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Aunque se nos fuese la vida. por Grifo

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo!! Muchas gracias por los comentarios, y a aquellos que leyeron, aca les dejo el segundo caítulo!

“Hay una función a las 21, y otra a las 23. Podemos cenar luego de la película, o antes” – fue el mensaje que leyó en su celular, hasta donde él tenía entendido era solo ir al cine, sin embargo la cena le parecía bien.

“Prefiero a las 21, y luego comer. ¿Te parece?”

“A las 21 en el cine entonces” – Fue lo último que leyó, junto con una carita feliz a su costado.

Se encontraron en el cine a la hora pactada, miraron la cartelera y eligieron una de acción. Ya dentro de la sala, habían comenzado los típicos comerciales antes de la película. Habían comprado un balde pequeño de palomitas de maíz, que ya se estaba acabando, y les estaba dando demasiada sed.

-          Iré a buscar más bebidas, ¿quieres más palomitas de maíz? – se levantó Aioros dispuesto a buscar más provisiones. El peliazul negó con la cabeza y lo vio partir, regresando minutos después a su lado – traje las palomitas de color rosa, siempre quise probarlas – no le había importado un comino que el gemelo no quisiera comer más, él tenía hambre. Así que le entregó su bebida y se dispuso a comer del balde.

Minutos pasaron hasta que comenzó la película. No era muy interesante al principio, sin embargo más adelante comenzaron a estar atentos a ella.

En medio de la reproducción sintió un agarre, miró a su costado, Saga lo estaba tomando de la mano y no dudó en corresponderle, se sonrieron y continuaron con el film.

La película finalizó y ellos se encontraban juntos, el peliazul pasando su brazo sobre los hombros del moreno, y tomados de la mano salieron de la sala.

 

-          Jajajaja, ¡aún no puedo creer que haya sido derrotado por ese tipo!

-          ¿A quién se le ocurre? De todas formas fue buena.

Ambos se dirigían a un local de comida rápida que se encontraba cerca de las salas. Éste estaba bastante concurrido, sin embargo no fue difícil que encontraran lugar rápidamente después de hacer su pedido.

Tomaron asiento uno adelante del otro y se dispusieron a cenar.

-          Gracias por acompañarme a ver la película, ¡realmente a ninguno de mis amigos le interesaba!

-          No entiendo que gustos tienen tus amigos – le comentó riendo Aioros – Ya sabes, si quieres un compañero de cine, aquí me tienes – y se miraron unos segundos, le sonrió.

-          ¿Sólo un compañero de cine? – decidió arriesgarse, lo cual tomó por sorpresa al moreno.

-          Bueno – comenzó algo titubeante, aunque no pudo reprimir la pequeña sonrisa que logró sacarle – eso lo veremos con el tiempo, Saga.

El peliazul frente a él le devolvió la sonrisa, por lo menos no lo había desesperanzado desde el inicio.

 

Al terminar la cena no hicieron más que recorrer un poco el centro, aún era algo temprano para volver y debía aprovechar que sus padres decidieron levantar el castigo. Las galerías se encontraban abiertas y las luces iluminaban la ciudad dejándola aún más bonita.

Ya entrada la madrugada decidieron volver despidiéndose y prometiendo volver a salir algún día.

 

Al entrar a su casa se encontró con su hermanito menor, estaba sentado en el sillón del living en la oscuridad mirando el canal de dibujos animados, que no hacía más que repetir las mismas caricaturas de la mañana anterior. Estaba soñoliento con un paquete de galletas en sus manitos y cuando escuchó abrirse la puerta principal se giró viendo al mayor quien encendió las luces, inmediatamente cubrió sus ojos y comenzó a refregarlos, provocando que el paquete de galletas cayera al suelo vaciando su contenido.

-          ¿Qué haces aquí tan de noche Aioria? – le preguntó cerrando la puerta y apagando las luces, para acercarse al menor y encender el velador pequeño mientras comenzaba a levantar las galletas.

-          Te estaba esperando – respondió suavemente, dejando ver el sueño que tenía encima.

-          ¿Mamá y papá saben?

-          No, no te vi en tu habitación y quise esperarte. Pensé que vendrías con Saga.

-          ¿Por qué habría de venir con él? Se fue a su casa – le dijo sonriendo por esa ocurrencia mientras le tocaba cariñosamente la cabeza. El pequeño no le contestó, permaneció en silencio hasta que finalmente habló.

-          ¡Pero a mí me gusta Kanon! – dijo de repente, alzando la voz y desconcertando al mayor.

-          ¿Qué dices?

-          Que yo quiero a Kanon, no vas a romper su corazón, ¿verdad?

No sabía que decir – Ehh, Aioria, no sé de que hablas – la verdad es que se estaba haciendo el desentendido, en el parque de diversiones lo pasó por alto, y en la plaza supuso que quizás era curiosidad, sin embargo notó las insistentes miradas del gemelo menor.

-          Kanon está enamorado de ti, lo dijo Milo hoy a la tarde – iba a abrir la boca, sin embargo no sabía que decir. El pequeño continuó – Y Kanon se puso rojo, intentó que se callara pero Milo siguió burlándose – se detuvo y lo miró, el mayor estaba con la boca abierta, no sabía que decirle – si vas a estar con él, ¿verdad?

El tono que usó para preguntarle le pudo, pero ya había salido con Saga, casi sentía la decisión tomada.

-          ¡Vamos, vamos! ¡Por lo menos dale una oportunidad! – le pidió antes de que el mayor pudiera decir algo.

Pausa. Lo pensó y repensó y los ojos de su hermano no le permitieron continuar pensando – Bien, le daré una oportunidad – le dijo para complacerlo, engañarlo sería fácil, algún día organizaría una salida falsa con el gemelo y finalmente le diría a Aioria que no se habían entendido y ¡listo! Camino libre para Saga.

-          Bien, ¡porque están esperando una respuesta!  - le dijo entusiasmado poniéndose de pie.

-          ¿Cómo es eso?

-          ¡Si, queremos ayudar a Kanon, entonces le prometimos que saldrías con él!

-          ¿¡Tú y Milo le prometieron a Kanon que yo saldría con él!?

-          Si, ¿no somos geniales? En realidad Kanon dijo que no quería que lo ayudáramos pero nosotros... queríamos... ayudar… - comenzó a bajar la voz de a poco. Detuvo su agobiante palabrerío de siempre, su hermano tenía los ojos enormemente abiertos, su rostro estaba completamente rojo y sus ojos inyectados en sangre, a demás hubiera jurado que su cuerpo aumentaba cuatro veces su tamaño, asemejándose a una especie de Hulk rojo, tenía una mirada asesina, y sus manos parecían como si estuvieran apretando algo, como si estuvieran rodeando un pequeño cuello. Recordó una transformación Aioros-Hulk un día que había ido a buscarlo a la escuela, el mayor estaba saliendo del instituto con su nueva noviecita y el fue corriendo a abrazarlo, tropezó con una piedra y cayó sujetando fuertemente la pollera de su cuñada, su hermano y la chica estuvieron persiguiéndolo por todos lados, esa fue la anécdota familiar de ese año, y del siguiente y el siguiente. Claro que la chica lo abandonó luego de eso, y el pobre de Aioros no volvió a conseguir novia en el instituto, todas corrían despavoridas cuando se enteraban quien era el hermano pequeño del moreno.

Imágenes borrosas de él temeroso por la ira del mayor se le vinieron a la mente, por lo cual decidió que lo mejor sería ir a dormir, a salvo en su cama. Dio la vuelta al sillón donde antes estaba sentado y subió las escaleras, dejando a un Aioros iracundo en el living, con un paquete de galletas en la mano que ahora estaba siendo estrujado volcando todas las migajas en el suelo, nuevamente.

 

Una semana pasó desde ese pequeño incidente, durante esos días estuvo hablando por celular con Saga, a pesar de no haber sucedido nada importante en la cita, creía que lo suyo iba para más y le encantaba, pero no podía dejar de recordar lo que le había confirmado su hermano sobre Kanon. Estuvo recibiendo mensajes del gemelo menor, que eran contestados tarde con excusas típicas como “no lo oí”, “olvide el celular en casa”, “no tenía crédito”,  o “me robaron”, ok esa última no la pensó bien, entonces se tuvo que inventar la historia de que el ladrón se había compadecido de su pobre aparato involucionado y se lo había devuelto, y descubrió, con sorpresa, que Kanon le había creído.

Por suerte sus respuestas algo cortantes dieron efecto, y el gemelo menor desistió un tiempo en enviarle mensajes. Entonces le pareció un buen momento para salir con Saga, habían acordado encontrarse en un centro comercial cerca de sus casas. Resulta que era el cumpleaños de su madre y quería comprarle algo, únicamente de su parte. A demás de participar en el regalo grupal con su hermano y su padre.

 

A la hora pactada se encontró con el gemelo mayor, y cuando se acercó a saludarlo lo sorprendió con un beso muy cerca de sus labios. Claro que no le importó, y le sonrió amablemente.

-          Bien, ¿A dónde quieres ir? – le preguntó el peliazul entrando al centro comercial.

-          Hay un local de ropa femenina que a mi madre le encanta, podemos ir allí y luego tomar algo – lo siguió y a penas entraron un grupo de jóvenes intentaron pasar entre medio de ellos, llevando consigo al moreno hacia la salida.

-          Bien, ¿Dónde queda? – pero se encontró con que le estaba hablando al aire, Aioros había desaparecido. Cuando se giró lo vio aparecer entre un tumulto de gente mientras reía.

-          Lo siento, me perdí jajaja – en respuesta el peliazul lo tomó de la mano – oh, me siento pequeño de vuelta, como cuando iba de la mano de mis padres – y comenzando a reír por esa ocurrencia entrelazaron sus dedos y se aproximaron al local que quedaba en el segundo piso.

 

Se trataba de un negocio de marca que se especializaba en sweaters y abrigos de lana y demás de esas telas que pican, según el moreno, que se decidió por comprar un elegante saco color salmón, el preferido de su madre.

Quiso terminar la compra rápido, ya tenía ganas de tomar algo. Por lo que a penas se desocuparon fueron a un bar, ambos pidieron un café y un poco de pastel.

La pequeña merienda la terminaron rápido y aprovecharon el tiempo para recorrer el lugar, que constaba de centenares de locales que llamaban su atención, aunque no compraron nada para ellos.

Saliendo del centro comercial, caminaron la el parque que estaba frente a él y tomaron asiento en uno de los bancos. Allí permanecieron abrazados, sin decir palabra. Entonces el moreno se separo del brazo del gemelo y lo miró, estaban bastante cerca, el peliazul acortó distancias y se besaron. Fue algo corto pero tierno, ambos lo deseaban hacía tiempo. Se sonrieron y volvieron a la posición inicial.

El día para ellos dos terminó allí ya entrada la noche, con un beso se despidieron para subir al autobús que los llevaría a casa, y con excusa de juntar a los niños acordaron encontrarse en el parque días después.

Llegado ese día, recibió una sorpresa.

 

“¿Qué sucedió?”

“Me llamaron urgente de la Universidad, quieren que arregle unos papeles para confirmar la inscripción, lo lamento, otro día será.”

Cuando vio llegar a Kanon y Milo sin Saga lo primero que hizo fue mandarle un mensaje al mayor, no conforme con la situación estuvo la tarde algo esquivo. Aioria y Milo no hacían más que hablarle por lo bajo a Kanon, alguna que otra vez lo empujaban al lado del moreno y por momentos juraba escuchar infantiles cantitos de enamorados por parte de los niños cuando él se encontraba lejos. El tener que hablar con el peliazul después de lo que había confirmado lo cohibía, sin embargo no dejó que lo afectara demasiado, Kanon era simpático y seguro si lo planteaba bien podrían tener una buena amistad.

 

-          ¡Muero de hambre! – dijo Milo mirando el carrito de los helados pasar cerca suyo.

-          ¡Yo también! ¡Hermano tenemos hambre! – y ahí estaba Aioria, quien creía que su hermano era un todo poderoso que podía resolver todo, aunque a decir verdad no estaba lejos de serlo.

-          Bien, vayan a pedir unos helados, compren para nosotros también – les dijo Kanon, dándole dinero a cada uno, recibiendo un reproche de Aioros – Luego me lo devuelves si es tanto problema, son solo unos euros .

-          Estamos en deuda entonces – le contestó sentándose en una hamaca, el peliazul lo acompañó a su costado.

Los niños se habían ido, estaban corriendo el carrito de los helados que se había alejado, ahora a los gritos llamaban al conductor, quien detuvo el coche frente a la plaza. Todos los niños que se encontraban en los juegos salieron disparados en esa dirección, dejando a Aioria y Milo últimos. Kanon los miró, tendrían para rato, aunque conociendo el carácter del castaño supuso que lo arreglaría con un par de empujones.

No pudo evitar sentirse algo incomodo al estar a solas con el gemelo, sin embargo trato de aparentar normalidad. Esto el peliazul lo notó, pero decidió no decir ni hacer nada al respecto, solo tener una charla con naturalidad para no molestar al moreno.

-          Y… ¿Fue buena la película que vieron con Saga el otro día? – bien, eso de esconder sus celos y aparentar normalidad no se le daba muy bien.

-          Ahh, si, fue buena… - silencio – Kanon, escucha, yo….

-          No, mira, no tienes que decir nada – le sonrió sinceramente.

No se quedo conforme con esas palabras, pero supuso que lo mejor era dejar el tema de lado.

A lo lejos vio aproximarse a los chicos, tenían dos helados en sus manos cada uno. Una vez llegaron recibió su helado de frutilla, Aioria todavía no aprendía que su gusto favorito no era precisamente ese. Y nuevamente los dejaron a solas. Tomó la cuchara y le dio una probada, una pequeña mueca de desagrado apareció en su rostro. Miró a su costado, Kanon tenía un enorme helado de chocolate, que aun no había probado. El peliazul vio la desesperación en los ojos de su acompañante, comenzó a reír.

-          ¿Trueque? – le dijo mostrando su helado y señalando el de frutilla. Aioros negó con la cabeza aparentando que le agradaba el sabor– ¡Vamos, cualquier sabor me gusta, no soy muy específico!

-          No, no, ¡realmente me gusta! – volvió a probar otra cucharada, le faltaba sobar su panza en muestra de agrado y estaba para hacer un comercial de helados.

-          No te creo nada, dame para acá – estiró su mano libre para tomar el helado de frutilla, Aioros inmediatamente hizo el brazo para atrás, alejando su comida del otro. El peliazul logró tomar el vasitoy levemente comenzó a tironearlo.

-          ¡No! De verdad Kanon, ¡no hace falta! – tiraba para el otro costado.

-          ¡Suelta! – y como el otro no se dignaba a dejarlo, lo soltó él. Lo que pasó fue que Aioros no lo tenía firmemente agarrado, y cayó al suelo.

-          Ohh, lo siento – le dijo al peliazul algo apenado. Miraba la crema rosa esparcida por la arena.

-          Está bien, te comparto del mío, es demasiado – le ofreció dejando el helado en medio de los dos, sin dejar de sostenerlo.

-          ¡No no, deja, así está bien!

-          Vamos, no me hagas tirar este también – le contestó burlándose.

-          Gracias – se limitó a decir, y con lo único que le había quedado, la cuchara, se dispuso a probar.

-          Bien, ya que, me debes tres helados – le dijo recibiendo una mirada de asombro por parte del otro – si, el de Aioria, el tuyo y parte del mío que estas comiendo ahora – el moreno comenzó a buscar su billetera – no hace falta, hoy a la noche me pagas la cena y estamos a mano.

-          ¿Qué? ¿Quieres que yo te invite a cenar?

-          En realidad no, con que pagues tu parte estoy bien, sólo digo que si quieres saldar tu deuda salgas conmigo a cenar.

-          Ehhh… - estaba sin palabras, le había tomado por sorpresa esa rara “invitación”.

-          Vamos, no querrás decepcionar a tu hermano….

-          ¡Oye, eso es chantaje! Mira que poner a Aioria en el medio…. – de todas formas admitía que le parecía astuto.

-          Bien – sólo se limitó a decir eso. Bajó la cabeza y así se quedó. Aioros no sabía si realmente estaba mal por el “rechazo”, que en realidad no había dicho que no, o si estaba actuando. 

-          Kanon… - puso una mano en su hombro. El peliazul lo movió suavemente, provocando que el moreno la retirara. Miró al costado, el sol estaba cayendo y le dio un aspecto de película romántica. Un color anaranjado se posaba sobre su rostro mientras el viento le volaba el cabello sutilmente.

-          Eh, lo lamento.

-          Entiendo, supongo que Saga es más apuesto, no quieres una copia barata en tu vida – no sabía si comenzar a reír molestaría al gemelo, pero ese tono dramático ya le generaba desconfianza.

-          Oye, no seas exagerado, a demás en ningún momento me negué…

-          Genial, porque hace rato que tengo ganas de conocer un lugar de comida que queda en el centro cerca del mar – el cambio de actitud le confirmó la novela dramática que tenía como protagonista a un griego peliazul. Éste inmediatamente se había erguido en la hamaca con una sonrisa provocando un sobresalto en su compañero.

-          Kanon, no eres buen actor – le dijo riendo.

-          Pero te creíste que yo realmente pienso que Saga es mejor. Todos saben que el mejor soy yo.

-          El señor humildad te dicen a ti, ¿no?

-          Por supuesto – le contestó en tono obvio – Bien, ¿hoy estas libre?

-          La verdad es que no, pero mañana no tendría ningún problema – después de todo Kanon lo hacía reír constantemente, iba a ser una salida divertida.

-          Bien, mañana a la tarde, quiero que conozcas otro lugar a demás del restaurante. Lleva ropa cómoda, vas a correr un rato.

No tenía idea que era lo que le tenía preparado, pero le entusiasmaba la idea de pasarla bien.

Una vez más decidieron volver, ya se hacía tarde. Sin embargo esta vez Milo volvía con él. Su hermano lo había invitado a dormir a casa, y era por eso que esa noche estaba ocupada, sus padres le habían encargado cuidar de los niños.

 

-          Bien, luego arreglamos Aioros, nos vemos. ¡Adiós Milo! ¡Adios chicos! – se despidió Kanon volviendo a su casa.

-          ¡Adiós Kanon! – respondieron los tres al unísono, permanecieron un rato viendo alejarse al peliazul hasta que no pudieron verlo más y decidieron comenzar el camino.

 

La casa no quedaba tan alejada, pero debían tomar el autobús para llegar. Una vez se subieron al él, eran unos minutos de viaje que se hicieron cortos.

-          Chicos, ¿quieren ver algunas películas? – propuso el mayor al pasar frente a un videoclub una vez abajo. A ambos niños les gustó la idea, por lo cual entraron y se dispusieron a buscar películas. Salieron de allí con una bolsa con llena de videos, que Aioros no estaba seguro llegarían a ver.

Una vez en la casa de los hermanos Millo fue bien recibido, y comenzó a recorrer con el castaño el hogar. Ya estaba preparada la cama donde iba dormir y la hora de la cena ya había llegado. A pesar de lo delicioso que estaba todo, por insistencia del moreno decidieron guardar lugar para los dulces y las palomitas de maíz que tenían para ver las películas.

Un rato después de cenar, sus padres se fueron a dormir y los niños quedaron a cargo del mayor, quien sacó de su escondite una bolsa llena de dulces que había mantenido guardada todo ese tiempo. Se juntaron en la habitación del castaño y pusieron una de las tantas películas infantiles.

La noche transcurrió, llegaron a ver sólo dos películas, a la tercera los tres chicos terminaron quedándose dormidos en las camas con la televisión encendida.

Bien entrada la madrugada, Aioros despertó sintiendo gritos y chillidos, abrió los ojos asustado y descubrió que salían del DVD que había alquilado. Se puso de pié y lo quitó.

Miro a los niños, estaban todos desparramados sobre el suelo durmiendo, divertido los alzó y colocó en sus camas.

Volvió a su cuarto y durmió, estaba muerto, le faltaba energía para ser niñero.

Notas finales:

Espero les guste, dejen sus cometnarios y nos vemos en el capítulo 3!!


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