Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De príncipes y plebeyos por Eruka Frog

[Reviews - 57]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Gao. Bueno, por fin terminé este capítulo. Lo hice en muchos retazos y al final los junté e intenté cubrir las costuras, a ver si ya no se nota mucho. Ya he contestatado todos los reviews, de verdad se los agradezco. Tanto a las personas que ya es usual que comenten como a las que recién lo hacen, de verdad me emociona.

 

 

Cuanto menos poseemos, más podemos poseer.

Madre Teresa de Calcuta

Capítulo VII: Esos que tienen poco más que el orgullo

 

A él nadie lo quería.

 

Era una verdad tan innegable que se había endurecido alrededor de esa idea. No se trataba sólo de lo patético que resultaba como persona para otras personas, sino que ya ni siquiera le importaba.  No quería amigos porque estaba bien con lo que era, sin las etiquetas de huérfano, tonto o ingenuo. Era él y ya, y debido a esa aceptación que se tenía como ser vivo, era que no necesitaba que alguien más llegara y lo quisiera.

 

Estaba bien rascándose como podía, cuidándose las espaldas él mismo y viviendo para sí.

 

Cuando sus padres habían muerto, él se sintió solo por primera vez en toda su vida. Era un proceso lógico, suponía, pero nadie que no lo haya vivido podría entenderlo. Tenía 12 años y una vida por delante, pero el panorama de esa vida no resultaba precisamente tranquilizante. Su madre no tenía  ni hermanos ni padres y su padre había nacido en las lejanas tierras canadienses y no tenía contacto con su familia. La única persona que hasta cierto sentido podía responder por él, era un amigo de sus padres, Jiraiya. Un escritor de novelas eróticas con cierta fama,  que de alguna manera se había hecho  cargo de él.

 

De cierta manera porque no dejaba de ser un alcohólico, y antes de lidiar con el hijo de su muy querido amigo, tenía que lidiar con sí mismo. Y de tomos modos, ya hacía más de lo que le tocaba, pues le pasaba un poco de dinero cada mes y encima le  había ayudado a entrar a esa prestigiosa escuela, gracias a su amistad con la temible directora Tsunade. La mujer, al conocer su historia, no sólo le había ayudado a recibir una rebaja de casi el 80% de la anualidad, sino que le había puesto a un profesor (Iruka) para  mantenerlo vigilado y, supuestamente, no dejarlo a la deriva. Un gesto que si bien agradecía por la intención, le resultaba irritante en la práctica. Iruka estaba tan por la tarea de vigilarlo, que incluso le había dado clases de repaso por la mañana y luego, el día anterior, había arreglado que un chico de su clase, llamado Shikamaru, fuese su tutor.

 

Daba lo mismo, pensaba sonreír y dar las gracias, pero no era tan tonto como para pedir más.

 

Se sentía mal. Mal interiormente, y ahora que había pasado casi una semana alimentándose solo de arroz, ese malestar era tanto interior como exterior. No le gustaba sentir esa necesidad de contacto, aceptación y cariño, pero su personalidad le impedía sentirse de otra manera. Claro que podía negarse a la cercanía emocional de las personas, porque al final  siempre sentía de una manera tan intensa que era todo lo que lograba, pero al mismo tiempo parecía que el muro tenía sus aberturas, que cada vez se hacían más grandes. Y entonces, la contradicción entre amar su soledad y ansiar el contacto, se volvía insoportable.

 

-Luces mal –dejó caer Sasuke. Se había acercado hasta la jardinera en donde devoraba su precario almuerzo. Instintivamente, cubrió su comida. Todavía no se acostumbraba a ese Sasuke atento y no violento. Menos con lo sucedido en el aula.

 

-Estoy bien –repuso. Sin embargo, el moreno  retiró con una suavidad firme su mano de su comida,  frunciendo el ceño al observar lo miserable de éste.

 

-No estás solo –sentenció. Sus palabras se fueron hacia el filo del abismo en donde se encontraba, y aunque no pensó ni por un segundo en su veracidad, lo cierto  es que lo ayudaron a asirse de algo.

 

Estaba solo, pero si Sasuke iba a ofrecerle la caballerosa farsa de un romance real, no sería él quien se lo negase. No importaba nada, ni ser lastimado ni ser amado, porque Naruto, igual que todos los chicos de su edad, se sostuvo en la triste creencia de que no podría empeorar.

 

El más alto se acercó a él, que se mantuvo firme y con los ojos fijos en los del color del ébano. Suavemente, como si creyera que de otra forma terminaría asustándolo, rozó sus labios con los suyos.  Con amarga convicción, estuvo seguro que Sasuke no lo asustaría más a paritr de ese momento. Cerró los ojos con fuerza mientras el moreno le mordía los labios. El descanso seguramente acabaría pronto, pero Sasuke no daba señales de detenerse.  El día anterior se habían besuqueado durante cerca de dos horas, parando apenas a tomar algo de aire, quizá ahora planeaba algo similar.

 

Veía los profundos ojos negros, que también lo veían a él, ye pronto se dio cuenta de que lo importante no era  saber si era o no verdad que Sasuke lo amaba, sino saber si el moreno de verdad lo creía. Y era así, porque aquellos abismos profundos estaban totalmente sumisos, quietos y… sinceros. Sasuke creía que lo amaba, y Naruto comenzó a preguntarse por qué demonios lo creía.

 

-Vale –seguro el bruno creería que se trataba de un balbuceo confuso o hasta de una respuesta soberbia, pero lo cierto era que era una oración incompleta, en realidad quería decir “vale, te creo”. Nada más que eso, aunque probablemente también querría saber lo que pensaba hacer el moreno con ello.

 

-¿No quieres saber por qué? –interrogó ambiguamente, sujetándole los hombros con algo de hosquedad. Quizás era desesperación, pero ahora que se sentía tan apegado, en realidad no le importaba-eres la primera persona que me hace preguntarme qué demonios pensará de mí…

 

Qué ridículo, porque después de todo el abuso al que lo había sometido, le parecía que debería quedar muy claro lo que opinaba de él. Sasuke seguramente era el tipo de persona que está tan fascinada consigo misma, que es incapaz de darse cuenta de lo hijueputa que es. Nuevamente, no era importante lo que en realidad Naruto opinara de Sasuke, sino lo que parecía verdad. Esperaba ahí una respuesta a una pregunta implícitamente formulada, y el rubio se dio cuenta de que tenía muchas posibles respuestas, a cual más descabellada.  Él no sabía mentir, era demasiado torpe para ello, y además resultaba que no quería mentir.

 

-Eres desagradable –respondió con firmeza-siempre te metes conmigo…  y piensas que me gustas.

 

No importaba la verdad, importaba lo que parecía verdad.

 

-Soy como el niñato que le alza la falda a la niña que le gusta –respondió con una sonrisa un tanto siniestra.  Sasuke sonriendo era una imagen agradable, lucía guapo y como una persona normal,  pero también lucía escalofriante porque no era algo a lo que estuviese acostumbrado.

 

Pero era fácil

 

Era todo fácil. Y él, que tenía que luchar día a día, agradecía las cosas sencillas.  Sasuke, así como era el tipo de chico que puede meterse con todos y destruirlos sin parpadear, era también el  tipo de chico que puede proteger a quien le dé la gana. No es que necesitara protección, pero  la idea de ser amado por Sasuke, o de que Sasuke creyera que lo amara, era realmente atractiva.

 

De la necesidad nacen las ideas, y aunque creyera no necesitar nada más que su propia fuerza, se le acababa de ocurrir la idea más siniestra de todas.

Porque no tenía nada que perder.

 

Incluso aunque Sasuke pareciera empeñado en dárselo.

 

**

 

 

-Mmmm…-gimoteó, y a Sasuke le preció que sonaba como un gatito  herido. Realmente, Naruto era lo más erótico que había conocido. Tembló un poco cuando sintió su mano bajar por su abdomen, y él no resistió más. Lo cargó en brazos hasta el sillón de tres plazas de la sala de su hermano. Itachi tenía que ir ahí esa tarde, pero lo había convencido (como siempre) de que fuese otra tarde y no esa. Había tomado la ahora saludable mano de Naruto, que gracias a sus atentos cuidados había logrado ganar algo de peso.

 

Había pasado de 48 a unos casi sanos 52 en un mes.

 

-Te amo –susurró con pasión, sacándole por completo la camisa del uniforme, que igual ya estaba tan arrugada que daba lo mismo si la quitaba con un poco de brusquedad. Naruto se quejó débilmente pero no apartó sus labios de los suyos. El rubio era un poco llorica a veces, cosa normal si se tomaba en cuenta lo bruto que se ponía Sasuke. Pero no podía dominarse. Tenía que pasar siete horas sentado detrás del blondo, soportando la ansiedad de tocarlo, besarlo y corromperlo, por lo que apenas ponían un pie en lo que ya era su picadero oficial, se arrojaba sin premura sobre él –sácatelo, joder, vamos –apuró,  desabrochando casi con rabia los pantalones, urgiéndolo para que levantara las caderas.

 

-Espera –se irritó el más bajo, molesto porque Sasuke siempre quería llegar al premio mayor. El moreno, indiferente a sus palabras, terminó por bajar los pantalones y los calzoncillos a la par, arañándolo en el proceso – ¡Que pares, idiota! –se molestó. Sasuke lo miró esta vez con rabia definitiva, incisivamente. –Tengo hambre –repuso, sin saber qué más decir. Sasuke lo hacía llegar a un sitio en donde sólo existía el placer, pero le irritaba que se creyera que podía hacerlo cuando quisiera.

 

-Ya. Yo también  –repuso lascivamente, mirando el semi-despierto miembro del rubio. Entrelazó sus propias manos con las del rubio, y serpenteó sobre su cuerpo hasta posicionar su boca a unos centímetros del miembro, que comenzaba a erguirse. Naruto era cohibido en gran medida, quizás porque era todo nuevo para él, pero resultaba claro lo mucho que lo excitaba ser el centro de su atención. Sin pensarlo más,  comenzó a repartir suaves besitos en la punta. Dio un besito más y el rubio, que ya gemía sin control, se removió debajo de él-¿te agrada? –interrogó con maldad.

 

-Sí, pero te he dicho que pares - le recordó, irritado. Logró deshacerse de un muy molesto Sasuke, que sin embargo no lo detuvo cuando fue a ponerse la camisa y se subió los pantalones. –Prometiste ayudarme a estudiar.

 

-Lo haré  –repuso-después - intentó acercarse, pero Naruto ya se dirigía a la cocina. De algún modo Naruto y él eran pareja, no  sólo ante sus propios ojos, sino que cuando Karin, que al parecer los había visto o escuchado, no había parado de contarlo. La desafortunada pelirroja seguramente pensaba  que él (Sasuke) lo negaría tajantemente, avergonzando al rubio, pero lo cierto es que ninguno de los dos le había tomada más importancia que confirmarlo con su silencio.  Y luego, claro, reafirmarlo con una par de escenas románticas.

 

Causaba especial revuelo que Sasuke, quien era considerado tan inalcanzable que la mayoría de las chicas ni se molestaban en acercarse, hubiese elegido como objeto de sus afectos precisamente a un chico que el resto del mundo o bien compadecía o bien desconocía. Era como ver, a diario y frente a ti, un drama especialmente soso. Sai, por el contrario, animaba su relación con tanto entusiasmo que Gaara usualmente terminaba por irse. Al gránate le daba exactamente igual su relación, o eso decía, pero Sasuke lo había descubierto mirar a Naruto con la desconfianza pintada en sus frías facciones.

 

Naruto era una pareja un tanto inusual, y no sólo porque era (eran) nuevo en eso de la homosexualidad. El rubio aceptaba su relación casi pasivamente, pero se negaba a ser cariñoso o a tomar la iniciativa. Lo enloquecía, simplemente. Nunca había deseado con tantas fuerzas que alguien lo mirara y se desviviera por él. Y sabía que el blondo lo tenía por los cojones, porque al final, el que quiere más, pierde.

 

Pero daba exactamente lo mismo, porque él, que sí tenía algo que perder, le parecía un precio justo dar todo por Naruto.

 

 

 

**

 

Al que le excitaba tener relaciones en el baño, era a Gaara, aunque lo negara. Sí, es verdad que Sai había sido el  de la idea, pero el bermejo no dejaba de provocarlo. Era curioso que él, que sentía tanto asco formándose en la inocente fila de la cafetería, no sintiera más que lujuria al estar apresado entre el delgado cuerpo de Sai y la pared del cubículo. Eso, mientras en clase sus profesores se preguntaban dónde estarían. O un estudiante apurado maldecía a quien quiera que hubiese cerrado la puerta de los baños para hombres.

 

-Más fuerte –gruñó ante los labios del moreno, que se presionaron contra los suyos apenas terminó de hablar. A Sai no le gustaba que le dieran órdenes cuando tenían sexo, era demasiado dominante para ello, por eso su relación funcionaba bien.  En su vida “corriente” el pelirrojo podía gritarle que lo alzara para tomar algo o que fuera por su almuerzo,  y seguramente él sonreiría y acataría con agradable disposición, pero nunca aceptaría órdenes, sugerencias o   inocentes peticiones cuando se trataba de follar.

 

-Así está bien –replicó, bajando el ritmo y enterrándose más suavemente, para su desesperación. No obstante, al poco rato terminó por venirse. El bruno lo siguió y luego se quedaron abrazados, haciéndose cariñosos y conocidos mimos. Gaara llevaba prácticamente toda su adolescencia queriendo a Sai, y dado que era lo mejor que le había pasado, casi podía decir que su vida, en realidad, había empezado en el momento en que comenzaron a quererse.

 

-Deja de ver a Naruto –demandó Sai, abrochándose el pantalón. El pelirrojo se lavaba rutinariamente las manos, pero lo miró con desdén a través del espejo.

 

-Se está aprovechando de Sasuke –aseguró. Era una discusión ya común entre ellos.

 

-¿Y qué?  –Interrogó, hastiado-él lo sabe y hasta donde sé, le da igual.

 

-No lo sabe –negó. Se sentó en el lavabo con esfuerzo, porque éste era muy alto. Aún faltaba casi media hora para que se acabara la clase de Iruka, de la que habían escapado –cree que Naruto simplemente lo quiere menos, pero el muy idiota piensa que eso se soluciona; no será así. Conozco a los sujetos como ese rubio, tienen algo de retorcido dentro de ellos.

-No es usual que a ti te importe la gente –rebatió.

 

-Sasuke no es gente –repuso, con un ligero toque de humor.

 

-Eso te lo acepto –sonrió.- Mira, da igual, no veo qué podría sacar  Naruto de Sasuke.

 

-Control –respondió muy seguro-y no lo culpo… -terminó por admitir.

 

Lo que no admitiría nunca, es que más que preocuparse por Sasuke, que al fin y al cabo tenía todo el amor de una familia y la admiración de toda una escuela, se preocupaba por Naruto, se preguntaba  si éste aguantaría otro golpe.

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Y bien? a ver si les gustó.

Ya les había dicho que intentaba jugar con los clichés y deformarlos, creo que mal que mal lo estoy logrando, pero ya me dirás sus impresiones.

 

Cualquier cosa, un review o bien, me agregan y hablamos OwO de hecho, traigo ganillas de hablar de fanfics (no los míos, los que sean).

Kissus ^x^

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).