Pese lo ocurrido aquella noche, Ban y Ginji evitaron mencionar palabra alguna sobre el incidente. Querían evitar que se formara un mal rollo, así que se callaban cualquier mención con respecto al tema.
La boda de Himiko y Ban sería luego del parto de la mujer, así lo habían decidido, debido a que la peliverde quería llevar el vestido de modo que se le viera bien, a eso se le sumaba la tierna imagen de llevar al bebé a la boda… estaba inmersa en sus fantasías de muchacha enamorada.
Cuando nació el bebé, Ban se volvió un ocho, terminó el mismo desmayado en el hospital. A lo que Emishi se burló de su infortunio todo un mes y para colmo le echaba el cuento a cualquiera que se le presentara.
- ¿Qué te parece Ginji? – Le mostraba a su bebito envuelto de manera sutil.
- ¡¡Taaaaan lindooooo!! – No pudo evitar enternecerse con esa preciosura - ¡Y con su ropita diminuta! ¡¡Súper Lindooo!! – Exclamaba con los ojitos iluminados – ¡Y esos cabellitos verdecitos! ¡Es tan adorable y se parece a su mami linda!
- Je je - El ojivioleta inquirió: - ¿Y a su papi? ¿También te parece que sea tan lindo como él?
Ginji supo que aquello lo mencionaba en doble sentido, decidió no mostrarse afectado por la pregunta.
- Si, también se parece a ti Ban-chan. Es hijo tuyo, de eso no hay duda… ¿Cómo se llama?
- Banji.
- …
El ojimiel encaró lentamente al moreno, con expresión confusa.
- ¿Eso es por…?
- Por “Ban” y “Ginji”… Himiko sabe la relación tan estrecha que tú y yo tenemos y no le vio problema a lo del nombre.
- Ya… - Tomaba la pequeña manita entre la suya – Hola Banji.
Pensó en que su vientre era símil a un campo infértil y que sería así por siempre… sintió ganas de llorar en ese momento.
- Ah… ah… - Su rostro se hallaba bañado en sudor – Eso ha sido alucinante Ginji-san…
El rubio que se había recostado sobre el pecho de Akabane, quien ahora era su amante, decidió encararle. Con sus manos comenzó a alborotarle el cabello. Le encantaba peinarle.
Fue entonces cuando la poca iluminación y su mente le jugaron una broma… por un instante pensó ver a… sus ojos empezaron a aguarse.
- Ginji-san… ¿Qué te parece si…?
- Shhh.
Amano mantenía uno de sus dedos sobre los labios del hombre.
- No hables. Quédate así… en silencio…
El pelinegro obedeció, no pensó que el ojimiel llegara a aceptarle alguna de sus proposiciones. Ahora le tenía de ese modo, completamente a su disposición. Sólo tenía que cumplir con sus fantasías.
- Ban-chan… oh… Ban-chan… - Le acariciaba y le besaba – Gime para mí Ban-chan…
Sabiendo como actuar, el doctor Jeckyll le entregaba al rubio todo lo que le pedía.
De repente unas cuantas lágrimas empapándole fueron suficientes para obligarlo a detener el juego.
- ¿Ya puedo hablar? – El moreno se ubicaba – Me encanta hacerte llorar en la cama Ginji-san… pero extrañamente no así…. le quita la diversión.
Akabane notó que las lágrimas no dejaban de descender por sus mejillas. Atrajo al rubio y lo rodeó con sus brazos.
- Pobre Ginji-san… llora por el miserable de Midou Ban… desconsolado, triste y roto por dentro. Permíteme entrar en esas heridas… convertiré todo ese dolor en placer…
Terminaba cediendo, se entregaba al amargo infortunio de haber perdido a su gran amor de su juventud.
Deseaba con todo su corazón regresar a aquella época en la que habían iniciado como los Get Backers. Aún trabajarían juntos, no tenían pensado deshacer la sociedad de recuperadores, pero… ansiaba realmente volver a esa época y no regresar jamás…
El día en que Ban fue a buscar sus cosas en el departamento. Ginji pensó en no aparecerse por allá. Conociendo muy bien su modo de pensar, Midou terminó yendo al sitio en cuestión en una oportunidad en la que él estaba en casa.
- Ya estás a un pie de casarte Ban-chan ¿Quién lo diría?
- Si… parece como si hubiera sido ayer cuando Himiko y yo nos peleábamos por tonterías je je éramos unos críos – Se burló al pensar en lo infantil que lograba ser a veces – Supongo que al crecer vamos madurando… es como dijo Paul.
- Así es.
De repente, el abrumador silencio no tardó en aparecer.
- Ginji.
Se atrevió a mencionar.
- Dime, Ban-chan.
- ¿Es cierto que estás saliendo con ese doctor Jeckyll?
- Pues… si, es cierto – Sintió como si se lastimara a si mismo al confesarlo.
- ¿Eres homosexual?
- Creo que esa pregunta no es muy necesaria a estas alturas Ban-chan.
Midou hizo una pausa, Ginji pudo detectar que se encontraba pensando en algo. Debía ser astuto y esquivar las preguntas que lo ameritaran.
- ¿Lo has hecho con él aquí?
- Si – Mintió. No le gustaba la idea de mancillar el lugar que había compartido con su amado Ban por tantos años… no le gustaba para nada.
- Ginji. No quiero que sigas saliendo con ese lunático.
- ¿? – El ojimiel no comprendía - ¿Qué dices Ban…?
- No con él ¿Me entiendes? No me cae bien… la próxima vez que le veas termina con él.
- ¿Qué? ¿Por qué a ti te da la gana? ¡Si no te cae ese es tu problema Ban-chan! – Ginji había terminado enfadándose con su comentario, le parecía fuera de lugar que en un momento así viniera a exigirle algo de ese calibre – Yo me acuesto con quien quiera… no es tu problema… maldición… - Masculló.
El moreno suspiró sonoramente, ciertamente aquella reacción no se la esperaba.
- Dime una cosa Ginji…. lo que pasó entre nosotros ¿Qué significó para ti? ¿Fue un polvo nada más?
¡Era demasiado cruel! Ginji no podía soportar que el ojivioleta fuera tan despiadado con sus sentimientos, quiso descargar todos los voltios que pudiera sobre su cuerpo, desquebrajar su alma… descargar toda su rabia de un sólo golpe.
- ¡Si! ¡Fue una revolcada cualquiera! ¿Eso era lo que quería oír el gran Ban Midou? – Lo mencionó con sentimiento y encajando sus orbes contra las amatistas.
El rubio notó entonces cuando las cejas de Midou se fruncían. Rápidamente le tomó de los brazos y le hizo chocar contra la pared. Amano estaba desconcertado. Ban llevó sus labios hasta los de Ginji hasta lograr capturarlos. Al principio el ojimiel trató de oponerse, pero pronto no tardó en ceder, los labios del moreno simplemente lo sacaban de si.
- Me gustas Ginji – Le acarició los cabellos.
- ¿A qué…. viene eso ahora Ban-chan? – Sus mejillas habían empezado a teñirse.
- Es mi respuesta a lo de la otra vez…. sé que no estabas mintiendo y mucho menos bromeando. Te conozco muy bien Ginji.
- … Ban-chan… - Se sintió en extremo feliz de que aquella fuera su respuesta.
- Lo he meditado desde hace un tiempo y ya lo he decidido… si me dices que si, me quedaré contigo y ya no me casaré con Himiko ¿Qué dices Ginji?
La propuesta era muy tentadora y ciertamente Amano pensó que los dioses le estaban ofreciendo un obsequio por todo el tiempo que hubo sufrido.
Más comprendió luego en un instante, de que se trataba todo. Fue entonces cuando tuvo verdadera calma en su corazón.
- Yo te gusto y tú me gustas. Tú me quieres y yo te quiero Ban-chan…
- Así es Gin…
- Pero hasta ahí – Interrumpió el rubio – Como hombres nos amamos y nos deseamos… pero debemos dejarlo Ban-chan.
- ¡¿Cómo así Ginji?! ¡¿Cómo qué dejarlo?! ¡¡¿Piensas sacrificar tu felicidad… nuestra felicidad así no más?!! – El portador del Jagan se escuchaba abrumado y en cierto modo…. asustado por lo que estaba oyendo.
Ginji mostró una leve sonrisa.
- Himiko-chan es una buena mujer Ban-chan, ella te ama también. Tu hijo Banji también te necesita… necesita de ambos padres… “juntos” para poder crecer como un niño normal. No pienso ser yo el que le arrebate esa oportunidad a mi ahijado.
- ¿Prefieres entonces ser miserable que ser feliz?
- Si mi felicidad depende del sufrimiento de otras personas, entonces si… prefiero ser infeliz Ban-chan.
Al escuchar sus palabras, Ban se dio cuenta de la nobleza que habitaba en el corazón del rubio. Había que ser muy valiente para sacrificar algo tan valioso como el amor pasional por los demás. Se llenó de dicha, aquel hombre frente a sus ojos era el único capaz de despertar aquellos sentimientos agobiantes en él.
- Ese es mi Ginji. Eso es lo que me gusta de ti – Sacó la cajetilla de cigarrillos.
- Con respecto a lo de hace un momento… no iba en serio Ban-chan, aquello que pasó no fue algo simple y trivial… lo he llevado en mi piel desde entonces… has sido el único hombre que me ha tocado el corazón a tal punto de hacerme llorar de felicidad… - Apuntó: - Tranquilo, igual iba a terminar con Akabane, no se me da lo sadomaso.
- Jum… me tranquiliza oír eso – Detalló como el cigarrillo se iba consumiendo poco a poco entre sus dedos – Ginji… ¿No existe la posibilidad de qué algún día…tú y yo…?
Amano suspiró levemente.
- Nos seguimos gustando Ban-chan… y puede ser que nos continuemos amando hasta el día de nuestra muerte… pero lamentablemente, el tiempo se acabó para nosotros… y no nos dimos cuenta.
Mientras el resto de la tarde pasó, los hombres permanecieron uno al lado del otro, trayendo a la memoria los recuerdos de tiempos de antaño, ya idos e irrecuperables para siempre.
***Fin***