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Uniformes por zion no bara

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Notas del fanfic:

Es una nueva pareja para mí, espero que les guste.

Es un fic por partes.

Notas del capitulo:

Es la primera parte, espero que les guste.

Capitulo I

 

—     Puedo encargarme de esto Pandora.

El hombre que decía esas palabras era un caballero de largos cabellos negros y mirada violácea, cualquiera que supiera algo sabía quien era él pero para la dama que lo miraba inmutable era irrelevante su pasado, además no había llegado donde estaba dejándose intimidar y ciertamente no por un hombre. Necesitaba que las cosas se dieran y si para eso tenía que torcerle el brazo al de cabello negro lo haría.

—     Los dos son expertos en infiltrarse y cumplir con sus misiones—continuaba ella mostrándole dos expedientes—Conocen todas las estrategias y han inventado algunas imposibles, creo que incluso son mejores que tú o que yo. Así que tienes dos meses para prepararlos y aprender la manera de trabajar con ellos. Sé que los entrenarás bien sin necesidad de tenerme respirando sobre tu cuello ¿verdad?

—     Así que puedo hacerlos a mi ley ¿verdad?

—     Dentro de lo razonable por supuesto. No los lastimarás.

—     ¿Te opondrías?

—     Créelo o no Hades, sé que ellos no te lo permitirían y ante todo, tu sentido de lo correcto no te lo permitiría a ti.

Los dos se miraban solamente, se conocían desde niños prácticamente, el que incluso eligieran una carrera similar, la milicia, parecía un destino común pero en verdad solo estaban juntos por eso, el destino, aparte de eso eran amigos, el tipo de amistad que los hacía completamente leales al otro…con ciertas restricciones.

Los días de la guerra aparentemente habían terminado y ahora había paz pero no era tan sencillo, ellos lo sabían bien, las dos partes del conflicto ahora debían intentar trabajar juntas para solucionar las cosas y eso aún creaba roces, sin más que Hades hubiera sido  uno de los comandantes por parte del Tártaro no ayudaba demasiado a comprenderse con los dos agentes que querían imponerle pues habían sido del Santuario, parte que por cierto había triunfado en el conflicto.

—     Soy un soldado Pandora, soy un comandante, ellos dos no tienen instrucción formal, se formaron al calor del momento, son más cercanos a terroristas potenciales que a agentes ¿Qué saben de rangos y seguir órdenes?

—     Han estado los últimos dos años bajo órdenes del mando de la guardia de la señorita Kido y como bien sabrás la pequeña Saori no admite insubordinaciones, ni gente que haga sus propias reglas, saben apegarse a las órdenes.

El de cabellos negros parecía suspirar de cansancio y su maxilar inferior se veía rígido por la tensión.

—     Fénix parece ser un agente ejemplar—reconoció Hades—Aprendí a respetarlo durante la guerra pero Pegaso no es así, es cierto que era capaz de infiltrarse y hacer correr el terror entre mis tropas pero según sé hasta ahora es indisciplinado, su archivo esta lleno advertencias y casos de insubordinación, aunque él las llamó simples bromas. No comprendo cómo es que sigue siendo un agente.

—     Justamente es por eso—señalaba Pandora sonriendo—Sabe mantener la moral entre las tropas, sus bromas son inofensivas y no detienen a los demás de hacer su trabajo. Lo descubrirás y muy pronto. También verás lo bueno que es en su trabajo—como si fuera más un aviso que un comentario continuó—A veces alguien puede flexionar los procedimientos y aún así cumplir con los objetivos. Bajo estrés puede flexionarse pero no romperse.

—     Tiene que pasar mi inspección—advertía el de cabellos negros—No soportaré sus bromas ni ninguna clase de insubordinación. Prefiero rechazar toda la misión si pienso que mis hombres no estás preparados para llevarla a cabo.

—     Eso es un don.

No podía menos que sonreír al ver al siempre serio, formal, atento Hades Necros en su uniforme negro con dorado. Siempre había sido así, desde niños, demasiada formalidad para todo en su vida.

—     Descubrirás que Fénix y Pegaso son perfectos para trabajar en esta misión. No los hubiera escogido de no ser así—decía Pandora sonriendo.

—     Eso quedará a mi juicio—respondió el de mirada violácea pero dio una mirada un poco más detenida a los expedientes—Estos dos…parece que han permanecido juntos después de la guerra. Tienen la misma dirección en sus archivos ¿sostienen algún tipo de relación?

—     Realmente no lo sé—decía ella apretando los labios—Son como el agua y el aceite pero siempre están juntos, se dicen compañero pero no amigo, tal vez les es más sencillo lidiar con su nueva vida juntos. Aunque si me estás preguntando si son amantes no puedo decírtelo y sé porque lo preguntas. No quieres dos agentes que por una relación puedan sacrificar una misión ¿No es así?

El de cabellos negros dijo que si con un gesto.

—     Sobre ese tema tendrás que preguntárselos tú Hades o a alguien que los conozca bien. Lo que si puedo decirte es que han probado una y otra vez para mi completa satisfacción que cumplen sus órdenes sin importar cual sea la relación que tengan. No dejan que les afecte.

Hades pareció calmarse, al menos esa era una preocupación menos, no podía imaginarse a alguien que amara no sacrificándose por aquel al que amaban. Al menos las palabras de Pandora lo llevaban a concluir eso, Fénix y Pegaso eran solo compañeros. Un problema menos pero lo del archivo del de Pegaso seguía sin convencerlo.

—     ¿Dónde puedo encontrarlos?—terminó preguntando el de cabellos negros como resignado.

—     Es la hora del almuerzo—dijo Pandora mirando el reloj—Les gusta trabajar en el gimnasio cuando no están en misiones. Puedo enviártelos a donde lo desees para que les hables.

—     Yo me encargaré de eso—decía Hades llevándose los dos expedientes bajo el brazo—Ahora son asunto mío.

—     Me alegra que al menos les des una oportunidad.

—     Una oportunidad—recalcaba con frialdad el de mirada violácea—Era todo lo que tenías durante la guerra.

—     Del lado del Tártaro sin duda—decía ella observando como se iba él.

 

**********

 

Hades fue pasando por los pasillos, su mirada como rabiosa mientras sus piernas lo guiaban al gimnasio, con sus pensamientos llenando su mente. Los hombres y mujeres que se encontró en el camino se hacían a un lado, no solo por estar al tanto de su nombre como Señor de los Muertos, también por su elevada figura y firme manera de moverse. La piel pálida y los cabellos negros lo hacían parecer un rayo brillante en medio de todos los uniformes con galones plateados y de bronce.

Hades había estado en el medio militar tanto como recordaba. No pasó mucho en los bajos mandos, su estrella había ascendido con velocidad, no podía ser de otra manera cuando estuvo bajo el tutelaje de Radamanthys de Wyvern. Radamanthys. Estaba acostumbrado a estar al mando y a tomar las decisiones. Pero la guerra había terminado y ahora estaba en una nueva posición, estaba bajo las órdenes constantes de gente que jamás estuvo en la guerra y sabía todo de tácticas pero nada de dinámicas de los hombres y mujeres que se suponía debían implementar en sus planes. Su rango, su experiencia, y el hecho de que aún cuando la señorita Kido, Saori, estuviera en control de las cosas y que él seguía siendo un príncipe de una bien respetada familia, le permitía argumentar y hacer indicaciones en lo que se refería a sus superiores. Esa nueva misión que se les planteaba resultaba inusual, por eso tuvo que ser Pandora quien se dirigiera a él, para que terminara por aceptar el lidiar con dos balas perdidas como esos dos muchachos que pelearan por el Santuario.

Escuchaba el singular sonido de los aparatos de ejercicio, lo alertó al mismo tiempo de que estaba cercano a sus objetivos, abrió la puerta con un sentimiento de irritación y de inmediato vio a los hombres y mujeres que sudaban y se estiraban en todas direcciones. Casi bufó con impaciencia. Al primero que tuvo cerca se decidió a preguntarle mientras el otro se quedaba de pie algo nervioso.

—     Pegaso y Fénix—preguntaba Hades— ¿Dónde están?

—     Por ahí señor—le respondió el hombre señalando a la derecha y conteniendo sus nervios.

Los ojos violáceos de inmediato se dirigieron a una esquina del lugar donde solo dos figuras permanecían ajenas a su presencia, cercanas y charlando. Avanzó dándose cuenta de inmediato que a pesar de la discreción la mayoría lo miraba preguntándose que hacía un príncipe entre ellos.

El de cabellos negros se detuvo a unos metros de su meta y simplemente miró a los dos jóvenes por unos momentos, sabiendo que era más seguro tener éxito evaluando sus personalidades cuando no estaban al tanto de él. Notó la familiar y seria cara de Ikki Fénix escuchando lo que fuera que el otro le dijera. Era un joven pero definitivamente se veía como un hombre, hombros anchos y fuertes, su cabello corto y azul intenso, su mirada profunda en tono gris que no se apartaba del joven a su lado. Seiya Pegaso era todo un contraste con su compañero.

Había visto las fotografías del archivo pero esas eran imágenes estáticas y viejas, no daban una descripción adecuada de lo que veía el de ojos violáceos. Ese muchacho estaba en movimiento constante, las manos no se estaban quietas, su cuerpo se giraba y en su rostro vio decenas de expresiones, la mayoría eran sonrisas amplias y carcajadas abiertas. Sus ojos eran rasgados, como los de un niño, y brillaban de una forma única, tenían además el más extraño tono castaño que él hubiera visto, no era solo castaño, era como si hubiera un fondo dorado en ellos. De alguna manera parecía un adolescente todavía. Sus cabellos castaños estaban fuera de todo orden. Por alguna razón pensó en Peter Pan al verlo, el chiquillo que se negó a crecer. Definitivamente le pareció que ese era su carácter.

—     Veamos si ahora lo logramos—decía Seiya—No importa que el ratón no sepa tocar el piano, lo que importa es que lo que dice es gracioso.

—     No es eso—respondía el de cabellos azules con toda la seriedad que pondría en una conferencia sobre desarmar un arma—Puedo aceptar que el ratón habla y que toca el piano pero…

—     ¿Pero?

—     No es gracioso, eso es todo.

—     ¿Dices que mi chiste no es gracioso?—preguntaba con una sobreactuada reacción de estar herido.

—     No—replicaba el otro con calma—Digo que las bromas de Argol no son divertidas. Me dijo el mismo chiste esta mañana.

—     Hmmm—decía el castaño apretando los labios.

—     Di tus propias bromas Seiya.

—     Ahora dices que soy menos divertido.

—     Eres más ruidoso en definitiva.

Fue justo ese momento el que eligió Hades para intervenir, acercándose dejó saber su presencia.

—     Caballeros.

Fue interesante lo que observó Hades, vio como el más pequeño Seiya dio un paso al frente de manera casi protectora en frente de Ikki, mirándolo de manera directa y sin duda reconociendo a quien fuera, además de su superior.

—     Señor—decía alegremente.

—     Señor—dijo Ikki— ¿Necesita asistencia?

Hades los miró con lentitud, era el tipo de prueba que usaba para medir cuan nervioso estaba un hombre ante él. Ikki permanecía como si no le afectara, simplemente esperando por una orden pero Seiya se movía y sonreía.

—     ¿Olvidó lo que iba a decir señor?—preguntaba Seiya sonriendo—Sucede todo el tiempo.

El de cabellos negros frunció el seño casi sin notarse, eligiendo ignorar el comentario.

—     Quiero verlos en las barracas a las seis de la mañana, mañana mismo—ordenó son pestañear el de cabello negro.

—     ¿A los dos?—preguntaba Seiya.

—     ¿Habría un problema si solo fuera uno?—preguntaba Hades entrecerrando sus violetas ojos.

El de Pegaso hizo una cara extraña, perpleja y curiosa al mismo tiempo, se rascaba el cabello con una mano y solo entonces continuó.

—     Pues no señor pero generalmente hacemos misiones juntos, es por eso que pregunto o si no quiero saber a cuál de los dos quiere ver, podría ser confuso, si quiere ver a Ikki y aparezco yo y no Ikki o si quiere verme a mi pero no aparezco y solo aparece Ikki o si…

—     ¡A los dos!—lanzó irritado.

—     Muy bien, estaremos ahí—decía el castaño sonriendo—Temprano y listos.

—     Estaremos a tiempo—prometía Ikki— ¿Cuál será nuestro objetivo? ¿Hay una lista de equipo que debamos conocer?

—     Si, algo de información estaría bien—agregaba Seiya.

El de cabellos negros no estaba seguro de si Ikki se unía al espíritu de insubordinación de su compañero o no. Pensaba en silencio en como ese castaño simplemente seguía sonriendo, sin señales de nerviosismo.

—     Solo necesitan trajes de entrenamiento—replicó Hades—Tenemos varias semanas antes del operativo y quiero conocer las fortalezas y debilidades de mi equipo antes de ese momento—y le dio una mirada severa al castaño—Juzgaré si son apropiados para la operación, me ha sido dada completa autoridad en el área.

—     Vaya—dijo animadamente el de Pegaso—Pandora usualmente no deja a cualquiera acomodarse el comando de una de sus misiones, debes gustarle.

—     Ella me respeta a mi y a mi opinión—lo corrigió sin aguardar el de mirada violácea, decidido a que ese castaño solo respondería a ser directo y con cierta rudeza que no dejara espacio para las bromas—De acuerdo a tu expediente Pegaso eres algo así como un bromista, un payaso para ser exactos. No toleraré eso. Esto será solo una advertencia, si usas cualquier tono, cualquier falta de respeto, de lo que he visto aquí en estos momentos, no solo te sacaré de la misión, también pondré una marca en tu expediente y recomendaré que seas despedido.

El castaño abrió los ojos como si estuviera en shock pero había un brillo de risa en sus ojos, como si dudara de la habilidad de Hades para llevar a cabo esa amenaza. Eso provocó que el de ojos violáceos se pusiera lívido en su interior pero lo mantuvo todo bajo control. Era bastante para la disciplina o al menos eso pensaba.

—     Los veré a los dos mañana por la mañana, estén preparados para un entrenamiento duro.

Girando sobre sus talones el de cabellos negros se fue, alejándose del lugar, pero la voz del castaño aún le llegó.

—     ¿Habrá desayuno?

El de mirada violácea casi se tropezó, respiró con enfado, decidió que no podía confiar en si mismo para responder con cordura así que continuó caminando.

—     Creo que no—decía el morocho—Tendremos que tomar algo temprano Ikki ¿Qué será bueno?

—     Algo alto en proteína—decía el de cabello azul.

—     ¿Huevos con jamón?—preguntaba con esperanzas el castaño.

—     Hn—dijo el otro fuera lo que fuera que significaba.

Pero el castaño pareció tomarlo como una respuesta afirmativa. Mientras Hades llegaba a la puerta escuchó aún que el de Pegaso murmuraba algo emocionado.

—     “No tendré a alguien así en mi equipo”—se decía molesto Hades.

Sin duda Seiya era tan bueno como cualquiera, le permitiría estar en el primer día de entrenamiento, para cubrir las apariencias, entonces informaría a Pandora que era definitivamente inadecuado. Satisfecho con esa decisión miró hacia atrás. Ikki le hablaba a Seiya en tono bajo pero el castaño, sorprendentemente, miraba al de cabellos negros al alejarse. Cuando sus ojos se encontraron el de Pegaso parecía contento. El de Necros sujetó con fuerza los archivos y se alejó.

 

**********

 

Una vez de regreso a su oficina Hades se sentó pesadamente detrás de su escritorio y abrió el archivo de Seiya ante sus ojos. Le estudió, vio debajo de los reportes, todo hecho como con prisa, con velocidad, casi ilegibles, algunos dibujos sin razón de animales o cosas o gente o no sabía qué, unas notas de verse con alguien, marcas de café, saliéndose de los márgenes. El archivo de Ikki era todo un contraste, era rígido y lineal, no había quejas ni marcas, nada contra él, sus reportes de misiones estaban bien escritos y detallados casi con una dolorosa exactitud. Contaba con una fotografía, al observarla no pudo sino recordar su rivalidad durante la guerra, había aprendido a respetarlo.

La fotografía de Seiya era extraña. No estaba sonriendo. Se veía como perdido y preocupado, como si hubieran tomado la fotografía sin que se diera cuenta. Se sintió intrigado. Le parecía que era como un misterio y se sentía impulsado a resolverlo ¿Quién era ese joven? Esa imagen no parecía tener relación con el joven al que había visto en el gimnasio, esa persona…Hades tocó la fotografía con un dedo y dibujo la línea de su rostro, sus ojos…parecían asustados, castaños pozos que no miraban en realidad. El de cabellos negros lo miró más cerca, intentando descubrir algo más en la pequeña imagen.

La fotografía era muy pequeña, muy vaga, demasiadas respuestas a una sola pregunta, respuestas que Hades no sabían si eran verdaderas o no. La pregunta era simple ¿porqué estaba él, Hades Necros, atraído a esa imagen en particular de Seiya Pegaso? No quería admitir cuantas veces, desde que recibiera el archivo, había tomado la fotografía y la había tocado. Había leído las páginas varias veces y trataba de conciliar la imagen con el perfil de irreverente bromista pero las dos no cuadraban. Ver a Seiya en persona, encontrando que el archivo era más exacto que la fotografía, había provocado algo en su interior que era más que decepción. Algo que tampoco quería admitir.

Al final puso la fotografía en el archivo y lo cerró, colocó el archivo de Ikki encima, buscando suprimir el extraño impulso de mirar una vez más la imagen. No lo hizo.

—     Que diablos Hades—se dijo a si mismo—Solo es que él es inusual en todos los sentidos y has estado aburrido y solo por mucho tiempo.

Hades abandonó la oficina de nuevo, dejando los archivos detrás y detestando el que tuviera que esforzarse por dejar esa fotografía en paz, el misterio, esos pensamientos que no necesitaba para concentrarse en la tarea que tenía que cumplir, una tarea que podía costar la vida de gente bajo su mando si se permitía distraerse por un par de castaños ojos.

 

**********

 

—     Tal vez quería que estuviéramos dentro de las barracas—decía Seiya.

—     No dijo eso—argumentaba Ikki—No interpretes las órdenes.

—     No estoy interpretando, solo creo que podríamos considerar la posibilidad de que Hades no dijera que se suponía que debíamos espera adentro, no aquí afuera congelándonos en este aire de la mañana con el viento sacudiendo nuestra ropa.

—     Él es Hades Necros, Seiya, o señor. No lo dejes escucharte llamarlo Hades con tanta confianza—le advertía el de cabellos azules—Y si hubiera querido vernos dentro de las barracas lo hubiera ordenado así. Me quedaré aquí.

—     Bien, bien—medio gruñía el castaño.

Hades pudo escucharlos mientras se acercaba, los dos estaban contra uno de los muros y bajo la luz de una lámpara, sintieron su presencia, con las manos en los bolsillos, listos para desenfundar sus armas en un instante, la mirada fija en la figura que se dibujaba en la niebla.

—     Pude dispararles antes de que tuvieran contacto visual—decía Hades.

—     ¿Debemos dispararle a todo el que escuchemos?—preguntaba Seiya levantando las cejas—Durante la guerra eso estaba bien pero creo que ahora ya no es legal. Además estábamos esperándolo.

—     Podría ser alguien más—estuvo de acuerdo Ikki.

Seiya parecía cansado y girando los ojos agregó.

—     No voy a vivir mi vida en una completa paranoia Ikki, debo creer en que no hay francotiradores en cada esquina dispuestos a ultimarme.

—     Tenemos enemigos—admitía el de cabellos azules—pero es tiempo de paz y no quiero esperar enemigos detrás de cada esquina. Son las barracas, no una locación peligrosa.

—     Ahí lo tienes Ikki—decía el castaño sonriendo como si se tratara de un niño que aprendió una lección complicada.

Aunque no lo quisiera Hades se encontró de acuerdo con Seiya y eso no ayudó a mejorar su humor. A veces olvidaba que ya no estaban en la guerra, especialmente en situaciones tensas o inciertas. Debía cuidar sus hábitos de combatiente, una persona no podía disparar a cada sonido y uno de los beneficios de estar en una época de paz era que las personas no siempre tenían que ser sospechosas y estar en alerta cuando se encontraban en territorio seguro.

—     Vengan conmigo—ordenó Hades.

Al avanzar intentaba dar orden y ganar control de la situación de nuevo. Seiya, decidió él, tenía definitivamente un talento para dominar y dirigir las situaciones. Podría decir que esas eran cualidades de líder pero una mirada de reojo hacia atrás le dijo que Seiya estaba haciendo una especie de señas a Ikki como un tonto, no podría concederle nada a ese joven.

—     Rayos—decía el castaño.

La niebla se despejaba y dejaba ver a un grupo de hombres ante un curso de obstáculos.

—     ¿Hay algún problema?—preguntó displicente el de cabellos negros.

—     Estaba esperando una entrevista en un lugar más cálido—decía el castaño suspirando—No tiene porque traerme arrastrándome en el frío. Solo diga que no me quiere aquí y me iré a casa.

El de cabellos negros no pudo evitar parpadear de manera no muy inteligente.

—     Vamos comandante Necros—decía sin más el de Pegaso—En algún lugar de su mente está la idea de no quererme aquí. Todo esto es solo para mostrar que no hay motivos para mantenerme en este sitio, llenar un informe y dejar a Pandora sin argumentos.

—     No presuma de saber que estoy pensando caballero Pegaso—dijo Hades con frialdad—Y para el futuro le recuerdo que es la señorita Heinstein o la comandante Heinstein para usted.

Pero esos ojos castaños solo se entrecerraron de manera crítica, no lo había engañado ni por un segundo, pero parecía bromear al contestar.

—     Seguiré cualquier orden que me de señor y pasaré por cualquier prueba física que me imponga. No deje que mi lado menos serio lo engañe. Solo creo que si ya tienen una decisión tomada puedo evitarle el resto del trabajo. Pero no podrá poner esto como un motivo para rechazarme.

Hades no respondió a esa carga, se limitó a replicar.

—     Veamos sus habilidades Pegaso.

Había varias barreras, muros, barracas, puertas entre el recorrido, una intrincada construcción pero Seiya e Ikki se limitaron a intercambiar miradas, el de cabello azul parecía pensativo pero el castaño sonreía.

—     Un curso de infiltración y recuperación—decía el castaño—Mi favorito.

—     Lo diseñé yo mismo—advirtió Hades—No será sencillo.

Al de cabellos negros no le gustaba la mirada arrogante en el rostro de Seiya. En su experiencia un hombre muy confiado en sus habilidades a menudo cometía errores que causaban la pérdida de vidas entre sus compañeros.

—     ¡Arpía!—llamó Hades y apareció un hombre de cabello corto—Dale la computadora a Pegaso.

El otro lo hizo entregando un pequeño paquete de cubierta metálica, similar a una carpeta algo gruesa, no dijo ni una palabra, haber sido subordinado de Hades en los días de la guerra le dejaba en claro como manejaba ese hombre sus asuntos.

—     Gracias—decía Seiya—Y no, la guardería no nos dejó salir temprano.

Por la manera en que el otro se mostró sorprendido sin duda era que de verdad estaba pensando en lo jóvenes que se veían.

Hades por su parte sincronizaba relojes con los demás, era casi el momento de empezar.

—     Les recuerdo que es un trabajo en equipo—decía Hades—Estamos aquí para actuar como uno solo y completar la misión, no es un concurso a ganar.

—     Seguro señor—decía Seiya de manera alegre cuando todos los demás solo hicieron un gesto positivo.

El de ojos violáceos le dirigió una mirada dura pero el castaño ni siquiera pareció darse cuenta.

—     Empiecen—dijo el de cabello negro sin mayor advertencia.

En un instante ya Seiya estaba en movimiento, abrió la computadora en menos de tres segundos a pesar de tener un bloqueador mientras sus dedos volaban sobre las teclas, solo se escuchaba el sonido casi furioso con el que se  movía, la cerró de nuevo en un instante. No había manera de que obtuviera los códigos tan rápido o al menos eso pensaba Hades, estaba decidido a ver esas habilidades en acción. Casi detuvo todo ahí pero Seiya ya estaba en movimiento de nuevo.

—     Tú y tú—decía señalando a dos de sus compañeros—Cuidan nuestras espaldas—señaló a un tercero—Toma un punto—al último lo acercó por el brazo hacia él—Te quedas con nosotros como si fueras nuestra sombra y mantén los ojos abiertos mientras Ikki y yo trabajamos en las entradas.

El hombre pareció dudar mirando a ambos jóvenes pero el castaño no aguardó.

—     Todos a moverse.

Definitivamente Hades no pudo sino admitir que Seiya había elegido exactamente de la manera en que él lo hubiera hecho, los hombres correctos para las posiciones correctas con Ikki y él mismo en el centro. Eran los expertos y sin duda los más valiosos.

Los vio moverse a través del curso, esperaba errores, debía haber varios pues nunca habían trabajado en un equipo con los demás, ni siquiera sabían sus nombres, aún así Seiya parecía hacerse cargo con naturalidad y dar las órdenes, verbalmente y por señales, sin problemas. El bromista estaba ahí pero había un límite para eso, también estaba el que sabía de batallas, de lucha, sangre y experiencia. Los demás seguían sus órdenes para incomprensión de Hades, su propio capitán estaba escuchando y siguiendo obedientemente a ese muchacho mientras alcanzaban la primera barrera.

En ese momento entró Ikki en acción. Realizaba el trabajo físico para abrir mientras Seiya se encargaba de los códigos, trabajaron con perfección, como una danza orquestada y los demás tomaron sus posiciones defensivas del lado opuesto. Se movían con velocidad, sin hacer ruido, pasando cada obstáculo como fantasmas en la niebla.

—     Veamos como manejan esto—se decía a si mismo Hades.

Estaba seguro que Seiya fallaría al final, a propósito había puesto códigos falsos para la entrada al edificio. El castaño metió los códigos, no falló y la entrada se abrió, el de ojos violáceos no pudo sino sorprenderse, no comprendía lo que estaba sucediendo. Veía al Pegaso darle la computadora a Ikki y este la abría para hacer una búsqueda, adivinada que estaba buscando los planos y las alarmas del lugar. Las encontró y entraron sin dificultades.

Hades esperaba el sonido de las alarmas, él las había colocado y no podían ser evadidas, quería ver como su gente y las adiciones trabajaban bajo estrés  pero el silencio lo era todo. Su pulso se aceleraba y respiraba más rápido. Estaba enfadado y emocionado, las dos emociones opuestas chocaban en su interior. El soldado en él se maravillaba de las habilidades de Seiya y su inesperado talento para el liderazgo. El hombre en él estaba furioso de que Seiya fuera capaz de manejarse a pesar de su conducta insubordinada, un desafío a su plan de mostrarlo como alguien que no podía ser parte de su misión.

Los hombres salían del edificio y Hades no podía comprender lo que había sucedido, una vez más estaban juntos y juntos atravesaron los obstáculos. Llegaron a la meta cansados pero bien y ya estaba ahí el de cabellos negros tratando de romper con su confusión mientras miraba al castaño sonriéndole a Ikki que se mostraba satisfecho.

—     Misión cumplida—decía el castaño mostrándole un chip de información.

El de cabellos negros lo tomó, utilizando cada gramo de su voluntad para no romperlo entre sus dedos.

—     Su reporte—ordenó con voz fría y profesional.

—     Señor—decía el de mirada parda con una cómica atención y daba un detallado recuento del ejercicio.

El de cabellos oscuros escuchaba pero al mismo tiempo daba una mirada sobre los demás, tenían una expresión de alivio y placidez, mirando a Seiya de manera sonriente, les gustaba, podía decirse. Ikki y Seiya se había probado ante todos.

Cuando el castaño dejó de hablar Hades ignoraba todo lo que terminaba de decir y preguntó.

—     ¿Cómo obtuviste los códigos?

—     El que entregó la computadora fue Valentine Arpía—decía el castaño con un guiño—Así que él siguió sus instrucciones también con lo de los códigos.

—     Si.

—     Pero los códigos de la puerta eran errados, lo que de seguro fue a propósito.

—     Si.

—     En lugar de enloquecer preferí buscar los códigos personales de Valentine—decía el morocho como si resultara obvio—Encontré los que estaban marcados como Cdante. Debían ser los del comandante y estaban bastante protegidos, pensé en que su contraseña debía ser rápida y adiviné que era Val. Tenía los códigos correctos ahí para que pudiera entrar y salir del edificio él mismo—el castaño se reía—Siempre hay un eslabón débil en toda organización.

El de cabello negro sentía que su rostro enrojecía de vergüenza y rabia. No podía comprender como Seiya había sido capaz de obtener toda la información tan pronto.

—     ¿Y las alarmas?—preguntaba fijando su mirada en Valentine de Arpía.

—     La especialidad de Ikki—decía sonriendo el castaño—Las desactivó todas, ciertas secuencias siempre sobrecargan los sistemas.

Brillante, no podía pensar en otra palabra el de mirada violácea, no había manera de negarlo pero ciertamente no pensaba admitirlo.

—     ¿Por qué tomó tanto entonces el que salieran del edificio con la información recuperada?

Dos de los que habían entrado no pudieron sino dar una leve risa pero la mirada que les lanzó el otro los hizo contenerse.

—     Había café caliente en los termos, los dejó según creo Valentine. Hacía frío y necesitábamos cafeína.

—     Fallaron todo el curso—dijo Hades—Pueden agradecerle al joven Pegaso por eso. Asamblea en la sala diez en una hora. Quizás en ese tiempo puedan entender el porqué detenerse a tomar café puede costar una de sus vidas.

Girando sobre sus talones y alejándose con precisión militar escuchó la voz del castaño.

—     ¿Eso significa que me quedaré? Es genial de su parte señor. No lo lamentara, se lo prometo.

—     Veinte flexiones, todos—dijo el de mirada violácea sin detenerse—Cortesía del joven Pegaso.

Escuchó gruñidos y alguna maldición. La mejor manera de castigar a un hombre era permitir que sus mismos compañeros lo hicieran, se decía eso mientras se alejaba. Pero a pesar de ello tuvo que darse cuenta de lo que significaba la escena anterior: Había aceptado a Seiya en su equipo.

 

**********

 

Se dirigió a su oficina y al sentarse repasó los detalles del ejercicio  en su mente, aún buscando fallas. Desafortunadamente solo las encontró en sus propios hombres, Seiya e Ikki trabajaron impecables, como una máquina bien aceitada, cada uno conociendo al otro perfectamente. Se trataba de una fuerza poderosa, lo sabía, y sería más que un tonto si los hacía a un lado porque no le gustaba el paquete completo. Pandora tenía razón, cuando era el momento de hacerlo Seiya cumplía con su labor. Aún la broma de detenerse a beber café no había impactado en el equipo. De hecho se daba cuenta que en una situación tensa como esa un hombre muy estresado puede ser una debilidad, una pequeña broma como esa podría terminar la tensión y lograr que el trabajo fuera hecho mejor.

No se había dado cuenta siquiera que tenía un lápiz en la mano hasta que lo sintió romperse, miró su mano, tensa y con las pequeñas partes de madera, siempre se había enorgullecido de su fuerza combativa. Aunque hubiera sido el renombrado Señor de los Muertos durante la guerra siempre había sido partidario de la disciplina y el decoro entre sus hombres. Todo lo hecho por Seiya hasta ese momento había sido tomado a mal por él. Su entrenamiento le decía que ese tipo de persona solo podía crear desastres y que la gente muriera de manera innecesaria, en sus tiempos lo hubiera hecho a un lado sin tener que dar explicaciones, el tipo de chicos que con apenas una hora de entrenamiento (y ni siquiera eso) habían sido arrojados a la guerra.

Pero Seiya Pegaso no era como otros hombres. Había sido parte del Santuario y como tal su manera de pelear había sido muy diferente. Sabía que ese joven había sembrado terror entre sus tropas, las había vencido y acabó con gente preparada por años, siendo todavía un adolescente. Destruyó instalaciones sin que la seguridad pudiera con él y había sobrevivido a su propio comandante, el hombre que lo había entrenado y al que admiraba. Al castaño le gustaba jugar al bromista pero era una fuerza que no debía ser subestimada o echa a un lado por razones personales. Pandora sin duda lo supo cuando había ignorado los lineamientos para permitirle unirse a sus nuevas fuerzas.

Una vez más tomó su archivo y lo colocó sobre el escritorio, miraba su fotografía. Esa mirada perdida, esa sombra de dolor en su expresión ¿Qué habría sucedido? ¿Qué lo hizo mirar de esa manera? ¿Dónde estaba el joven de esa imagen en realidad? Se preguntaba todo eso y seguía sin tener respuestas; justo en ese momento se dio cuenta de una pequeña marca en la parte baja de la fotografía. Tuvo que decirse que creía conocer bien esa imagen y algo se le había escapado todo ese tiempo.

C.D.J.

No era una fotografía de ellos, era de otro sitio, eso solo hacía que el misterio aumentara.

—     ¿Señor?

La voz era tentativa y Hades levantó el rostro.

—     Adelante—logró decir con algo de embarazo.

Colocó la fotografía sobre el archivo e intentó poner expresión de que no pasaba nada.

—     Los informes que pidió señor—decía uno de los asistentes extendiéndole una tarjeta de computadora.

Los tomó y revisó de inmediato para asegurarse que todo estaba en orden pero en eso el joven que aguardaba miró lo que había sobre el escritorio y cuando Hades se dio cuenta lo encontró mirando la misma fotografía con obvia curiosidad.

—     ¿Lo conoce?—preguntó Hades viendo la sorpresa en el rostro del otro.

—     No señor pero… —y  se detuvo sin estar seguro de hablar o no.

—     ¿Bien?

El asistente se veía nervioso pero finalmente habló.

—     Solo me sorprende que admitieran a alguien que estuvo en el Centro de Detención de Judeca.

El de cabellos negros tuvo que levantar una ceja sintiendo que algo en su interior se oprimía.

—     No sabía que ese fuera el caso, no está en los registros ¿Cómo es que sabe de eso?

—     Yo…bueno…yo…

—     Hable.

—     Para algunos no ha sido sencillo dejar ir la guerra señor. Mi primo, él, él es uno de ellos. Judeca es un centro de detención para disidentes y soldados que…no pueden dejar ir las cosas y siguen cometiendo actos de violencia contra antiguos adversarios.

Por un momento Hades no supo que hacer ni que pensar, tan solo deseó que las iníciales fueran una coincidencia y que significaran algo completamente diferente.

—     Gracias por la información—dijo el de cabellos negros y recordó su nombre—Puede retirarse Balrog.

Lo cierto era que no esperaba ser recordado siquiera por alguien como el de mirada violácea pero logró saludar antes de salir sonriendo.

—     Señor—fue todo lo que logró decir.

En ese instante al estar a solas de nuevo Hades sentía que estaba muy dispuesto a tener respuestas, Pandora debía saber de todo eso y sería mejor que se lo explicara.

—     ¿Señor?—preguntaba Seiya entrando.

Sus cabellos castaños estaban fuera de todo orden, se notaba que había sudado pero su expresión era la de la risa, se veía su buen humor, eso y que llevaba una camiseta que se le pegaba demasiado a su esbelto y juvenil cuerpo, los pantalones le caían sobre las caderas, era muy delgado y aún así perfectamente delineado. Su piel era dorada y a pesar de la camiseta se notaba que sus pezones estaban erguidos por el contraste con el aire frío y el calor del ejercicio. Poseía un elegante cuello y brazos delgados y fuertes, casi parecía que si respiraba con demasiada fuerza su ropa terminaría en sus tobillos, eso y logró notar que de su cuello pendía un dije, tenía una forma pero no terminaba de descifrarla…

—     Vine para preguntar si podemos bañarnos antes de la junta—decía como si nada Seiya—Trabajamos bastante.

Al darse cuenta de la atención hacia su cuello el castaño continuó.

—     El dije ¿le gusta? Una de mis amigas, Miho, me lo obsequió, es un Pegaso bebé, dijo que era lindo y por eso me lo dio. He pensado en hacerme un tatuaje pero Ikki se niega, dice que no es para mí pero yo creo que si es a mí a quien le va a doler pues…

—     Pegaso—interrumpió secamente Hades.

—     ¿Si?

El de cabellos negros tuvo que contar hasta tres antes de dar su siguiente frase para que no tuviera la furia que sin duda el otro estaba buscando, en lugar de eso procedió con frialdad.

—     Tienen mi permiso de bañarse y cambiarse. Ahora fuera de aquí.

—     Gracias señor—dijo el castaño sonriendo.

Lo siguió con la mirada al salir, la imagen de ese cuerpo ardía en su mente con intensidad, como si aún estuviera ahí, delante de sus ojos. Tenía que admitir que había algo en Seiya que al menos lo fascinaba. La verdad era que estaba sexualmente atraído por ese joven. La respuesta necesitada de su cuerpo era evidencia suficiente.

—     Esto no es posible—se dijo recargándose en su silla.

Había estado inmerso en la guerra y su trabajo, sus encuentros sexuales habían sido pocos y únicamente con amigos discretos. Lo de Pandora no prosperó y lo de Radamanthys…eso…eso fue diferente y por lo mismo escondido con cuidado. Los lazos en medio de un conflicto podían distraer con facilidad o hacer surgir favoritismo, por eso lo había evadido con rigor. Ninguno de sus encuentros había sido algo más allá de alivio físico mutuo que se olvidaba prontamente. No tenía la menor intención de ceder a su deseo por Seiya, era demasiado profesional para eso, ayudaría sin duda que de manera personal no le agradaba el joven.

Sería su protección que ese castaño era irritante y no profesional, se insubordinaba por cosas importantes y todo lo dicho desde que se conocieran. Todo eso terminó por enfriar su deseo. No había peligro en que se comprometiera con algo así. Miró la fotografía una vez más, esos ojos perdidos, le expresión sensible, abierta y esa seria y determinada boca. Puso la fotografía en el expediente y lo cerró. Era justamente ese joven, el de la fotografía, el más peligroso para él.

 

 

Continuará…

 

Notas finales:

La próxima semana tal vez siga con este fic o tal vez suba algo de Asgard o puede ser algo de DM, todavía lo pienso.

Atte. Zion no Bara

 


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