Siete años antes
Todo el pueblo estaba reunido a la plaza de la ciudad, al frente de ellos estaban tres mujeres torturabas atadas a tres enormes cruces echas de madera de la región, la lecha verde como dicta la tradición, sus aspectos no se podían apreciar tenían tierra y moho en el rostro eso sin incluir las quemaduras que tenían , ya no poseían la belleza que las caracterizaba antes, al frente de ellas estaba su verdugo un hombre de grandes proporciones con vestimenta de color negra y una capucho que le cubría el rostro, pronuncian las últimas palabras para al menos salvar sus almas del infierno de las cuales se les condenaba.
Hace unas semanas aquellas tres mujeres fueron acusabas de brujería, eran conocidas como buenas cristianas pero ahora eran condenabas a morir por brujería en la hoguera, pero esa actividad era algo común en este pueblo.
Hacía tiempo que este lugar se había convertido en uno de los pueblo con que muchas personas dirían “la maldición de castigar y condenar a todo aquel iba en contra de la fe cristiana, la ciudad de Oudenwater tenía como sacerdote y castigados a Sage Rak era uno de los sacerdotes más devotos a su profesión que pudo inculcar el vaticano en su tarea , procuraba guiar a los creyentes al camino del bien, que siguieran el camino de la fe y que ninguno cayera al camino del pecado, era como un pastor cuidando de sus ovejas.
En la ciudad vivía una familia de noble muy devotos a la fe, la familia akvariumera, la familia más poderosa y acaudalada de la región, de la familia principal solo sobrevivía el primogénito Degel akvariumera, era de un carácter bondadosa y compasiva, aunque en el exterior no mostrara ningún sentimiento después de la muerte de sus padre y su hermano no nato, siempre se le veía cuidando a sus primos y tíos mayores aunque esos no vivieran en la región, sino hasta las exclusivas regiones Francos, era muy querido por la ciudad, por lo general siempre se le veía a un lado de Sage aprendiendo y siguiendo el camino del buen cristiano, en cambio Sage le tenía un cariño muy especial a Degel, no solo lo conoció la primera vez que sus padres lo trajeron para presentarlo ante Dios y bautizarlo , sino que era su padrino, este era como un segundo padre para Degel pero lo que no sabía el menor es que Sage le tenía un cariño mucho más grande que el de un padre, el deseaba algo mas del menor, a veces tenia sueños en donde Degel estaba a sus pies haciéndolo experimentas los placeres de la carne, algo que iba en contra de los principios del mayor.
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Mientras Sage pronunciaba las últimas palabras a las condenabas, antes de prender el fuego, Degel estaba acompañado de sus primos Unity y Serafina que estaban de visita en uno de los balcones del palacio que se encontraba a vista a la plaza, Degel no entendía el porqué de esa actitud, las conocía como buenas cristianas desde muy pequeño, casi compartieron la infancia, tenían un buen estatus social, pero lo único que las igualaba eran que estaban viudas, sus esposos habían muerto por una peste que atado la región, ella sobrevivieron y son ese simple hecho hizo que empezaran a sospechar de tratos con el diablo.
Estaba muy sumido en sus pensamientos que no se percato del tiempo que paso hasta que sintió como una mano se posaba en su hombro, al voltear observa a Serafina
-Degel es hora de irnos-
-si- levantándose de la silla para salir del lugar, al salir observaron a Unity esperándolos adentro del carro, Serafina, entra pero Degel se niega al entrar
-me gustaria caminar un rato... si no les moleta-
-no importa adelante- contestaron los dos hermanos, antes de que arrancara, dejando al oji-azul a solas
Nuevamente estaba concentrado en sus pensamientos, que ni siquiera sintio la brisa fria del otoño ocasional hasta que escucho una voz, muy diferente a la de la region llego a sus oidos.
-detente... tonto sombrero-
Degel no supo de donde venia esa voz hasta que siente como algo le cayo en su cabeza lo tomo entre sus manos, aquel joven al ver donde cayo su pertenencia se sonrojo al extremo, se queria morir de verguenza asi que rapido se le acerco quitandole la pertenencia, algo que para gusto de Degel fue de mala educacion.
Clavando sus ojos a aquel extraño que lo desconcentro y por su mala educacion, lo miro con mucha atencion, para encontrarse con la persona mas bella que pudo haber conocido
-disculpe señor no fue mi intencion esa ofensa-
Degel no podia creer la belleza de aquel joven tenia una larga cabellera azul que corria por la espalda, sus ojos igual de azules pero su piel era morena, por el acento suposo que no era del lugar y por la vestimentas que llevaba (una camisa color arena y unas bermubas del mismo color, unos krepis que le llegaban a la mitad de las piernas y una bufanda roja que adornada su cuello) tenia un aspecto infantil algo que conmovia mucho a Degel.
-no te tienes porque disculpar, veo que no eres de aqui-
-asi es vengo de Grecia-
-¿Grecia? no estas muy lugar de aqui
-asi es-acomodandose su sombrero -estoy aqui por cuestiones de trabajo-regalandole una sonrisa la mas bella que Degel pudo ver
-pues sera yo el primero en darte la bienvenida, me llamo Degel Akvariumse-
-Mucho gusto Degel, yo me llamo Kardia Scairp, pero solo llamame Kardia-