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Idol. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Aquí está el segundo capítulo ;)

Al rato me di cuenta de que no me había dado las llaves, que se las había vuelto a llevar. Y al siguiente día volvió a aparecer, pero esta vez iba solo. Como es normal para los famosos, llevaba unas gafas de sol oscuras y un sombrero, para que nadie se avistase de él, yo pasaba de hacer todo eso. Cuando tocó el timbre se quitó las gafas y aquel horroroso sombrero, y yo no tardé en abrir, tenía esos aires de chulo como siempre.

-         Déjame adivinar, ayer no me diste las llaves y has venido para eso, ¿verdad? O no, espera, has venido a ver mi seductor cuerpo – fanfarroneé. Me gustaba jugar con él, he de confesarlo.

-         P-Para nada – soltó, después entró a mi casa como si fuera la suya, se acomodó en el sofá y me hizo una señal para que cerrara la puerta. – A este paso vas a conocer mi casa mejor que yo. Me gustaría que no entrases como si la conocieras. Voy a tener que educarte yo – dije sentándome en el sofá contrario.

-         Él le desabotonó la camisa, paseó su lengua por el pecho de ella... – leyó sonrojado. – Pero, ¿q-qué es esto?

-         ¡O-Oye, no cojas mi portátil sin mi permiso! Rayos, de verdad que eres maleducado... – expresé rascándome la cabeza.

-         Estaba en la mesa, yo simplemente leí lo que ponía... Si no quieres que lea, no me tientes. ¿Y tú escribes esas cosas?

-         Es un  corto que estoy escribiendo para adultos, y tú no eres un adulto, así que no lo leas. – Me dí cuenta de que me miraba sin pestañear y muy intrigado. - ¿Q-Qué pasa? ¿Por qué me miras así? ¿Tengo algo en la cara? – Lyo se levantó del sofá y se acercó al mío, puso su cara en frente de la mía, me hizo retroceder hasta acostarme, y él se situó encima de mí.

-         Woh, de cerca son más bonitos, s-se parecen a los de ella... – balbuceó.

-         ¿Qué estás diciendo? ¡Quítate de encima! – exclamé apartándolo. Él se percató de su posición y se quitó de inmediato, se volvió a sentar en su sofá. Yo me subí las gafas, me enderecé, baje un poco la corbata y me remangué las mangas de la camisa.

-         A ver, que te quede claro que a mí me gustan las chicas – indiqué mirando a otro lado sofocado.

-         Y-Ya y a mí, ha sido un error, ha actuado mi cuerpo solo, l-lo siento, estoy avergonzado de mis actos – agachó la cabeza.

-         Tranquilo, no pasa nada, estoy acostumbrado a locos como tú - vacilé riéndome. No reímos los dos muy agusto.

-         ¡Yo no estoy loco! Ah, se me olvidaba, no he tenido tiempo de presentarme. Mi nombre es Lyoner y tengo 21 años, encantado. Siéntete orgulloso de tener esta conversación con una estrella del pop rock, como yo – dijo guiñándome un ojo.

-         Yo no soy una de tus fans, guárdate el guiño para ellas, a mí no se me conquista así – dije riéndome. – Si leyeras mis libros, sabrías más como soy yo, mis gustos, mi forma de pensar...

-         No pienso leer ninguno de tus estúpidos libros que te quede claro, sabelotodo.

-         Disculpa Yuuto, es hora de ir a la reunión con la imprenta, tenemos que conseguir 50.000 copias del libro ‘Rayo de Luna’ – dijo Allen, mi editor.

-         Ah, sí, es cierto. ¿Te importaría bajarme la chaqueta, Allen? Perdóname Lyoner, tengo que irme, tengo una reunión, si tienes algo que decirme, puedes volver esta noche sobre las 11, si no estoy aquí bajo, estaré en la planta de arriba – expliqué sonriendo.

-         No, para nada, yo también me voy. Tampoco es que tenga que verte a todas horas. Hasta mañana - comentó cerrando la puerta.

-         Yo creo que este chico es bipolar, espero no tener otra disputa con él, porque creo que saldría perdiendo, ¿no crees, Allen? – pregunté mientras me ponía la chaqueta.

-         No lo sé Ryu, ¿cuántas veces te he dicho que no te bajes la corbata? Luego se queda arrugada... – expresó poniéndome bien la corbata.

-         Y, ¿cuántas veces te he dicho yo que no me digas Ryu? Además me gusta llevar la corbata baja, me hace sentir más libre. Pareces mi madre Allen, siempre encima de mí voy a tener que subirte el sueldo.

-         Vaya, te lo agradecería. Aunque estoy bien así. Venga y ahora vámonos, que nos está esperando el taxi.

 

La reunión fue bien, gracias a Allen, conseguimos las 50.000 copias que esperábamos de uno de mis best-seller. Con este hecho regresemos a casa muy felices. Allen y yo, bebimos champán para celebrarlo, sin llegar a emborracharnos, pero yo caí rendido en el sofá y allí me quedé dormido. Según Allen, Lyoner no se presentó en toda la noche, porque él estuvo trabajando con las preparaciones de los papeles a la imprenta y no sonó el timbre en ningún momento. A la mañana siguiente, desperté en el sofá, justo donde me había quedado dormido la noche anterior, pero me levanté sin camisa y sin corbata. Las encontré tiradas en el sofá contrario, con la gafas encima de la mesa que había entre los dos sofás. Allen, estaba preparando el desayuno, el olor a café llegaba al comedor. Decidí levantarme, pasé de ponerme la camisa, lo normal es que me hubiera manchado si me la hubiera puesto para desayunar, así que era mejor no ponérmela. Entré a la cocina, los olores eran más variados, y cada vez tenía más hambre y la barriga empezaba a gruñir. Me apoyé en el marco de la puerta de la cocina y observé a Allen preparar el desayuno. Me asombraba que siendo 3 años mayor que yo, se le daba genial la cocina y yo en cambio, era pésimo.

-         Buenos días, chef. Como todas las mañanas, gracias por molestarte en preparar el desayuno – dije mostrando mi mejor sonrisa.

-         Buenos días, dormilón. Y sobre el desayuno, no te preocupes, me encanta prepararlo, de todas maneras, estaba despierto, no me molestaba hacerlo – explicó.

-         Dios, que hambre, Allen, ven siéntate, ¡desayunemos! – exclame entusiasmado.- Todo tiene tan buena pinta.

-         Bien, pues adelante. ¡Ah se me olvidaba! Ayer por la noche escuché unos ruidos que provenían de fuera, y salí a mirar quién era, pero no había nadie, la verja estaba cerrada y no parecía que nadie había entrado, y eso pasó sobre las once y media. Y para antes de que preguntes, la ropa que hay encima del sofá te la quité yo anoche, como te acostaste sin quitartela, pensé que la doblarías y esa camisa cuesta mucho plancharla además a ti te encanta dormir sin camiseta y hacía calor. Pensé en ello al verte durmiendo así... Perdón si te ha molestado, pero lo hice con toda la buena intención del mundo.

-         Sobre lo de Lyo, no te preocupes, si quiere algo, volverá. Oh, me parece hermoso lo de que me quitaste la camisa, gracias por preocuparte tanto por mí. V-Vaya he sonador muy cursi, lo siento – balbuceé riéndome. Él respondió igual.

 

Después del desayuno me fui a correr una hora como de costumbre, alrededor de toda la ciudad, mientras mi cuerpo aguantara, aunque he de decir que estoy en buena forma. Llevaba mi música, mi ropa correspondiente, esta vez no llevaba las gafas como era lo normal, únicamente las uso en el trabajo, y la verdad es que no las necesito, pero me gusta llevarlas, disminuye el brillo de la pantalla del ordenador para que no me refleje tanto en los ojos.

Si veía a algún vecino como era lo habitual, lo saludaba, intentando que no me parara a hablar si no la hora de correr se iba al traste, y no me gustaba tener que empezar de nuevo porque yo en esas cosas era muy estricto.

Cuando estaba a punto de llegar a casa, en un terreno grande con césped estaba sentado Lyoner, estaba con Hiro y Suichi, parecían estar componiendo, la hora se había pasado, pero estaba tan cansado que no me apetecía parar a hablar, así que seguí caminando. Suichi me avistó y se lo dijo a los demás, Lyo me llamó, y yo me dediqué a saludar con la mano, peroal parecer no le gustó el gesto.

-         ¡Te he dicho que vengas, estúpido escritor! – vociferó enfurecido.

-         Lo siento, no he oído eso, además no te conozco, y ahora tengo prisa, adiós desconocido – grité, después me reí, es normal, ¿quién hace eso?

-         ¡Ah! ¡Quién te has creído que eres! – exclamó acercándose a mí.

-         No me creo nadie, simplemente soy yo. Bueno dime, ¿qué quieres? Estoy cansado si me has parado a discutir ven después a mi casa y lo aclaramos todo, ¿te parece? – justifiqué.

-         Que mal ha sonado eso... En fin, lo que quería decirte es..., ¿tú tienes algún lío con tu editor ese, Alan? – curioseó, parecía interesado en esa pregunta.

-         Es Allen, si lo vas a nombrar por lo menos, di su nombre bien -  corregí. ¿Yo, lío con mi editor? Soy un hombre legal no me aprovecho de las personas..., ¿o sí? ¿Por qué lo preguntas?

-         Es que ayer, ya sabes, la llave, fui a llevártela a tu casa como me dijiste, a las once de la noche, pero me retrasé y llegué media hora tarde. La verja estaba cerrada, así que tuve que saltarla, y cuando fui a traquear, vi que una luz de una habitación estaba encendida, así que me acerqué, parecía la del comedor, y a través de esa cristalera vi como tu editor te estaba quitando la ropa... – tartamudeó, parecía nervioso y sofocado. Eso de la ropa debe de ser porque tenía calor, o algo así me dijo...

-         Y, ¿por qué estás interesado en eso? Creo que si mi editor y yo estuviéramos saliendo, no sería algo de tu incumbencia, ¿no crees? Pero sería un problema si la prensa se enterara, ¿no? – dije levantándole la mirada y acercándome a él.

-         Chst, ¿quién te has creído que soy? A-A mi no me interesan tu rollos... – balbuceó sonrojado.

-         Bien, entonces me voy. Nos vemos - dije alejándome sonriendo. Al llegar a casa, le conté lo sucedido a Allen, el cual se reía con cada frase que decía, le había gustado mi broma, pero me pidió que no lo volviera hacer, por si la televisión se enteraba del error y fuera diciendo que era cierto. Después entré en la ducha y me lavé el pelo, que bien sentaba el agua después del ejercicio físico. Me afeité y me tumbé en el sofá.

-         En vez de trabajar te tumbas, de verdad que eres perezoso. ¡Ah, se me olvidaba! – exclamó. - Tienes que hacer un libro de Boy’s love es tu nuevo encargo.

-         ¿Qué estás diciendo? Nunca he hecho uno, mis historias son todas de un chico que se enamora de una chica y viceversa, o tríos amorosos... Pero siempre había una chica, no sé nada del amor homosexual – justifiqué.

-         Vamos, no te pongas así. Te ayudaré, buscaremos información, estamos hablando de 700.000 euros por un libro así, y no tiene que ser un libro de 500 páginas, con unas 100 basta si la historia es buena – dijo intentando convencerme.

-         ¿Tanto dinero? No sé qué hacer... – expresé confuso. – Es una suma importante de dinero. ¿Hay límite de tiempo?

-         Pues sí, nos dan un mes, he intentado negociar más tiempo, pero no me han dejado...

-         ¿Un mes? ¡Imposible! ¡No puedo hacerlo! – exclame.

-         ¿Me estás diciendo que el ‘Dios de los besos’ no puede hacerlo? Vamos Yuuto, pruébate, dime hasta dónde tu imaginación es capaz de llegar...

Notas finales:

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