Mis ojos comenzaban a expulsar lágrimas de lo que me estaba riendo, solamente con escuchar cada tontería que soltaba. Y las caras que ponía Lyo eran puros poemas, ya que expresaban perfectamente cómo se sentía, nervioso y agobiado.
- Sarah, lo siento pero esto ha terminado, Lyo es únicamente mío. Tus intentos por quitármelo no van a dar fruto. – reclamé a Lyo agarrándolo del brazo y atrayéndolo hacia mí.
- V-Vaya hermanito, no pensaba que te fueras a dar cuenta tan fácilmente. Pero es que yo creo que en verdad...
- Tú no lo amas – interrumpí. – Así que acepta tus estúpidos celos y sal a la calle y enamórate, que dentro de lo que es la vida, es lo más bonito.
- Y tú que sabrás sobre lo más bonito de la vida, al fin y al cabo, la tuya ya está hecha. Un trabajo fijo, una casa enorme, mucho dinero, alguien a quien querer, pero... ¿y yo?
- Desde el principio sabía que habías venido solo para fastidiarme la relación con Lyoner, y al enterarte de que se estaba haciendo famoso, te entraron ganas de quitármelo porque tienes celos de todo lo que tengo yo. Siempre has intentado quitarme todo aquello que me gustaba, ¿para qué? Porque creías que todo lo que a mí me hacía feliz, podía hacértelo a ti también, pero no es así Sarah, cada persona es un mundo, podemos tener los mismos gustos y aficiones, pero no somos iguales. – expliqué con un tono serio.
- Y-Ya pero es que...
- Si lo has entendido no volverás a hacerlo... Sarah que somos hermanos, nos entendemos, no todas las veces pero la mayoría sí. – Ella, cabizbaja, no dijo nada durante mis palabras.
- Lo he entendido Yuuto, está bien. L-Lyoner yo..., lo siento... – balbuceó marchándose. Lyoner se fue hacia ella y le dio un abrazo por detrás.
- Sarah, espero que encuentres, como yo, a alguien que te enamore con sus palabras y forma de ser y no por su físico y su chulería, en mi caso es tu hermano, pero me gustaría mucho que tuvieras mi suerte. Te deseo lo mejor, y da lo mejor de ti, ¡que estás muy buena! – exclamó eufórico.
- Gracias Lyoner, cuida bien a mi hermano, como me entere que le pasa algo, prepárate porque vendré a matarte. – le amenazó. Y se marchó sin más que decir.
- ¿Me voy a tener que tomar sus últimas palabras en serio? – preguntó Lyo confuso. – Yo le respondí abrazándolo muy intensamente por detrás. - ¿Yuuto?
- Prométeme que no te vas a ir nunca de mi lado, que vas a estar siempre conmigo – susurré en su oído.
- Jamás me iré de aquí, jamás – dije pasándole mi mano por su nuca y besando su mejilla.
- Me haces el hombre más feliz del mundo – declaré besándole su cuello y su nuca, podía notar como su pulso se aceleraba.
Mordí su oreja y él se agitó. Introduje mi mano por debajo de su camiseta y comencé a hacerle cosquillas; se dejó caer en el sofá. Me puse encima de él, y Lyo se tiró a mis labios, yo le quité la camiseta y él me la quitó a mí. Jugué con mi lengua en su pecho, movimientos circulares en aquellos pequeños botones rosas. Su respiración se entrecortaba, comenzaba a suspirar, a dar pequeños gemidos por el placer que estaba comenzando a sentir. Tiró su cabeza hacia atrás y comenzó a clavarme las uñas en mi espalda. Le quité el cinturón, nuestros pantalones cayeron al suelo y la ropa interior desapareció, en el rostro de Lyo podía empezar a ver unas hermosas rosetas en sus mejillas, aquella imagen de él desnudo era muy tierna y yo no me pude resistir. Le advertí del dolor de la primera vez y él me hizo un gesto de afirmación, así que procedí con mis embestidas, al principio lentas para no hacerle mucho daño, luego aceleré un poco. Antes de todo ya le había preparado masturbándolo y lubricándole para que todo se le hiciera más ameno.
Sus primeros gritos invadían mi casa, no había nadie así que no temía que alguien le pudiera oír. Pero esos gritos se transformaron en preciosos gemidos, como susurros de un ángel, entre aquella preciosa voz y su forma de expulsarlos. Cada vez me enamoraba más su voz. Noté que su cuerpo había dejado de temblar y comenzaba a sudar y creí conveniente dejarlo respirar. Estaba agotado, exhalaba por la boca, su pelo estaba húmedo al igual que todo su cuerpo. Le di un beso en la frente y lo conduje hasta el baño para que se diera una ducha de agua fría. Yo subí al otro baño que había en el segundo piso. Me duché y me puse mi ropa interior y el pantalón del pijama pero no quise ponerme la camiseta, como era normal en mí... Lyo aún no había salido del baño, supuse que se habría llenado la bañera al tope, y se había sumergido allí para relajarse, al menos eso hacía yo, porque en ese baño no tenía ducha, sino una bañera de hidromasaje.
Allen me mandó un mensaje diciéndome que se quedaría a dormir en casa de su hermano, lo que quería decir, que la casa era nuestra, de Lyo y mía. Cuando iba directo a llamar a la puerta del baño donde estaba Lyo, este salió inmediatamente, con un albornoz y una toalla en la cabeza, antes de que yo le hubiera tocado la puerta.
- Perdona si te he hecho esperar Yuuto, es que el agua me hace perder la noción del tiempo – dijo frotándose la cabeza con la toalla que llevaba en la cabeza.
- Te he bajado un pijama mío, está encima del sofá por si quieres ponértelo.
- Está bien. – respondió mirando hacia el suelo con el rostro ruborizado.
- Lo siento pequeño, no quería obligarte a...
- Tranquilo Yuuto – interrumpió. - Estaba preparado, si no me lo hacías tú, te lo iba a hacer yo igual. También he da darte las gracias, has sido muy sumiso conmigo, pero la próxima vez no seas tan delicado, que yo no me rompo – dijo besándome.
- He de decirte que esto no me lo esperaba, pero prepárate para la próxima, vas a saber lo que es una noche loca con Yuuto Takashi – exclamé revolviéndole el pelo. – Oye Lyo, hueles tremendamente bien, no sabía que tenía un gel así de bueno aquí bajo.
- Eso es porque me he duchado yo con él, a las estrellas nos sienta todo bien – dijo burlándose de mí.
- Pero que tampoco se te suba a la cabeza. ¡Ah! Lyoner tengo un regalo para ti – anuncié cambiando de tema. Saqué de un cajón de la estantería una bolsa que contenía una pequeña caja. Lyo la abrió con mucho entusiasmo. Y por las emociones que se podían ver en su cara le había encantado.
- Esto..., es..., precioso Yuuto, ¡te ha tenido que costar una barbaridad! – exclamó eufórico y algo de tristeza a la vez.
- No te preocupes por el dinero Lyo, tan solo quería darte un regalo. – Era una pulsera en la que ponía: Lyoner & Yuuto, en una estrella de plata y por detrás estaba inscrito: Rock, que simbolizaba su grupo, Rock Star. La pulsera era de oro blanco menos aquella placa que llevaba unos pequeños cristales de Swarovskai alrededor de Rock. – Mira, yo también tengo una. – La mía era la misma pero en vez de poner Rock, ponía Ryu, que era como me llamaba Allen.
- E-Esto es increíble, son preciosas, te quiero, Yuuto. – expresó abrazándome.
- Y yo también pequeño. – respondí aceptando el abrazo.