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Idol. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Estoy empezando a escribir una historia nueva, así que perdón por la tardanza en postear este capi! u.U'

 

Después de mi presentación, encontré a Nami, que iba andando y leyendo a la vez, decidí ponerme delante de ella, en vez de saludarla. Como era lógico, no estaba atenta de lo que tenía delante así que se topó conmigo.

-         Lady – dije agarrándola para que no cayera al suelo.

-         D-Disculpe, no miraba por donde iba y... ¿¡Yuuto!? ¡Qué alegría verte! – exclamó abrazándome. Yo reí.

-         ¿Qué tal, princesa? Hace tiempo que no sé nada de ti.

-         Y-Ya, he estado algo enferma estas semanas, por eso no he ido a ninguna presentación ni entrevista. – explicó.

-         Entiendo, veo que estás mejor, eso me alegra mucho. Que mi pequeña actriz tiene que estar en buenas condiciones – murmuré.

-         He oído que tu novio hizo ayer un concierto, ¿no es así? ¿qué tal fue? – preguntó bajito.

-         No digas eso, alguien te puede oír y montaría un gran lío. E-Estuvo bien... – respondí desviando la mirada.

-         ¿Eh? ¿Por qué agachas la cabeza? ¿Ha pasado algo?

-         N-No, es que estoy algo cansado, Allen me ha despertado temprano esta mañana, para prepararlo todo – mentí.

-         A-Ah, entiendo, bueno en ese caso te dejo, así puedes ir a tu hotel a descansar – sugirió. Pero si me iba a mi habitación en el hotel, me acostaría en el sofá a pensar en Lyo y no era eso lo que tenía pensado.

-         ¿Te apetece tomar un helado conmigo? ¿O prefieres un café? – solté al fin.

-         Claro, un helado nunca está de más, ya que se ha marchado mi resfriado, puedo tomarlos. Conozco una heladería por aquí cerca, sígueme. – Avisé a Allen, pero no se quiso venir, y Nami me llevó a una heladería cercana.

 

 

Nos tomamos un helado, yo pedí uno de chocolate y ella uno de fresa. Después fuimos a un museo arqueológico, quería ver la ciudad en el tiempo que iba a estar allí y Nami parecía conocer la ciudad, así que se prestó como mi guía personal.

A la mañana siguiente aparecí en la revista ‘Famosos’, de portada, en la heladería con Nami, era de esperar, había paparazzis por todos los rincones. A ninguno de los dos nos importó la foto, no salíamos haciendo nada raro, así que no estaba preocupado.

Pasé unos días buenísimos allí, en aquella ciudad. Pero al cabo de tres días regresé a casa. Para agradecerle a Nami que fuera mi guía la invité a mi casa una semana.

Regresemos todos a casa, y para mi sorpresa, cuando abrí la verja del jardín, encontré a Lyo, de pié, frente a la puerta de mi casa. Estaba cabizbajo, se había puesto los pantalones aquellos ajustados que tanto me gustaban. En la mano llevaba la revista en la que salíamos Nami y yo en la heladería.

-         Con que era eso... – murmuró acercándose a mí y dándome con la revista en la cara. – Llevo 3 días esperándote, y aun así, ¡vuelves con esta tía otra vez! – Estaba llorando, temblaba; y antes de que se marchara, después de darme con la revista en la parte izquierda de la cara le cogí de la muñeca, él intento soltarse, pero no le dejé.

-         Allen, ¿te importaría meter tú las maletas? – pregunté.

-         ¡Y-Yo te ayudo! – exclamó Nami.

-         Gracias a los dos. Y tú y yo vamos a hablar, ahora. – Lo llevé a la parte posterior del jardín. Nunca le había enseñado esa parte del exterior de mi casa, así que estaba asombrado. Allí había césped, y una piscina enorme. Al lado de la piscina, una mesa de cristal con sus cuatro sillas; a la sombra de la gran morera que tenía allí.

-         ¡Suéltame! M-Me estás haciendo daño... – se quejó, y yo lo solté. Me quité la chaqueta y los zapatos, me desajusté la corbata. Acababa de entrar junio, y ya hacía calor.

-         Explícame porque estás así...

-         L-Lo sabes perfectamente – balbuceó secándose las lágrimas.

-         ¡No lo sé! Si lo supiera, ¿crees que te habría preguntado eso? – pregunté, sabía por qué estaba así, pero quería que lo dijera él.

-         ¡Te quiero! ¿Qué problema hay en eso? ¡Desde el día que te conocí mi vida se ha vuelto un desastre! ¡Me convertí en la persona que no quería ser! ¡Te quiero, maldita sea, estúpido! – Yo sonreí levemente, y después lo abracé. Esos eran los mejores momentos de Lyo, cuando estaba frustrado o triste, lo soltaba todo, sin importarlo lo que viniera después.

-         Idiota, te dije que dejaras de hacerte esas tontas ideas – dije dándole un pequeño golpe en la cabeza. – Nami y yo no tenemos nada, ya sabes porque hacemos esto, tan solo quiero que los medios no te acosen, hago esto por ti, únicamente por ese fin.

-         Y-Yo...

-         Tuve que irme a hacer una presentación de una novela que escribí hace poco, siento no haberte contado nada hasta hoy. Te has preocupado, en serio, estoy realmente arrepentido. – me disculpé.

-         Siento lo que pasó el otro día en el escenario... Tú también sabes la causa... ¡No volveré a hacerlo! – exclamó levantando la cabeza.

-         ¿Lo prometes?

-         ¡Lo prometo! – Yo reí.

-         Era broma, haz lo que tengas que hacer. Que algún día veas tu cuenta, veas tu dinero y digas, esto fue gracias a él. Yo aprenderé a controlar mis celos, además estos celos son muestra de lo mucho que te quiero. – respondí sonriendo.

-         ¡Está bien! – exclamó.

-         Bien y ahora, toma aire.

-         ¿¡Qué!?

-         Que tomes aire. Luego no digas que no te advertí - Y de pronto le empujé a la piscina. Como estábamos en la orilla de ésta no hubo ningún peligro porque Lyo cayó al agua. Después me tiré yo, lo agarré de la cintura con una mano y con la otra la barbilla y lo besé en medio del agua. Estaba agitado antes de que yo lo encontrara bajo el agua, pero al sentir que yo lo cogía dejó de moverse. Antes de dejarle salir al exterior, le di un beso en la frente y lo llevé hacia fuera. En cuanto su cabeza salió al exterior, empezó a toser y a respirar, yo comencé a reírme. Su cara estaba roja, no sabía si porque había estado a punto de ahogarse por no haber tomado aire antes de tirarlo o por el beso.

-         ¿Eres estúpido? ¡Casi me ahogo por tu culpa! – gritó. Se sentó en las escaleras de la piscina a tomar aire tranquilamente, el agua le llegaba por el cuello. Yo me acerqué a él.

-         ¿Estás muerto? ¿Te sientes mal? – curioseé. Él negó con la cabeza.

-         Entonces todo está bien – respondí dándole un beso en los labios. Él volvió a enrojecer. Yo salí de la piscina y llamé a Allen, que enseguida salió con una toalla.

-         ¡¡Yuuto, las ropas!! ¿¡Cómo se te ha ocurrido meterte así a la piscina!? ¿Podías por lo menos haberte quitado la ropa antes de meterte? – gritó enfurecido.

-         Lo siento Allen – dije guiñando un ojo. ¿Podrías traerme eso tan grande que compramos hace dos días, por favor?

-         Está bien... De verdad que no puedo enfadarme contigo. –Allen enseguida sacó un oso de peluche enorme, apenas cabía por la puerta, y era de alto casi como Allen. Llevaba una camiseta con el nombre de Lyo y en una mano un corazón e el que ponía: ‘2 de Junio’.

-         ¿¡Qué es esto!? – dijo Lyo algo asustado.

-         Feliz aniversario, Lyo. Hoy hace exactamente un año que empezamos a salir. Me quedé en Alameda unos días más porque no sabía que comprarte, así que Nami me aconsejó.

-         E-Es perfecto Yuuto... Es enorme... ¡Me encanta!

-         Sí, a mí también me ha costado traerlo... Me alegro de que te guste pequeño... – dije besándolo.

Notas finales:

Os dejo elegir, ¿cuál queréis que actualice antes? ^^


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