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ciel phanthomhive in a little trouble por nofynoky

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Notas del capitulo:

bueno... xD primero que nada lo siento por la demora... y no respondo por muertess de aburrimiento e.e' xDD espero que les guste ;) y espero cualquier críticaa que tengan :D

Había enviado a Claude a hacer una cuantas investigaciones que le tomarían suficiente tiempo como para dejarle tranquilo un rato. Para Alois la fiesta del vizconde Druitt era tan aburrida como el resto, lleno de señoritas desaliñadas y aburridas. Se dispuso a caminar por el jardín de la mansión con el sobre en mano, aún no había mirado la investigación acerca de Ciel Phanthomhive que Claude había hecho. El ruido de la música se escuchaba lejano y en la oscuridad predominaba el sonido de los grillos. Se deslizó por el tronco de un árbol hasta quedar sentado. En ciertas ocasiones la oscuridad le agradaba, pero sólo a veces.

Observó el sobre como si fuera lo más interesante que hubiera, enseguida rompió la parte de arriba y sacó lo que había en el interior. Una foto estaba adjuntada al resto de las hojas.

-          Hmm… así que éste es el perro faldero de la reina… Ciel Phanthomhive… - su voz fue lo único que interrumpió el canto de los grillos, Ciel ocupaba el espacio de esa imagen, lo observó con detenimiento, como si estuviera eclipsado por aquella imagen. Tenía ojos de un azul zafiro, de mirada intensa y desafiante. Su pelo oscuro contrastaba a la perfección con la piel marmórea y lisa. Después de todo, a los ojos de Alois, no estaba tan mal.    

Leyó algunos datos acerca del conde phanthomhive y luego los guardó todo devuelta al sobre, lo metió en el bolsillo interior de su chaqueta y cerró los ojos, una siesta era mejor que no hacer nada y Claude no vendría a buscarlo en unas horas más, se acomodó las manos de tras de la cabeza, en un gesto despreocupado. Dejó que los pensamientos de cómo atormentar a Ciel lo adormilaran poco a poco.

De pronto un sonido lo despertó, abrió los ojos de golpe y gruñó molesto al tiempo en que se reacomodaba, sentado sobre una raíz del árbol, cuando de repente vio a un hombre vestido de blanco con una chica a los hombros, al parecer estaba inconsciente porque los brazos le caían pesadamente hacia abajo y su cabeza rebotaba bruscamente con cada saltito que daba aquél hombre, que a su parecer era desagradable a la vista.

-          No me vendría mal un pequeño juego. – susurró para sí, luego se levantó y se escabulló por entre las sombras de los árboles.

Una sonrisa de triunfo atravesó la expresión del vizconde Druitt, no sólo había conseguido una señorita con éxito, sino que también se agregaba que era la señorita más hermosa que había visto, probablemente le darían una gran cantidad de dinero por ello… se detuvo un momento y una idea se pasó por su mente. Había decidido que, a lo mejor, no era mala idea catar su producto antes de llevarlo a la venta en el mercado negro… no fuera a ser que tuviera algún desperfecto, cosa que era muy poco probable pero no perdería nada con asegurarse.

Continuó caminando, ensimismado en sus propios pensamientos, no muy puros por lo demás, que tenían que ver con cierta chica de ojos color zafiro.

- ooh! Pero si es un noble caballero rescatando a su dama! Hehehehehe – el vizconde Druitt se dio vuelta sobresaltado por la repentina voz a su espalda, se sintió descubierto y un miedo bajó por su espina dorsal. Pero se relajó en cuanto se dio cuenta de que aquella voz provenía de un niño de no más de diecisiete años…

sería fácil engañarlo o incluso matarlo, después de todo estaban en medio de un oscuro y solitario bosque dentro de su propia mansión, la cual conocía mejor que nadie. El niño era rubio de ojos celestes, su voz tenía un tono demasiado infantil y juguetón.

- ¿no deberías estar disfrutando de la fiesta, pequeño mocoso? – le respondió con un tono bastante irritado.

-- eeh? ¿Es esa la manera de tratar a un noble?... creí que los caballeros eran algo más amables – le contestó Alois haciendo un pequeño puchero. – Nee… dime ¿a dónde llevas a esa chica? – volvió a hablar,  esta vez con un tono más suspicaz.

- tsk… eso no te incumbe, enano metiche! – el niño ya lo estaba poniendo de los nervios.

- hehehehehe… parece que el noble caballero no tenía tan buenas intenciones como creí… - su risa era infantil y ruidosa, al terminar la frase le dedicó una mirada que había dejado todo matiz de infantilismo atrás, era provocadora y desafiante. Al vizconde le comenzaron a sudar las manos, tal vez aquel niño no era tan fácil de engañar como creyó. Dejó escapar un bufido de desprecio hacia el menor y luego dejó a la “chica” apoyada en un árbol, sin mucho cuidado, inmediatamente se volteó hacia el chico sacando disimuladamente una cuchilla que llevaba encima.

- dime niño… ¿tus padres no estarán preocupados ya? – lo dijo con un tono demasiado fingido al tiempo que se acercaba cautelosamente hacia el otro. Una vez estando a su lado, sacó el cuchillo a toda velocidad y le propinó una puñalada en el estómago, la cuál pudo esquivar por poco gracias a sus buenos reflejos, pero alcanzó a rajarle la chaqueta que llevaba.

- ¿con que atacando cuando estoy desprevenido? – el vizconde lo miró sorprendido, por ningún motivo hubiera esperado que lo esquivara. Alois le dedicó una sonrisa maliciosa y antes de que se diera cuenta, ya tenía el cuchillo enterrado en su propio estómago y lo único que fue capaz de hacer, fue emitir un pequeño gemido de dolor antes de caer de rodillas ante su atacante, con los ojos desmesuradamente abiertos.

Alois se volteó sin siquiera dedicarle una última mirada, soltó un bufido de molestia y comenzó a retirarse del lugar con las manos en los bolsillos, para él “su juego” no había resultado como esperaba y se había vuelto, incluso, tedioso.

Se detuvo en cuanto escuchó unas ramitas crujir… lo había olvidado por completo, la dama que el vizconde estaba raptando probablemente ya estuviera despierta. Seguramente estaría asustada y rompería a llorar como todas lo hacían. Se dio vuelta perezosamente para decirle algo como que “la mansión estaba en aquella dirección”, pero en ese momento se encontró con una hermosa chica de facciones perfectas, a su parecer, que intentaba quitarse la venda de los ojos. Alois se acercó curiosamente.

La “chica” se terminó por quitar la venda de un tirón, encontrándose cara a cara con un chico a quien no supo reconocer y que estaba peligrosamente cerca de su cara. Aquella cercanía puso nervioso a Ciel, que por la impresión no pudo gesticular palabra ni moverse.

Alois se había colocado en cuclillas sobre la chica apoyada en el árbol, no parecía percatarse de que se encontraban a centímetros el uno del otro. De parte de ella sólo recibió una mirada de desconcierto y al mismo tiempo desafiante, lo cual le llamó la atención a Alois, sin embargo lo que no había notado hasta el momento, quizás por la oscuridad o tal vez por lo interesante que parecía para Alois cada relieve, cada pliegue de la cara del otro, era el azul intenso de sus ojos y el parecido que tenían con cierto conde al cual había observado en una fotografía, momento atrás. 

Ambos se quedaron frente a frente por un largo rato, sin decir palabra hasta que uno de los dos logró recomponerse y romper el incómodo silencio.

-          ¿Q… quien eres? ¿No deberías ser el vizconde Druitt? – al principio titubeó y luego su voz fue firme e interrogante.

-          Mmm…? – Alois no parecía prestar atención del todo, a lo que le preguntaban. – aah… ¿te refieres a ese idiota de ahí? – lo dijo tan calmadamente, mientras lo apuntaba, que parecía no darle importancia al hecho de que hubiera un tipo inconsciente y medio desangrado tirado en medio del bosque de una lujosa mansión, sin mencionar que aquél tipo era el dueño.

Ciel miró por detrás del chico y se sorprendió, pero lo que más le llamaba la atención era la despreocupación de aquél rubio de ojos celeste pálido que se encontraba a unos centímetros de su rostro.

-          ¿cómo te llamas? Nunca había visto una chica como tú… - Alois volvió a hablar con un tono algo más juguetón. Aquello descolocó un poco al que estaba debajo y respondió enseguida y sin pensar lo que decía…

-          ¿cómo que una chica? Yo no so… - se interrumpió enseguida, por alguna razón desconocida para él, había dicho algo que no debería, se apresuró a seguir con la conversación, esperando que su interlocutor no se hubiera dado por enterado de aquél error tan grande que había cometido. – no te responderé, yo hice esa pregunta antes y no has contestado… - una vez más Ciel ponía esa mirada altanera que, como había descubierto hace poco, enloquecía al chico de cabellos rubios. Ciel tenía la esperanza de que no se hubiera percatado de ello, pero para su mala suerte Alois lo había notado y su rostro reflejaba diversión.

-          Eeh? Así que… ¿no eres una chica? Hahaha ¡sabía q

-          ue no eras como las otras! – Alois volvía a poner ese tono juguetón e infantil que lo caracterizaba.

-          ¡no! No es eso lo que… lo que quise decir – Ciel comenzó a quedarse sin ideas mientras observaba cómo reía el rubio encima suyo. – además ya te dije que no contestaré a nada mientras tú no lo hagas.

-          Hmm… así que ahora resulta que no sólo no eres una chica sino que también eres como una fiera indómita…?

-          O_o QUÉ? Pero qué…? – sus mejillas se encendieron de repente, Ciel no podía creer lo que escuchaban sus oídos y aún no acababa de comprenderlo cuando fue interrumpido de nuevo.

-          Alois… Alois Trancy es mi nombre – le dirigió una sonrisa de oreja a oreja, por un breve momento Ciel pensó que era una sonrisa realmente bella, pero en cuanto se percató de aquél pensamiento se reprendió mentalmente por pensar estupideces y se dijo a sí mismo que era por efectos de la morfina que le habían administrado. De pronto la voz de Alois interrumpió sus pensamientos – entonces… ¿cuál vendría siendo el tuyo? Estoy seguro que un chico como tú tiene un nombre interesante…- su voz sonaba insinuante y combinaba perfectamente con la sonrisa de medio lado que le dedicaba al de ojos zafiro, pero no podía ser ¿cierto? Era imposible que un chico hiciera algo así hacia otro chico, eso era lo que Ciel se repetía una y otra vez…   de pronto cayó en la cuenta de que no había pensado un nombre para darle como respuesta a su pregunta.

-          Hey! Ya te dije que no quise decir eso, además… - su voz se detuvo al instante, Alois había acercado aún más su rostro al de él… si es que eso era posible. Ciel desvió la mirada y sintió cómo Alois pegaba su boca a su oído, podía sentir su aliento cálido, sobre su cuello mientras le susurraba.

-          Shhh… no importa, yo guardaré tu secreto Ciel Phanthomhive. – Ciel dio un pequeño respingo, que Alois no supo cómo interpretar, no sabía si era por la cercanía que habían alcanzado o por la sorpresa que se había llevado al escuchar su nombre.

-          ¿cómo supiste mi… nombre? – Ciel estaba absolutamente impresionado, no sabía cómo actuar en esa situación tan extraña.

-          Eso no importa, ¿verdad? Sólo puedo decir que esos ojos son inconfundibles… - dicho esto, sólo se limitó a mirarle fijamente para luego levantarse.

De pronto Ciel cayó en la cuenta de que el frío le calaba los huesos y la noche parecía ya bastante avanzada, si había algo que de verdad le molestaba era perder tiempo. Por un momento extrañó esa rara cercanía, aquél calor que podía sentir al estar tan cerca, pero en seguida se recompuso y se dispuso a pararse. Se sintió débil y cada extremidad le pesaba como nunca antes, de modo que decidió levantarse de un impulso. Una vez de pie todo le comenzó a dar vueltas y sus piernas y brazos no ayudaban demasiado. Sin darle tiempo a darse cuenta, ya estaba cayendo de espaldas cuando Alois lo tomó de la cintura. Cuando por fin Ciel logró contener las náuseas, se dio cuenta que una vez más sus cuerpos eran separados únicamente por la ropa que llevaban… en cierta forma agradeció que él estuviera ahí para ayudarlo, pero aún así era un completo desconocido y además… no era Sebastian. Inmediatamente se dio cuenta de que él aún no llegaba y eso era bastante extraño, Sebastian nunca se retrasaba. Comenzó a mirar a un lado y a otro sin encontrar ningún indicio de su mayordomo.

-          ¿buscas a tu mayordomo? Al parecer no es tan eficiente como se supone debería ser. – Alois había dado justo en el clavo, Ciel le dirigió una mirada desconfiada, comenzaba a asustarse de lo acertado que era aquél chico y además le pareció que sabía algo más que sólo su nombre. Su cuerpo se tensó un poco ante el comentario de Alois hacia su mayordomo, que a su parecer no era nada ineficiente ni mucho menos, a pesar de ello el rubio pareció no percatarse de su repentina reacción o al menos no lo hizo notar. Al ver que no obtenía respuesta alguna, volvió a hablar.

-             ¿quieres que te lleve a algún lugar? – su mirada cambió drásticamente, parecía haber algo de preocupación en su expresión, puesto que el chico sostenido únicamente por sus brazos, no tenía buen aspecto… bueno, sí que tenía buen aspecto… pero estaba demasiado pálido y sus labios no tenían un color muy saludable, sumando su evidente falta  de fuerzas.

-          No necesito que nadie me lleve a ningún lugar, puedo hacerlo perfectamente por mí mismo. – su voz denotaba un evidente enfado, se soltó de su agarre de un empujón, que realmente no fue para nada fuerte, sin embargo Alois lo dejó, pues sería inútil hacer que luchara contra él y perdiera más fuerzas. Ciel trastabilló unos pasos y justo antes de volver a caer lo agarró del brazo, evitando que se golpeara contra el piso.

-          Pues a mí no me parece que puedas llegar a ninguna parte por ti mismo… ya te lo dije, no le diré a nadie que llevé en brazos al conde Phanthomhive vestido de una hermosa chica. – le dijo con una sonrisa pícara al tiempo que tiraba de él para subirlo a sus hombros, Alois comenzó su caminata con una sonrisa en su rostro.

Ambos chicos se alejaron, dejando al vizconde olvidado, seguramente ninguno de ellos recordó ese pequeño detalle tan insignificante. Tampoco se percataron de la presencia de un observador que había estado escondido desde el principio, observando toda la escena. Un demonio curioso y reconocido por lo problemático que podía llegar a ser, había encontrado su entretención… nada más y nada menos que dos chicos que llevaban un trato con un demonio a cuestas… juntos, la situación no podía ser mejor para éste.

Ciel, al no ver otra escapatoria y no poder encontrar otra excusa, se vio obligado a tragarse su orgullo y dejarse llevar por aquél chico. Caminaban a paso firme por el oscuro bosque, sin tropezar ni una sola vez. Los árboles parecían repetirse una y otra vez, Ciel no tenía ni ganas ni fuerzas de intentar ver la dirección que debían seguir, al parecer no estaban volviendo a la fiesta y eso lo alivió, no quería para nada ser el centro de atracción para ese montón de aristócratas engreídos. La velocidad que llevaban, aunque sabía que era muy poca, lo mareaba y hacía que le doliera la cabeza, escondió su cara en el hueco que se formaba entre el cuello y el hombro de Alois, donde encajaba perfectamente. Podía sentir sus brazos firmes y bien formados sujetándolo, sus músculos bien definidos y la cercanía de su piel le erizaba los bellos. Podía escuchar a la perfección su respiración y su rítmico paso en el silencioso y oscuro bosque. Al poco rato el cansancio lo venció y se dejó llevar por el sueño.

 

Notas finales:

espero que les haya gustado :D besos, nos vemos!


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