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Fiesta de una noche por rina_jaganshi

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–Como se habrán dado cuenta. Ya varios de los invitados han sido llevados a diferentes lugares de la casa –un grito eufórico resonó– Bien, ahora necesito que se vayan acercando y tome cada uno una llave, esta tendrá un papel que les indicará en donde pasaran la noche. Recuerden que no podrán irse hasta que amanezca y también sus carros participan así que ¡puede tocarles cualquier lugar! –nuevamente la gente exclamó.

 Inmediatamente todos se formaron, acercándose poco a poco al DJ, el cual les hacia sacar una llave de una caja. El azabache tragó en seco. ¡Él no iba a participar en eso! Ni siquiera tenía idea de que era “eso”. Con decisión intentó salir de la fila, pues sin querer había tomado un lugar. Sin embargo su intento quedó solo en eso. Un agarre del brazo le impidió moverse. Y ahí estaba el causante de todo, sonriendo como si no hubiera hecho nada o como si fuera lo más normal del mundo.

–No puedes irte –le hizo saber al tiempo en que lo empujaba para que avanzara.

–¿Cómo que no puedo irme? ¡Eres un imbécil! ¿En qué juego loco nos metiste? –indagó con frustración.

–Tranquilo, solo es una forma de conseguir sexo seguro, te puedo aseverar que nadie tiene alguna enfermedad y que las chicas se cuidan para no quedar embarazadas.

–¿Sexo?… ¡Sexo!… ¿Me trajiste a una fiesta para tener sexo con un desconocido o una desconocida? –su ojo adoptó el ya conocido tic nervioso. Hasta la pregunta sonaba estúpida.

 No tuvo tiempo de reaccionar. Era su turno. Un nuevo empujón de parte de su hermano mayor, y él no movía ni un solo músculo. ¡No se iba a acostar con cualquiera! ¿Qué tal que le tocara con esa chica de cabello rosa? O ¿Qué tal que el pequeño rubio estuviera en un cuarto esperando por ver la persona que se lo tiraría?...Su mente volvió a trabajar. ¡Todo tenía sentido! por eso ese pequeño dobe no estaba, lo habían llevado a algún lugar de esa casa. No lo pensó dos veces y giró hacía su hermano.

–Quiero al rubio –su voz sonó tan tétrica que sorprendió a Itachi. Por fin su estúpido hermano menor había encontrado a su uke. Aunque ¿cómo demonios sabría quien era el rubio? Después de pensarlo, sonrió y se acercó al DJ para susurrarle al oído. Este tenía ubicados a todos los invitados por lo que con solo decirle como iba vestido era suficiente. Le indicó con la mirada que tomará una llave, llave que él sabía a qué sitio correspondía y que persona estaba. El mayor de los Uchiha le extendió el objeto al azabache, luego del característico “diviértete” le dio la espalda para tomar ahora una para él.

 Sasuke por primera vez en mucho tiempo sonrió… ¡sonrió siniestramente! Ahora entendía el interés de su hermano por esas fiestas. Podía estar con el rubio y sin tener que demostrar que quería pues se supone que es la mecánica del juego ¿no? El pequeño iba a estar esperándolo con esa sonrisa y las piernas abier… Bien, creo que nos damos cuenta de que rumbo toma esto.

 Observó su llave, la cual tenía, tal y como dijeron, un papel colgado a ella. “Habitación 3C” tenía escrito. Sin perder tiempo se encaminó hasta las escaleras, ya había escuchado que las recamaras estaban en la parte de arriba. Subió con parsimonia. Pasó de largo a algunos que esperaban frente a la puerta de otros cuartos, al parecer se preparaban psicológicamente antes de entrar. “Patéticos” fue lo que pensó. Al final del pasillo por el que caminaba se encontró con su recamara. Metió la llave en la hendidura, la giró lentamente y empujó la puerta, la cual cerró con seguro después de entrar.

 Sus ojos recorrieron la alcoba y…ahí estaba. El chico despistado peleando con un cuadro. Avanzó unos pasos, logrando que el otro le mirara. Debido a la oscuridad del salón, no pudo ver sus ojos pero ahora con la luz se distinguía a la perfección el hermoso azul cielo que contrastaba, aún más que sus cabellos rubios, con la tostada piel. En un gesto que no pudo controlar, el moreno se relamió los labios.

–¡Ni se te ocurra acercárteme o te rompo la cara! –Exclamó desafiante– Yo no soy un pervertido que asiste a fiestas para acostarse con un desconocido –indignado giró quedando de perfil.  

–No me interesa tocar a un dobe como tú –contrarrestó ahora el azabache. El niño podía llamarle la atención pero no por eso le permitiría pasar por él. Además la necesidad de molestarlo volvió a surgir en su interior.

–Ni siquiera me conoces –la voz del rubio le hizo regresar a la realidad– ¿Cómo puedes decir que soy un dobe? –cuestionó achicando los ojos.

–Simple, lo que intentabas abrir no es más que un cuadro pegado a la pared que asemeja ser una ventana –el silencio reinó. El ojiazul se veía abochornado, cosa que causo una sonrisa prepotente en el azabache– Usuratonkachi… –murmuró cruzándose de brazos.

–¡Ya sabía! ¡Solo estaba acomodándolo! –gritó escandalizado el pequeño al tiempo en que fingía poner en su lugar el susodicho cuadro. El moreno aprovechó ese descuido para observar detenidamente al chico. Además de sus ojos azules, tenía tres marquitas en cada mejilla figurando finos bigotes de un zorro y un muy buen trasero.  

 Lo escuchaba quejarse y maldecir, realmente le hacía gracia. Sin embargo él también había caído en la patraña de la “fiesta”. ¿Quién se esperaría que el hecho de tener que acostarte con alguien fuera parte de la celebración? No podía burlarse de la ingenuidad del chico. Caminó con la clara intención de acercársele más, era su oportunidad para conocerlo y entablar la conversación. No obstante, esto provocó que el otro le mirara con desconfianza y se pusiera en posición de pelea. ¿Realmente se atrevería a golpearlo? Pero si se veía como una cría recién nacida, tan indefenso. En cuanto dio otro paso, se vio en la necesidad de esquivar un puño.

 Con que el pequeño sabía defenderse, pensó para sí. Se aproximó más teniendo que evitar otro puño, sin embargo no le dio tiempo de cubrirse de la patada. Lo había golpeado. ¡Ese rubio lo había golpeado! Siendo que nadie se atrevía. Bien, si eso es lo que quería. El ojinegro alzó sus puños y con una velocidad admirable le asentó un golpe en la mejilla. No se preocupen, es un bastardo pero no tanto, no fue nada fuerte simplemente el hacer contacto empujando un poco.

 El ojiazul le miró con enojo, se percató de que ese no era realmente un golpe. Acaso ¿Lo estaba subestimando? Y yo sé, nosotras sabemos y ustedes saben que lo que quería era no lastimarlo pero a los ojos del pequeño se estaba burlando de él. En un instante la “pelea” daba inicio. Entre tanto evadir y golpear, el rubio resbaló, cayendo al suelo de sentón asimismo su espalda se golpeó con un librero que por andar discutiendo ninguno notó. El mueble amenazó con derrumbarse sobre su persona, antes de que eso ocurriera, el moreno lo detuvo, así que solo unos cuantos libros habían perdido su lugar.

–Dobe… –habló el “salvador” acomodando el librero para enseguida sentarse frente al rubio– Se dice gracias –sugirió, ganándose un puchero como respuesta– Yo tampoco estaba enterado de la segunda parte de la fiesta. Apenas lo sé por el DJ… –no pensaba decirle que le entusiasmó la idea de estar a solas con él, así que dijo la verdad a medias. El ojiazul le miró por unos segundos antes de soltar un suspiro.

–A mi me invitaron unos amigos, no me explicaron nada acerca de esto y me enteré porque un tipo me jaló hasta aquí. Luego me dijo “Espera a que venga el que va a follarte” –arrugó el entrecejo.

–Al menos no tienes que esperar más –comentó con una sonrisa prepotente. Un libro salió disparado a su rostro, alcanzó a detenerlo evitando que le diera en la cara. Iba a recriminarle su salvajismo pero otra idea se le vino a la mente al ver lo que tenía en manos– No tienes que insinuárteme de esa manera. Solo dime y lo haré con gusto, ¿o acaso me estás dando a escoger la posición que más me guste? –El de piel tostada frunció el ceño, no entendía de que hablaba el otro, claro que eso cambió al ver el título del libro. “Kama–sutra”

–Yo no… –el rostro del pequeño enrojeció violentamente. Causando una risita en el Uchiha menor.

–Usuratonkachi –pronunció el insulto de forma divertida, lo cual hizo enfadar aún más al otro.  

–¡Y tú un idiota pervertido! Además mi nombre es Naruto, Naruto Uzumaki para ti –en un gesto infantil le sacó la lengua asimismo desvió su mirada al lado contrario, llevando sus rodillas a su pecho para abrazarlas con sus manos.        

–Sasuke Uchiha…

 Como si el presentarse fueran las palabras mágicas, finalmente la deseada charla surgió.  El moreno poco a poco iba ganándose la confianza del más chico. Era extraño que a pesar de haberse conocido minutos antes, se hablaban como si siempre lo hubieran hecho. Pasaron tres horas contándose toda su vida. Ahora sabía que Naruto Uzumaki tenía la misma edad que él, solo que era unos meses más chico. Vivía a media hora del colegio Suna, al cual asistía. Su padre trabajaba en el extranjero por lo que él estaba al cuidado de su abuela, “Una vieja borracha y apostadora” fue como se expresó el ojiazul.

En comparación con el ojinegro, él estaba rodeado de amigos, ya sea de su escuela, de su colonia o de su trabajo pues ganaba algo de dinero trabajando en una cafetería. No es que necesitara capital, más bien se aburría de no hacer nada por las tardes.  El azabache no se conformó con los temas triviales y pasó a unos más íntimos. Al pequeño no le molestó y respondió a todo, contándole que las marcas que tenía en sus mejillas eran de un accidente, accidente en el cual falleció su madre. Ante esto, el otro creyó justo retribuir la información por lo que le hizo saber de la nula atención que le brindaban sus padres así como los planes de su loco hermano por acostarse con él.

 Entre risas, insultos, ceños fruncidos y pucheros, el ambiente se volvía cada vez más ameno. Ninguno de los dos chicos se daba cuenta de lo bien que lo estaban pasando y mucho menos del sentimiento que crecía dentro de ellos. Pasado un tiempo, el rubio se puso en pie, se estiró y caminó a la cama para dejarse caer.

–¿Hasta qué hora podemos salir? –inquirió mirando en dirección al techo. Su nuevo amigo de igual manera se levantó para acostarse a su lado.

–Según dijo el DJ hasta el amanecer –respondió, a continuación miró en su celular la hora– Apenas son la una y media de la mañana –una vez dicho esto, guardó el aparato, entonces llevó sus manos detrás de su nuca.

–¿Se supone que íbamos a dormir aquí? –ladeó su cabeza hasta quedar de perfil. El azabache le imitó, dejando sus rostros extremadamente cerca.

–Se supone que íbamos a estar teniendo sexo –el comentario ocasionó un ligero rubor en el de piel tostada.

 Ninguno se apartó, tan solo se miraban a los ojos, enfrentándose en una lucha. Y tal cual como el cielo azul claro de la mañana y tarde se retira dándole paso al negro azulado de la noche, el rubio cedió, mirando nuevamente el techo. No podía creer lo que iba a decir pero después de pensarlo unos segundos, se atrevió.

–Tú… –titubeó un poco tragando en seco– Tú ¿Quieres hacerlo? –sintió la cama moverse ya que el Uchiha se incorporó, quedando sentado mirándolo con una sonrisa prepotente–  ¡Es solo una pregunta! ¡Maldito idiota degenerado! –avergonzado se alzó– Después de todo a eso venías ¿no? –le miró con odio, era ingenuo pero sí él se enteró de todo antes de llegar al cuarto eso significaba que iba con la intención de acostarse con la persona que estaba dentro ¿no? en ese caso con ¡Su persona!

 El moreno entendió a la perfección, dándose cuenta de que había sido descubierto. Bueno no del todo pero ahora que ya lo conocía ¿qué perdía si se lo daba a conocer?

–Le dije a mi hermano que te quería a ti, y me consiguió tu cuarto… –el de aspecto zorruno se sonrojo aún más– Había intentado acercarme en la fiesta pero eres tan torpe que no te diste cuenta –omitió el insulto, dedicándose a meditar las palabras dichas.

 Tenía que reconocer que cuando vio entrar al azabache al cuarto una parte de él deseaba conocerlo, el tipo era apuesto, un engreído prepotente, pero apuesto. Momentos después de su pelea, más específicamente al estar platicando, descubrió que era una buena persona y que, al igual que él, asistió a la fiesta sin enterarse de la segunda parte. A pesar de pensar todo aquello, no quería tener relaciones con el moreno, primeramente porque nunca antes las ha tenido y en segundo lugar… ¡Miedo! Estaba consciente de que uno iba a ser el que recibe y ese ¡Uno! ¡Sería él! No se necesitaba ser muy inteligente para darse cuenta de que Sasuke Uchiha era un orgulloso seme. Se revolvió nervioso ante sus designios. Con calma se aproximó a su amigo, ya había decidido lo que haría.  

–Puedes tocarme si quieres… –propuso con un deje de pena– ¡Pero solo un poco! Si te pasas de listo te golpeo –levantó su puño en alto, dando a entender que hablaba en serio. “Por tocarse no pasa nada” se repetía una y otra vez en la cabeza del pequeño. Por otra parte el Uchiha no hizo más que sonreír antes de acercarse lentamente y unir sus labios a los rosaditos del rubio. ¡No desaprovecharía esa oportunidad! ¿Quién en su sano juicio lo haría?  

 Movía su boca despacio, disfrutando del sencillo roce. Pronto comenzó a succionar el labio inferior, su mano derecha se fue a la tostada mejilla mientras que la izquierda tomaba la cintura. Aprovechando el agarre, lo arrimó más a su cuerpo. Ese rubio lo tenía encantado, jamás en su vida experimentó la excitación y la urgencia de querer más contacto con otro cuerpo. Bueno, era la primera vez, porque hay que reconocer que no va por el mundo besando a quien se le pone enfrente.

 En fin, ambos chicos se separaron para volverse a besar.  El moreno daba pequeñas mordiditas a los labios del otro, claramente quería invadir esa boca, la intención fue captada cediéndole el paso. Su lengua gustosa entró en esa dulce cavidad, ¡Sí! ¡Era dulce! Y lo más extraño de todo era que no le desagradaba, al contrario, había pasado a ser su sabor favorito. El rubio también gozaba de las suaves caricias que recibía su lengua, al principio dudo en aumentar el nivel del beso, en este momento solo podía felicitarse de tomar tan excelente decisión.

 Poco a poco Naruto se inclinaba más hacía Sasuke, al punto de lograr tirarlo de espaldas a la cama y él, obviamente, quedó arriba. Sabía que se estaban saliendo de control y que muy pronto no podrían parar, sin embargo solo se estaban besando, “no pasa nada por unos cuantos besos”, otra vez esa vocecita sonaba dentro de su cabeza. Lo que esa vocecita no sabía era que “por unos cuantos besos” el instinto pervertido del Uchiha había despertado, sus manos viajaron por toda la espalda del ingenuo niño, no perdieron el tiempo y buscaron el borde de la camisa para subir ahora por debajo de ella.   

 El ojiazul se encontraba tan ensimismado que no le dio importancia, claro, lo que si no paso desapercibido fue el hecho de que lentamente esas traviesas manos se deslizaron más allá de su espalda baja. ¡Ese bastardo pervertido le estaba estrujando el trasero! Se separó frunciendo el ceño.

–Eso… es pasarse de listo… –murmuró con un puchero en sus labios, el moreno no detuvo su acción y en un rápido movimiento cambió los papeles. Ahora el zorrito se hallaba debajo del pálido cuerpo.  

–Hn…No –llevó sus labios al oído del otro, sus piernas se mantenían flexionadas, una mano servía de apoyo y la otra le acariciaba el pecho– Esto es pasarse… –sorprendiendo al menor, la mano que le mimaba bajó para desabrochar su pantalón e introducirse dentro, topándose con su miembro y comenzando a masajearlo por encima de sus bóxers.

–Aahhh…no…Sasu…ke… –“intentaba” sacar esa intrusa de su ropa pero los espasmos en su cuerpo no le permitían hacer mucho.

 Si se dan cuenta, la palabra intentaba está entre comillas, eso porque francamente el rubio no se estaba resistiendo. Bueno, es que retorcerse de placer y decir “No…para”, no es igual a quitártelo de encima y gritarle: “¡Quién diablos te crees idiota!” o ¿ustedes qué opinan? Es mucha la diferencia ¿no? En fin, el Uzumaki detuvo sus quejas, remplazándolas por gemidos, ahora si se dejaba hacer.

 El moreno sonrió con malicia, sólo alguien tan ingenuo te da permiso para que lo toques y espera que no pase de ahí. Eso era ilógico, y más aún cuando tenía ese cuerpo. Viendo que el pequeño ya no “luchaba” (volvemos a lo mismo), dio rienda suelta a sus deseos, sacando la estorbosa camisa y bajando hasta las rodillas los pantalones. Su mano dejó de estimular, pues ya estaba despierto Naruto junior, despacio se escabulló por las delgadas piernas. Una vez que las tocó a su antojo se pasó a los añorados glúteos. 

 La boca de ojiazul buscó desesperada la del ojinegro y es que era urgente acallar los quejidos que salían de ella. ¡Era vergonzoso! Además de injusto, pues su ropa había quedado en el olvido mientras que la del azabache seguía impecable. Por esta razón dirigió sus manos al cuello de la camisa para sin ninguna delicadeza abrirla, provocando que todos los botones pasaran a mejor vida. El Uchiha se apartó del beso para mirar su prenda, enseguida fijó su vista en el rubio que sonreía divertido por su faena, es más, hasta se veía orgulloso.

–Dobe… –murmuró regalándole un pequeño y corto beso. Así mismo se sacó la camisa aventándola lejos.

 Sasuke siempre tenía en claro que es lo que quería y este momento no era la excepción, sus labios repartieron besos por las mejillas sonrojadas del más chico y lentamente bajaron al tostado cuello. Succionaba de forma pausada, logrando dejar marcas rojas en la piel canela, al llegar a la clavícula sacó su lengua para lamer todo el recorrido hasta llegar al pecho. Una vez ahí dirigió sus cariños al rosadito pezón, delineó la aureola llenándola de caliente saliva y ocasionando que el zorrito arqueara su espalda de gozo.

 Cuando el pequeño botoncito se puso completamente duro, pasó al otro, dejándolo en la misma condición. El Uchiha volvió a su tarea de repartir besos, encaminándose al vientre del rubio al mismo tiempo en que sus manos terminaban de sacarle los pantalones y de paso la ropa interior. Enseguida se incorporó para mirar ese cuerpo completamente desnudo y a su merced.

 Mientras el bastardo se entretenía admirando su cuerpo, el ojiazul estaba muerto de vergüenza y de coraje. No comprendía ¿Por qué lo estaba mirando de esa manera? ¿No se supone que iban hacerlo? Bueno, es que él ya estaba preparado psicológicamente, la vocecita ahora repetía “por una noche no pasa nada”. Y él siempre le hace caso. Pero ese baka estaba ensimismado viendo su cuerpo ¿Qué acaso tenía alguna deformación? O Es que ¿se había arrepentido? Sí, seguro era eso, el muy tonto ya no quería hacer nada. Con estos errados pensamientos, el Uzumaki propinó una muy buena patada en las partes nobles del otro.

–¡Imbécil! ¿Por qué diablos hiciste eso? –gritó colérico el atacado, llevándose ambas manos a su miembro, pues este al estar completamente erguido recibió de lleno el golpe. 

–¡Pues tú te quedaste como un idiota sin hacer nada! –chilló arrastrándose hasta chocar su espalda con la cabecera de la cama, algo le decía que se alejará lo más rápido posible. Y es que la cara de su amigo era de temer.  

–¡Estaba admirándote usuratonkachi! –tras dedicarle una mirada de profundo odio, centró su atención en quitarse sus prendas, habría que revisar que Sasuke junior estuviera bien. Los zafiros miraron de reojo.

–Con razón se sintió duro… –murmuró sonrojado al percatarse de que el pene del moreno estaba plenamente tieso. Otra mirada de desprecio se ganó gracias a su comentario.

–Claro que está duro dobe, igual que el tuyo… –ambos chicos miraron los genitales del contrario. El rubio se concentró por unos momentos. Luego comenzó a gatear rumbo al moreno– ¡Qué! ¿Vienes a patearme otra vez? –escupió con rencor y escondiendo entre sus manos su zona afectada. El pequeño solo frunció el ceño.

–Estúpido Sasuke fue tu culpa… –en cuanto quedó a escasos centímetros del pálido cuerpo, retiró las manos del azabache, a continuación ubicó la suya en ese pedazo de carne que lastimó. Lentamente y con delicadeza comenzó a masturbarlo.

–Ahmm…aceptaré eso…como una disculpa… –olvidando todo, juntó su frente a la del zorrito asimismo decidió hacerle el mismo favor y no gente, no le pateó las bolas. Tomó su miembro con una mano para acariciarlo.     

 La coordinación era mucho mejor que la que tienen los equipos de nado sincronizado. Ambas manos subían por el tronco oprimiéndolo con fuerza, luego, llegando a la punta la acariciaban con el dedo índice y el de en medio. Sus bocas no tardaron en buscarse para debutar una batalla de lenguas. La mano libre que los dos tenían, se fijó un distinto objetivo. La del ojiazul recorría los formados pectorales, jugando de vez en cuando con los pezones.

 Por otra parte el moreno se daba gusto tocándole un muslo pero sinceramente lo que él quería era el trasero. No iba a negar que masturbarse mutuamente era increíble, sin embargo se moría de ganas por irrumpir en el agujerito del menor, así que retiró su mano juntando aún más su cuerpo para que su miembro rozara con el de su amigo y este pudiera encargarse de ambos. Cosa que hizo ayudándose con su otra mano.

 Ahora sí, el Uchiha lamió tres de sus dedos. Enseguida sus manos bajaron hasta ese redondito trasero. No pudo evitarlo y se vio apretujando y moldeando esas suavecitas pero firmes nalgas. Las delineaba por los laterales, para pasarse a la curvatura que las separan de las piernas, luego subía metiendo sus dedos en esa abertura tan característica. Finalmente llegó al preciado tesoro, tanteo con su dedo de en medio para después deslizarlo poco a poco.

 Un quejido escapó de los labios del rubio. Era incomodo tener ese digito dentro, sin embargo no hizo ademán de detener al ojinegro, pero eso sí, dejó de atender sus erecciones para afirmarse a los musculosos hombros y recargar su barbilla a un lado del cuello. Sasuke seguía con la dilatación, introdujo el segundo dedo, moviéndolo en círculos. Tenía que morder fuertemente su labio inferior ya que las ganas lo estaban volviendo loco, además la forma en que comenzaba a gemir el zorrito no hacía más que aumentar su excitación.

 Sin esperar más, metió el tercer dedo, causando un pequeño espasmo en el bronceado cuerpo. Rápidamente se dedicó a meterlos y sacarlos, aún seguía formando círculos, a su vez los separaba, abriendo un poco más las paredes internas de esa cavidad. Cuando consideró que no estaba dispuesto a esperar más, ¡ah claro! Y que la dilatación fue un “éxito”. Retiró sus dedos.

–¿Listo? –cuestionó, recibiendo una afirmación con la cabeza. Con cuidado recostó a Naru sobre la cama, también se posicionó en medio de sus piernas, las cuales pasó detrás de su cintura. Tragó en seco tomando su miembro y colocándolo en la pequeña entrada, la punta comenzó a hacerse espacio sacando un gritito de dolor en el ojiazul. Esto lo hizo detenerse– Es…la primera vez que hago esto… –habló intentando distraer al otro– Su…supongo…que tú también ¿no?

–Ssii… –abrió uno de sus ojos, los cuales permanecían cerrados en un vago intento de aminorar la molestia, para mirar al que le entregaba su virginidad. Bueno al menos era equitativo el asunto– Ah… –regresó en sí al sentir un nuevo empujón, logrando introducir más ese trozo de carne caliente. Realmente podía distinguir el placer y estaba consciente de que pronto sería lo único que importaría, así que usando sus piernas, terminó con la penetración haciendo que llegara hasta el fondo– ¡Ah! –exclamó ante su acción.

–¡Ag! –asimismo el azabache gimió ante tal estrechez y calidez que irremediablemente le envolvía, llenándolo de placer. También tuvo que poner sus manos a ambos lados de la cabeza del rubio, para no aplastarle. Sus rostros quedaron frente a frente, por consecuencia se dio cuenta de las pequeñas lágrimas que escurrían de los zafiros.

–Du…duele… –alcanzó a articular el zorrito. Su amigo le lamió las mejillas tiernamente.

–Dobe, yo intentaba…no lastimarte… –susurró mirándole a los ojos.

–Ahora estamos a mano, mmm –el mayor frunció el ceño sin entender– La patada, ¿recuerdas?

–Hn…usuratonkachi –sonrió de medio lado, juntando sus labios con los del rubio. Ayudándose con sus manos, comenzó a moverse suavemente.

 A pesar de que el vaivén no era muy intenso, ambos percibían pequeñas corrientes eléctricas que viajaban por toda su espina dorsal. En cuanto al punzante dolor del Uzumaki desapareció, bueno no del todo, pues aún escocía un poco. No obstante la satisfacción de tener el macizo pene del azabache, entrando y saliendo de su cuerpo era indescriptible. Sabía que tarde o temprano se vería en esa situación pues él si tenía bien definido su gusto por los hombres, por otra parte, siempre tuvo la pequeña esperanza de ser seme, aunque no podía quejarse. Los gemidos salían irremediablemente de su boca, inundando la habitación y poniendo en evidencia que lo estaba disfrutando.

 Y hablando de disfrutar, el moreno estaba más que perdido en algún lugar de su mente, si es que todavía funcionaba. Trataba de concentrarse en otra cosa, incluso llevó sus labios al cuello de su amante para dedicarse a chuparlo, besarlo, morderlo y todo lo que le permitiera hacer su boca, el problema, su cerebro solo insistía en una cosa: “Muévete más rápido idiota” recriminaba. Estar siendo apresado por ese hoyito era una sensación tremendamente exquisita. Uno necesitaba de mucho auto control para no arremeter cual animal salvaje y en celo, cosa que él no es, aunque en esos momentos… ¡Como desearía serlo!

 Dejándose guiar por la excitación, el Uchiha aumentó el ritmo. Sus manos seguían ayudándole para empujarse, al igual que sus rodillas. El cuerpo debajo de él se arqueó, haciéndole ver que fue buena idea y que si quería podía penetrarlo con todas sus fuerzas…vale así lo vio el azabache, déjenlo ser. Además el zorrito estaba en las mismas condiciones, tanto así que sus manos se colocaron en la pálida cintura para dirigir las embestidas a un punto exacto y…

–¡Ah! –¡Bingo! encontró su punto más susceptible– Ahí, ahí…Sa…suke… –pidió atención, utilizando su carita más tierna. Sus mejillas sonrosadas, su boquita abierta y sus zafiros suplicantes, le dieron puntos extras y recibió lo que quería– ¡Ah! ¡Ah! –gimió con gusto.

 ¿Recuerdan la comparación que hicimos hace unos momentos? sí, esa del animal en celo. ¡Ah! Pues oficialmente Sasuke Uchiha se convirtió en uno. Dejó caer su peso en el cuerpo tostado, juntando ambos pechos y prestándole a Naruto junior la fina piel de su abdomen para estimularse. Una de sus manos se aferraba a los rubios cabellos mientras la otra buscó la mano del ojiazul para entrelazar sus dedos. Sus piernas se abrieron, provocando que las del Uzumaki se flexionaran en dirección de sus costillas, dándole aún más acceso a su agujerito.

 La pelvis del ojinegro chocaba una y otra vez contra las nalgas bronceaditas. Cada vez más fuerte, cada vez más rápido, cada vez más caliente. Las sensaciones en ambos cuerpos eran de éxtasis total, contradictoriamente querían que perdurara para siempre al mismo tiempo en que les urgía llegar al punto en donde no hay retorno, ese en el que tus propios instintos se encargan de todo, haciéndote sentir infinitamente bien.

 Quería mantener sus ojos abiertos, quería mirar al prepotente y engreído azabache que lo estaba llevando a la gloria cada vez que se introducía violentamente en su cuerpo. Pero no podía, no podía simplemente ejecutar esa acción, así como tampoco era capaz de controlar sus gemidos, todos los “¡Aahh!” “Más” “Aahhmmm” resonaban en su cabeza, como si quisieran hacerle ver lo mucho que disfrutaba ese encuentro. No, no era suficiente, él quería más. Afirmó con decisión sus tobillos al trasero del ojinegro, ahora él también podía darle impulso.

 –Ag –un gruñido emanó de su garganta, ese torpe niño lo estaba haciendo meter completamente su miembro. No se quejaba de ello, pues era muy placentero sentir como sus testículos rozaban las suaves nalgas.

 Un poco más, un poco más, eso era lo único que pedía el moreno, sin embargo su cuerpo no estaba dispuesto a escucharlo. Por más que intentó retrasar el orgasmo, fue inevitable. Sus músculos se tensaron, arqueó su espalda presionando su vientre contra la cabeza del miembro de su amigo. En cuanto al suyo, lo sacó hasta la mitad para arremeter una última vez y eyacular dentro del agujerito.  

 El rubio pudo sentir tanto la presión en su pene como el cálido líquido que lo inundaba por dentro. De igual manera expulsó su blanquecino semen, manchando la nívea piel de su amante. Ambos respiraban encontradamente.

–Mira como me dejaste dobe –se levantó un poco admirando el escurrir de la semilla en su abdomen. El causante de ello frunció el ceño al tiempo en que aventó al otro hacía un lado.

–Baka, yo no me estoy quejando de que te hayas corrido dentro de mí… –un puchero se formo en sus labios, los cuales inesperadamente recibieron un besito.

 El azabache se acomodó correctamente en la cama, mientras que el zorrito hacia lo mismo. Ambos miraban en dirección al techo. Una pregunta rondaba por sus mentes… ¿Y ahora qué? Obviamente ninguno pensó igual después de cuestionarse eso. Sasuke por su parte estaba indeciso. ¿Debía seguir con la amistad que empezaron? o ¿intentar una relación de pareja más estable?

 Por el contrario el rubio comenzaba a alucinar y a crearse escenarios erróneos (nuevamente). Una vez que pasó por cada uno de esos mundos imaginarios, llegó al que según él ocurriría. El ojinegro se levantaría en unos momentos para enseguida ponerse su ropa y decir: “¡Uff! La pase estupendo, fue un placer conocerte dobe” luego sonreiría prepotentemente y se iría, dejándolo solo. Justo antes de que su parte pensante le hiciera ver que eso no sucedería, la cama se movió, y ahí estaba el Uchiha sentado al filo de la misma, buscando con la mirada su ropa.

 La rabia se almacenó en el cuerpo de Naruto. ¡Ese maldito bastardo se iría! Tal y como él lo predijo. ¡Ah no! No lo iba a dejar largarse así como así. Rápidamente se incorporó para golpear con su pie la espalda contraria. El rostro del otro se estrelló de llenó contra el suelo.

–¡Qué diablos hice ahora dobe! –bramó poniéndose en pie asimismo le fulminaba con la mirada.  

–¡No finjas Sasuke baka! –El zorrito le apuntó con su dedo índice– ¡Pero estás muy equivocado si crees que te vas a ir con mi virginidad por esa puerta! ¡Yo no me ando acostando con cualquiera eh! Ahora tienes que ser mi novio ¿entendiste? –el moreno se quedó sin habla, cuando salió de su trance, giró en sus tobillos.

–Lo que tú digas usuratonkachi… –sin que el otro se diera cuenta sonrió, pues, le había ahorrado el trabajo de proponérselo.

–Y quiero que me lleves a comer ramen para celebrar San Valentín –habló reiteradamente, ganándose la atención de su nueva pareja.

–Te recuerdo que ese día ya acabó –comentó poniéndose sus pantalones.

–Me importa poco que el mundo celebre el catorce de febrero, para nosotros será el quince –le miró esperando alguna replica, al ver que no llegó siguió– Y también quiero un globo, un peluche en forma de zorro, las rosas son muy cursis pero es delito si no te dan una el día del amor, así que quiero rosas y ¡rojas! –Enfatizó el color– Mmm, ¡ah sí! Debes darme un regalo y ¡mucho ramen! Además… –el pequeño seguía ensimismado enumerando con sus dedos la infinidad de cosas que quería.

 Mientras tanto el ojinegro le observaba con un tic nervioso en su ojo. ¿De verdad esperaba qué le comprara todo eso? No es que no tuviera dinero pero… ¡Era ridículo! ¡Más de la mitad de esas cosas eran inservibles! Y estaba seguro de que nunca las utilizaría. Suspiró cansado, caminó por la habitación buscando la ropa del otro. Al tenerla en manos, se la arrojó y Naru comenzó a vestirse. Una vez que lo estuvo, ambos salieron del cuarto, ya había amanecido por lo que podían empezar con su “día del amor y la amistad”, según los delirios del ojiazul.

–Sasuke ¿Si vamos a ir a comer ramen? –inquirió adelantándose para caminar hacia atrás, esto con la intención de mirarlo.

–Si dobe…

–¡Bien! –exclamó saltando de alegría. Al terminar de brincar se colocó nuevamente al lado de su novio para tomarle de la mano.

 Bajaron las escaleras, pasaron por donde el día anterior era la pista de baile y por fin salieron de la casa. El azabache le marcó a su hermano pero este no contestaba. Maldecía no haber venido en carros separados. ¿Dónde diablos podría estar ese loco? Miró a su alrededor notando que todos los vehículos estaban ahí, incluyendo el Lamborghini. También pudo ver al barman por lo que se acercó para preguntar el paradero de su loco hermano. Al enterarse se encaminó rápidamente, jalando al pequeño zorrito pues sus manos seguían entrelazadas. Llegó a la camioneta que le indicó el tipo.  

–¡Ey! ¿Itachi estás ahí? –dio tres golpecitos a la ventana del conductor, claramente se distinguía una figura humana del otro lado, aunque no podía asegurar que fuera el que buscaba pues los vidrios eran poralizados– ¡Contesta idiota! –antes de que pudiera tocar nuevamente la ventanilla, esta se abrió. Dejando ver el cuerpo desnudo de su hermano que se mecía de adelante hacia atrás.

–Es…Estúpido…hermano menor…no ves que estoy ocupado…mmm… –para desgracia del azabache, el moreno mayor tenía ambas manos en la cintura de un tipo, al cual penetraba sin compasión.

–Demonios Itachi, sólo dame las llaves y me voy –gruñó apartando la vista, nadie quiere encontrarse con su hermano teniendo sexo.

–Aahhmm…Sai…alcánzame las llaves…del…pantalón… –pidió sin dejar de arremeter contra ese pálido trasero. Que pronto se dejó ver al dueño, un chico muy parecido a Sasuke se encontraba ahora recargando su espalda en el pecho del moreno mayor al tiempo en que le entregaba las susodichas llaves.    

–¿Sai? –se preguntó más para sí mismo el zorrito, el nombrado le miró para enseguida saludarlo como si no estuviera a la mitad de una sesión de sexo. Ocasionando un rojo carmín en sus tostadas mejillas.

 El Uchiha menor no queriendo ver más, le arrebató lo que quería para llevarse a su niño de ahí. Gritó “Regresa como puedas” y le abrió la puerta del carro a su novio, que sin dudarlo se metió. Al instante el azabache se encontraba poniendo en marcha el fantástico auto. Una vez que estuvieron lejos de ese rancho, el ojiazul miró al conductor.

–¿Crees que tu hermano y Sai se queden juntos? Así como nosotros –inquirió sonriendo.

–Mm, no sé, Itachi no es muy dado a tener una pareja –se alzó de hombros despreocupado.

 Al él no le interesaba su hermano, ni tampoco ese tal Sai. Su única prioridad de ahora en adelante sería ese rubio infantil que seguía hablando y hablando. Planeando todo su día, imaginando todas las cosas que insistía en que él tenía que comprarle. Sonriendo zorrunamente, haciendo pucheros al no escuchar palabra alguna de su boca y enamorándolo cada segundo que pasaba.

 Sonrió inconscientemente, por primera vez tendría un agradable día de San Valentín, aunque bueno, como él mismo dijo, ese día ya había pasado. Mejor así, al fin y al cabo nunca le gustó, era preferible hacerle caso a las locuras de su novio y crear su propio día del amor y la amistad. Por más tonto que sonará eso…

–¡Sasuke baka te estoy hablando! –Chilló el ojiazul– ¿Escuchaste lo que dije? –cuestionó cruzándose de brazos.

–Si usuratonkachi lo escuché –sonrió de medio lado al ver como empezaría otra discusión sin sentido. Cosa que inexplicablemente le regocijaba…   

 El hermoso Lamborghini murciélago se perdió por la carretera en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble el tesoro que puedes encontrar en una fiesta para pervertidos ¿no creen? Al menos las estadísticas afirman que uno de cada cien es un torpe rubio cabeza hueca de ojos azules y aspecto zorruno. Y lo más asombroso de todo, es que también corroboran que ese torpe rubio cabeza hueca de ojos azules y aspecto zorruno termina ganándose el corazón del bastardo prepotente engreído de ojos negros cabello azabache y aspecto frío. Para que vean que las estadísticas nunca mienten…   

 


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