Después de aquella conversación nos prometimos volver a vernos, y ahora era una promesa y nada ni nadie podría romperla. Al llegar a casa no había nadie, simplemente una nota encima de la mesa ‘He encontrado una casa. Mañana por la mañana vengo. Siento no haberte dicho nada. Adiós.’ – decía. Aquella carta me dejó un poco confuso, pero a la vez feliz, porque tenía una oportunidad enorme para estar con Lyo, así que lo llamé y vino a mi casa. Aun que ya habíamos hablado quería hablar más con él, quería saber todo lo que había hecho sin mí, dónde había estado, etc.
- Este perfume... Que recuerdos... Parece como si hubiera pasado una eternidad desde que entré la última vez – dijo contento.
- ¿Perfume? ¿Te gusta? El ambientador lo escogió Allen... Bueno, pasa no te quedes ahí. – Él pasó y se sentó.
- Ah, es cierto, aquí tienes. – Tendió su mano, en la cual estaba la llave que se me cayó en el escenario. – Siempre he querido devolvértela, pero al final me la volvía a llevar, así que hoy te la devuelvo. Cógela.
- Quédatela – exclamé cerrando su mano. – Esta llave simboliza nuestro primer encuentro, no quiero que lo olvides.
- P-Pero... yo...
- No te preocupes, quiero que te la quedes. Es mi decisión. Haz caso de ella.
- Está bien, como digas. Ahora que me acuerdo, espera aquí un momento – Subió las escaleras y al momento bajó con la guitarra, se sentó a mi lado y me explicó. – Te he escrito una canción, como ya sabes, toco la guitarra, así que para que pilles el ritmo la tocaré al compás de la letra, quiero que me digas si te gusta o no.
- De acuerdo. Adelante, quiero escucharte.
- Mi soledad no he podido explicar a nadie,
Algo que ya no puede curarse.
Me comprometo a seguir viviendo,
Si tú me acompañas en este largo comino.
La resonancia de mis sueños,
Resuena eternamente.
Tu voz todavía se quema
Dentro de mi pecho.
Vamos a convertirnos en uno.
Nuestros latidos se sincronizan,
Nuestras almas se funden en una,
¿No lo oyes?
Es mi corazón, que te llama.
Quiero volver a verte,
A besarte y acariciarte.
Te hecho de menos, amor.
Ven a por mí, y llévame contigo,
Hasta el infinito,
Agarrados de la mano.
- Es preciosa, me encanta, me has enamorado más de lo que estaba – dije mirándole a los ojos.
- ¿E-En serio? ¡Me alegro de que te haya gustado! L-La compuse una noche que no pude dormir, tus recuerdos no me dejaban. Si soy sincero, la verdad es que no esperaba que pudiera volver a verte... Hiro y Suichi se preocupan tanto por mí, que no me dejan hacer estupideces.
- Entonces, esos quiere decir, que no has podido olvidarme ni un poquito, me hace feliz oír eso. – Él agachó la cabeza, sonrojado.
- ¿Tú me sigues queriendo igual que aquel día? – curioseó.
- Por supuesto, incluso más, y no quiero que lo dudes. – respondí seguro. - ¿Y tú a mí?
- Y-Yo... N-No sé... Puede que sí o puede que no. Si me recordaras yo... – Me levanté y me dirigí hacia él, le revolví pelo y cuando iba a dirigirme hacia la cocina le hablé.
- Sabes perfectamente lo que sientes por mí, pero si no me lo quieres decir es porque tienes vergüenza, y no quiero besarte así porque así todavía.
- P-Pero...
- Pero nada. ¿Quieres algo para refrescarte? – pregunté, ya que iba a ir por un poco de refresco...
- ¡No! – exclamó cogiéndome de la mano y sentándome en el sofá. - ¿Es que no te ha quedado claro todo en la canción? – Se sentó encima, mirando hacia mí. - ¿Por qué no me besas de la manera que lo hacías antes? Esos besos que no me esperaba...
- Porque no quiero obligarte, ya sabes porqué lo hacía, ¿y todavía quieres recordar lo que sufriste? – indagué.
- Sé que no eso no va a suceder más, así que no tengo de qué preocuparme. – Se humedeció los labios.
- Entonces, ¿ahora puedo besarte? – Él asintió sonriendo, así que le besé suavemente. Al momento unas llaves cayeron al suelo, nos asustamos los dos y enseguida pusimos nuestros ojos en la puerta principal, allí de pie plantón estaba Daichi, impresionado.
- ¡Daichi! – exclamé.
- ¡Tú! – vociferó Lyo.
- M-Me dijiste que lo habías superado... Que ya lo habías olvidado... – dijo rompiendo a llorar. Lyo se quitó de encima y yo me acerqué a Daichi poco a poco.
- O-Oye Daichi, yo... – y sin decir nada más me pegó, me dio un puñetazo en la comisura del labio, tan fuerte, que comenzó a sangrar, me había partido el labio inferior con un corte no muy grande.
- ¡Yuuto! – gritó asustado Lyo. Caí al suelo de culo, me limpié con mi mano la sangre que corría por mi barbilla y le hice un gesto a Lyo para que no se acercara.
- N-No te preocupes Lyoner, estoy bien. – dije levantándome del suelo. – Daichi entiendo que me pegues, me lo merezco, pero entiéndeme tú a mí, siempre he estado enamorado de Lyoner, nunca lo he olvidado, incluso cuando te besaba a ti en mi cabeza estaba él. Yo l-lo siento, pero era de esperarse Daichi. – Y después de mis palabras le abracé, aun que al principio lo rechazó, después terminó aceptándolo. – No llores Daichi, sabías que esto iba a pasar, por eso me preguntabas a todas horas esas preguntas de que si te quería, ¿verdad?... – le susurré al oído.
Después de mis palabras retrocedió y se marchó sin decir ni media, Lyo me miraba confuso, de pie junto al sofá.
- Ven, que te cure eso – dijo. Y yo sin replicar, asentí y le seguí al baño donde se encontraba el botiquín.