Los motivos de Rukawa
Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko
Hana y Ru
By Paz
Capítulo II: Un nuevo amanecer
Viernes, 16
Salón de Sakuragi
19:10
-Por hoy se acabo la tertulia, muchachos –dijo Hanamichi a su Gundam, levantándoles del sofá donde habían estado aposentados toda la tarde haciéndoles compañía como si temieran que Rukawa pudiera hacerle algún daño, si se descuidaban se les hacia allí de noche y no era conveniente para nadie estar a deshora por las calles, nunca se sabía a quien podía uno toparse.
Yohei fue el primero en levantarse y los demás le siguieron sin protestar y fueron desfilando hacia la puerta de salida tras hacer un gesto de saludo hacia el chico silencioso.
-No sabía que ahora eres su amigo? –Yohei, aprovechó que los demás se adelantaron y el moreno estaba lejos para oírle. Se había llevado una sorpresa encontrarle allí.
-No lo soy…
-Y qué hace en tu casa? –preguntó curioso.
-Se lastimó por mi culpa…
-Antes eso no te hubiera preocupado.
-Tu lo has dicho, antes… -no sabía explicar porque actuaba así, solo sabía que sentía que tenía que hacerlo.
-Solo espero que no os matéis…, volveré mañana a comprobarlo. –dijo alejándose.
Hanamichi cerró y regresó junto a Rukawa.
-A tu amigo no le soy muy simpático. –murmuró apartando la revista, que había fingido leer durante las dos últimas horas y de la que solo pasaba las páginas.
-No le tomes en cuenta, solo es porque se preocupa por mi seguridad. ¿Sabes jugar a las cartas? –preguntó mostrándole un mazo.
-Solo solitarios. –dijo cambiando de postura.
-Te enseñaré el póquer.
Una hora después, miraba la montaña de arroz que Rukawa tenía ante sí.
-Seguro que nunca antes habías jugado? –inquirió.
-La suerte del principiante –murmuró con una leve sonrisa.
Sakuragi se dejo caer de espaldas.
Media hora después Hanamichi dejaba todo el resto y una vez más perdió.
-Quieres té? –preguntó arrojando las cartas fastidiado.
-Si, por favor.
Se levantó para ir a prepararlo. Algunos minutos después estaba de regreso portando una bandeja con todo lo necesario para darse un pequeño festín.
Viernes, 16
Dormitorio de Sakuragi
21:10
Se encontraban los dos atentos a lo que pasaban por la pantalla. Era una película de los años cincuenta, bastante entretenida y aparentemente estaban disfrutando de ella.
-Te duele? –enseguida notó un leve suspiro que escapó de entre sus labios.
-No.
-Si te aburres cambio de canal –estaba dispuesto a cualquier cosa por mantenerle entretenido, por otro lado le parecía demasiado romántica.
-Esta bien así.
-Seguro? –se estiró para recoger el mando a distancia que estaba a los pies de ambos.
-Si. Dámelo. –pidió, cuando lo tuvo en la mano lo dejo en la mesilla, fuera del alcance de Sakuragi.
-Desvuélvemelo… -pidió.
-No.
-Es aburrida –se quejó.
-Por qué? –a él le gustaba bastante.
-Excesivo romanticismo.
-Ah!!!! –Le devolvió el mando- Pon deportes entonces.
Sakuragi se apresuró a hacerlo antes que cambiara de idea. Afortunadamente encontró un partido en directo de basquetball que fue del agrado de los dos. Cuando concluyó Hana se levantó para buscar comida. Estaba hambriento.
-Qué podemos hacer? –preguntó cuando agotaron las viandas de la bandeja Hana llevó al dormitorio.
-Podemos estudiar un rato –propuso.
Sakuragi hizo un gesto de fastidio, pero fue a buscar los libros y pronto descubrió las ventajas de estudiar con otra persona, cualquier cosa que no entendía Rukawa se lo explicaba de un modo tan sencillo que pasado mucho tiempo aún recordaba lo estudiado con él esa noche.
-Has pensado que vas a hacer cuando ya no juegues?
-Por qué me lo preguntas?
-Es que podías ser profesor. Me cuesta bastante comprender esos problemas y con tus explicaciones no han sido tan complicados de resolver.
-Gracias… -se sentía extraño recibiendo las alabanzas de Hanamichi, más aún estar allí en su casa y no pelear como era usual en ellos- Qué hora es? –preguntó tirando el libro hacia los pies de la cama.
-Doce y diez.
-Necesito levantarme…, no soportó más la cama…
-Tengo un futón… -Hana hizo ademán de ir a buscarlo.
-Déjalo… no es eso. Aquí adentro me ahogo… -se llevó la mano al cuello en un gesto dramático.
-Lo he comprendido, quieres salir a dar un paseo.
-Si, por favor –su vocecita de niño bueno, resultó tierna y muy convincente.
Hana era incapaz de negarle nada a un niño y más aún si su mirada cálida le miraba esperanzador. ¿Cuando Rukawa tuvo una mirada tan tierna?
Sábado, 17
Calles de Kanagawa
12:45
Sakuragi pedaleaba por las calles desiertas, disfrutando de la suave brisa que esa noche llegaba del mar. Detrás, sujetándose a su cintura, Rukawa disfrutaba de esa salida. Demasiadas horas en la casa le estaban perturbando, sus pensamientos le llevaban por caminos inesperados y necesitaba despejarse.
Pronto supo que no era una buena idea querer salir, porque cruzar sus brazos alrededor del pecho de Sakuragi no le ayudaba en nada a calmar esa pequeña desazón que le provocaba la cercanía del pelirrojo.
Hana le llevó a una colina desde donde podían admirar, a sus pies, la ciudad iluminada. Rukawa estaba recostado sobre la hierba, las manos cruzadas por detrás de su cabeza, mirando las estrellas que brillaban en el cielo. Hana sentado a su lado contemplaba la ciudad.
-Es hermoso.
-Si… -se mostró de acuerdo con él.
Cada uno refería a una cosa distinta. Hana se volvió viendo sus ojos fijos en lo alto, echó la cabeza hacia atrás y miró el cielo estrellado. Era más que hermoso.
Sábado, 17
Salón de Sakuragi
1:35
Comieron el último pastel que le quedaba a Hanamichi y bebieron té hasta hartarse.
-Qué hacemos ahora? –preguntó Hana.
-Que tal son tus vecinos? –preguntó mirando con interés la pared frente a él libre de adornos o láminas.
-Por qué quieres saberlo? –preguntó a su vez mirándole perplejo.
-Se molestarán si haces ruido.
-Que tipo de ruido?
-Este… -al instante de decirlo la pequeña pelota de goma de Rukawa y que había pasado desapercibida al pelirrojo salió lanzada de su mano hacia la pared y regreso a si estuviera imantada.
-¡¡Wow!! Cómo lo haces? –Rukawa apenas si se había movido y sin embargo la pelota volvió a su mano como si la hubiera llamado.
El chico de ojos azules se encogió de hombros.
-Hazlo otra vez… -pidió.
Rukawa así lo hizo, la pelota rebotaba en la pared y regresaba a su mano sin que él tuviera que hacer el esfuerzo de alcanzarla.
-¿Me dejas probar a mí?
Rukawa le pasó la pelota, tras unos cuantos intentos y varios objetos rotos y algunas planchas que se dio el pelirrojo contra el piso consiguió hacerse con el control de lanzar la pelota y recogerla. Al cabo de un rato se entretenían haciéndola rebotar en la pared y regresar a la mano de uno de ellos quien volvía a lanzarla para que la tomara el otro.
Su entretenimiento se prolongó durante más de media hora, después Rukawa se cansó y dejó que el pelirrojo siguiera solo, entretanto él se dedicaba a observarle.
-¿Estas cansado? –preguntó al ser consciente que llevaba un rato largo con la mirada fija en él.
-Un poco…
-¿Quieres acostarte?
-Me gustaría caminar…
-Aun es pronto para eso…
Sábado, 17
Dormitorio de Sakuragi
2:25
Una vez más estaban recostados en el lecho, escuchando un debate deportivo.
Quince minutos después Rukawa comenzó a removerse inquieto en el lecho.
Hana apagó.
-¿Qué haces?
-Es aburrido. ¿Te interesaba? -preguntó fijando su mirada en él con una expresión de inocencia total.
-No… -reconoció.
Hana se sentó frente a él.
-Vamos a ver como sigue tu pie. Lo alzó con cuidado, apoyando la puntera de su talón sobre sus pies cruzados. Fue desenrollando la venda al mismo tiempo que iba enrollándola en el extremo suelto. Cuando acabó la posó sobre la cama, su tobillo tenía mejor aspecto, con suavidad las yemas de sus dedos palparon la zona afectada- ¿Te duele? –había percibido un ligero estremecimiento.
-No…
-¿Seguro?
-Si.
-No me dirás una cosa por otra…
-¿Por qué iba a hacerlo?
-Para que te deje andar un poco. –replico.
-No. –el tono seguro de su voz le hizo comprender que no intentaba engañarle. Además él sería quien saldría perjudicado.
-De acuerdo. –se estiró hacia la mesilla y tomó el tubo de crema. Extendiendo una cantidad sobre el tobillo para luego volver a vendárselo- Mañana podemos ir al parque. He oído que llega un grupo de música rock y que darán un concierto en directo. –sabía que le gustaría. El brillo de sus ojos le recompensó.
Hana se encontró buscando nuevas formas de distraerle, jugaron a “hundir la flota”, “dígalo con mímica”, a “las damas”, al “go” las propuestas del joven pelirrojo tuvieron una buena acogida por parte de Rukawa y la novedad le mantuvo distraído durante un par de horas.
Hana cambiaba de juego en cuanto comenzaba a ver que se distraía, que dejaba de prestarle atención.
Rukawa se sentía feliz, porque el pelirrojo le hacia recordar los gratos momentos que pasaba con su madre, desde que ella murió, no había tenido con quien pasar esas largas noches en las que el sueño se negaba a llegar. Al percibir la preocupación del pelirrojo un cálido sentimiento envolvió su corazón, después de su madre era el único que se ocupaba de él.
-¿Qué hay…? –preguntó al ver una inusitada calidez en la mirada del chico y su brillo inusitado.
-Gracias.
-¿Por qué? –preguntó sorprendido.
-Por estar a mi lado. –se inclinó hacia delante y tomó su mano agradecido.
-No…, no tienes nada que agradecer… -se turbó ante su contacto- Somos compañeros… y… y… los amigos se ayudan.
-Nunca me quisiste como amigo. Somos rivales. Lo has olvidado. ¿Por qué me ayudas si me odias? –inquirió porque necesitaba saberlo y mejor oportunidad que esa no iba a tenerla.
-Yo no te odio… -reconoció que no se había portado bien con él.
-Entonces… ¿por qué las peleas? ¿Qué hice que te molestará? –sentía curiosidad por conocer sus motivos. Y aquella era la primera vez que podían hablar sin agredirse mutuamente.
-Nada. –Viendo la mirada sorprendida de Rukawa explicó- Una vez más me enamoré de la chica equivocada –reconoció- Ella esta loca por ti y bueno… me moleste bastante.
-¿De mi? –sus ojos se abrieron sorprendidos.
-¿No lo sabías? –preguntó a su vez.
Rukawa negó con la cabeza. Dejo que su espalda se apoyara en el almohadón y cerró los ojos, sin saber porque se sintió triste.
-¿Vas a dormir? –preguntó mirando hacia la ventana. Aún estaba oscuro.
Abrió los ojos y miró el reloj. Marcaba las cuatro y media de la madrugada.
-No. –Observó el cansancio en el rostro del pelirrojo y se compadeció de él- Duerme tú, a mi ya me queda poco.
-Seguiremos juntos.
-No seas terco… -le tomo de la muñeca atrayéndole hacia él, antes que Hanamichi pudiera reponerse de la sorpresa, estaba tumbado a su lado, con la cabeza apoyada en su pecho y su brazo rodeándole los hombros- Es una tontería que pases otra noche sin dormir. Aunque sea poco aprovecha este par de horas que quedan.
Hana se sentía a gusto allí, preguntándose como podía estar Rukawa sin dormir, él se volvería loco con solo pensar tener insomnio un par de noches y en cambio, él llevaba así toda su vida. Había sido necesario un tonto accidente para conocerle como era realmente. La vida le estaba enseñando una nueva lección, no prejuzgar a las personas por lo que mostraban en el exterior, su kitsune tenía una máscara tan… un momento, desde cuando era suyo. ¿Cuándo comenzó a tener ese sentimiento de propiedad? ¿Y él? ¿Que pensaba? Una sonrisa asomó en sus labios, al percibir que el corazón de Rukawa latía junto a su oído, como si fuera a acomodarse, su mano se movió por su pecho en una lenta caricia, el bombeo se aceleró teniendo la certeza que él también estaba experimentando ese nuevo sentimiento. Cerró los ojos para disfrutar de la revelación, no contaba con el cansancio que iba arrastrando, apenas transcurrieron unos minutos se quedo dormido profundamente.
Al tener la certeza que dormía Rukawa acarició sus cabellos rojizos posando sus labios en esas hebras de la coronilla, sintiendo su suavidad, un cosquilleo le recorrió.
Sus sospechas quedaban confirmadas, estaba perdido, en apenas unas horas, el pelirrojo se había metido en su piel y ya no podía sacárselo. Desde muy temprana edad sabía hacia donde iban sus preferencias, lo aceptó como muchas otras cosas, saber que era diferente no afectaba su vida personal, porque nunca se sintió atraído por alguien como para desear incluirlo en su metódica existencia. Es más nunca pasó por su mente la idea de que fuera a gustarle el pelirrojo. Tal vez no pensó en esa posibilidad debido a la extraña relación que había entre los dos, la oposición que mantenían les tenía siempre en continua pelea, era raro el día que no discutieran durante los entrenamientos. Ahora no solo le gustaba el pelirrojo se había enamorado de él. Unas horas antes era su rival declarado, ahora, ¿Qué era ahora? se interrogó a si mismo. Un amigo, él me considera solo eso. No puedo aspirar a más. Esa idea le producía dolor. ¿Por qué tuve que enamorarme? porque le conocí como es realmente, si, fue así, he visto que es amable, atento, servicial, es divertido y leal con sus amigos, le constaba por la familiaridad con su “Gundam”, también era un pandillero, alborotador y presuntuoso, pero aún así le amo, porque al mismo tiempo es tierno, inocente, divertido y ahora se que necesito sus risas, su cariño. Se conformaría con su amistad, aunque le doliera.
-¡¡Ay, Hanamichi, si me amaras, sería el hombre más feliz!! –murmuró muy bajito antes de quedarse dormido.
A través de los cristales de la ventana unos tímidos rayos solares iluminaban el dormitorio con la claridad del nuevo día.
Sábado, 17
Cocina de Sakuragi
10:25
-Babum, babum, babum, -tarareaba feliz mientras se ocupaba de prepararse el desayuno.
Un jugo de naranja, tostadas, mermelada, panecillos calientes y té.
Con la seguridad que Rukawa seguiría durmiendo, salió a hacer algunas compras.
Una hora después regresaba cargado con varias bolsas. Llevaba todo lo necesario para no tener que salir en un par de días.
Estaba guardando la compra cuando llamaran a la puerta. Se apresuró a abrir antes que lo despertaran.
-Hola, Yohei. –dijo en tono bajo.
-Que ocurre? –preguntó.
-Habla más bajo o le despertarás.
-Esta dormido? –preguntó sorprendido.
-Si, pasemos a la cocina. –cerró la puerta tras ellos.
-Esta tarde es el concierto, vendrás con todos.
-Le dije a Rukawa que le llevaría, si no os importa…
-Puedes llevarlo… - asintió medio disgustado.
Siguieron conversando animadamente entretanto Hana guardaba sus compras y enseguida se dispuso a preparar la comida.
-Creo que te llama… -dijo Yohei al escuchar una voz pronunciando el nombre de su amigo.
Hana se apresuró a abrir la puerta y con grandes pasos se acercó hasta el dormitorio.
Sábado, 17
Dormitorio de Sakuragi
12:45
-Buenos días, Rukawa. Me llamabas?
-Si…, creí que estaba solo.
-Lo estuviste mientras fui a hacer la compra. También estuve alimentando a Neko. Ya somos buenos amigos. Llevo un rato largo en la cocina, esta Yohei y no quería despertarte así que cerré le puerta, lo siento –se disculpó.
-Cerraste la ventana.
-Si, así podías dormir mejor. –se acercó a retirar las contraventanas, enseguida la claridad del sol entro a raudales en el interior.
-No me gusta la oscuridad –murmuró.
-Lo recordaré. ¿Quieres un jugo de naranja? –Ofreció- Estoy haciendo la comida, pero aún tardaré un poco en tenerla.
-Si, por favor.
-Enseguida vuelvo.
Sábado, 17
Cocina de Sakuragi
12:50
Yohei se sorprendió al ver con que premura, Hana disponía en una bandeja, un jugo de naranja que exprimió exclusivamente para el chico moreno, un platillo con unos panecillos calientes y un té y lo llevó al dormitorio.
Sábado, 17
Dormitorio de Sakuragi
13:05
-Aquí tienes…
-Gracias –al ver el contenido de la bandeja murmuró- No tenías que molestarte, podía esperar.
-No ha sido ninguna molestia… -vió acercarse a Yohei.
-Te dejo. Nos vemos esta tarde. Adiós, Rukawa.
-Adiós…
-Disculpa un instante… -siguió a Yohei hacia la salida.
Sábado, 17
Entrada casa de Sakuragi
13:10
-Nos encontramos donde siempre –salio el chico, antes de marcharse definitivamente se volvió a medias- ¿Cuando se irá?
-Mañana… -y al pensar en ello sintió cierta congoja. Se había acostumbrado a él, sabía que iba a echarle de menos. Su casa parecía más llena con su presencia. Hacía mucho tiempo que allí no había juegos y risas. Estaba descubriendo que a su lado lo estaba pasando bien.
-Después del entrenamiento podemos vernos en Danny’s. Quisiera hablar contigo.
-Tendrás que invitarme…
-Siempre lo hago.
Hana soltó una carcajada. Era cierto.
Sábado, 17
Dormitorio de Sakuragi
13:15
-Ya he vuelto… -se anuncio con una amplia sonrisa- ¿Has terminado? –le retiró la bandeja.
Al rato dejaba toallas de repuesto en el aseo.
-Veamos como tienes tu tobillo. –Unos instantes después le miraba sonriente- Hemos hecho un buen trabajo, ¿no crees? – Observó los dos tobillos- tienen el mismo tamaño. Ahora solo tienes que poner cuidado donde pisas y no excederte andando. -Soltó sus pies y le miró ante su silencio, observó que apretaba los labios como si intentará contener un dolor- ¿Te he hecho daño? –se preocupó, él alardeando y ¿acaso…?
Rukawa negó con la cabeza. Por Kami si seguía tocándole así no sabía como seguir ocultando sus sentimientos.
-Si quieres darte una ducha te he dejado todo preparado.
-Gracias.
Se le hizo extraño poder levantarse y no necesitar el apoyo de Hanamichi.
Sábado, 17
Cocina de Sakuragi
13:40
Hana estaba preparando ramen para comer.
Sintió pasos y se volvió. Rukawa apareció con sus cabellos mojados.
-¿Qué haces? –preguntó sentándose junto a la mesa.
-Eso dímelo tú… -le miró frunciendo el ceño.
-¡¡Yo!! –se quedo perplejo por su reacción, no comprendía que le pasaba al pelirrojo.
-Eres un imprudente. ¿Quieres enfermarte? –le regañó al verle así. De un cajón sacó un lienzo impecablemente limpio y sin darle tiempo a Rukawa a reaccionar, comenzó a secarle el cabello, frotándolo suavemente hasta extraer de sus cabellos toda la humedad- Deberías poner más cuidado. Así esta mucho mejor. –Pasó sus dedos entre los cabellos atusándolos- Ya no necesitas peinarte. –miró críticamente su aspecto.
Rukawa lo miraba con perpleja expresión y entonces se dio cuenta de lo que había hecho y él mismo enrojeció, compitiendo con su cabellera.
-Esto… -se volvió de espaldas hacia el fuego para ocultar su turbación- estará enseguida…
Rukawa no contesto. Él también había quedado bastante descolocado. ¿Qué había sido aquello? ¿Hana preocupándose realmente por él? Miraba su espalda porque él seguía sin volverse, hurtándole la mirada, estaba removiendo la comida o fingiendo que lo hacia. Se levantó, apoyó su palma abierta sobre su espalda y murmuró.
-Gracias por preocuparte, Hana. Voy a recostarme un rato.
Su nombre en sus labios le pareció que sonaba diferente y el calor de su mano traspasó la tela y sintió como si abrasara su piel.
-No te duermas, la comida estará en unos momentos.
-Lo intentaré.
Sábado, 17
Dormitorio de Sakuragi
14:14
Sakuragi le miró, se le veía tan hermoso que sintió deseos de seguir viendo esa tierna expresión de su rostro dormido, se recostó a su lado, frente a él, apartando unos mechones de cabello por detrás de sus orejas. Rozó su mejilla con la punta de sus dedos.
-Rukawa…, despierta…. –le llamó.
Los parpados se levantaron perezosamente y sus pupilas azules se posaron en él, con incertidumbre, enseguida un destello de irritación que se apagó tan pronto como le reconoció.
-¿Hana?
-Aha…, si nos demoramos más, no llegaremos a tiempo al concierto –le aviso. Se levantó- Vamos, no seas perezoso. Ya has dormido bastante. -le tomo de la muñeca y tiró de él para levantarlo.
Rukawa se dejo llevar y su cuerpo cayó sobre el pelirrojo que seguía medio recostado. Sus manos se apoyaron en sus hombros, sus rostros quedaban muy próximos, las pupilas azules quedaron fijas en la mirada del pelirrojo que parecía aturdido.
-¿A qué hora es el concierto? –preguntó.
-Creo… creo que a las cinco… o a las seis…, no recuerdo. –la proximidad del chico había dejado en blanco su mente, si le preguntaran su nombre en ese momento, no hubiera sabido responder.
-Entonces no hay prisa, a lo mejor es a las siete… -un tonillo de burla había en sus palabras. Se movió como si fuera a levantarse, sus caderas se rozaron contra las de Hana, se sorprendió al sentir que estaba excitado- Hana… quedémonos, no salgamos.
-Yohei nos espera…, he quedado con él. –hizo un esfuerzo por coordinar un par de frases coherentes.
Rukawa se apartó definitivamente con un gesto de frustración.
Hanamichi lamentó perder el calor que le proporcionaba sentirle tan próximo.
En silencio salieron del dormitorio.
Sábado, 17
Cocina de Sakuragi
14:16
Comieron en silencio, abstraídos en sus pensamientos, de vez en cuanto se miraban en silencio.
Hacia el final. Hana habló.
-Podemos quedarnos si así lo quieres.
Rukawa levantó la mirada sorprendido, y pensó que era egoísta por su parte privarle de una salida. Era sábado y necesitaba diversión.
-No. Salgamos. –Posó su mano sobre la suya y la acarició gentil- Quiero salir contigo. –le miró a los ojos y supo que él comprendía su alusión.
Hanamichi asintió.
Sábado, 17
Aseo de Sakuragi
15:00
Sakuragi entró al aseo, donde Rukawa se estaba duchando. Le dejo una remera y uno de sus pantalones, así como un bóxer y calcetines. El resto de su ropa la había echado a la lavadora.
-Sakuragi… -le había sentido entrar.
-Te he dejado ropa limpia –le aviso- Creo que te ira bien.
-Cómo vamos de tiempo? –inquirió.
-Supongo que bien. ¿Por qué? –preguntó.
-Si quieres puedes bañarte conmigo –propuso- así ganaremos tiempo.
La exclamación de sorpresa de Sakuragi hizo asomar una sonrisa a sus labios. Sonrisa que no vio el pelirrojo, porque sin lugar a dudas se metía de cabeza bajo el chorro de agua.
-Ahora se donde aprendió tu mascota esas palabras, hentai –manifestó con un bufido apresurándose a salir de allí, porque ganas no le faltaban.
Sábado, 17
Calles de Kanagawa
16:10
Hanamichi se vió en la necesidad de disminuir la velocidad de su pedaleo, ya que Rukawa estaba en plan juguetón. Aún se preguntaba como habían llegado hasta ese extremo, de las discusiones y peleas que tuvieron en ese reciente pasado, ahora estaban los dos disfrutando de su proximidad. En menos de dos días se sentían tan compenetrados como si fueran amigos de siempre.
En esos momentos, además de sentir en su espalda a Rukawa apoyado con todo su cuerpo, sus manos delante suyo no se estaba quietas, a veces enlazadas a veces sueltas las sentía en su pecho, o en su vientre, ese kitsune tan lanzado estaba haciendo estragos en su escasa contención. El calor de sus palmas era embriagante.
-Rukawa, por qué no duermes un ratito, ¿eh? –le pidió ya en el límite.
-No tengo sueño. –sorprendentemente esa era la realidad.
-Entonces deja las manos quietas. –hizo una brusca maniobra cuando sintió el calor de sus dedos, por debajo de la remera- ¿Te estarás quieto?
-Con una condición. –ronroneó detrás suyo.
-¿Cuál? –estaba dispuesto a cualquier cosa.
-Dame un beso.
-No.
-Uno chiquitito –insistió.
-No quiero. Aaahhgg –más que dolor fue placer cuando le dio un tirón a su pezón- De acuerdo… -se rindió a sus deseos, eso con tal que no siguiera provocándole esas sensaciones tan placenteras, en plena calle con el consiguiente riesgo a su integridad moral y física.
-¿Dónde vas? –preguntó al verle desviarse hacia un callejón.
-No querrás que nos detengan por escándalo, ¿verdad? –Se detuvo y se bajó, mirando al chico moreno, su rostro tenía un rubor encantador- Estoy listo.
Rukawa casi deja escapar una carcajada al verle firme ante él, como esperando una sentencia de muerte. Ahora que tenía la certeza que el pelirrojo estaba más asequible a su conquista, no iba a dejarlo escapar. Tenerle allí era más de lo que podía haber imaginado en días anteriores.
No era un lugar muy idílico, pero en fin, lo había elegido Hana. Descendió de la bici apoyándola contra la pared, rodeó la cintura del pelirrojo atrayéndole contra sus caderas.
-Te amo, Hanamichi –sin darle tiempo a reaccionar ya estaba besándole mientras le arrastraba fuera de la vista de los que pudieran pasar por delante del callejón, su mano se deslizó hasta su entrepierna comenzando a sobarlo, complacido por la respuesta de Hana que respondía al beso con ardor, acompañado de suaves quejidos y suspiros.
-Es un kitsune abusón, pervertido –gruñía momentos más tarde Hanamichi mientras pedaleaba con fuerza con la seguridad que iban a perderse el concierto- Eso no era un beso pequeño –no iba a decirle que le había agradado todo lo que le hizo.
-No. Olvide mencionar el resto. –dijo con su habitual seriedad, aunque por dentro reía divertido- Te gusto, no?
Hana gruño ininteligible.
-Eres como Neko, gruñes pero enseguida vuelves por más. Siempre quiere doble ración.
-Yo no… -se detuvo volviéndose para enfrentarlo. Encontrándose con sus labios tan próximos que no se resistió a ellos. Cuando se apartó estaba ruborizado hasta la raíz de su cabello- ¡¡¡Mira lo que me haces hacer!!! –miró alrededor asustado. Afortunadamente no se veía a nadie. Cosa extraña ya que era una calle principal. Con seguridad que todos estaban en el parque para ver el concierto.
Sábado, 17
Parque de Kanagawa
17:30
-Creía que ya no llegabas –dijo Yohei al verle.
-Me retraso Rukawa –al decirlo un rubor subió a sus mejillas y para evitar que se le viera, giró el rostro como si buscará un lugar donde dejar su bicicleta.
-Allí queda un hueco, do´aho –Rukawa le ayudó mostrándole el cercano parking, donde estaba aparcadas muchas otras.
Estaban en una especie de loma, bajo los cerezos floridos, desde allí veían sin ninguna dificultad todo el escenario. Rukawa se sentó con la espalda apoyada en el tronco. Tras los saludos a la Gundam de Hanamichi, ninguno de ellos le prestó más atención.
Rukawa miró con curiosidad a su alrededor, era aquella su primera salida y el ambiente que reinaba allí era festivo, familias completas, jóvenes de todas las edades se sentaban en el césped y platicaban amigablemente. Nunca antes había pensado que podía sentirse bien así, sin hacer nada, solo por el placer, sus únicas salidas fuera del horario de la preparatoria eran para ir a practicar basquetball y Hana le estaba enseñando que había algo más que jugar. Vió al pelirrojo acercarse y buscarle con la mirada, al verle fue directamente a su lado.
-¿De quién te escondes? –preguntó con una sonrisa.
-De ti no –susurró con expresión tierna.
Yohei quedo en shock cuando vió a Hanamichi sentarse entre las piernas abiertas del chico moreno y apoyar su espalda en su pecho y sus brazos en las rodillas levantadas del chico.
-Estas cómodo? –susurró junto a su oído soplándole suavemente.
-Aha…
-Ya salen al escenario… -aviso Noma.
-Ese de la guitarra… ¿no es…? –Tacamiya aplaudía entusiasmado y el nombre que pronunció no llegó a escucharse.
La música y las canciones se sucedían unas tras otras, cambiaban los grupos musicales, que hacían furor entre las jovencitas. Llego el atardecer y los juegos de luces llenaron el escenario dando un aspecto espectral a los músicos.
Kaede que había disfrutado cada canción, cada grupo que aparecía en el escenario, provocaba en él una intensa emoción, amaba la música.
-Gracias, por traerme Hana –susurró junto a su oído, besando cariñoso su mejilla.
El brillo de sus ojos emocionó al pelirrojo, se le veía tan feliz.
-Vamos a bailar… -se levantó arrastrándole con él. Hasta donde una multitud de jovencitas y no tan jóvenes se movían al ritmo de la música.
-No se bailar… -se resistió- Además que pensarán. –se ruborizó.
-Que nos estamos divirtiendo. Ven, yo te guiaré.
Kaede se reveló como un bailarín extraordinario.
-Kitsune eres una caja de sorpresas –murmuró con su mejilla apoyada en su hombro- ¿Dónde aprendiste?
-Mamá me entretenía enseñándome pasos nuevos. Siempre me decía que tuviera fe, que algún día iba a conseguirlo.
Hana lamento haberle hecho recordar cosas tristes. Se abrazó más contra él, para consolarle.
-Seguro que sí. Las madres siempre tienen razón –movió su rostro y sin importarle que estaban rodeados de una multitud de bailarines, acercó su rostro al suyo y buscó sus labios, un beso corto y tierno.
-Si…
Cuando regresaron junto a los demás solo quedaba Yohei y Okus.
-Creímos que os habíais perdido. –dijo resentido Yohei porque Rukawa había acaparado la atención del pelirrojo.
-Estábamos por ahí.
-He oído que han venido de la televisión para grabar el concierto. –dijo Okus- -¿Habéis visto las cámaras?
-Yo no…
-Te esperaba para despedirme –dijo Yohei levantándose- Mañana hablaremos.
-Me voy contigo –dijo Okus.
-¿Quieres quedarte? –preguntó Hana mirando a Rukawa.
-Lo que tú desees me parece bien. –ansiaba estar a solas con su pelirrojo. Un montón de ideas cruzaban por su cabeza y tenía el resto de la noche por delante para realizarlas, en todas ellas estaba incluido el pelirrojo.
Hana asintió, comprendiendo que también deseaba irse.
-Nos vamos todos.
Se fueron charlando hasta donde estaban las bicicletas. Cada uno recogió la suya y tras hacer parte del camino juntos finalmente se separaron.
Hana quedo un tanto sorprendido cuando al quedar solos, Kaede seguía tan tranquilo como cuando estaban sus amigos.
Acarició sus manos entrelazadas junto a su cintura, Kaede siguió en la misma postura, apoyado en su espalda con todo su cuerpo, la cabeza junto a su hombro izquierdo, su respiración se escuchaba pareja.
-Kae… -le llamó suavemente. Al no recibir contestación, una amplia sonrisa alargó sus labios. Kaede se había quedado dormido. Asombrosamente, lo había conseguido. Siguió circulando con cuidado para no despertarle.
Domingo, 18
Dormitorio de Sakuragi
03:25
Con sumo cuidado Hanamichi le llevó en brazos, acostándole en el lecho, le desvistió dejándole solo los bóxer y tras desvestirse él. Se acostó a su lado. La luminosidad que provenía de la luna, dio de lleno en el rostro de Kaede, haciéndole ver al ángel dormido. Un ahogado gemido escapó por entre los labios del pelirrojo. Por Kami que hermoso es, pensó acurrucándose a su lado, pasándole un brazo por encima de su cintura como para cerciorarse que su ángel continuaba a su lado al despertar.
Rukawa emergió de debajo de las brumas del sueño, al principio, sus percepciones del lugar eran vagas, después se fueron aclarando. Sentía el calor de un cuerpo junto al suyo, era grata esa presencia, recordó que estaba con Hanamichi que regresaban a casa y que comenzó a sentirse muy cansado. Se apoyó en él y… no recordaba como llego hasta allí.
Abrió mucho los ojos.
-Me dormí…
-Si, mi hermoso ángel, te dormiste –le confirmó Hana que había pasado esas horas, velando el sueño de su hermoso angel. Le vio despertar y permanecer quieto, como aturdido, y enseguida la revelación.
-Lo he conseguido… -susurró bajito abrazándole feliz. Enseguida Hana sintió estremecerse su cuerpo por los sollozos y la humedad de las lágrimas cayendo sobre su hombro.
-Si… -le estrechó contra su pecho, sentándose en el lecho con él encima y como si fuera un niño pequeño lo acunó en sus brazos hasta que dejo de llorar.
-Mamá tenía razón… -susurró antes de dormirse nuevamente agotado por la intensa emoción.
-Si… tú mamá sabía lo que decía…
Habían transcurrido dos horas cuando el teléfono comenzó a sonar insistentemente. Hana no quería levantarse para no despertarle.
-No vas a contestar? –preguntó Rukawa, abriendo los ojos y mirándole con ternura.
-Si… -le dejo y se levantó.
-Era Yohei… -la expresión seria de su rostro no presagiaba nada bueno.
-Que ocurre Hana? –se tiró de la cama y fue a su lado- Que quería tu amigo?
-Llamaba para que estuviéramos preparados. Hemos salido en la televisión, en directo, tú y yo…
-Quieres decir… cuando… bailábamos… -agregó.
-Y cuando te bese.
-Eso no fue un beso, apenas una caricia. –Sonrió- Esto es un beso… -sus labios tomaron posesión de los suyos de un modo ardiente, le sintió gemir en sus brazos y responder a las exigencias de su lengua, profundizo en esa boca deliciosa hasta que sintió que Hana se deslizaba de sus brazos. Le sujeto con firmeza al tiempo que se apartaba- ¿Te ha gustado?
-Que preguntas haces, kitsune. –refunfuño aún debilitado en sus brazos- Dentro de una hora vendrán a recogernos. Piensan que para entonces todo el colegio lo sabrá y que por si acaso es mejor que vayamos acompañados.
-Te amo, Hanamichi, nada ni nadie podrá cambiar eso.
-Te amo, Kaede.
-¿Podemos ahora bañarnos juntos? –preguntó mirándole con tierna expresión.
-Pervertido… pervertido… -chilló Hanamichi imitando al loro de Kaede.
El muchacho comenzó a reír a carcajadas, dejando descolocado al pelirrojo, no podía creer que pudiera ser él mismo Kitsune que él conocía. Y que hermosa risa tiene. Pensó. Abrazándole para alcanzar esa boca riente, los dos pierden el equilibrio y caen con fuerza contra el lecho.
Saben que un nueva vida se alza ante ellos y están dispuestos a afrontar juntos cualquier problema que surja en su camino hacia la deseaba felicidad.
FIN
del 1 al 23 de diciembre 2003
Revisada y modificada el 18 de mayo de 2012
Paz