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Somos Crueles por Chibi-Chan

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Notas del capitulo:

¡Konnichiwa, minna-san!

Seguimos con las votaciones y Naruto sigue ganando. Sinceramente, no sé como lo hace xD.

De vez en cuando llego a pensar que Itachi está solo, y eso es deprimente. (Para él no para mí, claro ;D) Pobrecito, pero me importa un reverendo pepino, tengo que ser endemoniadamente imparcial :S

Traté de hacer el capítulo lo más parecido al cuento original "Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas" al más puro estilo de Lewis Carroll. Si lo logré... bien por eso, y si no pude pues lo hice diferente a la versión D*sney y con eso estoy más que contenta.

Y ya que estamos en eso… También quería darle la bienvenida a alguien muy especial.

¡¡¡Bienvenido a la familia, Kaito-chan!!!

Lo sé, no tiene coherencia lo que acabo de decir, pero lo tendrá cuando terminen de leer el cap. ¡Te adoro, niño lindo! Y espero que se quede una muy buena temporada por estos lares n3n.

Bueno... ahora sí, espero que lo disfruten tanto como yo al hacerlo n_n. He aquí el principio de la canción. Como dije al final del capítulo doce.... Esto es guerra, chicos.

*Cállate, No quiero escucharlo
Ruega hasta que tus lágrimas se sequen.
Veré el final de esto. Sólo observa.
Te metiste con la persona equivocada.

Nos amábamos el uno al otro
El era lo único que tenía
¿Por qué? ¿Por qué me lo quitaste?
¡De ninguna manera!

Me sacudo y me levanto; he sufrido demasiado.
Te lo haré pagar, espera y verás.
Te metes en mi amor y en la amistad. Sólo observa.*

~ Directo a la boca del lobo ~ 1ra Parte ~ 

 

*Sólo con pensarte mi cuerpo tiembla

No puedo perdonarte, de ahora en más.*

 

22 de Junio. Hospital Akaeda. 10:02a.m. Pediatría. Oficina de Haruno Sakura.

 

Después de haber arreglado los últimos detalles para lo que se llevaría a cabo ese día, Sakura se había vestido para la ocasión. A pesar de ser simplemente una doctora, la pelirrosa se encargaría de registrar oficialmente a las gemelas.

 

Se había dado la libertad de ser la juez y testigo potencial en todo esto. Mientras tanto, los albaceas eran Hinata y Neji, éste último ni siquiera sabía por qué estaba en el lugar de los hechos pero ahí estaba.

 

Sakura también se dio la libertad de elegir qué niña se quedaría con cada uno.

 

Después de haber desarrugado por completo un hermoso vestido color blanco que usaría para el registro oficial de ambas niñas, Sakura sacó una moneda del bolsillo de su bata médica.

 

Al principio nadie entendió a qué se debía, hasta que comenzó a poner las reglas.

 

-Cada lado de la moneda es un bebé. Cara es Tomoyo. Cruz, Naoko. ¿Les parece bien?-

 

No se podía decir nada a eso, puesto que ya habían firmado cada uno. Al principio, Naruto estaba emocionado, pero al mismo tiempo, triste por la separación de las niñas. En cambio, a Itachi le parecía una mera tontería y muestra de infantilismo. ¿Cómo se puede escoger a una hija por medio de una moneda? Eso se podía considerar, a cierto grado, una burla.

 

-Pero antes, tengo que decidir quién tendrá la oportunidad de ir primero.-Dijo Sakura con un agradable tono de voz.

 

-No me gusta esto.-Replicó el Uchiha desde su lugar.-Parece que estamos tratando con premios de feria en lugar de seres humanos.-

 

-¿Tienes una mejor forma de hacerlo al azar?-Preguntó la pelirrosa con la moneda en la mano.

 

-Lancemos un par de dados.-Propuso Neji con una sonrisa de superioridad en su rostro y los respetivos dados entre sus dedos.

 

Ni a Naruto ni a Hinata les extrañó esto, pues, aunque el Hyuuga se jactaba de ser una persona recta y correcta, su debilidad eran los juegos de azar y las apuestas a espaldas de su esposa.

 

A los familiares del Hyuuga y a la pelirrosa les agradaba la idea, pero Itachi seguía sin poder comprender cómo funcionaba la lógica de esas personas para tomar decisiones de tal manera.

 

-Bien.-Sakura tomó su pequeña libreta plateada de su bolsillo, escribió algo rápidamente y después arrancó la pequeña hoja de papel.-Aquí tengo el nombre de una de las bebés. Que cada uno lance los dados y quien tenga el mayor número se quedará con la nena que tengo escrita en el papel.-Dijo seria y con un deje de simpleza en su voz.

 

-Comencemos.-Se escuchó decir a la pelirrosa después de unos segundos para dar comienzo a lo que sería, por decirlo de alguna manera, un nuevo comienzo o un reinicio.

 

*¡Es la Guerra!

¡Cobarde!

Tú sólo observa, mira.

Le haces llorar de nuevo.

¡Cobarde! ¡Tú!

Que te metiste con mi amor

Tú, Tú, Tú. ¡Es la Guerra!*

 

22 de Junio. Hospital Akaeda. 10:05a.m. Pediatría. Sala de espera.

 

 

No había ruido alguno en aquella sala. No se escuchaban pisadas, ni llantos, ni siquiera el trinar de los pájaros o el zumbido de una mosca se escuchaba en el lugar.

 

A lo lejos, y frente a una puerta de color rosa pálido se encontraban un par de personas. Estaban algo fastidiados. Ya habían pasado demasiado tiempo en el lugar, prácticamente desde las cinco de la madrugada.

 

No hallaban qué hacer en todo este tiempo. Caminaron, saltaron, corrieron, fueron a la cafetería,  jugaron con los elevadores un rato y volvieron al frente de la puerta, por lo menos uno de ellos cumplió con todo.

 

El pelirrojo se encontraba sentado en uno de varios asientos de plástico incómodos que caracterizan a un hospital, con la cabeza apoyada en la pared azul claro; y en su regazo, descansaba tranquilamente la cabeza de un rubio que se había cansado de hacer llamadas de broma al departamento de policía y de bomberos desde hace treinta minutos.

 

Sasori acariciaba con delicadeza el cabello de Deidara, buscando que así pudiera distraerse, pues estaba aburrido; pero no hablemos del pobre rubio, porque él estaba más que hastiado, considerando que el ojiazul no era de ese tipo de personas a las que se les puede llamar "pacientes".

 

-¿Cuánto tiempo más crees que tarden?-Preguntó distraído el rubio mirando a un punto fijo en el techo.

 

Sasori no respondió de inmediato, sino que centró su vista en un reloj de números algo grandes en su muñeca izquierda. Marcaba ya las 10:13 a.m., si sus cálculos eran correctos, tardarían cinco minutos; si se desataba una pelea... tal vez veinte o treinta minutos a lo mucho.

 

-Depende.-Comentó mientras apoyaba su cabeza de nuevo en la pared.

 

Deidara no se quedó conforme con la respuesta, por lo que preguntó de qué dependía.

 

-De como se comporten los dos.-

 

Con eso, el rubio no volvió a hacer más preguntas del mismo tipo. Sabía a lo que Sasori se refería y no quería que se lo repitieran pues se conocían a la perfección las circunstancias.

 

Pasaron unos cuantos minutos (que a ambos se les hicieron eternos), pero apenas pasaron, el ruido volvió como por arte de magia, sólo que no de la mejor manera.

 

Los pájaros volvían a trinas, las abejas zumbaban cerca de las flores, el viento soplaba llenando cada rincón del lugar, y ciertas personas peleaban verbalmente, segundos después.

 

-¡Chotto chotto... Itachi, vuelve aquí!-Gritó la pelirrosa sosteniéndose del marco de la puerta al instante que vio al moreno algo agresivo e irse por la puerta.

 

-Las cosas no se solucionan escapando ¿Sabes?-Dijo Naruto detrás de Sakura mientras expresaba una sonrisa zorruna.

 

-Y tú cállate, que empeoras las cosas.-Comentó enojada Sakura arrastrando a Naruto dentro de la habitación, para que luego se escuchara un "¡me rompiste la nariz-ttebayo!" entre gritos y reclamaciones de diversos tipos.

 

Los hermanos Hyuuga salieron después, cada uno por su lado, por supuesto. Hinata salió en busca de Itachi en la dirección en la que éste se había ido. En cambio Neji se dirigió al lado contrario estrechando mucho a un par de dados rojos contra su pecho.

 

Los gritos, insultos... el habla se había esfumado. El sonido de fondo natural se apreciaba pero nada por parte humana.

 

Se escuchó un grito de dolor dentro de la habitación y después salió el rubio corriendo en la dirección que su primo había tomado.

 

-¡No vuelvas aquí hasta que hayas madurado, porque no te arreglaré la nariz otra vez!-Exclamó enojada la pelirrosa, y acto siguiente, cerró de un portazo la puerta.

 

Medio hospital pudo haber jurado que, con tremendo golpe, la puerta ya se habría caído, pero es no pasó.

 

Ni Sasori ni Deidara decían nada. Estaban impactados por lo que acababa de suceder, y no se querían mover del lugar por dos razones. Primeramente por si pasaba algo no querían perdérselo, y en segunda, porque no sabían qué hacer.

 

-¿Q-qu-qué… hacemos?-Tartamudeó nervioso el rubio a Sasori, pues estaba en estado de shock.

 

El pelirrojo no dijo palabra alguna, sólo pasó sus dedos índice y pulgar sobre sus labios, indicando que no diría nada, por lo menos no por el momento.

 

Deidara, como ya era costumbre, no se pudo quedar quieto ni en calma, por lo que se separó de su cómodo lugar y de Sasori para ir corriendo detrás del chico de la nariz rota.

 

El pelirrojo no lo detuvo, ya que se había acostumbrado a ese tipo de comportamiento, sólo esperaba que no fuera a pasar nada malo en cuanto a los Uchiha se refería.

 

*Un día él se fue, pretendiste no saberlo,

diciéndome que me olvidara de todo.

Confié en ti, creí que eras mi amigo.

¿Cómo pudiste hacerme esto?

¡Te maldigo a partir de ahora!*

 

22 de Junio. En algún lugar. Sin horario. Subconsciente de Uchiha Sasuke.

 

Había estado caminando desde hace más de tres horas. El sol no se había movido de su posición y no había nada además de árboles y animales pequeños.

 

No sabía si seguir por el tedioso camino azul o devolverse e irse directo a otro lugar. Pocos minutos después, la larga caminata había dado frutos al fin. Se encontraba al frente de un portón de rejas oxidadas al igual que desgastadas. Estaban entreabiertas, así que decidió entrar, pues no había más camino por donde seguir.

 

Caminó un par de metros sólo para encontrarse con algo parecido a un jardín o un invernadero. Había plantas de distintos tipos, tamaños y colores. El aroma en el ambiente era uno parecido a manzanas y fresas silvestres. Se lograba escuchar como las aves piaban en cada árbol del lugar, logrando un hermoso sonido de fondo.

 

Al avanzar unos cuantos pasos pudo encontrarse con un edificio de bloques muy grande. Era lo más parecido a una hacienda de la época colonial, sólo que ésta no tenía vívidos colores en sus paredes, animales domésticos, o fuentes de agua por algún lado. De que tenía todo eso los tenía, pero el color de las paredes estaba desgastado por la humedad, los animales daban la impresión de haberse ido hace tiempo, las fuentes de agua no funcionaban en su totalidad y las plantas del jardín se apoderaban del exterior del edificio.

 

Se asombró por la majestuosidad que el exterior poseía, aunque eso no lo detuvo para seguir con su camino. Pasó por el portal de piedra, que después lo guió al interior del edificio. Recorría un pasillo de paredes de piedra caliza de un delicado tono coral.

 

El pasillo estaba entre una pared rocosa y unos pilares que dividían en jardín. El pequeño “tap-tap” que hacían sus pies desnudos producía un eco en todo su camino, haciéndolo parecer más vacío de lo que en realidad estaba.

 

A dos pilares de distancia, el moreno pudo distinguir algo entre ellos. Se acercó para ver que era. Lo tomó entre sus manos y se impresionó por la delicadeza con la que ese hermoso muñeco de trapo estaba hecho. El muñeco estaba vestido con un traje azul marino, de cabellera plateada y tenía cubierto un ojo. Dio un pequeño respingo al escuchar una voz a sus espaldas, pues se imaginaba que sólo él estaba en el lugar.

 

-¿Qué haces aquí?-Preguntó un joven rubio detrás del pilar

 

-¿Cómo entraste?-Preguntó otra voz en frente de otro pilar a su lado izquierdo.

 

Sasuke se confundió al principio y dejó caer el muñeco, pues ambas voces eran idénticas. Giró su cuerpo sólo para encontrarse con un par de chicos rubios más altos que él, que a su parecer, podrían ser el mismo en dos. Ambos vestían un esmoquin pero cada uno de diferente color. El rubio de la derecha vestía un traje rojo con un moño negro, además de poseer unos seductores ojos rojos; en cambio, el rubio de la izquierda vestía un traje anaranjado con un moño azul de tono bajo, y el contenido de sus ojos podía confundirse con el azul del cielo fácilmente.

 

-¿Te comió la lengua el gato?-Preguntaron ambos al mismo tiempo, acercándose a Sasuke de una manera más que curiosa.

 

-Soy Uzumaki.-Dijo el de traje rojo.

 

-Yo soy Naruto.-Secundó el de traje naranja.

 

-¡Y juntos somos Uzumaki Naruto!-Dijeron al mismo tiempo entre sonrisas zorrunas y alegres vítores.- ¿Y tú quién eres?-Preguntaron a coro.

 

Sasuke se extrañó. Ambos le resultaban conocidos. No lo recordaba todo con detalle, pero podría jurar que no eran Uzumaki y Naruto como se hacían llamar; le daba la impresión que sólo era uno. Además de que las marquitas en las mejillas de cada uno, que se asemejaban a unos finos bigotes, le eran muy familiares.

 

-¿Por qué se queda callada?-Preguntó en un susurró Uzumaki a Naruto.

 

-No lo sé, tal vez sí le comieron la lengua.-Respondió el ojiazul al oído de su gemelo.

 

El moreno no respondió ante las acciones de aquellos dos en primera instancia, sino hasta que ambos rubios habían acorralado a Sasuke y le abrían la boca de par en par para ver si todavía conservaba su lengua. Hacían varios comentarios que eran muy obvios, como "todavía la tiene" "mira cuantos dientes" y cosas por el estilo.

 

El Uchiha los alejó con un codazo en cada vientre mientras escupía y tosía de rodillas al suelo por la acción de Uzumaki y Naruto.

 

-Dinos tu nombre.-Pidió alegre y amable el ojiazul casi como un ligero ruego.

 

-Supongo que una niña tan linda tiene que tener un nombre igual de lindo.-Sonrió para sí el ojicarmín, pues parecía estarse burlando.

 

No iba en serio ¿De verdad se veía tan femenino? Sasuke se quedó sin palabras, pues nadie lo tomaba por un chico.

 

-Sasuke.-

 

Se había levantado del suelo, no se había molestado en sacudir el vestido cuando comenzó a caminar por aquél extraño lugar. No pasó de cinco pasos cuando los molestos gemelos se interpusieron de nuevo en su camino.

 

-¿Así que Sasuke, ehh?-Pensó en voz alta el de traje naranja.

 

-¿Qué andas haciendo por aquí?-Preguntó el ojicarmín.

 

-Buscando.-Respondió mientras trataba de abrirse paso entre los rubios.

 

Ambos se miraron y sonrieron cómplices. Si bien no habían visto a nadie distinto en un largo tiempo, eso no quería decir que no se pudieran divertir un poco. Corrieron tan rápido como sus piernas se los permitieron, pues, aunque era de piernas cortas, Sasuke caminaba demasiado rápido.

 

El moreno ya se estaba hartando, no lo dejaban avanzar y él sólo quería salir del lugar.

 

-¿Y ahora qué quieren?-Preguntó irritado.

 

-¿Qué estás buscando?-Preguntaron al unísono.

 

-Una salida.-

 

Mientras hablaba, el pequeño Uchiha trataba de buscar un camino por el cual seguir, porque ambos chicos se le ponían enfrente impidiéndole avanzar.

 

-¿Y para qué quieres una salida?-

 

Esos dos chicos, con cada palabra que salía de sus bocas, alimentaban la furia y desesperación de Sasuke para salir del lugar.

 

-Sólo... quiero largarme de aquí.-Dijo quedito y con una gran furia contenida que parecía esconder muy bien.

 

Comenzó a caminar de nuevo fastidiado, extrañándose a los pocos segundos porque nadie se le ponía en frente. Se sintió feliz y libre hasta que escuchó unos sollozos detrás de él.

 

Giró su cuerpo para ubicar sus ojos en ambos rubios. Naruto estaba sollozando lágrimas cristalinas mientras era sostenido por el ojicarmín, y éste, a su vez, estaba recargado en un pilar tratando de consolar a su contraparte.

 

-¡No le agradamos, nii-chan!-Gimoteaba entre pequeñas convulsiones y lagrimitas abundantes que el llanto le provocaba.

 

-Tranquilo, Naruto. Sí le agradamos, sólo que somos demasiado buenos para ser malos.-Respondió el chico de traje rojo sobando la espalda de su hermano tratando de calmarlo y así dejase de llorar.

 

Ante aquél comentario, el rubio comenzó a llorar más y más, tanto que el agua ya le llegaba a las rodillas al pequeño Sasuke. No supo si fue por pena o porque quería que el chico se callara de una buena vez, pero se acercó a ambos mientras Uzumaki lo observaba y Naruto se tallaba los ojos.

 

-¿Están bien?-Preguntó dulcemente el Uchiha una vez estuvo cerca de ambos.

 

-S-sí, estamos... estaremos bien.-Dijo el ojicarmín, tratando de fingir una sonrisa.

 

-¡No estamos bien, nii-chan!-Chilló el otro.- ¡Hace mucho que nadie juega con nosotros!-

 

Naruto se separó de su gemelo y se hizo un ovillo en una esquina cercana.

 

Sasuke se le quedó mirando un rato. Para tener una apariencia madura era más infantil que su gemelo. ¿Pero a qué se refería con jugar? Era lo que el Uchiha se preguntaba.

 

-No le hagas caso.-Respondió de inmediato el rubio al moreno.

 

-Quisiera quedarme a jugar, pero necesito salir de inmediato.-Dijo casi en un sarcasmo que nadie además de él detectó.

 

Una chispa pareció haberse reflejado en los ojos rojos de Uzumaki, parecía que se le había ocurrido algo y gracias a eso, expresó una gran y perversa sonrisa.

 

-Si juegas con nosotros te llevaremos a la salida.-Comentó atrayendo la atención de Sasuke, que estaba como a dos metros de distancia.

 

Se paró en seco al escuchar la última palabra. No sabía por dónde ir, no había nadie más que esos locos, pero parecían locos agradables; en todo caso, le gustaba la palabra "salida". En un principio iba a decir que no, pero vio los ojos brillosos del ovillo de la esquina. Sintió una punzada en su corazón algo irritante pero agradable a la vez.

 

Apretó sus puños con fuerza, tratando de retener todo lo negativo, tales como el sarcasmo, insultos, gritos y una que otra patada. Miró a ambos. Naruto tenía los ojos brillosos y una sonrisa hermosa adornaba su rostro; en tanto, Uzumaki había afilado su mirada y sonreía de una forma recelosa y macabra.

 

-Jugaré con ustedes.-Contestó el Uchiha decidido después de un rato, a lo que los otros dos se alegraron-.Pero sólo si cumplen su palabra.-Terminó por agregar.

 

Los rubios, como unidos cómplices, se dijeron todo en una fugaz mirada y vieron a Sasuke, pensando en lo que podrían hacer.

 

-Nosotros siempre cumplimos lo que prometemos.-Dijeron alegres al tiempo que sacaron por detrás de sus espaldas un enorme cartel con la palabra asobou*-

 

-¡Jugaremos a las adivinanzas!-Sonrió alegre el de traje naranja.

 

-Si contestas la mayoría correctamente, te llevaremos a la salida.-Comentó divertido el de ojos rojos.

 

Los rubios hicieron un ademán para que Sasuke tomara asiento, lo raro es que no había nada en lo qué ponerse cómodo, pero para su sorpresa, justo detrás de él se encontraba un diván de terciopelo morado.

 

-Primera adivinanza.-Dijo el rubio de ojos azules.

 

-Si preguntas mi nombre mi inicial está en guante, y mi segunda letra anda siempre ambulante.-Comenzó el chico de ojos rojos.

 

-La tercera y la cuarta se hallarán en total. Soy el más listo y guapo… pero el menos cordial.-

 

-¿Quién soy?-Preguntaron alegres poniendo caras de misterio y superioridad.

 

El moreno no lo tuvo que pensar mucho, pues la adivinanza que acababan de decir no era un reto ni para un niño pequeño.

 

-Es obvio que es un gato.-Dijo moviendo sus pies de enfrente hacia atrás, pues sus pies descalzos no tocaban el suelo.

 

-¡Es correcto!-Dijeron entre risas alegres al tiempo que lanzaban confeti que salía de sus bolsillos.

 

El ojinoche ya se había rendido, no sabía de dónde salían cosas como esas y tampoco se molestaría en averiguarlo. Antes de que se diera cuenta, los rubios ya estaban recitando otra adivinanza.

 

-Dos padres y dos hijos fueron a pescar...-Dijo el ojiazul mirando el techo distraídamente.

 

-... Tres peces pescaron y tocaron a un pez cada uno.-Continuó el ojicarmín que se distrajo por algo en el suelo.

 

-¿Cómo pudo ser?-

 

Igual que en la anterior, a Sasuke no le tomó ni cinco segundos en responderla.

 

-Hay un abuelo, un hijo y un nieto. En total son dos padres y dos hijos.-Contestó con un deje de descontento en su voz, pues pareció haber recordado algo que no quería.

 

Uzumaki y Naruto lo miraron fijo, y después se alejaron un poco de él para hablar entre ellos sin que los pudiera escuchar.

 

-Es muy buena ¿Qué vamos a hacer, nii-chan? Sólo nos quedan tres adivinanzas.-Dijo impaciente el ojiazul al ojicarmín.

 

Naruto recibió un par de cachetadas despabilantes de su gemelo, lo que le extrañó al moreno, pero el rubio así se pudo calmar un poco.

 

-Tú tranquilo, Naruto. Se me acaba de ocurrir una idea.-

 

El pequeño no pudo escuchar más de la conversación, pues el chico de traje rojo le dijo su idea a su hermano al oído.

 

Al terminar de hablar entre ellos, los chicos rubios se deslizaron en dirección a Sasuke, Naruto tenía una sonrisa alegre, pues estaba seguro que la idea era muy buena, y Uzumaki igual, pero tenía la ligera idea que la adivinanza tomaría por sorpresa al Uchiha.

 

-Presta mucha atención. La siguiente adivinanza la sabes de antemano.-Comentó Uzumaki mirando al moreno fijamente.

 

-Es muy obvia, pero difícil de contestar.-Secundó Naruto casi saltando de felicidad.

 

El pequeño de ojos ónice no dijo nada, pues, si abría la boca, se le escaparían uno que otro par de incoherencias e insultos. Sólo esperaba a que dijeran la adivinanza y poder irse ya.

 

-Puedo ser serio y arrogante ante la gente, pero junto a quien amo soy dedicado y lleno de alegría...-

 

-Muchos me quieren y aprecian, pero personas que yo amo... ya sólo quedan tres vivas.

 

-¿Quién soy?-Dijeron con un tono de júbilo en cada voz, pero ocultaban un ligero sentimiento de odio.

 

Sasuke no se esperaba una pregunta así, pues no daba a entender nada lógico ni concreto. No quiso admitirlo al principio pero no sabía de quién estaban hablando.

 

-Paso.-

 

Los rubios sonrieron a la par, el plan de Uzumaki había funcionado, sólo faltaba seguir haciendo preguntas del mismo tipo.

 

-Me conoces muy bien, soy distraído y algo terco...-

 

-No me importa si piensan mal de mí, porque yo sé que no es cierto...-

 

-Soy hiperactivo y algo torpe...-

 

-Me interesan cuatro personas, a tres las quiero con el alma, y a la última....-

 

Sasuke se quedó extrañado, porque se quedaron callados sin decir una palabra.

 

-...daría esta vida y las siguientes mil por ella.-

 

-¿Quién soy?-Preguntaron al mismo tiempo, con una sonrisa más delicada que en la anterior, como esperando que la pudiera responder por instinto.

 

-Paso.-Dijo con simpleza. Aunque le costara aceptarlo no sabía la respuesta.

 

Esto deprimió a los rubios por igual, pues creían que recordaría aquella última frase.  Pero no importaba mucho, pues aún quedaba una pregunta.

 

-Vas dos a dos.-Comentó el ojiazul en un susurró cansado.

 

-Espero que contestes correctamente la que sigue, si no te quedarás con nosotros por siempre.-Dijo en una gran sonrisa Uzumaki.

 

-¿Cuando se acordó eso?-Preguntó algo enojado el Uchiha.-No me quedaré aquí si es lo que quieren.-

 

-Lo harás si no contestar correctamente.-Dijeron ambos con simpleza.

 

Sasuke pudo haberse levantado y darle una paliza al instante, pero raramente, aparecieron unas cuerdas que lo ataban fuertemente al diván, cómo si lo hubieran atado sin que se diera cuenta. De nueva cuenta, no sabía cómo ni cuándo había pasado y no se molestaría en averiguarlo.

 

-Soy pequeña, de cabellos negros y no he vivido mucho...-Continuó el ojicarmín.

 

-Me esperaste por mucho tiempo, y sólo por conocerte ya me siento especial.-Terminó por decir Naruto.

 

-¿Quién soy?-

 

Sasuke se quedó en blanco, mirando al techo en busca de una respuesta, hasta que, como si fuera un rayo, un pensamiento cruzó su mente a una velocidad impresionante.

 

-Mi bebé.-Pensó en voz alta (en un tono tan bajito como un susurro) después de un tiempo casi para sí, pero gracias a Kami-sama, Naruto y Uzumaki lograron escucharlo con claridad.

 

-¡Es correcto!-

 

Las cuerdas alrededor de él ya no estaban, ni tampoco el diván. Le alegró mucho saber que aquellos chicos rubios cumplirían lo prometido y le indicarían una salida.

 

Para su suerte, después de unos cuantos segundos, se dio cuenta que no era como se lo había podido esperar. Una nueva cuerda apareció atándole brazos y piernas, además de que los rubios le habían puesto una pañoleta violeta sobre sus ojos, impidiéndole ver.

 

-¡Ey! ¡Dijeron que me llevarían a la salida!-Gritó furioso mientras pataleaba todo lo que podía.

 

-Y eso haremos.-

 

Entre los dos, cargaron a Sasuke y comenzaron a correr. No era difícil porque Sasuke era muy ligero. Corrieron por los distintos pasillos del lugar, llegando al interior donde se encontraba una gran puerta de madera roja. La abrieron con estrépito y lanzaron a Sasuke dentro de la habitación, recibiendo un reclamo por parte del moreno.

 

-¡Que te diviertas!-Dijeron divertidos cerrando las puertas de la habitación con el mismo escándalo con el que habían entrado.

 

Sasuke logró quitarse la venda y las cuerdas fácilmente. Estaba muy distraído pensando insultos y amenazas en voz alta, por lo que no se dio cuenta de lo que a su alrededor se encontraba. Al terminar de discutir el solo, se percató de que estaba encerrado en una habitación por demás grande. Las paredes tenían un empapelado color arena y las ventanas, puertas y estanterías resaltaban en un hermoso color avellana.

 

Escuchó un chisporroteo detrás de él. Había una chimenea encendida y dentro de ella, una olla calentándose. Se acercó un poco a la chimenea, descubrió que el contenido de la gran cacerola era nulo. Escuchó pasos a la distancia. Una mujer venía corriendo y gritando a todo pulmón que la sopa se le quemaba.

 

Retiró de inmediato la cacerola del fuego y la puso sobre una mesa cercana. Sasuke se extrañó ante el aspecto de la mujer. Parecía que no había dormido en días, su vestuario estaba cubierto de hollín, además de que era muy alta y delgada. Se acercó a ella con algo de inseguridad, pues ya no sabía distinguir la realidad de la fantasía.

 

-Disculpe...-Dijo el moreno junto a la mujer, que parecía muy distraída por el salto que dio.

 

-¡Me asustaste, niña!-Dijo hiperventilando ligeramente y poniéndose una mano al pecho como si así fuera a frenar un poco su pulso.-No lo vuelvas a hacer, por favor.-Rogó de inmediato.

 

Sasuke no dijo nada que se pareciera a una disculpa o algo por el estilo, sino que siguió hablando.

 

-¿Se puede saber dónde estoy?-Preguntó frío y algo irritado por lo de "niña".

 

-¿Cómo que no sabes?-Preguntó indignada, poniéndose de cuclillas para ver al Uchiha de frente y no para abajo.-Bueno, supongo que eres nueva. Este es el hogar de la Duquesa.-Contestó alegre pasando el dorso de su mano por su tiznada frente.

 

Sasuke se quedó más confundido de lo que ya estaba. Si era el hogar de una "duquesa" ¿Por qué la infraestructura exterior, las fuentes, y demás, estaban en mal estado? No tenía mucha coherencia de la cual presumir.

 

-Con tu permiso, iré a servirle la comida a la Duquesa.-Dijo sacando cucharadas de sopa (con pimienta en exceso, al parecer) de la cacerola que, segundos antes, parecía vacía, y las ponía en un fino cuenco de porcelana.

 

La mujer señaló con la mirada a una ventana lejana de la habitación, donde estaba sentada de espaldas una persona que sostenía algo entre sus brazos.

 

Sasuke se acercó a ella. La Duquesa tenía puesto un vestido pomposo, de color azul pastel. Los encajes del vestido iban acorde con su peinado. Poseía una larga y espesa cabellera rubia, su figura era esbelta y hermosa, añadiendo a eso que la voz que salía de su boca era muy tranquilizadora.

 

Al estar frente a la Duquesa, Sasuke pudo ver que ésta tenía cubierto un ojo con un mechón de pelo, además de que no quería apartar la vista de lo que tenía en brazos.

 

-Buenos días. ¿Cuál es tu nombre?-Preguntó sin levantar la mirada.

 

-S-soy Sasuke. Uchiha Sasuke.-Dijo distraído mientras la cocinera se posaba a un lado de la duquesa y en una mesa cercana dejaba una bandeja recién pulida con un cuenco de sopa, té y azúcar para merendar más tarde.

 

-Pues bienvenida a mi hogar, Sasuke. Mi nombre es Deidara.-Sonrió mostrando su rostro al fin, dejando ver unos hermosos ojos azules que brillaban con ilusión.-...Y este es Kaito.-Dijo descubriendo al pequeño bultito, responsable de sus ojos brillosos.

 

Tapado en una sabanita blanca amarillenta se encontraba un bebé de piel clara y cabellos rojos, sus ojos no se notaban mucho porque los tenía entrecerrados, pero se podía distinguir un destello azulado en ellos.

 

-Acaba de nacer, por lo que tengo que tenerle mucha paciencia. Es mi primer hijo.-Sonrió algo cansado mientras miraba al pequeño bebé.

 

Sasuke se impresionó ante la delicadeza con la que Deidara trataba a Kaito, como le había llamado. Sería él igual cuando viera a su bebé, suponía. A primera vista, Deidara parecía toda una chica, pero su voz no era tan femenina, además de que tenía el ligero presentimiento de haberle visto antes, y no como una duquesa ni como mujer, sino alguien bastante familiar. Era el mismo sentimiento que le habían provocado aquellos gemelos rubios.

 

Al final, Sasuke se quedó un rato más, pues si ya no había por dónde seguir, lo averiguaría a través de Deidara.

 

*Cierra esa boca sucia

Te devolveré esas dolorosas lágrimas.

Grábate esto, nunca te dejaré en paz.

Probablemente sabías que algún día lo descubriría

No puedo perdonarte, desde ahora en más.*

 

22 de Junio. Hospital Akaeda. 10:25a.m. Maternidad

 

El eco de sus pies rebotada en las paredes. Las luces del pasillo, a pesar de estar en buen estado, parecían parpadear de vez en cuando, yendo acorde con el largo del pasillo, o por lo menos, eso creía. Había estado caminando desde hace varios minutos.

 

Lo que había pasado minutos atrás lo había noqueado, prácticamente, por completo. No se esperaba que todo terminara así… de fácil y rápido. Como el abandonar a alguien de mala manera se pudiera hacer de una manera tan sencilla. No le gustaba la idea de separar a Sasuke de las niñas ni viceversa, pero si implicaba deshacerse de cierto tipo engreído y mala leche como lo era el Uchiha mayor, pues estaba más que bien.

 

Emocionalmente, se sentía de maravilla, pues había ganado el corazón de Sasuke por las buenas y ahora también legalmente hacía lo mismo, algo digno de celebrar. Pero en cuerpo, era claro que estaba en muy malas condiciones.

 

Los moretones en sus brazos, con sólo tocarlos, dolían casi como los mil infiernos más uno. Su dedo meñique estaba casi a punto de recuperarse, pero el esfuerzo de la pelea pasada lo había vuelto a su rota condición, al igual que su nariz, la cual sostenía en lo alto para que no sangrara. Le había perdido la pista a su "adorado" primo desde hace rato, pues, con su mano frente a sus ojos, no podía ver ni con lo que estaba a punto de tropezarse.

 

No supo cómo había llegado al piso de maternidad, pero supuso que sus pies lo habían guiado por costumbre, pues las veces que había visitado a Sasuke en el transcurso de la semana ya sobrepasaban las veinte veces.

 

Se sentó en uno de los muchos asientos de plástico que colores opacos y pintura desgastada. Despegó sus dedos de su lastimada nariz, bajó la cabeza y notó que no sangraba pero respiraba con algo más que simple dificultad. Poco después, terminando de divagar en un dolor fantasma proveniente de su meñique, su mirada azulina logró ser captada por ese número de color negro soldado a la puerta de la habitación. Un número cinco destacaba en la descolorida puerta.

 

Bajó la mirada, no supo definir con claridad los pensamientos y sentimientos que a él llegaban tan de repente. Un sabor amargo inundaba su boca, sus parpados se cerraban poco a poco, no por cansancio, si no en honor a un profundo pesar que imaginaba venir. ¿Qué pasaría cuando, por casualidad y mano de Kami-sama, Itachi y él se fueran a encontrar de nuevo? Con las niñas y todo el numerito ya montado, ensayado y vivido en carne propia.

 

Lo que acababa de pensar era terminantemente imposible. Claro que sí. ¿Cómo podría ser que fuera pasar eso algún día? No lo sabía y no lo quería averiguar.

 

Un vago eco lo sacó de sus pensamientos intempestivamente. Por el pasillo se lograban asomar unos largos y dorados mechones, acompañados de un brillo azulado. Por lo que pudo reconocer, era uno de los amigos del "buen" Itachi. Se le figuró extraño que el chico estuviera solo, pues (siempre que lo veía) Deidara siempre iba acompañado de un chico de cabellos rojos.

 

-¡Por fin te encuentro!-Comentó cansado el rubio mientras descansaba recargado en una pared.

 

Al chico de marquitas le extrañó tal actitud, porque nunca se esperó que lo buscaran y mucho menos el chico que quien lo buscase fuera el rubio.

 

Una vez recuperado el aliento, el rubio dio paso a la conversación, algo rara, pero conversación a fin de cuentas.

 

-Eres bueno para desaparecer, Uzumaki.-Dijo con una sonrisa dibujada en su rostro.-La verdad, no sé cómo sigues haciéndolo.

 

A Naruto no le extrañó el comentario, ya que, aunque lo necesitaran a gritos, el Uzumaki siempre desaparecía en el momento menos indicado. Días de universidad ¿Qué se le va a hacer?

 

-Es raro que me hables ¿Sabes? Pensé que estabas del lado de Itachi.-Dijo vagamente sin mirar al rubio.

 

-Y lo estoy... pero es de saber universal no molestar a alguien cuando sale así de una habitación y hace oídos sordos a quien le llame.-Exclamó sentándose a un lado.-Espero que Hinata tenga suerte.-

 

-Así que lo vieron todo ¿No?-Pensó en voz alta.

 

-No había otra cosa en lo qué entretenerse.-

 

Un silencio se hizo presente. Naruto, a falta de conversación, comenzó a jugar con su dedo meñique, pues ya no dolía en lo absoluto y ahora lo podía doblar 90° hacia atrás.

 

-¿Qué pasó haya adentro?-Preguntó de repente Deidara.

 

Naruto casi se ahoga con el aire que había respirado debido a que la pregunta del rubio le pareció demasiado directa. Dejó en paz a su dedo para rememorar con claridad lo que momentos antes se había presentado.

 

-Todo fue... demasiado rápido.-Logró articular después de pasar varios segundos tosiendo.

 

Deidara pudo deducir que ni el mismo Uzumaki sabía cómo habían sucedido los hechos, o también tenía en consideración que no quisiera hablar del asunto.

 

-No te preocupes, soy paciente.-

 

El rubio menor rodó los ojos ante el comentario, porque, como ya era igualmente de saber universal, quien menos tenía paciencia en una medio de una clase, narración o trabajo... ese era, es y será Deidara.

 

-Bueno... Pero espero que no protestes si llego a hablar mal de Itachi. ¿Bien?-

 

Deidara no dio una negativa a lo que el Uzumaki le había dicho, ya se si no lo mencionaba lo haría sin previo aviso.

 

-Puedes contar con eso.-Dijo "encantado", haciendo un ligero gesto con la mano para que empezara a hablar.

 

-Estábamos arreglando lo que a Sasuke y a las niñas concierne, y poníamos en claro lo que acordamos ayer. Sakura propuso algo parecido a un contrato, pero seguro que ya has de estar enterado.-

 

El rubio de coleta no dijo nada, ni siquiera movía un músculo. Su rostro reflejaba perplejidad, pues no estaba enterado de nada.

 

-¿A qué te refieres?-Preguntó para sorpresa del contrario.

 

Naruto pensó que para esas horas del día ya todo aquel que conociera por lo que estaban pasando tendría conocimiento del contrato pensado, planificado, escrito y estipulado por la Haruno.

 

-¿Itachi no les dijo nada?-

 

-Nada de lo que no quisiera hablar, al parecer.-

 

Un par de enfermeras pasaron veloces frente a ellos. Con sus leves risillas y pasos apresurados lograron traspasar sin querer la atmósfera tan tensa que se había formado.

 

-¿Y bien?-Preguntó al fin.- ¿De qué va el contrato ese?-

 

Naruto hizo un repaso mental de lo sucedido el día anterior. Haciendo un recuento de los hechos de ayer, no venía  a su memoria haber visto por algún lado al rubio ni al pelirrojo, algo raro tomando en cuenta de que podrían estar unidos a las costillas de Itachi hasta la muerte si fuese preciso.

 

El rubio comenzó a hablar, con suerte que el otro no le interrumpiera en ningún instante de su relato. Le habló de la pelea, de la sala de curaciones, el contrato, e incluso le contó lo nerviosa que estaba su prima y cuantos dulces se comió.

 

-Te golpearía, pero creo que Itachi ya lo ha hecho.-Dijo el rubio mayor mientras dibujaba una sonrisa forzada en su rostro, sosteniendo su puño derecho en alto como una advertencia.

 

Apenas aguantaba las ganas de darle un golpe a Naruto, correr con Itachi y darle uno igual o más fuerte.

 

-A nadie le agradó. Pero pensamos que fue lo mejor.-Logró articular con la cabeza baja, apenas audible pero Deidara lo logró escuchar.

 

El rubio no soportó lo dicho por el Uzumaki. Lo pensó mucho pero al final no soportó la manera de pensar del rubio menor y terminó por golpearlo.

 

-¡Ey! ¿Por qué hiciste eso-ttebayo?-Preguntó sobándose la cabeza en el punto en que el puño de Deidara había dado a parar, sosteniéndose de una orilla de las sillas porque casi caía de lleno al suelo.

 

El rubio mayor tomó a Naruto por la camisa, logrando que le mirara a la cara. Parecía enojado, enfadado e incluso se apreciaba incredulidad.

 

-Debes conocer muy bien a Sasuke ¿No es así?-Naruto no respondió nada, con su sola expresión facial lograba decir todo.-Pues tengo que informarte que lo que tú crees conocer de él está equivocado.-

 

El Uzumaki le dio un espacio de silencio al ojiazul para que se explicara mejor.

 

-Para conocer a Sasuke no bastan los años que has invertido en conocerlo. ¿Cuántos van? ¿Tres o cuatro años? Tal vez menos.-Ironizó mientras soltaba al menor, pues ya había captado por completo su atención.-Somos pocas las personas que lo conocemos desde pequeño. Lo más destacado es su temperamento. ¿Cómo crees que reaccione al decirle sobre lo que Itachi y tú han hecho?-

 

-No creas que no lo he pensado bastante, sé que será malo a largo plazo.-

 

-¿Qué tanto lo pensaste? ¿Cinco... seis minutos?-Preguntó sarcásticamente.

 

No podía ocultar lo que sentía, al punto de que unas pequeñas y casi indetectables lagrimitas se asomaban por el rabillo de sus azulinos ojos.

 

Al notar que el Uzumaki bajó la cabeza de nueva cuenta, Deidara ya no quiso seguir con la conversación. Pasó el dorso de su mano por sus ojos en un ligero movimiento, suspiró profundo y comenzó a caminar.

 

-Si te lo preguntabas... le daré un golpe igual a Itachi.-Comentó haciendo alusión al golpe dado.

 

-Pensé que querías saber sobre lo sucedido.-

 

-Si me quedó más tiempo no creo que pueda controlarme. No quieres saber nada acerca de mis métodos de tortura.-Dijo volteando a ver al rubio menor con una sonrisa por demás retorcida y espeluznante, pero al final, sincera y raramente agradable.-Es en serio.-Terminó diciendo antes de sumergirse en la lejanía.

 

Naruto no se movió de su lugar. Se quedó sentado frente a la puerta cinco con un leve chichón sobresaliendo del lado derecho de su rubia cabeza. Tuvo miedo, y lo admitía.

 

Ahora recordaba la razón por la que, en sus primeros días universitarios, no molestaba a Deidara ni a Sasori cuando estaban juntos. Siempre daban la impresión de ser un dueto muy agradable, como verdugo y guillotina.

 

No pensó en nada cuando ya estaba empezando a caminar en la dirección contraria. Si recordaba bien, al final del pasillo se encontraba una pequeña terraza, donde podía tomar algo de aire fresco y poder aclarar sus ideas.

 

*¡Es la Guerra!

¡Cobarde!

Tú sólo observa, mira.

Le haces llorar de nuevo.

¡Cobarde! ¡Tú!

Que te metiste con mi amor

Tú, Tú, Tú. ¡Es la Guerra!*

 

22 de Junio. Hospital Akaeda. 10:30a.m. Pediatría. Cuneros.

 

No había pasado mucho tiempo desde que había abandonado la oficina de cierta persona. A decir verdad, Sakura no le desagradaba ni mucho menos, es más, en los pocos días que la conocía ya pensaba que era alguien de carácter fuerte pero buena al fin y al cabo. Pero llegaba a su mente la pregunta que se hacía para sí. ¿Por qué se metía en las cosas de los demás?

 

Hablando claro, ella también lo hacía, pero lo hacía por el lazo con su primo y porque ya conocía a Itachi y a Sasuke desde hace años. Sabía que su primo y su antiguo senpai habían cometido errores, no sabía cuáles con claridad pero eran errores por cualquier ángulo que se le viera.

 

Dentro de la oficina de la pelirrosa logró comprender, si no todo, una importante parte de la situación. Recordaba haber comprendido que las niñas que vio con Itachi en los cuneros eran las mismas bebés que se encontraban en juego hace unos cuantos minutos. En ese instante supo que las bebés de Itachi eran las mismas de Sasuke, e igualmente las que había mencionado Naruto al explicarle por qué estaba en Akaeda.

 

Al principio no se lo podía creer, pero luego lo asimiló de varias maneras y terminó por caerle el veinte. Al unir las piezas, no le desagradó en lo más mínimo. Siempre supo que había un fuerte lazo entre los hermanos Uchiha, más de lo que se puede esperar de unos simples hermanos; también que a su primo sentía por Sasuke algo más que un simple agrado y cariño.

 

Suspiraba cada vez que podía, sólo esperando a que alguien le explicara bien lo que pasaba y los indicados para eso eran su primo e Itachi. Por esa razón le había seguido, por eso había caminado al lado contrario que su hermano y había dejado al rubio sólo.

 

Había estado acompañando al Uchiha por varios minutos desde que salió de la oficina. Dirigió sus pasos sobre los de Itachi, y llegó a parar a los cuneros, observando pacientemente a todos y cada uno de los bebés que ahí se encontraban. Igualmente, podía ver a Itachi dentro de la habitación.

 

Los ojos del moreno no se movían de ese par de pedacitos de cielo que Sasuke le había dado. Desde que llegó, no había hecho nada más.

 

Sin que ella se diera cuenta, a su lado se había posicionado un chico por demás tranquilo y silencioso, y por esas razones, Hinata no se dio cuenta cuando Arenas Rojas había llegado al lugar.

 

-¿Estás bien?-Preguntó el pelirrojo, notando que la peliazul había dado un pequeño saltito a un lado y tenía sus ojos algo desorbitados.

 

Hinata poco a poco recuperó el aliento de aquel pequeño infarto, contestando positivamente con varios asentimientos nerviosos.

 

-¿Cuánto tiempo lleva así?-Preguntó como si fuera lo más normal del mundo, señalando dentro de la habitación.

 

La peliazul, al momento de tranquilizarse y sacar un caramelo de limón de su bolsillo, giró a ver lo que el pelirrojo señalaba. Itachi se había sentado en un sillón de la habitación, cargando con ambos brazos a ambas nenas.

 

La ojiperla miró su muñeca derecha, donde se encontraba un reloj digital que indicaba las once y veinte de la mañana. Se sorprendió de saber la hora, pues para ella no habían pasado ni cinco minutos.

 

-B-bastante.-Pronunció entre tartamudeos mientras se metía el caramelo a la boca.-

 

Sasori pudo apreciar que la chica se encontraba nerviosa, pero no parecía ser por el susto que le había dado, sino por otra cosa. Temblaba un poco, sus ojos no se apartaban del moreno y sin darse cuenta, se había metido a la boca otros tres caramelos de diferentes sabores al mismo tiempo.

 

Por otro lado, dentro de la habitación, Itachi estaba tranquilo aunque parezca increíble. Ya no sabía cómo actuar, no sabía que pensar, hacer o siquiera sentir en el momento. Miraba a sus pequeñas descansar entre sus brazos.

 

Naoko dormía desde hace ya unas horas, como era su costumbre. En cambio, Tomoyo miraba a su padre con sus preciosos y brillosos ojos color noche, jugando con lo que sería la suave manta color amarillo que la cubría casi en su totalidad.

 

Itachi supo que había cometido un error al firmar tal cosa como ese contrato que la pelirrosa le había puesto en frente desde ayer, pero ahora, ese sentimiento de culpa se remarcaba en él como una cicatriz provocada por una quemadura o una herida demasiado profunda.

 

Repasaba con tortuosa lentitud los hechos ya vividos. Recordaba a la Haruno, a Hinata algo nerviosa jugando con uno de sus mechones de cabello, al Uzumaki dando vueltas por la habitación, y a Neji con sus dados en una mano.

 

Lo que menos quería era que el destino de sus dos angelitos se viera en manos de las apuestas, pues carecía de seriedad y de coherencia.

 

¿Pero qué más le quedaba? Había firmado ya ese papel al que llamaban contrato, donde decía que todo se haría al azar. ¿Y qué mejor para jugar con el destino que los juegos de apostar?

 

Ahora que lo pensaba bien… ¡No había sido, por ningún motivo, una buena idea!

 

Por favor. ¿Cómo se le ocurrió pensar que tal decisión llegaría a ser el bien en algún momento futuro en la vida de Sasuke y sus hijas? Calculaba un sufrimiento por igual, pero sólo si llegasen a enterarse de la verdad.

 

Se preguntaba el por qué de separar a su hija de su hermana y padre. Era por protección, tal vez. Capricho por parte suya y de Naruto. Egoísmo, quizás. No sabía la razón, sólo los hechos.

 

La pelirrosa decía cosas que para él no tenían ningún sentido. Naruto, a su parecer, hacía el tonto por toda la oficina, Neji no decía nada y Hinata estaba más calmada que de costumbre.

 

Recordaba que se había resistido a lanzar aquellos dados rojos, porque seguía repitiéndose que era una mala idea, peor a la vez, otra parte de su cerebro le indicaba que era lo mejor, pero claro, ésta última parte sólo hablaba, la otra gritaba que no lo hiciera.

 

-¿No los van a lanzar?-Preguntó la ojiverde, mientras balanceaba su peso sobre sus manos en el escritorio.-Recuerden que no tenemos mucho tiempo. La anestesia que le pusimos a Sasuke tiene un límite, y ese límite es hoy.-Explicó con simpleza y rapidez.

 

-Bueno…-Expresó el rubio antes de encogerse de hombros.-… Ahí van.-

 

Los dados pasaron rápidamente de estar en la mano del ojiazul al centro de la mesa. Un dado indicaba un tres y el otro un cuatro, dando en total un 7 de 10.

 

-Es tu turno, Itachi.-Dijo la pelirrosa tomando los dados y poniéndolos cerca del moreno.

 

Itachi observaba cuidadosamente el ambiente. La ojiverde sonreía de una manera calmada pero perturbadora, el Uzumaki celebraba su alta puntuación dando pequeños brinquitos de ahí a allá, y los Hyuuga se limitaban a estar al otro extremo de la habitación, porque Neji no se podía aguantar las ganas de jugar solitario un rato y Hinata lo calmaba con un tratamiento contra adicciones improvisado, hecho y perfeccionado hace tiempo por ella.

 

Con pesar y desgano, el ojinoche tomó los dados y los estrujó en sus manos. Cerró sus ojos un momento y después tiró los dados con reproche al otro lado de la sala, donde Neji se lanzó después para no perder sus hermosos dados rojos, símbolo de su suerte.

 

-No voy a ser parte de esto.-Dijo antes de abrir la puerta de la oficina y salir de ahí como si fuera lo último que le quedara por hacer en su vida.-

 

-¡Chotto chotto... Itachi, vuelve aquí!- Gritó la pelirrosa una vez se sostuvo del marco de la puerta, mientras veía a Itachi alejarse por el pasillo.

 

-Las cosas no se solucionan escapando ¿Sabes?-Dijo el rubio saliendo detrás de la pelirrosa mientras sonreía.

 

-Y tú cállate, que empeoras las cosas.-Articuló irritada la chica de ojos esmeralda arrastrando a Naruto dentro de la habitación y terminó cerrando la puerta.

 

De la impresión todos se habían tragado sus palabras además de que no las querían dar a conocer por temor a la Haruno.

 

-Para serles sincera... eso fue inesperado.-Dijo Sakura con sus ojos desorbitados mirando hacia el suelo.-Pero no es un obstáculo, por el momento.-Murmuró al final.

 

Nadie entendía nada de lo que salía de la boca de la chica. Parecía un tipo de plática interna, sólo que en voz alta.

 

-¿Pu... puedo decir algo?-

 

La mano de Hinata se había hecho notar alzada al aire, captando la atención de los presentes.

 

-Sé que... tal vez, lo que voy a decir corre el riesgo de sonar raro proveniente de mí... pero.-

 

La chica hizo una pausa. No estaba acostumbrada a tener tantos ojos sobre ella, por lo que se puso nerviosa y su pálido tono de piel se tornó a un rosa pálido.

 

-Creo que... si esto y-ya es legal... etto...-La ojiperla se quedó muda por un momento. Así que su hermano se vio en la obligación de continuar por ella.

 

-Lo que Hinata quiere decir es que, gracias a que Itachi salió sin previo aviso y de manera un poco violenta, Naruto gana por "ausencia", por así decirlo.-

 

Nadie lo había visto de esa manera. Les sorprendió que Hinata haya sido la única en notar ese detalle antes de que Neji lo mencionara.

 

-Pues sí...-Comentó Sakura.-Es completamente legal.

 

Neji se levantó de su asiento y se acercó a su primo de una manera inquietante. Para sorpresa de muchos, el chico de cabellos castaños terminó abrazando a su primo muy fuerte, y que sin se diera cuenta, también le había roto la nariz por la presión.

 

-¡Me rompiste la nariz-ttebayo!-Gritó de dolor el Uzumaki una vez se quitó a su primo adorado de encima.

 

-Lo hice a propósito.-Dijo sonriendo a su primo que comenzaba a sangrar un poco.-Felicidades, Naruto.-

 

La pelirrosa le lanzó el papelito al rubio, y este (como pudo) lo desdobló y vio el nombre.

 

-Así que Tomoyo-chan.-Dijo Hinata detrás del Uzumaki.

 

-Si quieren, ustedes ya pueden irse. Le tengo que arreglar la nariz a Naruto.-Comentó Sakura antes de que los Hyuuga salieran de la habitación.

 

Naruto se sentó en una de las sillas que había en la oficina, sosteniendo su nariz en alto para parrar la hemorragia.

 

La Haruno se posicionó frente al rubio, tomando la nariz del contrario firmemente con su mano derecha.

 

-No quería que las cosas terminaran así.-Dijo el rubio antes de gritar por un movimiento de mano que había hecho Sakura.

 

-¿De qué hablas?-Preguntó soltando al rubio.

 

-No me gusta ganar por ausencia.-

 

La ojiesmeralda comprendió al rubio, a nadie le gusta ganar de esa manera.

 

Tomó unos vendajes que estaban en un cajón de su escritorio y comenzó a envolver la nariz del Uzumaki.

 

-Como dije, no tenía planeado que Itachi reaccionara de esa manera. Pero conociéndolo, debí de habérmelo esperado.-

 

Terminó con un pequeño broche plateado sujeto a los vendajes.

 

-Gracias.-

 

-No hay de qué. Es mi trabajo.-Dijo sonriendo.-Pero si vuelves a hacerte el gracioso en mitad de algo serio como lo que acaba de pasar... te juro que te dejo sin dedos.-La sonrisa en su cara seguía, dando un toque de miedo a la situación.

 

Ya cerca de la puerta, el Uzumaki se detuvo para decir algo.

 

-¿Segura que no me puedo quedar con Yuki-chan?-

 

Un golpe llegó a dar a la cara del rubio, dejándole una marca rojiza.

 

-Ya te dije, Itachi se queda con Yukiko y Naoko, y tú te quedas con Sasuke y Tomoyo. ¿Qué parte no entiendes?-

 

-Bien, bien. Ya cásate.-Pronunció al final para salir corriendo

 

-¡No vuelvas aquí hasta que hayas madurado, porque no te arreglaré la nariz otra vez!-Alcanzó a decir por el marco de la puerta antes de cerrarla de un portazo que bien se podía haber escuchado hasta la esquina.

 

-Así que así fue como pasó todo. ¿Ehh?-Dijo el pelirrojo una vez Hinata terminó de relatar.

 

La chica sólo asintió, pues creyó que Sasori había comprendido a la perfección.

 

-Que dilema.-Logró articular antes de distraerse.

 

Sakura entraba a la habitación de los cuneros. Platicó un momento con Itachi y éste, a pesar de pedir sin cesar más tiempo, la pelirrosa quitó (con todo el pesar del mundo) a Tomoyo de su lado.

 

Los otros dos alternaban su mirada de Itachi a la ojiesmeralda y viceversa.

 

Por un segundo, creyeron haber visto como la mirada de Itachi se había oscurecido, más de lo normal. Mientras tanto, la pelirrosa entraba al elevador y parecía ¿Sonreír?

 

-¿Viste lo mismo que yo?-Preguntó arenas rojas.

 

-¿El qué?-Contestó la peliazul algo extrañada.

 

-Na...nada. Déjalo.-Enunció al final.

 

-Creo que... sería mejor dejarlo sólo un momento.-Propuso Hinata.

 

Sasori no sólo contradijo a la chica, sino que también le dio la razón. Pues era momento de que Itachi pasara tiempo con su bebé, ya que creían que sería una cura a su pesar.

 

*Él está llorando por tu culpa.

Todo se acabó.

Tú que te metiste con mi amor

Tú, Tú, Tú. ¡Es la Guerra!*

 

22 de Junio. Hospital Akaeda. 2:12p.m. Maternidad. Sala 5.

 

De una manera u otra tenía que admitirlo sin vacilaciones. Al abrir sus ojos, pudo ver que la ventana estaba abierta como de costumbre. Un rayo de sol impactó directo contra sus orbes ónice, cegándolo por unos instantes. Los volvió a abrir, pero esta vez sólo un poco, para poder acostumbrarse con normalidad a la luz del exterior.

 

Sobre una mesa cercana a la ventana se encontraban distintas cosas muy coloridas. No las reconoció de inmediato, pero cuando le dio la paciencia suficiente pudo visualizar arreglos de flores de junio, como brassocattleya o vanda, unas flores muy hermosas. También observó con detenimiento los numerosos globos metálicos que se encontraban amarrados a las flores para que no salieran volando. Unos eran muy lindos y convincentes, pero también los había con algo de humor que no venía al asunto. Como ese, que había reconocido de inmediato y que decía: Suerte para la próxima.

 

Una gotita de sudor recorrió sus sienes al recordar a quien le gustaban esas bromas. Nadie más ni nadie menos que a su suegro postizo.

 

Giró su vista al otro lado de la habitación. Al enfocar sus ojos en un lugar fijo, no pudo ocultar sus sorpresas. Había una cunita color rosa pálido al lado izquierdo de la camilla. Por un instante, sus ojos reflejaron algo de duda, pues gracias a ser primerizo, no tenía la suficiente experiencia como para tomar a un bebé en brazos. Con un poco de torpeza, bajó sus pies de la camilla y se acercó a aquella cuna. De sus ojos casi llegaba a salir una pequeña lagrimita.

 

Era la primera vez que la veía, y era hermosa. De cabello y ojos negros, piel pálida y tal parecía que le había ganado, porque a su parecer, llevaba despierta unas cuantas horas.

 

Tomó una tabilla que se encontraba colgada en la parte frontal de la cuna. Al verlo, le pareció algo delgada y pequeña de estatura, pero de seguro había una explicación lógica para ello en todo caso. Pasó sus ojos por la casilla de nombre: Uzumaki Tomoyo.

 

-¿Tomoyo?-Se preguntó en voz alta.

 

Con toda la delicadeza que podía poseer dejando a un lado los pocos temblores de nerviosismo, tomó a su bebé en brazos.

 

-Así que Tomoyo. ¿Ehh?-Preguntó a la bebé.-Te queda hermoso.-

 

Ella sólo respondió con una sonrisa por dos razones. Era el primer halago que recibía de su padre y la primera vez que lo tenía cerca después de haber sido separados por poco menos de dos días.

 

Poco después, Tomoyo tomó entre una de sus pequeñas manos uno de los dedos de Sasuke. Al moreno le conmovió el gesto. Era la primera vez que sentía el calor de su bebé, que le tenía cerca y la sentía. Un sentimiento que no había sentido antes lo inundó por completo. Se podría describir fácilmente como júbilo, regocijo, entusiasmo o gozo.

 

Se concentró tanto en su bebé que no se dio cuenta de que había alguien en la habitación hasta que sintió unos ojos sobre él.

 

Naruto los miraba a ambos desde la puerta. En sus ojos se podía descifrar afecto y amor, conmovido por la escena que frente a sus ojos se presenciaba.

 

-¿Cuánto tiempo llevas ahí, dobe?-preguntó sin apartar la vista de Tomoyo.

 

-¿Te incomoda?-Respondió mientras se acercaba más al pelinegro.

 

-No, sólo es curiosidad.-

 

Al levantar la vista, se exaltó un poco. No se esperaba encontrarse con vendajes cubriendo el rostro del rubio, o por lo menos una buena parte. Tenía un par cubriendo su nariz, otros envolviendo sus brazos con unas cuantas gotitas de sangre provenientes de las heridas, y una tercera y última cubriendo el dedo meñique de una de las manos del contrario.

 

-¿Qué te pasó?-Preguntó cubriéndose la boca con su mano para no explotar a carcajadas.

 

-¿Ah? ¿Esto?-Preguntó apuntando a su rostro.

 

No había pensado en una excusa anteriormente, por eso escogió la primera cosa que le vino a la mente.

 

-Me... me caí por las escaleras, tee hee.-Sonrió dando a ver sus dientes, en un intento por que la risa se le contagiara al moreno.

 

Por más que algo dentro de él le decía que se preocupara por el Uzumaki, otra parte de él (Y una muy persistente) no podía resistirse a reírse de la mala suerte que perseguía al ojiazul.

 

-A veces me pregunto cómo puedes llegar a ser tan descuidado.-Dijo mientras en su boca se dibujaba una sonrisa sincera.

 

El ulular del viento atravesaba la habitación en menos de un segundo, llenando la habitación de una fresca y reconfortante brisa por ser inicios de verano.

 

-¿Cuanto tiempo llevo en cama?-Preguntó el Uchiha dejando a su bebé en su respectiva cuna.

 

-Haciendo cuentas... creo que llevas dos días, más o menos.-Dijo bajito, mirando a Tomoyo que había sido seducida por la somnolencia de la tarde.

 

-No hablas en serio.-Dijo creyendo que el Uzumaki estaba equivocado.

 

Al ver la cara tan seria que ponía el rubio, el moreno supo que era verdad.

 

-¡¿Estuve dormido dos días?!-Preguntó exaltado, parándose intempestivamente de su lugar, pero algo parecido al dolor de un ligero piquete en su espalda lo distrajo.

 

Afortunadamente, el Uzumaki reaccionó a tiempo antes de que éste cayera al suelo por el dolor. Dejándolo en su cama para que no se esforzara.

 

-¿Te sientes mal?-Preguntó al Uchiha una vez acostado.

 

-No, sólo que... me dolió la parte baja de mi espalda.-

 

Inmediatamente, Naruto creyó que por el esfuerzo, a Sasuke se le haya roto una costura, así que llamó a una enfermera y lo sedaron para calmar el dolor.

 

Afortunadamente, no había pasado a mayores, y sólo había sido una falsa alarma producto de la cirugía.

 

*¡Es la Guerra!

¡Cobarde!

Tú sólo observa, mira.

Le haces llorar de nuevo.

¡Cobarde! ¡Tú!

Que te metiste con mi amor

Tú, Tú, Tú. ¡Es la Guerra!*

 

22 de Junio. Hospital Akaeda. 03:00p.m. Pediatría. Oficina de Haruno Sakura.

 

Los presentes en aquella sala estaban algo impacientes. Habían acordado la entrega de Yukiko, por lo que entre ellos estaban Itachi, Sasori, Deidara y Hinata.

 

-¿Qué estamos esperando?-Preguntó el rubio impaciente, moviéndose de un lado a otro.

 

-Esperamos a Sakura-san.-Dijo Hinata más calmada junto a una ventana abierta, ya que por comer tantos dulces, su nivel de azúcar se había incrementado.

 

Sin previo aviso, la puerta se había abierto, dando paso a una mujer con bata blanca y traje a color azul.

 

-Buenos días. Soy Tsusume, la encargada de pediatría en turno.-Dijo sonriendo a los presentes.-Sakura-san me pidió que les entregara esto, ya que ella está a mitad de una cirugía.-

 

-¿Dónde está la bebé?-Preguntó Sasori notando que la mujer sólo llevaba consigo una pequeña cajita de no más de 10 centímetros.

 

La encargada hizo una pequeña pausa, rememorando lo que la pelirrosa le había indicado.

 

-Ya estoy al tanto de la situación gracias a Sakura-san, y ella me pidió que les trajera esto.-

 

La mujer puso sobre el escritorio una hermosa cajita de color perla, de finos acabados y tenía una inscripción en letras doradas.

 

-Esa... esa... esa.-Artículo con dificultad la peliazul.

 

-¿Esa es Yukiko?-Reaccionó Deidara después de un momento.

 

La peliazul se desmayó al tiempo que el rubio terminó la frase.

 

-Vaya que tienes tacto, Deidara.-Dijo Sasori siendo ayudado por Deidara para levantar a la Hyuuga del suelo.

 

Después de la pequeña distracción la mujer dio paso a las formalidades.

 

-Según esto, Uchiha Yukiko se queda a cargo de Uchiha Itachi.- La enfermera le pasó una tablilla con un formulario a firmar.-Si firma se tendrá por recibido a Uchiha Yukiko y sabremos que ya no está en el hospital, sino a cargo de usted, Uchiha-san.-

 

Itachi no hizo nada más que parecer un zombie. Centraba su vista en su sólo lugar, no decía nada y sus expresiones corporales no daban a más que estar quieto y mover la mano para firmar. Tomó la cajita de Yukiko entre sus brazos y lo estrechó como si ahí siguiera su bebé.

 

-Ahora ustedes.-Comentó la encargada señalando al rubio y al pelirrojo.-Servirán como testigos en caso de que algo se complique.

 

Ambos firmaron por igual en los espacios vacios. La enfermera ya estaba por irse cuando Deidara la interrumpió.

 

-¿Qué hay de Uchiha Naoko?-

 

-¿Uchiha Naoko?-Se preguntó antes de sacar una agenda pequeña de su bolsillo.-Mmm... Uchiha Naoko ya puede irse, en cambió Uzumaki Tomoyo se queda unos días más, pero me imagino que eso ya lo sabían.-Sonrrió antes de salir de la oficina.

 

¿Y ahora qué?

 

Fue lo que parecieron preguntar Sasori y Deidara con una sola mirada. No sabían que hacer, y a pesar de ser problemas ajenos, se preocupaban de cómo pudiera reaccionar Itachi a largo plazo.

 

Calmadamente, levantaron a Itachi del sillón y se lo llevaron de ahí. A Hinata la dejaron descansar en un sillón de la oficina, porque no tardaría en despertar.

 

En cuanto a Naoko y Tomoyo, no sabían qué camino iban a tomar ahora que se separaban, pero sabían que hay algo muy sabio llamado tiempo, que lo cura todo con el paso de los años.

 

*Él está llorando por tu culpa.

Todo se acabó.

Tú que te metiste con mi amor

Tú, Tú, Tú. ¡Es la Guerra!*

 

*CONTINUARA…

 

Notas finales:

asobou*: ¡Juguemos!

Canción utilizada hoy: It's War de MBLAQ

¡Pobre Naruto-kun! A cada rato le rompen la nariz n_nU Pero sigo diciendo que es divertido xD.

Naru: ¿Qué te he hecho-ttebayo?

Hasta el momento nada, ya sabes, soy imparcial y ya me cansé de repetirlo. ¿Nunca lo has intentado? Una vez le rompí el brazo a Tobi y ni se quejó.

Naru: Eso fue porque se lo llevaron sedado al hospital, aunque quisiera no podía decir nada.

Pero fue divertido ¿No?

Naru: Bastante.

Ah. Y antes de que se me olvide… Volvemos al viejo formato, hablo de contestar reviews a principios de capítulo porque la escuela no deja para más. Y advertencia para ustedes: nunca se metan a un cobach T_T, es una buena escuela pero demasiado dura T_T.

Bueno... Ya no tengo nada que decir, así que rellenaré este espacio con guiones n_n

Naru: No hablas en serio, ¿verdad?

No, pero bueno. Hasta la próxima, minna-san n_n


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