Me hice el dormido ante la duda de contárselo. Se acercó a mí, despacio, acarició mi pelo y pronunció: ‘Vaya, te has dormido. Que tranquilidad das cuando duermes’. Después besó mi frente. Mis ganas refrenadas de besarle me sobrepasaron, y cogí a Lyo de la cabeza con ambas manos y le besé en la boca. Al principio se asustó, pero no dudó en continuar aquel beso. Me cogió del pelo, y yo lo arrastré hasta mi lado en la cama. ‘Pensé que estabas durmiendo’ dijo entre besos, a lo que yo respondí: ‘Eres muy ruidoso, me despertaste’.
- Y-Yuuto, d-déjame respirar – dijo dificultosamente.
- Tengo ganas de mimarte pequeño, ¿no me vas a dejar? – pregunté besando su cuello.
- ¡M-Me haces cosquillas! – Se rió pero en seguida paró. – Yuuto..., este no es tu perfume, no llevas el de siempre.
- ¿C-Cómo que no? Sí lo es, me he echado esta mañana. – Y efectivamente no era el mío, al estar junto a Suichi se me había pegado su aroma. Lyoner se apartó de mí.
- ¿Con quién has estado? – preguntó muy serio.
- Con nadie, no he estado con nadie. – dije levantándome de la cama. Iba a acariciarle pero retrocedió. – O-Oye, no te habrás enfadado, ¿verdad?
- Sabía que esto iba a pasar, era demasiado bonito para ser verdad.
- ¿Qué estás diciendo?
- Me tengo que ir... – respondió.
- No te voy a obligar a que te quedes, pero ten presente que no te he sido infiel, y odio esa parte de desconfianza que tienes. No sé lo que te pudo pasar en el pasado para que seas así, pero, después de un año juntos, ¿crees que voy a liarme con alguien más? Lyoner yo..., ya no sé que más decirte, siempre repito lo mismo...
- ¡Lyoner! – gritó Hiro desde fuera. – Ha venido el manager, quiere hablarnos de los próximos conciertos, ¡vamos, no tardes!
- T-Tengo que irme. – dijo Lyoner saliendo.
- Vaya, que rápido has sido Ly, vamos, nos están esperando. – oí decir a Hiro.
¿Qué debía de hacer yo ahora? Podría arrastrarme delante de Lyoner en muestra de arrepentimiento de un hecho que no era verdad, o, decirle la verdad de Suichi, pero si le dijera eso, no me creería.
Recogí mis cosas de la habitación y regresé a mi casa. Allen estaba leyendo el periódico frente al televisor, sentado en el sofá. Me vio triste y me preguntó, tuve que contárselo todo. Me aconsejó no hacer nada, ni ir detrás de él, ni llamarlo constantemente, ni enviarle mensajes... Simplemente dejarlo que piense. Por culpa de Suichi mi relación se iba al traste.
Seguí con mi vida normal. Asistiendo a programas de televisión y radio, entrevistas, reportajes para revistas, etc. En todas me preguntaron temas sobre el amor, por ejemplo, si tenía pareja, si la había tenido, mi prototipo de chica... Todos querían saber si lo de Lyoner era cierto, podía tener poca vergüenza y decir que no, pero para mí, todavía era mi pareja.
Teníamos una especie de carta blanca, es decir, cada uno podía hacer lo que quisiera con otro u otra en un periodo de tiempo. Si después de ese tiempo seguíamos siendo fieles la relación continuaba como si no hubiera pasado nada, pero si alguno de los dos encontraba otra pareja, la relación terminaría.
Un día, Nami me visitó.
- ¡Nami! ¿¡Qué haces aquí!? – pregunté extrañado pero contento.
- ¡Hola Yuuto! Pasaba por aquí y he decidido hacerte una visita. – dijo dándome un abrazo.
- Pasa, mi casa es la tuya. Allen mira quien ha venido... – dije cerrando la puerta.
- ¡Nami, cuánto tiempo! ¿Cómo estás? – curioseó dándole dos besos. – Hace tiempo que no te veo por la editorial...
- Lo sé, hace unas semanas me cambiaron de autor, y ahora estoy a cargo de Mato, ¿te suena Susana Mato?
- Ah sí, sé quien es, dicen que es buena en el género de terror.
- Así es, prácticamente apenas tengo que ayudarle, tiene pocos errores ya que sabe lo que escribe. Estoy contenta con el cambio. – respondió sonriendo. De repente me sonó el móvil.
- Oh, me están llamando, si me disculpáis voy a contestar. – Salí al jardín y dejé a Allen y a Nami hablando. - ¿Si? ¿Quién es?
- Soy yo. – dijo una voz seria.
- ¿Qué quieres, Suichi?
- Me he enterado que por guardar mi secreto, tu relación con Lyo está destrozada. – soltó.
- Has dado en el clavo. El otro día por culpa de lo que pasó en mi habitación, tu perfume se me pegó en mi ropa, Lyo la ha notado y ahora se cree que le he sido infiel. Haber como le explico el lío que tuvimos tú y yo...
- Dijiste que no se lo ibas a decir. – respondió.
- Mi relación peligra por tu culpa, así que, o se lo explicas tú o se lo digo yo. – advertí firmemente.
- Mira estúpido escritor, lo único que le proporcionas a Lyoner es sufrimiento, aparte de que en el grupo se pierde con facilidad. Te has adueñado de su cabeza y no puede concentrarse. ¿No te has dado cuenta? Solo le haces daño, y estoy harto de tener que ayudarle a superar esos bajones que le dan por tu culpa. No ayudas en nada a Rock Star por ser la ‘pareja’ del vocalista, así que, piérdete. – Y colgó.
- E-Es cierto... Lo único que hago es hacer sufrir a Lyoner. Y me doy cuenta después de un año y pico estando a su lado. No lo merezco. – murmuré. Entré en casa, donde Allen y Nami seguían hablando.
- Yuuto..., ¿te ocurre algo? – preguntó levantándose del sofá.
- ¿Eh? N-No, voy a tomar un baño... Si me disculpáis... – Allen se había dado cuenta de que algo no iba bien. Me di un baño relajante, mientras los demás estaban abajo.
- Yuuto, ¿qué estás haciendo con tu vida? – me pregunté mientras me miraba fijamente en el espejo. – Soy feliz cuando estoy con él, pero aun así..., no soy capaz de hacerlo feliz a él. No quiero que siga pasándolo mal, que se preocupe por mí más, ni que se desconcentre más en su trabajo como vocalista. Por mucho que no quiera... Tengo que dejarlo ir, por mucho que me duela el corazón... Necesito llamarlo, no le daré explicaciones, desapareceré sin más, será un golpe duro pero rápido, creo que es el mejor remedio. – Cuando salí del baño, Nami se estaba despidiendo de Allen, tenía que irse. Yo también me despedí y le expliqué a Allen el motivo de mi tristeza.
- Yuuto... Sabes que yo te apoyo en todo, pero creo que no es la mejor solución para todo, piensa que los dos os vais a llevar un buen golpe, y Lyoner se enfadará, pero eso es lo de menos. Si crees que es la mejor solución, adelante...
A la mañana siguiente le llamé, eran las 12 de la mañana.
- ¿Yuuto? ¿Eres tú? – preguntó.
- Sí pequeño... – respondí. Hubo un silencio hasta que me digné a soltarlo. – Quiero dejarlo.
- ¿P-Perdona? ¿Qué quieres dejar? ¿Qué estas diciendo?
- Sabes a lo que me refiero... – Tomé aire para intentar tranquilizarme y poder seguir hablando sin que me temblara la voz. – Quiero romper nuestra relación...
- N-No es cierto – dijo con un hilo de voz que apenas pude oír. – Eso no es cierto, ¡dime que no lo es!
- Lo siento pequeño, pero es la verdad. Después de esto no me devuelvas la llamada, no vengas a mi casa, ni intentes comunicarte conmigo... Esto... Se ha acabado... – dije apartándome el móvil del oído.
- ¿¡Qué he hecho mal!? ¡Yuuto, no me dejes! ¿Qué te ha enfadado de mí? Han sido mis celos, ¿verdad? Cambiaré esa parte de mí, pero por favor, no me dejes... Yuuto... – dijo llorando. – Yo... Te quiero.
- Lo siento, pequeño. – murmuré con lágrimas en los ojos.
- ¡¡Yuuto!! ¡No cuelgues! ¡Haré lo que quieras! ¡No te separes de mi lado! Te prometo que seré mejor, cambiaré por ti. ¡Lo que sea! No me dejes solo. – gritó entre llantos.
- No llores más, por favor... No hagas esto más difícil – pensé. Me armé de valor y seguí conversando. - ¡Déjate de estupideces y asimílalo! Ya tienes edad.
- No rompas conmigo... Yuuto..., por favor. – rogó con voz temblorosa.
- Lo nuestro..., ha terminado. – dije cerrando la llamada. Después, rompí a llorar.