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Muerte no violenta por Bleryaoi

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Notas del capitulo:

Hola, Hola, les dejo el cap.

Derrotaron al espectro con facilidad, pero todavía quedaban demasiados, eran 108 estrellas malignas después de todo, solo restaba ayudar a los aldeanos a reconstruir un poco, y para sus suerte el ya había culminado con sus deberes, tendía un poco de tiempo para recorrer el pueblo antes de que Albafika le buscara para irse-señor dorado!-Manigoldo se giro y miro a un hombre intentado jalar una enorme carreta llena de cosas-siento muchísimo pedirle esto…pero-El caballero de Cáncer puso las manos en su cintura suspirando, ya había trabajado todo el día.

-No hay problema-Manigoldo tomo el lugar del señor y empezó a seguirlo, era un poco injusto, pues el ya había trabajado suficiente, sin embargo, ese era su deber. Estaba demasiado aburrido para su gusto, Tenma, Yuzuriha y Yato siempre estaban fuera, se les había hecho costumbre perderse desde que la guerra acabó, Asmita, con lo directo que era, siempre le corría, “Adoro mi privacidad cuando Defteros y yo estamos en la cama, así que, VETE”, Defteros se tapaba la cara con una mano, ignorando el comentario, por más demonio que fuera, Asmita prácticamente ya no lo dejaba salir de su templo.

El tedio de la rutina empezaba a ganarle-hey!-la voz de una mujer le despertó de sus pensamientos-eres un chico muy guapo-Manigoldo le sonrió pícaro, hace mucho que nadie le alagaba-mi papá se está aprovechado de ti-la mujer le lanzo una mirada amenazadora al señor que ayudaba-ese trabajo es para hacerse en dos semanas, como te vio no pudo evitar pedírtelo-La cara de Manigoldo quedo petrificada, ese sujeto…

-Hey tu!-le grito cuando empezaba a escabullirse-no sabes quién soy o que!?-le hubiera dejado colgado, si no fuera porque  ya habían llegado a la tienda del señor.

-Por supuesto que si señor dorado!-el hombre se asusto mientras su hija le recriminaba con la mirada-este…puede tomar lo que guste-El peliazul resoplo, que le iba a hacer?, mejor que se alegrara y empezara a buscar algo.

-Tenemos muchos tipos de artículos-la hija del dueño lo acompaño, parecía muy atenta-es una tienda donde la gente siempre encuentra un buen obsequio-definitivamente era muy variada, extrañas plantas florecían en unas masetas viejas, por un momento pensó en Albafika.

-Obsequios…mmm…tal vez quiera algunos, uno…mejor dos-pesó quien podría recibirlos, quizá hasta un provecho podría sacar de ellos, miro por toda la tienda, hasta que finalmente llego el atardecer.

-No encontró nada de su agrado?-la chica pregunto acercándosele, los ojos de Manigoldo estaban fijos en una pequeña estatuilla de jade, un dragón chino enredado, era de buen tamaño, ni muy grande ni muy pequeño.

-Sí, pero…-aun le faltaba uno, y por más que buscaba no daba con nada que le interesara-es que mi otro amigo no es muy fácil de complacer, tienes algún ajedrez fino?-tomo la estatuilla del dragón y se la entrego a la chica.

La mujer pensaba pero no recordaba haber conseguido alguno-Sí tenemos joven dorado!-su padre entraba nuevamente, estuvo perdido un tiempo, acomodando las nuevas adquisiciones-pero es demasiado caro…-Manigoldo ya lo esperaba, afortunadamente tenía el dinero suficiente para lo que fuera, ganaba dinero en ese tipo de trabajos, más nunca tuvo en que gastarlo.

El hombre entro a su bodega y salió con una caja llena de polvo y del tamaño de una mesa de tocador-esta seguro?, yo no soy un experto, pero mi amigo seguro que se enoja si ve que es una baratija-el hombre rápidamente le sacudió con cuidado y lo abrió, dentro se encontraba un tablero de ajedrez, justo como lo había dicho.

La sonrisa del hombre se ensancho en orgullo-por supuesto que vale la pena!-empezaba acomodarlo y le entrego una pieza a Manigoldo-las piezas son de lazulita con base de la plata más fina, y todas tienen un detalle de diamante en su estructura-Manigoldo podía observar al rey y reina con su corona adornada con la piedra mencionada por el hombre-sus colores no se han gastado en lo más mínimo, y su tablero esa hecho de palo de rosa, la madera más fina que pueda conseguir-Manigoldo empezó a buscar entre sus cosas la pequeña bolsa con su dinero.

La mujer ya había envuelto al dragón en unas telas y colocado en una pequeña bolsa-con esto bastara?-lo dueños de la tienda se quedaron boquiabiertos, sobre su mostrado cayeron varias monedas de oro-claro esto es solo por el ajedrez, pueden cobrarme el dragón después-era evidente que por más fino que fuera el juego, el pago de Manigoldo sobraba, era un pequeño saquito lleno de monedas.

-Por esto puede llevarse muchas más cosas-la chica interfirió antes que su padre le intentara timar-le gusto la flor de Suzuran verdad? Llévesela, estoy segura que no morirá con usted-Manigoldo la miró, el había escuchado que aquella flor limpiaba los venenos, el patriarca se lo dijo, seguramente por eso a Albafika le atraía tanto la misión.

Finalmente tomo sus cosas, el tablero, la estatuilla y la flor de Suzuran-gracias!-Manigoldo noto lo tarde que era, su compañero le mataría, claro, si es que no lo había abandonado-diablos! Creo que sí se fue-dijo mirando por las afueras del pueblo, estaban rodeadas de un hermoso jardín de Suzuran, según la chica, esa flor no debía se arrancada por los visitantes, pues era el símbolo de su pueblo, la flor que llevaba era un obsequio y debía tenerle muchos cuidados.

En su resignación empezó a caminar al santuario, ese muchacho no era para nada amigable, no entendía por qué el patriarca se empeñaba en mandarle de misión con él-Manigoldo!-escucho un grito a lo lejos, miro para atrás, para su sorpresa Albafika iba detrás suyo-no crees que deberías esperarme?-enojado como de costumbre avanzo hasta darle alance, lo examino un poco, Manigoldo llevaba una bolsa grande y una flor-…no fue un viaje turístico-el caballero hizo una mueca disgustado, más no le contesto-…la que llevas es una flor de Suzuran?-Albafika, totalmente ajeno a su persona le estaba hablando.

-Ajá-sería mejor no meterse en más problemas con él, entre más distante, menos problemas.

Albafika se acerco molesto, no le estuvo esperando todo el día para que se fuera sin él-pues está prohibido tomarlas-el siempre quiso llevarse una, pero la gente al tenerla hay mismo, no se tomaba la molestia de trasladarla a una maceta y mucho menos en hacerle un obsequio similar.

-Me la regalo una chica-el no era de los que se metían en problemas, por lo menos no gratuitamente, y si se llevo la flor fue por la amabilidad de la chica y su padre, aunque pensándolo mejor, el no tenía la menor intención de cuidar una flor, siempre detesto su olor, era fragante y hermoso, a diferencia de él, con su constante hedor a muerte, podía pasar imperceptible para los demás, pero a él siempre lo seguiría-te gusta?-Albafika tenso su rostro, si empezaba con lo de Shion otra vez-la flor, te gusta la Suzuran?-Albafika se quedo pensativo, y asintió-jajaja, te da envidia que me la hayan dado a mi verdad?-el caballero de Piscis pensó que haría otra cosa.

Albafika se paso de largo, mejor se apuraba, ya llevaban casi una semana fuera del santuario, no permitiría que Dohko le ganara a conseguir la atención del guardián del primer templo--Shion era muy cambiante, era un gran hombre, pero nunca mantenía nada seguro, bien podría estar feliz y al otro momento totalmente serio, nada que ver con el mequetrefe que le acompañaba, tan transparente como el agua.

-Hey!-Manigoldo estaba demasiado cerca, nunca le considero, pero era verdad, tenía un atractivo especial, no comparado con Shion por supuesto-ten-Albafika recibió la flor por la fuerza-la verdad ya tengo suficientes responsabilidades para encargarme de una flor-además de algunos fantasmas que tiraban toda su casa por la ventana.

Albafika le miro unos instantes y sin pensarlo mucho junto sus labios con los de él, el besó no duro demasiado, ni fue más allá de un roce, sin embargo el pelilargo suspiro al terminar-sabes…si lo de Shion no funciona, podríamos salir-Manigoldo apretó fuertemente su puño, escucho otros pasos acercársele, estaban a las afueras del santuario, pudo imaginarse de quien se trataba-qué te pasa!?-Abafika sintió como le levantaba  del cuello, los ojos de Manigoldo destellaban como en sus batallas y su sonrisa mostraba desprecio contra su persona.

-Mira, “chico hermoso”-Manigoldo se acerco a su oído, escucho la voz de Shion cerca-no vuelvas a ponerme una mano encima si no quieres que te desfigure esa cara que tanto presumes-lo soltó velozmente antes de que el primer caballero llegará-…Shion…-paso de largo en dirección al templo, el lemuriano seguramente fue a recibirle, por él, que los dos se quedaran juntos.

Shion no pudo ver bien lo que paso, la mirada de Albafika estaba fija en la figura que se alejaba-mmm?-Shion le dio un beso a Albafika, pero solo en la mejilla, cosa que despertó a la curiosidad en el peiazul-a que viene eso?-quien diría, lo que hizo Manigoldo no fue del todo malo.

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En la casa de Cáncer un lio estaba en una de las antesalas-Idiota!!-un puño se estrellaba contra una muralla, como permitió que ese tipo le tocara, odiaba su presencia, su olor, su belleza-No, no es eso…-Asmita también era hermoso y Yuzuriha igual, lo que en verdad le molestaba era ser tratado como basura, como algo a lo que pudieran tirar o recoger sin menor problema, no era el segundo plato de nadie, y menos de uno de los amantes de ese lemuriano.

Golpeo una vez uno de los enormes pilares, debía informar al patriarca sobre la misión y el éxito de ella, pero eso lo haría después, en ese momento necesitaba desahogarse de su coraje-maldición!-un golpe tras otro, la roca solida era tratada con sutileza pues si lo intentara, destrozaría ese pilar de un solo ataque--miro su mano, la armadura dorada le protegió todo el tiempo-no funciona-lo que le molestaba era esa sensación en su boca, paso sus dedos por encima, la fragancia de Albafika seguía con él-mejor será que me lave-fue a su cocina y bebió un poco de agua pura, tal vez el sabor quitara la molestia-ah?-miro todo, estaba perfectamente ordenado, justo como lo dejo, pero como?, ¿el fantasma se había ido?-cierto, ni siquiera me molesto cuando entre-se paso un brazo por la boca, las rosas tenían un aroma muy fuerte.

Si continuaba con sus tareas podría olvidarse del asunto, y que mejor que una visita a su invitado de honor, fue corriendo al salón donde olvido los objetos, para su sorpresa estaban fuera del lugar, de seguro le habían llamado la atención-bien!-tomo la caja perteneciente al juego, el otro era para Dohko, cuando llegara hablaría seriamente con él-Thanatos!!-le grito apenas y entro a la habitación, más el silencio fue su respuesta-no te apures hoy no tengo prisa-dejo el obsequio en la puerta y se recostó a un lado de la caja, no quería interrupciones en su sueño y ese era el lugar más tranquilo dentro de su casa-fue un viaje muy pesado…mañana hablaremos…-Manigoldo cerró los ojos, el cansancio por fin le había ganado.

Las horas pasaron con tranquilidad y extraña lentitud, debía despertar, pero la comodidad del suelo era demasiado tentadora, eso, junto con la frescura del sitio eran increíblemente relajantes, quizá ni siquiera entrenara aquel día-es tu boca la que tiene ese olor?-escucho como murmullo, atino a contestar un “si” bastante adormilado, el sueño en ese sitio era confortable, era un sueño  placido y armonioso como nunca había tenido, una sensación helada corrió por su cuello desprotegido, halo aire con inusual necesidad, más sus pulmones solo recogieron más de aquel frio, distinto en varios sentidos al de su compañero de acuario.

El tiempo se detuvo-…ah-Manigoldo abrió su boca, delicioso liquido cayó sobre su lengua, más no lo pudo tragar, espeso y fresco, jugó un poco, no era algo que le empalagara, sonrió cuando esa suave textura, ya no liquida, acariciaba su lengua con paciencia y finitud, era delicioso, por sobre todo único, no quiso que parara, pero la hermosa sensación empezó a alejarse, su boca siguió el frio que dejaba, con lentitud sus parpados se separaron, los ojos más oscuros que hubiese visto estaban a una distancia considerablemente corta, ahora lo notaba, la exquisita sensación era el aliento de aquel ser.

El hombre se puso de pie, su cabello negro cayó en sus hombros, no largo como el de Asmita, pero tan poco corto como el suyo, su traje no era el de monje, una sabana era su vestimenta, arreglada como si se tratara de un traje cesar-desapareció ya?-Manigoldo se había sentado en busca de la continuación de aquel glamuroso beso, tardo un poco en darse cuenta de que le estaba preguntando, hasta que recapacito y noto que el aroma de Albafika ya no estaba…

Notas finales:

Gracias por leer.


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