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Idol. por KeikoHikari

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Notas del capitulo:

Sé que me vais a matar por dejar el final así, pero no pude escribir más. Lo subo así porque pude escribirlo ayer, ya que fue mi cumpleaños y quería compensaros de alguna forma :)

 

-         Ryuu, de verdad que no quería que vieras el artículo... ¿Por qué lo has leído? – preguntó Allen.

-         Yo solo quería saber cosas de él, pero... No puedo con esta...

-         Estás enamorado de él de verdad. Estoy seguro de que esto es un error, no puede ser que porque una revista diga que ha dejado el grupo por una chica tenga que ser que ser cierto. Fíate de mí.

-         ¡Pero hay cosas que lo prueban! Me ha devuelto la pulsera, no me creo que haya sido porque no le gusta... – De pronto sonó el timbre. – ¿Quién será? ¡Eric!

-         ¡Buenos días, Yuuto! Ha pasado tiempo, ¿no crees? – preguntó, dándome un abrazo.

-         T-Todavía estoy atónito... Ha pasado mucho tiempo desde la última vez. Pasa, adelante, siéntate, ¿quieres algo? – Después de proporcionarle un poco de cerveza y unos dulces me contó su verdadero propósito por el cual había venido.

-         He oído que te casa....

-         ¿Quién te lo ha dicho?

-         Así que es verdad... Estoy muy contento por ti, amigo mío. Nunca creí que fueras a casarte algún día.

-         La verdad es que yo tampoco me lo esperaba. – solté. – Pero no estoy seguro de si de verdad debo casarme.

-         ¡Pues claro que sí! Mira eres un hombre apuesto, tienes dinero y un trabajo seguro. Ya tienes 30 años, a esta edad debería de tener ya un hijo y todavía ni te has casado...

-         Eric, he tenido problemas con mi pareja últimamente, es por eso que no creo que deba casarme.

-         Eso es normal, todas las parejas se pelean al menos una vez al día. Es el resultado de que sois diferentes y opináis de forma distinta. ¡Tienes que casarte! Seguro que ella es una mujer bellísima tanto por fuera como por dentro.

-         Si ella es una buena mujer, pero...

-         ¡Entonces no tienes nada de qué preocuparte! Estoy deseando ver ese anillo de compromiso en tu dedo. Tus padres están muy felices de que aceptes el matrimonio.

-         Lo sé, el que debería de estar contento sería yo, pero no es así...

-         Oh vamos, olvida a la otra persona. Si te ha abandonado es porque no te quiere de verdad... Te vas a casar dentro de 30 días, deberías de tener las cosas claras. – replicó.

-         Lo sé, las tenía claras, pero ya no las tengo... Aun que te voy a hacer caso...

 

La noticia de mi casamiento corrió como la pólvora. El rumor se fue extendiendo, primero por los alrededores de mi casa, famosos escritores amigos míos, familia, y así por todo el país. Las revistas comenzaron a publicar artículos con el título: ‘El famoso escritor Yuuto Takashi, ¡se casa!

La prensa poco me preocupaba, solo quería que el rumor de que el matrimonio iba en serio llegara a los oídos de Lyoner y que él irrumpiera en mi casa, negándose al casamiento... Pero eso no pasó. Da igual las horas, días, semanas, que estuve esperando a que tocara mi puerta, a que me volviera a decir que me quería y me mordiera la boca como solía hacer, a que me regañara por haberle hecho venir hasta mi casa...

‘Estarás mejor sin él’ me decía Allen constantemente. Ten fuerza y valor, me decía a mí mismo. Nunca temí el futuro, sin embargo, estaba empezando a cogerle un miedo tremendo, de que me olvidara, de que se alejara para siempre.

Escogí casarme, quizá por los demás, porque yo amaba a Lyoner. Me iba a costar años sacarlo de mí. Todo me recordaba a él, mi casa estaba llenos de recuerdos que se reproducían en mi cabeza cuando miraba a cualquier rincón de mi casa. ¿Estará bien? ¿Me echará de menos? ¿Seguirá enfadado? ¿Vendrá algún día a verme? ¿Se habrá olvidado de mí? Eran algunas de las preguntas que rondaban mi cabeza cada minuto.

Debería coger el coche y recorrer cada calle, cada edificio, cada escondite del mundo para buscarlo. Pero, ¿por dónde iba a empezar? Podría estar a kilómetros, incluso en otro país, por eso no cogía el coche.

Tantas preguntas, hicieron que mi imaginación se cerrara. Empecé a escribir una novela con un protagonista con una situación idéntica a la mía y la llamé: ‘La desesperación de la espera’. No podía escribir otra cosa que no fuera mi situación. Pasaba horas delante del ordenador escribiendo todo lo que pensaba. Cuando terminé de escribirla me di cuenta de que había destrozado la vida mi protagonista. No quería una vida así, siempre tenía que haber un final feliz, pero Roger, no lo tuvo. Decidí que tenía que cambiar de hábitos antes de la boda, le entregué el manuscrito a Allen y dejé el nuevo libro en sus manos. En pocos días llegó a ser número 1 en ventas. La gente estaba muy atenta a nuevas noticias de mi matrimonio y creyó que leyendo el libro sacaría información personal, y la verdad es que era cierto, leyendo la novela, veían mis sentimientos, con la tristeza con la cual lo escribí. Hubo un gran revuelo de por qué había tanta tristeza en mis letras cuando yo siempre había sido muy benévolo con mis protagonistas, por qué éste era diferente... Yo dejé volar la imaginación de mis lectores.

Y llegó el día. Mi esmoquin blanco me esperaba colgado de una percha en mi habitación. Allen me ayudó a prepararme.

-         Yuuto... ¿Estás seguro de esto? – preguntaba Allen mientras me hacía el nudo de la corbata.

-         Alguien tiene que dar el primer paso, amigo mío. Lo he esperado, y no ha querido venir. No puedo seguir con este sufrimiento. Quiero pasar página o por lo menos intentarlo.

-         Sabias palabras. Me sorprende que te hayas vuelto tan valiente de repente.

-         Me he planteado muchas cosas. Si las respuestas no vienen a mí, yo no voy a ir a por ellas, bastante me he calentado la cabeza intentando buscarlas. Él es el pasado, Roxy es el presente. Lo más probable es que me equivoque, pero quiero confiar en que voy a hacer lo mejor.

-         Recuerda que quién tiene boca se equivoca. Aun así, no has buscado bien. – susurró.

-         ¿Has dicho algo? – pregunté.

-         Nada importante. El coche nos está esperando, no te retrases.

-         Ya bajo, puedes adelantarte tú. – Afirmó con la cabeza y desapareció de mi habitación. Antes de que yo saliera, abrí el cajón de mi mesita, allí estaba la llave que había perdido en el concierto en el que conocí a Lyoner. La cogí, la besé y la metí en el bolsillo de mi pantalón. – Vamos a por esa boda.

 

Mi madre se había hecho a cargo de los anillos. No pude ver a Roxy hasta el momento de entrar a la iglesia, dicen que ver a la novia antes de entrar dentro, da mala suerte al futuro matrimonio.

Ella llevaba un precioso vestido blanco, palabra de honor, es decir sin mangas ni tirantes, con una cola larga. El pecho a tablas y debajo una pedrería en vertical de color plateado. Entre las manos llevaba un ramo de rosas blancas a juego con el vestido. Desde el final de la iglesia ya la notaba nerviosa. Se suponía que debía de estar muy feliz, iba a casarme, la mayor alegría en una pareja, pero yo no lo estaba.

Las palabras del cura se hacían eternas, no parecía que fuera a parar nunca. Los segundos parecían horas, llevaba tanto tiempo sin acudir a misa... En ese momento entendí por qué no acudía a misa todos los domingos. Al final llegó el momento de dar el ‘sí’.

-         Roxy, ¿quieres recibir a Yuuto como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida? – preguntó el sacerdote.

-         Sí, quiero. – pronunció ella muy segura de sí misma.

-         Yuuto, ¿quieres recibir a Roxy como esposa, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida? – repitió.

-         Yo... – Me giré un momento, todos me miraban, esperaban el sí, en aquel momento dudé de dar el sí, ¿sería Roxy lo mejor para mí? ¿Tan seguro estaba de ello? Se hizo el silencio, la música de fondo se detuvo, todo el mundo cuchicheaba, Roxy me miraba asombrada. – S-Sí, quiero. – Me aventuré a decir. El sacerdote, Roxy y todos los que estaban allí respiraron aliviados.

-         El Señor bendiga estos anillos que vais a entregaros uno al otro en señal de amor y de fidelidad. – continuó el sacerdote.

-         Yuuto, recibe esta alianza en señal de mi amor y fidelidad a ti. – pronunció Roxy colocándome la alianza. Cogí la alianza de Roxy, dispuesto a colocársela.

-         Roxy... Recibe esta alianza...

-         ¡No! – gritó alguien desde el fondo. Primero se oyó cómo las puertas principales de la iglesia se abrieron de par en par, y una figura aparecía entre la luz que entraba. Aquella voz de un niño llorón me era irreconocible.

-         No puede ser... – susurré bajando los escalones del altar.

-         ¡No puedes casarte! – seguía gritando entre sollozos. Todos los presentes se giraron horrorizados ante aquella forma de interrumpir un acto así. Podía ver perfectamente cómo brillaban las lágrimas que caían por sus mejillas. Sonreí levemente. Al verme, corrió hacia mí como cuando un niño encuentra a su madre después de haberse perdido.

Notas finales:

¿Os gusta cómo va la trama? Jajajaja ¡Nos vemos, dentro de poco!

El siguiente capítulo será de: El primer y  único amor.

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Un beso!


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