Las cosas no iban muy bien, Sasuke se encontraba durmiendo en su habitación después de aquél cansador día, Itachi lo había recostado cuidadosamente y se encontraba sentado a su lado.
Peinó uno de sus mechones que le caían sobre la cara mientras dormía profundamente, ajeno a todo lo que sucedería esa noche…
Si bien Itachi no era más que un niño, lograba captar las cosas con mucha velocidad y a pesar de que no le habían dicho nada en absoluto, ya sabía los detalles de lo que se vendría.
No estaba de acuerdo con lo que se llevaría a cabo, pero se sometería a cualquier nuevo orden con tal de quedarse junto a su hermano menor…
Como fuera lo protegería, aunque tuviera que formar parte de lo que estaban a punto de hacer.
Itachi cerró sus ojos recordando lo que habían dicho…
- ¿de verdad está dispuesto a hacerlo, señor? – preguntaba uno de los jóvenes del clan Uchiha a Fugaku, el padre de Itachi y Sasuke.
- Claro que lo estoy… ¿qué clase de pregunta es esa? Namikaze tendrá que darnos algo de crédito… o si no, se arrepentirá… - decía Fugaku plenamente convencido y con un deje de rabia en el tono de voz.
- Ya es tiempo que nos dé más poder… después de todo somos el clan más poderoso de Konoha. – decía otro de los que estaban ahí.
- ¿cuál es el plan entonces, Fugaku-sama? – preguntó uno que estaba dándole la espalda a Itachi.
Itachi volvió a abrir los ojos, su familia quería derrocar a Minato Namikaze, el actual hokage.
Ellos querían obtener el mismo poder que tenía el rubio, pero Itachi, a su corta edad, ya comprendía que aquello no los llevaría a ninguna parte… no pueden mandar dos un mismo barco, a menos que quieran que éste se hunda con todos los pasajeros a bordo.
Sin duda se les denegaría la petición, si es que se le podía llamar petición a aquella exigencia del clan. Claro que Fugaku siempre cumplía con lo que decía y su ambición y terquedad los llevarían a ser desterrados de la aldea.
- El plan es sencillo y sin errores, sé que Minato ha sido mi amigo por años, es por esto mismo que pretendo darle una oportunidad de entregarnos poder de forma pacífica. No obstante el resto del clan se encontrará oculto en las cercanías por si las circunstancias se tornan violentas. – volvió a explicar tranquilamente la voz del líder del clan, tan calmado y escalofriante como siempre.
Todos parecían estar de acuerdo, nadie hozaba a replicar ni a levantar la mirada si quiera, Itachi siempre lo había sentido, su clan al completo estaba sediento de poder al coste que fuese. Podía observar a través de la ranura de la puerta entreabierta a todos esos rostros que solía ver día tras día tan sonrientes… era un contraste estremecedor.
La sala se encontraba en completo silencio mientras Fugaku paseaba la mirada sobre las cabezas gachas con un aire de superioridad, lo único capaz de interrumpir aquel sepulcral silencio fue una voz a su lado.
- No estoy de acuerdo con lo que haces… - una voz que casi fue pronunciada en un susurro había sorprendido a todos en la sala, por primera vez alguien había contradicho a Fugaku, cosa que no era menor, a Itachi lo sorprendió tanto como a todos y tardó un instante en caer en la cuenta de quién se trataba.
- ¿Disculpa? ¿podrías repetir lo que has dicho? Me parece que te has confundido o yo he escuchado mal… - la voz de su padre resonó con una furia contenida y aterradora.
- No fugaku… has escuchado perfectamente y no me he confundido… ¡no estoy para nada de acuerdo con lo que estás haciendo y me rehúso a seguir tus órdenes! Ya has caído muy bajo… por favor redímete ahora que aún… - la figura de Mikoto se había levantado y su enfurecida mirada quedaba a la vista de Itachi quien apenas si había podido tragar tras aquella escena… no podía ni imaginar lo que vendría a continuación.
- ¡aquí la única que ha caído muy bajo eres tú, no eres más que una carga inservible y que encima se atreve a insultarme a mí y todo el clan! Estás sobreponiendo la codicia de otra familia por sobre la seguridad de la tuya! – El hombre ya se encontraba fuera de sus cabales y se había levantado a la misma altura que su mujer.
- Fugaku por favor escúchate… no estás más que torciendo las cosas… Mikoto es mi amiga y así como también lo es Minato…- una fuerte bofetada resonó en la sala y una ira incomprensible llenó a Itachi de pies a cabeza, nadie en absoluto hacía nada frente a aquello.
- Eres una maldita rata… ahora entiendo por qué te sublevas de esta forma… ¿acaso me has estado engañando con ése rubio…? No eres más que un pu… - ya era demasiado, los ojos de la pelinegra se habían llenado de lágrimas y no pudo contenerse.
Itachi salió de su escondite a encarar a su padre con una mirada de odio mientras se paraba estableciendo una muralla con su propio cuerpo entre su madre y su padre.
- No querrás meterte en esto… estoy dispuesto a cualquier cosa… y estoy siendo considerado al no culparte por esto, es una oportunidad la que te estoy dando, tómala o arrepiéntete de por vida. – fue su tajante declaración ante el menor.
- Me tiene sin cuidado lo que puedas hacer conmigo, ¡pero a mis hijos no los tocas! – le gritó desafiante mientras protegía el cuerpo de su hijo con un brazo.
- Hmp… mujer, te daré la oportunidad de vivir… pero ten claro que si no quieres ver a tus hijos morir… no harás ningún intento de contactarlos ni mucho menos intentar interrumpir mis planes. Éste es mi último trato contigo… tómalo o déjalo.
Itachi estuvo a punto de replicar contra aquellas palabras tan crueles, sin embargo Mikoto lo detuvo con un ademán.
- Acepto tu oferta de ser desterrada, pero debes saber que estaré pendiente de que a mis hijos no les suceda nada o de lo contrario sabes que puedo llegar a hundirte Fugaku.
- Ladra lo que quieras… te daré un minuto para salir de aquí antes de que cambie de opinión.
La mujer se dio la vuelta dando la cara a todos los presentes y comenzó a caminar decidida hacia la salida, una vez en el umbral de la puerta apareció el menor de sus hijos, adormilado sus ojitos la miraban interrogantes.
Aquello fue la gota que rebalsó el vaso y sin poder contenerse se largó a llorar abrazando a su pequeño con todas sus fuerzas.
- Sasuke, te amo, te amo, te amo… nunca lo olvides por favor… Itachi cuidará de ti.
- Deja de lloriquear y vete rápido – le dijo asqueado su, ahora, ex esposo.
Sin volver a pensárselo de nuevo salió corriendo por el pasillo, Itachi aprovechó para agarrar a su hermano menor antes de que fuera tras ella y lo abrazó más para consolarse a sí mismo que nada.
Las palabras dichas por su padre le sonaban lejanas y ajenas a la realidad, apenas si era consciente de lo que decía. “…vayan tras ella no pierdan demasiado tiempo, pero ojalá no la dejen ir… ya saben a lo que me refiero” decía aquél hombre indicándole a dos de los ninjas de la habitación.
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En medio de la noche sabía que Fugaku no era el más honesto, pero realmente no lo reconocía ya, estaba completamente cambiado… o quizás nunca lo había terminado de conocer a pesar de ser su esposa.
Realmente le había costado deshacerse de los dos chicos que habían enviado tras ella, esperaba de todo corazón que Minato y Kushina supieran arreglárselas contra los Uchiha… pero no iba a arriesgar las vidas de sus dos adoraciones aunque le doliera.
Seguía corriendo a pesar de haberse alejado demasiado, pero aún tenía la sensación de que enviaría a todo un ejército tras ella. La oscuridad era absoluta y no se escuchaba nada más que su rasposa respiración, de pronto cayó al suelo al tropezarse con una raíz sobresaliente.
Por vez primera todo lo que había sucedido le caía encima como una pesada verdad, las lágrimas comenzaron a brotar inconteniblemente, quizás nunca volvería a ver a sus hijos… a sus amigos… y ya ni siquiera tenía un hogar al cuál volver.
Se sentía completamente sola y desesperada, de todo lo que había perdido había sólo dos cosas que más le dolían y no era necesario repetir quiénes eran. Un fuerte ruido interrumpió sus cavilaciones y se levantó instintivamente.
Había sido una explosión y aunque todos sus sentidos le decían a gritos que debía alejarse lo antes posible, no pudo evitar sin antes considerarlo, correr hasta el lugar donde se había originado.
El cansancio ya se había apoderado de ella y se vio obligada a bajar el ritmo, se había internado en el bosque más de lo que creía posible y tardó bastante en llegar al lugar. Aun podía vislumbrar la luz emitida por las llamas a través de todo ese matojo de árboles que había, al cabo de unos minutos logró llegar hasta un camino bastante mal cuidado y aun costado se encontraba la carreta totalmente devastada y en llamas.
Escuchó lamentos de un moribundo, se acercó cautelosamente, la escena le arrebató un gemido, era un hombre completamente abrasado por el fuego, no le quedaba mucho y pudo ver cómo se le iba la vida de los ojos. No había nada por hacer.
Resignada dijo unas plegarias frente a lo que quedaba de esa estructura parcialmente carbonizada, de pronto distinguió un logo apenas visible, era el de una banda opositora y anarquista. Al parecer su clan no era el único que había decidido actuar aquella noche.
Se dispuso a marchar cuando vio iluminado tenuemente un pequeño bulto a un lado de la carretera, se acercó paulatinamente a revisar de qué se trataba.
Su instinto maternal la envolvió ¡era un niño pequeño! Estaba inconsciente y sangraba muchísimo, tanto así que temió lo peor.
- Estás congelado pequeño… - susurró y sin pensarlo se quitó el chal que traía puesto y lo envolvió suavemente e inició su camino rogando por ayuda.
La noche pasaba pasosamente lento y los minutos se transformaban en horas, creía que no encontraría un poblado a tiempo para salvar al pequeño, cuando escuchó el ruido de una carreta aproximarse… tal vez sería la salvación del niño… o quizás no. La idea la aterrorizó por completo, por alguna razón sentía un gran apego por aquella criatura que lucía tan indefensa.
CONTINUARÁ... O QUIZÁS NO... QUIÉN SABE? xD