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Idol. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Sé que me retrasé mucho, pero es que tuve que hacer muchos cambios al final. Espero que guste.

-         ¡Allen que ya es Navidad! – exclamé eufórico.

-         Lo sé, llevas dos semanas decorando la casa con lucecitas y buscando el árbol de Navidad. – respondió Allen, levantando la mirada del periódico.

-         Ahora que lo mencionas, no encuentro el árbol. ¿Tienes idea de dónde puede estar?

-         Lo tiraste el año pasado, estaba muy viejo.

-         ¡Es cierto! Pues levántate, Navidad quiere decir vacaciones, y comprar un árbol nuevo.

-         ¿Ahora?

-         ¡Ahora! – dije estirando a Allen del brazo. Cuando por fin se levantó, Lyoner entró por la puerta principal, como siempre hablando por el móvil.

-         Dave, ¡que hagas lo posible! ¡Voy a colgar! Que pesado es... Ah, ¿os ibais? N-No quiero interrumpiros. – Sin decir nada más, me acerqué a su cara sonriendo levemente y le di un beso. - ¿Yuuto?

-         Buenos días pequeño. – solté.

-         O-Oh, sí, buenos días a los dos...  

-         Vamos a comprar, ¿vienes? – preguntó Allen.

-         ¡A por un árbol nuevo! – exclamé. – El anterior estaba muy viejo, es hora de comprar uno nuevo.

-         U-Un árbol... E-Eh, no, ¡la tienda está cerrada acabo de pasar por ahí! – interrumpió de repente Lyoner.

-         ¿Cerrada? ¡Vaya hombre! Es la única tienda que había por aquí cerca sin tener que ir a la ciudad. Con las ganas que tenía de adornarlo...

-         Oye Lyoner, ¿cómo sabías que íbamos a la tienda más cercana? – curioseó Allen.

-         B-Bueno, era obvio. Yuuto es famoso, no vais a ir a la ciudad a por un árbol de Navidad. – respondió algo nervioso.

-         Chico listo. – interrumpí yo.

-         Cierto, bueno pues nos quedamos en casa. – Vi la cara de descanso con la que respondió. Allen se volvió a sentar en el sofá y siguió leyendo el periódico.

-         Vaya Navidades me esperan sin árbol... – susurré tirándome en el sofá junto a Allen. Enseguida sonó el móvil de Lyoner.

-         ¿Sí? – preguntó él. - ¡Ah, sí! Soy yo. Así es. ¿Hoy? ¿No puede ser otro día? Está bien, voy ya para allá, muchas gracias por todo. Esto... Yuuto, nos vemos más tarde. – se acercó y me devolvió un beso y se fue.

-         Está un poco raro, ¿no crees? – curioseó Allen. Yo asentí con la cabeza. – Bueno, yo me voy ya.

-         ¿Tienes que hacer algo? – indagué.

-         Sí, tengo que ir a la editorial, parece que hay un error en los papeles que rellenaste el otro día. Nos vemos esta noche.

-         C-Claro... Adiós, lleva cuidado con el coche. ¿Y ahora que hago yo solo? ¿Qué podría hacer? ¡Ya sé! Compraré un árbol nuevo por Internet. – Después de elegir entre varios, compré uno de color blanco con unos reflejos azules que me cautivó en el primer momento que lo vi. – Con que, ¿mañana estará aquí?, perfecto. Ahora a esperar. Por cierto Lyoner no me ha llamado, ni tengo ningún mensaje suyo. ¿Quién le puede haber llamado antes? No puedo evitar pensar en ello.

 

Cayó la noche y yo seguía sin tener ninguna idea clara sobre el hombre al otro lado del teléfono que había estado con Lyoner. ‘Si tal vez, eran Hiro o Suichi’ me repetía, pero al no estar seguro todo era suposiciones. Cuando tenía la intención de ponerme a escribir algo, Allen llegó. Trajo consigo un árbol de Navidad, ya estaba decorado. Me alegré mucho de que se hubiera molestado en comprarme uno.

A la mañana siguiente, cuando salí a por el periódico, el cartero me había traído un regalo mucho más grande. Era el árbol que había pedido la noche anterior. Ya no lo podía devolver, no iba a hacer que el cartero se lo volviera a llevar, así que lo metí en casa y con la ayuda de Allen lo formamos. Era precioso, pero ahora tenía dos árboles, diferentes, pero seguían siendo dos. Después llegó Lyoner, y que desgraciadamente traía otro árbol con él.

-         ¡Feliz Navidad Yuuto! – exclamó destapando el árbol que había traído. Este tenía un verde más oscuro que árbol que me había regalado Allen.

-         ¿O-Otro árbol? Lyoner...

-         ¿N-No te gusta? Me ha costado conseguirlo, ya no habían por la zona. – Al girarse contempló los otros árboles. - ¿¡Dos más!? ¿De dónde han salido? Si ayer por la tarde no tenías ninguno...

-         Allen trajo uno por la noche, y yo compré el blanco por Internet... Ahora son tres. ¿Dónde los voy a poner todos?

-         Yo ya no lo puedo devolver. – respondió Allen.

-         Me lo temía – solté. – Algo tengo que pensar... En verdad me gustaría quedarme con los tres, pero..., tres son demasiados. No tengo tanta decoración para todos.

-         Tendrás que elegir uno. – Sugirió Lyoner.

-         ¿¡Qué!? No quiero elegir uno... Los dos os habéis esforzado para conseguirme uno. Me gustan los tres, no puedo elegir uno...

-         Pero tienes que hacerlo.- Repitió Allen. – Tómate el tiempo que quieras, pero recuerda, Nochevieja es mañana.

-         Ya sé. – Marqué el número de mi madre en el teléfono.

-         ¿A quién estás llamando ahora? – preguntó Allen.

-         A mamá, le diré que escoja un número del uno al tres y depende del número así será el árbol que me quede. ¿Mamá? ¿Hola? Ah, escucha – Antes de que pudiera seguir hablando, Allen me quitó el móvil de un tirón y colgó. - ¡Eh!

-         No puedes decidir así Yuuto... – Interrumpió Lyoner. -  Te quiero, pero ya eres lo suficiente maduro como para hacer esta estúpida decisión.

 

Después de aquellas palabras me senté delante de los tres árboles. Escoger uno iba a ser realmente difícil. Los tres me gustaban. Elegir uno al azar no me iba a haría quedarme contento. Tras unas horas dándole vueltas llegué a la conclusión de que no hacía falta escoger uno. ¿Qué era Allen? Un tipo serio en su trabajo, que se preocupa por los demás, empático, con las ideas claras, la parte de la casa que lo representaba era el salón, un lugar tranquilo y agradable al que acudía cuando no tenía la inspiración para seguir escribiendo. Lyoner, un chico muy activo, nervioso, indeciso y a veces juguetón, su lugar sin lugar a dudas era el jardín. Y para acabar, mi árbol, el más claro que tenía de todos, ese iba a mi despacho, alocado y en orden a la vez. Solo tenía que comentarlo a los demás, también les gustó la idea, aun que a Allen le seguían pareciendo muchos árboles pero ya no estaban todos juntos.

-         Buena idea Yuuto – soltó Lyoner. – Pero hay un problema. Mañana tengo que hacerme a cargo de mi prima.

-         No te preocupes, puedes traértela – intervino Allen.

-         P-Pero – Allen me tapó la boca.

-         No hay ningún problema, ¿verdad Yuuto? – Yo negué con la cabeza con miedo a que me diera algún golpe.

-         ¿En serio? ¡Qué bien! Vamos a poder pasar la Nochevieja juntos... – dijo abrazándome. – Nos vemos mañana. Adiós.

-         Allen... ¿¡Por qué le dices eso!? Ahora voy a tener que estar más restringido a la hora de hacerle cosas a Lyoner. – Allen soltó una risa.

-         De eso se trataba Ryuu. No me apetece tener que estar viendo como besuqueas a tu novio durante toda la cena.

-         Te odio. – dije lanzándole un cojín. – Un momento, ha dicho su prima, pero no ha dicho que fuera pequeña... Con lo cual... Puede ser una mujer ya madura...

-         Mente sucia. – respondió Allen devolviéndome el cojinazo. – Ha dicho que tenía que hacerse a cargo, con lo cual, tiene que ser pequeña, sí o sí.

-         Perdona pero yo no soy un pervertido, tan solo era un suposición. En todo caso, quiero conocerla.

-         Tienes novio.

-         Es mi novio el que la va a traer. Nunca me había dirigido a Lyoner como ‘novio’ y ahora que lo he hecho me siento raro.

-         No es tu novio, es tu amigo especial – me corrigió Allen.

-         Es mi amante, aquel amor prohibido que nunca pudo ser. entre un escritor ocultado en las sombras y un ídolo de chicas, cantante, que pasa la vida encima de un escenario con los gritos de las fans a su alrededor.

-         Vete a dormir, estás empezando a delirar. – interrumpió Allen.

-         La verdad es que estoy algo cansado, así que sí debería de irme a dormir. Buenas noches.

 

La mañana comenzó después de que Allen descuidadamente rompiera mi taza favorita. Lo noté algo cansado, así que le dí 5 días libres para que hiciera lo que quisiera. Al principió los negó, me repetía que no los quería, pero acabó aceptándolos. Cogió su abrigo y su coche y se fue sin decir nada. Yo me puse a pensar aquello que podría regalarle a Lyoner el día de Reyes. Ya le había regalado una pulsera, ropa, fotos de todos los tamaños, peluches... ¿Qué iba a regalarle este año? Yo mismo, recordando todo lo que había comprado, me di cuenta de que era muy materialista. Así que decidí que este año no iba a serlo y no compré nada.

A la tarde siguiente, Lyoner me ayudó a preparar la mesa, Allen se encargó de preparar la cena, yo le ayudé en lo que pude. No se me había olvidado el hecho de que me dijera que odiaba que no parara de besar a Lyo es sus narices, así que, para devolvérsela, cada vez que podía cogía a Lyo de la cintura y le daba besos, le hacía cosquillas, le daba palmadas en el trasero o simplemente lo empujaba a acostarse encima de mí. Allen no decía nada, pero yo sabía que en verdad no le gustaba en absoluto.

-         Han tocado la puerta. – avisó Allen. - ¿Abro yo?

-         Ya voy yo – solté. Al abrir, había en la puerta una mujer adulta y detrás de ella una niña pequeña. - ¿Puedo ayudarte?

-         ¡Prima! – gritó Lyo desde detrás. – Al fin, te estaba esperando... Yuuto ella es mi prima Débora y esta pequeñita de aquí se llama Mía.

-         Bueno primo, me tengo que ir, Mía después vengo a por ti, ¿de acuerdo? Pórtate bien y hazle caso a Lyoner. – La niña asimiló con la cabeza y la mujer joven se marchó.

-         P-Pero...

-         No Yuuto, no tengo que cuidar de Débora. – dijo Lyo entre risas. Yo no estaba seguro que de que tuviera que hacerse a cargo de aquella mujer adulta, pero tenía pequeñas esperanzas.

-         Y-Yo no he dicho eso... ¡Vamos a cenar!

 

Tuvimos una cena agradable, la niña no comió nada porque ya había merendado en su casa. Estuvo viendo los dibujos mientras cenábamos, así que no molestó. Después se interesó por mí y me preguntó acerca de todo, trabajo, libros, amores, novias, etc. Cesó cuando caí rendido por el cansancio, y ella conmigo, se quedó dormida en mi pecho y yo acostado en el sofá. Desperté cuando Lyoner me quitó a la niña de encima. La acostó en una de las camas de las habitaciones de arriba y después se me lanzó encima. ‘Mía me estaba poniendo celoso’ susurraba en mi oído. Me besaba, me hacía cosquillas por los costados con sus dedos, mordía mi oreja... Entonces, me dí la vuelta, ahora me tocaba estar encima de él, le metí la mano por debajo de la camiseta como de costumbre solía hacer. ‘Esta noche vas a disfrutar, te dejo mi cuerpo a tus anchas’ le dije entre besos. Lo abracé fuertemente después de decirle aquello, tenía sueño, bostecé, y eso es lo último que recuerdo. Me quedé durmiendo, sí, durmiendo encima de Lyoner. Era de esperarse, acababa de despertarme y solo había dormido, a penas, una hora. Solo sé que la mañana siguiente tenía el cuerpo lleno de chupetones, lo que pasó, no lo sé, nunca lo supe, Lyoner no quiso decirme nada, aun que, os lo podéis imaginar.

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? ¡Vuelvo a pedir disculpas!


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