Gumball apartó su mirada, sabía que eso pasaría, pero tenía que ser paciente y soportar un poco.
-¿Te he dicho que eres tan sexy cuando estas sometido?- Se aproximó más a su rostro.
-Iughhh puedes guardarte eso.- Replicó Fiona con una mueca de asco.
-Casi olvidaba que seguías aquí.- Frunció el ceño al mirar a la rubia y se dirigió a sus guerreros y a los pingüinos.- Pueden llevársela, junto con la lámpara y con…- Divisó al doctor príncipe y meditó un segundo. Ya se habían visto anteriormente, la reina sólo había secuestrado una vez y como era normal, Fiona y Cake lo rescataron.- Mejor sólo llévense a esos dos, quiero quedarme a solas con mi par de hombres.
El príncipe flama se sintió un poco aliviado al saber que no lo habían escogido, además podría quedarse junto con la rubia y aprovecharía para disculparse nuevamente por no decirle lo que ocurrió con Marshall.
Los guerreros metieron al príncipe doctor y a Gumball dentro de una celda, para después llevarse a los otros a una celda más alejada.
-Aun no entiendo esto.- Susurró el doctor príncipe para que la reina no los escuchara.
-Sólo espera, en verdad necesito de tu ayuda.- Gumball se veía más y más preocupado.
-¿Pero a qué debo ayudarte?
-¡Silencio!- La reina helada caminó hacia la celda.- No sé con cuál de los dos comenzar.- Gumball se impacientaba, de verdad creía que si Simon y ella se hallaban a solas podrían recordarse mutuamente y su transe con la tiara desaparecería; pero si lo escogía a él ya no había vuelta atrás.- Oh Gummy, te ves tan nervioso.
El dulce príncipe forzaba las cadenas de hielo, pero eran demasiado resistentes.- No te atrevas a tocarme.
-¿O qué? ¿Vendrá tu querido vampiro a detenerme?- Gumball se mordió el labio y maldijo internamente a Marshall por no estar a su lado.- Para romper esta tensión creo que empezaré contigo mi dulce y ardiente príncipe.
Rio sonoramente y se dio media vuelta para salir de la habitación. Gumball halaba con todas sus fuerzas las cadenas, pero era inútil.
Después de unos minutos, la reina volvió. Había ido a su habitación y ahora llevaba consigo un diminuto frasco de perfume color zafiro.
-¿Qué es eso?- Preguntó el pelirosa con ira.
-Ya deberías suponerlo.- La reina acercó aquel contenedor y lo oprimió para liberar el gas que llevaba en su interior. Gumball intentó con toda su voluntad no inhalarlo, pero la falta de oxígeno ganó y no tuvo opción.
Dentro de la otra celda, Fiona igualmente encadenada, buscaba la manera de escapar. El príncipe flama comenzó a sentir frío, ya que aquella celda se encontraba en las profundidades del reino.
-¡Estúpidas cadenas!- La heroína golpeaba el hielo contra la pared sin lograr romperlo. Luego de intentarlo por mucho tiempo, se dejó caer y se sentó para pensar mejor una estrategia.- Tal vez si logras hacer un agujero en esa caja y acerco mis cadenas, puedas derretirlas y…- Miró a su derecha y dentro de la caja el príncipe flama se hallaba recostado con una entrecortada respiración.- ¡No! ¡¿Qué ocurrió?!- Frotó el hielo, pero la temperatura era tan baja que sus manos se pegaban a él.
-Frío… mucho frío…- Se podía observar el aliento del príncipe en forma de vapor. El color de su cuerpo dejó de ser naranja para pasar a un gris claro.
-Te voy a sacar de ahí.- Fiona miró a su alrededor pero no había nada, sólo nieve y más hielo. Se quitó su mochila y buscó algo que la pudiese ayudar. Sacó un pudín, un cuaderno, el ratón de goma de Cake y unas tijeras de seguridad, con eso le bastaba. Tomó con fuerza las tijeras y picó fuerte y repetidamente las cadenas, hasta que un eslabón se rompió y su pierna izquierda quedó libre.
Continuó con el proceso hasta que logró separarse de las cadenas. Miró los barrotes y era evidente que las tijeras no la ayudarían. Observó el pudín de chocolate y frotó un poco sobre ella. Pasó resbalándose entre los barrotes y antes de marcharse miró al príncipe flama, no lo abandonaría ahí, pero debía buscar ayuda.
Caminó por el laberinto de hielo, evitando algunos guerreros y Gunthers, hasta que escuchó las voces de Gumball y la reina helada.
-Me alegra que por fin lo entiendas Gummy.
La ojiazul miró con cuidado, intentando no ser descubierta y no pudo creer lo que ocurría.
-No sé por qué me escondía tanto, me estaba perdiendo de algo muy bueno.
Fiona creyó que continuaba en la oscura y fría celda, dormida por el cansancio de intentar romper las cadenas y teniendo una horrible pesadilla. La reina helada se había metido junto con Gumball que seguía atado con las cadenas a la pared, ambos besándose y no paraban.
La heroína atravesó el salón y le hizo una señal al doctor príncipe para que no hablara. Rápidamente salió del castillo y se sentía mareada. No sabía qué hacer, ya habían pasado 24 horas del plazo de Gumball, la mitad del tiempo y el doble de problemas.
No podía pensar, Cake siempre sabía qué decir cuando todo se veía mal.
La necesitaba y ya sabía dónde encontrarla; pero para llegar a la Nocheósfera debía hacer el ritual y no lo recordaba desde que la señora del mal había intentado comerse el alma de todas la gente de esa dimensión.
Corrió lo más rápido que pudo, únicamente con la luz de la luna como guía, y llegó a su casa del árbol.
-¡GMO!- La pequeña computadora bailaba con la música de uno de sus CD’s y saludó a la rubia.
-Hola Fiona, Cake no está, ¿quieres bailar conmigo? Invité a unos chicos, pero aún no llegan.
-No es momento de fiestas. ¿Sabes dónde está mi grabadora?
-Creo que está en el baño.
-¿En el baño? ¡Qué hace ahí?- Fiona fue a buscarla y ahí estaba, sobre la parte trasera del inodoro.
-¿Qué le harás a Bob?- GMO la siguió y se horrorizó cuando la tomó.
-¿Bob?- La rubia salió del baño con la grabadora en la mano.
-No le hagas daño, es mi amiga.
-Pero Bob es nombre de chico.
-Tiene problemas de identidad, pero no es malvada.- Volvieron a la sala y la heroína oprimió algunas teclas. La voz de Marshall estaba grabada, con su canción de las papas y después indicando cómo realizar el ritual.
La ojiazul fue directo a la cocina por la leche de insecto y prosiguió con lo indicado. El portal se abrió y entró en él. Tan rápido como entró, GMO abrazó a “Bob” y miró hacia donde Fiona había desaparecido. La pequeña máquina se quedó temblando, no sabía lo que ocurría.
Se escuchó cómo llamaban a la puerta y cinco modelos en traje de baño entraron a la casa del árbol.
-Miren chicos, Bob también vino.
-Esto será una locura.
-¡Que comience la fiesta!- GMO en seguida soltó la grabadora y colocó nuevamente la música a todo volumen.