- Gin… - Vociferó a medias.
En ese instante, el rubio aprovechó de introducirle la lengua en la boca.
- “¡¡Un beso francés!!”
Toscamente le empujó hasta chocar a un lado del sofá, en donde logró tumbarlo en el suelo, ubicándose arriba de él.
El ojimiel trataba de acariciar al moreno, pero la desesperación por tenerlo todo de él era tanta, que caía en la torpeza. La lengua de Midou había terminado cediendo a los cariños de la otra, inclusive había cerrado los ojos, dejándose llevar por el dulce sabor que le dejaban los besos del rubio.
Una de las manos de Ginji se introdujo bajo la camisa de Ban, desprendiendo por el contacto un gemido sonoro, las manos del ojimiel estaban algo frías en comparación con la temperatura de su abdomen. Sin embargo, Amano no se detuvo. Sin dejar de besarlo, desabrochó el pantalón de su compañero, lo suficiente para notar que su miembro estaba despertando.
Sonrió para sus adentros, saber que podía excitar de aquella manera a su Ban le alegraba.
- ¿Ginji? – El ojivioleta se levantó un poco al notar que el rubio se había alejado de él.
Notó entonces como Amano se deshacía de su camisa, así como del resto de su ropa y la arrojaba a un lado. Instintivamente, Midou hizo lo mismo, casi con el mismo grado de desespero que el rey de los truenos.
En un par de segundos ambos se encontraban desnudos. Ginji se permitió extasiarse por el cuerpo del pelicastaño, quien con la respiración agitada, comenzaba a tener cada vez más síntomas de excitación.
El rubio gateó hasta Ban, el muchacho volvió a recostarse en la amplia alfombra, habiendo interpretado aquello en los ojos de su compañero. Amano llevó su pelvis hasta la del ojivioleta y comenzó a estrujar su pene contra el otro.
- ¡Ah! Ginji… - Se permitió soltar. Las manos del rubio amasando los sexos le excitaban de sobremanera.
El pre semen se asomaba sobre la punta de los inhiestos miembros. Ginji sabía que si quería hacer algo debía hacerlo rápido. Volvió a besar a Ban, llegando a usar sus lenguas como único conector entre sus bocas, la saliva se escurría rauda por la comisura de sus labios. El sudor ya se asomaba por los poros, por lo que la textura de la piel había pasado de lisa a pegajosa.
Amano lubricó un dedo con su saliva y lo introdujo en su entrada para ensancharla. No pudo evitar quejarse y junto a ello, mostrarlo facialmente de modo que excitara más al otro hombre. Ginji movía el dedo invasor en diferentes direcciones, buscando dilatar lo más que pudiera. Sacó el dedo de su ano.
- Ban-chan… - Le miró con ansias, provocando un mar de sensaciones en el Midou.
Sus ojos mieles cayeron en la erecta hombría que demandaba atención, fue hasta ella y la engulló por completo. El pelicastaño soltó un gemido ronco, la boca húmeda y cálida del rubio le estaba brindando un placer exquisito. Como Ginji se encontraba en cuatro haciéndole el oral, Ban tenía un buen panorama del muchacho. Trataba de normalizar su respirar, pero el placer lo hacía atragantarse con su propia saliva. Pensó que enloquecería.
Algo lo hizo desenfocarse de esa idea. El rubio se había apartado de su miembro, lo cual le molestó un poco. Pero lo que vino luego le desenfocó de toda queja.
Ginji fue sentándose poco a poco sobre su pene, tratando de metérselo entero, ayudándose con sus manos.
- Ah… Ban….chan…. – Movía sus caderas de manera circular, de modo de que con el movimiento, lograra deslizarlo dentro - ¡¡Ahh!! – Finalmente y con una sentada, el ojivioleta pudo ver como su virilidad completa era “comida” por el ano de Amano.
El rubio no esperó mucho, quería sentir a Ban moviéndose en su interior. Comenzó así a menearse verticalmente sobre el pene del hombre, al principio costó un poco, más con cada sentada, Ginji sentía que sus paredes se amoldaban al grosor del sexo del moreno.
- Ginji… - Llevó sus manos a la cintura del rubio, buscando que siguiera el ritmo que le hacía sentir más placer.
Cuando hubo tocado el punto que desató un fuerte gemido por parte del rubio, Ban supo que lo había encontrado.
- ¡Aquí…!
Como pudo cambió de posición y ubicó al rubio con la espalda contra el suelo y las piernas abiertas, de modo que pudiera embestirlo de manera salvaje y agresiva.
- ¡Ban… chan!... ¡Ban…chan!... ah… ah… ah… ¡Ah! – Ginji no reprimía sus gemidos, quería que el pelicastaño se diera cuenta de cuanto le gustaba lo que le estaba haciendo.
- Ginji… ah… - Cada estocada era rápida pero con fuerza – Se siente bueno… dentro tuyo…
Aquella confesión le hizo teñirse más de rubor, también le excitaba ver aquellos mechones de cabellos ceder y amoldarse a la cabeza de Ban, así como algunos se adherían a la frente del mismo.
Deseó, quiso mencionar palabras obscenas, comportarse de la manera más vil. Pero se contuvo, se dejó llevar por el placer que le brindaba el escuchar su nombre de los labios del moreno.
De nueva cuenta el hombre volvió a la posición original, había descubierto que le gustaba ver “cabalgar” a Ginji. Cuando le dejó, el rubio comenzó un movimiento de caderas más desenfrenado que el anterior. Se llevó las manos al pecho y empezó a jugar con sus propios pezones, a acariciarse, a lamerse los labios… a mostrar facialmente lo bien que se sentía.
- Ginji… me gusta como lo haces… - Sonreía. Se hallaba bañado en sudor - ¿Puedes sentir… me aquí? ¿Cómo se siente?... – Movió su pelvis de arriba a abajo
- ¡Me gusta Ban-chan!… ah… palpita dentro de mi… mi hoyo está todo mojado… - Se le escapó aquella frase, se permitió entonces liberar una más – Lléname Ban-chan… lléname todo… por favor…
Y para que realmente le obedeciera, empezó a moverse con mayor desespero.
- ¡¡Ah!! – Midou llegó al orgasmo haciendo que Amano estallara también.
- Ban-chan… me gustas mucho… ¡¡Aahh!! – Todo el semen se desparramaba - Oh… es demasiado… quiero que me tomes siempre… así… siempre…
Mientras trataban de recuperarse, Ginji trataba de acomodar las palabras que le diría a Ban, había terminado confesando lo que sentía, ya simplemente no podrían tomar aquello como un mero accidente producto de la bebida… y es que desde el principio lo desconcertaba el porqué el ojivioleta no se había apartado.
- Lo haces muy bien Ginji…
- Ban-chan… ¿Ésta fue… tú primera vez con un hombre? – Se aventuró a preguntar.
Midou llevó su mano hasta lograr alcanzar la cajetilla de cigarrillos junto con el encendedor.
- ¿Cómo crees? Tuve mis investigaciones cuando joven…
- Oh… - Tuvo la esperanza. Se abrazó a su bien formado abdomen, a lo que Ban respondió cubriéndole con uno de sus brazos.
El moreno despidió el humo grisáceo y el mismo se agolpó sobre sus cabezas como una nube tempestuosa. La alusión llevó al rubio a perderse por unos segundos.
- Ginji… ¿Qué hay de eso que acabas de mencionar?
- ¿Eh? ¿Qué cosa? – Pensaba evadir el tema.
- Eso de que te gusto… ¿Es cierto?
El rubio volvió a sonrojarse, se le había escapado aquello, nunca pensó en que lo diría al llegar al orgasmo.
- Porque sería un problema a estas alturas…
- ¿?
¿Un problema? ¿A que se refería exactamente con eso? Sintió como si su corazón fuera atravesado sin misericordia por algún objeto afilado.
Entonces su vista se fijó en la mano con la que sostenía el cigarrillo, en ella había un anillo, cosa rara porque Ban odiaba usar anillos. Fue entonces cuando…
- Esto pues… podría decirse que todo fue al revés… iba a contártelo. ¿Puedes creerlo? Himiko llegó muy galante y me sacó el anillo, a según ella yo terminaría escogiendo unos muy baratos ¿Me ve cara de pesetero o qué?
Era definitivo, Ban Midou era un hombre muy cruel, o al menos lo era sin querer. Ginji, bajó la mirada por unos instantes.
- …
- Iba a pedirte que fueras el padrino de nuestra boda.
- …
- Y también, el padrino de nuestro hijo.
- ¡¡¡¡¡¡!!!!!!
De pronto y como si recibiera un choque eléctrico que no fuera capaz de soportar, Ginji se partió en pedazos. La simple idea de competir con Himiko se esfumó como un rayo ¿Un bebe decía? Sus ojos se tambalearon de un lado a otro.
- ¿Quieres decir que… Himiko-chan está…?
- Tiene tres meses – Se llevó la mano con el cigarrillo a la frente – Pensé que estaba engordando un poco, no creí que fuera importante.
Definitivamente…. definitivamente él no podía competir contra eso.
- ¿Ginji? ¿Sucede algo? – Midou se preocupó.
- ¡Tranquilo Ban-chan! – El rubio mostró una de sus carismáticas sonrisas – Así que de eso se trataba todo… ¡Felicidades! Estaría muy contento de ser el padrino de tu boda.
- Je… gracias Ginji - Medio sonrió. Cuando estuvo a punto de llevarse el cigarro a los labios, el rubio se lo arrebató de un movimiento.
- ¡Y un mini Ban-chan! ¡Que mono! – Dio una enorme chupada.
- …
El ojivioleta no dejaba de observarle.
- Dijiste que no te gustaba fumar Ginji.
- Eh si… lo hago en ocasiones que lo ameriten je je – Acto seguido trató de buscar sus ropas – Por cierto… aquello que dije… fue una tontería, producto de… tú sabes je je… no te asustes ni nada.
- Je, tranquilo…
- Bueno… voy a darme una ducha… te aviso cuando puedas ir.
- Está bien.
- Bye… Ban-chan – Se despidió infantilmente.
- Bye.
Ya en la ducha, Ginji aprovechaba que sus lágrimas se perdían con el agua, trataba de todos los medios de aguantar los sollozos que le estaban desgarrando el alma. Quería morirse, haberse fundido junto al cuerpo de su amado Ban… poco a poco se arrodilló y entre sus piernas ocultó su rostro lacrimoso.
- ¡Te ves encantadora! – Natsumi estaba emocionada.
- ¿Estas segura? – Himiko no estaba convencida.
- Te ves preciosa Himiko – Heaven también daba su punto de vista.
- A ver… Kadsuki ¿Tú que opinas?
- ¿Eh?
Las tres mujeres y el hombre de cabellos largos, se encontraban en una tienda de vestidos de novia. Himiko llevaba puesto el quinto y no se decidía aún.
- Anda ¿Qué opinas? ¿Éste me queda bien?
- ¿Por qué mi decisión es más importante que la de Natsumi-chan y la de Heaven-san? – Kadsuki tenía un tic en una ceja.
- ¡Ay querido! Porque todo el mundo sabe que eres bueno en esto de la moda.
- ¡¿Qué?! – Empezaba a sudar.
- ¿Qué acaso no fuiste tú el que arregló la boda de Shidou con Madoka el año pasado? Todos pasaron meses hablando de la decoración y de la selección del traje de los novios. Los hombres como tú tienen ese don.
- Esperen… ¿Hombres como yo? - Los vellitos de su cuerpo empezaban a levantarse - ¿Qué quieren decir con eso? – Ya claramente ofendido.
- A que eres un santo querido. Nada que ver con esos burros e incultos de tus amigos – Himiko ya estaba harta – Tienes buen ojo, de eso no hay duda.
El alma le regresaba al cuerpo al pelilargo.
- Claro ¿Cómo crees que ha escogido a Jubei sino tiene buen ojo? – Emitió Natsumi con naturalidad.
- ¡¡¡¡!!!!! – Sobra mencionar la tonalidad de la cara de Kadsuki en aquellos momentos.
To be continued…