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Ellos no aman por Necoco_love2

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Notas del capitulo:

Finalmente aquí está la actualización OwO Me retrasé un par de días, lo siento, pero ya está aquí. No esperen que sea el capítulo más rosa del mundo, pero bueno xDDD

¡Por cierto! No sé qué tanto las personas lean las notas antes de un capítulo (tengo la fe de que todos antes o después del capítulo lo hacen), pero les haré un anuncio bonito. Yo y una de mis mejores amigas hemos empezado con un proyecto que básicamente se me ocurrió a mí, y trata de un blog que llevamos ella y yo y en el cual publicaremos cosas random, cosas como la vida de un escritor de fics más allá de las historias, recomendaciones (anime, manga, videojuegos, fics, etc.) y opiniones sobre temas en particular sobre los cuáles nos quieran preguntar. Así que estaría encantada si pasaran a visitar el blog OwO los amaría más. Este es el link del blog ;D Soy un zapato y odio mi vida

Por lo demás… espero les guste el capítulo xDDD (?)

 

 

Tras las rejas.

 

Sin más ni menos, en una pocilga en la que había terminado después de su condena. Los reos gritaban y conversaban de manera soez y altanera, lo común en las cárceles de cualquier país. Una vez entrado a ese mundo, difícilmente uno permanece intacto sin que las rejas dejen su huella en cicatrices tangibles e intangibles, esas que se portan a veces con orgullo, y otras con vergüenza, por el resto de la vida. Extrañamente ahí había tenido la desdicha de conocerlo.

 

La desdicha y la fortuna, ambas al mismo tiempo.

 

Lo llamaron idiota, inútil y principiante.

 

Y quizá lo era.

 

Llegó a su celda días después de que él mismo hubiese llegado a las instalaciones. Los reos maldecían su inexperiencia y despreciaban su persona por haber tratado de matar a su hermano sin conseguirlo. Uchiha Sasuke llegó a la celda y fue obligado a meterse en ella, encerrándolo. Su nombre se escuchaba con el eco que los encarcelados producían al pronunciar su nombre, y las risas despectivas perturbaban la tranquilidad de un templado día de otoño.

 

El moreno miró a su alrededor y de uno de los rincones del lugar, sin que lo hubiera previsto, un aura maligna desconcertó sus sentidos, lo tomó desprevenido y para cuando se había percatado de lo que ocurría, un rubio de ojos que parecían rojos por la furia se había abalanzado hacia él en un intento de tomarlo por la fuerza para golpearlo a su merced.

 

Tal vez esa era la forma de recibir a los reos nuevos.

 

No obstante, lo que había empezado mal terminó siendo lo contrario. Sasuke podía sentir ese instinto asesino rodearlo hasta que de su pútrida esperanza no quedara ni una pizca, pero al mismo tiempo se alimentaba del odio para ser más fuerte y cumplir con esa tarea desprovista de honor a la cual se aferraba. Sometió al rubio hasta que finalmente lo tuvo inmóvil en el suelo frío y húmedo de la celda y lo miró a los ojos, se perdió por unos instantes mirando esas orbes que ahora se apreciaban claras y azules, despejadas y sin rastro de esa maldad que Sasuke había creído ver anteriormente.

 

En la mirada del rubio se leía el miedo, un miedo voluble que se convertía en odio.

 

Así fue como Naruto y Sasuke se conocieron, como dos hombres atormentados que debido a las circunstancias se habían encontrado tras las rejas en Inglaterra, doblegados a encontrarse en los patios y durante las horas de comida y condenados a odiarse mutuamente desde que el destino mismo había decidido que se encontraran.

 

Una y otra vez, múltiples ocasiones, después de que fueran separados de celda, terminaron peleando, rodeados de un montón de reos animándolos a no parar. Sasuke era fuerte, pero en ocasiones se sentía incapaz de contener la rabia reprimida de Naruto, esa aura asesina que clamaba por ver derramada su sangre en el suelo, en sus ropas, en esas manos bronceadas que inestables querían darle muerte.

 

Pero otras veces Naruto no se sentía el mismo. Sus golpes eran fuertes pero no había tanta determinación. Había duda y miedo, ese mismo que el moreno había leído en su mirada honesta. La misma duda de alguien que se debate entre matar y dejar con vida. Una duda patética, inútil, esa que le daba ventaja para ganarle todas esas veces al final de esos encuentros que no eran detenidos a tiempo por los guardias de seguridad antes de que acabara.

 

Poco después llegó a oídos de Sasuke la no menos trágica historia de Uzumaki Naruto, el zorro inestable, como solían decirle. Su infancia había estado trastornada por el odio, corrompida con la muerte y la tragedia. Nunca había tenido mucha esperanza, ni la había tenido ahora, cuando no era más que un marginado en el que nadie creía. Su vida era el reflejo mismo de la miseria, de la inhumanidad con la que lo miraban. Su existencia era nada, porque no había habido un pasado feliz, ni habría un futuro mejor. Era sólo eso, el despojo y la consecuencia de actos de terceros que lo habían afectado.

 

Y toda esa historia estaba ligada a su apellido.

 

De ahí provenía todo ese odio irrefrenable, impetuoso y obstinado. Todas esas ansias desesperadas por retorcerle el cuello y asfixiarlo quizá, de acuchillarlo como lo habían hecho con sus padres y de poderse liberar de esos tormentos psicológicos que lo acechaban desde aquella noche. Porque había sido un Uchiha quién le había arruinado la vida a Naruto.

 

Pero Sasuke no estaba dispuesto a ser la víctima de los tormentos de Naruto. Tenía otros planes.

 

Para ambos.

 

 

 

La historia de cómo ambos terminaron en la clínica a Sasuke siempre le había resultado graciosa. Muy a su sádica manera, pero graciosa al fin y al cabo. A Naruto, desafortunadamente, no. El moreno tenía la fuerte convicción  de que para lograr salir de la prisión lo antes posible, aún si tenía que evadir a la ley, tendría que usar a alguien como cebo. Naruto era perfecto para su plan, tan obsesionado estaba con él y su pasado que lo engañaría fácilmente a base de promesas con las cuales deshacerse de ese recuerdo tan desdichado.

 

Comenzó fastidiándolo más allá de lo acostumbrado. Naruto se marginaba solo, y al mismo tiempo a Sasuke le parecía cambiante su actitud. A veces reaccionaba a sus insultos, otras veces pasaba de largo. Despojaba a Naruto de fuerza a base de palabras hirientes y con todo descaro, para que toda su atención estuviera enfocada en él; porque, ¿qué no las cosas perfectas son aquellas que todos admiran con fervor? Conforme los días pasaban, el rubio no tenía más remedio que seguir su juego, no dejarse derrotar y pelear con él a la menor oportunidad.

 

Y, sin saberlo, Naruto había sido marcado como propiedad de Uchiha Sasuke.

 

Se volvieron indispensables el uno para el otro. Sasuke se sentía halagado con la frustración de Naruto y el de ojos azules al mismo tiempo se sentía vivo, existente y valorado de forma insignificante por lo menos por alguien. Se volvieron como la luz y la oscuridad, el frío y el calor, el verano y el invierno; ninguno de los dos podía coexistir tras las rejas sin el contrario.

 

Se brindaron mutuamente lo que más necesitaban, Sasuke le dio atención y Naruto le brindó al ego de Uchiha la posibilidad de crecer a niveles insospechados al dejarse dominar por él. No había Naruto sin Sasuke ni Sasuke sin Naruto. Pero el encanto de tan bizarra relación, cualquiera que esta fuera, se rompió cuando Sasuke no pudo esperar más para llevar a cabo su plan. Pensaba en lo infructuosos que eran sus días y estaba decidido a no dejar que las cosas continuaran así. El hecho de que se aprovechara del temor de Naruto para satisfacer sus necesidades de atención no quería decir que se iba a conformar con ello por el resto de su condena.

 

Oh, no.

 

Así, un día, Sasuke ordenó a Naruto matar al reo con el que compartía celda, para distraer a las autoridades y él aprovechar la oportunidad para escapar con ayuda de una pandilla de chicos que parcialmente miraban hacia el mismo horizonte que él: escapar. El plan marchó a la perfección hasta que el zorro, como solían decirle los presos, decidió por cuenta propia que Naruto no era sirviente de nadie como para seguirle de tan ferviente manera, entregándose por él.

 

El plan no era justo para Naruto.

 

El reo atacado vivió, porque Kyuubi así lo decidió. Que pudiera ser el profeta de cuán cruel podía ser el zorro cuando la furia reprimida estallaba cual bomba atómica. Los policías que intentaron parar al rubio no recibieron muchos más daños de los estrictamente necesarios. Naruto mismo no se dejó amedrentar por el disparo que recibió en el brazo izquierdo. La lucha interna entre él y su otra inestable personalidad reprimida le llevó al descarrilamiento, una parte de sí mismo estaba feliz con la seguridad que le proporcionaba estar de lado de aquél que le había prometido destruir al asesino de sus padres. Su otra personalidad, Kyuubi, como lo llamaba él, le gritaba con cólera que un Uchiha no tenía por qué ejercer poder sobre él. Por mucho miedo que le ocasionara relacionarlo con su pasado, serle fiel no iba a asegurarle que olvidaría esa noche de cuerpos desmembrados y charcos de sangre, porque ambos sabían que Sasuke era tan bastardo que pensaba traicionarlo.

 

Pensaba no volver por él una vez que saliera de prisión.

 

Y Kyuubi, egoístamente, no estaba dispuesto a permitir que el rubio fuera el único  que asumiera tan grave castigo.

 

Delató a Sasuke, lo traicionó y corrió en su búsqueda, bajo la firme decisión de acabar con lo que Naruto era incapaz de terminar. Mientras corría cerca del patio recreativo, una explosión irrumpió el suspenso en el que estaba sumida la prisión, los reos gritaron y la tensión que se respiraba en los breves instantes en que la alarma resonó estrepitosamente se rompió con los ladridos furiosos de los perros que habían soltado los guardias de seguridad.

 

Sasuke supo que algo no había salido bien. Que su plan fríamente calculado había dejado escapar el pequeño detalle del problema de personalidad de Naruto. Había omitido el hecho de que Naruto podía ser despistado, pero Kyuubi no. Aquél fue el primer error que aprendió a no cometer nunca más con Naruto. Subestimar su inestabilidad le había costado bastante caro: su orgullo y su ego estaban heridos.

 

Y, al final, físicamente también resultó herido. El de ojos azules, que parecían rojos por la furia como aquél primer encuentro, lo golpeó tan fuerte que difícilmente pudo contenerlo. Los gritos de dolor de aquellos que habían conseguido salir retumbaron en sus oídos cuando los perros consiguieron alcanzar a la gran mayoría. Intentó doblegar a Naruto a base de palabras, pero no era él quién le respondía. Lo supo cuando el segundo golpe fue atestado y Sasuke se vio obligado a responder también.

 

Blasfemó contra su persona y el deseo puro de apuñalarlo superó con creces los deseos de Naruto de tener piedad y dejarlo vivir para recriminarle la idea de no haber pensado en él. Mas los megalómanos ven sólo por sí sin que les importe realmente los sentimientos de las personas de las que se deshacen, y Naruto tuvo que aprenderlo por la fuerza. Para cuando la noche había caído, los reos permanecían furiosos en sus celdas. Naruto gritaba y caminaba en círculos dentro de la celda de seguridad a la que había sido llevado después del intento de asesinato de Sasuke. Golpeaba furioso las paredes frías de la celda y sus gritos resonaban por el pasillo, llegando con ira hasta la primera planta, donde los reos se preguntaban que futuro les depararía el destino a la pareja de amantes dementes.

 

Aquella misma noche se concluyó que Uzumaki Naruto y Uchiha Sasuke eran peligrosos incluso tras las rejas. Había cuando menos 5 heridos por los perros policías y el líder del grupo que había intentado escapar, Sasuke, había sido llevado al hospital más cercano y aún permanecía en terapia intensiva. Se determinó que Uzumaki padecía un trastorno de personalidad disociativo y que determinadas circunstancias que se presentaban frecuentemente en prisión propiciaban su comportamiento incontrolable y violento. A Sasuke le diagnosticaron megalomanía, como anteriormente lo había dicho uno de los testigos que había testificado en su contra durante su juicio. La decisión final, tomada por los altos mandos de la prisión, fue enviarlos a una clínica psiquiátrica donde no tuvieran que lidiar con sus problemas mentales y existenciales.

 

Se limpiaron las manos y dejaron que los expertos en problemas psicológicos se ocuparan de ellos, sin tomar en cuenta que el segundo error que se había podido cometer con Uzumaki Naruto era enviarlo a su siguiente destino junto con Uchiha Sasuke. 

Notas finales:

Dudas, quejas, sugerencias y todo eso, ya sabes, un review, nada les cuesta xD 

En otras cosas, no olviden visitar el blog x'DDDD 

;D Soy un zapato y odio mi vida

Y pues espero que todos estén teniendo unas bonitas vacaciones. Yo estoy enferma, pero ya me recuperaré pronto. Se cuidan OwO

Besos & abrazos, Necoco. 


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