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Vuelve conmigo por Khira

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Vuelve conmigo

por Khira

Capítulo 5


Por fin había llegado el momento para Hanamichi Sakuragi de demostrar que estaba completamente recuperado de su lesión y que podía jugar al 100%: el partido de práctica contra el Ryonan estaba a punto de empezar. Como este año tocaba hacerlo en Shohoku no habían tenido que desplazarse.

Miró alrededor. Al contrario que en el gimnasio de la preparatoria Ryonan el año anterior, donde apenas había alumnos de Shohoku mirando el partido (Haruko con sus dos amigas inseparables y su gundam), este año en el gimnasio del Shohoku había muchos alumnos de la otra escuela. Pero el motivo no era exclusivamente animar al Ryonan. Sakuragi sabía, y los murmullos que había escuchado mientras calentaba se lo habían confirmado, que todos esos estaban ahí para saber si eran ciertos los rumores: que Kaede Rukawa ya no jugaba en Shohoku. Ni en Shohoku ni en ninguna otra escuela, pensó Sakuragi con amargura.

Ya hacía tres semanas que el kitsune había desaparecido. En el equipo estaban todos desquiciados (incluso el entrenador Anzai había adelgazado por la preocupación), mientras que el resto de alumnos de la escuela parecía que poco a poco iban olvidándose del suceso. Excepto las alumnas, que iban como zombis por los pasillos, seguramente pensando donde estaría su adorado chico de ojos azules.

Entonces se fijó en Sendoh, quien lucía muy serio, mirando las paredes del gimnasio. Éste se dio cuenta de que le miraba y le dedicó una sonrisa, que, sin embargo, esa vez le pareció al pelirrojo algo forzada. Cuando el entrenador les informó, pocos días después de la desaparición de Rukawa, que el partido de práctica contra el Ryonan ese año se retrasaría un poco, Sakuragi se acordó de Sendoh y su descubierta amistad con el kitsune. Esa misma noche consiguió el teléfono del puercoespín y le llamó. Sendoh le contó que había oído los rumores de lo que pasó en el gimnasio del Shohoku, pero en cuanto a Rukawa, no sabía nada de él. Tan sólo le confirmó que quedaban para practicar a menudo, pero eso era todo.

Ese maldito puercoespín oculta algo.

El partido comenzó. A los pocos minutos Ryonan ganaba por una diferencia de 8 puntos, pero no gracias a su capitán precisamente. Sendoh demostró estar aún más desconcentrado que los integrantes del equipo rojo. El entrenador Taoka no dejaba de gritarle desde el banquillo, pero el chico de pelos parados parecía no escucharle.

Quizás sabe donde se esconde Rukawa y se siente culpable por no decir nada.

Al terminar la primera mitad, Ryonan ganaba por 12 puntos. El entrenador Anzai dio las instrucciones para la segunda mitad del encuentro, pero pareciera que las estaba leyendo en un manual de baloncesto. No me extraña que el gordito esté así, pensó Sakuragi, Rukawa significaba mucho para él. Un momento. Porque había hablado en pasado? Maldita sea Rukawa, donde estás?

El partido comenzó de nuevo, pero la situación no cambió demasiado para Shohoku. Acabaron perdiendo por una diferencia de 6 puntos. El único consuelo que tenían era que, a pesar de no estar marcándolo Rukawa, Sendoh apenas había anotado puntos. De hecho el entrenador Taoka lo había sustituido a los 10 minutos de la segunda mitad.

Los jugadores se estaban despidiendo en la entrada de la escuela. Oyó que el entrenador Taoka le decía al gordito algo así como “No se preocupe, seguro que estará bien”. Se dirigió hacia Sendoh, quien esta vez no le ofreció la mano (seguramente recordando que el año anterior no había podido sujetar bien un lápiz en tres días). Sakuragi no se anduvo con rodeos.

- Me mentiste.

- Cómo?

- Estoy seguro que tú sabes algo de Rukawa.

- Porqué iba a saberlo? – Sendoh estaba algo nervioso, lo cual no pasó inadvertido para Sakuragi. Nos cuantos jugadores de ambos equipos se acercaron disimuladamente a escuchar.

- Erais amigos, no?

- Ya te dije que tan sólo practicábamos juntos.

Un pensamiento pasó fugazmente por la cabeza pelirroja.

- Tú lo sabías?

- Que es gay?

- Sí.

- No, no lo sabía. Me enteré por lo de las pintadas – Sendoh agarraba con fuerza su maleta de deporte.

El pensamiento sonó con más fuerza. Hasta ese día sólo se había preocupado por Rukawa, pensando que el autor de las pintadas había sido un gamberro cualquiera de la escuela, que había usado el insulto “maricón” como podría haber usado otro cualquiera.

- Ah sí?

- Sí. Qué pasa?

- Quien te contó lo de las pintadas? – Y si el autor de las pintadas sabía perfectamente que lo que escribía era cierto?

- Eh… pues… un compañero de clase que tiene un primo en Shohoku…

- También te contó exactamente donde estaba cada pintada?

- Cómo dices?

A estas alturas de la conversación estaban ya rodeados por ambos equipos.

- Digo, que antes te he visto mirar lugares muy concretos del gimnasio – Sakuragi se acercaba amenazadoramente a Sendoh, quien empezaba a sudar.

- No se de qué me hablas…

- MALDITO SEAS, FUISTE TÚ, SENDOH!! PEDAZO DE MIERDA! – Sakuragi explotó y cogió a Sendoh de la camiseta mientras le gritaba – ÉL CONFIÓ EN TI Y TÚ TE DEDICASTE A PINTAR NUESTRO GIMNASIO CON INSULTOS!!!

- Basta Hanamichi!! – Haruko y Yohei trataban inútilmente de que Sakuragi soltara a Sendoh. Finalmente otros jugadores les ayudaron y lograron separarlos.

- Esto no va a quedar así, me oyes puercoespín? Como le haya pasado algo a Rukawa te vas a acordar de mí toda tu vida!!

Una vez en el autocar de Ryonan, todos los jugadores comentaban lo impulsivo que era Sakuragi y que cómo se había atrevido a culpar a su capitán de hacer graffitis. Todos menos uno. El asistente del equipo, Hikoichi Aida, miraba a Sendoh muy serio desde el otro lado del pasillo. Sendoh se dio cuenta, y alterado como estaba, le soltó:

- Qué me miras, Hikoichi?

Hikoichi tardó unos segundos en contestar. Cuando lo hizo, fue en un tono muy bajo.

- Sen… capitán. La semana pasada te dejaste sin querer la taquilla abierta. Y cuando fui a cerrártela, me fijé que había dentro un… un spray rojo.

Sendoh miró a Hikoichi como si fuera a matarlo, con lo cual el pobre asistente de Ryonan se asustó. Pero al cabo de unos segundos la mirada de su capitán se relajó, y le sonrió.

- Era de mi hermano. Me pidió que lo escondiera en mi taquilla para que un profesor no le pillara con eso – dejó de sonreír y dijo – yo no fui, Hikoichi.

Quiso creer a su capitán. Pero no pudo.


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