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Libro por zion no bara

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Notas del fanfic:

Ya había hecho un fic de esta pareja para iniciar un año y quise manejarla de nuevo, es corto pero espero que les guste a quienes lean.

 

Notas del capitulo:

Esta es la trama de Asgard.

 

 

Fenrir estaba recostado sobre la alfombra, recostado sobre su abdomen para ser exactos, parecía hojear un libro pero no se sabía con seguridad cual, no era un lector muy afecto pero a veces había temas que llamaban su atención y dejaba pasar el tiempo aprendiendo de ellos. Era observado discretamente por la segunda persona en la misma habitación que también leía pero en su caso eso era lo usual. No se podía ser el cerebro de Asgard sin estudiar.

Alberich miraba discretamente el interés de su compañero en su lectura, le gustaba que fuera así, que ocupara su mente en algo más que los lobos y los bosques, más que nada porque cuando se trataba de su familia lobuna y las correrías en la naturaleza él se sentía, bueno, desplazado. Claro que respetaba esa parte de su vida pero no terminaba de comprenderla y detestaba sentir que había partes en la vida del joven Alioth en las que no tenía un lugar. Intentó socializar con los lobos pero no con mucho éxito y en las correrías definitivamente no estaba al nivel.

Así que verlo ahí, en la misma habitación en la que él descansaba y estudiaba en su hogar leyendo un libro le agradaba más de lo que pudiera reconocer, no le decía nada pues no era tan abierto en esos temas (y en muchos otros) pero de verdad se sentía contento de tenerlo tan cerca y compartiendo algo que le agradaba. Por lo demás estar así le permitía una excelente vista del jovencito que llevaba solamente una especie de pantalones entallados, sin camisa de ningún tipo, acostumbrado a estar a la intemperie aún en el interior de una de las propiedades parecía no ver porque llevar lo que consideraba demasiada ropa.

El de cabellos platinados no se daba cuenta de mucho, parecía genuinamente interesado en la lectura aunque ocasionalmente releía algún pasaje y miraba atentamente lo que supuso eran ilustraciones. Se veía en su rostro las dudas y el de Megrez se preguntaba en que momento le comentaría esas dudas, porque estaba seguro que las tenía y cuando eso sucedía le encantaba poder responderle.

—    Alberich—dijo Fenrir de pronto.

—    ¿Si?—preguntaba el otro como si no le diera mucha importancia.

—    ¿Es cierto que el sexo puede ser una experiencia constantemente placentera y que compense parte de la vida cotidiana de una pareja?

 La mirada verde del de Megrez fue directa al observarlo, sabía bien que tratándose de sexo Fenrir era en realidad muy inocente, no había malicia alguna en el tema para él y por eso resultaba increíblemente abierto al tratar el tema y a veces en sitios no del todo apropiados. Una vez le había preguntado que deseaba para pasar un fin de semana juntos, el otro lo pensó y dio su respuesta.

—    Que nos apareemos todo el tiempo—dijo sin más.

La cuestión fue que estaban en una cena con Hilda, Fler y los otros dioses guerreros quienes estaban entre mirar sus interesantísimos platillos y no perderse ni un detalle de su respuesta.

—    Se necesita de tolerancia y un nivel profundo de sensualidad para comprenderse mejor entre compañeros—continuó el de mirada ámbar.

Alberich tuvo que respirar profundo y concentrarse antes de dar una respuesta y averiguar de dónde había venido todo eso.

—    ¿Qué clase de libro estás leyendo Fenrir?—quiso saber asumiendo que de ahí venía la pregunta.

—    Habla del sexo y la vida de una pareja—fue la respuesta.

—    ¿De dónde lo sacaste?—deseó saber casi como si fuera un tutor preocupado por la mente de su pupilo.

—    Estaba debajo de tu colchón.

—    Debajo de mi…

Tuvo que detenerse, era verdad ¡Rayos! Él mismo había comprador un libro sobre la vida sexual en pareja y métodos para mejorarla pero no había podido leerlo por falta de tiempo, justamente coincidió con los días que el de Alioth accedió a quedarse en su casa.

—    Por cierto Alberich ¿Por qué estaba bajo tu colchón?—preguntaba Fenrir con suavidad—Siempre pones tus libros en la biblioteca.

Lo había puesto ahí para que nadie lo viera pero evidentemente eso no había resultado.

—    Fenrir, es algo para estudiar—decía intentando escucharse seguro y como si no le afectara—No porque me haga falta.

—    ¿Quieres estudiar Veinte maneras para sexo candente?—preguntaba el otro con ingenuidad.

El de ojos verdes se sentía cual adolescente cuya madre encontró sus revistas pornográficas.

—    ¿Por qué te da vergüenza Alberich?

—    No me da vergüenza—se apresuró a responder.

—    Pero te ruborizaste.

Era la verdad, pero no encontraba la manera de salir de eso.

—    Tal vez sea mejor irnos a descansar—terminó diciendo el de cabellos rojizos.

—    Creo que podríamos aprender de este libro.

—    ¿Qué?

—    Si, tiene varios temas y según lo que leí podemos tener una mejor relación de pareja si somos mejores en el sexo.

—    ¿Por qué crees que necesitamos eso?

La verdad lo preguntaba como si no terminara de convencerse que era Fenrir el que lo estaba pensando.

—    Tú siempre dices que en los libros se encuentra todo, creo que en este encontraremos una manera de conocernos mejor y ser una mejor pareja.

—    Fenrir…

—    El capítulo que terminé es interesante.

—    ¿Qué capítulo es?

—    Habla del orgasmo simultáneo ¿Crees que hemos tenido uno?

Sinceramente Alberich siempre se mostraba pragmático ante cualquier tema y si fuera cualquiera de los otros dioses guerreros quien le estuviera manifestando dudas de su vida sexual lo hubiera manejado como cualquier otro tema pero que fuera justamente Fenrir, su adorado Fenrir quien estuviera cuestionando el punto y con toda la naturalidad del mundo quisiera saber en que sitio estaban en cuestión intimidad lo estaba avasallando.

—    Aquí dice que puede definirse como venirse juntos, acabar al mismo tiempo, tener una…

—    Sé lo que significa—terminó por interrumpir el de ojos verdes.

Lo cierto era que de pronto en el siempre frío Asgard sentía el de Megrez que esa habitación era increíblemente cálida, deseaba abrirse la camisa para refrescarse y lo peor era que sus pantalones empezaban a resultar incómodamente estrechos.

—    ¿Te molesté por algo?—preguntaba el de mirada ámbar.

—    Claro que no Fenrir.

—    A veces no digo las cosas bien, lo sé, solo quería saber si deseabas que fuéramos una pareja más unida.

—    Somos una gran pareja, no dudes de eso.

—    Entonces ¿No necesitamos hacer esto del orgasmo simultáneo?

El de Megrez no sabía si reír o llorar, la inocencia del de Alioth lo dejaba indefenso a pesar de llevar un año juntos.

—    A veces lo hemos conseguido Fenrir—le decía sonriendo suavemente y acercándose— ¿No lo has sentido?

El de ojos verdes no terminaba de creer que estaban teniendo esa conversación pero si ya estaban tocando el tema mejor era terminarlo. Aunque ciertamente esperaba leer el libro y ser él quien pusiera en práctica lo que decía dejando a su adorado Fenrir satisfecho y más enamorado. Su mirada recorría ese delgado y fuerte cuerpo que ciertamente lo enloquecía, el platinado cabello que le encantaba acariciar y envolverse a veces en él, las maravillosas piernas que se abrían para él y lo estrechaban con fuerza, las intensas caderas que lo habían poseído varias veces…

—    Si—dijo de pronto Fenrir—Si lo hemos logrado Alberich.

En realidad los dos lo pensaban en esos instantes, ese justo instante en que cerraban sus ojos, a veces no por completo, y les faltaba el aire, daban una especie de murmullo ahogado o incluso gritaban pero al final se quedaban sin voz, y tocaban ese punto exacto en el que sentían que su cuerpo iba a estallar…Pero no era frecuente.

—    ¿Te gusta estar conmigo Alberich?—preguntó con necesidad el de Alioth.

—    Por supuesto que si.

—    Entonces ¿No importa si no somos mejores en el sexo?

—    Somos muy buenos, no lo dudes, y no te obsesiones con lo que dice ese libro, que tengamos a veces un ritmo diferente no significa que no lo disfrutemos, eso es todo—y se sorprendió de que su voz estuviera tan calmada al hablar—Me gusta estar contigo.

El de cabellos platinados sonrió al escucharlo, se veía tan atractivo ahí, sobre la alfombra, sus ojos brillantes, su torso desnudo, tuvo que tragar saliva e intentó controlarse, lo cual no pudo ser pues su compañero le habló de nuevo.

—    Me gusta estar contigo también Alberich. Me gusta mucho.

Al decirlo se giró quedando sobre su espalda y se arqueó sutilmente sin dejar de mirarlo a los ojos. El de ojos verdes sonrió de manera chispeante.

—    Lo sé—decía el de Megrez—Las cosas están bien como están.

—    Pero siempre pueden ser mejores—respondió el de mirada ámbar con un brillo especial en sus ojos.

—    Si Fenrir, sospecho que si.

Justo en ese instante dejó su libro a un lado con cuidado, debía moverse como si fuera a un encuentro o a un combate o…

Los bellos ojos dorados lo miraban, no perdían uno solo de sus movimientos, el de ojos verdes se preguntaba porqué alguien se molestaría en pensar en algo más que no fuera estar con él. El de cabellos platinados se movía de nuevo, quedando de rodillas ante el de mirada verde, sus manos se deslizaron suavemente por los muslos alcanzando el punto en que se unían, sosteniendo el peso de sus genitales.

—    El libro decía que debes comprender el cuerpo de tu compañero----murmuraba el de Alioth lamiendo sus labios, lo acariciaba con cuidado—Debes comprender sus puntos fuertes, su forma.

—    Haces que se escuche como si fuera una armadura—susurró el de ojos verdes.

Aunque no estaba seguro como su mente no muy consciente pudo generar un pensamiento coherente.

Las cejas de Fenrir se alzaron primero y después se rió, como si no hubiera estado al tanto de eso, su mirada simplemente devoraba el aspecto de su compañero.

—    No, no eres nada como eso Alberich.

En realidad pensaba que era mucho más espectacular, más devastador. Por mucho más imponente. Casi sintió que su corazón dejaba de latir por varios segundos.

Por su parte el de Megrez tuvo que preguntarse quien abrió sus pantalones, la mano que lo hizo parecía sospechosamente dada a hacer su propia voluntad, con la cremallera abajo no tardó en deslizarse por sus piernas y terminó de rodillas frente al de Alioth. Podía sentir el calor de su compañero como ondas de deseo en su entrepierna.

El de cabellos platinados le dirigió esa mirada, única, destellante, firme, suplicante, todo en un instante, una mirada que lo perdía por completo.

—    Hazme el amor—murmuró Fenrir.

Al de ojos verdes le pareció divertido que las grandes mentes pensaran en lo mismo. Quiso decirle algo pero no pudo, simplemente estaba rendido ante la pasión y el resto no contaba.

—    Fenrir, yo…

Estaba en el justo momento para sujetarlo por las caderas, sintiendo como su excitación se elevaba, así que necesitaba de él también, por ello no quiso esperar para despojarlo de la ropa que utilizaba, tarea no muy sencilla cuando no dejaban de mirarse pero entre ambos lograron pasar el obstáculo y no resultaba ninguna novedad que el de ojos ámbar no llevara nada debajo. El de ojos verdes no se cansaba de mirarlo, en esos momentos le daba la impresión que la blanca piel de su lobo brillaba, en realidad brillaba.

—    Es por eso que me encanta estar contigo—decía Alberich.

Lo besó estrechándolo entre sus brazos y apoyándose en su propio peso lo hizo recostarse en la alfombra de nuevo haciendo que separara suavemente sus fuertes piernas, las elevó suavemente por los tobillos llevándolas a sus hombros, podía ver un brillo en la punta de su ya erguido sexo que esperaba atención. Sin poder aguardar empezó a frotarse a pesar de la tela que aún usaba contra la intimidad del otro joven que respondió como siempre, de manera abierta y sin inhibiciones, moviendo sus caderas a su vez y con energía, diciendo sin palabras que podían hacer lo que desearan y que él participaría.

—    ¿Ese es tu ritmo?—preguntaba el de ojos ámbar.

—    Definitivamente es mi ritmo ahora.

Lo era sin duda y ambos querían saborearlo.

 

**********

 

Habían seguido jugueteando sobre la alfombra pero a final de cuentas ninguno de los dos deseaba simplemente terminar y ya, ambos necesitaban un poco más y fue uno de los momentos en que deseaban tomarse algo de tiempo, el necesario. En la oscuridad de la habitación las sábanas terminaron a un lado de la amplia cama, las almohadas habían corrido un destino similar, un vaso vacío terminó en la alfombra pues cayó cuando golpearon sin intención la mesita de noche. Ambos cuerpos ya desnudos en la cama gemían suavemente sin poder dejar de tocarse y explorarse, no importaba cuanto se conocieran, cada vez juntos descubrían algo nuevo y excitante.

—    El libro dice…—intentaba hablar Fenrir sin aliento y entre besos—Que se debe desarrollar una técnica que nos traiga a ambos al mismo punto al mismo tiempo…tomando en cuenta los diferentes tiempos de reacción…

Alberich gemía suavemente, bien pudo ser una súplica, pero Fenrir lo ignoró y se reubicó en la cama, sus extremidades a los lados, su silueta bastante obvia, su cabello cayendo por su espalda, su amante simplemente sentía que era lo mejor de su vida.

—    ¿Necesitamos una técnica Alberich?

—    ¿Piensas en eso ahora?—preguntaba el de Megrez.

La voz del de ojos verdes apenas si era reconocible, el de Alioth sabía lo que significaba en esos momentos, todo el calor y la pasión de su cuerpo parecía desbocarse, sintió que se le secaba la boca, una reacción natural en su deseo.

—    Si—fue la respuesta.

—    Te daré algo más en que pensar.

Sin aguardar demasiado el de cabellos platinados terminó recostado en la cama con su compañero sobre él, al menos temporalmente pues unos instantes más y supo perfectamente lo que buscaba su compañero. Estaban lado a lado en el colchón, sus rostros decididamente cercanos a sus erecciones, y sus manos acariciaban las zonas alrededor para hacer más placentera la experiencia. Podían aspirar el aroma de su amante, masculino y se combinaba con el de la habitación y la dulzura de la ducha previa a descansar. Piel suave y cabello rebelde. Sentían que sus bocas se humedecían y no tardaron en tomar lo que ansiaban probar.

Abrieron sus bocas y dieron inicio a la sensualidad de tocarse para avivar sus deseos, no porque lo necesitaran sino para vivirlo, era espléndido. En esos terrenos Alberich siempre se había mostrado diestro, le gustaba incitar a su compañero, acariciarlo, besarlo, jugar un poco y dar algunas vueltas antes de ir a lo esencial; Fenrir era muy diferente, era directo, siempre lo tomaba sin aguardar y lo llevaba al interior de su boca tanto como podía, buscando dejarlo satisfecho cuanto antes. El de Megrez gemía en tono bajo mientras el de Alioth parecía gruñir, uno sujetaba la base mientras el otro utilizaba sus dedos para frotar los testículos de su amante, podían decirse cada uno de los diferentes movimientos que hacían pero al final simplemente contaba que los dos ansiaban complacer a ese compañero que los hacía vibrar de placer.

—    Me encanta tu sabor—decía Alberich sonriendo—Tu sabor es excitante, cálido, dulce, delicioso.

Por su parte el de cabellos platinados solamente pensaba en lo increíblemente apuesto que era, quería que se relajara, que simplemente se dejara llevar.

El de cabellos rojizos volvió a su labor y llevó al interior de su boca solo la punta del turgente sexo de su compañero pero lo hacía de una manera que el de Alioth tuvo que gemir, enviando vibraciones de placer intensas, haciéndolo que se esforzara aún más, no era para menos cuando el de ojos verdes estimulaba la base con destreza y su lengua hacía cosas deliciosas en el frenillo, estimulándolo con precisión hasta que su cuerpo se tensaba y se mostraba más ansioso el de ojos ámbar por complacerlo.

En algún momento ambos se estrecharon aún más, para esos instantes sus sexos estaban completamente envueltos por unas cálidas bocas que los complacían y los llenaban de sensaciones intensas, no podían jurar que les gustaba más, tomar o ser tomados. Se deslizaban por los miembros erguidos, sus dientes se insinuaban con peligro e incluso eso los excitaba más, la punta de su lengua no dejaba de moverse. Lo sentían, ese calor en el lóbulo de sus oídos, la tensión en su abdomen, que su sexo se endurecía aún más, ese ardiente deseo que lentamente se acumulaba en sus vientres.

Fenrir gemía echando hacia atrás su cabeza, había una especie de peso en su pecho, conocía todas las señales, presionó aún más sus labios alrededor de ese excitante miembro, ya casi saboreaba esa simiente que tantas veces había sentido, quería recibirla en su boca y desgutarla, no dejar una sola gota, lo disfrutaba, ya casi…

El de Alioth se giró apartándose, respiraba agitado, los músculos de su abdomen tensos.

—    Fenrir—tuvo que llamarlo intentando ganar algo de aliento.

Sus miradas se encontraron, definitivamente el de Megrez no lo comprendía, su compañero sonrió como con disculpa, una ingenua. Pero Fenrir se le acercó y lo acarició por el pecho, haciendo que sus rostros quedaran cercanos, mirándolo de una manera que ningún hombre podría protestar. Aunque pudiera.

—    Hay que tomar en cuenta los diferentes tiempos de reacción—decía Fenrir—Para lograrlo juntos.

—    ¿Sigues con eso?

Pero no quiso discutir más, sabía el porque de ese tema.

—    Debo estar de humor para eso también ¿Sabías eso Fenrir?

—    Lo supuse.

—    Si seguimos así tal vez no…

Pero Fenrir se movió aprisa, lo dejó sobre su espalda y separó sus piernas para pasar sin ningún pudor y con velocidad su lengua por encima de su masculina entrada.

—    Tal vez si—dijo casi temblando—Hazlo de nuevo—pidió gimiendo.

La sonrisa de Fenrir era fresca y cálida y erótica. La manera en que era capaz de tocarlo cuando en la intimidad lo hacían de esa manera podría resultar casi insoportable pero en realidad era tan hábil que lo dejaba deseando más. Sus dedos no tardaron en presentarse y buscaban traspasar su entrada, lo frotaban de manera impaciente buscando que se relajara y finalmente se deslizaron al interior haciendo cosas deliciosas que despertaban sus nervios a nuevas formas de placer, tenía que arquearse buscando alguna forma de alivio a lo intenso de las sensaciones de las que era preso.

El de Alioth sentía la satisfacción de poder estar en esa situación, le gustaba ser de su amante pero también le gustaba ser el que llevara las riendas del encuentro, atesoraba ese obsequio de su compañero. El de Megrez no podía ver su sonrisa pero sabía que estaba ahí. Vinieron una serie de besos, de caricias, no dejaban de seducirse y entregarse pero estaban seguros sobre lo que venía y que necesitaban estar listos; aunque el de mirada verde no podía sino agradecer que su amante se estuviera tomado algo de tiempo, no siempre era tan paciente.

En algún momento Fenrir no resistió el frotarse contra su compañero, su erguido sexo parecía buscar traspasar el suave canal, ansiando sentirse en esa profundidad, el cálido abrazo, ambas pieles se sentían sin que les interesaran los sonidos sin sentido que hacían. Aunque era música para los oídos del de Alioth. Esos momentos representaban la magia, aventura, dicha, éxtasis, alivio, cuidado, mucho más, lamentaban que no hubiera una sola palabra que pudiera definir ese momento.

Se amaban, eso era lo importante ¿O no?

La pregunta podía ser respondida de inmediato.

—    Te amo—se escuchó de repente.

Estaban juntos, era lo importante, se amaban, eso era lo más importante, deseaban continuar, era lo que querían en ese momento. Alberich dobló las piernas hacia su pecho buscando apoyarlas en el plexo solar de Fenrir, encontrando el apoyo que necesitaba, al sentirse ambos no pudieron aguardar, así que en unos instantes ya estaba el de cabellos platinados en la suave entrada que se abría para dejarlo pasar, suavemente recorría el sitio mientras unas paredes sensibles lo estrujaban, avanzó hasta que su anatomía les dijo que no era posible continuar.

Vinieron unos instantes de quietud, apacible y hermosa, pero después llegó el movimiento, una serie de movimientos suaves al inicio para volverse más intensos conforme se acostumbraban y buscaban. El de mirada ámbar apoyó sus manos en los hombros de su compañero e impulsándose con sus caderas embistió al de mirada verde que lo sentía entrar hasta lo más profundo, a momentos casi salía de su ser, dejando solo la punta en su interior y volvía a entrar con intensidad. Alberich gemía, levantaba sus caderas y arqueaba su espalda, movía sus cabezas de lado a lado, lo sujetó por el cuello y no dejaba de impulsarse a cada encuentro para llevarlo hasta lo más íntimo, era para perder el sentido…y la cordura.

Ambos amantes parecían haber llegado al punto en que solo respondían a sus sentidos, claro que se amaban pero eso solo hacía mejor que sus cuerpos se unieran de manera tan profunda y necesitada, casi hambrienta, esa sensualidad que los fundía en uno solo mientras sus voces se intensificaban y podían complacerse por completo. Fenrir había encontrado la manera de girar su cadera con lo cual estimulaba la sensible próstata de Alberich quien gemía sensualmente y no dejaba de moverse guiado por la pasión abriéndose por completo.

—    Fenrir…Fenrir…Fenrir…

Lo llamaba con amor y sensualidad, brindando un estímulo extra a su adorado joven platinado que cerró los ojos con fuerza temblando ante la tensión de sus músculos, se decía a si mismo que debía aguantar pero no lo creía posible, no cuando era estrujado de semejante forma por esa cálida intimidad.

—    Alberich.

Lo nombró de una manera única, al borde de la culminación, el de Megrez sintió que se dejaba llevar, una luz intensa lo cegó y su cuerpo se tensó casi con violencia, sentía un calor intenso llenarlo y su esencia lo abandonaba, después se fue relajando, muy lentamente. Fenrir parecía estar en la misma situación y ni siquiera se dio cuenta del momento en que ambos quedaron colapsados sobre el colchón, el clímax aún brillando en sus rostros. Era tan bueno, casi como un milagro ¿las cosas podrían ser mejores que eso?

Unos momentos después fueron capaces de mirarse al rostro y la sonrisa que de inmediato se reflejó y no los abandonó mientras se besaban debía significar que si.

 

**********

 

Fenrir estaba en la ducha, los dos necesitaban una pues sus actividades previas habían sido intensas, era mejor buscar estar frescos y relajados, de verdad había sido bueno lo que tuvieron, le gustaba cuando era así, Alberich tenía razón, había momentos cuando lo lograban ambos, al mismo tiempo, ese placer tan único de lograr la completa satisfacción de su amante al mismo tiempo que la suya, de verdad era especial. Aunque admitía que lo más importante era que ambos estuvieran dispuestos, no forzar las cosas era lo mejor. Terminaría su ducha e iría al lado de su compañero, lo había dejado duchándose para poner un poco de orden pues él no se ocupaba mucho de eso y al de Megrez no le gustaban las cosas fuera de su sitio.

Justamente por estar bajo el agua caliente no escuchó la sigilosa puerta abrirse, ni prestó mucha atención a la sombra que se dibujaba en la cortina que lo rodeaba, solo supo de él hasta que escuchó su voz.

—    Dejaste el libro abierto en la alfombra Fenrir—decía Alberich abriendo la cortina y mirándolo directamente.

El de Alioth no estaba seguro de lo que estaba diciéndole, a veces no comprendía a su compañero, no estaba seguro del tono que estaba usando en ese instante.

—    Lo dejaste en el capítulo que habla de encontrar nuevas y tentadoras maneras de estimularse entre compañeros, para variar la rutina.

—    ¿Rutina?—preguntó el de mirada ámbar--¿Cuándo hemos tenido rutina?

Pero la sonrisa del otro le indicó que no se trataba de un reclamo ni nada parecido, el tono se hizo más cercano, suave.

—    Fenrir, la verdad me preocupaste con tu necesidad. Lo de terminar juntos.

El platinado no estaba seguro de que decir pero le parecía que su compañero se comportaba diferente, para empezar porque jamás entraba a la ducha cuando él se bañaba, tampoco lo miraba de esa forma, conocía el deseo en esos ojos verdes pero en ese momento había algo más.

—    No era necesidad Alberich, solo quise algo nuevo, creí que te gustaría que nuestra relación fuera más profunda, por eso leí el libro.

En ese instante se preguntaba si no había sido presuntuoso con todo ese asunto, si, ese era el tipo de palabras que había aprendido al lado del de Megrez. Quizás había juzgado mal su tolerancia, tal vez no había apreciado tanto el que guiara las cosas como lo hizo. Además estaba sintiendo el frío en su interior, como si hubiera dañado algo que le importaba. Pero no sabía como expresarlo en voz alta.

—    Podría pensarse que no estabas satisfecho con las cosas como estaban Fenrir--murmuró el de ojos verdes.

Unos segundos y ya estaba desnudo y atrapando a su amante contra su cuerpo bajo la fuerza del agua, se dejó cubrir por el líquido y no le quitaba la vista de encima.

—    Podría pensarse que no era suficiente para ti Fenrir.

—    No quise que creyeras…

—    ¿No quisiste que creyera qué?

Las manos de Alberich estaban ya en el plateado cabello hasta la base del cuello, lo sujetaba como una soga obligándolo a hacer su cabeza hacia atrás, el otro intentaba abrir su boca y protestar por ello pero se vio invadida por una mezcla de agua y la lengua de su compañero.

—    ¿No tienes una respuesta Fenrir?—murmuraba el de Megrez.

Al momento siguiente volvió a besarlo, un beso en verdad agresivo, posesivo, como si buscara marcarlo de alguna manera o al menos someterlo de una forma específica. El de Alioth solo pudo gemir suavemente, por el beso y porque sentía la ya rígida virilidad del otro contra su cuerpo. El agua corría y caía como cascadas sobre ambos, eso no importaba demasiado cuando la espalda del de ojos ámbar quedó contra el frío mármol, el de cabellos rojizos lo forzaba a que fuera de esa manera.

—    Como sea, nunca diría que eso me incomodaba—aseguraba Alberich con las pupilas dilatadas—Tampoco a ti ¿verdad?

Fenrir lo miraba, esos ojos verdes destellantes, el suave vapor del agua caliente nublaba sus pestañas, una mano estaba en su cuello firmemente, la otra estaba en su cintura, húmedas gotas pasaban por su afilada barbilla haciéndolo brillar, su cabello lo rodeaba rebelde y mojado. Hasta ese momento el de Alioth siempre había visto a su compañero como alguien en control, se tomaba tiempo y un orden para hacer las cosas, no era espontáneo ni daba muestras de ser ¿Cómo decirlo? El macho alfa, no era que no llevara un encuentro como el dominante sino que jamás lo había hecho con tanta agresiva virilidad.

—    ¿Pretendes asustarme?—le preguntó Fenrir.

—    Solo varío tu rutina—fue la respuesta de Alberich.

Sus ojos verdes brillaban con la emoción en ellos, no recordaba a su amante tan sorprendido por su comportamiento.

—    Esta vez sabrás lo que puedo hacer Fenrir—le dijo como una sentencia.

El de cabellos platinados sentía como se aceleraba su corazón, podía sentir en su totalidad la fuerza de su compañero, su fuerza únicamente, nada de sus modales y el tomarse tiempo, nada de eso, hasta ese instante no pensaba en él en base a su fuerza pero ahora la estaba sintiendo, lo cercaba, lo acorralaba, no le daba la opción de escapar. No era que la quisiera tampoco ciertamente.

—    ¿Qué pasa Fenrir?—le preguntaba sujetándolo con firmeza--¿te asusta la espontaneidad? ¿el perder el control?

—    No me asusta—dijo con un hilo de voz.

—    Solo es una reacción diferente de tiempo Fenrir.

Una mano corrió velozmente, posesivamente, por la pierna del de mirada ámbar, por debajo del muslo como si buscara atraparlo, logrando que su pie perdiera completamente el piso, dio un paso más y apresó sus propias caderas entre las abiertas piernas del de Alioth. Sus pechos se encontraron, sus erecciones estaban enardecidas, todo era en búsqueda de alivio y para ello solo restaba un camino. El de cabello plateado no dejaba de sentirse sorprendido, su amante no actuaba así, podía sentir la presión y la tensión en su cuerpo, como el suyo.

No podía sino sorprenderse cuando su cuello fue tomado, un beso y un mordisco que lo hicieron gemir, de inmediato su otra pierna dejó de tocar el suelo, estaba completamente entre los fuertes brazos del de ojos verdes, eso y los azulejos eran todo lo que evitaba su caída; sin aguardar un rígido sexo buscaba su entrada, sin más, nada de caricias ni juegos, solamente una pasión desatada que exigía ser satisfecha. Para facilitar el ángulo el de Alioth separaba sus caderas del mármol, una de sus manos quedo contra el muro para apoyarse, sosteniéndose lo mejor que podía. Su otra mano no dudó en rodear el cuello de Alberich.

—    Amor—murmuró suavemente el de ojos ámbar.

No había mejor señal de sometimiento para el de ojos verdes.

Su sexo buscaba penetrarlo, podía sentir sus músculos flexionados, buscando relajarse para recibirlo. Dio un sonido gutural, flexionando sus rodillas, logró el ángulo adecuado y empujó con firmeza. Ambos dieron un lamento, se estrecharon con fuerza, volvió a empujar, el señor de los lobos pareció lamentarse, el cerebro de Asgard dejó escuchar un sonido fiero del fondo de su garganta. Solo unos instantes, fue todo lo que tuvo el de Alioth para relajarse pues el de Megrez empezó a moverse, agitando sus caderas, salía y entraba con velocidad, una y otra vez, atrapando a su adorado compañero contra la pared y atrayéndolo hacia su cuerpo para embestirlo con intensidad.

El asalto se volvió más fuerte, el ritmo aumentaba de intensidad, Fenrir sentía que deseaba terminar, en ese justo instante, pero no podía tocarse, atender su erección pero resultaba imposible, sus brazos no podían moverse de donde estaban. Podía sentir el pulso de su compañero contra su cuello, el corazón del otro estaba conmocionado en su pecho, no creía haber sentido antes su miembro tan fuerte, tan necesitado. No podía sino sentirse sorprendido por todo lo que estaba sucediendo. Estimulado también.  Logró centrar su vista y era evidente la inalterable pasión en ese rostro ¿alguna vez lo vio tan excitado? ¿Tan agónico? ¿Tan desesperado? Se sentía arder pero no por ser sometido, estaba en claro que ambos estaban de acuerdo.

El agua seguía cayendo entre ambos, el poder de esos músculos que sostenían al de mirada ámbar, esa manera de llenarlo hasta lo más íntimo, el olor y el sabor del de Megrez, todo enloquecía y dejaba desamparado al de Alioth. Su propio sexo estaba siendo estrujado entre sus vientres, ardiente y distendido, había algo, le parecía que sus oídos retumbaban y no tenía que ver con el agua.

—    Alberich—lo llamó con un gemido que parecía de dolor.

El agua murmuraba mientras las manos del de cabello plateado trataban de sujetarse de algo pero era en vano, estaba completamente en manos de su amante, sentía sus embestidas hacerse más fuertes, la manera en que era sacudido su cuerpo sin poderlo evitar.

—    Voy a venirme—murmuró el de Megrez.

Fenrir no cerró los ojos por completo, logró apoyar su cabeza contra el muro y formó un arco perfecto con su espalda, abrió su boca para dar un débil lamento, uno al mismo tiempo que un ardoroso Alberich lo estrechaba con tanta fuerza que le dejaría las marcas. Sobre todo sus cuerpos temblaban vibrando deliciosamente al unísono del orgasmo.

El agua seguía cayendo, lavando el sudor y el semen con suaves, burbujeantes murmullos.

La voz de Alberich regresó primero, se separó suavemente de Fenrir permitiéndole que se apoyara de nuevo por si mismo sobre el suelo.

—    Ser espontáneo no está tan mal—decía el de Megrez.

—    Ya lo veo—logró responder el de Alioth.

El de mirada verde solo lo observaba, intentaba apartar sus cabellos mojados de su cuerpo y su rostro, era de verdad alguien magnífico.

—    Creo que no será necesario seguir pensando en lo que ese libro decía—comentaba el de cabello platinado sacudiéndolo.

—    No hablemos más de eso.

Aunque no lo hicieran su mente estaba en otras cosas, otras fantasías quizás.

Lograron terminar de secarse un poco y abandonar el cuarto de baño, en medio de un silencio que no los incomodaba, aunque el de ojos ámbar estrechó la mano de su compañero, sujetándolo desde la muñeca, como si buscara sentir su pulso y sonrió. El de cabellos rojizos no pudo sino sonreír también.

 

**********

 

Estaban cenando juntos en el amplio comedor aunque sin nadie que les sirviera, no querían a nadie cerca pues no necesitaban testigos de ninguna naturaleza, además Fenrir había dicho que debía marcharse en un par de días y no querían perder tiempo, como si deseara que lo recordara aún más Alberich había preparado la cena personalmente, lo cual le fue ampliamente agradecido. Definitivamente el de ojos verdes sentía que cualquier esfuerzo era poco por ver contento a su adorado amor, en esos instantes tan solo fijaba sus ojos en él fascinado.

Fue una noche bastante tranquila pero sus ojos hablaban bastante cada vez que se posaban en el otro.

Ambos fueron a la cama al final con poco más que una caricia, una posesiva.

En la oscuridad de la noche y buscando descanso la voz de Alberich se dejó escuchar de forma cauta.

—    Eres magnífico Fenrir.

—    Gracias—decía el otro ya bajo los efectos del sueño.

—    ¿Yo soy magnífico?

La verdad no era sencillo imaginar que para Alberich los cumplidos no eran nada pero tratándose de Fenrir necesitaba escucharlos, el problema era que su amante no era de cumplimentar mucho a nada ni a nadie, por eso se veía en la necesidad de preguntar.

El de Alioth no se movió de su sitio, estaba recostado sobre su pecho, pero si dio una respuesta.

—    ¿Quieres que hablemos ahora?

—    No, así está bien—dijo un poco decepcionado.

—    Bien, entonces solo debes saber que si, eres magnífico.

—    Fenrir…

—    Por favor, vamos a dormir—le pedía como niño pequeño muy cansado.

—    Deberíamos terminar juntos más seguido.

Hubo un suave murmullo que indicaba que estaba de acuerdo.

Ninguno de los dos dijo nada más, los dos sabían que estaban hablando de algo que iba más allá del clímax. No necesitaban discutirlo en ese momento.

Aunque en la mente de los dos estaba la idea de poner en práctica algunos de los otros dieciocho consejos que no habían tratado, no estaba nada mal lo de consultar por la sabiduría de un libro.

 

 

FIN

 

 

 

Notas finales:

La siguiente semana si nada sucede tal vez suba un fic con Camus y DM, nos leemos.

 


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