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Preguntas al aire… por minima

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No es como un cuento de hadas

Prologo.-

Tiene cadenas en sus tobillos, eslabones unidos por dos aros de metal que entorpecen su andar de sus dos extremidades inferiores. Sus ropas han sido desechadas, sus prendas de tela gruesa adecuadas para el clima de su tierra natal han sido sustituidas por una especie de túnica de verde color, una pieza larga que le llega por debajo de las rodillas, las mangas cubren hasta sus nudillos pero la medida de la ropa es lejos de ser perfecta, el cuello es demasiado ancho como para resbalar por sus hombros dejando expuesto su cuello, clavícula y parte de la espalda, donde aún está a carne viva marcado con rojo escarlata su piel por los azotes de no hace mucho tiempo.

Es un prisionero, un mero trofeo, quizás hasta un lujoso y exótico juguete para un coleccionista simplemente por permanecer en al menos en parte a una casta que se pensó extinta.

Su nombre es Hiccup, desecho desde hace mucho tiempo su apellido, aquel que le ataba a su progenitor y conserva solo el nombre ya que es con el que su amada madre es por el cual le llamaba.

E Hiccup es un media sangre FAE.

La historia del joven encadenado es simple y a la vez maravillosa.

En un mundo en que la mayoría de las diferentes especies mágicas han eliminado casi cualquier contacto con los seres mortales y barbaros, en consideración de estas mismas, que son los humanos, hasta llegar hasta la conclusión de esta especie de seres fantásticos como hadas, trols, duendes, elfos son seres ya extintos o desaparecidos en su totalidad, un niño hibrido es en realidad una asombrosa casualidad, un milagro incluso.

Hiccup era uno de esos milagros, aunque jamás se sintió como uno.
1.- El hada que se enamoró del vikingo

La madre de Hiccup era una hermosa hada que tenía cierta fascinación por los humanos y el mundo de estos, abandonando de vez en vez en cuando el refugio de su hogar para explorar este y ver cómo era que convivían estos seres comprendía porque los suyos habían decidido crear sus refugios con barreras impenetrables para los humanos, tanto así que prácticamente vivían en mundos y dimensiones diferentes y a la vez estar tan cerca pero sin tocarse o toparse.

Los humanos eran barbaros, crueles, sanguinarios y tenían tantos defectos como el orgullo, codicia y odio, ciertamente las creaturas mágicas no eran exentas de esos defectos, pero en los humanos todo era tan crudo y cruel, atroz y aterrador, y era por eso que para ella era tan fascinante los momentos en que los humanos iban contra esa naturaleza tan bárbara para mostrar episodios de admirable bondad y nobleza.

En uno de sus viajes más largos llego a unas islas apartadas en los mares del norte, donde los inviernos son más largos, donde aún a pesar de los pocos días de verano que podía disfrutar ese lugar en las aguas de sus mares navegaban los grandes iceberg como islas de hielo.

Muchas de las islas que visito estaban desiertas de humanos, obviamente por las inclemencias de ese clima que podría amedrentar a cualquiera, pero había algunos humanos, un poco más tercos, testarudos y rudos que el promedio que decidieron asentarse en algunas islas del lugar, se hacían llamar vikingos.

Barbaros, fuertes y salvajes, y con un gusto particular por la poesía y contar las historias de sus pueblos en odiseas liricas con rimas y canto mientras se embriagaban con sus licores y comían hasta reventar, eran personas realmente curiosas.

Fue entonces cuando lo conoció.

Alto, fornido, y con abundante barba roja. Era uno más de esos humanos, un vikingo, y por alguna razón le llamo más la atención que cualquier otro humano que había conocido.

Era uno de los más tercos, mas fornidos y testarudos humanos que había conocido, y antes de que se hubiera dado cuenta se había encariñado con este, o si quizás, solo quizás, se estaba encariñado demasiado, o peor, enamorando, pero pensó que no sería tan malo.

A pesar de la barbarie del humano podía admitir admirar el coraje que siempre presentaba, claro, con sus piscas de embrutecida estupidez humana pero aun así coraje, coraje que le hiso ser merecedor del título de líder de su pueblo de brutos humanos.

Con tal título llegaba el orgullo y el peso de guiar y cuidar de su pueblo de la mejor manera que pudiera, apartaba egoísmos propios y sus temores por el bien de su gente, no podía evitar admirar esa parte de aquel humano, su nombre era Stoick.

Un día se apareció en su aldea como una joven viajera de nombre Valka, su nombre en el mundo de los humanos, como seres con magia que eran su raza no había problema con crear un disfraz para engañar a los mortales de la isla y hacerlos creer que era otro de su raza, había pocos humanos con suficiente perspicacia para notar la magia cuando esta estaba delante de sus narices.

Paseo y vio alrededor del pueblo a los humanos, a las familias, a los animales que criaban para su alimentación o para sus ropas, y se encontraron, Stoick y Valka, y ese fue el comienzo del fin para ella, aunque esta aun no lo supiera.

Stoick había quedado cautivado con la exótica belleza de la extraña mujer que paseaba por su aldea, que a la mayoría de sus rarezas atribuyo a que era una extranjera en sus tierras, no a algo más extraño o sorprendente, y como lo que sucede con la mayoría de los hombres cuando encuentran algo que les llama la atención, único y valioso lo empiezan a desear y codiciar, pero como también ocurre muchas de esas veces la mayoría no sabe apreciar lo que tienen cuando ya lo poseen.

Stoick no fue la excepción.

Se propuso a conquistar a Valka, era hermosa, tenía ese exotismo que le atraía, ella se presentaba como un reto, un reto que se propuso a dominar, no era como las demás mujeres de su aldea o cualquiera que hubiera conocido, y Valka al saberse deseada no se lo dejo muy fácil pero tampoco se lo dejo como una cuestión imposible de realizar.

Así el juego de seducción entre el hada disfrazada y el vikingo llego a su fin en una noche de encuentro carnal, y una vez que probó algo tan bueno como Valka Stoick la quería para él para siempre, así que las fiestas de nupcias no se hicieron esperar y Valka era la envidia de toda la población femenina de la aldea, ella la extranjera, la exótica belleza se hacía de uno de los hombres más poderosos del pueblo eliminando fácilmente a la competencia con un simple pestañeo y Stoick era el orgulloso esposo de algo que muchos hombres desearían poseer pero solo uno, solo él podía tener.

Oh si, este sería un bonito final para una historia de amor, lástima que esta no es una historia de amor verdadero y esto solo es el inicio de otra historia, como dicen, los finales son también comienzos.

Los primeros meses fueron como luna de miel, todo fluía como aparentemente debería fluir, Valka se acostumbraba a una vida mortal aunque claro, utilizaba sus poderes cuando podía a escondidas de su esposo y la gente de la aldea, nadie sabía quién era realmente ella, quizás la única persona a sospechar algo de ella era Gotti, la anciana sabia de la aldea, pero más que acosarla, tratar de descubrir que era en realidad o cosas malas, no, nada, solo ella la dejaba hacer y Valka también.

Y toda luna de miel tiene que terminar algún día.

Valka sabía que algún día tenía que decirle a su pareja sobre su “pequeño” secreto, y quizás ya lo estaba posponiendo demasiado tiempo, especialmente que meses después de sus nupcias se dio cuenta que pronto su familia aumentaría de numero dentro de poco.

Así es, se encontraba embarazada, un pequeño crecía dentro de sus entrañas, lo podía sentir a cada momento, alimentándose dentro de sus entrañas de su sangre y magia.

No importa el orden como dio las noticias, lo que importa es que Stoick no reacciono muy bien para enterarse de un día para otro que su mujer era un hada.

Hubo gritos, jarrones rotos, una hacha voló en algún momento y quedo incrustada en la puerta muy cerca de la cabeza de Stoick cortándole una generosa cantidad de cabellos en la barba, y cosas que no se debieron decir pero una vez dichas ya no había vuelta atrás, no hay magia capaz de regresar el tiempo en esos momentos para evitar que la palabras que habían salido de sus bocas se dijeran.

Como ya se dijo antes, toda luna de miel llega a su fin.

Hubo cosas de las que se enteraron esa noche ambos, no solo Stoick al saber que Valka estaba embarazada y que era un hada.

Stoick no era tan fiel como había jurado ser con sus votos nupciales, ni tampoco el amor que le profeso era tan puro o sincero.

Valka no era una delicada dama, menos una delicada hada, que por algo había llegado tan lejos en sus viajes y sobrevivido las adversidades con las que se había topado en esta vida ella sola.

Las hadas podían tener fama de tener aspecto delicado, asemejar tanto el tamaño de un insecto o pájaro pequeño en algunos casos, o ser creaturas tímidas ya que no se dejan ver mucho ante los humanos, pero eso jamás debe ser descifrado como si fueran creaturas débiles e indefensas, ya que las hadas tenían magia poderosa y a pesar que su aspecto no era musculoso o aterrador en las mayorías de las ocasiones, había una razón por las que en las historias de los humanos eran creaturas de temer.

Con sentimientos volubles ellas podían mostrar generosidad desinteresada a los seres humanos, pero también una crueldad desgarradora, una dualidad peligrosa para cualquiera que la tentara.

Esa noche aquel hombre fuerte y valiente experimento el miedo a primera mano al tener que enfrentar frente a frente a un ser mucho más poderoso que su comprensión pudiera aceptar, aquella mujer a la que había hecho su esposa, aquella que creía “débil”, la cual ciertamente era exquisita pero se creía con el derecho de engañar con otras féminas de su aldea, le mostro el lado aterrador de un hada.

Esa noche Valka pudo haberlo matado fácilmente, un simple deseo y ese hombre terminaría con el cuello roto o su corazón se pararía por el miedo que le estaba infundiendo si se esforzaba un poco más, pero no lo hiso, ya que ella si llego a enamorarse de ese humano.

Aquel sentimiento de amor seria su perdición.

Le perdonó la vida, a ese humano que esa misma noche le había hecho tanto daño a su orgullo y corazón por su reacción, que le había dicho en un arranque de rabia que la había engañado al saberse que era una hada y por su supuesta esposa con mujeres del pueblo que al buscar favores del jefe del pueblo entregarían sus cuerpos a ese hombre de barba roja.

Temblando y hasta llorando lo dejo en el suelo en el que una vez fue su casa, la casa de ellos dos, le prohibió decir su secreto, le ato la lengua con magia incluso, si alguna vez se le ocurriera decirle a la gente del pueblo que ella era un hada entonces lo único que saldría seria el silencio o simples balbuceos sin sentido, y se fue al bosque donde lloro por lo que pudo ser y lo tonta que fue.

Estando embarazada no podía hacer un viaje largo a cualquier lugar, en esos momentos la mayor parte de su magia se canalizaba en su vientre para alimentar y cuidar a su bebé, bebé que solo seria de ella y de nadie más, sangre de su sangre, no lo arriesgaría ni por las ganas de salir de esa isla y estar lo más alejada de ese hombre que no la supo valorar, este sería el único tesoro y bien que le podía agradecer a ese hombre.

Curiosamente Gotti fue la que le brindo asilo en aquellos momentos cuando se calmó y pensó con la cabeza fría, si quería quedarse debía aparentar aun una fachada humana, al menos hasta el nacimiento de su bebé, la anciana le brindaría hospedaje en su humilde hogar por el tiempo que fuera necesario, mientras tanto los rumores ya correteaban de boca en boca por toda la aldea.

“Dicen que la hecho de la casa porque resulto ser una inepta como esposa” decían algunas malas lenguas.

“Yo escuche que está enferma, por eso esta con Gotti” comentaban algunos que tenían un pensamiento más generoso.

“Descubrió que se acostaba con tal y quien, y al enfrentarse él la golpeo hasta casi matarla, es por eso que no se deja ver” uno se atrevió a decir, siendo este quizás el más acertado, pero a la vez también muy equivocado de los rumores hechos.

A Valka poco le importaban los chismes del pueblo, no todas las preocupaciones que le afectan a los humanos le pueden afectar a un hada, pero Stoick siendo el jefe y ahora la principal centro de atracción del pueblo le hacía hervir la sangre más a menudo que nunca ser protagonista de estos chismes, algunos le favorecían, otros lo destrozaban como el villano, era la burla del pueblo y su orgullo le dolía y no podía irse con Valka para desquitarse o vengarse porque realmente le temía a su mujer.

El que se había enfrentado a berserkes, a romanos y a bestias salvajes, le temía a su mujer.

Varias de las féminas vieron su oportunidad de hacerse de Stoick en esos momentos, sin su esposa a su lado, dispuesto a aceptar el cariño de cualquier mujer que generosamente se lo ofreciera, las codiciosas mentes de las mujeres de la isla pensaban en volverse la nueva señora del jefe de la aldea.

Los meses pasaron y Valka estaría pronto a fin de su último trimestre, como se la pasaba en el bosque o encerrada junto a Gotti, con la cual había entablado una amistad, nadie se percató de su abultado vientre. Las amarguras que paso al saberse traicionada por su esposo fueron sustituidas por las dichas de la dulce espera de su bebé, se imaginó como seria, si fuera niño o niña, le hacía ilusión saber cómo serían sus alas, cada ala de hada es única, podía parecerse a otro par, como el de los padres, pero al final cada par de alas tenía sus rasgos únicos, ya quería saber cómo serían las de su bebé.

Stoick también había tiempo para tranquilizarse, aun corrían los rumores de la aldea por su aparente separación con su mujer pero ya no eran tan insistentes. Además de que había encontrado un nuevo consuelo en una nueva mujer, una de las tantas que se le ofrecieron en esos meses, era agraciada y de una de las familias fundadoras de Berck, no le superaba en belleza o encantos a su legitima mujer, pero aun así era satisfactoria su compañía, además de que no tenía que preocuparse por herederos, ya que le había dicho que ella misma estaba esperando por uno.

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