Mi nombre es Afrodita, soy un caballero dorado de la orden de la diosa Athena y mi misión es protegerla; esta es la primera vez que siento tantos deseos de expresar lo que ocurre en mi interior y contar los sucesos que acontecieron en mi vida…
Cuando tenía siete años ignoraba que estaba a punto de sufrir una desgracia, acostumbrado a una vida tranquila y con lujos junto a mis padres, quienes se dedicaban a criar caballos, excelentes ejemplares todos campeones, motivo por el cual llegue a amar a estos animales. Vivíamos en una mansión muy alejada de la ciudad con grandes hectáreas de terreno llano cubierto de pasto suave contaba también con una especie de bosque de pinos algo pequeño pero digno de un cuadro. Un día mis padres salieron rumbo a la ciudad pero nunca volvieron. De un momento a otro había perdido lo más valioso en mi vida, a ellos y me encontraba en un orfanato ya que no podía hacerme cargo del negocio de la familia ni de mi persona. Estuve un mes allí cuando una pareja joven me adopto, parecían amables y tiernos, durante un tiempo las cosas iban bien; pero una tarde estaba solo en mi habitación y mi padre adoptivo entro, se acercó mirándome de forma extraña e intento tocarme, yo simplemente me paralicé, sentí un miedo terrible no sabía que hacer mi cuerpo estaba quieto pero mi mente era un oscuro abismo yo estaba en medio completamente solo y no había ninguna luz que me mostrara una dirección. Comencé a sentir sus manos sobre mí pero se detuvieron de repente, luego solo oí el sonido de la puerta cerrándose. Cuando pude coordinar mi mente y mi cuerpo, alce mis manos para tocar mis mejillas, estaban completamente mojadas; no sé en qué momento había comenzado a llorar. Miles de pensamientos recorrieron mi mente, desee que mis padres estuvieran conmigo pero era imposible, estaba solo y no me quedaría allí para ver qué pasaría luego. Agarre una mochila guarde un par de cosas y me fui no tenía claro lo que había pasado solo sabía que no quería volver a sentir algo así.
Camine por la ciudad, me parecía tan ruidosa y molesta pues no estaba acostumbrado a ella, mi primer noche la pase bajo un puente que servía de adorno a una plaza; al amanecer la segunda noche, una lluvia fina comenzó a caer, amaba el cielo nublado casi tanto como amaba la lluvia, aquella me recordaba la belleza del paisaje mojado de mi hogar, aunque en mis condiciones no era el mejor clima posible. En ese momento mientras miraba el cielo, sentí algo, era como una fuerza, una presencia, nunca antes había sentido algo parecido. Un hombre apareció frente a mi tenía un aspecto particular, sobre sus ojos había dos puntos en lugar de cejas era alto y tenía el cabello largo, dijo llamarse Shion. Aun principio me entro mucha desconfianza, pero algo me decía que no era malo. Él dijo que llevaba un tiempo buscándome que estaba destinado a ser un caballero y que mi lugar estaba en Grecia para entrenar y convertirme en alguien muy fuerte. Fue la última parte la que me convenció de ir con él, quería ser fuerte para defenderme solo, era lo único que pensaba.
De esa manera llegue al santuario. Shion me instalo en el templo de piscis, dijo que viviría allí y que entrenaría todos los días, la primer noche pidió que me alimentara bien porque a la mañana siguiente empezaría el trabajo y me presentaría a los demás aspirantes a caballeros. Antes de que se retirar, le hice una petición, que me cortara el pelo. Era consiente de mi aspecto algo aniñado para mi edad y mi cabello estaba bastante largo, no quería que nadie se burlara de mí.
Milo hizo una pausa pues recordaba exactamente aquel día, había llegado el último aspirante a caballero dorado, todos sentían curiosidad. Diez aspirantes a caballeros se encontraban entrenado cuando hizo presencia el patriarca, venía acompañado de un niño de contextura delgada ni muy alto ni muy bajo tenía la cabeza rapada, nada fuera de lo normal pensó, pero cuando estuvo lo suficientemente cerca para ver sus rasgos, pensó que su rostro era angelical, hermoso y sus ojos parecían el cielo, pero también advirtió en ellos una tristeza profunda ¿Qué le había sucedido a ese pequeño para que sus ojos ya no brillaran?
Shion dijo- futuros caballeros aquí les presento a su nuevo compañero, su nombre es Afrodita, muéstrenle como es el entrenamiento yo volveré más tarde- sin decir más se alejó.
El primero en acercarse fue Deathmask que posó su mano en el hombro de Dita pero antes de decir algo, este lo golpeo.
-No me gusta que la gente me toque- pronunció.
- No creí que alguien con tu apariencia pudiera golpear tan fuerte- respondió Death-sorprendiendo a los demás que creían que se le abalanzaría encima para matarlo, por el contrario este le dijo.
- Mi nombre es Deathmask ¿y si no te gusta que te toquen, como vas a entrenar?
- supongo que me exprese mal, no me gustan las formas afectuosas ni que me tomen por sorpresa. El entrenamiento será un gusto para mí.
Death sonrió- me gustaría ser el primero en entrenar contigo ¿te parece?
-Me parece bien- dijo Dita.
De esa forma algo extraña Death y Dita se hicieron amigos, comenzaron andando juntos, luego Saga se unió a ellos, entrenaban se divertían y hacían algunas maldades. Poco después apareció Milo, comenzó a acercarse a Dita trataba de hacerlo reír, pasaron los años y lo que más disfrutaba el caballero de Escorpio era ver su sonrisa, pues sentía que lograba curarlo de su tristeza.
Ahora Milo comprendía mejor ciertas cosas. Continúo leyendo pero se saltó unas páginas.
Me encontraba confundido no sabía que pensar. Saga había matado al patriarca y nos pidió ayuda, él era uno de mis mejores amigos, cuando Death y yo nos enteramos, lo miramos perplejo; nuestro amigo se veía distinto, su mirada era otra, igual que su actitud, pero sabíamos que si lo dejábamos solo le estábamos dando la espalda. Tal vez la decisión que tomamos no fue la correcta pero no puedo arrepentirme de ella ni de ninguna otra, excepto quizás por Milo, lo quise y lo quiero demasiado y lo único que podía hacer era alejarlo de mí, dejarlo fuera de esa situación era mejor que no se enterara. Sabía que cuando esto se supiera nos condenarían para siempre.
Saga me enseño mucho muchas cosas, me ayudo con grandes problemas y ambos compartimos penas, alegrías y aunque con Death tratamos de hacerle ver su error, el parecía no escuchar. Estábamos atrapados entre nuestro deber con Athena y nuestro amigo. Pero después de todo él había estado a mi lado, con el conviví, era parte de mi vida, de mi historia y sabía que era una buena persona, mi lealtad era más grande para mi amigo. Sabía que se equivocaba pero si no podía convencerlo, iba a estar a su lado para sufrir sus consecuencias. Death no demostraba hacerse problema, decía que el siempre acompañaría a sus amigos, aunque en el fondo yo sabía que también se preocupaba.
Por otro lado estaba Milo, nuestro amigo, pero él era distinto no merecía pasar por esto y no podía imaginar que lo llamaran traidor; sin embargo de alguna manera se enteró demasiado pronto y me enfrento, me llamo traidor, mi corazón se partió en mil pedazos; no quiso volver a saber nada de mí. Yo volví a sentir un vacío, él había logrado devolverme la alegría, se preocupaba por mí y no me di cuenta del momento en que me enamore de él, morí sin poder decírselo.
Creí que de esa manera terminaría todo. Aparecer estaba equivocado, volvimos a la vida y lo primero que hice fue acercarme a Milo tenía que saber que lo amaba. Pero el destino siempre nos juega cartas distintas, pues el solo me miro agacho su rostro y se fue. No puedo expresar con palabras lo que siento, ese dolor no puedo describirlo. Ahora nuevamente debo tomar una decisión.
Mi deber aquí para bien o para mal ya concluyo, no puedo simplemente quedarme estancado, quiero ser feliz y salir a conocer el mundo, tengo esperanza en ello.
Guardare por siempre el amor que siento por Milo, lo atesorare, pues no podría olvidarlo jamás.