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Idol. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

El deseado capítulo 10. A disfrutar ^^

-         Muchas gracias Yuuto. Es un honor volver a trabajar contigo. – agradeció.

-         Lo mismo digo – dije riéndome. - ¿Y cuando me voy a poder ir de aquí? No me traen muy buenos recuerdos esta habitación...

-         ¿No te gusta la habitación? Si está muy bien decorada, es muy bonita...

-         No, si la decoración está bastante bien, pero es algo que no tiene mucho que ver con esto... – agaché la cabeza.

-         Así que, algo personal. Esta tarde puedes irte, si quieres... Porque, ¿no tienes fiebre, verdad? – averiguó posando sus labios en mi frente. – No, no tienes. Pues simplemente queda encontrarte una silla de ruedas, porque no tienes fuerza. ¿Has intentado ponerte en pie?

-         No, no lo he intentado, si me ayudas lo podemos comprobar... – Le pasé un brazo por detrás del cuello, gracias a él pude apoyar mis pies en el suelo. Pude dar dos o tres pasos con ayuda y ninguno solo. No tenía apenas fuerza, pero estaba dispuesto a recuperarla.

-         Bueno, no está nada mal, no la has perdido toda. Estás muy bien para haber estado aproximadamente un mes sin hacer nada, ahí dormido. Después te traigo – cortó al verme mirando al suelo, con la mirada perdida. – Oye Yuuto, ¿estás bien? Tienes la mirada perdida en la nada...

-         ¿Eh? No, no, para nada, solo estaba pensando... – mentí, estaba a punto de llorar, no podía quitarme a Lyoner de la cabeza y menos aún, su rechazo. Daichi se puso en frente de mí, me tiró la cabeza hacia atrás y me miró a los ojos.

-         ¿Y se puede saber en que piensas para estar a punto de llorar?

-         Nada importante...

-         Mentiroso... Vaya ahora que me doy cuenta, ¿dónde está ese collar de plata que solías llevar? ¿Lo has perdido?

-         No, bueno sí, se me ha perdido, soy un desastre.

-         Volviste a mentir, ¿quien era ese chico que ha entrado esta madrugada? Que por cierto, llevaba tu collar. ¿Qué es lo que no me quieres contar? Sabes que puedo escucharte – aseguró.

-         Creía haberme enamorado de él, que locura, un escritor tan heterosexual como yo, y cuando pensé que él también sentía lo mismo, me rechazó.

-         Ya veo... A mi me pasó lo mismo, pero yo aún sigo enamorado del chico que me llenó en el momento en el que lo vi; creo que lo nuestro es imposible, nunca se fijaría en mí... Siempre digo que hay que combatir fuego con fuego – aconsejó interesado.

-         No creo que eso sea lo mejor... Ahora no estoy con muchas ganas de hacer nada.

-         Tú no pienses en ello, lo olvidarás y yo te ayudaré a hacerlo.

 

Después de aquellas palabras apareció una enfermera que traía una silla de ruedas. Esa silla me hacía parecer más viejo, no me gustaba nada. Al salir del hospital, ayudado por Daichi, estaba la prensa, preguntándome y gritando sin parar, flashes y cámaras por todos los lados, menos mal que habían unas cintas para q los paparazzis no pudieran acercarse a mí. Monté en el coche, Daichi se quitó su bata blanca, debajo de la suya normal llevaba puestos unos vaqueros, con una camisa a cuadros, bastante chula.

Al llegar, le mostré la casa, tanto por fuera como por dentro, para que se fuera acostumbrando un poco, como si estuviera en su casa. Se lo expliqué a Allen, al cual le pareció bien, me preguntó sobre mi Boy’s Love, había impreso el primer ejemplar, había escogido una portada y un título: Mi primer amor. Le dije que apartara la idea de publicarlo, no me veía capacitado para las críticas.

Al día siguiente comencé los ejercicios, y a la semana comencé a escribir una novela de terror. Mi relación se fue estrechando cada vez más con Daichi, de alguna forma me hacía olvidarme de Lyo, aun que fuera por minutos; hablé con Daichi sobre Lyo, me ayudaba a ver el lado bueno de las cosas. Yo también me interesé por el hombre que le gustaba y él no me decía nunca su nombre, solo lo describía psicológicamente, y me daba algunas pinceladas de su aspecto físico.

Dos, tres semanas, pasaban, yo ya podía andar solo, solo necesitaba un poco de ayuda al subir la escalera, pero por lo demás, estaba bien. En un mes ya podía correr, tenía la fuerza suficiente para cargar peso. No dejaba de hacer ejercicio ni para comer, todo el día apretando una pelotita de goma-espuma para coger fuerza. Y en un mes y medio ya me había recuperado completamente, y volvía a hacer ejercicio, volvía a mi vida normal. Le propuse a Daichi que se quedara allí, en mi casa el tiempo que quisiera, él me respondió que estaría hasta que encontrara un piso para él, ¿qué mejor compañía que mi editor y el ex jefe de la imprenta?

Aún, de vez en cuando, recordaba a Lyoner, pero poco a poco fui intentando olvidarlo, me costaba, no era nada fácil. No sabía nada de él desde el último día que nos vimos, supuse que él se enteraría de todo lo que me pasaba a mí, por los paparazzis que me acosaban en las calles.

Un día todo dio un giro inesperado.

-         ¿Cómo vas con el tema de Lyoner? – preguntó Daichi. Yo me senté en sofá contrario a él, que estaba leyendo una revista.

-         Bastante bien, ya puedo hablar sobre ello. Pero estoy pensando eso que me dijiste combatir el fuego con el fuego, puede que sea lo mejor... – respondí seguro.

-         ¿Enamorarte de otro hombre?

-         O de una mujer, es que no sé, estoy confuso... – Daichi se levantó y se me echó encima.

-         Yo voy a hacer que te decidas – Y sin vacilar más, me besó, yo impactado, no supe que decir, el hombre al que tanto amaba Daichi, ¿era yo?

-         Espera - dije apartándolo. Pero de un modo u otro yo también me sentía atraído por Daichi – No me hagas caso, bésame. – Pensé que sería la forma más rápida de olvidarme de Lyoner.

-         Veo que reaccionas rápido – vaciló con una sonrisa pícara en la boca. Me volvió a besar, acarició todo mi cuerpo, intentó quitarme la ropa, pero lo paré, no era virgen, pero con un tío, era nuevo para mí. – Tranquilo, no te voy a hacer nada, de momento, pero vete preparando... – Se levantó y se fue a su habitación.

-         P-Pero, ¿qué estoy haciendo con mi vida? – me pregunté; me recosté, me eché el pelo hacia atrás y comencé a pensar en Lyo, lo peor que podía hacer.

 

 Así que enseguida me puse a mandarle mensajes a Allen, a los que no me contestaba. Me estaba poniendo nervioso, así que cogí la pelotita y comencé a lanzarla a la estantería de la tele sin llegar a darle, pero una vez me pasé de fuerza y le di sin querer a una foto enmarcada, en la cual salíamos yo y Lyo riéndonos; el cristal se rompió como es obvio, recogí los cristales y guardé la foto en un cajón, ya decidiría ir a comprar un marco nuevo más tarde. Ya no aguantaba más, tenía que hacer algo, y no se me ocurrió hacer otra cosas que subir y bajar las escaleras, sin parar, al final caí mareado.

 

-         ¿Qué se supone que estás haciendo? Me he asomado desde el baño porque oía ruido, y te veo bajando y subiendo las escaleras – señaló Daichi. Acababa de salir de la ducha y llevaba el pelo mojado, del cual le caían gotas a la ropa, eso me ponía mucho.

-         M-Me haces el f-favor de secarte el pelo, por favor, te lo pido – tartamudeé apartando la vista de él. Daichi se me volvió a acercar y sacudió su cabeza, haciendo que las gotas me cayeran a mí, yo me levanté del sofá y lo lancé contra el otro sofá, sin hacerle daño. Me puse encima de él, y me acerqué a su cara.

-         Te agradecería de que no me provocaras, me cuesta mucho controlarme en estos aspectos – dije pícaramente.

-         Descontrólate, te dejo hacerme lo que quieras. – expresó agarrándome de la camiseta y lanzándome contra él, así volvió a besarme. Después me senté en la esquina del sofá.

Notas finales:

¿Os gusta Daichi o qué? ;)

Ir preparándose, que la cosa entre éstos dos no acaba...


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