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CielxSebastian: Esto no es una situación normal por Kara no sora

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Notas del capitulo:

Mil años después... literalmente o.o

 

aquó está la segunda parte, con lemon o.o

asi que tendremos acción entre el Sexy Mayordomo y su terco Amo <3

…En la mañana

 

─Bocchan…

 

El joven que se encontraba recostado en la coma cubierto por un fino edredón se dio la vuelta incomodo al sentir la luz del sol golpear en sus parpados. Entrando a la habitación seguramente porque el mayordomo había corrido las cortinas.

 

─Bocchan… Su desayuno está listo ─Dijo el mayordomo acercándose a la cama, al ver que su joven amo se rehusaba a salir de ella. Cuando estuvo lo suficientemente cerca pudo ver que su amo estaba recostado sobre su costado, dándole la espalda. Una sonrisa traviesa cruzó fugazmente sus labios. Se inclinó (flexionando la espalda) manteniendo sus manos detrás, hasta quedar a pocos centímetros de la oreja del amo─. Bocchan, sé que está despierto… ─Habló con voz sensual.

 

El aristócrata se dio la vuelta en la cama al sentir la luz. Oía la voz de Sebastian a lo lejos, pero deseaba seguir durmiendo. Había tenido un muy buen sueño y deseaba volver a él. Había empezado como una pesadilla pero había terminado bastante bien: Sebastian lo había besado…. y no solo una vez, sino varias veces. Una sonrisa escapó de sus labios al pensar en eso. Pero inmediatamente después se tensó. Cómo si de verdad él pudiera desear que ese demonio inútil lo besara… eso era asqueroso: los dos son hombres. Además él es un demonio y nunca podría besarlo así de dulce… aunque él quisiera que lo hiciera… pero él no quería, no, no lo quería… ¿o sí?

 

Lo mejor sería seguir durmiendo y volver al sueño. Ahí tal vez podría volver a estar con el Sebastian amable. Pero el real no lo dejaba volver a dormir. Lo escuchaba a lo lejos.

 

Ciel estaba tan empeñado en ignorar la voz del mayordomo que no lo sintió acercarse hasta que lo escuchó hablar muy cerca de su oreja. Se estremeció al sentir su tibio aliento. Pero… ¿por qué esa sensación le parecía tan familiar?

 

Sebastian sonrío al notar el estremecimiento del conde. Mas no se enderezó. Lo que ocasionó que quedara muy cerca del rostro de Ciel, cuando este se dio la vuelta para al fin levantarse. La sonrisa del demonio se ensanchó al ver como su amo se sonrojaba al quedar tan cerca de su rostro. Sus agudos ojos fueron capaces de percibir como los zafiros ojos se mantenían fijos en sus labios, casi con el mismo apetito con el que solía observar los postres que le preparaba.

 

─¿De qué te estas riendo, idiota? ─Le dijo Ciel mientras colocaba una mano en el pecho del mayor para alejarlo al mismo tiempo que se incorporaba.

 

─Lo lamento, bocchan. Pensé que no había escuchado cuando lo llamé ─Dijo con una sonrisa divertida: viendo como las mejillas del conde aún estaban levemente sonrojadas. 

 

─No es respetuoso acercarte tanto a tu amo ─Le riño desviando la mirada, para ocultar su rostro: aun sentía sus mejillas sonrojadas. Mientras se sentaba en la orilla de la cama. Dejando caer delicadamente sus desnudas piernas; al tiempo que extendía una mano para que Sebastian le diera su acostumbrada taza de té de la mañana. Como el conde había desviado la mirada no se percató del fugaz brillo que iluminó los ojos del mayor al seguir el movimiento de sus piernas.

 

─Eso no dijo anoche ─Respondió en un susurro, apenas audible; al tiempo que colocaba la taza de té en la mano extendida de Ciel. Quien se sorprendió de tal manera que soltó la taza que acababan de ofrecerle.

 

─¡¿Qué…?! ─Los ojos zafiro se abrieron a su máximo tamaño; tanto por la sorpresa como por el ardor que le causaron las gotas de té que alcanzaron a caer en una de sus piernas desnudas, a pesar de los reflejos de su mayordomo. Que en menos de un segundo: detuvo la caída de la taza, la colocó en el carrito donde llevó la comida y tomó una servilleta para limpiar la pierna de su amo.

 

»¿Qué fue lo que dijiste? ─Preguntó molesto pero con las mejillas totalmente sonrojadas; apartando al mayordomo: empujándolo con la pierna que este se dedicaba a secar, ocasionando que se tambaleará un poco. Pero una sonrisa de triunfo adornaba los labios del demonio.

 

─Parece que sus oídos ya se han terminado de desarrollar─. Agregó ensanchando su sonrisa: haciendo referencia a las habilidades del neófito de demonio. Se incorporó para servir un poco más de té y acercarlo a su amo─. Tenga más cuidado.

 

─Como si una simple quemadita pudiera hacerme algo… ahora ─Habló de manera ausente. Comenzaba a perderse en sus pensamientos.

 

¿Entonces no había sido un sueño? ¿O Sebastian lo conocía tan bien que sabía lo que había estado soñando? Definitivamente se estaba volviendo loco. Sí, era verdad que antes se llegó a preguntar varias veces si sentía algo por él. Pero siempre se quedó en eso: una duda que enviaba a un rincón de su cerebro con la idea de que Sebastian era un demonio y nunca podría corresponder a sus sentimientos (si es que estos existían). Pero desde que a causa de Alois se había convertido en demonio esa afirmación ya no le servía para dejar de pensar en el demonio. Él definitivamente sentía algo más por Sebastian y ese sentimiento se había vuelto más fuerte con la transformación. Entonces… ¿Sebastian podría llegar a sentir algo como “eso”? Más importante aún: ¿Podría sentir algo así por él?

 

─Bocchan, está muy distraído hoy ─La voz de Sebastian lo sacó de sus pensamientos. Encontrándose una vez más con su rostro demasiado cerca del suyo. Le mostraba una sonrisa de superioridad, como si hubiera estado escuchando sus pensamientos y se regodeara con su confusión.

 

Ciel se sonrojo por tenerlo tan cerca y sentir su respiración golpear con su rostro. Pero su orgullo no le permitiría estar en paz mientras el demonio se reía abiertamente de él. Lo tomó de la corbata con una de sus pequeñas manos: evitando que el demonio se incorporara. Sebastian levantó una ceja, en un principio confundido; luego le sonrió de lado. Esperando por las acciones de su caprichoso amo. Quien le dedicaba una mirada retadora a pesar del sonrojo en sus mejillas.

 

El joven Phantomhive se esforzó por mantenerle la mirada al kuroshitsuji a pesar de sentir que se estaba sonrojando. No sabía cuándo exactamente había sujetado la corbata del demonio, pero ya no daría marcha atrás. Sus ojos estaban fijos en los labios del ojirojo. Sus delgados y finos labios que se le antojaban bastante dulces. Y si el sueño no había sido sueño: lo eran. La mano que asía la corbata le temblaba ligeramente. La otra la apoyaba en la cama apretando las sabanas intentando armarse de valor para lo que haría: 

 

Enderezó su espalda al tiempo que tiraba de la corbata de su mayordomo. Vio fugazmente como una sonrisa de superioridad adornaba los finos labios de su acompañante. Sus mejillas estaban totalmente rojas pero no detuvo sus intenciones. Posó sus labios en los del mayor. Primero en un casto beso que poco a poco fue profundizando a medida que su experiencia de la noche pasada le permitía.

 

Sebastian correspondió el beso siguiendo el ritmo lento que pautaban los labios de su joven amo. Se mantenía inclinado con las manos entrelazadas en su espalda. Sonrió contra los labios de menor al notar que el beso no era tan tímido como lo habían sido los de esa madrugada. El joven amo aprendía rápido. Quizá debería de enseñarle cosas nuevas.

 

Se inclinó más para profundizar un poco el beso. Apartando una de sus manos de la espalda para apoyarla en la cama a un lado del conde, haciendo que se reclinara un poco sobre el colchón, al tiempo que volvía el beso mucho más exigente.

 

Ciel tiró con un poco más de fuerza de la corbata cuando sintió que era recostado en su cama, flexionando el brazo que mantenía en la cama para apoyarse en su codo y evitar quedar a total disposición del demonio. Sentía como los labios de Sebastian se volvían cada vez más exigentes, causándole problemas para respirar. Una cálida y… húmeda presión en sus labios intentaba abrirse paso entre ellos. En un principio se negó a darle paso a ese invasor; pero el aliento de Sebastian lo estaba hipnotizando. Separó apenas los labios sintiendo como los colores subían a su rostro y como la experta lengua del demonio se adentraba en su boca. Sintió sus dientes rozar la lengua invasora a causa del poco espacio que le daba para pasar.

 

Se sentía avergonzado pero no podía negar que era muy placentero aquel beso. No fue capaz de contener un vergonzoso sonido que escapó de sus labios al sentir la lengua de Sebastian acariciar la suya. Primero de una manera lenta para luego comenzar una inspección exigente dentro de aquella cavidad.

 

El demonio apartó la otra mano de su espalda y acercó sus enguantados dedos al rostro del menor: posó sus dedos medio e indicie detrás de la oreja del chico y los deslizó lentamente por su cuello hasta llegar a la garganta y luego subieron hasta su barbilla para poder levantar un poco más el rostro del menor y poder profundizar aún más el beso. Disfrutando de las dificultades que tenía el chico para para seguir el ritmo exigente que le marcaba. Pero disfrutaba más de los leves sonidos de placer que escapaban de los labios de su amo; así como de su entrecortada y pesada respiración.

 

Ciel terminó cediendo ante el cuerpo del mayor que le empujaba levemente para que se recostara en la cama. Apartó el brazo en el que se mantenía recargado para dirigir su mano al pecho del demonio, y empujarle levemente: la falta de aire comenzaba a serle insoportable. Entreabrió los ojos al sentirse recostado en la cama de una forma no muy dulce. Sebastian tenía los ojos cerrados y su rostro permanecía impasible. El joven conde le dedicó una mirada asesina mientras trataba de regular su respiración. Cómo era posible que él estuviera así: con la respiración totalmente agitada, las mejillas sonrojadas, las manos temblorosas… Y en cambio Sebastian se mantuviera totalmente inmutable.

 

Sebastian sintió la presión que Ciel ejercía en su pecho. Era nada comparada con su fuerza (aún no tenía la fuerza suficiente y tal vez nunca la tuviera… a pesar del cambio). Sin embargo, se apartó para permitirle recuperar el aliento. Retiró lentamente su lengua de la boca ajena, rozando los dientes de su amo antes de salir por completo. Mantuvo un momento los ojos cerrados disfrutando del sabor que acaba de conocer y que aún permanecía en su lengua y labios. Cuando abrió los ojos se encontró con una imagen extremadamente excitante:

 

Ciel lo observaba con sus ojos brillando de una manera casi demoniaca: el sello del contrato había cambiado el morado por el rojo; el azul del otro ojo se había vuelto del color de la sangre con pupila afilada. Era seguro que estaba molesto. Pero el resto del cuerpo del niño mostraba una imagen totalmente diferente. Su cabello estaba esparcido en el colchón, su rostro totalmente rojo, en su frente brillaban unas gotitas de sudor, su respiración estaba agitada, su pecho subía y bajaba de manera descontrolada, sus labios más rojos de lo usual y un hilito de saliva escapaba de la comisura de sus labios bajando por su barbilla.

 

Sentía su aliento golpear en sus labios pues seguía muy cerca del rostro del pequeño; ya que este todavía le mantenía inclinado cerca de él, sujetándolo por la corbata. Un brillo de lujuria ilumino los ojos rojizos del demonio. Ocasionando que la mirada de furia del conde se transformará en una de sorpresa y casi miedo… y sobre todo de deseo…

 

Sebastian flexionó el brazo en el que se mantenía recargado para que su cuerpo quedará más cerca del frágil cuerpo de su amo antes de acercarse a su mejilla y recoger con la punta de su lengua, apenas rozando la piel del conde, el hilito de saliva que sus labios habían dejado escapar durante el beso. Ocasionando que el menor tirara con tal fuerza de la tela del chaleco del mayordomo que la cadena se reventó, cosa que ninguno de los dos le dio importancia. Los labios de Sebastian, después de beber con lasciva, la saliva del conde, pasó su lengua por el contorno del labio inferior de su amo, antes de que este lo jalará de la corbata para un nuevo y exigente beso. Ciel tiraba de la corbata del mayordomo de un intento de acercarlo todavía más. La mano en el pecho del mayor apretaba la tela del chaleco. Intentaba controlar las sensaciones que los labios de Sebastian comenzaban a causar en su cuerpo, solo besando sus labios. Pero sobre todo trataba de reprimir esos molestos sonidos que salían de su garganta.

 

Si Sebastian lograba que sintiera todo ese placer solo con besarlo, ¿que sería capaz de lograr si hacia algo más? En algún rincón de su razón que no había sido opacada por los beso y confundida por el aliento hipnotizante del demonio se decía que ese juego no iba a terminar nada bien. Solo él estaba enamorado y Sebastian solo lo usaría para saciar su lujuria. Después de todo, era un demonio.

 

Mando esa idea a un rincón aislado de su cerebro. No quería pensar en eso. Se concentraría en el placer que los labios del demonio le estaban brindando. Ya después pensaría que hacer con esos molestos sentimientos que ya no podía negar.

 

No le fue difícil alejar esos pensamientos. Ya que Sebastian había bajado la mano que aún mantenía en su barbilla hasta su pecho. Donde sus traviesos dedos invadían el camisón para dormir, que usaba el conde, a través de los espacios entre los botones, permitiéndose acariciar la piel del pecho de su bocchan. Quien arqueo la espalda levemente al sentir los dedos enguantados acariciar su pecho. Un leve gemido escapo de sus labios.

 

Sebastian se incorporó un poco para mover una de sus piernas y que las del conde (que aún colgaban al lado de la cama) quedaran aprisionadas entre las de él, impidiéndole moverlas; arrancando un gemido de sorpresa y placer de los labios del menor al sentir su entrepierna, aprisionada por sus muslos. Un nuevo gemido escapó de los labios del conde, pero esta vez en señal de queja, al sentir que los labios ajenos se apartaban de los suyos. La molestia no duró mucho pues los labios de su mayordomo depositaron un beso detrás de su oreja, antes de acariciar el lóbulo de la misma con la punta de su lengua para luego tomarlo entre sus labios y tirar levemente de él antes de morderlo con suficiente fuerza, pero sin llegar a lastimarlo. Arrancando un gemido mucho más audible de los labios del menor. Sonido que fue a parar al autocontrol del demonio, que en un solo movimiento de su mano izquierda había desabrochado el camisón, con tal fuerza que algunos botones se desprendieron de la tela. 

 

Ciel comenzó a perder el control de los sonidos molestos que escapaban de sus labios. Mantenía los ojos fuertemente cerrados, hasta que sintió a Sebastian dejarlo casi desnudo con un movimiento brusco. Su espalda se arqueo acercando su pecho desnudo al de Sebastian, que bajaba por su cuello dándole besos húmedos. Dejando un camino de saliva hasta el pecho descubierto del conde. Las manos del conde habían logrado deshacer el nudo de la corbata del mayor y la arrojó a un lado sintiendo como una de las manos del ojirojo pasaba sus dedos con suavidad (contradictoria a los besos) por su vientre y el contorno de sus caderas. Mientras la otra la dirigía a su boca ante los ojos levemente desorbitados de placer de su amo.

 

Ciel veía atentamente como Sebastian retiraba con sus dientes el guante y lo arrojaba sin cuidado al piso; seguido por su saco negro y luego el chaleco. Sonriéndole con lujuria a su amo; mientras tomaba una de las del conde y las colocaba en su pecho para que este desabotonara su camisa. Lo que le fue un poco complicado, ya que, le temblaban ligeramente las manos. Sebastian mientras tanto cercó la mano libre del guante a una de las piernas de su amo (que aún se mantenían atrapadas entre las suyas). Tocando apenas la blanca piel y escuchando un gemido desesperado del chico, que se sujetó de la cintura, ahora desnuda, del kuroshitsuji. Que se tensó por un momento; sentía como la tensión comenzaba a acumularse en su entrepierna; y se aseguró de contener un gemido contra los labios del menor; al tomarlos en un hambriento beso. Introduciendo la lengua en la boca del más pequeño, jugando con su lengua, disfrutando como está trataba tímida e inexpertamente de competir con la suya.

 

La garganta de Ciel liberaba gemidos que se perdían en la boca del ojirojo; causados por sus manos, ahora sin guantes, que iban hábilmente por sus piernas y vientre. Haciéndolo sujetarse con fuerza de la cinturadel mayor. Una de sus manos se había atrevido a deslizarse por la espalda del demonio. Apenas había deslizado sus dedos por la piel de su espalda cuando lo sintió tensarse, al tiempo que se alejaba de sus labios y se enderezaba un poco.

 

Busco desesperadamente los ojos rojos pensando que había hecho algo para que el demonio se molestara. Cuando su desorbitada mirada encontró el rostro del mayor se percató de que el demonio tenía los ojos fijos en la puerta de la habitación. Y escuchó como un gruñido molesto se escapaba de sus labios…

 

─¿Q-qué oc-ocu-rre? ─Preguntó dificultosamente a causa de su agitada respiración.

 

─La señorita Elizabeth se acerca… ─Ciel abrió sus ojos por la sorpresa. Mas no por saber que su caprichosa prometida se acercaba. Sino por el tono demoniaco con el que Sebastian había soltado esas palabras─. Llegará en unos cinco minutos ─Sebastian sintió la furia despertar sus instintos demoniacos, pero algo lo mantenía en su lugar: ¿Tanto estaba disfrutando lo que hacía que apenas se percataba de la presencia de esa niña? ─Fue sacado de sus pensamientos cuando sintió como era tirado de la camisa por su amo, que paso su mano libre por su cuello para acercarse a sus labios. Se sorprendió tanto que no correspondió el beso y antes de que pudiera reaccionar: Ciel volvió a apartarlo. Haciendo que su sorpresa aumentara.

 

─Deshazte de ella… no me importa cómo, solo deshazte de ella y vuelve aquí ─Le dijo usando la voz más provocativa de la que era capaz. Levantó un poco su cabeza para acariciar el labio inferior del mayor (que se veían mucho más sensuales después de tantos besos). Y luego dejarse caer lánguidamente en la cama. Sentía como su respiración se controlaba un poco, pero hasta ese momento en que Sebastian dejó de besarlo y de hacer presión en sus piernas para enderezarse, no se había dado cuenta del dolor pulsante en su entrepierna.

 

Los ojos del conde siguieron cada movimiento de Sebastian: desde que se alejó de él, después depositar un rápido beso en sus labios. Hasta que salió de la habitación, colocándose el saco.

 

 

 

Y como en esté no pude corregir el primero, tuvé que volver a subirlo Dx pero no me odien. En el siguiente enlace, está el capitulo completo >u<

 

>http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=153895&textsize=0&chapter=2<

Notas finales:

Espero se pasen al que está corregido y terminado x3

y me dejen un comentario, aunque solo sea para regañarme por dejar este a medias (recuerden, en el enlace esta completo) y por subirlo despues de tanto tiempo.

Ojala les haya gustado *w*

 

http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=153895&textsize=0&chapter=2

 

>http://www.amor-yaoi.com/fanfic/viewstory.php?sid=153895&textsize=0&chapter=2<


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