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Juramento por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una pareja que hace tiempo no usaba, espero que les guste.

 

Notas del capitulo:

Fic dedicado a Hotaru, quien quería algo de MuxSaga, espero que te guste.


También espero que les guste a los demás aunque sea un fic corto.


 


El sitio estaba en silencio, tal vez era porque no había mucho que decir, aunque eso no evitaba que entre todos los presentes alguien en particular se viera más triste que los demás pero a pesar de todo había tranquilidad en su semblante. Varias personas estaban presentes y cuando la ceremonia dio inicio las cosas marchaban tal y como fueron planeadas. Las palabras dichas fueron sencillas pero emotivas, sinceras, nadie dudaba de eso. La ceremonia terminó y siguió el servicio, solo hacía falta algo y se hizo, el féretro fue sepultado en el lugar designado y parecía que era todo lo que debía hacerse.

Aún permaneció la gente reunida un poco más de tiempo y sobre todo dieron su pésame a una persona, se trataba de un joven de cabellos lavandas y ojos verdes que estaba muy callado pero su serenidad a pesar de todo se hacía visible; sin duda las cosas no eran del todo lo que había esperado pero por otra parte sabía que ocurriría el deceso. Las personas se iban marchando poco a poco hasta que solo quedó una, su amigo de toda la vida y mayor apoyo en ese trance.

-Ya debo irme Mu.

-Lo comprendo Shaka, muchas gracias por venir.

-Sabes bien que si necesitas algo, lo que sea, puedes llamarme.

-Voy a estar bien, sabía que esto sucedería, no estoy diciendo que lo haga más sencillo pero estaba mejor preparado para enfrentarlo.

-Está bien Mu, te dejo.

-De nuevo gracias Shaka.

Su amigo de cabellos rubios se retiró dejando al de cabello lavanda solo. Mu observaba alrededor, le daba la impresión que la casa era enorme y nunca antes le había parecido así. Había crecido en ese sitio, se había marchado cuando inició sus estudios de medicina en la universidad y no había vuelto, había hecho una vida independiente pero cuando charlaba con su padre nunca le decía nada de su salud.

Así era, su padre había enfermado y solo hasta que estuvo en la etapa terminal le fue informado lo que sucedía, se había apresurado a volver y cuidó de su progenitor con amor y esmero pero ya no había mucho por realizar, tan solo hacer sus últimos días lo más cómodos posible y aguardar. Que las cosas estuvieran bien entre los dos no hacía más fácil el que su padre falleciera pero si ayudaba a que no quedaran remordimientos ni malos entendidos, eso era bueno.

Y ahora estaba solo en esa casa. Lo mejor sería descansar para poder pensar en lo que haría con ese sitio y con su propia vida en los días venideros, se dirigió a la habitación que había estado ocupando y se decidió por descansar, mañana sería un nuevo día y sin duda las cosas estarían mejor con un buen sueño.

A la mañana siguiente las labores de Mu ya estaban delimitadas, no eran muchas, tan solo terminar de poner en orden ciertos asuntos de su padre pero no le llevaría mucho tiempo, casi todo estaba resuelto. Al decir casi todo es porque había quedado un asunto pendiente que a su padre le había interesado mucho. Shion Aries había sido un muy buen doctor, había trabajado varias veces de manera voluntaria en campañas internacionales en favor de la salud de manera gratuita, justamente antes que su estado se agravara estaba en planes de participar en otra campaña que era para ir a una región apartada de su tierra ancestral: El Tíbet.

El deber de Mu hasta ese momento era el de declinar la invitación informando que su padre había fallecido pero cuando tuvo el documento en sus manos simplemente no se sintió capaz de hacerlo, prefirió guardarlo para terminar con eso después. Estaba en eso cuando su teléfono empezó a sonar.

-¿Bueno?

-Hola Mu.

-Hola Shura.

-Solo deseaba llamar para saber como te encuentras.

Shura Capricornio era su colega y amigo, ambos trabajaban en un importante centro médico privado en la capital, él era cirujano plástico y Mu era un excelente cirujano también, tenía a otros conocidos y amigos ahí pero los había dejado para estar con su padre.

-Dime Mu ¿te encuentras tranquilo?

-Si Shura, gracias por preguntar, ya sabía que esto iba a suceder.

-Lo lamento.

-Lo sé, gracias.

-Quería decirte que puedes tomarte todo el tiempo que necesites para volver, lo más importante es que te recuperes.

-Muchas gracias.

-De nada, te esperamos Mu. Adiós.

-Adiós.

La comunicación terminó, el joven de los ojos verdes suspiró, le gustaba su trabajo y su vida cosmopolita en una capital, de verdad y era bueno en ello, no veía nada malo en su labor, ayudaba a la gente por igual. Bueno, a gente que podía costearlo pero ¿Qué había de malo en eso? Su padre nunca se lo reprochó y eso que había dedicado su vida prácticamente a trabajar sin cobrar por su labor de médico, él no iba a sentirse mal por hacer lo que hacía.

-Entonces ¿Por qué sigo pensando en ello?

Tuvo que preguntarse a si mismo.

Desde que regresara a su casa paterna había tenido una especie de lucha interna en la que se preguntaba porqué su padre había dedicado su vida a ayudar a otros mientras que él, bueno, él ayudaba también, de cierta manera. Era mejor dejar eso por la paz. En cuanto terminara con lo de la casa lo mejor sería volver a la ciudad.

Se puso a acomodar algunas cosas y darle otro orden a unas más, solo hasta ese momento se dio cuenta que en todo ese tiempo no había reparado en una maleta que se encontraba en el armario de su padre, no estaba vacía como había pensado en un principio, sino que estaba ocupada. Se decidió a ver qué contenía. Se trataba del equipaje que su padre había decidido que llevaría a su nueva misión de médico en el Tíbet. No era mucho pero en esos viajes era lo que se estilaba, ropa, libros, cosas personales pero lo que más llamó su atención fue ver que en el fondo de la maleta su padre llevaba una fotografía suya, no tenía idea de que él hacía algo como eso.

Cuando su padre partió a su primera misión le había dicho que solo podía llevarse lo indispensable, lo verdaderamente importante y veía que entre lo que consideraba importante estaba una fotografía suya, no lo había pensado siquiera pero había muchas cosas que su padre y él no lograron decirse, quizás por el momento o tal vez porque no se atrevieron a hacerlo...pero ya no era posible hacerlo.

Siguió con su labor hasta que verdaderamente no quedaba nada más que hacer, nada excepto cancelar esa nueva misión a la que su padre ya no iría. Leyó la invitación una vez más y se quedó con ella entre sus dedos hasta que se durmió.

 

 

Por las mañanas Shaka salía a correr, le gustaba hacerlo, al llegar a su casa de vuelta escuchó el timbre del teléfono sonar insistentemente, de inmediato respondió.

-¿Hola?

-Hola Shaka.

-Mu ¿todo bien? ¿Necesitas algo?

-Pues es que me decidí a hacer algo y me gustaría pedirte un favor.

-Lo que quieras ¿De qué se trata?

-Shaka voy a irme.

-¿Regresas a tu casa?

-No, voy a tomar la misión en la que iba a participar mi padre.

-¿Qué?

-Creo que es algo que él deseaba hacer de verdad y me parece una forma de terminar de rendirle mis respetos.

-Mu, por favor, no tomes una decisión tan importante solo por un impulso.

-No es solo un impulso, es algo que de verdad creo que debo hacer.

-¿Qué sabes tú de una misión de ese tipo? No quiero ofenderte pero has hecho toda tu carrera en la ciudad, no creo que una de esas misiones médicas sea muy divertida.

-Voy a hacerlo.

Como el de cabellos rubios escuchó la convicción en su voz supo que no tenía sentido tratar de disuadirlo, no lo lograría, era mejor apoyarlo.

-Está bien Mu ¿Qué es lo que quieres que haga?

-Quisiera pedirte que por favor vigiles la casa hasta que vuelva Shaka.

-Será un placer.

-Gracias, sabía que podía contar contigo.

-¿Cuánto tiempo será esto?

-Por lo que he leído es un transcurso de seis meses, me parece un tiempo razonable.

-Supongo que si ¿Cuándo te irás?

-Ya confirmé mi asistencia, me dijeron que me esperan hoy por la tarde.

-¿Te marchas hoy?

-Puedo irme hasta la semana que entra Shaka pero no veo motivos para retrasarme.

-¿Ya pensaste en tu trabajo Mu?

-Shura me dijo que me tomara todo el tiempo que necesitara, tomaré estos seis meses.

Algo como eso no lo esperaba Shaka pero tenía los años suficientes para saber que Mu no era un hombre al que se pudiera hacer cambiar de opinión con facilidad, era mejor apoyarlo, además si de verdad sentía que le haría bien para terminar de pasar por el duelo y ayudar a otros ya no se escuchaba tan mal como al principio. Aunque le seguía pareciendo que era algo precipitado prefería apoyar a su amigo que ser un obstáculo.

-Mucha suerte Mu.

-Gracias Shaka.

Terminó la comunicación y el joven de cabellos lavanda ya estaba listo, no había tardado en informarse sobre lo que necesitaba saber y alistarse para ello, tenía una sola maleta y la invitación de su padre en la mano, no le faltaba nada. La casa estaba completamente en orden, tan solo le dio una mirada más antes de salir, suspiró pero salió y cerró la puerta, estaba listo...o algo así.

Se dirigió al centro desde el cual se movilizaría para ir al Tíbet y se sorprendió un poco de lo que vino, no solo por lo rápido que estuvieron las cosas en marcha sino porque era la única persona que iría.

-No tenemos muchos voluntarios-dijo uno de los que lo recibieron.

Tan solo aceptó de un movimiento.

Para la tarde ya estaba en un avión con provisiones alimenticias y médicas, se alistó lo mejor que pudo y dio inicio el viaje. El largo recorrido fue sin problemas y él aprovechó para descansar y estudiar sobre el sitio al que iría; se trataba de una pequeña aldea en el Tíbet.

 

 

Tal y como esperaba el recorrido no fue sencillo, aparte del vuelo tuvo que hacer una buena parte del camino a lomo de mula pues no había otra forma de transportarse, había vehículos pero no se usaban para llevar a una sola persona, así pues él tendría que conformarse y procuró no decir nada en el camino, simplemente observaba y se recordaba a cada instante que era lo que su padre hubiera querido hacer si estuviera vivo y en condiciones de viajar, además su familia venía del Tíbet, no había nada de malo en contactarse con sus raíces.

Al llegar descubrió que tenía una idea bastante errada de lo que era una aldea verdadera comparada con lo que era una retratada en una película. En su mente esperaba encontrarse casas de madera y gallinas en las calles y un arroyo donde las mujeres lavaban pero no había nada de eso, se trataba de un sitio que más que una aldea parecía un pueblo abandonado, la gente (que era poca) estaba en sus propias labores y no parecían muy comunicativas, tan sólo lo miraron de reojo pero nada más. El joven doctor respiró con profundidad procurando que no se notara nada de lo que pensaba.

Finalmente llegaron a su destino, una especie de escuela por lo que pudo adivinar y una vez ahí fue recibido.

-Bienvenido doctor Aries, lo esperábamos-dijo un joven de largo cabello azulado.

-Gracias-dijo él-Dime Mu.

-Yo soy Milo Escorpión, soy uno de los voluntarios.

-Encantado.

Se estrecharon las manos con sinceridad y el de cabello azul se dispuso a explicarle la situación y con lo que contaban.

-Debo serle sincero, no hay mucho aquí Mu-decía el joven-Aprendemos a trabajar con lo que tenemos pero procuramos pensar en lo mejor en vez de centrarnos en las carencias.

-Comprendo.

-Hay más voluntarios pero no son muchos, varios apenas son estudiantes de medicina o enfermería o ninguna de ambas pero aprenden aquí.

-Pero debe haber más doctores ¿verdad?

-Si, hay otro médico Mu pero en este momento no esta aquí, esperamos que regrese en poco tiempo. La verdad nos alegra contar con usted, por lo que me dijeron es uno de los mejores en su rama, un verdadero médico cirujano, aunque no esperábamos a alguien tan joven.

-En realidad era mi padre quien iba a venir...pero falleció.

-Lo lamento.

-Esto era algo que él quería y por eso vine.

-Y estamos igualmente agradecidos por ello doctor Mu.

Siguió mostrándole algunas cosas pero a cada paso el joven de los ojos verdes se preguntaba si había hecho lo correcto al irse a ese sitio dejando su vida atrás, después se dijo que tan sólo serían seis meses y no tenía nada de malo ayudar, su padre lo había hecho siempre después de todo. En las horas siguientes conoció el lugar y lo que tenían además de los otros voluntarios.

-Ellos son-decía Milo presentándolos-Aioria Leo y Camus Acuario, él es el doctor Mu Aries.

-Hola-dijo él cordialmente.

Los jóvenes se presentaron amablemente y con educación diciéndole que si necesitaba de algo con gusto lo ayudarían. Así pues, conociendo el lugar y a los otros voluntarios Mu pasó su primer día pero sin estar seguro de lo que sucedería desde ese momento, además de tener una breve aventura por la noche en la que le destinaron como su habitación. Cuando iba a acostarse le dio la impresión de que había una hoja sobre la cama, la iba a retirar con la mano pero la hoja se movió, no era una hoja sino un insecto que saltó en el acto y él gritó, tuvieron que pasar unos momentos para que se tranquilizara pero lo consiguió aunque no durmió mucho, siguió pensando si había sido una decisión correcta la que había tomado.

 

 

Con la mañana y la llegada de un nuevo día esperaba estar mejor y casi parecía que si, los otros voluntarios eran amables y lo ayudaban a ponerse al tanto de lo que pasaba pues los muchachos no tardaron en darse cuenta que él no estaba muy acostumbrado a lo que los rodeaba pero al menos se esforzaba. En un principio no pasaba demasiado, simplemente se dedicó a ver los medicamentos pero no tardó en darse cuenta que hacían falta demasiados.

-No hay mucho antiséptico-comentaba él.

-No, hace falta medicamento-le respondió Camus que era quien lo estaba ayudando.

-¿Cómo se consigue la medicina por aquí?

-No hay una ruta directa para hacerlo, se tiene que ir a otra población y pedirla pero también se necesita dinero para eso.

-Ya veo, no hay muchos recursos.

-Este sitio está muy alejado de otras rutas, la gente de los alrededores no ha tenido médicos siquiera por años, esto es un principio Mu, no te desanimes.

-Es que me cuesta asimilarlo aún.

-Nos da gusto que vinieras.

-¿De verdad Camus?

-Si, eres médico, es decir un verdadero médico y has practicado y ejercido, debe ser un trabajo muy bueno el que has hecho estos años.

-Me gusta pensar que si.

-Y eres muy gentil en dar tu tiempo y trabajo en un sitio como este, espero aprender de ti.

-¿Aprender de mí?

-Estudié enfermería, quiero estudiar medicina más adelante.

-Es un plan interesante el que tienes.

Siguieron charlando y trabajando pero las historias de los otros jóvenes eran más o menos las mismas, todos querían aprender y ayudar, no estaba mal; también le ayudaron esos primeros días a darse cuenta que la gente era sencilla y prefería encargarse de sus asuntos de manera privada, una especie de reserva natural hacía los extraños que seguían sosteniendo como una tradición, tenían que hacer esfuerzos mayores para entenderse con las personas pues aunque estuvieran para ayudar los miraban con desconfianza.

Aparte de eso no era un sitio tan triste como le había parecido en un principio, si bien la gente era reservada cuando se le pedía ayuda colaboraba en la medida de sus posibilidades pero eran muy celosos de mantener su estilo de vida ante lo cual preferían por mucho antiguos remedios caseros que acudir por ayuda médica. Con respecto a eso le advirtieron que fuera muy cuidadoso sobre el respeto a las tradiciones del lugar y que por más que no fuera mal intencionado un comentario podría prestarse a malas interpretaciones si decía algo fuera de lugar, era mejor andarse con mucho cuidado al tratar a la gente.

 

 

Una mañana Mu estaba tratando de resolver como desinfectar parte del equipo médico sin los dispositivos adecuado pero no importó tanto cuando escuchó una leve conmoción, tuvo que salir a averiguar lo que sucedía y vio que le daban la bienvenida a alguien, se trataba de un joven de cabello azul y ojos verdes que llegaba en un tipo de jeep y llevaba algunas cosas en cajas.

-¿Qué tal el viaje?-le preguntaba Milo.

-Pudo ser mejor-respondía el recién llegado.

-No te alteres-dijo con suavidad su compañero-sabemos que te has esforzado.

-Volveré en dos meses, para entonces ya debe haber una respuesta a la solicitud.

-Todo saldrá bien-dijo gentilmente Aioria-Ya lo veras.

Entonces al que recibían vio a la nueva persona que no conocía.

-Llegó el doctor Aries mientras no estabas-le dijo Milo-Mu él es Saga Géminis, es el otro médico.

-Mucho gusto-dijo amablemente el de cabellos lavanda.

-Igualmente-respondió el otro-Pude conseguir más medicamento y equipo al menos, tenemos que acomodarlo.

Los jóvenes pusieron manos a la obra de inmediato y Mu también les ayudó, era bueno contar con apoyo de lo básico al menos. Fue también desde ese momento que empezó a darse cuenta del tipo de persona que era el de Géminis y no era sencillo tratarlo.

La cuestión era que Saga era un joven y muy buen médico, aparte de eso hacía labor de convencimiento con la gente de los alrededores para que si tenían algún malestar acudieran al médico en vez de simplemente curarse por su cuenta y muchas veces eso no era sencillo pues trataban con personas muy arraigadas a sus tradiciones y a quienes les parecía que los extraños no tenían nada que hacer con su estilo de vida ni mucho menos indicarles como atender sus asuntos.

A pesar de eso el joven Saga no se dejaba vencer, siempre estaba trabajando y de hecho el mismo Mu aprendió bastante de él, sin duda tenía bastante experiencia en eso de trabajar con lo que tenían a la mano simplemente porque no se amilanaba con los obstáculos y parecía resolver los problemas sobre la marcha. Aunque no por eso estaban seguros ante sus a veces modales un tanto bruscos y bastante aguerridos si las cosas no estaban como él las necesitaba.

-No queda ningún anti inflamatorio-decía Mu-No podemos darle a ese hombre.

-Eres demasiado cerrado de mente-dijo Saga.

El de cabello lavanda lo miró ofendido pero el de cabello azul lo ignoró y se dirigió a uno de los estantes para empezar a preparar algo.

-¿Qué es lo que haces?-preguntó Mu.

-Un remedio contra la inflamación-contestó Saga.

-¿Qué? Les decimos justamente que no hagan eso ¿Y es lo que le vas a dar?

-Cállate unos instantes.

El de los cabellos lavanda se cruzó de brazos pues no quería dar una escena y aguardó a que el de cabellos azules terminara con su consulta, le dio algunas indicaciones al hombre que estaban atendiendo de una torcedura y cuando el paciente se fue era el momento de terminar con su discusión.

-Le diste un remedio casero a ese hombre Saga ¿Qué te sucede?

-Era más que un remedio casero-dijo él.

-¿Qué era según tú?

-Hay mucha medicina tradicional en estas tierras, verdadero conocimiento para aliviar males reales, he estudiado el tema por años, te aseguró que lo que preparé fue algo que lo ayudará, que no sea como la medicina que tú conoces y ejerces no hace inferior a lo que hago.

-Pero...

-Sería mejor que estuvieras dispuesto a aprender esto, como verás las opciones son limitadas y debemos trabajar con la gente respetando sus creencias y ayudándolas en lo que podamos, es lo que importa.

El joven de cabellos azules terminó con esa discusión dando vuelta y marchándose pero el de Aries se quedó pensando un poco más en lo sucedido, lo que sabía de medicina tradicional era limitado pero su padre hablaba muy bien al respecto, opinaba que era un conocimiento que si se aplicaba bien podría ayudar mucho a la gente; tal vez era momento de aprender al respecto.

Si bien Saga era un joven orgulloso y algo silencioso también era cierto que resultaba un guerrero de una forma muy particular, si bien difícil de tratar en ocasiones Mu se las arregló para convencerlo de que lo ayudara con eso de aprender más sobre la medicina tradicional del Tíbet para poder aplicarla, era un joven determinado de muchas formas y se las había arreglado para tratarlo y llevar de la mejor forma posible una relación entre los dos, al menos se trataban con cordialidad y eso era bastante decir para ambos.

Con el tiempo los dos se habían hecho buenos compañeros en lo de ejercer la medicina pues cuando Saga fallaba en convencer a la gente sobre el benefició de acudir a un médico era Mu quien sabía mejor como acercarse y explicarle a las personas que eran dueños de si mismos pero que acudir a un médico podría serles muy benéfico, se podía prevenir una enfermedad antes de que llegara y poco a poco las personas respondieron a eso, de tal forma que llegaron a tener bastante trabajo y aplicaron los planes que tenían programados además de necesitar delinear otros para seguir con su labor.

 

 

Como a veces su trabajo ya terminaba hasta tarde no fue inusual cuando esa noche Saga y Mu aún estaban en pie acomodando algunas cosas y llenando registros de las actividades del día.

-Al menos se están vacunando-comentó Mu.

-Es un paso importante-le dijo Saga-Antes las personas de por aquí no creían en las vacunas, que prevengan ya es bastante.

-Mucha gente se queja de la distancia, no es sencillo venir aquí para muchos.

-Lo se por eso me gustaría fundar una clínica.

-¿Una clínica?

-Así es-dijo el de cabello azul con convicción-Sería de ayuda en lugar de simplemente tener una especie de consultorio improvisado.

-Creo que es una buena idea, una clínica sería de gran ayuda para las personas de los alrededores.

Antes de poder decir nada más empezaron a golpear con fuerza a la puerta, ambos acudieron y quedaron frente a un joven de la localidad.

-Necesito que vengan-decía el muchacho-Es una emergencia, necesito que vengan conmigo.

Ambos se miraron por un instante simplemente y se pusieron en marcha, recorrieron el camino pero fueron más de treinta minutos así, cuando llegaron a la casa no tardaron en saber de qué se trataba todo eso pues quien había ido por ellos estaba tan nervioso que no se entendía lo que decía durante el trayecto.

-Es mi esposa-dijo el joven.

Había una muchacha también joven en el lugar y evidentemente embarazada, Saga se acercó a ella para hacerle unas preguntas pero Mu parecía no estar en la misma disposición de actuar.

-Ya casi nace-dijo Saga-Yo la apoyaré y tú recibe al bebé.

-¿Qué?-preguntó apenas con voz el de cabello lavanda.

-Sólo es un parto, date prisa.

-No puedo.

-¿De qué estás hablando? Eres doctor.

-Nunca atendí un parto, en la escuela y durante mi residencia nunca estuve en uno, sólo me mostraron un video en una clase, eso fue todo.

-Esto no es posible.

-Atiéndela tú.

-Son personas sencillas Mu-Le dijo por lo bajo-si hay una mujer preferirán que seas tú quien se encargue.

-¿Por qué?

-Porque te ves más amable que yo.

-Pero...

-Te diré qué hacer.

De inmediato el de cabellos azules estaba apoyando a la joven madre sosteniéndola por los hombros mientras que Mu se colocaba delante de sus piernas, el parto estaba bastante avanzado, Saga le indicaba a la madre que pujara en el momento oportuno y le decía a Mu que primero recibiera la cabeza, después con cuidado fueron los hombros, tenía que girar a la criatura con suavidad para que terminara el alumbramiento, recibir a ese pequeño en sus brazos dejó emocionado al joven de los ojos verdes y cabellos lavanda, nunca había hecho algo así. Terminaron de ayudar a la madre y de atender y lavar al bebé, era un niño y ambos se encontraban bien. Antes de marcharse el de cabello azul les hizo unas indicaciones más y se marcharon ya casi de madrugada.

-¿Qué pasa Mu?

-Es...Es...nunca había atendido un parto-dijo con una sonrisa.

-¿Cómo te sientes?

-Bien, es increíble algo así, sentir una pequeña vida en tus manos ¿Lo habías hecho antes?

-Unas veces me ha tocado atender a madres.

-Es algo increíble Saga.

Definitivamente ese muchacho de cabellos lavandas se veía contento con lo ocurrido, todo su rostro lo reflejaba, todo su hermoso rostro, eso al menos lo notó el de cabellos azules pero no dijo nada aunque si continuó con la conversación.

-Al menos no hubo complicaciones Mu.

-Bueno, parece que fue un parto sencillo Saga.

-También por eso es necesaria una clínica, para dar seguimiento a estos casos, afortunadamente no hubo problemas pero bien pudieron presentarse complicaciones, se deben llevar registros detallados, registros médicos de las condiciones de vida de los pobladores, sólo así puede aspirarse a una mejor calidad de vida.

-Estás comprometido con esto ¿verdad?-preguntó él con suavidad.

-Toda mi vida he querido ser médico Mu, desde que era niño, siempre he querido ayudar a la gente. Sé que si fuera a uno de los hospitales más importantes del país encontraría empleo pero en esos sitios no vería casos como los que debo atender aquí, la gente que más necesita de servicios médicos se encuentra en estos sitios, por eso sigo trabajando de esta forma.

-Y haces una gran labor.

Simplemente se miraron de frente y sonrieron, se respetaban y se entendían o al menos eso les parecía a ambos, pero estaban un poco cansados con la agitada noche y era mejor procurar descansar un poco.

 

 

Con el paso de los días y las semanas no era poco usual que ambos estuvieran juntos pero varias veces tenían que separarse pues cada uno atendía diferentes cosas pero igualmente eran en servicio de otros, los demás voluntarios apoyaban en todo lo que podían y eran atentos en aprender todo lo que ellos les indicaran para ponerse manos a la obra de inmediato, eran un grupo reducido pero esperaban que llegaran más y seguir creciendo. En los meses pasados el sitio ya no tenía el aspecto de una escuela abandonada sino más bien de una pequeña clínica, era bastante comparado con lo que el joven de cabellos lavanda había visto al llegar.

Sin embargo ver ese sitio restaurado le indicó algo a Mu sobre su estancia en ese lugar: su tiempo estaba por cumplirse. Había llegado hacía casi seis meses atrás y tenía que decidir qué hacer, ya fuera quedarse más tiempo o regresar, los otros voluntarios habían accedido a quedarse otros meses pero él no estaba seguro de lo que debía hacer en ese momento. Tan sólo quedaba quedarse o marcharse, no había más opciones y fuera lo que fuera que eligiera debía pensarlo detenidamente.

Una mañana estaba en medio de esas ideas cuando Saga lo vio, se acercó despacio y al final se decidió a hablarle.

-Mu.

-¿Qué sucede Saga?

-Eso me preguntaba ¿te encuentras bien?

-Si, sólo pensaba en algo.

-¿Es grave?

-No, es que me di cuenta que ya casi se cumplieron los seis meses y debo decidirme entre quedarme más tiempo o volver a casa.

-Así que es eso-dijo con voz áspera.

-Es que debo pensarlo y...

Pero él no esperó a que terminara de explicarle, simplemente se marchó sin decirle una sola palabra, el de Aries lo vio irse pero no estaba seguro de comprender el porqué de su conducta, en ese momento se dijo a si mismo que sin duda tenía algo más que hacer y por eso se había ido. Sin embargo cambió de parecer con las horas pues cuando coincidió de nuevo con el de ojos verdes éste se mostró silencioso, más de lo usual, parecía molesto y por lo mismo era esquivo y arisco cuando le decía algo y la verdad el joven de cabello lavanda no lo comprendía y no lo ayudaba a decidirse pues lo confundía y lo desconcertaba ese cambió de actitud.

Otros que no comprendían lo que estaba pasando eran justamente los otros jóvenes, hasta ese momento habían observado en silencio pero se daban cuenta perfectamente que algo andaba mal con Saga, al menos algo lo tenía enojado y no les parecía que fuera algo saludable para la gente ni ellos mismos ese comportamiento, tal vez fuera momento de hablar al respecto. Ya que ninguno terminaba de animarse pues conocían a Saga fue más o menos en suerte que la misión quedó en manos de Camus pues era comprensivo, no hablaba de más y su carácter era más cercano al del médico de cabellos azules y ojos verdes.

Sin embargo antes de que se diera esa conversación algo más estaba por suceder.

Saga iba llegando de regreso, se había pasado casi todo el día fuera y no tardó en darse cuenta que Mu estaba ahí y que parecía esperarlo, en eso no se equivocaba, el de ojos verdes sin cejas había aguardado un largo rato para verlo y hablar con él.

-Saga.

-¿Qué quieres?

-Yo sólo quería hablar contigo, lo he pensado y creo que mi tiempo aquí terminó, voy a regresar.

-No tenías que decirme eso.

-También quería darte las gracias, he aprendido mucho a tu lado.

-Pero no fue suficiente ¿o si?

-¿Estás molesto por algo Saga?

-A decir verdad si, me molesta la gente como tú Mu Aries.

-¿De qué hablas?

-Nunca fue tu intención ayudar de verdad Mu-le reprochó-Esto para ti fue únicamente como una distracción, no un compromiso, nunca fue tu intención ayudar.

-No digas nada semejante Saga-le exigió-He trabajado duramente en este sitio y para este sitio, no permitiré que socaves mi trabajo.

El de cabello azul se veía molesto, toda su actitud lo demostraba y el joven de cabello lavanda no acertaba a comprender lo que le ocurría.

-¿Por qué estás tan enojado Saga?

Pero él no le respondió.

-Dime qué sucede-pidió el de Aries-No te encierres ¿Qué ocurre?

Entonces Saga se quedó mirándolo de frente y con intensidad.

-Creí que eras especial Mu, de verdad pensaba que eras diferente al resto de la gente, que esto te importaba tanto como a mí pero quieres marcharte.

-Yo tengo una vida lejos de aquí Saga.

-Exacto, esto es un pasatiempo para ti, no tu vida.

-Quiero volver a casa, eso es todo ¿Por qué no puedes comprenderlo?

Parecía que el joven Géminis iba a marcharse pero al dar dos pasos se detuvo y regresó al lado del de cabello lavanda, lo tomó por los hombros y le habló.

-No quiero que te vayas Mu.

Y no dijo nada más ni permitió que el otro lo hiciera pues lo estrechó entre sus brazos y lo besó, unos segundos después se separó de su lado y se marchó dejándolo solo y sorprendido.

A Camus no le resultó sencillo encontrar a Saga pero finalmente lo hizo, estaba en la parte más alta de la construcción mirando el cielo y parecía preocupado por algo, con cuidado el de cabello y ojos azules fue a su lado y se sentó.

-¿Qué sucede Saga?

-Nada.

-No creo que por nada hayas subido aquí.

-Es que necesitaba pensar.

-Tienes días así Saga, si hay un problema es mejor que tratemos de solucionarlo, Mu está por marcharse y debemos estar unidos.

-Si, ya se eso, ya se que el importante doctor Aries va a regresar a su casa.

El tono en que dijo esas palabras puso alerta al de ojos azules, nunca lo había escuchado hablar así, el de ojos verdes se escuchaba herido al decir eso; entonces lo miró atentamente antes de volver a hablarle.

-¿Esto tiene que ver con que Mu se vaya Saga?

-Ya te dije que no me pasa nada Camus.

-A mi me parece que él es una persona muy especial.

-Si-reconoció el de mirada verde.

-Lo extrañaré pero también entiendo sus motivos.

-Va a irse Camus, a irse.

-¿Te gustaría que no lo hiciera?

-Eso no importa.

-Pero si te importa a ti debes decírselo.

-Ya lo hice.

-Saga...

-No quiero seguir hablando de esto Camus.

Se puso de pie y se marchó pero el de ojos azules se quedó un poco más reflexionando en lo que sucedía, él no podía hacer nada, estaba consiente de eso, ahora todo quedaba en manos de Mu quien era el que decidía.

En cuanto a Mu estaba en su habitación, trataba de terminar de alistarse para irse pero no era sencillo, trataba de calmarse y reflexionar pero lo que seguía dominando sus sentidos era ese beso que le dieron, no había pensado en que algo así pudiera sucederle y no tenía la menor idea de la forma más adecuada de manejar la situación.

-"No quiero que te vayas Mu".

Las palabras del joven de cabellos azules y mirada glauca se seguían repitiendo en su mente y parecían no poder cesar de presentársele continuamente. Cuando sus cosas estuvieron listas se acostó pero por más que trató de descansar no pudo, esa noche la pasó más bien despierto y no pensando solamente en lo del beso, tenía más cosas en mente. Pensaba en su padre. Su padre había sido un médico importante, él lo sabía y estaba orgulloso, tanto que se decidió a seguir sus pasos y por eso había estudiado medicina, también por ello fue tan duro el haberlo perdido cuando falleció.

Había creído que una forma de honrarlo era la de hacer ese trabajo que él hacía, ayudar a otros, estar en ese sitio le había parecido lo mejor, no sólo se trataba de la gente, era también su tierra ancestral y...y...había conocido a Saga ahí. Era un joven especial sin duda, uno que lo estaba haciendo preguntarse del futuro, de su carrera, de su vida hasta ese momento, de esa vida que se le mostraba tan nueva y que sinceramente le gustaba, era gratificante y lo había ayudado a comprender mejor a su padre y su compromiso con las personas pero ni siquiera eso lo ayudaba a terminar de convencerse por el camino a seguir.

Al llegar la mañana Mu estaba de pie y listo para marcharse, al despedirse de los otros jóvenes lo hizo con afecto y ellos le desearon lo mejor pero no pudo evitar darse cuenta que Saga no estaba ahí, aparentemente lo que tenía que decirle ya lo había hecho. Tomó sus cosas y partió.

Saga se había marchado desde temprano y regresó hasta la noche, los demás le dijeron que Mu se había marchado pero él no dijo nada, simplemente guardó silencio, tratando de ocultar lo que en verdad sentía.

 

 

Pasaron catorce días y esperaban al nuevo voluntario, aparentemente había tenido mucho interés en apoyarlos justamente a ellos y había donado una importante suma para medicamentos y equipo.

-Es una buena noticia-comentaba Aioria-La ayuda nunca sobra.

-Sin duda alguna-decía Milo-Es bueno ver que aún hay gente dispuesta a ayudar.

Sin embargo mientras los demás hablaban Saga no había dicho nada, pero eso ya no les extrañaba, apenas si decía algo en esos días y parecía que él deseaba que lo dejaran así; siendo que sus compañeros estaban tan ocupados con dar un sitio a lo enviado se dispuso a abandonar el lugar y caminar por los alrededores. No entendía de qué manera era posible que todo le recordara a Mu, incluso esos medicamentos que acababan de llegar pues recordaba que era él quien los catalogaba y muchas veces le ayudó a hacerlo. Sacudió su cabeza tratando de despejarse y en ese momento vio que alguien se acercaba, debía ser el nuevo voluntario.

Conforme se acercaba trató de agudizar su vista pues no estaba seguro de lo que veía pero al ir avanzando la otra persona se convencía más y más hasta que no hubo lugar para dudas, se apresuró y a unos metros de distancia quedó en el mismo camino que llegaba él.

-Mu.

-Te dije que regresaría a casa Saga...por eso volví.

Pero él no escuchó mucho de lo que le dijo, se acercó y con cuidado lo abrazó y fue  correspondido, aunque faltaban de aclarar algunas cosas pero ya habría tiempo para eso. No se necesito de mucho para que el mismo Mu les explicara que regresó para terminar de poner en orden unos asuntos con respecto a su anterior trabajo y otras pequeñas cuestiones, había vendido su casa y utilizó ese dinero para el fondo que se usaría para la clínica y equipo, una vez listo eso se dispuso a volver pues quería quedarse definitivamente. Los demás lo recibieron con alegría y nadie más contento que un joven médico de cabellos azules y mirada verde.

Cuando Mu estuvo de regreso en su casa no pudo sino plantearse lo que haría desde ese instante y la respuesta apareció. Cuando llegaron a vivir a ese sitio su padre había hecho enmarcar algo y presidía la habitación que había sido utilizada como biblioteca; los ojos verdes de su hijo observaron el escrito y lo leyó de nuevo aunque más bien lo recitaba pues lo sabía de memoria.

"Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que éste mi juramento será cumplido hasta donde tenga poder y discernimiento. A aquel quien me enseñó este arte, le estimaré lo mismo que a mis padres; él participará de mi mantenimiento y si lo desea participará de mis bienes. Consideraré su descendencia como mis hermanos, enseñándoles este arte sin cobrarles nada, si ellos desean aprenderlo.

Instruiré por precepto, por discurso y en todas las otras formas, a mis hijos, a los hijos del que me enseñó a mí y a los discípulos unidos por juramento y estipulación, de acuerdo con la ley médica, y no a otras personas.

Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror. A nadie daré una droga mortal aun cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer pesarios abortivos. Pasaré mi vida y ejerceré mi arte en la inocencia y en la pureza.

No cortaré a nadie ni siquiera a los calculosos, dejando el camino a los que trabajan en esa práctica. A cualesquier casa que entre, iré por el beneficio de los enfermos, absteniéndome de todo error voluntario y corrupción, y de lascivia con las mujeres u hombres libres o esclavos.

Guardaré silencio sobre todo aquello que en mi profesión, o fuera de ella, oiga o vea en la vida de los hombres que no deban ser públicos, manteniendo estas cosas de manera que no se pueda hablar de ellas.

Ahora, si cumplo este juramento y no lo quebranto, que los frutos de la vida y el arte sean míos, que sea siempre honrado por todos los hombres y que lo contrario me ocurra si lo quebranto y soy perjuro"

Era una parte en especial la que había llegado a él y por la cual se había hecho médico, no pudo sino repetirla.

- Llevaré adelante ese régimen, el cual de acuerdo con mi poder y discernimiento será en beneficio de los enfermos y les apartará del perjuicio y el terror.

Eso era lo más importante, hacer su labor en beneficio de la gente, curando el dolor y aliviando el sufrimiento. Por eso había regresado. Y por Saga.

 

 

Las semanas pasaban y los proyectos seguían y el trabajo daba sus frutos pues finalmente las autoridades estaban dispuestas a cooperar con lo de la clínica, cuando la pareja de médicos lo supo estaba más que contenta y no dudaron en trabajar en ello de inmediato.

Para ese momento ambos estaban convencidos de sus sentimientos y el compromiso que habían entablado, era sin duda el máximo de sus motivos para estar contentos, también era un buen momento para continuar con sus vidas, planes y su relación, sobre todo su relación pues ambos sabían que fuera lo que fuera que sucediera estarían bien si permanecían juntos.

-Creo que es una buena ubicación-decía Mu.

-Sería mejor más al norte-Dijo Saga.

-Costaría más el que tuviera todos los servicios.

-Pero el acceso será más directo.

Los dos estaban delante de un mapa de la zona terminando de delimitar el área en que estaría la clínica y parecía que tendrían que orillarse por una especie de punto medio entre sus opciones, lo cual no sería muy sencillo ya que cada uno defendía su elección.

-Debemos disminuir costos-decía Mu.

-Debemos pensar en lo más conveniente para la gente-decía Saga.

Podría pasar un largo rato de esa forma pero al final lograrían un acuerdo conveniente ya que pensaban muy en serio en su labor; después de más de una hora de tratar de encontrar el sitio que les resultara indicado estuvieron convencidos del lugar que necesitaban para poner en marcha sus proyectos, lo señalaron en el mapa, ambos tuvieron que ceder una parte pero era un buen acuerdo, claro que eso no lo dirían abiertamente ninguno de los dos y se quedaban en silencio con sus sentimientos personales de triunfo; sin embargo había otros sentimientos que si compartían y eran más abiertos en demostrar aunque cada uno a su manera: Mu de manera sugestiva, Saga con determinación.

La noche avanzaba y de alguna manera también lo hacían sus deseos que a pesar de todo seguían ocultos bajo la conversación de lo referente a la clínica y la forma de llevar a cabo las cosas pero no podían continuar de esa forma por mucho más tiempo ya que a cada momento se daban cuenta más y más de lo increíble que era esa persona en la misma habitación en el mismo instante, a solas con todo el espacio que necesitaran para hacer lo que desearan.

-Creo que ya es tarde Saga.

-Si, es mejor descansar.

-Buenas noches.

-Buenas noches Mu.

Mu no vio al de cabello azul moverse así que supuso que no sucedería nada, en cierta manera se decepcionó pero tampoco iba a apresurarlo de ninguna manera; por su parte Saga observaba a Mu con fijeza, era un joven hermoso, más aún con su forma tan suave de caminar y no podía dejar de darse cuenta justamente de las suaves curvas de sus caderas, sencillamente no podía dejar de verlo y fue por eso que caminó en la misma dirección que él y no lo dejó cruzar la puerta de su habitación, lo atrajo contra él estrechándolo por la cintura para besarlo y pasar una de sus manos con gentileza por sus caderas.

-Mu...

-Saga...

Fue lo único que pudieron decir antes de estrecharse con fuerza pues se sentían cómodos y de acuerdo con lo que estaba sucediendo, cruzaron la puerta en unos instantes y conforme avanzaban a la cama no vacilaron en quitarse la ropa, al menos  la más expuesta que fueron los pantalones y las playeras, estando en ropa interior siguieron besándose sobre la cama y acariciándose de forma más íntima, las manos de Mu recorrían el abdomen de su compañero hasta tocarlo a través del bóxer mientras que las manos de Saga fueron directamente a su pecho buscando la forma de hacer a un lado la tela de la camiseta. Cada uno terminó de desvestir a su compañero, la ropa quedó descartada y ambos estaban recostados sobre las sábanas desnudos, los besos se hicieron intensos pues abrían sus labios y exploraban la boca de la persona a su lado, de la misma forma las caricias eran excitantes, sus pechos y sus muslos se rozaban al mismo tiempo que sus vientres, ninguno de los dos parecía querer esperar.

El de cabellos azules logró que el joven de cabellos lavanda quedara recostado sobre su espalda, no pudo resistirse al impulso de soltar su cabello, le daba la impresión que era la persona más bella que hubiera visto en toda su vida y le hubiera gustado decírselo pero no pudo, prefirió besarlo y acariciar sus caderas de nuevo, le gustaba el hombre que era, su cuerpo cálido y delicado, no era uno de esos hombres delgados como varas sino que poseía un hermoso y bien formado cuerpo de hombre marcado en los sitios más propicios y a él le fascinaba, por eso lo besaba y acariciaba buscando que Mu estuviera dispuesto a continuar. No tardó mucho en eso. Para el de Aries ese joven de cabellos azules era varonil y determinado, sentía que casi podía verse reflejado en sus ojos, era de verdad un hombre que le gustaba y le gustaba más que lo tocara con determinación, casi como si dijera sin palabras que nunca le permitiría irse de su lado. Y no quería irse definitivamente.

En algún momento Saga bajó por la blanca piel de Mu, besando toda la extensión y presionando entre sus labios los delicados pezones que se endurecieron, con una mano tocaba el tierno sexo que se erguía y respondía de la misma manera que lo hacía el suyo; con cuidado llegó a la altura deseada para llevar el turgente miembro a sus labios, lo besó al principio pero no pudo resistirse a tomarlo entre sus labios por la punta y llevarlo lo más que pudo a su interior, comenzando con un bombeo varonil y cadencioso, sus manos no permanecían ociosas sino que acariciaban la delicada zona que rodeaba la masculina entrada, sus dedos separaron y descubrieron el lugar y con tanta tranquilidad como pudo logró que uno de sus dígitos traspasara y buscara el lugar que haría más sencillo continuar.

Mu se curvaba sobre las sábanas y separaba sus piernas voluntariamente mientras una de sus manos estaba estrujando la tela debajo de él y la otra acariciaba los cabellos azules que despertaban sus deseos al acariciar su piel, sentía como ese dígito en su interior se hundía en su intimidad y separaba sus masculinas paredes encontrando su dulce centro de placer y logrando que gimiera a la par que esos labios no lo dejaban y lo complacían de manera excitante y placentera. Sin embargo los dos querían conocerse por completo y por eso el de Géminis se apartó un poco, solo se retiró lo suficiente para observar el rostro de su compañero mientras otro de sus dedos entraba en su intimidad y lo alistaba para él, cuando se convenció que era el momento se acercó para besarlo en los labios con sensualidad.

Fue entre los besos y las caricias que Saga quedó entre los bien torneados muslos de Mu, no querían perder tiempo, entró con algo de prisa en el joven de los cabellos lavanda aunque se tomaron su tiempo para acostumbrarse mutuamente. Al lograrlo se estrecharon con fuerza, el de Aries hundió sus dedos en el cabello azul y el de Géminis no dejaba de acariciarlo y besarlo con fervor. Su cintura y sus caderas se encontraban con ritmo, ambos gemían y respiraban de manera entrecortada pero no se detenían, continuaban y continuaban amándose y estrechándose para dar paso al clímax, por eso el de cabellos azules tomó entre sus dedos el rígido sexo de su compañero y lo acarició al ritmo de sus embestidas; fue despacio, llegó con calma a ellos entre sus intensos movimientos, inundándolos más que llenándolos, realmente un momento de satisfacción supremo, tanto que al separarse los dos sonreían y aunque trataban de hablar no lo lograban, hicieron falta unos momentos para que se miraran de frente.

-Me da gusto que te quedes Mu.

-No podía irme Saga, todo lo que he querido de la vida lo encontré aquí.

-¿En serio?

-Por supuesto, está la gente, la clínica, tú ¿Qué más podía pedir?

-Parece que nada.

Se besaron por unos momentos más antes de dormirse y descansar pues lo necesitaban, había mucho trabajo por hacer.

No era inusual ver a ambos juntos o separados, lo que siempre estaban haciendo era trabajar aparentemente, estaban plenamente comprometidos con la idea de la clínica y ponían el ejemplo sobre la labor; a Mu le gustaba su nueva vida, estaba seguro que de vivir su padre lo aprobaría porque había descubierto que su misión como doctor era ayudar, su juramento así lo decía y tenía un compañero al que amaba para llevarlo a cabo.

 

 

FIN

 

 

Notas finales:

El Juramento Hipocrático, es un juramento público que pueden declarar los que se gradúan en medicina ante los otros médicos y ante la comunidad. Su contenido es de carácter ético, para orientar la práctica de la medicina y aún se utiliza, en lo personal creo que es bonito.


 


La semana que entra si nada sucede será otro de sugerencia, se llama Escenario y me gustó hacerlo sinceramente.


Atte. Zion no Bara



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