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Eterno por Akiko_y_Shizuka

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PARTE DOS

Cinco años después







La investigación biológica siempre había sido considerada importante, pese a que los biólogos sabían que no serían extraídos del planeta con los organismos que planeaban conservar. Pese a ello la rama estaba interesada en experimentar con las circunstancias en las que podría verse expuesto un organismo, lo que interesaba, especialmente si la resistencia podría transferirse a un cuerpo tan frágil como el humano.

Djafary hizo unas últimas anotaciones en el procesador central y se aseguró que fuera perfectamente guardados. No había descubrimientos diarios, a comparación del trabajo de los ingenieros, quienes podían manipular el mecanismo de la nave y estudiarlo una y otra vez, sin embargo Djafary pensaba que cualquier registro podía llevar a un avance importante.

"Llegas tarde"

- ¿Qué? - se extrañó Djafary, escuchando la pequeña voz que salía de su comunicador.

"Llegas tarde"

- ¿Tarde? - volvió a extrañarse y jadeó.

¡El cumpleaños de su padre!

Djafary cerró los registros y corrió a tomar sus cosas. Issa había estado insistiendo en comida que iba a organizar durante una semana, pero por mucho que insistiera llegaba tarde de igual manera. Al menos se había acordado de comprarle un regalo.

El joven se apresuró a transportarse al sitio y suspiró cuando llegó a ese elegante restaurante. A su padre le gustaban los sitios antiguos, aunque eso hizo que Djafary se sobresaltara, cuando el mesero se acercó a recogerle el abrigo y caminó hasta la mesa, donde se veía a su alto padre, quien charlaba animado, frente a una tarta de cumpleaños.

Léopold cantaba.

Djafary se paralizó un poco, escuchando la linda voz del niño y levantó la mirada verde hasta la alegre expresión de su rostro infantil, junto con los mechones negros que adornaban su rostro.

Joder, ¿no se había curado ya?

Todos esos años había dejado de tener esa sensación de ahogo y ahora regresaba; incluso aumentó cuando los ojos cafés de Léopold lo localizaron, haciendo que el niño se pusiera de pie para correr a recibirlo.

- Llegas tarde - reprochó -. He tenido que cantar las mañanitas a Issa sin ti.

- Lo has hecho muy bien, seguro que a mi padre no le habrá importado - restó importancia Dja, cuando avanzó para saludar y felicitar a su padre.

- Por fin estás aquí - dijo Issa con agrado y abrazó a su hijo -. Ese trabajo te tiene muy ocupado. Deberías tomarte un descanso. Puedes aprovechar y venir a casa.

¿Sin haberse curado?

Ni hablar.

- No lo sé, tendría que mirar si encaja bien con la investigación - disimuló Djafary.

- Te extrañamos en casa, hijo - suspiró Issa -. Verte sólo en el trabajo es preocupante.

- Cuando me acepten en la investigación nos veremos más - dijo Leo con entusiasmo.

Djafary suspiró discretamente. Los logros académicos de Léopold no eran tan extraños, especialmente si se tomaba en cuenta la carga genética de Maury, quien había sido perfectamente monitoreado en el área mecánica.

El ala de ingeniería estaba ansiosa para que llegara el momento en que el niño obtuviera los créditos necesarios para unirse al equipo; aunque eso no terminaba de alegrar al joven.

- Está bien, iré unos días - aceptó Djafary.

El asalto que le había producido ver a Leo lo calificó como normal. Después de todo habían sido muchos años negándose a verlo y el cambio había sido notable, con lo que esos días servirían para probar si de verdad se había curado.

Así que el joven regresó a casa luego de unos cuantos días, en que tardó en recoger algunas cosas.

La rutina en casa había cambiado un poco, especialmente cuando podía ver a Léopold tan concentrado, haciendo un estudio de planos y reproduciendo la estructura en el computador tridimensional.

La verdad es que Djafary recordó que él mismo había tenido esa rutina hace apenas cinco años y sonrió, admirando al niño, quien parecía haberle superado.

- Ha crecido - dijo Issa, sorprendiendo a su hijo mirando a Leo y le sonrió, acercando una taza con aromático café -. Se empeña incluso más, ya que desea integrarse a la investigación lo más pronto posible. No parece comprender que no habrá ingenieros tan jóvenes en el proyecto "…xodo".

- Siendo un pakhupra quizás consideren esa opción - susurró Djafary -, aunque tú no le dejarás, ¿verdad?

- Léopold me odiará, si le niego esa oportunidad - murmuró Issa -. Ha crecido empapado del ambiente del área de ingeniería, vio a Maury desarrollar la mayoría de la tecnología que ahora tratan de mejorar inútilmente. Es... imposible que pueda negarme.

Djafary hizo una mueca de fastidio.

- Supongo que será por el bien del proyecto.

Issa hizo un ademán afirmativo a eso y ambos guardaron silencio, mirando al concentrado niño de 10 años, que seguía haciendo cálculos y metiendo datos en su computador.

Djafary se relajó un poco, pasados los dos siguientes días. Léopold estaba tan ocupado que apenas notaba su presencia, excepto en las horas de comida, donde el niño daba perfecta evidencia de su status infantil, riendo a las ocurrencias de Issa, quien parecía disfrutar de la compañía de ambos.

El problema fue al día siguiente, que Léopold pilló una infección y despertó con fiebre.

- Esto se debe a que te has estado esforzando demasiado con los estudios - regañó Issa, mirando el termómetro con preocupación. Y la verdad es que Djafary comprendía a su padre, ya que era poco usual saber de un pakhupra enfermo y en cama.

- Lo siento - lloriqueó Leo.

- Descansando se le pasará - supuso Djafary, mirando la temperatura cuando Issa se la enseñó -. O quizás un baño.

- Pero no quiero un baño - se quejó Leo con un pucherito y apretó las mantas contra su cuerpo.

- Haber pensado en eso antes de exigir tanto a tu cuerpo - regañó Issa y miró a su hijo -. Iré por algunos medicamentos mientras lo bañas.

Dja asintió y se encargó de destapar a Leo, a pesar de que él se agarraba a las mantas con fuerzas.

- Venga, te sentirás mejor - gruñó Djafary, arrancándole la ultima con fuerza - No seas niño, te sentirás mejor después.

- ¡¡No quiero!! - lloriqueo Léopold e intentó recuperar la manta, aunque falló estrepitosamente y Djafary lo sostuvo con firmeza, para que no terminara en el suelo -. He perdido mis fuerzas...

El negro suspiró y comenzó a desvestir a Leo, tras accionar el llenado de tina con un mando a distancia.

- Eres un desastre - juró Djafary - ¿Por qué no quieres meterte al baño?

- Tengo la piel muy blanca y me molesta - Leo se dejó llevar y emitió un suspiro de alivio cuando el agua caliente tocó su piel fría -. No te gusto por eso, ¿verdad? Quiero tener la piel negra, como la tuya - hizo un pucherito.

- No me gustas porque eres muy pesado - espetó Djafary -. Te esfuerzas, te enfermas y encima te niegas a darte un baño por la tontería que acabas de soltar.

- Mi sistema inmunológico es más avanzado que el de un humano común - retó Léopold, haciendo un berrinche en toda regla y mojó a Djafary -. Lo único que necesito es descansar y estaré como nuevo. Lo de mi piel es real - miró al mayor -. ¡Desde que me bañaste has estado evadiéndome! ¡Te ha molestado mi piel!

- Si tu sistema inmunológico es más avanzado, ¿qué haces teniendo fiebre? - Dja arqueó las cejas -. No me gustan los niños, no puedes obligarme a ello.

- ¡Eres cruel! - sollozó Léopold y pasó del enfado al llanto, haciendo que Djafary se exasperara más, mientras se encargaba de terminar de retirar las toxinas del sudor que había invadido al niño.

Djafary no agregó nada más. Se limitó a bañar a Leo mientras él seguía sumido en ese llanto del que se acabó cansando minutos después y tiró de él para sacarlo del agua.

El niño aguantó de pie mientras lo envolvía en una toalla y frotaba para secarle, sin dejar de escuchar ese llanto que le taladraba la cabeza. Fue el reflejo en el espejo lo que le hizo frotar más lento.

La imagen de él, tras Leo, fue muy turbadora. Las mejillas de Leo estaban sonrosadas, tanto por el llanto como por la fiebre, y el contraste de sus manos con su piel era simplemente hipnotizadora. Djafary no se dio cuenta hasta que fue tarde. La misma mano que había estado observando había dejado atrás la toalla con la que lo secaba y había recorrido la piel de Leo desde el tobillo hasta el muslo.

Fue uno de los hipidos lo que detuvo a Djafary, quien se paralizó de repente, dándose cuenta de lo que estaba haciendo y soltó a Léopold, como si el tacto le hubiese quemado.

- ¿Djafary? - preguntó el niño desconcertado e hizo un esfuerzo vano por mantener los ojos abiertos, antes de cerrarlos, tambalearse y derrumbarse. Fue gracias al reflejo del joven que no se golpeó contra el suelo, ya que lo había alcanzado a sostener.

Djafary lo llevó hasta su cama y lo tapó con las mantas. Buscó ropa para cambiarlo mientras se decía interiormente que no tenía que haber vuelto. Si no se hubiera detenido, ¿dónde habría acabado?

Después de todo debería de ver a un psicólogo, porque sentirse atraído por un niño era inaceptable.

Djafary jamás se perdonaría si su enfermedad llegaba a lastimar a Léopold. Fue esa conclusión a la que llegó mientras le miraba dormir unos minutos, antes de obligarse a abandonar la habitación.

Al día siguiente volvió a irse, sin aceptar cualquier intento de su padre, por retenerlo.

Eso volvió a extenderse otros tantos años más.

Si antes había tenido poco contacto con ellos, Djafary se encerró más en sí mismo y pasó a ser nulo. Su padre le iba a ver cuando tenía oportunidad, pero si no fuera por eso, Djafary ni se molestaría.

El hombre empezó a ver a un especialista para tratarse, pero eso no ayudaba. No podía llegar a entender cómo le había pasado eso, por mucho que le echara la culpa al estrés.

Se sentía culpable y sucio por pensar de esa manera en Léopold y no había manera alguna que Issa le convenciera de verlo. No podía.

Fue cuando se completaron otros seis años, que Issa no tuvo que obligarlo a encontrarse con el niño; el mismo Léopold se presentó ante él, en el departamento de investigación biológica, acompañado del equipo del ala de ingeniería.

Ya no podría seguir escapando.

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