11. Strange Feelings
Sus sentidos regresaban lentamente… podía percibir todo a su alrededor con más lucidez. Un lastimero y desesperado sollozo llegó a sus oídos, pero lejos de asustarle, despertó su curiosidad, pues no era la primera vez que escuchaba el angustioso lamento. Zoro abrió lentamente sus párpados, acostumbrándose a la luz, hasta que logró verlo claramente… un techo pulcramente blanco, la lámpara que, momentos antes, le había cegado con su luz, y un joven rubio sentado junto a él, cubriendo su rostro con sus manos mientras sus lágrimas bajaban por entre sus dedos. Aquella preciosa imagen le causó entre ternura y culpa; no deseaba ver a Sanji llorar por su causa; con la poca fuerza que tenía, el peliverde levantó uno de sus brazos y acarició suavemente la cabellera del demonio, quien dio un respingo de sorpresa ante la repentina caricia.
- Zoro…- con el llanto aun presente en su rostro, Sanji le miró pasmado unos instantes sin saber qué decir o hacer. El rechinido de la manija de la puerta girando lo puso en alerta, alguien iba a entrar. De un rápido movimiento, sacó su par de alas, causando una ráfaga de viento que no sólo cerró la puerta antes de que alguien lo viese, sino que, tanto los vidrios de la ventana como el foco que iluminaba la habitación, terminaron hechos pedazos. Sanji quedó sobre el cuerpo de Zoro, cubriéndole con sus alas para que ninguno de los vidrios lo hirieran; y en la penumbra de aquel lugar, lo abrazó fuertemente. Zoro correspondió el abrazo, sintiendo cómo el cuerpo sobre él se hacía cada vez más pequeño a la vez que sus alas desaparecían.
Las enfermeras lanzaron un grito antes de salir corriendo del lugar; el doctor había hecho retroceder ligeramente a su hijo, evitando que saliera lastimado, mientras que el moreno sólo había alcanzado a cubrirse con sus brazos. Cuando todo quedó en silencio, Law y su padre levantaron su vista hacia Zoro, e iluminando el interior de su habitación con la luz del pasillo, encontraron al peliverde recostado en su cama, sosteniendo a su pequeño muñeco de trapo con una de sus manos.
- ¡¿quién está ahí?!- gritó el padre de Law más por intimidar que porque realmente esperara que alguien le respondiera- ¡muéstrese!- dio unos cuantos pasos al interior de la habitación y miró de un lado hacia otro… no parecía haber nadie más aparte de su paciente
- Zoro, ¿estás bien?- preguntó preocupado el moreno, buscando, con la poca luz que tenía, alguna explicación para lo que acababa de suceder
- eso debería preguntarlo yo- hizo el intento por sentarse en la cama, pero el cuerpo le dolía demasiado, así que se quedó en la misma posición.
- ¿había… alguien contigo? Nos pareció escuchar que alguien lloraba
- no sé de qué estás hablando… he estado durmiendo hasta el momento que los vidrios se rompieron…
Las enfermeras regresaron poco después con los guardias de seguridad, quienes inspeccionaron minuciosamente la habitación de Zoro. Dentro de ella no se encontró a nadie, por lo que la policía procedió a su clausura para buscar algún indicio que les indicara qué había causado los extraños acontecimientos; pero las enfermeras, algunos doctores y pacientes del lugar tenían su propia teoría… poltergeist*…
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Zoro y Law fueron trasladados de habitaciones por órdenes del padre de éste último, quedando el peliverde en la habitación 308, justo enfrente de la habitación del moreno, la 314. Tras asegurarse que sus signos vitales no presentaran alguna anormalidad, las enfermeras se retiraron para dejar descansar a los jóvenes; después de todo, pasaba de media noche y no habían podido descansar apropiadamente. En la habitación de Zoro, y tras asegurar la puerta, Sanji regresó a su forma humana, aun con los ojos llorosos y con rostro de arrepentimiento. El peliverde sólo se dedicó a mirarlo, dejando que fuera el rubio quien le explicara todo lo que había sucedido…
- lo siento…- murmuró el rubio, desviando su mirada de la de Zoro- lamento… haberlo lastimado…- siendo interrumpido por sus propios sollozos, Sanji le contó detalladamente a Zoro el cómo y el por qué había tomado posesión de Luffy
- ¿qué hay de Law?- preguntó el peliverde en cuanto terminó de escuchar su relato
- lo siento… no volveré a ponerles una mano encima…- dijo tras alzar una de sus manos, dejando que el moreno viera cómo el símbolo que tenía en ella se desvanecía
Lo único que hizo Zoro fue atraerlo hacia él y abrazarle; en parte se sentía responsable de lo sucedido. Comenzó a pasear lentamente sus manos por la espalda del rubio, sin pensar ni decir nada… después de todo, él también había traicionado la confianza de Sanji. Un ligero sonrojo apareció en su rostro cuando, al llevar un poco más abajo sus manos, recordó que el rubio estaba desnudo; su corazón se aceleró, cosa que no pasó desapercibida para el otro. Sanji levantó la mirada, incrédulo de que ese humano permaneciera tan tranquilo a su lado… que él, siendo un demonio, provocara sentimientos tan cálidos en los seres humanos, quienes no habían hecho más que despreciarlo incluso cuando aún era uno de ellos. Sintió la mano del peliverde subir por su anatomía hasta llegar a su nuca, acercándolo a él hasta que sus labios chocaron con los suyos. Al principio, no hicieron más que concentrarse en los suaves labios del otro mientras sus alientos se mezclaban en el aire, pero en cuanto cerraron los ojos, el beso se volvió más intenso; la lengua de Zoro invadió la cavidad del contrario, jugueteando con la lengua del rubio a la vez que intentaba memorizar su delicioso sabor. Sus sentidos se cerraron a otra cosa que no fuera aquel apasionado beso, hasta que, repentinamente, Sanji se apartó violentamente…
- no…- el rubio permanecía arrodillado sobre la cama, abrazándose a la vez que su cuerpo comenzaba a temblar- no…- clavó sus uñas en la carne de sus brazos, tratando de apaciguar el dolor que recorría el resto de su cuerpo. Cuando Zoro quiso tocarle, el otro se apartó, cayendo de la cama y comenzando a retorcerse de dolor en el piso. Su frente quedó pegada al suelo mientras sus uñas seguían desgarrando su carne… el tatuaje de su espalda se transformó en algo material; sus alas brotaron dolorosamente de su espalda mientras la sangre escurría a borbotones de cada uno de sus poros…
- está sufriendo- murmuró para sí el peliverde sin apartar su mirada del demonio; no quería fallarle de nuevo, tenía que ayudarlo, pero ni siquiera estaba seguro de qué le ocurría- [[su brazo…]]- pensó al ver una de sus extremidades, la cual se suponía que se había arrancado. Al analizar un poco más el estado del rubio, sobre todo aquellas alas que parecían estar a punto de romperse, y lo que le había contado de Luffy, pudo deducir lo que ocurría- [[tiene hambre…]]- el moreno usó uno de sus brazos para apoyarse en la cama y poder levantarse, mientras que sostenía su pecho con su otra mano, tratando de soportar el dolor que le causaba su herida- Sanji…
- …- los ojos escarlata del rubio se levantaron hacia el peliverde, notando enseguida que la herida de su pecho comenzaba a abrirse, tiñendo sus vendajes de rojo- no… no te acerques…- a cada paso que daba el peliverde, Sanji retrocedía más, hasta que terminó chocando con la pared- no te acerques… por favor… no quiero lastimarte…- el brillo de sus ojos se volvía cada vez más intenso, el olor de la sangre diseminándose por todo el lugar despertaba sus instintos; podía escuchar el latir del corazón de Zoro golpear con más fuerza, el fluir de la sangre a través de sus venas, su suave respiración- basta Zoro…- desesperado, se llevó las manos a su cabeza y comenzó a sollozar, si no se detenía pronto…
- debes estar muy débil, ¿verdad?- en cuanto le dio alcance, el peliverde se arrodilló junto a Sanji y comenzó a quitarse los vendajes- si tienes hambre…
- aléjate idiota…- ¿a caso el marimo no tenía ni un gramo de sentido común?, ¿no sentía que estaba en peligro? Aun cuando estuviese al borde de la inconsciencia a causa de su deplorable estado, Sanji no quería alimentarse del peliverde, pues en el momento en que probara su sangre, lo más probable es que no se detuviera hasta obtener la última gota. Sin darse cuenta, los brazos del moreno lo rodearon y éste trató de acercarlo a su pecho, pero el rubio se resistió- ¡usa la cabeza por lo menos una vez en tu vida, estúpido marimo!- le gritó mientras empujaba a Zoro con sus brazos, pero su fuerza era poca, y el aroma a sangre se hacía cada vez más penetrante- Zoro…- lentamente se dejó guiar hasta la herida de Zoro, quedando frente a ella. Con lágrimas en sus brillantes ojos carmesíes, el rubio olfateó la herida unos segundos antes de comenzar a recoger parsimoniosamente la sangre de Zoro con la punta de su lengua…
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Apenas sus labios rozaban con los del contrario, Ace se alejaba ligeramente para, segundos después, volver a probarlos delicadamente, dejando cortos y castos besos en el rostro de su hermanito. Fue un ligero suspiro del más joven el que le hizo caer en cuenta de lo que hacía, por lo que se alejó de su hermano, haciendo que éste lo soltase. Se quedó sobre el cuerpo del pequeño, sosteniendo su peso con ambos brazos mientras le miraba severamente
- ¿por qué lo hiciste, Luffy?- le cuestionó el mayor, con una expresión dolida en su rostro
- cada día actuabas más extraño- explicó Luffy con una seriedad poco habitual en él- no parecía que fueras el mismo Ace. Así que le pregunté a Nami, y ella me dijo que si te besaba, seguramente volverías a ser el de siempre, shishishi- y comenzó a reír inocentemente
- esa mujer…- la venita de la ira dio un brinco en la frente del mayor; sin embargo, el enojo le duró muy poco, pues el risueño rostro de su hermanito bastaba para apaciguarle- bueno, no importa. Sólo prométeme que no volverás a hacerlo…
- ¿por qué?- reclamó el pelinegro con un puchero- parecías estar disfrutándolo, no le veo el problema
- ese es precisamente el problema- el más joven parecía no entenderlo- sólo… sólo no vuelvas a hacerlo, ¿está bien?
- NO- respondió enfadado, dándole la contraria a su hermano por primera vez en su vida. Sujetó a Ace por la camisa y lo atrajo nuevamente hacia abajo, juntando sus labios con los de él una vez más
- Luffy… ya basta…- el pecoso apretaba lo más posible sus labios, renuente a dejarse arrastrar. Pero el aliento de Luffy pegaba cada vez con más fuerza contra su rostro, haciéndole flaquear hasta perder el último gramo de cordura que le quedaba. Paseó su lengua sensualmente por la comisura de los labios del menor, haciendo que éste sorprendiese, dándole la oportunidad de tomarlo por la barbilla y separar sus labios lo suficiente como para introducir su lengua. Fue en ese momento que los papeles se invirtieron; el menor buscaba apartar a su hermano, quien ahora era el que besaba al otro.
Sujetó uno de los brazos de Luffy con una de sus manos, aprisionándole con el colchón, sin dejar de atender a su ansioso hermanito, quien comenzaba a ceder. Sus lenguas chocaron más de una vez, enredándose entre ellas antes de seguir probando la cavidad del contrario. La mano libre del pecoso se dirigió hacia la parte baja de la anatomía de su hermano, acariciándole el vientre con la yema de sus dedos antes de introducir un par de éstos por debajo del pantalón. El más joven se sobresaltó un poco al sentir la mano de Ace acariciando aquella sensible zona, por lo que intentó detenerle con la única mano disponible que tenía; mas sus esfuerzos no parecían dar frutos…
Para suerte o desgracia del pequeño Luffy, alguien comenzó a golpear frenéticamente la puerta principal de su hogar, causando un fuerte sonido que se escuchó por todo el inmueble. Por un momento, Ace detuvo todo movimiento, atento a aquel ruido, pero en cuanto el ruido dejó de escucharse, retomó lo que estaba haciendo. Desabrochó el primer botón del pantalón de su hermanito, dejándole espacio suficiente para que entrara toda su mano por debajo de la prenda, rozando delicadamente sus dedos contra el cuerpo de Luffy…
- Ace… se siente raro…- pronunció el menor en cuanto tuvo la oportunidad
- es tu culpa. Te dije que te detuvieras, ¿recuerdas?- le murmuró al oído antes de morder el lóbulo de su oreja, haciendo suspirar al más joven.
Pero justo cuando el pecoso estaba por quitarle el pantalón a su hermanito, otro estrepitoso ruido les interrumpió… el cristal de la ventana se rompió, dejando esparcidos miles de fragmentos en el piso junto con el causante del ilícito… una piedra. El pecoso se levantó ágilmente de la cama y se asomó hacia afuera, buscando al causante de su ventana rota…
- ¡¡¿CÓMO SE ATREVEN A DEJAR A UNA DAMA ESPERANDO SOLA EN LA CALLE?!!- gritó una encolerizada pelirroja desde la acera
- Nami, ¿qué estás haciendo aquí a estas horas?- inquirió Ace con una gota de sudor resbalando por su frente
- ¡es verdad!- la chica pareció tranquilizarse un poco y prosiguió- ¡está en el hospital! ¡Lo atacaron!
- Zoro ya me contó de lo de Law- miró por unos instantes a su hermanito y luego regresó su vista a la pelirroja- justo ahora estaba esperando su llamada…
- ¡no, no es sobre Law! ¡Zoro también está en el hospital!
- ¿qué? ¡Pero si estuvo conmigo hace un rato!- el pecoso se mordió el labio inferior, tratando de calmarse- espera un momento, ya te abro la puerta- el pelinegro bajó junto con su hermano hacia la entrada principal, invitando a pasar a la chica.
Después de que pasara a la sala y Ace le preparara un poco de café, Nami le contó a los hermanos D. sobre lo que sabía de Law y el estado en el que Zoro había ingresado al hospital. Conociendo lo estricto que era el padre del moreno, los tres acordaron ir a visitarlos en cuanto las clases del día siguiente terminaran…
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Al día siguiente…
Law nunca pensó que ser un paciente más dentro de un hospital fuera tan fatídicamente aburrido. Además de las preguntas que le habían hecho los oficiales sobre su incidente, no había tenido otra cosa más que hacer; ya había rodado por enésima vez sobre su cama, buscando un poco de entretenimiento con ese simple movimiento, pero no lo logró. Harto de que no se quedase quieto, su padre le prestó algunos libros de medicina que tenía a la mano, logrando al fin que su hijo descansara como el paciente que era.
La fascinación por leer lo que le gustaba le ayudó a que el tiempo pasase más rápido, por lo que, sin darse cuenta, la hora de las visitas llegó. Alguien llamó suavemente a su puerta, y en cuanto dio la afirmación, una enfermera se asomó desde el umbral…
- joven Trafalgar- habló dulcemente la chica- sus amigos han venido a visitarle- tras decir aquello, la enfermera abrió completamente la puerta, dejando que tres jóvenes y una linda jovencita entraran en la habitación- los dejaré solos para que conversen- la enfermera se despidió con un ademán y desapareció tras la puerta.
- hola Law- habló primero la chica, acomodando el ramo de flores que habían llevado en un florero- ¿te sientes mejor?
- supongo que sí, gracias- el moreno analizó detalladamente a sus amigos; ya hace un rato había notado que alguien sobraba… estaba Nami acomodando las flores, Luffy sentado a la orilla de la cama, mirándole con preocupación mientras su hermano permanecía detrás de él, sujetándolo por los hombros; pero además de ellos, estaba el chico pelirrojo que había entrado al colegio hace apenas unos días…
- ¿sabes algo del estado de Zoro?- se apresuró a preguntar el pecoso
- las enfermeras me contaron que lo encontraron esta mañana sobre el suelo; al parecer quiso levantarse y su herida se abrió, por lo que perdió mucha sangre, pero ya está en tratamiento…
- ese tonto no sabe quedarse quieto- se quejó la pelirroja, llevándose una mano a la cadera y la otra a su frente
- estará bien en unas cuantas horas- respondió lo más natural posible, pero la extraña mirada que le dirigía de vez en cuando el pelirrojo comenzaba a incomodarle- no quisiera ser grosero, pero ¿qué hace él aquí?
- ah, eso. En cuanto Kidd supo que estabas en el hospital quiso venir a visitarte- habló sonriente Ace- por cierto, él también trajo algo para ti- y tras decir eso, le dio un codazo en las costillas al recién mencionado
- bien- el pelirrojo bajó la mochila que llevaba en la espalda e introdujo su mano en ésta, sacando al poco rato un par de libretas, algunos libros y una carpeta con copias- es la tarea…- explicó Kidd, dejando todo sobre la cama
- gracias- repitió el pelinegro con un ligero sonrojo en las mejillas. Abrió una de las libretas, comprobando que, al contrario de lo que esperaba, la caligrafía del pelirrojo era perfecta. Pasó las hojas hasta encontrar las más recientes, y al leerlas, una pequeña gota de sudor frío resbaló por su frente- ¿qué rayos es esto?
- ¿qué cosa?- Ace se asomó en la libreta, identificando enseguida lo que el moreno veía- ah, esa es la tarea de Física…
- no entiendo nada…
- si quieres Kidd te puede ayudar- le murmuró cerca de su oído- es muy bueno para estas cosas…
- te lo agradecería mucho- expresó Law dirigiéndose al pelirrojo, a lo cual obtuvo un asentimiento por parte de éste, escondiendo dificultosamente la enorme sonrisa que estaba por formársele en los labios…
Continued…
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* Según la información que me robé de internet xD un poltergeist “es fenómeno parapsicológico que engloba cualquier hecho perceptible, de naturaleza violenta e inexplicable inicialmente por la física, producido por una entidad o energía imperceptible. El término suele utilizarse coloquialmente para definir todos los acontecimientos violentos que suceden en un lugar supuestamente encantado y para los cuales no existe una causa aparente que pueda describir la ciencia”… en pocas palabras, la manifestación física de un fantasma ¬w¬