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Dos Fantasmas por Paz

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Dos Fantasmas

Está basado en Slam Dunk, los personajes pertenecen a Takehiko Inoue, no saco ningún beneficio utilizando sus nombres
By Paz

II Parte

 

Como si se pusieran de acuerdo, una tarde, una semana después de la muerte de los jóvenes integrantes del equipo, Yasuda y Kuwata se quedaron después del entrenamiento para practicar por su cuenta.

Sabían que ganar el Campeonato Nacional era difícil sin la presencia de sus dos mejores jugadores, eran conflictivos, pero en la duela daban lo mejor de si mismos y ellos quisieron imitar su perseverancia en practicar a todas horas durante el tiempo libre de que dispusieran.

Cada joven practicaba en un aro distinto, hasta que se desafiaron en un uno a uno. Era muy tarde cuando cerraron el gimnasio para regresar a sus casas.

Yasuharu Yasuda, eran un chico de estatura mediana, 164 cms., cabellos y ojos de color negro, su posición en el equipo era de guardia central, cursaba segundo año de preparatoria.

Toki Kuwata era un par de centímetros más bajo que su compañero, tenía el cabello de un tono castaño oscuro y los ojos marrones, su posición era de guardia, estaba en primero de preparatoria.

Estaban parados en una esquina despidiéndose para separarse cuando se vieron rodeados por la banda de Ryo, los antiguos compañeros de Mitsui, ignorantes que ese lamentable encuentro marcaría sus jóvenes vidas.

-¿Qué queréis? –preguntó Yasuda, ocultando el temor que sentía, hizo ademán de traspasar el círculo que habían formado a su alrededor, al mismo tiempo que tomaba del brazo a su compañero para arrastrarle fuera de el.

-¡Eh, mirad como le protege! ¿Es tu novio? –preguntó riéndose Ryo, acercándose más a los jóvenes con fuertes risas, al tiempo que le empujaba lejos de su compañero.

-¡Yasuda! –grito Kuwata asustado al ver a su compañero en el suelo. Intento ir en su ayuda, se sintió tomado por los brazos y le impidieron acercársele.

-Estoy bien –se llevó la mano a los labios, se los mordió inadvertidamente al caerse, la palma de su mano quedo manchada de sangre- Estoy bien… -repitió- No es nada serio. No pelees, por favor. –gritó de dolor cuando una patada impactó contra su costado.

 Soportaron las provocaciones porque sabían que si peleaban quedaban fuera del equipo, Ryo pasó de las provocaciones y los insultos a los golpes, sistemáticamente, comenzó a darle patadas a Yasuda, el muchacho intentaba protegerse, los golpes llegaban tan rápidos que le era imposible saber donde iba a darle, a pesar del dolor, escuchaba los gritos y el llanto de Kuwata gritando para que no continuaran golpeándole, solo conseguía soliviantar aún más a la pandilla. Antes de perder el conocimiento por una patada que impacto en su cabeza, vió como su compañero también estaba siendo golpeado sin piedad, en el cuerpo y el rostro mientras dos de ellos le mantenían sujeto para impedir que devolviera los golpes, de pronto, de alguna manera, Kuwata consiguió dar una patada a uno de ellos que se dobló delante suyo, otro levantó su brazo y golpeó con fuerza, vió como el cuerpo se desmadejaba y caía al suelo cuando le soltaron, su rostro lleno de sangre golpeó contra el duro suelo, él también perdió la noción del tiempo, se hundió en la negrura de una noche sin fin.

No lejos de allí un par de jóvenes paseaban por las desiertas calles de Kanagawa, después de practicar en la cancha cerca de la casa de Rukawa, fue entonces que escucharon el estruendo de la pelea que se desarrollaba cerca de ellos.

-¿Qué es…? –preguntó Rukawa.

-Corre… -Hanamichi dio largas zancadas, atravesando varias calles, escuchando los pasos de Rukawa tras él.

Vieron a la banda de Ryo alejarse por una de las calles laterales, estaban lejos para ir tras ellos, además no merecían el esfuerzo de una persecución.

-¡Hanamichi! –el tono alarmado de Rukawa detuvo sus pasos, volviendo sobre ellos. Se acercó hasta él. Miraron a los dos jóvenes tirados en el suelo- Es Yasuda. –recordó su nombre.

-Y este Kuwata –dijo Hanamichi intentando ver más allá de la sangre que llenaba su rostro. Se les ve muy mal. Necesitan ayuda.

-El capitán…

-¿Qué pasa con el Gori?

-Él nos vió. –afirmó Rukawa.

-¿Cuándo? –le miró sorprendido.

-En el cementerio. Date prisa, Hanamichi. Se les ve muy mal.

 Hanamichi deseo estar cerca del Gorila y al instante se encontró en su dormitorio.

-¡Despierta, Gori! –dijo Hanamichi al durmiente. Dio largos pasos alrededor del capitán, salto por encima de él, intento pisarlo, patearle y nada. No había forma de despertarlo. Finalmente cansado y furioso se arrodillo junto a su cabeza, acercó su boca a su oído y gritó con toda la fuerza de sus pulmones- ¡¡¡¡¡¡GOOOORRRRIIII, DESPIERTAAAA DE UNA VEZ!!!!!!, ¿QUIEEEEERES QUE TE PATEEEE EL TRAAAAASEROOOO?

Akagi despertó sobresaltado. Se sentó en su futón al mismo tiempo que sacudía su cabeza.

-Por Kami, estaba soñando con Sakuragi. –murmuró para si ante la figura que flotaba ante sus ojos.

-No soy un sueño. –dijo Hana, al ver su gesto asustado añadió- Déjate de tonterías,  como “Ahhhgg un fantasma” o “estoy viendo visiones” y todas esas monsergas. Es urgente, Yasuda y Kuwata están malheridos –le dió los datos precisos del lugar donde encontrarles- Llama para que una ambulancia vaya a recogerlos. Gori… ¿Me estas escuchando? –preguntó al verle con la expresión desorbitada de sus ojos- GGGOOORRRIIII –chilló nuevamente.

-Si… -se levantó y descalzo y solo con el pantalón del pijama bajo al piso inferior para hacer la llamada. Cuando se volvió estaba solo- Espero que no fuera un sueño –se dijo volviendo a su dormitorio para vestirse.

Una hora después estaba en el hospital. Así supo que Yasuda y Kuwata estaban en el quirófano, los dos se encontraban muy graves, Kuwata que sufría politraumatismo craneal y Yasuda contusiones y magulladuras en todo su cuerpo y una hemorragia interna que los médicos intentaban por todos los medios detener. Su pronóstico era reservado.

Desde el hospital Akagi se puso en contacto con el profesor Anzai y le explicó donde estaba. Este se presentó allí lo más rápido que pudo.

-¿Cómo te enteraste?

-¡Errr! –vió a Hanamichi- ¿Sabes algo? –se olvido por completo de Anzai.

Este pensó que el muchacho había perdido la razón, ya que estaba hablando con la pared. Los acontecimientos de la última semana desbordaban a cualquiera y ahora esto. Sacudió la cabeza con pesar.

-Han detenido la hemorragia de Yasuda. Aun no ha recuperado el conocimiento y los médicos se siente preocupados –le dijo al profesor Anzai.

-¿Cómo…? –no pudo seguir preguntando, apareció un médico y tras el ceremonial saludo, les dijo exactamente lo que comento Akagi. Al quedar solos volvió a interrogarlo -¿Cómo lo supiste?

-No me pregunte, ni yo mismo creo que sea posible. –miró a su alrededor en busca de Hanamichi, pero no estaba, en su lugar estaba Rukawa, que le miraba con expresión seria. Sacudió la cabeza con pesimismo, supo que Kuwata estaba muy grave. El muchacho antisocial, no necesito de palabras para expresar lo peor, sus ojos lo decían todo. Se quedo nuevamente de piedra, al verle atravesar la pared. Se derrumbó en uno de los sofás.

-¿Has llamado a sus familias?

-No. –sacudió la cabeza. Era patético ver al gigante con aquella expresión de confusión, el profesor Anzai lo dejo solo deseando que no se abatieran más desgracias sobre el equipo de Shohoku, el número cuatro comenzaba a ser fatídico, dos jóvenes muertos hacia apenas una semana y ahora dos jóvenes gravemente heridos, por cuyas vidas también se temía.

Con el nuevo día, la sala de espera de la planta donde estaban ingresados Yasuda y Kuwata se lleno de visitantes, además de los padres de los chicos, comenzaron a llegar compañeros, juntos lo hicieron Kogure y Mitsui, poco después Ayako y Haruko que se encontraron en la entrada del hospital, más tarde Ryota, seguido de Fujima y Maki, también apareció Sendoh y algunos minutos tras él, Koshino, Hanagata y Ouzumi, amigos y conocidos esperaban tener noticias alentadoras de los dos muchachos.

Akagi se mantenía callado, mirando un punto fijo en la sala, el profesor Anzai no conseguía ver nada que pudiera llamar su atención, sin embargo, Akagi no apartaba de allí la vista.

Sakuragi y Rukawa permanecían callados uno al lado del otro, esperando como sus compañeros, y aunque solo el Gorila podía verlos, también ellos estaban preocupados por sus compañeros. Akagi nunca había visto tan serio a Sakuragi, su rostro adquiría una expresión más adulta, alejada del muchacho escandaloso y fastidioso, pero lo que más le sorprendía, además del hecho de verles como fantasmas era ver los dedos de sus manos entrelazados y las miradas cargadas de amor que se dirigían sin ellos mismos poderlo evitar. ¿Cómo no se había dado cuenta antes que esos dos estaban enamorados uno del otro? Que sus peleas tenían un trasfondo más profundo que lo que aparecía en la superficie. Por Kami, las miradas de esos dos eran incendiarias, capaces de arder a la mínima provocación. Sonrió para si al pensar en ello. Lo tuvo delante de sus ojos todo el tiempo y le paso desapercibido.

-¿Es interesante lo que ves? –preguntó el profesor Anzai.

-Disculpe… -se levantó respetuosamente.

-¿Qué hay en esa pared? Llevas más de veinte minutos mirándola fijamente.

-Nada –y Akagi no mentía, porque los dos jóvenes se habían esfumado una vez más.

El profesor Anzai no siguió preguntando, un doctor se acercó a los padres de Yasuda y Kuwata y habló con ellos unos minutos, al mismo tiempo que sacudía la cabeza con gesto negativo.

La madre de Kuwata comenzó a llorar en silencio, mientras se sentaba nuevamente para esperar el desenlace final.

El profesor Anzai se acercó para conocer las nuevas noticias, no eran alentadoras. Si los dos muchachos no recuperaban la conciencia antes de veinticuatro horas tenían pocas posibilidades de sobrevivir. Al conocer esos resultados todos quedaron desalentados, el profesor Anzai les recomendó que se reincorporaran a sus clases en sus respectivos colegios y que por la tarde podrían enterarse de la evolución de los jóvenes.

-¿Se sabe quien lo hizo? –pregunto Sendoh, el joven de la eterna sonrisa, que ya no lucia tan esplendorosa.

-Aún tengo medios para enterarme –dijo Mitsui furioso.

-Tranquilízate –le pidió Kogure, a veces le asustaba que Mitsui volviera a meterse en problemas. No quería perderle nuevamente.

-No me meteré en líos –prometió Mitsui.

Kogure asintió.

En Shohoku los entrenamientos comenzaron a las cinco de la tarde como era costumbre, la falta de los jóvenes se hacia notar de manera muy evidente.

El profesor Anzai se reunió con Akagi y Ayako que dirigían el entrenamiento y comento:

-Hay que buscar reemplazantes para Sakuragi y Rukawa. No podemos dejar pasar más tiempo.

Akagi asintió.

¿Has pensado en alguno de los de reserva?

-Todos son buenos, pero ninguno da la talla de Rukawa o Sakuragi –reconoció Akagi- Creí que Kuwata o Yasuda serían nuestras mejores opciones, después de lo ocurrido, no se que pensar. –Se sentía aún desconcertado. Aquella situación sobrepasaba sus límites de comprensión. Era cosa de locos. ¿Quién iba a creer que veía Sakuragi y Rukawa?  No tenía intención de mencionárselo a nadie, con esos pensamientos se concentró en la práctica, dividió a sus chicos en dos equipos y comenzó un reñido partido hasta que todos cayeron agotados al suelo de la duela.

-¡No seas tan duro con ellos Gori! –dijo una voz superconocida.

-¡Oh no! –Akagi levantó la mirada y vió al pelirrojo flotando por encima de sus cabezas con una expresión divertida.

-Deja de jugar, Do’aho. –Rukawa estaba sentado en uno de los tableros.

-¿Por qué si es divertido? –Hanamichi comenzó a deslizarse por entre sus compañeros, desplazando también por encima de ellos, en uno de sus vuelos rasantes paso a través del cuerpo de Sendoh que en ese instante abría la puerta del gimnasio y se adentraba en el mismo.

-¿Qué ocurre, Hanamichi? –Rukawa en segundos estaba al lado de su koibito. El aturdimiento de sus ojos fue suficiente para alarmarlo. Le abrazó para calmar el temblor de su cuerpo.

-Vamos al hospital –le pidió.

-¡Equipo a las duchas! –dijo Akagi.

Todos se apresuraron a obedecer.

-¿Se sabe algo nuevo? –preguntó Sendoh.

-No.

-¿Puedo pedirte algo? –ante el gesto de Akagi continuó- Deseaba saber si vaciasteis la taquilla de Hanamichi. Yo…, le presté un libro y me dijo que lo dejaría allí. –esa fue la excusa más plausible que se le ocurrió la muerte del pelirrojo le conmocionó al igual que a los demás, más él amaba al pelirrojo y deseaba poseer algo que le perteneciera.

Esas palabras detuvieron a los dos jóvenes que estaban a dispuestos para marchar.

-No es cierto lo que dice, nunca le pedí prestado ningún libro y que no se le ocurra tocar mis cosas –grito el pelirrojo acercándose hasta Akagi.

Akagi asintió. No sabía que pretendía Sendoh, pero si Sakuragi decía que no, así sería.

-Lo siento, Sakuragi tenía vacía su taquilla y en su piso los libros que encontramos llevaban su nombre.

Sendoh asintió.

-¿Nos veremos en el hospital? –dijo alejándose.

-Gracias, Gori.

-Desaparece de mi vista y no me llames así. –le amenazó con el puño en alto.

Hanamichi se alejo riéndose, aún cuando desapareció sus carcajadas seguían oyéndose.

Una hora después los integrantes de Shohoku volvieron a verse las caras en la sala de espera. Consiguieron hablar con un médico que no se mostró muy optimista.

Mitsui se acercó a Akagi.

-Se quien lo hizo.

Akagi comprendió.

-Afuera tengo refuerzos.

-Vamos entonces.

Era el momento adecuado para dar un escarmiento a los responsables que dejaron al borde de la muerte a los dos jóvenes. Ouzumi el eterno rival de Akagi les esperaba en la calle. Se saludaron con una inclinación.

-¿Dime quien fue?

-Ryo y su banda… -dijo Hanamichi apareciendo ante Akagi.

-Ryo y su banda –informó Mitsui.

-Te lo dije. –mostró una expresión ufana.

-¿Por qué no me lo dijiste antes? –dijo Akagi.

-Lo estoy haciendo –dijo Mitsui extrañado por la rara actitud de Akagi.

-¿Sabes donde encontrarlos?

-Si.

Media hora más tarde, Mitsui y sus dos acompañantes se presentaron ante Ryo y su banda, la pelea entre ellos duro pocos minutos, aunque eran un número menor, los abatieron en pocos minutos, el último en caer fue Ryo.

-No vuelvas a tocar a ninguno de los muchachos de Shohoku o lo lamentarás –dijo Akagi golpeándole con el puño cerrado sobre la cabeza.

Sin un rasguño o rastro que señalara la pelea, Akagi y Mitsui regresaron al hospital.

-Gracias, por tu ayuda –se despidió Akagi.

-Fue un placer. –se inclinó levemente.

 

-¿Dónde has estado? –preguntó Kogure preocupado cuando vió llegar a su lado a Mitsui.

-Salí a tomar el aire.

-Durante una hora.

-Tranquilo. –se sentó en el mismo sillón que él, quedaban muy apretados, más ninguno de los dos protestó, le pasó el brazo por los hombros. Estaban a gusto así, si sus compañeros observaron su actitud nadie hizo comentarios de lo que veían. En un acto de revelación Mitsui tomó con sus dedos la barbilla de Kogure y le dio un suave beso- Relájate, Kimi. –acarició el rubor que apareció en el rostro de su pareja.

 Nadie se atrevió a sacar de la sala a aquellos muchachos, su altura imponía respeto. Así que allí permanecieron durante largas horas, esperando un resultado favorable.

Entretanto, Hanamichi y Kaede se trasladaban de una a otra habitación, observando a los muchachos que entubados y asistidos por respiradores artificiales y con sus vitales constantes controladas por ordenador, permanecían inmóviles en sus camas, no hubo cambios, en los parámetros que marcaban las máquinas.

-Ya esta bien, Hanamichi, -pidió Rukawa que empezaba a sentirse mareado con tantos saltos- Cuéntame que te sucedió en el gimnasio.

-Durante unos segundos me sentí dentro del cuerpo del puerco espín, me resulto desagradable, sentí sus pensamientos –no le gusto lo que supo, ese puerco espín desgraciado, que se había burlado de tantas chicas y chicos, pretendía que él lo amara. ¡Jamás! Su amor era para el kitsune y por toda la eternidad.

-¿Pudiste entrar en su cuerpo? –esa idea también le intranquilizó, su Do’aho era suyo, pero al mismo tiempo supo que allí estaba la solución a sus inconvenientes.

-Eso he dicho –algo en la mirada del kitsune le obligo a indagar- ¿Por qué?

-Te amo, Hanamichi. Sigue siendo siempre así, no cambies nunca, -le pidió abrazándole.

-Yo también, te amo. Me explicarás lo que has descubierto –sabía por su mirada que su cabecita estaba maquinando algo. No estaba seguro si iba a gustarle.

Kaede sonrió.

-Tú sigue también sonriéndome siempre. –pidió el pelirrojo.

-Lo haré mientras sepa que me amas. Tú eres la razón de mi existencia. –Supo esa certeza desde el instante mismo de conocerle, que nunca más estaría solo, aunque tardó bastante tiempo en ser capaz de reconocer ese sentimiento- ¿Seguirás a mi lado?

-Tenemos una eternidad por delante, ¿lo has olvidado?

-Do’aho…, ¿y si tenemos los cuerpos que necesitamos?

-¿Te refieres para siempre?

-No estoy seguro…, ellos morirán –miró hacia Kuwata- Creo que nosotros podemos salvarles.

-¿Te refieres a entrar en sus cuerpos? –esa idea le provocó un escalofrío, pero supo que era lo único que podían hacer, salvarían a los jóvenes de morir, y ellos podrían jugar durante el Campeonato Nacional. Era una razón egoísta al mismo tiempo.

Kaede asintió.

-¿Haremos lo correcto?

En ese mismo instante una alarma comenzó a sonar sobresaltando a los dos jóvenes, al mirar hacia uno de los monitores vieron la línea plana que se extendía rápidamente, Kuwata acababa de fallecer.

Sin darse tiempo a pensarlo, Rukawa se situó sobre el cuerpo del joven y descendió hasta fusionarse con el. Hanamichi se quedo un instante sobrecogido, sin reaccionar, en ese instante la habitación se llenó de médicos y enfermeras para atender al paciente, antes que pudieran hacer nada, el monitor comenzó a mostrar ondas cerebrales y el ritmo del corazón comenzó a aumentar.

Hanamichi se trasladó a la habitación de Yasuda y en segundos su espíritu se fundió con el cuerpo del joven, unos instantes después abría los ojos.

Fueron momentos muy tensos para todos.

En la sala de espera varios jóvenes dieron saltos de alegría al conocer las excelentes noticias, sus compañeros estaban fuera de peligro. Nadie les dijo que Kuwata estuvo muerto durante dos minutos.

Continúa…

 


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