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Somos Crueles por Chibi-Chan

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Notas del capitulo:

Perdonen la tardanza, sinceramente no me gusta tener que esperar un mes para publicar un capi nuevo (no es por flojera) sino que, curiosamente, la creatividad llega a mí cuando estoy más que desvelada. Por eso tardo un poco. Pero espero que aún haya fans de este modesto fic (con algunos horrores de ortografía) y dejen uno que otro review. Aquí les dejo un pequeño regalito que, en lo personal, me gusto demasiado. Enjoy it! n_n

http://www.youtube.com/watch?v=de5Leogpe_4&feature=feedlik


P.D.: Para las personas que estén leyendo mi otro fic, igual, mil perdones pero me pasó lo mismo con la creatividad sonambula o algo así, acutalizaré lo más pronto que pueda.

El ambiente inundado de sauces y cerezos llorones, olor a hierba fresca, árboles cubiertos de blanca nieve que caía del cielo semi despejado. Personas paseando de aquí a allá con pantalones abrigadores, chaquetas de paño, gorros y abrigos de lana. Todo era maravilloso, pero no era un jardín nacional ni mucho menos el parque Kiyosuna, sino un cementerio, al cual llamaban "El cementerio  Aoyama", desde la entrada del camposanto se podía apreciar un túnel floral que recorría una gran parte del camposanto, se podía avanzar bajo las flores de cerezo de colores rosas y blancos, en esos momentos, cerrados por la época invernal.

Gran parte del cementerio estaba dividido por secciones, destinados a pequeños templos para cada familia.

En uno de las muchas hectáreas que poseía este inmenso cementerio, se encontraban una pequeña niña (vestida con un abrigo de lana rojo y un vestido negro con mallas del mismo color) y un hombre de alta estatura (vistiendo un abrigo largo de color negro al igual que un suéter y pantalones abrigadores). Viéndose desde arriba parecían unas manchas de sangre y tinta sobre la nieve. Estaban frente a una pequeña pagoda de madera con las puertas abiertas, las torretas con el apellido Uchiha reinaban en el lugar, pero esos dos se concentraban en las más recientes.

-¿Qué dice ahí, Tou-san?-Preguntó la niña de 5 años tomando la mano de su padre con sus dedos cubiertos por unos guantes de lana negra.

-Ahí dice Uchiha.-Se inclinó un poco para señalar a las tumbas que fue a visitar.-Esta pequeña pagoda está reservada para la familia Uchiha.-

-mmm...-

La niña echó un vistazo alrededor, había nombres de tantos Uchiha en tablillas de madera, la mayoría de las personas no estaban bajo suelo sino en nichos puestos en su sitio después de la cremación. La mayoría con colores tristes como el negro marmoleado, el rojo rubí, el violeta seco y el verde esmeralda, en cambio había otros con colores azules, rojos, blancos e incluso dorados.

-¿Y por qué estamos aquí?-Preguntó dulcemente llevándose una mano al su rostro para, improvisadamente, calentar sus mejillas.

-Vinimos a visitar a alguien.-

Itachi encendió unas pequeñas varitas de incienso frente unas tumbas...

-Pero aquí no hay nadie, sólo nosotros.-Miró a su padre muy confundida, hasta que con un movimiento de cabeza le indicó que eran esas tres tumbas.-Ohh-

-Esa que está enfrente de ti dice Uchiha Mikoto.-

-¿Quien es ella?-Preguntó con curiosidad.

-Es tu abuela, la que le sigue es de mi tío, Uchiha Madara. Y ese que está a tu lado izquierdo es Uchiha Fugaku, tu abuelo.-

-¿Y ese que está frente a ti?-

-Esta es muy especial, es de Uchiha Yukiko.-La  cara de Itachi siguió con su seriedad rígida y habitual, pero sus ojos se aguaron un poco, sin lograr dejar correr sus lágrimas.

-¿Mamá?-

-No-

-¿Entonces de quien es la tumba de esa mujer?-Preguntó confundida.- ¿Es una tía?-

-No, pero te lo diré cuando crezcas ¿te parece?-Tomó la mano de su hija para comenzar a caminar hacía la salida.

-Pero para eso falta mucho tiempo.-Hizo unos espectáculos mohines resaltando su sonrojo de furia, y por frío, que se apreciaba mucho.

A Itachi se le formó una sonrisa en su pálido rostro, esa pequeña niña le recordaba a los berrinches de Sasuke cuando era más pequeño. Era simplemente adorable.



Predicción de hoy para Tauro: Tendrás un día algo agitado. Viejos amigos y/o conocidos volverán a tu vida de manera inesperada. A pesar de ser lunes estás más relajado(a) que de costumbre. Si estás esperando un bebé te recomiendo salir a pasear. Es bueno para la relajación extra y...

Todo eso y más decía el horóscopo de un diario local que Deidara había comprado en el centro comercial y que leía en un café del mismo sitio.

No puedo ocultar un fugaz sonrojo ante la parte de "embarazo". Una parte de su cerebro e decía que no debía preocuparse, era un hombre y teniendo a otro hombre como pareja era menor la preocupación. En la otra parte de su cerebro las cosas eran más diferentes. Esta latosa parte le recordaba a Deidara a cada rato que no era del todo imposible quedar embarazado. Tenía por ejemplos a Sasuke y a Gaara. Ambos con dos hijos cada uno (No mucho por Sasuke porque se acaba de enterar). En esos momentos deseaba tener una maquina del tiempo y darse un zape a sí mismo por dejar que, desde el principio, el liberal de Sasori no usara protección alguna.

Pero como eso no se podía se daba simples golpes mentales.

No tenía ningún caso ponerle atención a un horóscopo que de seguro lo inventó una persona al azar para personas al azar y tener que creérselo sólo porque esta impreso en tinta y papel.

Así que, después de terminar de leer el dichoso diario, se fue del lugar directo al apartamento que compartía con el pelirrojo.

Llevaba consigo una bolsa de papel algo grande donde, además de cinta adhesiva, llevaba un libro de poesía inglesa y un paquete de dulces de fresa.

Acababa de llegar a la estación Ginza. Se veía algo cansado pero una sonrisa se dibujaba en sus labios al recordar que tenía todo el día para él solito.

Al poco rato de salir de la estación sacó un par de llaves de su bolsillo. Se dirigió al 4 piso de un edificio de ventanas oscuras y colores vivos en las paredes. Se dirigió hasta la puerta con la placa 47-A. Una nota cayó a sus pies una vez la puerta estuvo abierta, dejando que entrara bien la luz del pasillo.

No vayas a cocinar. Dejé el depósito de gas abierto.-Decía.

Una vez más en lo que iba del mes. Con esta ya era la séptima. No comprendía cómo Sasori podría ser tan olvidadizo. En esas situaciones se preguntaba que hubiera sido del pelirrojo sin el rubio, era ahí cuando sabía que Sasori pudo haber muerto joven.

Estrujó la nota entre sus manos y encendió la luz. Todo seguía tal como y lo había dejado esa misma mañana. Fue a la cocina, dejó la bolsa de papel marrón sobre una barra de mármol blanco y puso un poco de agua en la cafetera para después encenderla. Las manecillas en el reloj rojo colgado en una de las paredes de la cocina daban las 11:30, pero Deidara ya estaba cansado.

Mientras tomaba una taza y una cuchara se preguntaba por Tomoyo. Según su memoria recordaba un hermoso par de niñas en cuneros rosas en un hospital del centro. Tan bellas, tan pequeños y tan parecidas. Pensaba en qué tan diferentes pudieron haber crecido. Si Tomoyo fue educada de la misma manera que Naoko o Sasuke distorsionó su parte de la historia un poco. No lo podía saber y tampoco creía poder saberlo algún día.

Sasuke y Tomoyo se encontraban muy lejos en esos momentos, tal vez en otro país o, inclusive, al otro lado del mundo.

Sabía que, también, había el 5% de probabilidad, según él, de ver a Tomoyo, Naoko y a Yukiko juntas, y que se vieran las caras algún día.

Unas pequeñas lágrimas salieron de sus ojos sin querer. No recordaba la última vez que sus ojos habían visto a Yukiko. Pero bueno, para qué deprimirse en un día tan bonito.

Una vez que la cafetera terminó de calentar el agua se sirvió un poco en una taza con decoraciones de ositos negros y marrones. Se sentó a la mesa y, con una pluma y una libreta a la mano se puso a escribir uno que otro par de incoherencias.

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-¿Tou-chan?

La morena parpadeó un par de veces. Era más que obvio que ella no sabía nada de Sasuke, así que, por consiguiente, con quien tendría que hablar es con Itachi.

-S-sí.-Dijo balbuceante y algo sonrojada.

Ese día había sido lo suficientemente raro como para mandar a alguien al psicólogo. Pero quería saber más acerca de Itachi, lo que pasó entre Sasuke y él, y como fue que Naruto se metió en todo esto.

-¿Quieres hablar de Sasuke conmigo?-

Preguntó de una manera relajada el moreno, pero, por los nervios, la rubia asintió varias veces.-Esta bien. ¿Quieres escuchar tú también, Naoko?-

La ojicarmín no esperó a que Itachi terminara la pregunta cuando ya estaba dando pequeños saltitos para que el moreno empezara a hablar.

Tomó las manos de Itachi y Tomoyo para dirigirse a la sombra agradable de un sauce.

-Bien ¿cuales son tus dudas, Tomoyo?-

-Primero quisiera saber por qué no sabía de la existencia de Naoko ni la suya.-

Naoko se revolvió un poco en su lugar, (moviéndose un poco de posición inconscientemente) tenía la misma pregunta en mente pero se sentía algo incomoda a la vez.

-Entonces, te diré que eso es algo difícil de responder.-

-Intente.-

-Con una condición.-Contestó con un dedo de su mano derecha arriba. La rubia lo miró como dando paso a que continuara.-Deja de hablarme de usted.-Dijo con una sonrisa delicada, lo más parecido a una pequeña curva,

-Lo intentaré, Itachi-san.-Mostró una sonrisa, inspirando confianza.

-Bien. ¿Por donde empezaré? ¿Nunca habías escuchado a Sasuke hablar de mí?-

-La única vez que oí de Itachi-san de manera extensa fue hace unas cuantas horas.-Dijo jugando con sus dedos.-Pero ya me sé parte de la historia.-

Itachi se alarmó un poco, pero sabía que Sasuke era muy inteligente y no creía que le hubiera contado a su hija la parte incestuosa, si no ya hubiera demostrado un par de pistas.

-Bueno, les contaré desde donde comenzó todo ¿les parece?-Ambas asintieron algo emocionadas.

-¿Cómo se conocieron?-Preguntó la morena con sus ojitos brillando de ilusión.

-¿Donde y cuando?-Secundó la de ojos ébano. Para este punto ambas estaban más juntas que dos panes en un sandwich.

-¿De verdad quieren saber eso?-

Ambas chicas gritaron "sí" tan fuerte que se escucho en todo el parque y a sus alrededores. Itachi sólo quería ganar un poco de tiempo para decir lo primero que se le viniera a la mente.

-Cuando conocí a Sasuke yo tenía unos doce o trece años, nuestros padres nos presentaron en una invitación a su casa, y de ahí surgió una amistad. El aún era inocente, de unos ocho años.

Hizo un pequeño silencio, dándole oportunidad a sus hijas de decir algo, pero su mudez fue una invitación a continuar.

-Pasaron los años y me fui enamorando de él y él de mí. Para cuando empezamos una relación formal yo había cumplido la mayoría de edad y él no pasaba de los trece.-Iba a continuar pero la rubia levantó la mano.

-¿sí?-

-¿Por qué te enamoraste de un chico cinco años menor que tú?-

-¿Has escuchado que "en el amor no hay edad"?-Preguntó con una sonrisa juguetona.-Pues yo puedo asegurarte que eso es completamente cierto. Pasaron unos tres o cuatro años. Yo ya tenía mi carrera muy bien definida pero quien más me importaba en el mundo era Sasuke. Pero, desafortunadamente, mis padres descubrieron nuestra relación. Y, para mantenerme lejos de Sasuke, me enviaron a estudiar a Gran Bretaña. Seguíamos teniendo contacto pero unos meses después sus cartas pararon de llegar.-

-¿Y donde cuadra Naruto-san en todo esto?-Preguntó la morena, extrañada de que no lo haya mencionado.

-¿Naruto? Él era un amigo mío que conocí en la Universidad. Le había contado todo acerca de Sasuke, así que lo conocía tan bien como yo.-Suspiró un poco, tratando de que, de ese modo, pudiera elegir las palabras correctas, a la vez que jugueteaba con una hoja del sauce seca.-Antes de irme a Gran Bretaña... no, no puedo decirles lo que sigue.-Dijo tapándose la cara con una mano y mirando hacia otro lado.

-Dilo, Tou-san.-Dijo animada la morena mientras movía el brazo de Itachi enérgicamente de un lado a otro.

-Vamos, Itachi-san. Me han dicho de todo, eso no sería algo del qué sorprenderse. ¿O sí?-Miró a su hermana algo confundida, no sabía que iba a decir pero, para que se hiciera un poco del rogar, debería ser interesante.

-Nos saltaremos esa parte, por ahora. Lo que sí les diré es que los padres de Sasuke lo echaron de casa por estar en algo que llamaremos "estado", pero eso todavía no lo sabía yo, y le recomendé vivir con Naruto, ya que él vivía sólo, como verán, un gran error. Después de varios meses (nueve, para ser preciso), gracias a Kisame, me enteré que estaba en "estado" y tuve que volver a Japón.

-¿Es el mismo tío Kisame?-Preguntó la ojicarmín alzando las manos.- ¿El que se fue de vacaciones?-

-El mismo, pero no nos desviemos del tema. Poco después de que Kisame llegara a Japón, buscó a Sasuke inmediatamente, fue cuando me dijo que ustedes estaban a punto de llegar al mundo.-Sonrió inconscientemente, lo que alegró a ambas chicas.

-¿Cómo fue que nos separamos?-Preguntó Tomoyo con un deje de tristeza en su voz.

-Cuando por fin llegué a Japón ustedes ya habían nacido. Tenía entendido que Sasuke no me quería ver. Al menos fue la versión de Naruto, pero yo nunca le creí una palabra. Pero, por primera vez, sentía que Sasuke de verdad me odiaba con toda el alma.-

Su cara reflejaba un poco de tristeza y melancolía, miraba sin mirar a la hoja que, desde hace rato, había aplastado en el puño de su mano.

-Yo a ustedes las quise desde la primera vez que vi sus rostros. Pero estaba Naruto de por medio, diciéndome que había sido un total irresponsable por lo que pasó con Sasuke. Así que llegamos a un acuerdo. Sasuke se había desmayado pensando que sólo había nacido una de ustedes (por eso lo vieron salir algo enojado de casa), aprovechamos eso y Naoko se quedó conmigo y tú, Tomoyo, te quedaste con Sasuke y con Naruto.-Dijo el último nombre entre dientes disimuladamente.-Ibamos a decirles hasta que cumplieran la mayoría de edad.-

Itachi les dio un momento de silencio para que lo asimilaran, era un poco raro el relato que se acababa de medio inventar, pero no podía decirles, lo que se dice, completamente todo.

-¿Entonces, todo fue un acuerdo entre Otou-san y usted?-Preguntó la rubia en un hilito de voz.

-¿Qué yo no haya tenido madre (padre o lo que quieras) y que Naruto-san sea el padre postizo de Tomi-chan fue sólo por un trato?-Preguntó la morena exaltada a más no poder, arranando el pasto con sus manos de manera algo ruda.

-No lo vean desde el punto amargado, queríamos proteger a Sasuke y a ustedes, pero, en esos momentos, no medimos las consecuencias por lo rápido de la decisión.-

-¿y cual es el punto bueno, Itachi-san?-

Preguntó la rubia con un poco de sarcasmo en su voz, cosa que sorprendió a ambos morenos. A Naoko porque era la primera vez que la oía usar el sarcasmo y a Itachi por su parecido con Sasuke.

-No tengo ni la más mínima idea. Pueden preguntarle a Naruto pero creo que estarían en las mismas.-Comentó muy tranquilamente.

Se hizo un silencio forzado. No porque quisieran hacerlo, si no porque parecía que cualquier cosa que dijeran iba alterar más las cosas. Lo mejor era contar hasta diez, asimilarlo todo y tratar de digerirlo de alguna manera sin llegar a odiar a nadie.

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Un BMW negro acababa de estacionarse en uno de dos lugares vacios frente a una casa de colores rojos oscuros y brillantes. Bajó del automóvil un hombre de tez blanca, ojos y cabello tan oscuros como las noches de invierno. Llevaba consigo nada más que su persona, un poco de cansancio y ganas de ver a su pelirrojo esposo, pero, de manera afortunada o desafortunada, él no se encontraba en casa, o al menos eso pensaba, ya que su camioneta no se encontraba en su lugar de estacionamiento.

Sacó un llavero de su bolsillo y de paso su móvil, este marcaba cinco para las doce. Pasó por el portal de la entrada, pasando por el jardín para llegar a la puerta. Iba a abrirla cuando se dio cuenta de que está no tenia ningún tipo de seguro puesto. Se extrañó, así que se puso a la defensiva en menos de un segundo.

Giró la perilla poco a poco, esperando no atraer la atención de algo o alguien que estuviera dentro, pero, para su sorpresa, en la sala de estar se encontraban su hija y su sobrina. Mariko estaba tomando una taza de té blanco en una pequeña taza color rosa y Ayume estaba sentada junto a su prima, temblando un poco. Sai lo creyó normal, con sólo mirar las 5 latas de red bull tiradas en el suelo y que la pelirroja estuviera tomándose otro directo de la lata no era de sorprenderse.

Con todo el sigilo que pudiera hacer, entró y cerró la puerta con la misma cautela con la que abrió. Se sacó los zapatos fácilmente y los dejó en el recibidor, cambiándolos por un par de cómodas y esponjadas zapatillas verdes con amarillo. De puntitas, se desplazó desde el pasillo del recibidor hasta llegar a la cocina donde se tropezó con algo.

Un chico de cabellos rojos con puntas azabaches y ojos verdes que relucían en la sombra debajo de la mesa sonreía de una manera forzada y nerviosa a la vez que recogía sus pies (algo tarde) por haber hecho caer a su padre hace menos de un minuto.

-Hola, Tou-san.-Se notaba algo nervioso, aún tenía el uniforme del colegio puesto y parecía que se ocultaba de algo.

-¿Qué haces debajo de la mesa, Ren?-Preguntó acercándose a él, tratando de sacarlo de la cómoda sombra del mueble pero éste se rehusaba a salir.

-Me escondo de Ayume, está más loca que una cabra.-Tembló un poco más tratando de calmar sus ansias de correr a un lugar más seguro.

A Sai se le hizo extraño que Ren llamara cabra a su hermana. Típico comportamiento fraternal, pensó. Pero eso no explicaba el por qué de estar debajo de la mesa y sin querer salir.

-¿Y cómo llegaste hasta aquí? Si se puede saber.-

-B-bueno. Todo comenzó cuando salí de la escuela. Todos salimos temprano porque la directora dijo que un par de locos se habían peleado a mitad de la plaza y después llegó la policía y....y, y luego nos tuvimos que ir del lugar para no armar más lío.-contestó tan nervioso como si estuviera ante un juez de alguna correccional.-Me adelanté a llegar a la estación, pero después Ayume me comenzó a perseguir como loca, gritando a todo pulmón que yo tenía no sé cuantos red bulls y Mariko la acompañaba. No me dejaron hasta llegar a casa. En estos momentos es cuando pienso que Naoko-chan es quien las controla o las tiene atadas de una correa.-

El pobre pelirrojo estiraba el cuello de vez en cuando para ver por encima de la barra y vigilar que su hermana no se saliera de control en algún momento. No sabía como su castaña prima podía estar tan tranquila bebiendo té junto a una bipolar maniática desquiciada.

-¿Y tú que haces aquí tan temprano?-

Sai sonrió de medio lado. Estaba tan feliz que se le había olvidado el por qué de no ir a trabajar. Pero contestó agradado igualmente.

-Tengo día libre.-Mentiras. Mentiras Everywhere.

Ren sonrió igualmente a la vez que una gotita de sudor caía por su sien. Era más que obvio que su padre no podía tener días libres.

-¿No has visto a Tou-chan?-

-No desde ésta mañana.-Se incorporó lentamente.

Ya no le importaba hacer ruido. De igual modo su hijo ya sabía que él estaba ahí y por lo relajada que estaba su sobrina debió de saber que él estaba ahí.

-¿Ya comiste algo?-Preguntó a la vez que sacaba una jarra de jugo de naranja del refrigerador.

-No desde la mañana.-

-¿Quieres algo?-Puso un par de rebanadas de pan dentro de la tostadora y un poco de jugo en un vaso de cristal.

-Pásame unas galletas de la alacena, tú las distraes y yo voy a mi habitación.-Sus manos se juntaban de una manera nerviosa, como si fuera un científico loco a punto de sacar su última creación al mundo.

-Toma.-Le había lanzado un tubo de galletas muy conocidas (pero por no patrocinar las llamaremos Orio).-Ve tranquilo, que no te van a notar.-

Por un momento Ren creyó que su albino padre tenía el don de predecir el futuro, ya que, ni con lo nerviosa que estaba la pelirroja, notó su desplazamiento.

Sai sonrió, ya ni porque Ren era mayor que Ayume dejaba de tenerle miedo. De pronto le llegó el recuerdo de lo que le quería decir a Gaara antes de que llegara.

Sasuke estaba en la ciudad, vivito, coleando y con una hija. Se podría decir que Sai ya estaba al tanto de todo. Sólo faltaba que Gaara lo supiera.

Tomó el teléfono inalámbrico de su estación. Apenas marcó tres dígitos y paró. Creía que ese tipo de noticias se debían de decir frente a frente. No iría a ser que, por la impresión, Gaara se desmayara en el lugar o gritará tan fuerte de la emoción/rabia (en cualquier caso) y le reventara el tímpano.

Así que borró los números que había marcado y escribió un teléfono diferente. No pasaron más de dos tonos de marcado cuando ya habían contestado.

-¿Moshi-moshi?-

-¿Deidara? No pensé que estuvieras en casa.-

-¿Entonces para qué llamas si sólo haces suposiciones?-Contestó algo irritado desde el otro lado de la línea.

-Quería verificar que estuvieras en casa, tú o Sasori, no importa.-

-Si buscas a Sasori no está aquí, debe de estar por ahí.-

-Ya te dije, cualquiera de los dos está bien. Tengo algo importante que decirte.-

Deidara pareció no haberlo escuchado, ya que se quedó en silencio porque tocaron la puerta de manera alertante.

-Te llamo en otro momento, tocan la puerta. Saludos a la familia.-

-No, espera, Deidara, esto es urgente.-Decía rápidamente por temor a que el rubio colgara.

-Me lo dirás en otro momento, pero ahora no. Nos vemos luego.-

Las palabras de Sai quedaron en su boca al escuchar el tono de colgado. Tal vez el que acababa de llamar a su puerta era quien él creía que era o simplemente el pizzero.

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Después de colgar el teléfono, Deidara se dirigió a abrir la puerta, donde seguían los insistentes golpes. Debía ser algo urgente o importante sino se les ocurría usar el timbre.

Los golpes cesaron por un par de segundos, para después intercambiarse por un monumental golpe y una gran voluta de humo, causada por la caída y choque de la puerta contra el piso.

Deidara se quedó pasmado en su lugar a dos metros del incidente, esperando que el polvo se disipara, pero para su sorpresa un hombre de tez blanquecina, ojos y cabellos negros apareció entre el polvo. Deidara inmediatamente pensó que era Itachi, pero no pensaba que hubiera gastado su auto-día libre tirando puertas.

La persona que pudo distinguir entre el polvo le causó tanto impacto que su vista se nubló, sosteniéndose de una de las paredes para evitar un posible desmayo, el cual nunca llegó.

-¿Sasuke?-

*CONTINUARA…

Notas finales:

Hasta la proxima n_n


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