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Gafas por zion no bara

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Notas del fanfic:

Feliz Año 2013, espero que sea un año lleno de bendiciones.

Año nuevo, fic nuevo, pareja nueva, así continúo con mi tradición en la página.

Es un fic corto pero nunca había hecho nada con esta pareja y lo quise intentar, espero que les guste.

Notas del capitulo:

Es la primera vez que eso a la pareja, no sé porque nunca la había manejado pero espero que les guste el fic.

 

Odiaba la playa, odiaba el calor, la arena, y toda esa gente escandalosa corriendo que no lo dejaban descansar tranquilamente, levantando arena que se pegaba a su piel que ya tenía el protector solar, todo era un cúmulo de incomodidades solamente ¿Cómo había permitido que su compañero de habitación lo metiera en eso? Tuvo que levantarse de la silla que ocupaba y se sacudió la arena que se le había pegado a la pantorrilla, elevó las manos para protegerse un poco de los rayos solares en sus ojos y para enfocar lo que estaba en el horizonte, perdía la visión periférica pero aún así logró ver cuando le arrojaron algo.

—     Intenta con esto Ikki.

—     ¿Qué?

Apenas si logró atrapar lo que le arrojaba justamente su compañero de habitación y amigo desde hacía dos años, Hyoga, un joven rubio de ojos azules que captaba la atención de los demás siempre. Observó la pieza de plástico en su mano, se trataba de unas gafas oscuras, de plástico económico y que abundaban por el lugar.

—     Vamos Ikki, úsalas, te mantendrán protegido del sol y puedes usarlas para algo más.

—     ¿Cómo para qué?—preguntaba el de cabellos azules ajustándolas sobre sus ojos grises.

—     Ya sabes—decía el rubio de manera desinteresada.

Pero el de cabello azul no compartía el entusiasmo de su compañero por los bikinis que abundaban en la población que ocupaba la playa en esos momentos. Pero quiso seguir con un poco de charla ahora que se prestaba la oportunidad, como si deseara pasar esos momentos con el rubio que miraba en todas direcciones, sobre todo cuando se trataba de chicas.

En el tiempo que él tenía de conocerlo sabía de su reputación de salir con chicas, ambos estudiaban en una universidad del norte por lo cual generalmente el clima era frío, así que en esas vacaciones y con la oportunidad de ir a un sitio más cálido no lo pensaron demasiado; en la escuela se había citado con una chica diferente cada fin de semana y a veces hasta dos en la misma semana. Como lograba mantener sus notas y ese tipo de vida social era un misterio para él, él estudiaba constantemente y gracias a eso sus notas eran impecables, además que eso le daba una excelente escusa para no salir…con chicas.

El de mirada gris cerraba los ojos detrás de las gafas oscuras y permitía a su cerebro ir con la corriente, no poniendo atención verdaderamente a lo que el de ojos azules decía. Pero de pronto le dio la impresión que la atención de su compañero se dirigía a algo más y se dio cuenta que había chicas riéndose de diferente manera, desde la discreta hasta la abierta, y se dio cuenta del motivo de todo eso.

—     Vaya distracción—pensó para si.

La razón era un pequeño grupo de jóvenes en bañador que iban aprisa al mar, todos llevaban el mismo tipo por lo cual se sabía prontamente que eran salvavidas, eso sumado a que todos eran jóvenes y de muy buen ver no dejaba de levantar algunos comentarios. El de cabellos azules casi se reía por que toda la actividad en el lugar pareciera detenerse por el pequeño grupo pero tenía que admitir que ese aspecto bien formado y marcado con músculos flexibles ganaba bastantes puntos a sus ojos.

El grupo se acercaba donde ellos dos estaban de pie y uno de los jóvenes, uno alto y de largos cabellos negros y mirada verde, miraba al de cabello azul y lo saludó.

—     Hola Ikki.

—     Shiryu—respondió con seriedad—No sabía que estarías por aquí.

—     Trabajo de vacaciones.

—     Apresúrate antes de que alguien se ahogue.

El joven de cabellos negros se rió solamente y se dio prisa para alcanzar a sus compañeros.

Ikki se quedó sonriendo suavemente mirando como los otros se alejaban y de pronto recordó a Hyoga, al mirarlo atrapó al rubio mirando al grupo de chicos que se alejaban por encima del borde de sus gafas oscuras. Parecía como si estuviera haciendo un control de calidad de lo que veía, eso y que no estaba seguro pero casi parecía que los miraba con deseo. Pero como estaba seguro que Hyoga era heterosexual no quiso pensar nada más sobre esa mirada ¿acaso estaría celoso de lo bien marcado que estaba el otro joven?

Hyoga prontamente regresó su atención a Ikki y como si pretendiera ser casual hizo una pregunta.

—     ¿Lo conoces Ikki?

—     Si—le respondió lentamente con su mirada tras las oscuras micas intensamente enfocada en su compañero—Es Shiryu, hace un tiempo tomamos unos cursos juntos.

—     Ah—decía el otro de manera desinteresada.

Sin más se dirigió a su silla pero el de mirada gris sabía bien que el rubio aún estaba pensando en Shiryu. Una especie de impulso bromista hizo que continuara con la conversación.

—     También tomamos natación juntos—decía ignorando el hecho de que los dedos del otro apretaban los costados de la silla de descanso—Es todo un atleta, siempre lo fue.

—     Mmm.

—     A veces aún nos veíamos para almorzar y llegamos a conocernos bastante.

La respuesta fue silencio.

—     Por ejemplo sé que él tiene novio—continuaba el de mirada gris.

—     ¿Novio?—preguntaba el rubio mirando en dirección del grupo de salvavidas.

Ver la manera en que parecía tranquilizarse hizo que el de cabello azul se preguntara por lo que había en la cabeza de su compañero.

—     Voy a nadar—dijo el de cabello azul.

Sin más lo vio alejarse velozmente dejando las gafas oscuras en la silla para arrojarse al agua con velocidad. El agua estaba fría y la fuerza para enfrentarla parecía llenarlo de energía, no parecía darse cuenta siquiera de las miradas que lo seguían y no todas femeninas.

**********

Hyoga estaba descansando un poco y por eso pudo ver desde su silla cuando Ikki salió del agua, veía el agua que aún estaba recorriendo su cuerpo fuerte y bien trabajado, el sol bañando su piel bronceada, el bañador que se le pegaba demasiado al cuerpo y que sin ser revelador en realidad revelaba demasiado al estar mojado, pues se pegaba a los fuertes muslos y las masculinas caderas. Tuvo que cerrar sus azules ojos al verlo acercarse. Todo ese tiempo juntos y él hasta ese momento no podía decir cuales eran las preferencias de su compañero, los chicos o las chicas.

No lo veía salir con nadie en plan de cita, no mostraba interés en las muchachas en todo caso, él salía con bastantes chicas pero lo que nadie sabía era que hacía eso solamente para ocultar sus verdaderas preferencias, no porque fuera lo que deseaba. Había pensado en hablar francamente de la situación pero el temor de perder la amistad del de mirada gris lo había detenido en el pasado. Aunque ahora sabía que tenía por lo menos un amigo gay y no parecía importarle…

No quería pensar en ello en ese momento. Era mejor solo divertirse.

Casi saltando de su silla tomó al joven por el brazo.

—     Hagamos un castillo de arena Ikki.

El de mirada azul pensó en resistirse pero, como siempre, no podía contra esa sonrisa que el rubio le lanzaba y que siempre lo convencía de todo. Lo vio con su delgada silueta recorrer el lugar y buscar conchas entre la arena y el agua para decorar el castillo con ellas. Su entusiasmo era contagioso y pronto una docena de niños estaba alrededor riéndose y ayudando. Las paredes se hacían más y más altas hasta que la estructura estaba terminada.

—     La marea se encargará de tomar lo que es suyo—decía el rubio mirando hacia el mar.

Ikki lo miraba con las manos en la cintura, sus ojos azules brillaban como el mar reflejando los destellos del sol, su cabello mecido por la salvaje brisa, el cuerpo cubierto con arena, le parecía que jamás se había visto más bello; terminó por darse vuelta y empezó a reunir sus pertenencias.

—     Vamos Hyoga, es tiempo de irnos, no quiero seguir aquí cuando tu bañador se caiga y te arresten por exhibir tu trasero.

El rubio no dijo nada, era mejor que exponer todos los comentarios que en verdad llegaban a su mente, los descartó todos por ser demasiado sugestivos. Mientras caminaban de regreso a la casa de la playa que habían alquilado la mente del joven de ojos azules se consumía con una pregunta.

—     Si mi bañador se cayera ¿Qué mirarías Ikki?

**********

El sonido de la lluvia en el techo era un golpeteo constante mientras la televisión reportaba lo que estaba sucediendo.

—     La tormenta tropical Seiya continúa su camino lluvioso por la costa, podemos esperar más por las siguientes horas de este clima y el viento que…

—     Seiya. Que nombre tan estúpido para una tormenta ¿Cómo se les ocurren estos nombres de todas formas?—preguntaba el joven de los ojos azules dejándose caer en una amplia silla.

Ikki ni siquiera levantó la mirada del libro que estaba leyendo en esos momentos.

—     Personalmente no veo la necesidad de nombrar a ningún clima en especial pero creo que los nombres se van dando en orden alfabético y se da un nombre de hombre y uno de mujer.

—     Sigue siendo estúpido.

En ese momento el de ojos grises lo miró.

—     Guiándonos en tu falta de vocabulario tendré que adivinar que estás aburrido.

—     ¿Tú crees?—preguntaba de manera sarcástica.

—     ¿Por qué no vas a dar una vuelta?—preguntaba el de cabello azul bajando su libro—Hay un bar al otro lado de la calle.

Con la lluvia y la imposibilidad de ir al mar el sitio sin duda era una excelente opción.

—     No quiero ir—dijo el rubio recostándose en su cama boca abajo.

—     Podemos jugar a las cartas.

Pero el de ojos azules solo sacudió la cabeza negándose, ya habían jugado cartas un par de horas antes.

—     Ve televisión.

El rubio se negó con algo así como un gruñido, no había cable y la recepción local no era buena.

—     Se me acabaron las opciones—murmuró Ikki—Está bien, vamos a hablar—dijo sentándose en el sillón de la habitación y cruzándose de piernas.

—     ¿Qué?—preguntaba el otro dejando ver uno de sus ojos sobre un cojín.

—     Vamos a hablar—repitió Ikki—Nunca tenemos tiempo para solo sentarnos y hablar.

—     Está bien—dijo Hyoga mirándolo algo preocupado pero sentándose en la cama.

—     Empiezo—ofreció el de cabellos azules.

Tuvo que levantar la vista hacia el techo como pensando en algo pero finalmente habló.

—     Me la he pasado bien en estas vacaciones Hyoga, aunque nunca he sido de los que les gusta mucho la playa—miraba como esperando al rubio mientras hablaba.

Lo vio sonreír suavemente.

—     Ha sido bastante divertido—le aseguró el de cabellos rubios—Al menos hasta que empezó a llover. Mi parte favorita hasta ahora fue jugar con los niños al hacer el castillo de arena en la playa.

Ikki se sintió algo sorprendido, esperaba que el joven dijera algo de las chicas en bikini pero no era así, en ese momento notó como el otro joven parecía tensarse y su mirada se perdía a lo lejos.

—     ¿Por qué nunca me dijiste de tu amigo Shiryu?

El de cabello azul tuvo que parpadear, por un momento no supo que decir ¿Qué tenía que ver el de cabellos negros con su conversación de ese momento? Pero una idea se instaló en su mente.

—     Hyoga sabe algo—pensaba Ikki—Es solo como si pescara información, pero ¿Por qué?

Solo se miraban y el de ojos grises se decidió a responder.

—     No lo sé, no es algo que no quisiera que supieras pero tampoco salió el tema ¿te sientes incómodo con que tenga amigos gay?

El otro respondió agitando su cabeza.

—     ¿De qué se trata entonces?

El rubio se mordió el labio inferior y miraba de manera esquiva, después miró hacia el techo, miraba a cualquier dirección excepto hacia su compañero y amigo de los últimos dos años, solo pensaba que ahora que sabía que el de mirada gris tenía un amigo gay, quizás, solo quizás, no enloquecería si le confiaba algo. Al menos un poco.

—     Yo…

Pero apenas pronunciada la primera palabra no supo que más decir, al menos agradecía que el otro esperara pacientemente por lo que tenía que decirle.

—     ¿Sabes de todas esas chicas con las que he salido?—preguntaba el rubio.

El otro no entendía de lo que se trataba pero hizo un gesto afirmativo.

—     Ellas…ellas…están bien, creo—continuaba nervioso el de ojos azules—Pero yo, yo, la verdad es que yo…prefiero a los chicos…es decir, de verdad PREFIERO a los chicos.

Tuvo que contener su aliento y morderse el labio hasta que no pudo soportarlo más y miró directamente al de cabello azul, sin saber cómo había tomado lo que terminaba de confesarle.

La verdad era que Ikki estaba asombrado.

—     Todo este tiempo—pensaba el de ojos grises—Todo este tiempo he vivido con él ¿Cómo es que nunca lo noté? A menos que…

No creía que Hyoga fuera del tipo que tomaba ventajas sobre las debilidades de otros pero ¿Qué tal si Hyoga solo estaba jugando con él? ¿Qué tal si solo estaba verificando que él era gay y era algo que usaría para molestarlo?

Hyoga por su parte lo miraba y que se quedara tan quieto sin decirle nada no le permitía adivinar lo que pensaba.

—     ¿Por qué me estás diciendo esto Hyoga?

Era el turno del rubio de sorprenderse, de todas las reacciones que imaginó no esperaba esa.

—     ¿Qué esperabas que te dijera?—continuaba el de ojos grises ahora de pie— ¿Querías que te dijera Esta bien porque yo también soy gay solo para satisfacer tu curiosidad? ¿Solo para que te retractaras después? Pues adivina qué: no me importa.

Terminó por darle la espalda a un sorprendido rubio pero al final volvió a buscar su rostro.

—     Verás Hyoga, yo soy gay, así que sinceramente dudo que tú lo seas, ahí lo tienes, lo dije ¿estás contento ahora?

Los ojos azules del otro joven estaban abiertos a más no poder, miraban a Ikki y lentamente sacudió su cabeza.

—     No—murmuraba—No.

Se levantó y en un segundo había pasado a Ikki para abrir la puerta y salir sin importarle la lluvia que caía.

—     ¿Qué fue lo que hice?—se preguntaba con horror.

**********

Hyoga se tumbó en la arena hasta casi el borde del mar, el viento soplaba con fuerza y la lluvia caía con violencia pero no le importaba, estaba completamente empapado, su ropa se le pegaba al cuerpo y no lo protegían en lo absoluto.

—     Él no me creyó—era lo único que podía decirse—Él no me creyó.

Se lo repetía una y otra vez en su mente esperando que algo cambiara pero nada lo hacía. En algún momento escuchó su nombre en medio de la lluvia, miró hacia atrás y vio a Ikki corriendo hacia él. Sin pensarlo empezó a correr a su vez, solo para alejarse, pero el clima y su ropa mojada no lo ayudaban a ir aprisa así que el de cabellos azules lo capturó antes de que llegara muy lejos.

—     Hyoga, por favor—lograba decir el de mirada gris recuperando el aliento.

Estaba tan mojado como su compañero pero no parecía importarle.

—     No lo hagas—decía el rubio.

Se miraron de frente en ese instante.

—     ¿Cómo pudiste?—decía Hyoga—De toda la gente ¿Cómo es que tú no me creíste?

—     Lo lamento Hyoga, por favor, escúchame—le pedía el de ojos grises intentando detenerlo.

El rubio le daba la espalda y el otro lo sujetó por los hombros, ya no escapaba pero tampoco lo miraba.

—     Por mucho tiempo—decía Ikki—Por mucho tiempo intenté decírtelo pero siempre pensé que tú eras…bueno, eres Hyoga de Cisne, una chica diferente cada semana, eras el chico que todos los demás querían ser. Incluyéndome. Pero pensé que si sabías eso te desagradaría, que ni siquiera querrías seguir siendo mi amigo. Yo…yo…he vivido con ese temor tanto tiempo que es difícil deshacerse de ese miedo—con suavidad hizo que el otro volteara a mirarlo—Hyoga, siempre pensé que eras heterosexual, nunca me diste una razón para pensar lo contrario—agregó suavemente.

—     Excepto cuando te miré de frente y te lo dije—la voz de Hyoga era calmada pero sus ojos tenían el mismo tono tormentoso del cielo y el mar.

—     Me equivoque al no creerte—admitió el de cabello azul—Y lo lamento. He vivido con esto en secreto por mucho tiempo y me he vuelto suspicaz hacia los otros, por eso me retraigo en mi mismo. Y no confié en la persona en la que debí.

—     Puedo entender el tener secretos—decía el rubio mirándolo a los ojos—En no confiar en la gente. Pero nunca te he mentido a ti Ikki.

—     Te creo.

Tímidamente el de cabello dorado se acercó pasando sus brazos alrededor de la cintura del de ojos grises, Ikki lo estrechó en sus brazos y pudo sentir como el joven temblaba.

—     Será mejor ir a la casa y secarnos.

Sin soltarse caminaron de regreso.

**********

Una vez que llegaron a la casa Ikki se quitó la camiseta y la arrojó al suelo.

—     Iré por unas toallas—le decía al rubio mientras se dirigía al baño.

El de ojos azules temblaba con sus brazos cruzados sobre su pecho hasta que el otro joven regresó.

—     Toma—decía el de mirada gris dándole la toalla.

Al mismo tiempo usaba una para frotarse el cabello, notaba como Hyoga colocaba la suya sobre sus hombros mientras sacudía su cabello con su mano libre, terminó por ponerse la toalla sobre un hombro y se acercó al de ojos azules.

—     Déjame hacerlo—le dijo suavemente.

Tomó la toalla del rubio con una mano y sujetándolo con amabilidad lo guió a su habitación, el sitio estaba a oscuras y se sentía tibio, eso y que olía al acondicionador de Ikki. Solo hasta que estaban dentro el de cabellos azules se movió para acercarse a Hyoga, respirando ese aroma de lluvia y jabón de la piel del otro. Se quedaron muy cercanos, sus narices casi tocándose por varios segundos, revelando su cercanía. El de mirada gris notó que los labios del de ojos azules aún temblaban, así que se aproximó a él y los cubrió con los suyos para darles calor.

—     ¿Es muy pronto?—le preguntaba Ikki en un murmullo.

El rubio dio en respuesta un breve sonido y negó con la cabeza. Ikki era tan cálido y Hyoga necesitaba ese calor justo en ese momento, pero más que eso, necesitaba un diferente tipo de calor que había esperado por demasiado tiempo.

—     Aún tienes frío—era menos una pregunta que una declaración.

Con calma el de cabello azul puso sus manos en la parte baja de la camiseta del rubio.

—     Vamos a deshacernos de esta ropa mojada para que puedas entrar en calor.

—     Entrar en calor—repitió el de ojos azules.

Unos instantes más y la prenda estaba fuera de su cuerpo, se tensó un poco cuando las manos de Ikki fueron a los botones de sus jeans pero el de cabellos azules no se los quitó de inmediato, primero quitó la sábana de su cama y la colocó sobre los hombros del rubio, entonces dejó que él mismo se despojara de sus pantalones. El de mirada gris no se sentía tan tímido como su compañero, alcanzó una de sus manos y la llevó a la orilla de sus propios pantalones. El de ojos azules lo miró al rostro pero prosiguió y los abrió dejándolos caer al suelo y revelando que el joven ante él no usaba ropa interior. Y que estaba decididamente excitado.

Con suavidad y un poco tímido el rubio estiró su mano y tocó el erguido sexo sin soltar con su otra mano la sábana sobre sus hombros.

—     Tú mano está fría—dijo el de cabello azul—Pero se siente bien—agregó de inmediato antes de que la retirara.

Estiró su mano tras el cuello del de mirada azulada para atraerlo contra su cuerpo de manera directa, su boca se movía suavemente encima de la del rubio hasta que el joven abrió sus labios en un suave suspiro e inmediatamente tomó ventaja dejando que su lengua explorara ese cálido sitio. Finalmente el de mirada gris liberó sus labios y recargó su frente en la del otro joven.

—     Dime—decía sin aliento—Dime si voy muy aprisa y muy lejos ¿De acuerdo?

—     Si—respondió algo tembloroso--¿Ikki?

—     ¿Si?—preguntaba haciendo deliciosas cosas en el lóbulo de su oído.

—     Yo…he estado con muchas chicas…quiero decir, solo con chicas, nunca con otro hombre. Así que, quiero decir, no sé como…—tragó saliva con algo de pena pero miró a los ojos a su compañero—Pero te quiero Ikki, quiero que seas el primero. Quiero que me hagas sentir.

El de cabello azul dijo algo como un si mezclado con un gruñido para volver a besarlo y rindiéndose a un solo pensamiento.

—     Si, eso es lo que quiero.

Después de unos momentos de forma directa y gimiendo tuvo que apartar esa mano que lo acariciaba, aunque no porque no le gustara.

—     Se siente demasiado bien—logró decir— ¿Puedo hacer algo por ti?

—     Eso sería agradable—respondió el rubio con los ojos brillantes.

—     Muy bien.

Sonriendo el de cabellos azules se acercó a su rubio compañero para volver a besarlo en los labios con sensualidad, abriendo esa deliciosa y delicada boca que lo hacía pensar en cosas nada apropiadas para jovencitos y que tan solo ansiaba conocer…con él. No aguardó para que sus manos se deslizaran por el delicado cuello que se elevaba como una columna y descendieran por la graciosa curva del pecho, alcanzando los pezones y acariciándolos hasta que empezaron a erguirse. Un leve gemido de parte del de ojos azules fue toda su gratitud por las caricias pero el otro quería hacer más, así que abandonó los labios para dirigirse exactamente a la sensible zona que parecía llamarlo y sin aguardar ni un segundo tomó posesión de los suaves pezones que terminaron de elevarse bajo su toque.

—     Mmmm Ikki, puedes hacer eso cuando quieras—decía encantado el de mirada azulada.

—     Que bien ¿Hay algo más que pueda hacer…cuando quiera?—preguntaba haciéndolo recostarse suavemente sobre la cama.

Lo repentino del movimiento tomó por sorpresa a Hyoga pero solo sonrió mirando a su compañero.

—     ¿Qué te gustaría hacer? Me temo que tendrás que mostrarme.

La encantadora mezcla de seducción y timidez por parte del de ojos azules hizo que Ikki se arrodillara sobre él y apartara la sábana revelando todo del rubio, su desnudez brillante y su cuerpo delgado y fuerte, dando inicio con ello a la labor, bastante grata, de cubrir cada línea y cada curva a besos, encendiendo esa suave piel de alabastro que lo tenía fascinado; Hyoga no pudo sino sentirse sorprendido por ser tratado de esa manera cerrando sus ojos con placer y más aún cuando sus caderas fueron el centro de toda esa adoración, aunque eso lo hizo abrir los ojos y sentirse sorprendido de manera muy diferente.

Para Ikki estaba en claro que no podía quedarse solo en la superficie y con suavidad separó los bien torneados muslos para llegar a la cara interna de los mismos y los besó acercándose a cada momento al sitio que en verdad deseaba, pero también quería relajarlo para que no se sintiera asaltado de manera abrupta.

—     Ikki—lo nombró estremeciéndose.

—     Todo  va a estar bien, no temas—le aseguró su compañero.

Así que cerrando los ojos se dispuso a permitirle continuar, el de cabello rubio sintió esos labios recorriéndolo, probando las zonas más íntimas de su cuerpo, haciéndolo excitarse como nunca antes lo había sentido. Vino una humedad y tardó en adivinar que era su lengua, recorriéndolo de la base de su sexo hasta la punta, una vez, dos veces, tres veces, más aún, haciéndolo desear que no se detuviera, llegando al punto en que él mismo levantaba sus caderas para permitirle y pedirle que siguiera con lo que hacía.

—     Ikki—lo llamó.

Pero no pudo decir más al sentir como esos mismos labios tan cálidos lo tomaban por la punta de su ya erguido sexo y lo introducían tanto como podían en esa boca que parecía hacer maravillas. Lo hacía con suavidad al principio para ir aumentando la velocidad poco a poco, unos dedos hábiles y diestros frotaban sus testículos estimulándolo aún más hasta que movía su cabeza de lado a lado viviendo una nueva manera de sentir durante el sexo, una satisfacción que no imaginaba posible. El de cabellos azules continuaba el delicioso asalto usando toda su boca para darle placer, pero sabía que con eso no sería bastante.

Repentinamente Ikki se apartó y salió de la cama.

—     Aguarda un instante—le pedía el de mirada gris.

El rubio no podía decir nada y solo logró verlo moverse por el lugar, ir a su maleta y buscar algo con prisa hasta que dio vuelta y llevaba algo en la mano, no lo sabía el rubio pero se trataba de un empaque de lubricante. El de cabellos azules no tardó en ir a su lado de nuevo sintiéndose sumamente excitado pero aún lograba decirse que necesitaba tomarse algo de calma, su lindo rubiecito debía recordar ese instante como algo especial.

Lo beso sensualmente uniendo sus cuerpos con intensidad, disfrutando de un encantador rubor en ese rostro que parecía no cansarse de mirar, volvió a besarlo y al mismo tiempo logró separar esas bellas piernas que le encantaban y así pudo entrar  en contacto directo con la cálida entrepierna del rubio, quien gemía al sentirlo tan cerca. Por unos instantes frotaba su turgente sexo contra la delicada entrada que no era capaz de recibirlo en esos instantes. Lo cual debía ser solucionado.

Ikki cubrió uno de sus dedos con el lubricante, bastante, y gentilmente lo hacía moverse en círculos por la masculina entrada del rubio, el joven se tensaba un poco pero después de unos momentos se sintió más relajado y empezaba a gustarle; su compañero lo sintió y gracias a eso se decidió a ser más firme, empujó suavemente y dio inicio a su entrada con suavidad. Hyoga se daba cuenta perfectamente  de que su compañero se movía con paciencia para no lastimarlo, dándole tiempo para acostumbrarse y que se sintiera cómodo con las nuevas sensaciones que lo estaba ayudando a descubrir.

Cuando finalmente el lubricado invasor estaba en su interior se sentía algo extraño pero no lo lastimaba, así que el de cabellos azules continuaba con un solo dígito pero al sentir más dispuesto al rubio se decidió porque fueran dos los dígitos que lo ayudaran a prepararlo, dilatando las estrechas paredes con cuidado y suavidad, moviendo sus dedos hacia dentro y afuera, provocando que el rubio se sintiera más y más excitado. Empezaba a mover sus caderas al mismo tiempo que era embestido suavemente por el de mirada gris.

—     Hyoga—lo llamaba el de cabello azul.

Giraba sus dedos y los curvaba hasta encontrar el sitio que deseaba, el rubio se concentraba solamente en el de mirada gris cuando escuchó la manera en que lo llamaba, al menos hasta que un muy sensible punto en su interior fue encontrado y lo hizo vivir una descarga de placer. Su compañero solo sonrió al sentirlo estremecer, era lo que deseaba, que conociera sus sentidos y el placer de estar con otro hombre, así que continuó estimulándolo en el mismo lugar hasta que lo vio arquearse y pidiendo más sin palabras.

El rubio gemía de manera abierta, de forma casi incoherente por los estímulos a los que estaba siendo sometido, acercándose al final del encuentro, su masculina entrada se contraía y anhelaba alivio pero su compañero no pensaba permitirlo tan pronto. Ikki lo besaba con intensidad pero al mismo tiempo retiraba sus dedos de su interior sin apartarse, se tensaba y de verdad deseaba continuar, era ya el momento.

—     Ikki…Ikki…

No dejaba de llamarlo, el de cabellos azules sonrió y lo besó en el abdomen, aplicó más lubricante en sus dedos e introdujo tres en el juvenil cuerpo del de mirada azulada, se hacía más sencillo continuar y definitivamente ninguno de los dos podía aguardar más. Así que Ikki separó las fuertes piernas del rubio y le dio un beso justamente en su masculina intimidad, lo vio arquearse, mientras tomaba su sitio y colocaba su erguido sexo en el sitio que deseaba, empujó suavemente, haciendo que las suaves paredes se abrieran y lo dejaran entrar, no encontró resistencia mientras poco a poco, lentamente, el cuerpo de Hyoga le daba la bienvenida por primera vez.

El de cabello azul gemía suavemente mientras el rubio respiraba profundamente, se sentía un poco extraño por la posición en la que se encontraban pero no deseaba que se detuviera, era la primera vez que sentía lo que erra estar con un chico, más aún, estaba con Ikki, ese fantástico muchacho al que no podía siquiera dejar de sentir. Una vez que lo sintió estar completamente en su interior el de ojos grises hizo que enredara las piernas alrededor de su cintura y ambos quedaron unidos por sus pechos y las caderas.

—     Hyoga…eres increíble…

Fue todo lo que pudo decir antes de empezar a moverse, lentamente, en el interior del de ojos azules, el rubio estaba completamente excitado y susurraba suavemente el nombre de su compañero, más aún cuando el otro fue capaz de encontrar el ángulo exacto en el que frotaba su próstata con la punta de su sexo. Se buscaban con las manos y los labios, respondiendo fervientemente a las caricias que se brindaban, el abdomen de Ikki frotaba el también firme sexo del de ojos azules brindándole sensaciones intensas que los dejaban sin aliento. Fueron pulsaciones intensas y placenteras y sin que ninguno de los dos estuviera verdaderamente preparado para ello se encontraron viviendo el más intenso y poderoso orgasmo que vivieran hasta ese momento en sus vidas.

Se quedaron muy quietos disfrutando de la tensión liberada y aún moviendo sus caderas de manera casi inconsciente, sus cuerpos se relajaban y finalmente respiraban un poco más tranquilos. Ya más cercanos a la normalidad Ikki se dio cuenta que había colapsado sobre Hyoga, tuvo que hacerse a un lado para no aplastarlo, aunque quedándose muy pegadito a él. Los ojos azules estaban cerrados y su compañero lo besó en el rostro.

—     Hyoga…eres hermoso Hyoga…

—     ¿Fue tan bueno para ti como para mí?—preguntaba el rubio.

—     Fue increíble—dijo el otro sonriendo pero queriendo saber algo más— ¿Cómo se compara esto con…tus experiencias previas?

—     Pues…

El de ojos azules pensaba bajo la mirada gris de su compañero.

—     Creo que definitivamente soy gay. No hay dudas de eso.

—     Bien—fue todo lo que Ikki pudo decir.

Ambos empezaron a reírse y rodaron sobre la cama abrazándose con cariño.

**********

—     ¡Ikki!

El de cabello azul advirtió justo a tiempo que le lanzaban algo a las manos, de hecho Hyoga le arrojaba las gafas oscuras que le había comprado.

—     Gracias Hyoga.

Se puso las gafas y se quedó tranquilamente disfrutando del sol de la playa. La tormenta tropical  había cambiado de curso y podían disfrutar de buen clima de nuevo, el sitio se llenaba de gente pero ninguno de los dos lo notó demasiado, no les interesaba, ambos protegían sus miradas con micas negras pero sabían bien que bajo esas gafas oscuras solo tenían ojos el uno para el otro.

 

 

FIN

 

Notas finales:

La próxima semana si nada sucede subo ya el final de Oscuridad.

Nos leemos.

Atte. Zion no Bara


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