La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo.
Lucio Anneo Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.
Ser tu esclavo
Por: Eruka
No necesitas quererte tú mismo cuando tienes alguien más que lo hace por ti.
Por eso es cómodo que te amen más de lo que amas, por eso siempre buscamos la adoración y no el amor maduro.
Y por eso había aceptado ser su esclavo.
Toda su vida había sido maltratado, subestimado y compadecido. Primero sus padres, abandonándolo en la primera calleja insegura que encontraron. Después, sus padres de acogida lo habían llevado de vuelta a la horrible casa hogar porque, simplemente, se dieron cuenta de que no estaban preparados para tener un hijo. Y tantas otras idas y venidas, pérdidas y decepciones, lo hicieron percatarse de un hecho que debería ser simple hasta para la persona más estúpida: estaba solo.
Y cuando aquella mano paliducha, de dedos largos y tan gélida que parecía inhumana estuvo frente a sus ojos de triste azul, supo que tomarla era lo único que lo salvaría de aquella horrible sensación que era vivir. La tomó con la suya, tostada y pequeña, limpia de porquerías visibles, pero tan sucia de miseria que se sorprendió de que el moreno no quisiera soltarla.
Sasuke no le ofreció una relación tierna y cariñosa, no le ofreció ni siquiera apoyo y comprensión, tampoco la posibilidad de caminar a su lado o de tratarlo como a su igual. Sasuke le ofreció sexo duro, incomprensión y esclavitud; siempre sería inferior al que se ofreció ser su amo.
Él sería el esclavo y Sasuke su amo.
Él obedecería y el otro ordenaría. Él lo satisfacía y el otro lo premiaba.
Pero había aceptado porque el bruno había puesto sobre la bandeja de sus ofertas algo a lo que no se podía negar; nunca más estaría solo. Sí, sería sometido a la humillación y a la degradación, pero a cambio el moreno le entregaba la promesa de amarlo para siempre. Si se quedaba, si abría las piernas siempre, si gemía como una nena, si se la chupaba mejor que nadie y permitía que le hiciera todas las porquerías que quisiera, entonces nunca más tendría que saborear el amargo gusto de estar perdido.
Adán. Preso de la miseria y la autocompasión. Patético. Sin amor ni la posibilidad de ofrecerlo.
Navegando a la deriva y pensando por sí mismo, tomando decisiones propias y aceptando las consecuencias de ellas.
Sasuke, ahora, decidía cada aspecto de su existir. Lo que vestía, lo que pensaba, lo que sentía e incluso lo que soñaba. Sin dolor, sin esfuerzo, sin sufrimiento ni soledad.
Porque nunca habría aceptado una relación en la que se le ofreciera la libertad de sentir.
Porque lo único que podía sentir con autonomía era el dolor de volver a perder.
*Repito para que se suba*
La esclavitud más denigrante es la de ser esclavo de uno mismo.
Lucio Anneo Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.
Ser tu esclavo
Por: Eruka
No necesitas quererte tú mismo cuando tienes alguien más que lo hace por ti.
Por eso es cómodo que te amen más de lo que amas, por eso siempre buscamos la adoración y no el amor maduro.
Y por eso había aceptado ser su esclavo.
Toda su vida había sido maltratado, subestimado y compadecido. Primero sus padres, abandonándolo en la primera calleja insegura que encontraron. Después, sus padres de acogida lo habían llevado de vuelta a la horrible casa hogar porque, simplemente, se dieron cuenta de que no estaban preparados para tener un hijo. Y tantas otras idas y venidas, pérdidas y decepciones, lo hicieron percatarse de un hecho que debería ser simple hasta para la persona más estúpida: estaba solo.
Y cuando aquella mano paliducha, de dedos largos y tan gélida que parecía inhumana estuvo frente a sus ojos de triste azul, supo que tomarla era lo único que lo salvaría de aquella horrible sensación que era vivir. La tomó con la suya, tostada y pequeña, limpia de porquerías visibles, pero tan sucia de miseria que se sorprendió de que el moreno no quisiera soltarla.
Sasuke no le ofreció una relación tierna y cariñosa, no le ofreció ni siquiera apoyo y comprensión, tampoco la posibilidad de caminar a su lado o de tratarlo como a su igual. Sasuke le ofreció sexo duro, incomprensión y esclavitud; siempre sería inferior al que se ofreció ser su amo.
Él sería el esclavo y Sasuke su amo.
Él obedecería y el otro ordenaría. Él lo satisfacía y el otro lo premiaba.
Pero había aceptado porque el bruno había puesto sobre la bandeja de sus ofertas algo a lo que no se podía negar; nunca más estaría solo. Sí, sería sometido a la humillación y a la degradación, pero a cambio el moreno le entregaba la promesa de amarlo para siempre. Si se quedaba, si abría las piernas siempre, si gemía como una nena, si se la chupaba mejor que nadie y permitía que le hiciera todas las porquerías que quisiera, entonces nunca más tendría que saborear el amargo gusto de estar perdido.
Adán. Preso de la miseria y la autocompasión. Patético. Sin amor ni la posibilidad de ofrecerlo.
Navegando a la deriva y pensando por sí mismo, tomando decisiones propias y aceptando las consecuencias de ellas.
Sasuke, ahora, decidía cada aspecto de su existir. Lo que vestía, lo que pensaba, lo que sentía e incluso lo que soñaba. Sin dolor, sin esfuerzo, sin sufrimiento ni soledad.
Porque nunca habría aceptado una relación en la que se le ofreciera la libertad de sentir.
Porque lo único que podía sentir con autonomía era el dolor de volver a perder.