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Aunque se nos fuese la vida. por Grifo

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo!! Espero les vaya interesando la historia, aca les dejo el capítulo 3! Personalmente es la parte de la historia que más me divierte, junto con otras más adelante, disfruten :)

Un pitido constante lo estaba volviendo loco, abrió la puerta con cautela e intentando que no se oyeran sus pasos buscó la fuente de sonido. Encontró el aparato en el suelo y lo tomó en sus manos para salir lo más rápido que pudo de la habitación dando descuidadamente un portazo y permaneciendo cerca de la puerta.

Lo abrió y leyó el mensaje en voz bajita.

-          Dámelo

-          Espera – el aparato fue arrebatado de sus manos.

-          ¿Cómo se escribe ansioso?

-          No lo sé, ¿con c?

-          ¿Le pongo un corazón?

-          Una carita contenta.

-          ¿Así está bien?

-          Eh, no, creo que va con h.

-          Que burro eres, ¡claro que no va con h!

-          ¡Tú no sabes nada! ¡A demás le querías poner un corazón!

-          Pues porque le falta amor.

Empezó a sentir ruidos en el interior del cuarto – ¡Envíalo, envíalo ya!

-          ¡No se qué botón tocar!  - los ruidos iban aumentando, cada vez estaba más cerca.

-          ¡No lo sé, este del medio! – desesperado apretó el botón. Inmediatamente se abrió la puerta frente a él.

Se quedo estático, la diferencia de altura no permitió que viera a los dos niños más abajo, si no hubiera sido porque estaba mirando al suelo se los habría llevado por delante. Aioria y Milo estaban fuera de su habitación, con los ojos abiertos como cordero asustado, y parecían esconder algo entre sus manos.

-          ¿Qué sucede? ¿Qué hora es? – claro que estaba lo demasiado soñolientocomo para fijarse en esos detalles.  

Los niños se miraron entre si y el peliazul empujó a su hermano al frente.

-          Ehh, ¡al fin despiertas! – le dijo Aioria soltando el aparato dejándolo en manos de Milo, todo a sus espaldas.

-          S…ssi, ¡al fin! – secundó el peliazul intentando devolverle el objeto al castaño disimuladamente.

Aioros más arriba los miró con el ceño fruncido. Actuaban extraño, juraría que ambos estaban sudando frio - ¿Qué hacen?

-          Nn..nada, nos gusta estar aquí – le contestó Aioria con voz temblorosa – bien, nosotros nos vamos – terminó para comenzar a caminar lentamente de costado, tipo cangrejo, para que su hermano no viera lo que tenían detrás. Pero un nuevo pitido los delató.

-          Mi celular – dijo Aioros, volviendo al cuarto a buscarlo. Miró en su mesa de noche, en el escritorio, en el suelo y el ropero, nada…. En ese instante se dio vuelta y su hermano y el amigo salían corriendo de su pieza, y encontró el aparato buscado sobre un mueble cerca de la puerta. Claro que no sospechó nada, hasta que lo abrió y leyó el mensaje entrante.

“¿Te gusta beber por las mañanas?” – Kanon… ¿Qué tipo de pregunta era esa?

“¿Qué cosas dices?” le respondió, recibiendo una respuesta rápida.

“Digo lo que pienso, y creo que estuviste bebiendo.” – no tenía fundamentos para decir eso. Hasta que más arriba en la pantalla diviso una serie de iconos gestuales coloridos que llamaron su atención. Y ató todos los cavos sueltos.

 

“El lugar abre a las 4, ¿te parece ir a las 6?” – decía el primer mensaje de Kanon, haciendo referencia a la salida prometida.

“Perfecto!!! Estoy ancioso por verteee! Te quiero muchisisisimo, preparate para la noche! GRR”  Un montón de caritas contentas, corazones y arcoíris acompañaban al texto.

 

“Kanon, creo que deberías saber de sobra quienes escribieron el mensaje. De todas formas a las 6 me parece bien, sólo dime la dirección.”  Le respondió explicando el motivo del primer mensaje. Salió de su cuarto y llegó al de su hermano, intentó abrirlo pero le fue imposible. La puerta estaba trabada.

-          ¿Quién es? – escuchó desde adentro.

-          Soy yo – respondió cortante.

-          ¿Quién es yo? ¡Necesitas decir la contraseña!

-          Sólo ábreme – no sabía si enojarse o dejarlo pasar.

-          ¡Traigo galletas y leche! – escuchó tras de él, su madre venía con una bandeja con tazas y galletas. La puerta fue abierta rápidamente, dejando entrar solo a la mujer. Cuando ésta salió y paso por su lado lo miro.

-          No sé a qué se deba esa cara que llevas, pero son solo niños… Entiende eso – le dijo tocando su hombro con delicadeza - Por cierto, no puedes pasar sin decir la contraseña.

-          ¿Cuál es?

-          Ah, solo yo la sé – y se acerco al oído de su hijo mayor – soy de confianza – le dijo en un susurro. Se separó y le sonrió, bajando las escaleras.

Su madre era una mujer realmente bella. Era alta, no tanto como él, su piel era suave y color bronce. Había sacado sus ojos, grises. Su pelo era castaño, como el de Aioria, y largo pasando los hombros. Caminaba delicadamente y se caracterizaba por tener un buen sentido del humor y una sonrisa contagiosa. Era la persona más atenta y buena que conocía. Pero cuando lo tenía que castigar, lo hacía sin piedad. Luego pensó en la pareja que hacía con su padre. Él era un hombre bajito y rechoncho. Ojos verdes y era moreno también. Tenía una voz graciosa, y cada vez que reía ponía sus manos en su barriga. Todo para él era motivo de chiste, y vivía el presente. Era humilde y trabajador, dedicado a su familia y su casa.

Cada vez que pensaba en ellos le salía una sonrisa, pero en esos momentos estaba en algo más importante como para andarse con risitas.

 

-          ¡Oigan, sigo aquí afuera!

-          ¿Vas a salir con Kanon? – escuchó la voz de su hermano tras la madera.

-          Escuchen, ¡no vuelvan a tocar mi celular!

-          Lo lamentamos, pero era necesario, ¡mi primo tiene que saber que tiene esperanzas!- distinguió la voz de Milo.

-          Chicos, yo no..… Si, voy a salir con él – se dio vuelta y fue a su cuarto. El peliazul le había respondido que quedaba de paso de su casa, por eso cuando fuera a llevar a Milo podrían salir desde ahí. Lo cual le pareció una buena idea. 

Los chicos finalmente salieron de la habitación al notar que no había hostilidad en la voz del mayor. Jugaron y corretearon un poco por la casa hasta que tuvieron que almorzar, y pasaron la tarde viendo las películas que quedaban. Luego de despedirse de Aioria, Milo y Aioros partieron a la casa de los gemelos que no quedaba lejos de ahí, por lo que salieron con tiempo. 

Al estar llegando a ella cayó en la cuenta de que Saga también estaría allí. ¿Sabría que iba a salir con Kanon? Haría rápido, se quedaría afuera, Milo entraba, Kanon salía, y Saga no se enteraba de nada. Durante el camino el peliazul lo notó algo raro, ¿temeroso quizás?

-          ¿Sucede algo? – preguntó el pequeño sospechando algo.

-          N..no, para nada. ¿Por qué dices eso?

-          Pues, estas todo rojo, tiemblas y... te sudan las manos – dijo esto último soltando su mano de la del mayor y sacudiéndola un poco para quitarse el liquido – a demás de que caminas lento y nos detenemos tres veces por cuadra.

-          Tienes alucinaciones. ¡No nos detuvimos casi nada! Ahora dame la mano que cruzaremos la calle – le dijo para tomarla nuevamente - ¡Oh mira, Laureles! – se detuvo y retrocedió a un vivero que habían pasado hace unos segundos.

-          Creí que odiabas las plantas, Aioros…

-          No me conoces, pequeño – le refutó intentando leer los nombres de las plantas en vidriera – Dionae Dionaea muscipula (1), ¿qué? – se rindió, y para colmo el mini peliazul quería pelea.

-          No, yo no, pero Aioria si…

-          ¿Y tú le crees? – lo miró con la ceja alzada. Al ver la cara del pequeño sonrió – Touché (2), Milo.

En realidad de plantas no entendía ni medio, sólo sabía que de pequeño amaba pisarlas, y lo mismo le había enseñado a Aioria, las odiaba. A consecuencia de eso, su madre juró que plantaría su propio jardín florido una vez sus dos hijos estuvieran fuera de casa, lejos, ¡lejos de ellas!

Con una sonrisa de victoria comenzó a caminar al semáforo, y esperó a que le dieran la señal para caminar.

-          Yo creo que en realidad quieres evitar a mi primo… - no iba a perder, sería pequeño pero era más astuto de lo que pensaban.

-          ¿Por qué voy a salir con él si quiero evitarlo?

-          No a Kanon, te hablo de Saga.

Lo siguiente fue un balde de agua fría. Se le erizo la piel y quedó congelado.

-          ¿Aioros? Oye, ¿por qué te preocupa?

-          ¡No me preocupa!

-          Sí, yo se que el otro día saliste con Saga.

-          Sí, bueno, pero significa nada que vaya a salir con Kanon hoy…

-          Entonces ¿por qué no le dices que no significa nada?

-          P..porque el ya lo sabe.

-          No lo creo.

Se hizo silencio, ese niño era más elocuente y sensato de lo que pensaba.

-          Oye, no tiene nada de malo lo que haces, simplemente estas probando.

-          Solo que, no sé qué hacer, pequeño.

-          Sal con ellos, y luego te decides por uno.

-          Pero Saga… No puedo hacerle nada malo, con Kanon es sólo una salida para que se conforme.

-          Pues, no sé. Intenta no darle esperanzas, ¿no?

-          No puedo creer que le haya pedido consejos a un niño – le dijo luego de sonreírle en agradecimiento a su ayuda.

-          No me subestimes – le había ofendido un poco, pero sabía que era un alago por el simple hecho de ser un niño un poco más maduro.

Continuaron su caminata, llegando rápidamente a la casa donde vivían los hermanos. Mientras tomaba fuerzas para tocar la puerta Milo se le adelantó y fue el primero en llamar. Al rato uno de los gemelos abrió la puerta. Por los nervios quizás, no pudo diferenciar de quien se trataba ya que éste sólo se limitó a saludar alegremente a Milo y se hizo a un lado para dejarlo pasar. Una vez el peliazul dentro, el gemelo lo miró, le sonrió y cerró la puerta tras él, era Kanon…

-          ¿Pensaste que era Saga? – le preguntó divertido.

-          ¿Acaso todos en tu familia son telépatas que adivinan lo que pienso?

-          Jajaja, no, si lo dices por Milo, te digo que ese chico tiene algo raro en la cabeza, no sabemos como siempre se entera de todo, es como si pudiera leerte la mente.

-          Entiendo, me di cuenta de eso. Sin embargo ¿cómo sabías…?

-          Tu cara fue obvia, parecías sacado de una película de terror. Sé que te preocupa que mi hermano se entere.

-          Ahh.

-          No me molesta, tranquilo – le dijo al ver su incomodidad – y no, no sabe nada. No está en casa.

-          ¿Ah no?

-          No, ayer tuvo que ir a la Universidad, y decidió quedarse en la casa de mis abuelos que viven cerca. Si tiene suerte regresará hoy por la noche.

-          ¿Suerte?

-          Mi abuela usa a sus nietos de conejillos de india, por lo general nos da de comer cosas raras y mientas teje pide que le sostengamos la lana, nos usa de ovillos humanos. Cuando hablé con mi hermano estaba enredado en esas cosas.

-          Jajaja, bueno, es algo normal en las abuelas.

-          Si, demasiado. Bien, ¿Cómo prefieres ir? ¿Caminando, en bus o… quieres comprobar que buen conductor soy? – le preguntó mientras se dirigía al garaje, lo abría y dejaba a la luz una hermosa moto Honda negra.

-          ¡No puedo creer que tengas una moto, Kanon! – le dijo sorprendido acercándose al vehículo.

-          Yo tampoco, nos regalaron una a mí y a mi hermano para nuestro cumpleaños de 18 – le comentó señalando otra Honda del otro lado del garaje, sólo que ésta era azul oscuro. Se preguntó porqué Saga el día que salieron no la condujo.

-          ¿Una moto? Pero la otra vez que salimos…. – las palabras muriendo en su boca, el gemelo se adelantó a responderle.

-          Saga supuso que como no te gustaba el parque de diversiones, tampoco te gustaría la velocidad en la moto. Yo dejo que tú decidas ahora.

-          Bien, creo que me arriesgaré – y sonriendo se acercó al hermoso vehículo y se posicionó atrás, dejando espacio al conductor.

-          ¡Genial! Vamos entonces – tomó dos cascos, uno se lo dio a su compañero, se sentó en la motocicleta, la puso en marcha y salieron rápidamente. Por suerte, Kanon le aseguró que sólo conduciría más lento por él, lo alivió bastante a decir verdad.

Rápidamente llegaron al primer lugar de la lista. Se trataba de un salón de juegos. Tenía simuladores, juegos de vehículos y conducción, pistas de baile, pequeños puestos para ganar premios e infinidades de cosas.

Como si el viaje hubiera sido poco lo primero que hicieron luego de sacar una tarjeta especial para poder acceder a las atracciones fue subirse a los simuladores de conducción de motocicleta, se les acabó el dinero de la tarjeta en los juegos de conducción, por lo que tuvieron que recargarla decidiendo gastarlo en los puestos de premios, logrando ganar algunos, éstos iban desde objetos gigantes a peluches o pelotas inflables entre los cuales ellos debían elegir. Dos horas y un poco más se les fueron rápidamente ahí, el que más cargado salía era el moreno, quien ahora se burlaba de la falta de habilidad de Kanon.

-          Oh vamos, ¡no era tan difícil apuntarle! – se reía en la cara del peliazul, quien lo miraba con el ceño fruncido.

-          Para ti no era difícil, ¡me empujabas!

-          ¡No mientas!

-          ¡No miento! Te tirabas sobre mí para tirar esas benditas pelotas, por eso erraba las mías – le recriminó arrojándole un peluche en la cara y el resto de sus premios para poder manejar su moto.

-          Ah, ahora es mi culpa – pero  ante la miraba del mayor decidió parar, aún riendo se posicionó tras él, sabía que no se había enojado por la burla, pero también sabía que era vengativo, lo había comprobado durante los juegos, y sin duda su venganza era terrible.

-          Claro que es tu culpa, siempre lo fue – le dijo una vez puso en marcha el vehículo.

-          ¿Ah sí?

-          Claro, ¿por qué te crees que estoy aquí contigo?

-          No entiendo.

-          Es tu culpa que me gustes – explicó mientras lo miraba de reojo. El moreno inmediatamente se ruborizó y trato de taparse un poco con las cosas que tenía encima.

-          Vamos Kanon, ¡tengo hambre! – se decidió a hablar luego de un silencio algo incómodo provocando una risa en el mayor.

-          Jajaja pareces tu hermano quejándote.

-          ¿De quién te crees que aprendió?

Ambos rieron por la comparación y comenzaron la ida al famoso lugar de comida al que anhelaba ir Kanon. El tráfico atrasó la llegada, sin embargo se encontraron ahí antes de lo pensado. Se trataba de un moderno local, con un estilo inglés, elegantes sillas y mesas se encontraban dentro y fuera del lugar, que también contaba con una terraza. Estaba decorado con unas coloridas lámparas y flores rodeaban las columnas y pequeños floreros estaban sobre los muebles. Los chicos tomaron asiento en una de las mesas de afuera, siendo atendidos rápidamente por un mozo que les entregó la carta.

-          Kanon, no sabía que eras del tipo naturista, creí que eras más del arrasador de comida – le comentó divertido mientras leía los platos, todos eran orgánicos y naturales, muchos incluso eran vegetarianos.

-          Jajaja, el arrasador de comida justamente como de todo, ¿no? La verdad es que recién me estoy enterando que es un restaurante naturista – le dijo encontrando apetecibles algunas recetas.

-          Bien, jamás había probado esto, pero creo que voy a pedir comida vegetariana.

-          No puedo dejar la carne – rieron por su comentario. Una vez listos el mozo tomó sus pedidos, que llegaron a tiempo, es decir, cuando ambos estaban casi agonizando de hambre sobre el mantel, es que esa bendita comida naturista llevó su tiempo, sin embargo valió la pena la espera, sin lugar a dudas.

Luego de un delicioso postre, cada uno pago su parte y se fueron. Decidieron recorrer un poco el centro, que como bien había dicho el gemelo antes, se encontraba junto al mar. La noche estaba recién comenzando y al peliazul no se le ocurrió nada mejor que ir a una discoteca. Si, a beber, y quizás a bailar.

Claro que la entrada significó un “pequeño” problema, Aioros tenía solo 17 años, mientras que el gemelo ya alcanzaba la mayoría de edad con 18. Sin embargo se vio salvado, ¡Kanon reconoció un viejo, viejo, viejísimo amigo de la secundaria en el guardia de seguridad que custodiaba la entrada! Y claro que lo convenció para que los dejara pasar.

-          ¿Y me dices que a ese tipo lo conoces de la secundaria? – le preguntó una vez dentro el moreno algo extrañado.

-          Claro, éramos compañeros. Siempre le hacíamos la vida imposible a Saga, él ahora lo odia – le comentó riendo recordando esas épocas.

-          ¿Y en qué año lo conociste precisamente?

-          En segundo.

-          ¿Y cuántos años se supone que tiene? ¿45? Y tú 18… - algo no encajaba.

-          En realidad tiene 23. Cuando entro a la secundaría estaba atrasado en los estudios y la escuela no se dio cuenta que a él le correspondía estudiar a la noche, no en el turno tarde. Era el alumno más grande de la clase – le dijo mientras reía.

-          Ahh, entiendo. Pero no parece de 23.

-          Ehh, eso es porque está echado un poco a perder.

-          ¿Y cómo la escuela se confundió de esa forma? – no le entraba en la cabeza como se pudieron confundir a ese tipo con un adolescente.

-          Pues, no lo sé, todo lo que lo rodea siempre fue bizarro – la cara de Aioros fue un “me di cuenta” – Jajaja, pero estaba bien, era divertido tenerlo en la clase.

-          Bien – decidió no tocar el tema, estaba conforme con haber entrado.

-          Olvídalo, vayamos a tomar algo – se aproximó a la barra, se apoyó sobre ella y golpeó la mesa con entusiasmo– ¡Dos tequilas!

-          ¿Tequilas? ¡Pero Kanon, con el tequila nos emborracharemos seguro!

-          ¡Lo sé! ¿No es genial?

Al mayor no le importaba en lo más mínimo embriagarse esa noche, pensó entonces en relajarse y dejarse llevar. El cantinero ya estaba frente a ellos nuevamente con dos vasitos. Kanon le entregó uno junto con una rodaja pequeña de limón.

-          ¿Listo?

-          Ehh, no estoy seguro.

-          ¡Vamos! Diviértete esta noche – puso el vaso en su mano y luego tomó el suyo - Solo tienes que tomarlo y luego el limón. A la cuenta de tres…

Aioros tomó el vaso en sus manos.

-          1…2… ¡3! – rápidamente bebieron el contenido y luego imitó al peliazul, quien se llevó el limón a la boca.

-          Que fuerte, por Dios – dejó el vaso sobre la barra dando un golpe fuerte.

-          ¡Otra ronda! - ¡no había terminado de tragar y ya quería otra!

Notas finales:

(1) Dionaea muscipula: también Dionea atrapamoscas, Venus atrapamoscas o simplemente planta carnívora. Se suele vender como planta de interior. Es oriunda de Carolina del Norte y Carolina del Sur, sudeste de Estados Unidos, sin embargo se cultiva en muchos lugares del mundo.

(2) Touché: Expresión francesa, pasado del verbo "tocar". Se utiliza en el esgrima para reconocer la exactitud del golpe.
 Con respecto a la utilización de esta expresión durante un debate, se dice cuando alguien hace un comentario inteligente o apropiado, para reconocer que fue una buena respuesta, el estar "fuera de combate".

Bienn, gracias por leer y espero les guste! Nos vemos en el siguiente capítulo!!


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