La noche cayó rápidamente ese día: 15 de Abril del 2008 para ser más exactos, las estrellas iluminaban aquella noche tan fresca. Se reunirían en el jardín de Kenroku, un bello lugar situado en la ciudad de Kanazawa – a la que debieron viajar desde Tokio- en el estado de Ishikawa.
El lugar había sido adornado por unos cuantos faroles y demás luces como si tratara de una celebración de final de año, esta decoración algo ostentosa para muchos, había sido gracias al esfuerzo de su antiguo compañero Eiji Kikumaru, un simpático peli rojo que le gustaba enlistarse en cualquier actividad como aquella, aunque a veces podría llegar a causar un desastre.
La verdadera “reunión” empezó cerca de las 11 de la noche, los chicos estaban casi por todos los lugares: la casa de descanso Shingure-tei, donde el “descanso” quedaba opacado por la alegría y la euforia de los chicos al reencontrarse con sus viejos amigos, algunos chicos, con mas clase seguían la tradición de una pequeña ceremonia de preparación del té. Obviamente, al tener que hacer la reunión en un lugar tan tradicional, los chicos debieron portar las ropas tradicionales: Kimonos.
Siguiendo con la lista de lugares atestados por los chicos, estaba la casa de té Yugao-tei donde muchos hablaban de sus experiencias vividas al salir de la academia y los que no tenían nada que decir, escuchaban en silencio con cara de sorpresa y admiración.
Más lugares como: el puente colgante ganso o la fuente (Funsui) estaban llenos de los chicos que querían jugarle algunas bromas a sus conocidos, inclusive, se podía ver en rincones como algunos habían tomado la osadía de llegar y darse un tiempo a “solas” con su pareja.
Cerca de la una de la mañana, Atobe llamo a Ryoma quien se encontraba siendo interrogado por unos compañeros, pues se habían escuchado muchas maravillas del pequeño Echizen al ganar muchos torneos de tenis. El menor no dudó en seguir a su compañero sentimental, pues tantas preguntas le empezaban a molestar y él no era una persona para aguantar todo ese jaleo que se formaba.
El mayor le condujo hasta la linterna Kotojitoro, donde se podía apreciar como la música disminuía al igual que el alboroto que los chicos habían empezado a armar mas allá de donde ahora se encontraban Ryoma y Atobe, el reflejo de la luna era hermoso en el agua al igual que el reflejo de las múltiples luces que había en los arboles, el menor aguardo un momento en que su amante parecía estar absorto en sus pensamientos, cuando el peli lila se sintió seguro, empezó a buscar el anillo, cosa que encontró en el dobles de su kimono, en un pequeño estuche negro, el chico se dio media vuelta pues antes le estaba dando la espalda al menor quien aun no había notado el pequeño estuche.
- Bueno, Echizen, tu sabes… bueno, que tu y yo… somos, si, tu sabes –decía intentando mantener la calma pero le era casi imposible, pronto un leve sonrojo apareció en sus mejillas – pareja… y bueno… eso, si, tu sabes…
Ryoma, por su parte no entendía que le quería decir el mayor, le observaba con cierto aire burlesco, pues el mayor nunca se había comportado de esa forma, él siempre trataba de parecer tranquilo a pesar de la situación en la que estuviera. De repente, algo capto su atención, una pequeña ardillita que correteaba alrededor de ellos, a decir verdad, siempre le habían gustado esos animalitos, pero éste tenia algo diferente… un aire algo malvado que pudo notar al ver los pequeños ojitos del animalito que había parado justo al lado de Atobe quien seguía diciendo incoherencias.
- Atobe… - dijo el menor acercándose de forma cautelosa hasta su novio quien paro de hablar y centro su atención en el oji dorado - ¿esa ardilla se ve peligrosa? – pregunto con algo de inocencia mientras señalaba con el dedo índice la bolita peluda de carne que seguía mirándoles.
- Bueno, no, ha decir verdad no – dijo acurrucándose al lado del animal, Ryoma imito la acción con algo de duda – parece un lindo animal –dijo mirando a la ardillita que miraba a la pareja con una expresión de interrogación, claro, la vista del animal paro en el estuche que contenía el anillo, en un ágil movimiento, se acerco con un aire de falsa inocencia, hasta la mano del mayor para morderle los dedos haciendo que el chico gimiera de dolor y a su vez soltara el estuche, que fue tomado por la ardilla en su pequeño hocico, el peli lila consiente de lo que acababa de pasar persiguió al animal que daba vueltas alrededor de Echizen quien solo miraba divertido la escena que estaba ante sus ojos, su novio persiguiendo a una ardilla que tenia un objeto que parecía una cajita, aunque después empezó a meditar la situación: su novio lo había hecho venirse con él, para estar a solas sin ninguna interrupción, el mayor estaba mas nervioso de lo normal y el estuche… el estuche que le había quitado la ardilla y que ahora perseguía con mucha energía… solo podía significar una cosa, pero aun así, no quiso pensarlo y en vez de quedarse parado como una estatua, intento ayudar a su novio a quitarle a esa ardilla el estuche negro.
El animal pronto empezó a cansarse, se acerco rápidamente a la orilla que daba con el pequeño lago no tan profundo. Tal era la velocidad con la que se avecinaban los chicos que no solo lograron quitarle el estuche a la ardilla, sino que también cayeron en el agua en una pose comprometedora. El mayor estaba abajo del menor quien tenía toda la cara pintada de un rojo carmesí mientras que el mayor dejo salir una risa de arrogancia, ante tal situación, se encontraba con mas confianza y al ver al menor excusándose le tomo de la cara suavemente para luego darle un beso en los labios, luego, saco el estuche que recupero satisfactoriamente, lo puso frente al menor para luego abrirlo y dejar ver el hermoso anillo que tenia una pequeña piedra roja… tal fue su impresión que la cara que puso hizo reír a carcajadas al peli lila que luego con voz clara y segura le preguntó:
¿Qué dices Ryoma? ¿Te quieres casar conmigo?
El chico se quedo mudo… sabía la respuesta pero sus palabras no salían, hizo un gran esfuerzo y luego, presa de la inmensa felicidad, abrazo a su amigo para luego decirle, con una bella sonrisa:
Creo que ya sabes la respuesta ¿no Keigo?