Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Coffee Break por Seiketo Nayset

[Reviews - 20]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Punto de Vista: Daisuke Motomiya

Capítulo freak, extraño, cargado de emociones. Dedicado a Drago-Takeru, dado que es su cumpleaños y se cuánto le gusta leer de Daisuke (Hasta cierto punto se le parece, jaja)

También a mis lectores, al más reciente christianjar y todos los que aún no dejan su huella, pero siguen atentos a esta historia.

Importante: ¿Se han dado cuenta que no incluí a Takuya, Kouji, Koichi y demases? Pues, los olvidé, pero en el epílogo los incluiré (Quedan 2 capítulos más, el de Takeru y el final)

 

Es increíble como pasa el tiempo. Hace ya 6 meses que Tai y Yama anunciaron su noviazgo y han podido cambiar muchos aspectos de la cultura local sobre la gente que ama a otros de su mismo sexo. Han llegado incluso a tener la aprobación del gobierno para instaurar clubes en escuelas y Universidades con el fin de educar y crear tolencia entre heterosexuales y homosexuales.

 

Por mi parte, he seguido en mi trabajo como es habitual. Desde que todo esto comenzó, Tai me ha dejado más responsabilidades, pero se que no lo hace con mala intención. Aunque ahora se vio en la obligación de retomar muchas de sus funciones porque mi querido Takeru le ha dado una bronca que no creo se le olvide muy luego. Prácticamente no pasaba en casa, y lo tenía muy abandonado física y emocionalmente. Llegaba a dormir, aunque fuera al sofá, ya que sigo relegado a éste desde que se enteró que Ken me ayudaba con el trabajo de la empresa, sin haberle contado. Se sintió traicionado, pero conozco lo suficiente a mi novio para saber qué cosas puedo decirle, y qué cosas es mejor omitirlas hasta encontrar el momento adecuado.

 

Sin embargo, todas las noches Takeru llega a dormir conmigo al sofá. Puede ser pequeño, algo incómodo, pero nos acomodamos para no sentir esa molestia. Creo que compraré un sofá más amplio y cómodo. Mi espalda ya empieza a pasarme las facturas de llevar meses durmiendo ahí.

 

- Take – Se que no duermes, tu respiración no es calmada – Vamos a la cama, amor – Trato de ser lo más dulce que puedo. Tienes un genio muy cambiante y prefiero no provocar tu ira.

 

- No quiero – Me abrazas con fuerza y pareces un niño mimado que no quiere obedecer. Me gusta esa faceta tuya, porque no la dejas relucir con nadie, excepto conmigo y con tu hermano.

 

- Vamos, Take – Te acaricio el cabello de manera suave – Perdóname por no decirte lo de Ken, pero dejemos de torturarnos en este sofá – Te beso la frente. No abres tus ojos. No quieres mirarme – Fui un idiota, lo sé. Déjame enmendar eso, por favor – Ruego tu perdón, como pocas veces hago.

 

Lo que más detesto son nuestras peleas. Pero siempre tienen un lado positivo, y son las reconciliaciones. No quiero pensar en algo exclusivamente carnal, pero son las mejores horas haciendo el amor que disfrutamos como nunca.

 

- ¿Por qué no me lo contaste? - Por fin me miras a la cara y puedo saber que te sucede. Estás inseguro - ¿Hice algo malo? ¿Soy muy testarudo? ¿Qué tengo de malo, Dai? -

 

¿Por qué buscas un motivo para culparte? Sospecho que tienes más dudas de las que me dices.

 

- Takeru... - Te acaricio los cabellos que caen por tu frente y no puedo evitar observarte con ternura – Llevamos juntos un año y medio, tienes un cuerpo que me quita el aire y eres la persona más bella que he conocido jamás en toda mi vida – Te doy un beso en la punta de tu respingada nariz – Todo de ti me encanta, sea bueno o malo, me enamoré y amo todo tu ser con locura – Sonrío – No te cambiaría por nada, ni nadie, mi pequeño ángel – Te doy un beso en los labios, y siento que lloras.

 

Me demandas un beso más profundo, mientras te acomodas sobre mí a horcajadas. Quieres sentir que te pertenezco, y te complazo con el don de servirme ante tí en cuerpo, alma y sentimientos. Quiero que sepas que puedes amarme, y que hagas lo que hagas conmigo, te dejaré hacerlo una y otra vez. Me quitas la playera con la que duermo y yo te quito la camisa de dormir que usas. Te acuestas sobre mí y nuestros cuerpos sienten el calor de la piel del otro.

 

Un fuego interno nos quema. Nos separamos cada pocos segundos para tomar aire y seguir disfrutando de la boca del otro. Tus manos no paran de tocarme por doquier, me apretan y me sueltas. Me acaricias y me rasguñas, sin dejar una marca muy profunda. A la luz de la noche, tu piel es tan clara como el reflejo de la luna. Yo, en cambio, soy un gato oscuro que busca a su presa, que la provoca y quiere su premio.

 

Ya nada nos puede detener en este momento. Mueves tu pelvis y nuestras hombrías rozan por encima de la ropa que llevamos puesta. Mi viejo pantaloncillo y tu aterciopelado pantalón nos molestan. Dejas caer tu peso sobre mí, y tus manos van hacia ambos costados de mi cadera. Bajas lentamente la última prenda que tengo, liberando mi miembro de su cárcel, sólo para encontrarse con su carcelero. Lo frotas suavemente y siento como juegas con tu pulgar sobre mi glande, aprovechando el líquido preseminal que expulso por nuestro pequeño juego sexual.

 

- Takeru... - Un gemido, más parece un grito gutural, sale de mi boca, pidiéndote más.

 

- Esta noche serás mío, mi amor – Me susurras al oído, mordiendo mi oreja en el trayecto.

 

Mi excitación es tanta que no me preocupa lo que me hagas. Estoy disfrutando el momento, y si quieres tomarme, te dejaré hacerlo. La última vez fue en nuestro aniversario, cuando cumplimos un año. Fue mi primera vez siendo pasivo, pero fuiste muy cariñoso conmigo.

 

Siento como muerdes mi cuello. Solo cierro los ojos y me dispongo a sentir. Estoy seguro que me dejarás marcas muy notorias sólo para molestar a Ken en la oficina. Quieres que vea quién es mi dueño. Muerdes mi tetilla derecha. Luego la izquierda. Suelto un gemido mezclado con un placentero dolor cuando lo haces, pero no te detienes. Es injusto que tu no sientas lo mismo, y no quiero dejarte con ganas, porque lo quiero todo de tí ahora, no por partes ni en cuotas.

 

Tomo lo que me queda de cordura y te dejo bajo mío. Con sólo la fuerza de mis brazos, levanto mi cuerpo para observarte. Estás sonrojado. Ese hermoso tono carmín adorna tus mejillas. También quiero marcarte, pero será una pequeña mordida en tu clavícula izquierda. Gritas de dolor y placer, pidiéndome más. Dejo caer con suavidad mi peso sobre tí, y mi mano derecha va en busca de tu masculinidad. Cuando la encuentro, la tomo entre mis dedos, por sobre tu pantalón, y la apreto con delicadeza. Gimes, y levantas tu cadera para sentir más de ese contacto con mi mano.

 

Decido que esto no puede seguir en el sofá. Te abrazo por la cintura con mi brazo derecho y te traslado a nuestra cama. A nuestra habitación. Pero por el camino no dejo de besarte y apretar tu trasero con mi mano desocupada. Te dejo sobre la cama y como una presa sobre su víctima, caigo sobre tí.

 

Te despojo de tu pantalón de sólo un jalón. Cae en algún lugar desconocido de la habitación, y de inmediato acerco mi lengua a tu miembro. El primer contacto te hace estremecer.

 

Esto no se suponía que sería así...

 

Y me lees la mente, porque te acercas y con toda la delicadeza que te caracteriza, inviertes los papeles. Y, por quien quiera que sea la divinidad omnipotente, te ha dado el don de satisfacerme con tu boca de la forma más espectacular que conozco. Y no me interesa conocer otra, porque contigo lo tengo todo.

 

Subes y bajas. Tu lengua prueba cada parte de mi miembro, e incluso tus manos curosean cerca de mi entrada. Siento que pronto llegaré a mi clímax. Tanto me conoces que te detienes, dejándome jadeando.

 

Una ligera punzada me indica que no me darás tregua. Instintivamente, abro mis piernas para darte espacio, aunque mi interior en un acto reflejo intenta rechazar la instrusión de tu dedo anular. No se cómo, ni me explico, llegó el lubricante que estaba en el armario a tus manos, sin que dejara de sentirte en todo momento. Le sacas la tapa con la boca, de una manera tan sexy que mi sexo palpita más fuerte. Untas tus dedos, mi miembro y el tuyo. Sigues con tu tarea de dilatarme después de lanzar sin rumbo aparente al lubricante que has encontrado. No creo lo necesites de nuevo.

 

Te acercas a mi boca y me besas. Buscas mi mirada, lo se.

 

- Necesito que me ayudes – Me susurras, con lujuria contenida – Si te duele, dímelo y me detendré – Jamás te lo diré. Aunque me duela, eres tú el que me hace el amor.

 

Tomas mis piernas y las levantas, acomodándolas sobre tu pecho y hombros. Dejas mi entrada totalmente vulnerable. La posición que escogiste esta vez te da mayor profundidad, y abusas de mi buena elasticidad para mantenernos así. Comienzas a penetrarme y es un placer tan doloroso que quiero que termines rápido. En un acto irracional, tomo impulso con mis brazos y termino la tortura. Estás totalmente dentro de mi, y ambos gritamos de placer contenido. Comienzas a moverte dentro de mí, primero despacio, luego a un ritmo desenfrenado. Tu nombre sale de mi boca cada vez que entras y sales de mí. Especialmente cuando sacas tu miembro completamente y vuelves a introducirlo rápidamente.

 

No puedo decir cuanto tiempo estuvimos haciendo el amor. Cambiamos posiciones, incluso contra la pared. Me hiciste tuyo muchas veces esta noche. Pero todo inicio tiene un final.

 

- Daisuke... - Intentas ahogar mi nombre con un beso cargado de pasión.

 

- Hazlo, quiero sentirte, Takeru – Es mi respuesta, mientras sigues entrando y saliendo de mí. Aceleras tu ritmo y un escalofrío que recorre mi médula, una viscosidad tibia en mi interior y tu sonrisa de satisfacción me indican que has llegado a tu clímax.

 

Pero aún me quedan energías. Y cuando yo te penetro, tu cuerpo reacciona de inmediato, pidiéndome a gritos que te haga mío. Entro y salgo de tí. Te levanto de la cama y de pie, tus piernas me abrazan por la cintura. Nos besamos infinidad de veces.

 

Siento como tu semilla escurre entre mis muslos mientras sigo dándote placer. Me pides que te deje sobre la cama. De rodillas, con tu pecho sobre el colchón, me ofreces tu dilatada entrada, lo cual acepto de buena gana.

 

Es increíble la profundidad que nos ofrece esa posición. Tanto, que me pides que aumente mi ritmo. Te obedezco, y siento que estoy próximo a terminar. Disminuyo la velocidad de mis estocadas, pero aumento la fuerza de éstas. Entiendes el mensaje y me pides que termine dentro de tí, como tanto te gusta. Tres, cuatro, cinco... Pierdo la cuenta cuando voy en el Veinte, y sigo sin parar. Finalmente, llega mi cúspide y eyaculo dentro de mi pequeño ángel.

 

Agotado, lo abrazo mientras sigo dentro de él, desparramando mi semilla en su interior. Nuestras agitadas respiraciones van calmándose poco a poco. Salgo desde dentro de ti y veo que estás pronto a rendirte antes los brazos de Morfeo. Hicimos el amor sobre la cama, por suerte. Solo saco el cobertor y con un poco de esfuerzo, logro taparte con la sábana.

 

Nuestros cuerpos no sienten frío ahora, pero en unas horas más sí. Me alejo un poco de tí, solo para ir a encender la calefacción central de nuestra casa. Por suerte, un termostato en nuestra habitación es suficiente para regular la temperatura y hacerlo andar.

 

Me dirijo a la cama y estás completamente dormido. Esta noche fue salvaje, tengo que admitirlo. Me acomodo sobre nuestro lecho de amor, a tu lado. Te abrazo y te giras para quedar sobre mi pecho. Buscas mi calor, Takeru. Desde que dormimos juntos la primera vez ha sido asi. Y me alegro que se mantenga así, y por varios años más.

 

 


 

 

Llega la mañana y el sol me molesta en la cara. Olvido el tejado de vidrio reforzado sobre nuestras cabezas. Siempre nos ha gustado mirar las estrellas, y más si es desde nuestra cama.

 

Sigues abrazado a mí. Y tienes una hermosa sonrisa en tu rostro. Pareces satisfecho, completo. Y espero no vuelvas a pensar que te engaño.

 

- Takeru – Te hablo y acaricio tu cabello. Te revuelves bajo mis brazos, pero no quieres despertar – Takeru, despierta – Beso tus párpados cerrados, tu frente, tu mejilla izquierda.

 

- Déjame disfrutar un poco más, Dai – Abres lentamente tus ojos y me enseñas tus zafiros oscuros – Extrañaba tanto estar así contigo – Vuelves a acurrucarte en mi pecho y me abrazas con suavidad - ¿No puedes pedir un día libre, para mí? -

 

Muy rara vez pido un día libre. Y nunca ha sido porque tú quieres que me quede en casa. Suspiro y busco mi móvil sobre la mesa de noche. Lo dejé ahí, conectado al cargador, cuando regresé del trabajo. Marco el número de Taichi.

 

- ¿Tienes que despertarme a esta hora, Dai? - Mi querido jefe, siempre tan simpático por las mañanas – Yama quiere destrozar mi móvil – Lo escucho suspirar.

 

- Me tomaré el día para quedarme con Take – Le informo. Es incapaz de negarme un día libre, y si lo hace, sufrirá – Me llamas si hay una emergencia – Claramente, Yamato escuchó mi motivo e incluso hace una especie de grito para parejas enamoradas.

 

- Claro, dale saludos a mi hermanito – Bosteza y me cuelga. Al menos salió todo bien.

 

Mi querido ángel levanta su cabeza y me observa con una sonrisa en sus labios.

 

- ¿Quieres hacer algo especial el día de hoy? - Ya sabes la respuesta de Taichi, así que puedo disponer de 24 horas contigo, haciendo lo que quieras.

 

- Por ahora, quedarme media hora más así – Vuelves a esconderte entre mis brazos, y tratas de dormir. Tu facilidad para conciliar el sueño me sorprende, así que yo me quedo mirando el cielo sobre nosotros.

 

Hoy mi Takeru no trabaja en el café. Aún cuando puedes disponer de la gente que quieras para atender el local, no lo haces. Ni tu hermano lo hace. Al menos una vez a la semana ambos atienden en su pequeño mundo empresarial. Curiosamente, es el día que más gente va, apenas se corre la voz de que uno de los “preciosos rubitos” atenderá, como los llama la gente. Con Taichi vamos casi todos los días, acostumbrados ya tomar a nuestro café a media mañana.

 

Una vez, recuerdo, nos encontramos la sorpresa de que Taiki y Kiriha decidieron atender el café. Cuando el rubio se nos acercó, con Taichi no paramos de reirnos. Su sonrojo era evidente, pero se las arregló para traernos nuestro pedido. Cuando Taiki nos explicó que perdió una apuesta con Yama, ambos se vieron obligados a atender el café. Aunque sus rostros no parecían precisamente enfadados por hacerlo. Incluso lo disfrutaban tanto como los propios dueños del lugar.

 

Cuando hablo de mi cuñado no puedo dejar de pensar el éxito que ha tenido. Nunca creí que la prensa lo dejara en paz junto a Tai, pero ellos cumplieron su promesa hecha el día que les pidieron la foto besándose. La popularidad de la banda, sumado al repentino acercamiento de ellos con la televisión, ha dado buenos frutos. Ahora, prácticamente toda la farándula es amiga de Yamato y lo respetan mucho. Y no por su relación con uno de los magnates financieros de Japón, sino por su carisma y habilidad para hacer amigos y amigas por doquier.

 

- ¿En qué piensas, Dai? - Mi ángel interrumpe mis pensamientos. Muevo mi cabeza de forma negativa, para respoderle con un silencioso “Nada importante” - Entonces vamos, tomemos una ducha – Por fin me suelta del abrazo y estira sus brazos sobre su cabeza, haciendo sonar su columna vertebral y los huesos de sus hombros.

 

- Debes revisarte los huesos, Keru – Siempre me ha molestado ligeramente esa gran sonajera de sus articulaciones – No es sano que todas las mañanas tu cuerpo tenga que acomodar los huesos con tanto sonido – Hago una cara de dolor, ya que siempre pienso que debe ser doloroso.

 

Obviamente, no me respondes y te limitas a sonreír, encogerte de hombros y levantarte de la cama. Me tomas de la mano, y a rastras me sacas de la cama. Pasamos por la ropa desperdigada en el suelo, besándonos por el camino al baño. Al entrar, haces correr el agua para que se tempere con el calor de la caldera. Te miras al espejo y tratas de arreglar tu cabello. Una ligera risa escapa de mis labios, porque no tiene sentido, si en la ducha volverás a desordenarlo para lavarlo.

 

- Deja de reirte de mí – Inflas tus mejillas y no puedo evitar verte con ternura. Eres demasiado lindo cuando te sonrojas de esa manera – Ven – Entras a la ducha y quieres que te acompañe. Podemos repetir este complejo ritual muchas veces, durante cualquier fecha, pero no me canso de él. De hecho, las duchas sin tí no tienen la misma sensación, incluso pienso que sigo sucio si no eres tú el que pasa sensualmente el jabón por mis pecho, o tus manos las que lavan mi cabello. ¿Sentirás lo mismo que yo cuando acaricio tu cabello mientras espumo el champú por tu cabeza?

 

En silencio, nuestro baño siempre es momento de relajación para ambos. Pasamos media hora prácticamente jugando y limpiándonos, y otros 15 minutos besándonos y tocándonos mutuamente, sintiendo recorrer los dedos del otro, soltando ligeros gemidos y ruidos ahogados por el chapoteo del agua contra el suelo.

 

Finalmente, salimos del baño y tomamos nuestras toallas para secarnos. Cuando llegamos a la habitación, observamos el desorden que dejamos. Y lo peor, es una pequeña mancha de sangre sobre el suelo, seca. El que tiene la vista más sorpredida eres tú, mi pequeño ángel.

 

- ¿Te golpeaste anoche, Take? ¿Te duele algo? - No puedo evitar preocuparme por tí. Quizás estabas herido y fui muy brusco ayer, abriéndote alguna herida de la que no me hablaste.

 

- Dai... Esa es tu sangre – Me murmuras. ¿La mía? Mi cara es una duda con pies – Anoche te pusiste de pie y me cargaste, luego de que yo terminé... Dentro tuyo, ¿Recuerdas? - Empiezo a unir las piezas. Yo nunca soy el pasivo, es lógico que ayer, aún cuando usaste el lubricante conmigo, quizás me hayas dañado el interior.

 

- Take, tranquilo – Te abrazo – No me duele, supongo que es por la falta de costumbre – Sonrío, y te beso la frente – Tendrás que tomarme más seguido para que esto no pase – Me sonrojo con lo que digo, aunque ambos sabemos que no sea cierto. Quizás debamos cuidarnos más de ahora en adelante.

 

- No seas ridículo – Me miras serio – Iremos con Joe para que te revise - ¿Con Joe? De sólo pensarlo y decirle me desespero. Será médico nuestro, pero no quiero ni pensar cómo le diré todo esto sin morir de la vergüenza.

 

- Take, te juro por el amor que te tengo que no me duele, incluso puedo saltar – Doy un pequeño brinco y al caer no siento el mismo dolor de la primera vez que me entregué a tí – Estoy de maravillas, en serio – Trato de sonar convincente, pero tu mirada me dice que no te convences.

 

- Está bien – Suspiras – Pero a la más mínima mueca de dolor, te llevaré con Joe – Tu tono maternal y amenazador me indica que vas muy en serio.

 

Preferimos vestirnos y dividirnos las tareas. Tú prepararás el desayuno, yo haré el aseo de nuestra habitación. Empiezo a sentir el olor de lo que cocinas y yo ya termino de limpiar todo, incluyendo la sangre sobre el piso. Me costó más de lo que esperaba, pero logré quitarla. Tomo toda nuestra ropa sucia y la llevo al cuarto de lavado. Siento que me llamas para comer.

 

- ¡Daisuke! ¡Está listo! - Gritas desde la cocina. Aunque sé que estás sirviendo, lo haces para que me apresure. No te gusta comer en solitario.

 

Nunca te gustó estar solo. Desde que tu hermano debía dejarte a la mitad del desayuno para ir al trabajo, tomaste ese miedo a la soledad. Sabes que Yamato nunca lo hizo con esa intención, él quería y quiere lo mejor para tí, y me confió tu persona el día que decidimos contarle lo nuestro. Nunca creí que nos ayudaría, pero lo hizo. Fue muy explícito cuando me dijo “No lo dejes solo, nunca, en el desayuno. Que sea sagrada para tí esa comida en el día”. Y así ha sido desde siempre. Puede que incluso Taichi más de una vez me regañara cuando llegué tarde. Pero cuando me preguntó el motivo de esto, y junté el valor de decírselo, me comprendió y nunca más he recibido un regaño por algún retraso.

 

- Vamos, sírvete, o se enfriará y te caerá pesado – Me sacas de mis pensamientos. Me había quedado con un trozo de comida en los palillos, sin llevármela a la boca - ¿Qué tal si hoy vamos al centro comercial? Quisiera ver que hay de nuevo – Veo como llevas tus palillos a la boca con un trozo de comida y los dejas ahí, con una cara pensativa.

 

- Hay un concierto de los niños del coro de la Universidad de Yamato – Le explico – Se suponía que hoy iba con tu hermano y con Taichi a verlos – Sigo comiendo, ya que siempre cocinas delicioso.

 

- ¿En serio? ¡Genial! - Exclamas, contento – Llevaré mi cámara – Sonríes, entusiasmado por la idea.

 

Eres la persona más linda que he conocido. Aunque sueles ser muy frío con la gente en público, en realidad eres todo lo contrario. Aunque últimamente, estás volviendo a ser el chico del que me enamoré, alegre y risueño, la luz de la esperanza de tus amigos y amigas. Cerraste tu corazón cuando nos señalaban con el dedo y nos miraban acusadoramente, como si hicieramos algo prohíbido, sucio e inmoral.

 

- Takeru, te amo – Instintivamente, suelto la frase. Me miras extrañado, algo sorprendido.

 

- Igual te amo, Dai – Me respondes, curvando tus labios en una sonrisa sincera.

 

Una vez queda todo limpio y ordenado, nos disponemos a salir. Tomo las llaves de nuestro automóvil y vamos con rumbo al centro comercial. En la radio interrumpen las noticias para dar un anuncio sobre el concierto de hoy. Subes el volumen para escuchar.

 

- Hoy, sobre las 11 horas, un concierto benéfico otorgado por un coro de niños instruídos en la Universidad de Tokio, tendrá lugar en el centro comercial de la ciudad – La voz de la mujer parece entusiasmada – El ídolo del rock “Matt” Ishida y su novio Taichi Yagami asistirán al lugar, en compañía de algunos de sus socios y asistentes – Informa, cuando cambias de estación de radio a una con música suave.

 

- Parece que irán muchas personas... Estoy pensando seriamente en no ir al centro comercial después de todo – Te revuelves inquieto en el asiento.

 

- Deben ser Takato y Taiki, nada más – Te explico, ya que los conoces bien – Estamos de día libre, no dejemos que un simple concierto nos arruine el viaje – Apreto con fuerza las manos sobre el volante.

 

- Está bien – No pareces convencido. Pero si no insistes es porque de verdad quieres escuchar el concierto. Siempre te ha gustado la música, tu hermano tocaba la armónica para hacerte dormir, o cuando querías distraerte del mundo. Y eso era cuando fueron pequeños.

 

Llegamos cerca de las 9 de la mañana. No nos costó encontrar estacionamiento, pero la prensa ya estaba apostada en las afueras. Nuestros intentos por escapar de ellos fueron infructuosos, porque uno de ellos se nos acercó. Al menos, no la horda de ellos que estaban más alejados.

 

- ¿Puedo hacerles unas preguntas? - Nos preguntó muy educadamente. Iba a responder que no, pero parece que lo intuyó – No estamos al aire, la cámara aún no está grabando – Se apresuró a decir. De esa manera, no parecería que “Se retiraron sin dar declaración alguna”, como normalmente catalogan a los que no responden.

 

- Hoy tengo el día libre y con Takeru venimos de compras, nada más – Trato de ser cortante, para que entienda que no quiero dar una entrevista.

 

- Es sobre los rumores del libro que está editando su pareja, señor Motomiya – Me sorprende eso. No tengo idea de que mi ángel esté buscando publicar uno de sus escritos.

 

- Te responderé lo que quieras, pero primero déjame un momento a solas con Daisuke – Interrumpe Takeru, tomando mi mano para alejarnos un poco – No quise contarte antes, pero se suponía que nadie lo sabía – Me hablas en voz baja, para discreción.

 

- Claro, lo hablaste con otras personas antes que con tu novio – No puedo evitar sentirme distanciado de tí. Maldito trabajo, maldito cargo que tengo - ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿Cuando lo tuvieras publicado? - Alzo un poco la voz, y me tapas la boca para evitar que siga hablando.

 

- ¡Daisuke! - Exclamas con voz baja, sin quitarme tus cálidas manos de mi boca – Pensaba decírtelo hoy, cuando almorzáramos – Me explicas. Alzo una ceja, sin creerme mucho tu historia – Lo siento, de verdad – Me dices rápidamente, sin parecer sentirlo. Quito tus manos de mi boca, para volver a hablar.

 

- Toma – Saco las llaves del auto de mi bolsillo y las pongo sobre las tuyas – No me esperes, iré a dar una vuelta – Me retiro del lugar y camino hacia el periodista. Intentas detenerme, pero es tarde. Me seguiste y te dejaré con el sujeto – Hablará contigo, los dejo para que puedas entrevistarlo – Le digo al notero, que sonríe contento por conseguir su objetivo.

 

Obligadamente, sueltas mi mano y te quedas ahí. Más me duele dejarte solo que el hecho que me ocultaras las cosas. Me alejo y entro al edificio principal, por una puerta lateral donde no hay periodistas asechando.

 

Camino sin rumbo alguno. Estoy muy molesto, mi mente es una maraña de sentimientos y recuerdos contigo, felices, tristes, contentos y enojados. Pero esta vez me siento fatal, totalmente traicionado. Prometiste que cuando publicaras algún libro tuyo, iríamos juntos para buscar a alguien adecuado, una buena editorial que quisiera alguna de tus magníficas historias.

 

- Todo una vil mentira – Murmuro.

 

Llegué al sector de comida del centro comercial, donde busco un asiento para descansar y despejar un poco mi mente. Lástima, será imposible, porque transmiten la entrevista que te harán, en vivo, frente al televisor donde estaba la silla que escogí.

 

- El libro narra la experiencia de distintos personajes, sobre sus vidas personales, sus experiencias y formas de enfrentar la vida y el día a día – Dices, muy convincente – La trama gira en torno a varios personajes, principalmente masculinos. La idea es que el lector pueda ver un pequeño mundo relatado desde visiones distintas, enfrentando problemas. Sin darse cuenta, todos los personajes terminan conociéndose y entablando amistades -

 

- ¿Siente afecto por algún personaje en especial? ¿Alguno que lo represente? - Tu entrevistador parece hábil. Escoge bien sus preguntas.

 

- Sí, con uno en especial. El que representa a mi novio, Daisuke - ¿A mí? ¿Qué tengo que ver con tu libro? - Siempre he admirado la forma de pensar de él, además de su espíritu – Explica, ante las cámaras. Yo veo un brillo especial en sus ojos, y sólo lo tiene cuando habla de mí o de algo que le apasiona – Tiene la capacidad de enfrentar las cosas, conseguir que sus enemigos sean sus amigos, tiene lo que muchas personas llaman valor y amistad. La capacidad de llegar al corazón de la gente, igual que hará el personaje con los lectores, estoy seguro de eso – Siento mis mejillas al rojo vivo. ¿Por qué demonios tenían que pasar una fotografía mía cuando hablaba de mí?

 

Ahora todos los del sector de comida me miran, cuchichean y me señalan. Un grito de fanáticas me indica que debo correr antes de ser abordado temerosamente por sus personalidades aplastantes y apabulladoras.

 

Sigo caminando sin rumbo. Hay muchas tiendas que abren sus puertas y ninguna me llama la atención, excepto una. Una tienda con juguetes y artículos para niños. Quizás parezca infantil, pero me quedé mirando la vitrina del local. Hay muchos objetos interesantes, para niños y niñas de todas las edades, hasta los 15 años aproximadamente. Una sonajera para bebés, un ábaco, pelotas, peluches, entre muchos otros.

 

Pego mi cara al vidrio prácticamente para poder observar de más cerca. Ni yo mismo me explico por qué acabo interesado en juguetes para bebés y niños pequeños. Pero algo dentro de mí sabe la respuesta, y pretendo ocultarla por lo que resta de mi vida, ya que decidí estar con Takeru, con mi pequeño ańgel de rubios cabellos. Dejo escapar un pequeño suspiro, cargado de tristeza y melancolía, cuando me separo del vidrio. Lo sé. Así me siento. Nunca podré tener una familia propia, pero con tener a Take soy completamente feliz. Trato de sonreir, y me siento patético.

 

- Aquí estabas – Keru me ha encontrado. Está jadeando, agitado. Parece que estuvo corriendo para buscarme – No vuelvas... A alejarte así... Por favor – Se toma sus rodillas con sus manos y se encorva, para tratar de recuperar el aliento – Me hiciste correr por todo el centro comercial, maldito ingrato e inconciente – Me recrimina, dándome un golpe suave en la cabeza.

 

Pero no me importa. Creo que me deprimí un poco al ver tantos juguetes. Y él, mi novio, lo sabe, porque normalmente reacciono quejándome por sus golpes. Me mira, me observa, y trata de decifrar qué me pasa. No quiero decirte, me gustaría que lo descubras tú mismo. Quiero ser ese personaje de tu libro, que dice y hace las cosas que escribes, del cual también te enamoraste, porque en cierta forma soy yo.

 

- Ven, el concierto está por comenzar – Me tomas de la mano y me llevas al lugar donde será, en la otra ala del edificio, en las afueras, por un costado del amplio estacionamiento del centro comercial. No hablamos, no me miras, ni me acaricias con tus dedos mientras me llevas obligadamente a escuchar a unos niños cantar.

 

Llegamos y veo a Taichi, con tu hermano, cerca del escenario. Por suerte, están ocupados y no nos divisan. Buscamos dos asientos vacíos, cerca del escenario, para poder ver y escuchar a los niños cómodamente. Por fin encontramos lugar, mientras el lugar se llena más y más. Incluso hay gente de pie, alrededor del escenario y en el fondo, tras las sillas donde estamos sentados.

 

- ¿Sabes por qué me gusta escuchar cantar a los niños? - Me hablas, por fin, y evitas mirarme.

 

- Porque te recuerda que tú lo hacías cuando Yama tocaba su armónica – Respondí, desganado.

 

- Una razón es esa, pero no es la más importante – Por fin dignas a girar tu cabeza y observar mi deprimente cara – Me gusta escuchar niños cantar porque pienso que algún día, me gustaría ser padre de un niño o niña que le guste cantar – Sonríes, y yo abro los ojos de par en par – Sí, yo se lo mucho que te gustaría tener una familia, pero estamos juntos y sabemos que dos hombres no pueden tener hijos – Sigues hablando, y miras al frente, hacia el escenario, donde los niños se acomodan para cantar, dirigidos por Yama – Si quieres buscar a alguna mujer para tener un bebé con ella, tienes el derecho de hacerlo. No puedo enfadarme por dejarte... - Estás llorando, Take. Tu voz casi no aguanta ese llanto retenido que ahogas – Por dejarte tener la familia que no puedes tener conmigo – No sé cómo puedes, pero sonríes y lloras, en silencio. Caen lágrimas por tus mejillas, ruedan y finalmente se estrellan contra la ropa que llevas puesta.

 

- Keru... - Me acerco a tí. Mi mano derecha limpia tu rostro. Quiero hablarte, decirte que no me importa, pero no soy capaz. Una parte de mí quiere tomar esa oferta. ¡Maldita sea! ¡Quiero ser padre, pero contigo! Que sea de ambos. Que lo cuidemos, que lo criemos. Iba a abrir mi boca, pero Yamato comenzó a hablar por el micrófono y su voz resuena por el lugar gracias a los enormes parlantes.

 

- Quiero darle las gracias a todos los presentes, también a la prensa por interesarse en este acto de beneficencia que estos chicos han querido hacer, por una maestra enferma y sus dos hijos, un bebé de apenas 3 meses y un muchacho de 8 años – Yama, siempre explicando todo. No cambia... – Para un hijo, un pequeño niño, es muy difícil entender por qué pasan esas cosas. Piden a Kami por misericordia, salud, favores, pero esta vez quiero que unamos nuestras oraciones por esa familia que lucha contra una enfermedad incurable. Y por ese niño, que no quede desamparado por esta sociedad – Yama junta sus manos, en forma de rezo, y todos te imitan – De mi parte, dedico esto a mi hermano menor, Takeru. Sé lo mucho que le gustan los coros de niños. A todos nos gustaría tener un hijo o hija que pueda cantar tan fabuloso como este coro de ángeles – Sonríe.

 

Tu hermano también lo sabía. También tienes el sueño de tener una familia, y antepusiste tu felicidad a la mia, dándome la opción de traicionar tu amor con alguna mujer dispuesta a darme lo que busco.

 

Tomo tu mano con fuerza, y nos disponemos a escuchar. Sigues llorando, lo sé, en silencio. Me duele verte así, porque no has recibido una respuesta mía, y temes escuchar algo que no te agrade porque discutimos al llegar acá.

 

- Si quisiera una familia, sería contigo, nunca con una mujer, Keru – Te susurro al oído, y un ligero estremecimiento te hace revolver en la silla – No llores, y disfruta del concierto – Te abrazo por los hombros y te acerco a mi pecho, donde siento que tu respiración se calma. Tienes los ojos cerrados y escuchas atentamente cada canción que interpretan.

 

Se que he sido un egoísta al no pensar en tu felicidad. Mis pensamientos me traicionaron, y pensé en tomar lo que me ofrecías. Soy un tonto. Pero un tonto enamorado de mi Takeru.

 

Las 8 canciones del repertorio terminan. Vítores y aplausos de la audiencia ensordecen el ruido ambiental. Mi Take se incorpora, ya calmado, y aplaude también.

 

- Agradecemos su presencia – Taichi es quien habla ahora – Quienes deseen contribuir con la noble causa de este coro hacia la familia de uno de sus amigos, pueden acercarse al profesor a cargo – Señala a un señor de unos 55 años, con algunas canas, a un costado del escenario, frente a un escritorio – O a la cuenta que pueden ver por sus televisores, directamente a la madre de estos dos chicos – Al escenario sube un niño de cabellos violetas y ojos del mismo color. En brazo, lleva muy arropado a su hermano, un bebé.

 

Mucha gente comienza a moverse hacia el profesor. Otros, se retiran sin hacer movimiento alguno. Yo decido tomar tu mano y acercanos a Taichi y a tu hermano.

 

- Vamos a conversar con ellos – Te digo, y me acompañas. Cuando llegamos cerca de ellos, un guardia nos impide el paso – Motomiya Daisuke – Me identifico, y el guardia nos permite pasar hacia el escenario. Taichi nos ve llegar, está feliz, pero cambia su semblante a uno serio, y me mira enojado.

 

- Daisuke, ¿Por qué Takeru estuvo llorando? - Me interroga. Olvidé el pequeño detalle de los ojos rojos en mi novio - ¿Qué le hiciste? - Su mirada acusadora me hace retrocer. Es muy raro que se enfade conmigo - ¿Take? - Lo miras a él, esperando una respuesta.

 

- No te preocupes, Tai. Ya pasó – Sonríes, tratando de calmar el ánimo de mi mejor amigo. Sabes que puede ser muy sobreprotector contigo, o conmigo - ¿Qué tal las contribuciones? - Intenta cambiar el tema. No parece convincente.

 

- Hablaremos de esto por la noche, pasaré a visitarlos – Taichi está muy serio. Se preocupa, es lógico, pero debería darnos un poco de privacidad – Al parecer están andando bien... Convencí a Yama de que por cada un dólar que aporten, la empresa pondrá diez – Levantó su dedo pulgar en aprobación por su logro obtenido – Miren, les presentaré a los chicos – Se acercó a la escalera y llamó al muchacho con el bebé – Daisuke, Takeru, les presento a Zakary y su hermanito Ren -

 

- Un placer conocerlos – El chico muy educado hizo una pequeña reverencia.

 

- El gusto es nuestro – Takeru se acercó a saludarlo.

 

Conversaron a gusto, incluso yo intervení algunas veces. Zakary es muy inteligente, y cuida bien de su hermano pequeño. Takeru le pidió tomar al bebé en brazos, y aceptó, aunque dándole indicaciones de como tomarlo apropiadamente.

 

Taichi se alejó y fue a donde el profesor. Yamato trataba de contener a la prensa y dispersando a los curiosos que no querían más que escuchar algo privado. Zakary miraba preocupado la distancia que tenía Taichi, pero no iba a alejarse de su hermano. Preferí preguntar qué le sucedía y qué le preocupaba.

 

- El señor Yagami nos había dicho que podríamos irnos al hospital, con nuestra mamá, cuando terminara el concierto -

 

- Nosotros te podemos llevar – Takeru se acercó y se ofreció – Daisuke, avísale a Taichi y que si vendrá por la noche, que traiga algo para beber – Indicó, y comenzó a caminar con el bebé. Zakary me observó confundido, luego a Takeru, y lo siguió. Suspiro y me acerco a Taichi para comunicarle lo que Keru me ha pedido.

 

- Taichi – Lo llamo, algo desganado – Llevaremos a Zakary y su hermano al hospital. Si vas a la noche, lleva algo para beber – Repetí lo que mi rubio novio me pidió.

 

- ¿Vino, champagne o algo más informal? - Se enderezó para hablarme – Optaré por el vino, me gustan las cenas de Takeru con vino – Se llevó una mano al mentón, pensativo.

 

- En casa te contamos lo que pasó hoy, no vuelvas a preguntar – Me antepuse a lo que iba a preguntar, porque conozco demasiado sus expresiones – Nos vemos – Levanto mi mano y me giro.

 

Camino y pienso en el cariño que le daba Takeru a ese bebé. Se ve lo mucho que le gustan los niños, aunque pretenda demostrar lo contrario. Cuando llego al automóvil, ya estaban adentro, esperándome. Zakary llevaba al bebé en la parte de atrás, Takeru iba a conducir, por lo que me limité a ubicarme de copiloto. Zakary ya le había dado indicaciones a Take de dónde ir, por lo que el viaje transcurrió tranquilo, en silencio y muy agradable. De vez en vez, Ren se quejaba o suspiraba, tomando aire, lo que me hacía gracia en cierto modo.

 

Llegamos y decidimos acompañarlos a ver a la dichosa madre.

 

- Así aprovechamos de ir de parte de Taichi y Yama – Le expliqué esbozando una sonrisa a mi Keru.

 

Nos adentramos en el amplio edificio. No era comparable con la clínica donde estuvo Taichi, pero cumplía los requisitos para mantener a enfermos de manera cómoda y atenderles perfectamente. Espero que los fondos que se recolecten sean suficientes para darle una mejor atención y más comodidad a la madre de esos chicos. Quizás sea poco el tiempo que tenga. O mucho, eso no lo sabemos a ciencia cierta.

 

La habitación 506-C correspondía a la señora Mikumi Tohsuki (1). Ese era nuestro destino. Zakary abrió la puerta y nos invitó a pasar. Lo que encontramos adentro fue realmente doloroso.

 

La habitación no tenía más que un simple ramo de flores frescas. La madre estaba con varias conexiones intravenosas, una mascarilla que le ayudaba a respirar y su cabeza tapada con una pañoleta color violeta.

 

- Hola, mamá – Zakary saludaba a su madre y ella despertaba. Tenía unos ojos burdeos muy lindos, llamativos por donde se mirase – Vengo con más visitas. ¿No te molesta? - Preguntó muy tiernamente. La madre negó suavemente con su cabeza y sonrió tenuemente – Ellos son Daisuke – Me señaló y yo me acerqué a la madre de Zakary y Ren – Es el mejor amigo de Taichi. ¿Recuerdas que lo mencionó? Pues, vino a verte – Estaba muy emocionado explicándole, se le notaba en la voz – Y el señor rubio de ahí es Takeru. Es el hermano menor de Yamato-kun, y el novio de Daisuke – No pude evitar sonrojarme un poco cuando dijo eso, y la madre sonrió otra vez – Tengo que mudar a Ren, ¿Pueden cuidar a mi mamá? Me tardaré un poquito nada más – Nos miró a nosotros, sin poder negarnos ante esos orbes violetas tan inocentes.

 

- Disculpen a mi hijo, es un niño muy activo – La señora Mikumi nos hablaba una vez que el menor salió de la habitación.

 

- No debería hablar, señora – Le dije – Tiene que guardar fuerzas -

 

- No te preocupes por mí – Me sorprendió eso – Quiero que se preocupen por mis hijos, por favor – Eso me sorprendió aún más. Nos miramos con Takeru y ella pareció entender nuestra preocupación – A mi no me queda mucho y no puedo cuidar a mis hijos... Y ustedes parecen ser buenas personas, como Taichi y Yamato-san –

 

- Disculpe, señora Mikumi. ¿Y el padre a ambos? - Mi pequeño ángel parecía interesado en el asunto.

 

- Nos abandonó cuando se enteró de mi enfermedad. Y también descubrí que tenía a otra mujer – Su voz de pronto sonaba muy apagada – Su amigo y su hermano me dijieron que juntarían fondos para mí, pero en realidad son para mis pequeños. Me gustaría que quien los adoptara, no se viera en la obligación de mantenerlos – Su historia cada vez me parecía más y más triste. Sólo buscaba la felicidad de sus hijos, no la suya propia – Yamato-san me prometió que les buscaría una buena familia – Una lágrima corrió por la mejilla izquierda de la señora Mikumi y sentí como mi corazón de contrajo.

 

- Estoy seguro que mi hermano le buscará una familia que los quiera tanto como usted se preocupa por ellos, Mikumi-san – Takeru, siempre tan optimista. Tú albergas la esperanza de que todo saldrá bien. Y lo mejor es que siempre resultan bien las cosas que te propones.

 

Acompañamos durante toda la tarde a la familia Tohsuki. Los tres se veían realmente felices y muy unidos. Era increíble que una enfermedad terminaría por separar un lazo terrenal tan fuerte como era el de una madre para con sus hijos. Incluso parecía injusto.

 

Espero, de todo corazón, Yamato le encuentre una buena familia a esos dos chicos. Con Takeru, haremos felices los últimos momentos que tengan juntos físicamente los tres.

 

Y eso fue por 3 cortos y rápidos meses.

Notas finales:

¿Les ha gustado?

Con esto, rompí una promesa personal que tenía. Había dicho a mi propia persona que no escribiría una escena así si antes haber publicado al menos una en mi Fic principal, Eternal Dream (De Fullmetal Alchemist), entre Edward y Alphonse.

Espero sinceramente les haya gustado. Para el próximo capítulo, preparen sus pañuelos, porque si yo, que lo escribí sentí ganas de llorar al irlo planeando en mi cabeza, no quiero pensar qué pasará por la mente de ustedes.

¿Punto de Vista? Takeru Takaishi (Acá, en Coffee Break, Takeru Ishida)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).