó como siempre con esa seguridad que llegaba a ser molesta, esa seguridad que hacía que todo en ves de ser un simple comentario se convirtiera casi en una sentencia lapidaria. -Bueno y si crees que alguna razón de ser tenía ¿No crees que también por ‘alguna razón’ la policía me dio esta oportunidad de librarme de la cárcel?-Terminó Kyo de dar su teoría muy bien formulada y Toshimasa ya completamente descompuesto por su formulada respuesta, se vió obligado a enmudecer. -Estuvo muy cierto lo que dije ¿no? No sabes lo asombroso que es oír ese silencio, porque más que un espacio sin sonido es como un disparo en la sien, te deja aturdido, muerto…sin palabras para rebatir nada, ni la razón más justa.-Terminó de darse a entender con esa sonrisa despiadada que afloraba de su ser en ciertas ocasiones.

-Dado a toda esta conversación debo preguntarte Nishimura ¿Qué cargos enfrentas con la justicia?-

-Uno muy particular.-Dijo el rubio que lanzó su mirada sobre Toshiya con una velocidad casi violenta y sonrió una vez más al levantarse de la silla.

-¿Te vas a ir? ¿No me lo dirás?-Preguntó con rapidez el psicólogo, quién seguía los pasos de Kyo, mientras se levantaba.

-Es una larga historia y no me gusta hacer pausas cuando cuento algo. Adiós.-Finalizó la conversación, mientras colocaba sus audífonos y hacía ciertas configuraciones en su celular hasta llegar a su canción favorita, aquella misma con la que había llegado.

<Y así se fue, como siempre su sombra de baja estatura se alejaba de la habitación y yo sólo podía mirar como se marchaba una vez más como psicólogo no podía correr tras de él, debía ser profesional, profesional…esperaba que el profesionalismo no se me acabara. Te pregunto tantas cosas Kyo y cuesta tanto sacar verdades de tu boca, cuesta tanto…y a la vez mi historia no tiene sentido, preguntarte y preguntarte cosas que sé…pero debo fingir no saberlas, para revivir junto a ti esas memorias una vez más como dos completos desconocidos.>

Notas finales:

Un review no cuesta nada y a mi me alegra mucho :)

 


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