10. Regrets
Sólo bastó un parpadeo para que aquella grotesca escena desapareciera; su cuerpo no tenía un solo rasguño y sus órganos seguían en su sitio. Zoro se palpó el pecho, asegurándose que aun estuviera vivo, y así era, pero… ¿qué había sido todo eso?, ¿lo que vio y sintió fue sólo una ilusión? No, más bien había sido una advertencia, si no hacía lo que decía el rubio y retrocedía, seguramente aquella visión terminaría convirtiéndose en realidad.
Ese pensamiento bastó para hacerle temblar y sudar frío; aquel dolor había sido demasiado real, y por supuesto que no quería sentirlo de nuevo, mucho menos quería morir, pero ver a Sanji en tan deplorable estado era aun más doloroso. Después de prepararse mentalmente, Zoro apretó los puños y puso el primer pie frente a él, comenzando a avanzar
- ¡NO TE ACERQUES!- repitió el rubio en un grito, esperando intimidarle lo suficiente para alejarlo, pero no fue así. El moreno dio otro dudoso paso, acercándose cada vez más- ¡¡FUERA DE AQUÍ!! ¡¡VETE O TE MATARÉ!!- advirtió como último recurso… Sanji podía escuchar el acelerado corazón del peliverde mientras todo su cuerpo temblaba, tenía miedo… ¿por qué no se detenía entonces?- ¡¡ALÉJATE DE MÍ!!- su poder reaccionó en defensa propia; cerró los ojos y se concentró en la cicatriz que le había hecho a Zoro en el pecho.
La enorme herida que el peliverde tenía atravesándole el tórax comenzó a abrirse, causándole un penetrante escozor en su piel a la vez que su ropa se empapaba de sangre… aun así, Zoro no se detuvo. Soportando el dolor, el moreno logró llegar hasta donde estaba el rubio y se arrodilló junto a él
- perdóname- le murmuró al demonio, abrazándole con las pocas fuerzas que le quedaban.
Aquella sencilla palabra, sumada al reconfortante abrazo, fue suficiente para que el azul regresara a la mirada del rubio. La ira se apagaba lentamente y la lucidez regresaba a él; Sanji se quedó pasmado unos momentos hasta que se percató del inconfundible aroma a sangre paseándose en el aire. De pronto, los brazos que habían estado rodeándole cayeron hacia a un lado, dejando que el peso de su dueño descansara sobre él; la respiración del peliverde se notaba más lenta, al igual que los latidos de su corazón…
- ¿Z… Zoro?- el ojiazul posó su única mano sobre el hombro del recién nombrado para llamar su atención, sin embargo, lo único que logró fue que el peliverde cayera bocabajo en el piso- ¿Zoro?- pronunció débilmente al ver el cuerpo del otro inmóvil junto a él- Zoro… despierta…- movió ligeramente al moreno, esperando que contestase. Zoro tosió violentamente, escupiendo sangre mientras el charco de la misma crecía debajo de él- no Zoro, por favor… dijiste que no me dejarías solo- el rubio sintió algo tibio caer por su rostro. Al llevar su mano hacia su cara, recogió unas cuantas gotas y las miró; un líquido transparente le empapaba sus mejillas, ¿estaba llorando?
No recordaba la última vez que había llorado por alguien, tampoco el haberse arrepentido de hacer algo, pero en esos momentos, lloraba cual niño pequeño al saber que le había hecho daño a Zoro. Se recargó en la espalda del peliverde y sollozó aun más fuerte, temblando de rabia e impotencia; quería hacer algo para ayudar al marimo, pero era un demonio después de todo, la destrucción encarnada… una criatura como él no sabía hacer otra cosa que destruir todo lo que tocase, había nacido para causar dolor y atraer el sufrimiento, ¿cómo podría salvar a alguien?
Pero, aunque fuera en contra de su naturaleza, quería hacer algo por Zoro. Se puso de pie y sujetó lo que quedaba de su brazo destrozado… delgados filamentos carmesí nacieron del muñón, haciéndose más largos a la vez que se entrelazaban hasta tomar la forma de un brazo. Los filamentos se volvieron rígidos, convirtiéndose en masa muscular para luego ser cubierta por una delgada membrana de piel, convirtiéndose en un brazo humano. Una vez reconstruida su extremidad faltante, Sanji levantó al peliverde y agitó sus alas con fuerza…
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La joven pelirroja no dejaba de dar vueltas de un lado a otro; hace ya mucho tiempo que su amigo debió haber llegado, pero no había rastro de Zoro… quizá se había perdido, como siempre; aun así, no debía tomarle tanto tiempo dar con el hospital considerando que había llegado a él sin problemas hace apenas unas horas…
- ¿en dónde te metiste Zoro?- se preguntaba Nami entre molesta y preocupada- dijiste que me harías compañía mientras esperábamos noticias de Law- se mordió el pulgar de su mano y siguió paseándose a lo largo del pasillo del hospital, llamando la atención de más de uno
- señorita, trate de calmarse un poco- le pidió uno de los médicos que pasaba por ahí- está alterando a los demás pacientes
- ah, lo siento- regresó a su lugar en la sala de espera y se acomodó junto a un par de hombres uniformados. Al mirarlos detenidamente, la pelirroja cayó en cuenta de que eran los mismos policías que se habían llevado a Zoro hace ya varias horas. Ahora que se detenía a pensar, quizá el peliverde seguía en el departamento de policía
- disculpen, señores- dijo una enfermera acercándose a los oficiales- el Dr. Trafalgar quiere verlos en la habitación 206, el joven Trafalgar Law ha despertado- al escuchar aquella afirmación, los hombres se pusieron de pie y fueron guiados por la enfermera a la susodicha habitación. Nami esperó unos momentos y caminó tras ellos a unos cuantos pasos de distancia.
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La enfermera llamó a la puerta del cuarto 206 en cuanto la tuvo enfrente. El padre del moreno les abrió la puerta y les permitió pasar, dejando a la enfermera y a la pelirroja fuera de la habitación.
- él es mi hijo- presentó su padre a Law, quien se encontraba tirado en la cama, con la sábana hasta la mitad del pecho, algunos vendajes en su cuerpo, y una bolsa de transfusión de sangre conectada a su brazo
- un gusto, joven Trafalgar- le saludó uno de los policías- sé que puede ser demasiado apresurado para usted, pero quisiéramos tomar su testimonio de lo que le sucedió
- yo…- el pelinegro parecía adormilado, quizá por los medicamentos- yo no… no recuerdo…- pronunció en baja y ronca voz, llevándose una mano a su frente- lo último que recuerdo es haber estado en casa de Zoro, pero…
- el joven Roronoa mencionó que usted le dijo que alguien le seguía antes de ir a su residencia, ¿es verdad?
- sí, pero… no logro recordar cómo era… no…- la cabeza comenzaba a punzarle, ¿por qué no lograba recordar lo que había sucedido?
- parece que aun está bajo el efecto del sedante- comentó uno de los hombres, rebuscándose en los bolsillos de su uniforme- será mejor esperar al menos hasta mañana para interrogarlo. Tome…- le extendió una tarjeta al padre de Law, quien la tomó enseguida y comenzó a leerla- llámenos si ocurre algo- tras despedirse silenciosamente, los oficiales se marcharon.
El doctor giró su vista hacia su hijo; éste comenzaba a dormirse otra vez. En un gesto dulce, le desordenó los cabellos y salió de su habitación para dejarle descansar apropiadamente, encontrándose de frente con la amiga de su hijo
- lo siento jovencita, Law tiene que descansar- le comentó el mayor antes de que Nami tuviera siquiera la oportunidad de decir algo- deberías ir a casa y descansar también
- ¡por favor, déjeme ver a Law!- suplicaba la pelirroja
- te agradezco por ayudar a mi hijo, pero no puedo dejarte verlo en estos momentos, tendrás que esperar a mañana- dijo antes de darle la espalda a la chica y alejarse a pasos firmes
- ojalá esté bien- se dijo a sí misma Nami tras un largo suspiro. Después de resignarse, la pelirroja caminó cabizbaja hacia la entrada principal
- ¡a un lado señorita!- habló de pronto una voz, haciéndole reaccionar. Una camilla era empujada por varias enfermeras, seguramente un paciente nuevo. La chica se quitó del camino y dejó a las enfermeras proseguir, mas al ver detenidamente al paciente…
- ¿Zoro?- sí, definitivamente era su amigo, su cabello lo delataba. Alarmada, corrió tras las enfermeras hasta alcanzarlas- disculpen, ¿qué le ha sucedido?- preguntó mientras corría a su ritmo
- no lo sabemos- respondió una de ellas- lo encontramos tirado frente al hospital hace apenas unos momentos
- tiene una gran herida en su torso- comentó una segunda- tenemos que operar inmediatamente
- ¿qué hay del muñeco?- dijo otra al ver el muñeco de tela que el paciente llevaba en una de sus manos
- déjenlo con él, seguramente es de buena suerte- la camilla ayudó a abrir la siguiente puerta, la cual se cerró apenas las enfermeras entraron. Una luz roja se encendió sobre la puerta, indicando una operación en proceso…
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En otra parte de la ciudad…
Ace suspiró por enésima vez, obteniendo unos segundos de alivio cada vez que exhalaba, pero pronto volvía a la angustiosa realidad, su hermano aun seguía inconsciente y uno de sus amigos seguía en el hospital, producto de una violación. Miró la pantalla de su celular unos instantes y luego hacia la cama donde descansaba Luffy; quería saber sobre las condiciones en las que estaba Law, pero no podía dejar solo a su hermano pequeño; si quería saber de su amigo, tendría que esperar.
Resignado, el pecoso se recostó junto a su hermano y cruzó los brazos tras su cabeza, mirando hacia el techo mientras recordaba lo que acababa de hacer; incluso él pensaba que cosas como demonios, fantasmas y posesiones eran una mentira, una extravagante forma de volver el día a día un poco más interesante para Luffy y para él, pero nunca esperó protagonizar su propia historia de terror… la realidad era mucho más aterradora de lo que creía…
Ace hizo pequeña retrospectiva sobre su hermano, buscando el origen del mal que le había poseído; mas no había notado cambio alguno en él hasta recientemente, ¿En qué momento Luffy había sido seducido por un demonio?... “seducido”…
- aquella vez…- recordó el día que su hermano había desaparecido en aquel campamento con sus amigos; Luffy decía no recordar nada sobre lo que le había ocurrido, y además, lo habían encontrado impregnado de sangre que no era suya… no, eso no fue lo único extraño en ese viaje, también estaba la noche anterior, cuando profanó el cuerpo de Luffy. Ya había escuchado que algunos demonios se alimentaban del placer sexual de los seres humanos, y seguramente su hermano fue la herramienta de ese demonio para obtenerlo- quizá por eso no lo recuerda…- se dijo el pelinegro un poco decepcionado, daría lo que fuera porque aquella noche con Luffy hubiese sido real, que sus sentimientos fueran correspondidos. Pero no, ese tipo de amor entre hermanos era patético y enfermizo, no podía involucrar en su hermanito en algo tan sucio como el pecado, aun así… se giró a mirar a su hermano y sonrió cálidamente- sólo una vez más…- murmuró, acercándose al pequeño hasta rozar sus labios con los de él, prometiéndose que sería la última vez que tocaba a Luffy con otras intenciones que no fueran las de un hermano mayor. El pecoso permaneció inmóvil en esa posición un largo rato, grabando en su mente el sabor de los labios del menor, pues jamás volvería a probarlos; un cálido sentimiento se albergó en su pecho ante el suave contacto, no quería despedirse de esas agradables sensaciones, pero era necesario. Cuando al fin comenzaba a separarse, se dio cuenta de que la mirada del pequeño permanecía atenta a él
- ¿Ace?- pronunció el más joven, mirándole a los ojos- ¿qué estás haciendo?
-… - la pregunta hizo que el pánico se apoderara del pecoso, dejándole pálido como un papel y sin fuerza para pronunciar sílaba alguna. Ambos hermanos se quedaron mirándose un rato, en silencio, hasta que el mayor al fin habló- fiebre…- dijo de pronto- revisaba que no tuvieras fiebre…
- ¿mnn?- el pequeño se llevó una mano a la frente- ¡ya veo, shishishi!- comenzó a reír- creo que sí tengo algo de fiebre
- ¿ah?- Ace parpadeó un par de veces para salir de la sorpresa- déjame ver…- levantó los azabaches mechones de cabello que caían sobre la frente de su hermano y la juntó con la propia, verificando su temperatura- Luffy, no ti…- pero antes de que pudiera terminar de hablar, el menor rodeó el cuello del pecoso y lo atrajo hacia sí, callándolo con un beso…
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Mientras, en el hospital Heart (N/A ¡joder! Que no se me ocurrió otro nombre xD)
Su mareo comenzaba a disiparse, estaba despierto, pero prefería permanecer con los ojos cerrados un rato más para descansar. Podía escuchar voces y pasos junto a la puerta de su habitación, yendo y viniendo por ratos. Afuera del edificio, se escuchaba el suave resoplar del viento pasar entre las hojas de los árboles, seguramente la temperatura bajaría dentro de poco. Law se sentía tan tranquilo ese lugar que por poco olvida el motivo por el que estaba ahí, o mejor dicho, ya lo había olvidado… hasta donde tenía entendido, alguien había abusado de él.
- qué locura- pronunció para sí el pelinegro, aun incrédulo, pero su cuerpo no mentía, aquel dolor en las caderas y su debilidad por la falta de sangre eran evidencia suficiente… no sabía si agradecer o no su pérdida de memoria. De nuevo, unos pasos se escucharon junto a su habitación, seguidos del chirriante sonido de la puerta, al menos dos personas acababan de entrar
- revise sus signos vitales- escuchó la autoritaria voz de su padre seguido de la puerta cerrándose
- como diga, Dr. Trafalgar- dijo una dulce voz femenina, probablemente una enfermera. Aun no tenía ganas de “despertar”, por lo que siguió con los párpados cerrados y dejó que la chica hiciera su trabajo- todo parece en orden…- comentó la enfermera unos minutos más tarde- sus signos se encuentran estables
- necesitará algunos medicamentos- hubo un rato en el que sólo se escuchó el escribir de un bolígrafo sobre el papel- vaya al almacén y traiga esto
- claro doctor
- ¡Dr. Trafalgar!- llamó otra chica mientras tocaba la puerta desde afuera- La cirugía del paciente que llegó hace un rato ha concluido, debe venir a revisarlo- volvió a escuchar unos pasos antes de que la puerta se abriera otra vez
- diagnóstico- volvió a ordenar su padre con voz seria
- la operación fue un éxito, el joven ha sido llevado a la habitación 204 para que descanse. La herida fue muy profunda, pero afortunadamente no dañó nada importante, aquí está el informe
- ¿alguien ha venido a buscarlo?
- aun no, seguramente nadie sabe de su condición. Pero, si no recuerdo mal, el paciente es el mismo chico que estaba con la amiga de su hijo esta mañana, el que fue llevado por la policía, ¿recuerda?
- ¿el chico del cabello verde?- Law enarcó una ceja, solo uno de sus amigos encajaba en esa descripción- ¿cómo fue producida su herida?
- no lo sabemos. Fue un corte demasiado limpio para ser producido por un arma grande, pero demasiado profunda para ser un arma pequeña de corto alcance… un hacha, tal vez…
- quizá quien atacó a mi hijo quiso deshacerse del único testigo que había…
- papá…- la voz de Law sobresaltó un poco a los presentes; el moreno se encontraba despierto, sentado en su cama- esa persona de la que hablan, ¿es Zoro, verdad?
- creo que así se llamaba- afirmó su padre
- ¿puedo ir a verlo?
- ¡por supuesto que no! Debes descansar
- sólo será un momento, por favor- suplicó el moreno
- tks, sólo un minuto y regresas a tu habitación, ¿entendiste?- el menor asintió complacido, un minuto era mejor que nada. Con la ayuda de su padre y las enfermeras, Law fue llevado dos puertas adelante, su habitación estaba muy cerca de la de Zoro.
Conforme se acercaban, un lastimoso sollozo comenzó a escucharse, erizándoles la piel… era un sonido triste y contagioso, tanto que las chicas sintieron ganas de llorar también, pero aquel extraño lamento desapareció en cuanto Law colocó su mano en la perilla de la puerta 204…
Continued…