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CRAIG & CO. por devil may cry

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Notas del capitulo:

Bueno, aquí dejo un pequeño acercamiento entre la pareja principal, espero que os guste ^^

 

 

Capítulo 2: escondámoslo, Naruto

 

            Sasori estaba encima de Naruto, sin pensar en las consecuencias. El rubio poco a poco iba recobrando el sentido y la fuerza. El pelirrojo le besó con fuerza mordiéndole el labio inferior, causándole una profunda herida de la que empezó a brotar sangre. Naruto reaccionó y se soltó de su agarre, para luego pegarle un puñetazo en el lado derecho de las costillas. Aprovechó que Sasori se encogió para salir de debajo de él. Una vez de pie, intentó alejarse lo máximo posible de su agresor, pero éste le cogió el pie y cayó de bruces contra el suelo.

 

            – Sasori, por favor, ¡basta! –dijo el rubio– ¡Has bebido! –dijo más para sí mismo al ver una botella de vodka bacía en el suelo, y el aliento a alcohol.

            – Naruto, por favor –se arrastraba hacia él–,  por favor sólo una vez, un poco…

            – Siento tener que hacer esto –dijo cogiendo la botella de vodka vacía– pero ahora mismo no eres tú… –le estampó la botella en la cabeza y le dejó aturdido.

 

            Fuera, algunos de los espías habían escuchado mucho ruido, por lo que Sakura, Sai, Sasuke, Itachi, Kiba e Ino habían corrido despavoridos hacia el despacho de su superior temiendo lo peor. Sin llamar antes, abrieron la puerta del despacho de un portazo y entró primero Sai. Se quedó estático, y los que le siguieron igual. El despacho estaba destrozado completamente, había sangre por el suelo, y Sasori estaba medio encima de un Naruto herido en el labio, la camisa medio desabrochada y los pantalones por la mitad del trasero. Su superior estaba inconsciente sobre él, con varios golpes, moretones, la ropa desarraigada y una herida en la cabeza de la que brotaba sangre. El rubio les miró asustado. Estaba al borde del llanto por lo ocurrido, pero disimuló su estado. Se levantó como pudo y cayó de nuevo. Kiba corrió a ayudarle para que se levantara. Ino fue hacia su superior y le dio la vuelta. Aún respiraba.

 

            – ¿Puede saberse qué coño ha pasado aquí? –preguntó Itachi. Naruto, con el ojo cerrado por un golpe recibido, miró a Sasori.

            – Una discusión amistosa –sonrió.

            – ¿Amistosa? –Sai se acercó a él– Pues explícame lo del labio.

            – Un golpe sin importancia –se lo tapó rápidamente.

            – ¿En serio esperas que nos traguemos eso? –Ino se levantó furiosa– ¡¡Eso es una mordedura!! A nosotros no puedes engañarnos, éste es nuestro trabajo.

            – Yo… –pero Naruto no pudo acabar su frase porque una mujer rubia de grandes pechos acompañada de una joven con un cerdito irrumpieron en la habitación, interrumpiendo la conversación.

            – ¿Qué coño ha pasado aquí? –preguntó enfadada la mujer, observando el panorama–. ¿Naruto? –le miró seriamente.

            – Yo… –no sabía qué decir– N-no…

            – No te preocupes, Tsunade –balbuceaba Sasori. Todos se giraron a verlo–. No es nada serio.

            – ¿Nada serio? –preguntó al aire– ¡¿Nada serio?! –gritó fuertemente– Uzumaki, Sasori, a la enfermería. Chicos ayudadles.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoO

 

En la enfermería, Tsunade y su ayudante curaban a ambos. Los compañeros los miraban a una distancia de dos metros. Shizune, preocupada, curaba a Sasori, y Tsunade a Naruto.

 

– ¿Cómo te has mordido? –preguntó furiosa.

– La verdad es que no me he dado cuenta –sonrió.

– ¿Me crees estúpida, muchacho? –se alejó de él un momento para mirarle a los ojos– Naruto, este corte es profundo, y no parece hecho por ti –un silencio inundó la sala.

– Soy un bestia –respondió simplemente.

– Tsunade –empezó Sasori a hablar–. Todo esto ha sido culpa mía…

– Sí –dijo Naruto antes de que su jefe siguiera–. Me dijo que había hecho las pruebas muy mal y que debía esforzarme mucho más la próxima vez –miró a Sasori–, y como he tenido un mal día me reboté.

– ¿Esperas que me crea esto? –Tsunade estaba airada.

– Es lo que ha pasado –respondió bajando la cabeza. Sasori le miró y le agradeció con la mirada.

– Bueno –dijo el superior–, había bebido un poco y dije cosas que no debía… –miró al rubio, preocupado– Lo siento muchísimo, Naruto, ¿podrás perdonarme? –el rubio le miró, y todos escuchaban.

– No –respondió simplemente­–, no puedo perdonarle, lo siento señor –bajó la cabeza triste. Nadie entendía lo que pasaba.

– Sasori –dijo Tsunade­–, investigaremos el caso si lo denuncias.

– No –miró al rubio, que no le dirigía la mirada–, no es necesario. No le imputaré ningún cargo.

 

Tsunade estaba más que insatisfecha con las declaraciones de ambos, pero sin el permiso de Sasori no podía registrar las cámaras de ninguna manera. Enfadada, cogió a Naruto por el brazo y lo arrastró hacia la otra punta de la habitación. Todos les miraron, pero cuando Tsunade les devolvió la mirada, todos la apartaron.

 

– Naruto, por favor –dijo Tsunade preocupada–, dime lo que ha pasado.

– Ya te lo he dicho –no le miró a los ojos­– me enfadé con Sasori y arremetí contra él.

– No te creo –intentó mirarle a los ojos, pero el rubio no se lo permitía.

– Pues siento que no sea así, porque es la verdad.

 

El rubio se alejó de Tsunade y miró a sus compañeros, todos preocupados por él, incluso Ino. Podían suponer qué había ocurrido, pero sin las confesiones de ambos únicamente eran sospechas. Naruto salió de le enfermería y volvió a dirigirse a los vestuarios. Una vez allí se metió en la ducha, dejando que el agua le rozara sus heridas y se llevara su vergüenza, junto con el orgullo que había perdido en el despacho de su superior.

 

OoOoOoOoOoOoOoO

 

 

Sus compañeros caminaban juntos hacia ningún lugar en concreto. Todos estaban callados, pensando en lo que había pasado, pero ninguno se atrevía a decir nada. Fue Ino, la primera en hablar.

 

– De acuerdo –la miraron–, si nadie va a decir nada, lo diré yo –cogió aire–. Creo que Sasori ha intentado algo que Naruto rechazó, y como estaba bebido perdió el control.

 

Nadie dijo absolutamente nada tras el comentario de la rubia, y ella se enfadó.

 

– ¿No estáis conmigo? –se puso delante de ellos– creo que sí, pero os da miedo admitirlo.

– No tenemos por qué desconfiar de las declaraciones de ambos –dijo Kiba no muy convencido de sus propias palabras.

– Tonterías –se enfadó–. Hay un modo de averiguarlo.

– ¿A sí? –dijo Sakura– Pues no sé cuál es, porque ellos no nos lo van a decir.

– Chouji –respondió Ino.

– ¿A qué te refieres? –preguntó Sai.

– ¿Os referís al chico de los ordenadores? –preguntó Itachi.

– Sí –dijo Ino orgullosa–. Él es el único que puede hackear la cuenta de Sasori y entrar en las grabaciones de su cámara.

– ¿Estás loca? –gritó Sakura– Si la agencia nos descubriera, iríamos todos a la calle, o algo peor.

– Por eso hablo de Chouji –le replicó Ino–. Él puede hacerlo sin ser notado.

– Yo estoy de acuerdo –dijo Sai–. Creo que merecemos saber qué ha pasado.

– ¿Sakura? –la chica miró a su amiga­– Me da igual que tú no lo hagas, pero no vas a impedírmelo.

 

Ino se fue en dirección al puesto de trabajo de Chouji, seguida por Sai. Kiba, Sakura, Sasuke e Itachi se quedaron quietos en mitad del pasillo. De repente, el primero empezó a caminar tras ellos.

 

– ¿Kiba? –Sakura se entrañó y le llamó– ¿Qué haces?

– Si es verdad lo que dice Ino… –hizo una pausa para tranquilizarse– le daré una paliza a Naruto y mataré a Sasori por dejar que él cargue con su culpa –siguió caminando.

– En realidad tiene razón –dijo Itachi–, sería un cabrón si la teoría de Ino fuera cierta –Itachi se puso a caminar tras los tres compañeros, seguido por Sasuke. Sakura se quedó atrás, pero tras pensarlo un poco fue detrás de ellos.

 

Una vez llegaron, Ino aporreó la puerta. Esperaron unos segundos y Chouji apareció tras ella. La rubia entró sin pedir permiso y Chouji miró a sus compañeros.

 

– Perdónala –dijo Kiba avergonzado– es que ha pasado algo y…

– ¿Qué ha pasado? –preguntó dejándoles entrar.

– Eso es lo que no sabemos –contestó el moreno.

– Ahá –les miró sin entender.

– ¿Tú puedes entrar en la cuenta de Sasori y ver lo que han grabado sus cámaras, cierto? –preguntó Ino directamente.

– ¿Pero qué estás diciendo? –Chouji la miró como si estuviera loca– Si me pillan me pueden meter en la cárcel. Sin un permiso suyo no…

– Ya, ya, ya –dijo Ino restándole importancia con la mano–. Chouji por favor, te necesitamos.

– Sasori y Naruto se han peleado y no sabemos por qué –dijo Kiba–. Tenemos una vaga sospecha… y no creemos que sus versiones sean ciertas.

– ¿Por qué no? –preguntó cruzándose de brazos.

– Por favor Chouji –dijo la rubia–. No te pediré nada más, lo prometo. Te lo explicaremos luego, ahora no hay tiempo, por favor –le miró suplicante.

– De acuerdo, pero si me pillan habéis sido vosotros sin mi consentimiento –se sentó en su asiento y encendió los monitores.

– Muchas gracias –dijo la rubia abrazándolo por detrás.

– Sí, sí –dijo incómodo.

 

Chouji se introdujo en la base de datos de la empresa y hackeó el ordenador de su jefe. Introdujo su contraseña y tuvieron las imágenes diez minutos después de que Chouji empezara con el “trabajo”.

 

–  Eres muy bueno –dijo Sasuke sorprendido.

–  Gracias –dijo poniéndose la mano derecha tras la nuca­–,  pero la verdad es que yo creé el sistema informático de la compañía, así que es fácil para mí hackearlo –sonrió.

–  ¿Ya tienes las imágenes? –preguntó Ino acercándose.

–  Sí. Decidme más o menos la hora.

–  Ni idea –miró la rubia a los demás.

–  Pues lo pondré… desde hace una hora…

 

En el vídeo se veía a Sasori sentado en el suelo, al lado del sofá, cogiendo un marco de fotos. Chouji rebobinó un poco hacia delante, hasta que Naruto entró en el despacho.

 

–  ¿Sasori, estás bien? ¿Te ha pasado algo? ¿Quién ha sido? –se veía a Naruto arrodillándose al lado del pelirrojo.

 

– Sube un poco el volumen –indicó Kiba. Chouji obedeció y todos estuvieron expectantes y callados hasta que Sasori se lanzó sobre el rubio. Sakura se puso las manos en la boca y todos se quedaron perplejos. Vieron la pelea hasta que entraron ellos mismos en la habitación, deteniéndolos.

 

Cuando Chouji paró el vídeo hubo un silencio abismal. Se miraban entre ellos sin creerlo. ¿Sasori intentó violar a Naruto y luego éste le protegió ente Tsunade? ¿Qué demonios estaba pasando?

 

– ¿Qué coño…? –Kiba se enfadó– ¿Qué coño le pasa a Sasori? Voy a romperle la boca…

– Oye –Ino se puso delante suyo–, Sasori estaba borracho.

– Ya –se puso sarcástico–, perfecta excusa para violar a alguien, ¿no?

– ¡No lo ha hecho! –Ino le empujó.

– ¿De qué vas, bruja? –fue a devolverle el golpe pero alguien llamó a la puerta y entró.

– Chouji, podrías… –se calló al ver a tanta gente dentro.

– Na-Naruto –Chouji apagó los monitores y todos se tensaron.

– No sabía que estabais todos aquí –dijo sorprendido. Estaba más serio de lo normal, y con el labio cosido, los puntos en la frente y el ojo morado. En general su aspecto no parecía muy saludable.

– Sí, bueno –dijo Kiba–… Veníamos a visitar a Chouji, que ya hacía mucho que no nos reuníamos aquí –rieron todos menos Sasuke.

– Ya –dijo sospechando– ¿y qué hace aquí el amargado? –dijo señalando al Uchiha menor. Itachi rió.

– Oye cretino… –empezó a reprocharle el aludido pero Itachi se puso delante de él.

– Queríamos conocer al famoso Chouji Akimichi –dijo sonriendo el mayor.

– Ya… bueno, Chouji quiero que hagas algo por mí –dijo acercándose a él, pasando entre sus amigos sin mirarles, sobretodo evitando la mirada de Sakura.

– Claro compañero –dijo sonriéndole como pudo– lo que tú quieras.

– Necesito que elimines unos vídeos de… –no continuó porque sus amigos seguían allí. Los miró y ellos captaron su indirecta. Salieron todos de allí lentamente–… unos vídeos de Sasori, por favor.

 

Sai, el último en salir, escuchó la petición de su amigo. Cerró la puerta tras él y miró a sus compañeros. Decidieron alejarse de allí y comentarlo con los demás, para poder hacer algo, sin explicarles lo que realmente había sucedido. Una vez se reunieron todos en la sala de reuniones, Sai les explicó la pelea que habían tenido Sasori y Naruto, según las versiones de ambos, y no la real. Por ello les pidió que tuvieran cuidado, porque ambos estaban muy susceptibles. Cuando salieron de allí, se quedaron de nuevo solos Sakura, Ino, Sai, Sasuke, Kiba e Itachi.

 

– Lo siento –Kiba se disculpó con Ino.

– No tienes que pedirme perdón –dijo avergonzándose–, soy yo la que tiene que hacerlo.

– Vale, todos perdonados –dijo Itachi sonriendo–.

– Pero –Sakura intervino algo cohibida–, apuesto lo que queráis a que Naruto ha ido a eliminar los vídeos y copias de seguridad.

– De eso no hay duda –dijo Sai–. Le he escuchado decírselo a Chouji.

– Es increíble –Kiba entró en los vestuarios–. Venid, aquí podremos hablar tranquilamente –los demás le siguieron sin decir nada–. Sé que vosotros sois nuevos –dijo refiriéndose a ambos hermanos–, podéis iros, no pasa nada, no os incumbe.

– Oh no –Itachi insistió–, me gustaría integrarme, ya sabéis, ahora Naruto es un compañero, y Sasori es mi jefe.

– A mí no me importa –dijo Sasuke alejándose del lugar. Cuando salió cerró la puerta para que pudieran hablar a solas.

– Perdonadle –le excusó el mayor–, es algo irritable.

– No hace falta que lo jures –habló molesto Kiba.

 

OoOoOoOoOoOoOoO

 

Tras cerrar la puerta, Sasuke caminó sin rumbo fijo por el largo y ancho pasillo. Iba ensimismado en sus pensamientos, tanto, que no se dio cuenta de que se había perdido. Escuchó unos ruidos en una habitación a su derecha y leyó el cartel que indicaba “Sala de tiro”. Entró para ver cómo era, le picaba la curiosidad. Una vez dentro, antes de adentrarse en las zonas de tiro, cogió unas orejeras, unas gafas de plástico y una nueve milímetros. Al adentrarse en los pasillos, únicamente había dos personas practicando. Un moreno alto y fuerte, y un rubio que a su lado parecía una muñeca de trapo. Pasó por detrás del moreno y vio su diana; la mayoría de disparos se centraban, pero algunos no. Al pasar por detrás del rubio abrió los ojos, sorprendido. Todas las balas que disparaba entraban por el mismo primer disparo que hizo. Le miró mejor y era aquel rubio tan polémico; Naruto Uzumaki. Estaba muy serio, incluso parecía enfadado. Sasuke se puso a practicar a su lado y entonces Naruto lo miró. Tenía muy buena puntería.

 

– ¿Qué miras? –preguntó el moreno dejando de disparar.

– Eres bueno –dijo sin más.

– Creo que no puedo compararme con Robin Hood –sonrió de medio lado.

– ¿Te refieres a mí? –sonrió avergonzado y divertido a la vez.

– ¿A quién si no? –cogió su arma y siguió disparando. Naruto sonrió sinceramente por primera vez tras el accidente con su superior.

– Gracias –el rubio cogió el arma de nuevo.

– ¿Por qué me las das? –el moreno le miró.

– Por lo de antes… –bajó la mirada– Me detuviste antes en la sala de reuniones, casi hago una locura.

– No me las des –sonrió de lado de nuevo.

– Por cierto, ¿a qué viene lo de Robin Hood? –sonrió zorrunamente.

– ¿Sabías que según se dice Robin Hood era un joven rubio de ojos azules? –dejó el arma y se puso de frente– El mejor arquero de…

– Nottingham –el rubio acabó la frase por él–. Lo sé, es mi personaje histórico legendario favorito –sonrió alegre.

– Vaya –el azabache le miró fijamente–. Entonces… joven de Locksley, ¿me concedería una cita para ir a tomar un café? –Naruto rió a carcajadas, avergonzado.

– Como guste, caballero –dejó su arma, se quitó las orejeras y las gafas, y se dirigió a la salida. Sasuke hizo lo mismo y le siguió, sonriendo.

 

OoOoOoOoOoOoOoO

 

Mientras tanto, los muchachos ponían a Itachi al corriente de todo.

 

– Y a Marie le hace tilín Josh –seguía Ino con los cotilleos.

– Josh es el de la segunda planta, ¿no? –preguntó Itachi.

– Sí –respondió ella, contenta–, y es muy guapo. Creo que Marie debería…

– Oye, ya vale de cotilleos –intervino Kiba ya hastiado–. A nadie le importa qué pasa con Josh y Marie.

– Ay vale –Ino se cruzó de brazos–. Borde… –susurró.

– Creo que deberíamos convencer a Naruto de que diga la verdad –habló serio el moreno.

– Claro –intervino Sakura–. ¿Por qué no le decimos que hemos visto el vídeo, de paso? Así nos podrá matar sin remordimientos en su pequeña conciencia.

– ¿Por qué dices eso? –se molestó el castaño.

– Tú más que nadie sabes cómo es Naruto. Si le decimos que diga la verdad sabrá que lo sabemos y entonces podemos despedirnos de nuestros huesos durante una buena temporada.

– ¿Entonces qué propones tú? –alzó la voz Kiba– Dime, porque yo no veo otra solución.

– ¿Solución a qué? –Itachi preguntó– Creo que lo mejor sería dejarlo estar, porque ­–pisó a Kiba cuando él  intentó hablar– si decís que Naruto es tan orgulloso, nunca admitirá lo que ha pasado ahí dentro, y nunca lo confesará. Guardará rencor.

– Ya, pero… –Sakura, preocupada, se levantó de su asiento– Naruto es nuestro amigo, y tenemos que ayudarle en lo que podamos.

– Entonces –sonrió al ver a los chicos tan decididos– ¿por qué no le ayudamos sin que se dé cuenta?

– ¿A qué te refieres? –preguntó Ino curiosa.

 

OoOoOoOoOoOoOoO

 

– De acuerdo –sonreía el rubio, sentado en la cafetería del edificio junto a un atractivo moreno altanero–, sé que no hemos empezado con muy buen pie, por lo que me disculpo por lo que te pueda haber ofendido.

– Oh, tranquilo –respondió el moreno sonriendo de medio lado­–, no me has ofendido, al contrario, eres muy… no sé cómo decirlo exactamente…

– ¿Atractivo? –miró al moreno juguetonamente­– ¿Divertido? ¿Amable? ¿Sincero? ¿Directo?

– Especial –dijo al fin el otro.

– ¿Especial? –preguntó extrañado– ¿Es una manera suave de decir qué?

– Especial no es una manera suave de decir nada –rió recostando su espalda en el asiento–. Significa que no he visto a un chico tan impulsivo y fuerte como tú, nunca.

– Oh –se sonrojó violentamente. Por alguna razón esa mirada tan oscura le atraía.

– Aquí tenéis ­–sonrió un mozo trayendo su pedido y, afortunadamente para el rubio, interrumpiendo la conversación­–; para Naruto un batido de chocolate y vainilla, y para el chico nuevo un café solo y un vaso con hielo –les puso sus pedidos en la mesa–. Que lo disfrutéis.

– Gracias –sonrió el rubio.

– De nada –le devolvió el gesto–. Por cierto, magnífico espectáculo, como siempre.

– Jaja –rió abiertamente Naruto­–. Si lo quieres llamar así…

– Si queréis cualquier otra cosa decídmelo, ¿ok? –dijo yéndose del lugar.

– ¡Por supuesto! –Naruto cogió la pajita con su mano derecha­– ¡Gracias! –miró de nuevo al moreno que tenía en frente.

– Te has sonrojado –dijo el moreno altaneramente mientras cogía la taza de café con la mano derecha y acercaba el vaso con hielo con la izquierda.

– No es cierto –Naruto sorbió por la pajita desviando su mirada.

– Ya –sonrió de medio lado vertiendo el café en el vaso con hielo. Éste se resquebrajó y Naruto lo miraba como si no hubiera nada más interesante–… es lógico, después de todo –el rubio le miró a los ojos–; soy irresistible –bebió el café templado.

– Eres muy arrogante –el rubio sorbió de nuevo poniendo una mirada asesina, pero al ver la media sonrisa del Uchiha y su penetrante mirada volvió a sonrojarse. Se maldijo internamente.

– Me lo dicen mucho –bebió de su café–, pero ahora no quiero hablar más de mí. Hablemos de ti.

– Oh qué raro, don “únicamente existo yo” quiere hablar de alguien que no es él… –rió y volvió a sorber.

– No es tan raro… y no soy tan pedante –cerró los ojos con paciencia.

– Discrepo –el rubio sorbió de nuevo.

– ¿Vas a sorber cada vez que digas algo? –se molestó.

– Probablemente –sorbió de nuevo, esta vez para enfurecerlo.

– Muy gracioso –tragó dos largos sorbos de su café ya frío.

– ¿Y bien? –preguntó el rubio, a lo que el moreno le miró– ¿Qué quieres saber de mí?

– Dime por qué mientes a tus amigos –Naruto le miró sorprendido.

– ¿A qué te…?

– Sabes a lo que me refiero –le cortó dejando el vaso con café en la mesa.

– No, no lo sé…

– Lo sabes – le cortó–.  No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de lo que realmente ha pasado.

– No quiero hablar de eso.

– Lo sé –le miró a los ojos–, pero sabes que todos lo saben o como mínimo lo sospechan. No son estúpidos, y se preocupan por ti.

– Lo sé –sonrió forzadamente–, pero no quiero que lo hagan. Sé cuidarme yo solo –se levantó de su asiento y dejó el dinero del batido en la mesa–. Ha sido un placer haber hablado contigo, espero que lo repitamos –se fue sin mirar hacia atrás.

 

Sasuke se acabó su café con tranquilidad, pensando en lo que había dicho, Había sido demasiado impulsivo, debería habérselo callado, había herido el orgullo de Naruto. Cuando el camarero llegó, Sasuke pagó su parte y se levantó para dar una vuelta por las instalaciones.

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

Naruto caminaba hacia ningún lugar en concreto. Con la mirada gacha y las manos en los bolsillos del pantalón, iba avanzando paso por paso hacia, sin quererlo, el despacho de su jefe. Una vez delante de su puerta alzó la cabeza y con ella su mirada. Decidido, llamó a la puerta. Se oyó ruido al otro lado y una voz cansada le concedió permiso para entrar. Al abrir la puerta se topó con los ojos de su jefe. Éste al verlo se tensó y se levantó de sus silla bruscamente, tirándola al suelo y, al parecer, sin percatarse de ello.

 

– Naruto –se acercó a él, pero dejó una distancia más que prudente entre ambos–… yo, no te esperaba –hablaba entrecortadamente, sin saber qué hacer o decir.

– No quiero que nadie lo sepa –el pelirrojo se calló–, sólo quiero que esto pase como si no se hubieran sucedido estas tres últimas horas, ¿entendido?

– Por supuesto –estaba triste–. Entiendo que no quieras perdonarme…

– Aún no lo he hecho, pero eso no significa que no lo haga.

– ¿Qué? –le brillaron los ojos de júbilo– No quiero tentar a mi suerte pero… ¿por qué has cambiado de opinión tan de repente?

– Alguien me ha dicho que mis amigos se preocupan por mí –dijo cruzándose de brazos y cerrando los ojos, reflexionando–. Y tú, además de mi jefe – abrió los ojos y le sonrió como pudo– eres mi amigo –antes de que a Sasori le diera tiempo de decir nada, el rubio se marcho, cerrando la puesta tras él.

 

CONTINUARÁ

 

Notas finales:

Sí, lo sé, la verdad es que no lo tenía planeado así, me ha salido un poco aburrido...


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